LA SEGUNDA TRANSICIÓN: SALEN LOS FALANGISTAS, ENTRAN LOS NACIONAL-CATÓLICOS: LOS MEDIOS DE LA REACCIÓN (1): CONOCIENDO «LA GACETA». El periódico de Hermann Tertsch ya no es El País.

LA SEGUNDA TRANSICIÓN: SALEN LOS FALANGISTAS, ENTRAN LOS NACIONAL-CATÓLICOS

 

REPUBLICANITOS

Los republicanitos de hoy no son los herederos del 14 de abril de 1931, sino hijos y nietos legítimos del más genuino falangismo de hace setenta años

Por Alfonso Lazo

Historiador y Diputado Nacional del PSOE entre 1977 y 1996

Malaga Hoy, 1 NOV 2020

LA SEGUNDA TRANSICIÓN
Alfonso Lazo (Historiador y Diputado Nacional del PSOE de 1977 a 1996), que se ha mostrado muy crítico con la Ley de Memoria Democrática, aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez el 20 de julio de 2021. Según él, esta ley «es una impostura histórica: parte de un supuesto enfrentamiento entre el totalitarismo y una República democrática cuando es sabido que fue un enfrentamiento entre fascismo y comunismo«. Por eso, recalca «no se puede olvidar que en los dos bandos hubo criminales y santos, o que cuando empezaron las matanzas en Madrid, muchos republicanos como Clara Campoamor, Menéndez Pidal o Juan Ramón Jiménez salieron hacia el exilio. O que, Rafael Alberti (…) escribía en prensa recomendando a quién había que dar el paseillo. Eso es Memoria histórica. Y lo peor de la ley, es que trata de resucitar los peores odios guerracivilistas porque el enfrentamiento renta electoralmente

 

Fueron canciones que se cantaban desfilando: «No más reyes de estirpe extranjera/ Ni más pueblo sin pan que comer/ El trabajo será para todos/ Un derecho más bien que un deber«. O esta otra tosca y gritona: «Viva, viva la revolución/ Que no queremos reyes idiotas que no sepan gobernar/ Lo que queremos e implantaremos/ El Estado Sindical«. Pero no, no eran canciones de las hordas anarcomarxistas de la Segunda República y del

Alfonso Lazo

Frente Popular. Eran las canciones entonadas a mediados de los años 50 del siglo XX por los muchachos uniformados del Frente de Juventudes.

La Falange siempre fue antimonárquica, o más precisamente antiborbónica. Ya José Antonio había explicado cómo la Monarquía, cumplido su destino, se desprendió de la sociedad española igual que la cáscara seca de una almendra. En su imaginario mítico, los cuarteles heráldicos de mayor rango fueron para Falange los Reyes Católicos y «el César Carlos», forjadores de un imperio colosal que los Borbones de «estirpe» francesa arruinaron por completo. Desde Felipe V al rey Alfonso XIII todo era decadencia para el discurso nacionalsindicalista. En 1956, el joven director de una publicación de Falange, que llegada la democracia fue director de El Socialista, escribía sobre la sucesión del Caudillo: FET de las JONS deberá rechazar la salida monárquica e inclinarse hacia una República presidencialista. En efecto, periódicos y revistas de FET, entre 1948 y 1958, rebosaban de ataques a la Monarquía: antes republicanos que el regreso del Borbón; línea ideológica repetida en las clases obligatorias de Formación del Espíritu Nacional. De ahí llegan cosas insospechadas hasta nosotros.

De hecho, una buena parte del fascismo español se alejaba cada vez más de Franco considerándolo poco menos que un traidor. Muertos los regímenes fascistas con el final de la Segunda Guerra Mundial, el dictador no vio otra salida que la restauración monárquica. Pero los jóvenes falangistas no lo aceptaron y dieron comienzo protestas azules muy visibles y escandalosas. Llamativas fueron las expediciones de castigo de las escuadras de Falange al barrio de Salamanca en Madrid para apalear monárquicos partidarios del regreso de don Juan de Borbón. «Rojos», «Comunistas», «Republicanos» gritaban los «juanistas» a sus atacantes, quizás no andaban muy descaminados.

 

JOSEANTONIANOS DEL MUNDO, UNÍOS. Durante el Franquismo, Anguita recibió el Premio Nacional «José Antonio», de La Falange Española y de las JONS

 

Si repasamos las listas (y estudios históricos recogen nombres y apellidos) de diputados, senadores, alcaldes y altos cargos políticos de la izquierda y extrema izquierda en nuestra actual democracia encontraremos un porcentaje notable de antiguos falangistas. Y no se trata de cambios de chaqueta en 1977, sino de un trasvase (1950-1960) desde el falangismo a la clandestinidad antifranquista cuando quedó claro que a la muerte del dictador España sería un reino.

 

Si repasamos las listas (y estudios históricos recogen nombres y apellidos) de diputados, senadores, alcaldes y altos cargos políticos de la izquierda y extrema izquierda en nuestra actual democracia encontraremos un porcentaje notable de antiguos falangistas

 

Un trasvase espectacular sobre todo entre los intelectuales, como el del prestigioso profesor marxista Manuel Sacristán que todavía en 1951 era un muy activo militante de FET. Una senda hacia la democracia y hacia la extrema izquierda: Julio Trenas, Carlos Paris, Haro Teglen, el dramaturgo Alfonso Sastre, el grupo clandestino de falangistas Cinco Rosas que se integró en la ORT, los falangistas de Barcelona que fundaron la Liga Comunista Revolucionaria, el padre Llanos que de capellán del Frente de Juventudes pasó a ingresar en el Partido Comunista sin dejar por ello de ser sacerdote… También, sin duda, hubo gente más moderada: Torrente Ballester, Ignacio Agustí, Berlanga, Aranguren (afiliado a Falange en 1937) y, va de suyo, las grandes figuras bien estudiadas: Laín, Ridruejo, Tovar…

En esos años el régimen de Franco estaba aún en su plenitud, de modo que las organizaciones clandestinas no pasaban de ser grupos escuálidos y el recuerdo de la Segunda República estaba casi extinguido incluso entre los partidos de izquierdas. Ya no existían republicanos. Así, la llegada a la clandestinidad de activos ex falangistas despertó paradójicamente el recuerdo de la República, si bien como idea mitológica sin otro contenido que el antiborbonismo. Luego, consciente o inconscientemente, ese republicanismo anómalo se transmitió a hijos y nietos. Del fascismo a Carlos Marx y del marxismo a la República.

Y eso fue lo ocurrido, diga lo que diga la Memoria Democrática. Aunque muchos en su ignorancia lo desconozcan, los republicanitos de hoy no son los herederos del 14 de abril de 1931, sino hijos y nietos legítimos del más genuino falangismo de hace setenta años.

 

VUELVEN LOS NACIONALCATÓLICOS
«LA ÚNICA IGLESIA QUE ILUMINA ES LA QUE ARDE». Iglesia, Fascismo y Represión

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Ya lo reconoció en 2006, uno de los hombres más ricos del mundo, Warren Buffett, cuando comunicó a un reportero del New York Times: “Es evidente que hay una guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, quien la encabeza, y estamos venciendo”. Cinco años después, en 2011, Buffet reiteró el concepto afirmado “no ya que los ricos estaban venciendo esa guerra de clases, sino que ya la habían vencido”. Y un columnista del Washington Post matizaba: “Si ha habido una guerra de clases en este país, se ha librado desde arriba hacia abajo durante décadas, Y los ricos han ganado”. No es un extremista quien habla de guerra de clases de arriba hacia abajo, sino uno de sus protagonistas. Y la victoria ha sido por goleada, y los vencidos sentimos vergüenza de mencionarla.

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN

 

«Muchos tontos de izquierda combaten un fascismo inexistente y aceptan el mercado» (Diego Fusaro)

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«OVER THE RAINBOW», por Slavoj Žižek

En los Estados Unidos de hoy, los papeles tradicionales de los demócratas y los republicanos casi se han invertido: los republicanos gastan los dineros del Estado generando déficits récord, construyendo de hecho un Estado federal fuerte y desarrollando una política de intervencionismo global, mientras los demócratas defienden una política fiscal rigurosa que, bajo el gobierno Clinton, llegó a abolir el déficit público

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La trampa nunca falla; la ilusión nunca desaparece. Vote para frenar el aborto y reciba una reducción en impuestos sobre plusvalías. Vote para fortalecer de nuevo nuestro país y reciba desindustrialización. Vote para darles una lección a esos profesores universitarios políticamente correctos y reciba liberalización de la electricidad. Vote para que el Estado les deje en paz y reciba concentración y monopolio por todas  partes, desde los medios hasta el embalaje de la carne. Vote para luchar contra los terroristas y reciba la privatización de la Seguridad Social. Vote para asestarle un golpe al elitismo y reciba un orden social en que la riqueza está más concentrada que nunca, en que los trabajadores han sido despojados de su poder y los ejecutivos son recompensados más allá de lo imaginable

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Hay una ideología cuya respuesta a la estructura de poder es hacer al rico aún más rico; cuya solución para la degradación inexorable de la vida de la clase trabajadora es arremeter furiosamente contra los sindicatos y los programas de seguridad en el lugar de trabajo; cuya solución al aumento de la ignorancia en Estados Unidos es quitar las ayudas a la educación pública.

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Así pues, no sólo debemos rechazar el fácil desprecio progresista por los fundamentalistas populistas (o, peor aún, el lamento paternalista por lo manipulados que están), sino que debemos rechazar los términos mismos de la guerra cultural. Aunque, como es lógico, un representante de la izquierda radical debería apoyar, en el contenido concreto de gran parte de las cuestiones en disputa,  la posición progresista (a favor del aborto, contra el racismo y la homofobia), no se debe olvidar que, a largo plazo, es el fundamentalista populista, y no el progre, el que constituye nuestro aliado. Con toda su rabia, los populistas no están lo bastante rabiosos: no son lo bastante radicales para percibir la conexión entre el capitalismo y la decadencia moral que deploran.

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El inquietante y ridículo redneck de Kansas que despotrica furioso contra la corrupción progresista, ¿no es acaso la misma figura en la que el progre se encuentra con la verdad de su propia hipocresía? Así pues, tendremos que ir (por citar la canción más famosa sobre Kansas, Over the rainbow del Mago de Oz) más allá del arco iris, más allá de la coalición arco iris de las luchas sobre cuestiones parciales, la predilecta de los progresistas radicales, y tener el valor de buscar un aliado en aquél que aparece como el enemigo extremo del progresismo tolerante.

 

(Apéndice a «¿QUÉ PASA CON KANSAS?«, de Thomas Frank)

Il manifesto, 7 de octubre de 2004

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PP$OE, la Hidra de cinco cabezas…. de momento

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SANTIAGO ABASCAL YA TIENE SU DIARIO: relanza La Gaceta de la mano de Hermann Tertsch

Por Fernando Cano
El Español, 9 OCT 2020
HERMANN TERTSCH
Periodista. Comenzó su andadura profesional en la empresa familiar que editaba el boletín económico Spanish Economic News Service. De padre austriaco y madre española, en Viena se incorpora a la Agencia Efe, donde comienza su larga andadura por todos los países la Europa Central y Oriental, aun detrás del Telón de Acero bajo unos regímenes comunistas de cuya caída fue testigo directo. En 1985 se incorporó al diario El País, periódico para el que trabajó como corresponsal en Bonn y Varsovia, en la guerra de los Balcanes y todo el este. Entre los años 1993 y 1996 fue subdirector del diario y jefe de la sección de opinión. En 1996 asume una corresponsalía especial para cobertura de acontecimientos y entrevistas por todo el mundo además de mantener una columna de opinión. En 2007 y por discrepancias con la dirección, abandonó definitivamente el medio. Ha colaborado a lo largo de su vida profesional con la mayoría de los medios de comunicación nacionales, radios como televisiones, desde la SER a EsRadio, desde CanalPlus a Telecinco o AntenaTres. Desde 2007 hasta 2019 ha sido columnista en ABC así como enviado especial a grandes acontecimientos internacionales. Por su labor como periodista ha recibido numerosos premios. Ha escrito libros políticos y noveles. Desde abril de 2019 desarrolla su labor como europarlamentario en VOX y como vicepresidente quinto del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y de la Delegación del Parlamento Europeo en la Asamblea Parlamentaria Europea-Latinoamericana.
 

El próximo lunes 12 de octubre, Día de la Hispanidad, se lanzará de La Gaceta de la Iberosfera, el primer proyecto de la nueva Fundación Disenso que preside Santiago Abascal. Rescata el espíritu de la histórica Gaceta de los Negocios -reconvertida a La Gaceta con Intereconomía- para lanzar un diario online (gaceta.es) «que tiene como objetivo convertirse en una referencia periodística en todos los países de habla hispana y portuguesa«.

Estamos ante el primer gran proyecto mediático de Santiago Abascal, líder de VOX, que se une a periodistas y profesionales identificados con ideologías conservadoras. De esta manera, al frente del consejo editorial estará Hermann Tertsch, y la redacción estará liderada por José Antonio Fúster, ex de ABCLa Razón, COPE o el Grupo Intereconomía.

Según ha explicado la propia cabecera, La Gaceta de la Iberosfera «será un diario internacional con información política, análisis, entrevistas y contenidos culturales con una fuerte presencia en redes sociales y con una clara apuesta por nuevos formatos periodísticos«. El medio aspira a ser una voz que haga frente a los enemigos de la libertad a ambos lados del Atlántico.

De hecho, la nueva Gaceta se plantea totalmente en contra de la izquierda en todo el mundo.»Una cabecera con más de 30 años de trayectoria en el periodismo español, comienza así una nueva etapa en la que dará la batalla cultural a la agenda ideológica de izquierdas impulsada por organizaciones como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla«.

Colaboradores

Fundado en 1990 por Lula da Silva y Fidel Castro, el Foro de Sao Paulo ha apoyado y financiado a una larga lista de partidos, líderes y movimientos de extrema izquierda por todos los países de la Iberosfera, incluido España.

Por su parte, el Grupo de Puebla, creado en 2019, cuenta entre sus miembros con nombres como Evo Morales, Rafael Correa, José Luis Rodríguez Zapatero o Irene Montero, entre otros, y desarrolla una intensa actividad política a nivel internacional.

El equipo estará formado por más de 30 personas repartidas por los diferentes países de la Iberosfera. Entre los columnistas habrá nombres como Alfonso Ussía, Enrique García-Máiquez, Amando de Miguel, Itxu Díaz, Vanessa Vallejo, Orlando Avendaño, Fernando Sánchez Dragó, Iván Vélez, Rafael Bardají, Carmen Álvarez Vela, etc.

 

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LA GACETA

de la Iberoesfera

 

La Gaceta de la Iberosfera, también conocido como La Gaceta (anteriormente llamado La Gaceta de los Negocios) es un periódico digital español generalista, aunque centrado especialmente en temática económica y política.

Perteneciente en su fundación a Negocios de Ediciones y Publicaciones S.L., en 2009 la cabecera fue adquirida por el Grupo Intereconomía, que mantuvo su propiedad hasta 2020, cuando pasó a manos de la Fundación Disenso, su actual propietario y que a su vez es el laboratorio de ideas del partido político Vox. Desde su fundación en 1989 el rotativo tuvo edición en papel, hasta diciembre de 2013, cuando continuó su difusión en formato exclusivamente digital.

La publicación fue definida por fuentes especializadas, cuando era propiedad de Intereconomía, como de ideología derechista.

Tras el cierre de la edición en papel en diciembre de 2013, La Gaceta continuó su difusión en formato digital.

Compra de Vox y relanzamiento

El 12 de octubre de 2020, coincidiendo con el Día de la Hispanidad, el partido político Vox hizo oficial su adquisición y relanzamiento bajo el nombre «La Gaceta de la Iberosfera», a través de la Fundación Disenso.

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SedeCalle Antonio Maura 20, planta 1°Derecha, 28014 Madrid
Consejo editorialHermann Tertsch
DirectorAntonio O’Mullony
Fundación1989
FundadorJosé Antonio Martínez Soler
Ideología políticaneoliberalismo, anticomunismo, conservadurismo y nacionalismo español
Postura política: Derecha política
 

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“Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”

Evelyn Beatrice Hall

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MEDIO SIGLO DE UNA AGENDA QUE HA EMPOBRECIDO A OCCIDENTE

Salve al planeta, cancele la «agenda verde»: análisis de un delirio occidental

Por KARINA MARIANI

Manifestantes en la manifestación por el clima para exigir un cambio en el sistema energético, en la Plaza Mayor, a 23 de septiembre de 2022, en Madrid (Fernando Sánchez / EP)

 

«La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos», reza la web de ONU. La plegaria se inscribe en una ingente cantidad de publicidad, actos políticos y movilizaciones que se suceden con motivo del «Día Mundial de la Tierra» celebración que tiene lugar cada 22 de abril desde 1970. Si bien la obsesión por el fin del mundo es más vieja que el mundo mismo, este evento parte de la idea de que estamos ante una catástrofe inminente, y esta moderna versión del mito apocalíptico hunde sus argumentos en el pánico al crecimiento demográfico y económico considerando a ambos insostenibles. Este catastrofismo político ha apretado el acelerador en los últimos años para volverse instrumento banal de una agenda que, a esta altura, es tan criminal como desquiciada.

Fue a comienzos de los irascibles años setenta, en EEUU, cuando se promovió una primera manifestación multitudinaria administrada por congresistas y activistas. En aquel entonces la fuerza del movimiento antinuclear se propagaba conforme se sucedían las tensiones en plena Guerra Fría, los reclamos provenían de esa usina y no del conservacionismo o de la alarma climática. En este marco, millones de estadounidenses se movilizaron urgidos por un muy justificado miedo a la hecatombe ambiental. El evento puede considerarse como el nacimiento del ecologismo moderno que, tanto gobiernos como corporaciones, supieron desvirtuar con sagacidad magistral hacia una demanda que les pareció mucho más fácil de contentar y amoldar. 

El Día de la Tierra de 1970 fue el ingreso de la agenda ecologista a las grandes ligas. La afiliación a las organizaciones ecologistas había aumentado en un par de años más del 50% y se pusieron grandes recursos en movimiento. Nacían en ese entonces Amigos de la Tierra, 1969 o Greenpeace, 1971, por ejemplo. En poco tiempo, la movilización social genuina se convirtió en un movimiento dominado por grandes organizaciones dedicadas a tareas de lobby político y de presión. Este ecologismo originario tuvo una influencia muy importante en la forma en la que la política abordaría la cuestión ambiental, y sin aquella explosión social no se entendería la celebración de la primera Cumbre de Estocolmo, organizada en 1972, que supuso el nacimiento de la política ambiental internacional. 

Es necesario situarse en los vaivenes políticos y sobre todo geopolíticos de los tempranos años 70 para entender que una cumbre, en el marco de aquella gobernanza multilateral, se decantara por un diagnóstico singular: la culpa de la inminente catástrofe se debía al crecimiento económico. El Club de Roma encargó a una académica del MIT un informe publicado en 1972 llamado Los límites del Crecimiento. Este informe se basaba en la simulación del programa World3, que emulaba el crecimiento de la población, el crecimiento económico y el incremento de la huella ecológica en los próximos 100 años, según los datos disponibles hasta la fecha. Las conclusiones del informe sostenían que «en un planeta limitado, las dinámicas de crecimiento exponencial (población y producto per cápita) no son sostenibles». Este informe se convertiría en la referencia fundamental de la Declaración de Estocolmo, redactada en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en junio de 1972.

Con la simulación de World3 comenzaba la larga lista de predicciones fallidas con las que ONU viene asolando a la humanidad. Entre sus múltiples errores, se destaca el de no considerar la capacidad de perfeccionamiento tecnológico y la creatividad de la misma condición humana, motores absolutos del progreso y la evolución. El catastrofismo malthusiano del Club de Roma experimentó un decrecimiento en los años 80 y 90, conforme la propia dinámica ideológica mundial. A la propuesta regresiva se la suavizó con la fórmula del «desarrollo sostenible», surgida del informe Brundtland, que sentaba las bases para la Cumbre de Río 92, bajo el lema de «satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades».

De aquella cumbre surgieron la Convención sobre el Clima, el Convenio sobre Diversidad Biológica, la Comisión para el Desarrollo Sostenible, y una larga lista de «agendas» que no cuestionaban drásticamente el sistema económico, de manera tal que a la izquierda enloquecida de comienzos de este siglo, esto le caía como una cucharada de brea. Rápidamente se abocó a reemplazar el concepto de «desarrollo sostenible». La maquinaria del terror climático se había desatado.

Durante los primeros años de este siglo todas las problemáticas que dan aire a la nueva izquierda se radicalizaron. Tal vez una de las más ambiciosas es la que se aboca al «cambio climático», sintagma tramposo y mal llevado, que se apresta a ser una de las manipulaciones más crueles a las que se haya expuesto a la humanidad. Los hechos son testarudos, pero los ecologistas lo son más, por eso no importan los evidentes fracasos de todos y cada uno de los vaticinios de las últimas décadas muchos de los cuales están sobradamente documentados, no importa que no se hayan producido los desastres medioambientales que prometieron, no importa que sean un fraude palpable, los alarmistas siguen predicando y los creyentes siguen temiendo.

El discurso verde se ha apoderado de cualquier espacio simbólico, y ese aspiracional inefable conocido como «ecosostenible» es ya un dogma. En los últimos años la agenda climática le ha costado a Occidente casi 10.000 dólares per cápita, o sea que, para evitar unas teóricas pérdidas inferiores al 2% del PIB debido a los efectos negativos del cambio climático (y eso suponiendo que le embocaran por primera vez a las previsiones) la humanidad perdería casi el 10% del PIB en políticas públicas preventivas. Un negoción.

Occidente ha retrocedido durante el Siglo XXI, en todo lo referido a la libertad individual con la excusa del «bien común». La famosa Agenda 2030 se inscribe en esa línea y es uno más de los planes, pactos y protocolos que la gobernanza supranacional viene diseñando para autojustificarse desde que se inventaron los organismos multilaterales. Lo realmente curioso es que toda la caja de herramientas propuesta por esta agendita multicolor pertenece a la práctica socialista: ampliación de la carga impositiva, lucha contra la evasión fiscal mediante el hipercontrol de la actividad económica, supresión de la propiedad, expropiaciones, reforma agraria, imposición de prácticas productivas, censura bajo la excusa del «discurso de odio», salarios universales, redistribucionismo, acciones afirmativas, refuerzo de la discriminación identitaria, etc. En este contexto, el plan económico ecologista sólo aboga por la neutralidad de la huella humana sin explicar ni cómo se lograría, ni las eventuales consecuencias de semejante propuesta. 

Esta doctrina ecologista es abiertamente proteccionista, el viejo paradigma de «vivir con lo nuestro» es reemplazado por el absurdo «comercio de cercanía» un plan tan irracional como peligroso, porque supone anular los principios básicos de la cooperación y los mercados libres. En este delirio se inscriben también las prohibiciones, solapadas o no, de movilidad como el ataque al automóvil particular, la decadencia inducida a la aviación comercial, el postureo virtual que condena los viajes, la criminal propuesta de las ciudades de 15 minutos, los pases verdes, etc. En lo que se refiere a la restricción del comercio, la perversión ecologista ha ido muy lejos en los últimos tiempos, promoviendo normas de cumplimiento imposible para los mercados emergentes, con la excusa de la protección del medio ambiente. 

Para imponer semejante nivel de fanatismo contrario a todo contraste empírico, uno de los factores que más ha contribuido ha sido el regreso al animismo y al panteísmo, un fervor religioso propio de siglos pasados. De hecho, el 22 de abril es oficialmente llamado «Día Internacional de la Madre Tierra»… y ni siquiera se ponen colorados con estos títulos. Si consideramos la trascendencia de la Iglesia Católica en la formación de los valores occidentales, no deja de ser llamativo que el Papa que rige la institución sea, según el enviado especial de Estados Unidos para el clima, John Kerry, una autoridad moral en la lucha contra el cambio climático. 

El militante peronista Jorge Bergoglio, desde el 2013 el Papa Francisco, emplea el mismo tono alarmista que el militante socialista António Guterres, secretario General de la ONU desde 2017. Ambos han asegurado que las tragedias sociales son la respuesta de la naturaleza a quienes ignoran la crisis climática. El Papa Francisco profundizaba esto mismo en una entrevista a The Tablet and Commonwealth. Semejante abrazo al panteísmo sienta posturas doctrinales sobre cuestiones científicas, avalando dogmáticamente el alarmismo climático para fines políticos. En su encíclica Laudato si, el «cuidado de la casa común» abona a la misma concepción del «bien común» expresada en los objetivos de la Agenda 2030: Garantizar el acceso a una energía sostenible, lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, promover las modalidades de consumo y producción sostenibles, adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático. Suscribe además la embriagada teoría de los jóvenes de Fridays for Future de que las generaciones futuras están a punto de heredar un mundo en ruinas. En su libro «Nuestra Madre Tierra», el Santo Padre se cuestiona sobre si esta catástrofe ambiental no es en realidad «una oportunidad para retroceder y revisar los modelos económicos».

Esta furiosa agenda ecologista es de decrecimiento y es anticapitalista por añadidura. El crecimiento de la prosperidad y de las condiciones de vida de las que gozamos está ligado a la disponibilidad de energía barata y esto significa combustibles fósiles. Antes de los combustibles fósiles la esperanza de vida era inferior a 30 años y la humanidad era en un 80% pobre. Sacar a miles de millones de pobres de la miseria y lograr que gocen de la vida moderna requiere la energía del gas, del petróleo y del carbón. En consecuencia, imponer un recambio drástico hacia ninguna parte es sumir a la humanidad en una miseria que había dejado en el pasado, por su bien, claro.

Mientras se celebra este nuevo aniversario del Día de la Tierra, la publicación del 13º informe anual «Eye on the Market Energy: Growing Pains: The Renewable Transition in Adolescence» de JP Morgan, sostiene que los pilares de la sociedad son el acero, el cemento, el amoníaco y el plástico; todos fabricados con combustibles fósiles. El mundo depende en un 80% de los combustibles fósiles y esto después de que se invirtieran decenas de billones de dólares de nuestros impuestos en renovables y se enloqueciera a la humanidad con la obsesión verde. «Si se cumplen los objetivos de capacidad y la red se descarboniza aún más, las emisiones de CO2 caerían. Sin embargo, no alcanzarían el ‘santo grial’ de la descarbonización». ¿Quién lo hubiera imaginado?

Actualmente la energía eólica y la solar alcanzaron el 12% de la electricidad necesaria mundial en 2022, según el último informe ‘Global Electricity Review’ elaborado sobre datos correspondientes a 78 países, los cuales representan el 93% de la demanda mundial. El citado informe de JP Morgan indica que la demanda mundial de petróleo no va a disminuir en los próximos 20 años, pero seguramente evolucionará hacia productos más eficientes si no se llena al mundo de obstáculos para su crecimiento. Todo progreso conseguido en materia energética se logró a pesar de la agenda climática y no como consecuencia de ella, y aún cuando se diera por bueno el paradigma climático defendido por ONU, considerando que países como China e India son los principales emisores del globo y que no están dispuestos a sacrificar un ápice de desarrollo para cumplir agendas empobrecedoras, la tiranía verde aplicada a los países que apenas emiten, carece por completo de sentido. Para sorpresa de nadie, quienes promueven la alarma climática procuran disimular estos datos fundamentales. A lo mejor para esto servía hacer del ecologismo un dogma religioso.

Tal vez sea hora de terminar con medio siglo de una «agenda verde» hipócrita, histérica, proteccionista y jactanciosa que ha conseguido empobrecer y esclavizar a Occidente, y sólo ha beneficiado a un enjambre de ONG succionadoras de subsidios, y a las capas y capas de burócratas «especializados». El crecimiento de la población y su búsqueda de prosperidad y bienestar no se van a detener, es momento de hacérselo entender al ecologismo desquiciado.

 

GENERAL MOTORS, la Corporación que envenenó el mundo y destruyó nuestra salud inundándonos de gasolina con plomo y clorofluorocarbonos (CFC’s).

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Los nietos del nihilismo no toleran la frustración

ITXU DÍAZ

 

John Hirschauer se pregunta en The American Conservative por las razones del mal gratuito. Pone como ejemplo algo trivial: cómo la semana pasada en Washington, y sin ningún motivo, dos chavales pasaron en moto a toda velocidad junto a él, le arrebataron el móvil de las manos, y lo lanzaron a la carretera. Sin más. «Cierto tipo de persona culparía a la sociedad o a las enigmáticas fuerzas sociales por el comportamiento de esos niños», señala, «tal vez fueron a escuelas con fondos insuficientes. Tal vez vivan en un desierto alimentario. Tal vez no vean suficientes personajes negros en los programas de televisión». «Tal vez, y este es realmente el punto de este tipo de análisis», subraya, «es culpa mía que estos niños me arrebataran el teléfono de las manos». Se me hace tan familiar el argumento que parece sacado del Consejo de Ministros de Pedro Sánchez.

Aprovecha Hirschauer la anécdota para señalar cómo en Chicago, el pasado fin de semana, cientos adolescentes quisieron tomar el control de la ciudad, rompiendo todo y agrediendo a la policía. «Como era de esperar», relata, «los líderes locales defendieron a los alborotadores». Las excusas de los voceros de la izquierda política fueron las mismas de siempre: no hay que demonizarlos, son jóvenes sin oportunidades, están necesitados y cosas así. Como de costumbre, no se enteran de nada.

«No son niños hambrientos que roban una tienda de comestibles para conseguir pan», aclara Hirschauer, «están causando sufrimiento por causar sufrimiento. Vale la pena preguntarse por qué algunos niños son dados a este comportamiento». «Muchos de ellos no tienen disciplina formal en sus vidas, ni fuentes de autoridad, ni estructura u orden en sus hogares», zanja el autor, antes de añadir que hay personas que viven en el desorden y sienten la necesidad «de crear desorden en la vida de los demás». La conclusión es el dedo en la llaga: «La idea de que la sociedad en general es culpable de que estos niños hayan agredido a extraños, incendiado la propiedad de otras personas y, sí, aplastado un teléfono móvil, es un síntoma de la misma enfermedad».

Quizá piensas que una educación de calidad podría evitar muchos de estos comportamientos. Sería precioso que pudieras tener razón. Jarro de agua fría: ya no tenemos una educación de calidad. Esta semana ha sido noticia un influencer afroamericano que ha escrito un hilo intentando destrozar nada menos que la educación clásica. Que el proyecto le venía grande lo notas ya en los dos primeros tuits, pero aun así el hombre tiene momentos realmente brillantes: «Pero hay una razón más importante por la que la educación clásica es una farsa: todas esas personas son tontas. Todos esos filósofos de Grecia, Roma y Cowboyland estaban equivocados. Creían que el sol giraba alrededor de la tierra. Pensaron que la luna era una estrella. No sabían nada». Muero de risa. Brillante, colosal. Siempre hay algo mágico en el placer de descubrir a un gilipollas en cautividad.

El afro-tuitero, detrás de su extenso hilo, tanto que más bien es bobina, al final solo quería decir esto, que reserva para el momento del climax: «[La educación clásica] enseña a los estudiantes a aprender como aprenden los blancos que ya han sido considerados inteligentes porque saben cosas de blancos». Cada día es más difícil distinguir entre las cuentas parodia y los que fuman cosas raras antes de sentarse a tuitear.

Mark Hemingway, desde hoy San Mark, se ocupa con paciencia de este hombre en un artículo en The Federalist con vocación de enmienda a la totalidad. «Si bien, obviamente, existen diferencias culturales que pueden afectar el entorno de aprendizaje de uno, yo, junto con la gran mayoría de las personas normales, no creo que el conocimiento básico y la forma en que se aprende sea relativo al color de la piel», razona, «sin embargo, los educadores de todo el mundo creen cada vez más en lo que dice Harriot». Esa es la terrible realidad. Pone entonces un ejemplo: relata el caso de un currículo de Matemáticas propuesto en California que asegura que centrarse en que los estudiantes obtengan la respuesta correcta, pedirles que enseñen sus deberes, y calificarlos por su capacidad para resolver los problemas es «una cultura de supremacía blanca». En España las Matemáticas son machistas, en Estados Unidos las Matemáticas son racistas. La izquierda está mucho más loca hoy que cuando se pasaba el día compartiendo novia, marihuana, LSD, y carteles de «Give Peace a Chance» en las comunas setenteras.

Otro ejemplo del autor de The Federalist: tras presiones de Black Lives Matter, la jefa del departamento de Lengua Inglesa en la universidad de Rutgers propuso acabar con la enseñanza de la gramática tradicional y sustituirla por «gramática crítica» para «no poner en desventaja a los estudiantes de entornos académicos de inglés multilingües y no estándar». La muchacha, la jefa, se llama Rebecca Walkowitz, y se cargó en un mail 500 años de gramática inglesa, así, en una mañana tonta y aburrida.

«En la medida en que tengamos que introducir la raza en cualquiera de estos debates», concluye Hemingway, «¿hay algo que sea más producto de la cultura blanca enloquecida que esta obtusa académica?». No lo hay. Y yo no trato de disculpar a los macarras que rompieron el móvil a Hirschauer. Pero esas generaciones de estudiantes no pueden salir cuerdos cuando sus maestros están como malditas cabras.

 

LA FÁBRICA DE NIÑES: Conductismo y Condicionamiento Operante.

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España, capital Paronia

Por Hughes, 28 DE ABRIL DE 2023

 

Sería interesante superponer dos gráficos de gran actualidad. Por un lado, las temperaturas en España; por otro, los hogares con más miembros de la familia en paro. A más calor, más rojo, hasta alcanzar las tonalidades marrón oscuro de la sangre coagulada: ¡el infierno climático!; a más parados en la familia, un rojo más intenso, hasta alcanzar el pleno: todos los miembros de un hogar en paro.

Dado el mutismo de los voceros, se podría pensar que esto lo sufre una minoría, pero los malos datos de empleo del primer trimestre iban acompañados ayer de otros subdatos temibles: el 30% de paro juvenil y más de un millón de hogares con todos sus miembros parados. Es un dato tan terrible que mientras lo escribo aún pienso que es un error, que debe de ser un error, pero según la EPA son más de tres millones de parados en total, así que por supuesto es posible. Hay más parados que vascos en España. Muchos más. Pero ¿a alguien le importa su identidad y sensibilidad o el encaje estatutario de estas personas? Los parados españoles son, más o menos, los habitantes que tiene Madrid. Si los parados se fueran todos a Colón, estarían solo a cien mil habitantes, luchando por la capitalidad.

No son urbe los parados, pero sí agrupación humana. ¿Podríamos hablar de Paronia, de Parolandia, de Villaparo o de Parópolis? La verdadera capital de España no debería ser el Madrid cosmopolita y federal sino esa ciudad invisible que junta a tres millones de españoles. Eso sí es una identidad: ser parado. ¿No podría ser el paro, al menos, los parados unidos, la Comunidad Autónoma número 18?

Mucho insistir con la liquidez de los tiempos y con lo trans, pero de parado no se sale. Y aunque están distantes entre sí, no puede negarse la nota territorial. Los hogares con muchos parados se concentran en el sur de España. En el sur de España se acumulan también los hogares con años de paro. El sur sabemos lo que es: Andalucía y las Canarias.

Y ahora nos vamos al mapa del calor, que se corresponde, además, con el gran problema de las sequías y la producción agrícola. España tiene un problema territorial que el Régimen Otra-de-bravas oculta constantemente: el sur envió su población a las regiones ricas a ser desespañolizada; no puede competir en igualdad de condiciones por el empleo público, el único que hay; mantiene su atraso económico y a esto le añade la sequía, sin recibir una gota de agua del norte húmedo. Aquí se acude al argumento autoritario del cambio climático, pero mucho antes habría que hablar del problema de la desigualdad básica territorial española, que es tan básica que afecta al agua y al pan (trabajo). Este sur olvidado es también porosa Frontera Sur, y ha de sufrir en silencio los problemas de la gestión vecinal eurosumisa y NATOvasalla. El sur africano le roba el ser-sur y el norte español le niega el agua y además se le imponen dos narrativas, la climática y la migratoria, que añadir al latente supremacismo del 78 y su Constitución.

Veremos esto mucho. Sobre las consecuencias ya patentes de varias generaciones de saqueadores partitocráticos, no llega una reparación, ni una revolución, sino el globalismo en bloque. A decir «¡chitón!».

 

En esta respuesta coordinada de propaganda y censura, podemos ver claramente las manos de la Trusted News Initiative liderada por la BBC , la élite tecnológica científica , los fondos de inversión transnacionales y sus aliados del Foro Económico Mundial (que controlan Pfizer y la mayoría de las grandes farmacéuticas), el legado. Los medios de comunicación y las grandes tecnologías (y muchos gobiernos nacionales) actúan en tiempo real para suprimir la creciente conciencia del público en general de haber sido manipulados activamente utilizando herramientas de psicología de masas para generar miedo y ansiedad clínicamente significativos de COVID-19 (también conocido como ‘ coronafobia ‘)  para avanzar en sus agendas a escala global. “La operación psicológica es real. La historia demuestra que los verificadores de hechos están completamente equivocados”, dijo el psicoanalista y autor Dr. Bruce Scott a Church Militant. “Los departamentos académicos de psicología han estado estudiando durante años los procesos grupales (en términos de altruismo/sacrificio), así como los métodos de psicología de la salud (lavado de manos, vacilación ante las vacunas, etc.)”. (Dr. Malone).

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La manipulación de las elecciones por Google y el extraño caso de Robert Epstein

Por JAVIER BILBAO

Gaceta, 23 ABRIL 2023

 

Una de las mayores perplejidades que afronta cualquiera que siga con cierto interés la actualidad está en la naturaleza volátil de aquello que se etiqueta en los medios como «conspiranoia» o «bulo». Lo que ayer era una teoría de la conspiración que compartía escenario con el Yeti y los ovnis nazis con base lunar, hoy pasa a redimirse como hecho cierto, pacientemente explicado por los mismos periodistas y opinadores sensatísimos que antes lo desdeñaban como el mayor disparate. Como las palabras se definen por su uso, podríamos decir que el adjetivo «terraplanista» debería tener en el diccionario como primera acepción «toda aquella posición políticamente inconveniente». Hemos visto unos cuantos ejemplos en diversos ámbitos y en un espacio de tiempo sorprendentemente breve, siendo el más reciente esta misma semana con la constatación por Elon Musk en una entrevista con Tucker Carlson de todo lo que llevaba desgranando desde que adquirió la compañía: la ya innegable censura política y el férreo control por parte de agencias de inteligencia gubernamentales a los que esta red ha estado sometida desde sus inicios (y seguirá estándolo, cabe temer). Toca ya quitarse el gorrito de plata. Unos meses atrás Zuckerberg confesaba también que Facebook censuró durante la campaña electoral de 2020, a petición del FBI, informaciones comprometedoras sobre Hunter Biden que solo eran teorías de la conspiración y fake news… y luego resultaron ser ciertas. 

Con tales antecedentes, habría que tentarse mucho la ropa antes de menospreciar los estudios que viene publicando el investigador Robert Epstein en torno a la manipulación a la que está sometiendo a sus usuarios otro gigante tecnológico, Google, y la definición que da de esta compañía: «La mayor máquina de control mental jamás inventada». No es paranoia cuando te persiguen, como suele decirse, ni cuando realmente un poder de escala global intenta controlar lo que piensas. Veamos cómo. 

Empecemos presentando al protagonista. Fascinado por la informática desde su adolescencia y después por la psicología conductista de Skinner, se doctoró en psicología en 1981 por la Universidad de Harvard y allí ocupó un puesto como investigador y profesor, así como en otras etapas de su vida en las universidades de Boston, California y San Diego. En las décadas posteriores desarrolló una carrera científica con gran reconocimiento por sus pares que le llevó a publicar más de 350 artículos científicos, escribir 15 libros y colaborar en medios como The New York Times y The Washington Post, entre otros. Estaba plenamente integrado en el sistema y se reconocía —inevitablemente dadas sus circunstancias— como progresista de izquierdas afín al Partido Demócrata. Hasta que en 2012 leyó un estudio que le causó una gran curiosidad y terminaría alterando dramáticamente su vida. 

Fue un experimento firmado por el jefe del departamento de ciencia de los datos de Facebook, publicado en la revista Nature, en el que se afirmaba que en las elecciones al Congreso de 2010 esta red social, al introducir un mensaje recordando a sus usuarios que debían ir a votar, había logrado incrementar la participación en 340.000 personas. Este estudio, realizado y anunciado a los cuatro vientos por la propia compañía, tenía bastante de autobombo (¡mirad cómo contribuimos al bien común!) pero también un trasfondo inquietante a poco que uno empezara a hacerse preguntas. Ese fue el caso de Epstein. Tradicionalmente un anuncio, bien fuera en televisión, prensa o una valla en la calle, resultaba visible por igual para todos, pero internet permite segmentar el público objetivo e individualizar las impresiones… ¿qué ocurriría entonces si Facebook, a la vista de que puede influir en la participación electoral, decidiera hacerlo solo en los votantes de un partido? 

Se podría responder con cierta ingenuidad que el sufragio es secreto y que la red no podría discernir quién vota a quién. Lo sabe. Sus algoritmos precisamente buscan elaborar perfiles de los usuarios para dirigir a ellos la publicidad con mayor efectividad. De manera que, a partir de los datos biográficos de cada uno de ellos, las noticias y medios que comparta en su cuenta, las personas y entidades que siga, así como las palabras que utilice en sus mensajes, permite todo ello en conjunto trazar con bastante exactitud la tendencia ideológica de cada usuario. 

Tales preocupaciones comenzaron a dar vueltas en la cabeza de Epstein y ese mismo año cofundó el Instituto Americano para el Estudio del Comportamiento y la Tecnología (AIBRT) desde donde dirigiría sus posteriores investigaciones. Poco después, en 2013, un estudio suyo de doble ciego del que se hizo eco el Washington Post demostró que alterando los resultados ofrecidos por un buscador de internet se podía condicionar las preferencias electorales de los sujetos por un candidato de un 50% inicial a un 67% (siendo estadounidenses se les presentaron políticos australianos, para minimizar sus sesgos previos). Además, esto es crucial, sin que tres cuartas partes de ellos fueran conscientes de haber sido manipulados. 

Ya en 2015, el Fiscal General de Mississippi se puso en contacto con Epstein ante la sospecha de que Google pudiera robarle las elecciones —allí ese es un cargo electo—manipulando las búsquedas sobre él, dado que llevaba tiempo inmerso en una batalla legal contra dicha compañía y temía que quisieran quitárselo de en medio. Eso le inspiró un nuevo enfoque a su investigación: ya no recrearía un buscador en condiciones de laboratorio, sino que monitorizaría los realmente existentes siguiendo un sistema del estilo de Nielsen por el que se miden las audiencias televisivas. Tendría ocasión de ponerlo en práctica en las siguientes elecciones, unas en las que habría mucha tela que cortar pues enfrentarían nada menos que a Donald Trump y Hillary Clinton

¿Sería capaz una compañía que tenía por lema «Don´t be evil» de atreverse a semejante cosa? Dependía, claro, de qué fuera evil para ellos, y a la vista de sus donaciones parecían tenerlo bastante claro. Las de la propia compañía, dueños y directivos van única y exclusivamente al Partido Demócrata y a sus candidatos como puede verse aquí. Las donaciones particulares de sus empleados están un poco más repartidas, pues se destinan en un 96% a los demócratas

Epstein en cualquier caso necesitaba datos contrastados más allá de conjeturas y para ello reclutó un equipo de 95 agentes de campo en 24 Estados. Grabaron los resultados de 13.000 búsquedas y encontraron un contenido muy sesgado a favor de Hillary en Google… ¡pero no en Bing y en Yahoo! Este es un dato fundamental porque demostraba que el buscador no se limitaba a reflejar la realidad, sino que la filtraba a través de unos sesgos de los que el electorado no es consciente. La gente confía en lo que el buscador les muestre porque cree que el algoritmo son matemáticas, pura ciencia y objetividad, pero la realidad es que está programado por personas con sus ideales, manías e intereses.

 

 

El sesgo, por cierto, no estaba solo en la lista de enlaces proporcionados, también en las sugerencias de autocompletado de la caja de búsqueda. Para «Hillary» solo añadían «está ganando» y «es asombrosa». A su rival en cambio se le añadía «es Hitler». Trump, días antes de las elecciones, se hizo eco de ello y El País recogió sus declaraciones con el siguiente titular: «Donald Trump defiende la teoría conspirativa de que Google está en su contra»Según las estimaciones de Epstein a partir de estudios previos, esta manipulación pudo haber inclinado el voto de entre 2,6 millones y 10,4 millones de votantes. No fue suficiente. Trump se declaró victorioso, aunque, tal como veremos, la batalla no había hecho más que comenzar. Tres días después Ruth Porat, directora de la Oficina Financiera de Google comunicó a sus empleados que debían perseverar: «Nuestros valores son fuertes. Lucharemos para protegerlos, y usaremos nuestra gran fuerza, recursos y el alcance que tenemos para continuar impulsando unos valores realmente importantes». 

¿Y cuáles son esos valores, más allá de una clara preferencia en el voto? Este vídeo interno de aquel año filtrado al público especulaba en torno a cierta pretensión mesiánica transhumanista de reinventar la humanidad: «Nuestra habilidad de interpretar datos de usuarios, combinada con el crecimiento exponencial de objetos equipados con sensores, resultará en un registro cada vez más detallado de quienes somos como personas. A medida que estos canales de información son combinados, los efectos se multiplican y nuevas predicciones serán posibles». En resumen: vigilancia ubicua y constante. 

Al fin y al cabo, como recuerda este artículo,el origen de Google hace casi tres décadas estuvo en la estrecha colaboración entre las agencias de inteligencia y Silicon Valley para rastrear a los ciudadanos por el ciberespacio. La compañía no ha dejado de expandirse desde entonces en todos los ámbitos en los que pueda recabar más información personal sobre cada usuario: desde las cuentas de correo (Gmail), las estadísticas de visitas de páginas web (Analytics), la navegación por internet (Chrome), los documentos en nube (Google Docs), el seguimiento geográfico de los usuarios (Google Maps), la monitorización de sus datos fisiológicos (Fitbit), el análisis de su ADN (23 and Me), la vigilancia con cámaras y micrófonos de sus hogares (Nest Secure) y toda clase de contenidos en vídeo que podamos ver y escuchar (YouTube). La lista sigue hasta un total de 200 sistemas de acceso a diferentes tipos de información para una compañía cuyo valor de mercado supera ya el PIB de España.  

Pero volvamos con nuestro protagonista. Dada la resonancia que habían alcanzado sus investigaciones logró recaudar fondos para repetir su estudio a una mayor escala. Para las elecciones de 2018 al Congreso ascendieron de aquellas 13.000 a un total de 47.000 búsquedas recopiladas, y en las elecciones Presidenciales de 2020 de los 95 agentes de campo distribuidos por el país de 2016 pasaron a reclutar 1735 ayudantes, distribuidos especialmente en los Estados indecisos. Pudieron replicar los resultados, encontrando de nuevo un sesgo intencionado en Google que no existía en los otros dos buscadores de referencia. Pero, además, tal como detalla en esta conferencia, detectó algo muy curioso: la página principal de Google solo mostraba el recordatorio de ir a votar a los votantes del Partido Demócrata. Aquella especulación inquietante a partir del estudio de Facebook en 2012… ¡ahora resultaba ser una realidad! Para rematar la faena, en 2018 una filtración al Wall Street Journalde correos internos de los empleados mostraban discusiones acerca de cómo podían influir mediante el buscador en la percepción ciudadana de las políticas de Trump en relación a la inmigración. La compañía se justificó diciendo que era solo una discusión teórica y que no llegaron a aplicar ninguna medida. 

La situación era preocupante, pero darle una respuesta política se antojaba complicado. Para el Partido Demócrata ir contra un donante suyo tan generoso que además les ayudaba a ganar elecciones no era precisamente una prioridad. Al otro lado, los republicanos se oponían por principio a la intervención estatal en las decisiones empresariales. Una tormenta perfecta. Pese a todo, Robert Epstein fue llamado a declarar en una audiencia del Senado de los Estados Unidos.  

 

 

En el vídeo sobre estas líneas podemos verlo siendo interrogado a partir del minuto 5:32 por el senador Ted Cruz (algunos lectores quizá lo recuerden por ser uno de los rivales de Trump en las Primarias previas a 2016). Ahí expuso sus datos recopilados sobre la manipulación electoral que ejercía esta corporación no solo en su país, pues según sus cálculos, desde 2015 Google ha tenido influencia en torno al 25% de las elecciones que se han celebrado en todo el mundo. Dada la gravedad de sus acusaciones Epstein estaba poniéndose en el ojo del huracán, atacando a una compañía de un enorme poder y entrando en primera línea en la batalla política de un país extremadamente dividido, donde había muchísimos intereses en juego en que ganaran unos u otros las elecciones. Ahí se juega duro, no hay lugar para caballerosidad y el fair play. De manera que, muy poco tiempo después de esa audiencia, en una reunión con los Fiscales Generales de cada Estado de nuevo para abordar los resultados de sus investigaciones, uno de ellos le confesó en privado lo siguiente: «Dr. Epstein, odio decirte esto, pero creo que vas a morir en un accidente en los próximos meses». Había molestado a gente con mucho poder y eso le iba a costar caro, le advirtió. Medio en broma, medio en serio, unos días después publicó el siguiente tuit queriendo dejar claro que no tenía intención alguna de suicidarse, a diferencia de aquel conocido empresario con quien compartía apellido que al parecer decidió ahorcarse en su celda, curiosamente poco antes de delatar ante el juez los nombres de personalidades de la élite política y económica que habían participado en su red de prostitución de menores.  

 

 

Hace unos años también causó revuelo el caso del periodista Michael Hastings, que después de un reportaje muy controvertido —causó la dimisión de un general destinado en Afganistán— terminó muriendo en un accidente de tráfico en el que por lo visto el coche ya estaba en llamas antes de estrellarse. Pero Robert Epstein tuvo suerte y nadie lo accidentó ni lo suicidó. Quien no la tuvo fue su mujer, que 3 meses después de aquella advertencia perdió el control de su coche en la carretera y se estrelló contra un camión, muriendo en el hospital unos días después. 

Epstein habló con un testigo del accidente y por su testimonio deduce que los frenos del coche fallaron. Pero, dice, el coche siniestrado nunca fue sometido a un análisis forense y desapareció. Se lo llevaron a México aunque él fuera el propietario y no pudo hacer nada para impedirlo. Desde entonces en cada entrevista y en cada conferencia ha afirmado con rotundidad que está convencido de que el vehículo que conducía su mujer fue saboteado porque a quien querían matar era a él. ¿Es una sospecha bien fundada o una racionalización de una horrible tragedia a la que intenta dotar de algún sentido? No lo sabemos. Los accidentes ocurren, como también pasa a veces que lo que empieza siendo ridiculizado como una teoría de la conspiración finalmente resulta ser cierto. Sea como fuere, Epstein sigue trabajando y alertando en torno a la amenaza que las grandes empresas tecnológicas suponen para la democracia y para la privacidad de cada ciudadano

GUERRAS HÍBRIDAS (VI): EXTENSIÓN DE LA GUERRA HÍBRIDA AL CONTROL SOCIAL GLOBAL: GOOGLE (la Desinformación global)

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GUERRAS HÍBRIDAS

Hemos abordado ya, gracias a las documentadas investigaciones de Alan Macleod y MintPress News. la infiltración de los Servicios de Inteligencia y espionaje Occidentales, más intensa en cuanto a los países anglosajones, relativa a las Redes Sociales de mayor implantación a nivel mundial, Facebook Twitter, además de Google y los llamados «Verificadores de Hechos«, que en realidad son instrumentos -políticos- para el establecimiento de la CENSURA global en una «Zona Gris» que, cabalgando a lomos de la Desinformación (cuya peligrosidad nos fue seriamente advertida, ya hace años, por el profesor Chossudovsky), hoy ya aspira a abarcar el Mundo.
 
«Zona Gris«, generada por la «Guerra Híbrida» en la que, sin ser plenamente conscientes de ello (pese a que representa el fin del Estado de Derecho, de la Democracia y, desde luego, de cualesquiera Derechos Sociales, que dejarán de ser Derechos, y pasarán -volverán- al ámbito de la Caridad), hace tiempo que estamos inmersos. 
 
Finalizamos esa serie de artículos con la entrada dedicada a la Red Social TIKTOK, infiltrada al mismo nivel -y por los mismos Servicios Secretos Occidentales- que las anteriormente analizadas.
 
No debemos pensar solo en los Estados del llamado Occidente. El fenómeno es verdaderamente global. Todos los Estados se ven obligados a crear -y usar- sus propias Armas Híbridas; de otra manera, quedarían desprotegidos ante la amenaza híbrida, esta nueva y perversa forma de Guerra. Que parece ocurrir entre Estados, pero que, en realidad, se libra siempre contra los ciudadanos (no suele llegar a afectar gravemente a los ejércitos convencionales, caso en el que la escalada no sería ya Guerra Híbrida, sino Guerra Convencional; incluso Guerra Atómica).
 
 

 

 


1 Comment

  1. Federalismo cacique
    Por Hugues, 30 DE ABRIL DE 2023

    La deriva autonómica hace pensar a veces en el cantonalismo de la Primera República. Queda así reducida al absurdo y en parte se le quita importancia, como si el proceso fuera acabar en humorada sin consecuencias. Otras veces, menos, el autonomismo del 78 hace pensar en el caciquismo de la Restauración. Hay un turnismo evidente, PP-PSOE, pero además un consenso más allá del turnismo que engloba a los poderes regionales, auténticos cacicatos en un sistema conjunto de mantenimiento de redes clientelares con dinero público. Un caciquismo distinto: legal, presupuestado, publicado en el BOE.

    Este nuevo caciquismo ya no tiene enfrente a tonantes regeneracionistas como Joaquín Costa, sino a muy pocas personas, aisladas y digitalizadas. Entre ellas Javier Torrox, periodista y español demócrata real, y por demócrata nacionalista. Digámoslo así: nacionalista. No como inflamación de la glándula patriótica, que a Torrox no se le ven casticismos de tertuliano, sino como preocupación por la nación como concepto político.

    Torrox acaba de publicar un luminoso libro titulado ‘Federalismo cacique’ en el que denuncia la evolución del régimen del 78 hacia el federalismo. Un movimiento a la vez clamoroso y subrepticio, que se ve y no se ve, y que no deja de avanzar impulsado por la Constitución. Todos (salvo Vox) llevan el pin 2030, pero esta otra agenda nuestra, española, más modesta, no la olvidan y se va implantando a oscuras.

    Torrox ha hecho algo heroico. A costa de su salud, se ha zambullido en décadas de documentación programática del PSOE para descubrir que «lo que recibe la denominación informal del Estado de las Autonomías» es la realización de facto del programa federal del PSOE de 1976: «El PSOE propugna la instauración de una República Federal de trabajadores integrada por todos los pueblos del Estado español». Tres años después, el partido se ratificaba en un Congreso extraordinario; en 1982, consideraba el autonomismo como una fase previa «en un proceso histórico cuyo desenlace lógico y político puede y debe ser el Estado Federal».

    Federalismo viene de foedus, pacto, y sirve para unir lo desunido, como las colonias norteamericanas libres de la corona inglesa. ¿Para qué sirve un foedus en lo que ya está unido? Para un nuevo pacto sobre el ya gastado del consenso. ¡Torrox tiene la etimología de cara!

    En los 80, el PSOE toma el poder y de las Autonomías ya habla de otra forma: son un nuevo orden administrativo y financiero (un momio) que hay que «construir». Durante tres décadas, el PSOE solo hará alusiones veladas al federalismo hasta que pierde las elecciones en 2011. Tras unos meses en que acusa el golpe, aparece la Declaración de Granada (2013), hacia una estructura federal del Estado, y después, con el PSC, la Declaración de Barcelona (2017), «por el catalanismo y la España federal».

    Un poco antes de esas dos declaraciones, y se suele olvidar, el silencio ‘federal’ de 30 años del PSOE se había roto con un primer informe «Por una reforma federal del Estado autonómico» (2011). El trabajo se realizó por impulso e iniciativa de José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía, y una de las autoras era María Luisa Balaguer, ahora magistrada del Tribunal Constitucional.

    Torrox recela de tanta coincidencia. El PSOE es vanguardia federalista y el modo de reforma no será el proceso constituyente, sino la mutación constitucional, mediante la sumisión del Tribunal Constitucional y del legislativo al poder ejecutivo.

    La España del 78 es un «ciclo cacique» en tres fases: autonomista, nacionalista y separatista. La federalización será la destrucción de la nación política y la definitiva sumisión española al Estado, al servicio de los caciques regionales dentro, de las potencias extranjeras fuera. Torrox, gran español y voz en el desierto, nos avisa. Ojalá honores y premios para él.

    https://gaceta.es/opinion/federalismo-cacique-20230430-0828/

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