LA SEGUNDA TRANSICIÓN: SALEN LOS FALANGISTAS, ENTRAN LOS NACIONAL-CATÓLICOS
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REPUBLICANITOS
Los republicanitos de hoy no son los herederos del 14 de abril de 1931, sino hijos y nietos legítimos del más genuino falangismo de hace setenta años
Fueron canciones que se cantaban desfilando: «No más reyes de estirpe extranjera/ Ni más pueblo sin pan que comer/ El trabajo será para todos/ Un derecho más bien que un deber«. O esta otra tosca y gritona: «Viva, viva la revolución/ Que no queremos reyes idiotas que no sepan gobernar/ Lo que queremos e implantaremos/ El Estado Sindical«. Pero no, no eran canciones de las hordas anarcomarxistas de la Segunda República y del
Frente Popular. Eran las canciones entonadas a mediados de los años 50 del siglo XX por los muchachos uniformados del Frente de Juventudes.
La Falange siempre fue antimonárquica, o más precisamente antiborbónica. Ya José Antonio había explicado cómo la Monarquía, cumplido su destino, se desprendió de la sociedad española igual que la cáscara seca de una almendra. En su imaginario mítico, los cuarteles heráldicos de mayor rango fueron para Falange los Reyes Católicos y «el César Carlos», forjadores de un imperio colosal que los Borbones de «estirpe» francesa arruinaron por completo. Desde Felipe V al rey Alfonso XIII todo era decadencia para el discurso nacionalsindicalista. En 1956, el joven director de una publicación de Falange, que llegada la democracia fue director de El Socialista, escribía sobre la sucesión del Caudillo: FET de las JONS deberá rechazar la salida monárquica e inclinarse hacia una República presidencialista. En efecto, periódicos y revistas de FET, entre 1948 y 1958, rebosaban de ataques a la Monarquía: antes republicanos que el regreso del Borbón; línea ideológica repetida en las clases obligatorias de Formación del Espíritu Nacional. De ahí llegan cosas insospechadas hasta nosotros.
De hecho, una buena parte del fascismo español se alejaba cada vez más de Franco considerándolo poco menos que un traidor. Muertos los regímenes fascistas con el final de la Segunda Guerra Mundial, el dictador no vio otra salida que la restauración monárquica. Pero los jóvenes falangistas no lo aceptaron y dieron comienzo protestas azules muy visibles y escandalosas. Llamativas fueron las expediciones de castigo de las escuadras de Falange al barrio de Salamanca en Madrid para apalear monárquicos partidarios del regreso de don Juan de Borbón. «Rojos», «Comunistas», «Republicanos» gritaban los «juanistas» a sus atacantes, quizás no andaban muy descaminados.
Si repasamos las listas (y estudios históricos recogen nombres y apellidos) de diputados, senadores, alcaldes y altos cargos políticos de la izquierda y extrema izquierda en nuestra actual democracia encontraremos un porcentaje notable de antiguos falangistas. Y no se trata de cambios de chaqueta en 1977, sino de un trasvase (1950-1960) desde el falangismo a la clandestinidad antifranquista cuando quedó claro que a la muerte del dictador España sería un reino.
Si repasamos las listas (y estudios históricos recogen nombres y apellidos) de diputados, senadores, alcaldes y altos cargos políticos de la izquierda y extrema izquierda en nuestra actual democracia encontraremos un porcentaje notable de antiguos falangistas
Un trasvase espectacular sobre todo entre los intelectuales, como el del prestigioso profesor marxista Manuel Sacristán que todavía en 1951 era un muy activo militante de FET. Una senda hacia la democracia y hacia la extrema izquierda: Julio Trenas, Carlos Paris, Haro Teglen, el dramaturgo Alfonso Sastre, el grupo clandestino de falangistas Cinco Rosas que se integró en la ORT, los falangistas de Barcelona que fundaron la Liga Comunista Revolucionaria, el padre Llanos que de capellán del Frente de Juventudes pasó a ingresar en el Partido Comunista sin dejar por ello de ser sacerdote… También, sin duda, hubo gente más moderada: Torrente Ballester, Ignacio Agustí, Berlanga, Aranguren (afiliado a Falange en 1937) y, va de suyo, las grandes figuras bien estudiadas: Laín, Ridruejo, Tovar…
En esos años el régimen de Franco estaba aún en su plenitud, de modo que las organizaciones clandestinas no pasaban de ser grupos escuálidos y el recuerdo de la Segunda República estaba casi extinguido incluso entre los partidos de izquierdas. Ya no existían republicanos. Así, la llegada a la clandestinidad de activos ex falangistas despertó paradójicamente el recuerdo de la República, si bien como idea mitológica sin otro contenido que el antiborbonismo. Luego, consciente o inconscientemente, ese republicanismo anómalo se transmitió a hijos y nietos. Del fascismo a Carlos Marx y del marxismo a la República.
Y eso fue lo ocurrido, diga lo que diga la Memoria Democrática. Aunque muchos en su ignorancia lo desconozcan, los republicanitos de hoy no son los herederos del 14 de abril de 1931, sino hijos y nietos legítimos del más genuino falangismo de hace setenta años.
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Ya lo reconoció en 2006, uno de los hombres más ricos del mundo, Warren Buffett, cuando comunicó a un reportero del New York Times: “Es evidente que hay una guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, quien la encabeza, y estamos venciendo”. Cinco años después, en 2011, Buffet reiteró el concepto afirmado “no ya que los ricos estaban venciendo esa guerra de clases, sino que ya la habían vencido”. Y un columnista del Washington Post matizaba: “Si ha habido una guerra de clases en este país, se ha librado desde arriba hacia abajo durante décadas, Y los ricos han ganado”. No es un extremista quien habla de guerra de clases de arriba hacia abajo, sino uno de sus protagonistas. Y la victoria ha sido por goleada, y los vencidos sentimos vergüenza de mencionarla.
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«OVER THE RAINBOW», por Slavoj Žižek
En los Estados Unidos de hoy, los papeles tradicionales de los demócratas y los republicanos casi se han invertido: los republicanos gastan los dineros del Estado generando déficits récord, construyendo de hecho un Estado federal fuerte y desarrollando una política de intervencionismo global, mientras los demócratas defienden una política fiscal rigurosa que, bajo el gobierno Clinton, llegó a abolir el déficit público
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La trampa nunca falla; la ilusión nunca desaparece. Vote para frenar el aborto y reciba una reducción en impuestos sobre plusvalías. Vote para fortalecer de nuevo nuestro país y reciba desindustrialización. Vote para darles una lección a esos profesores universitarios políticamente correctos y reciba liberalización de la electricidad. Vote para que el Estado les deje en paz y reciba concentración y monopolio por todas partes, desde los medios hasta el embalaje de la carne. Vote para luchar contra los terroristas y reciba la privatización de la Seguridad Social. Vote para asestarle un golpe al elitismo y reciba un orden social en que la riqueza está más concentrada que nunca, en que los trabajadores han sido despojados de su poder y los ejecutivos son recompensados más allá de lo imaginable
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Hay una ideología cuya respuesta a la estructura de poder es hacer al rico aún más rico; cuya solución para la degradación inexorable de la vida de la clase trabajadora es arremeter furiosamente contra los sindicatos y los programas de seguridad en el lugar de trabajo; cuya solución al aumento de la ignorancia en Estados Unidos es quitar las ayudas a la educación pública.
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Así pues, no sólo debemos rechazar el fácil desprecio progresista por los fundamentalistas populistas (o, peor aún, el lamento paternalista por lo manipulados que están), sino que debemos rechazar los términos mismos de la guerra cultural. Aunque, como es lógico, un representante de la izquierda radical debería apoyar, en el contenido concreto de gran parte de las cuestiones en disputa, la posición progresista (a favor del aborto, contra el racismo y la homofobia), no se debe olvidar que, a largo plazo, es el fundamentalista populista, y no el progre, el que constituye nuestro aliado. Con toda su rabia, los populistas no están lo bastante rabiosos: no son lo bastante radicales para percibir la conexión entre el capitalismo y la decadencia moral que deploran.
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El inquietante y ridículo redneck de Kansas que despotrica furioso contra la corrupción progresista, ¿no es acaso la misma figura en la que el progre se encuentra con la verdad de su propia hipocresía? Así pues, tendremos que ir (por citar la canción más famosa sobre Kansas, Over the rainbow del Mago de Oz) más allá del arco iris, más allá de la coalición arco iris de las luchas sobre cuestiones parciales, la predilecta de los progresistas radicales, y tener el valor de buscar un aliado en aquél que aparece como el enemigo extremo del progresismo tolerante.
(Apéndice a «¿QUÉ PASA CON KANSAS?«, de Thomas Frank)
Il manifesto, 7 de octubre de 2004
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SANTIAGO ABASCAL YA TIENE SU DIARIO: relanza La Gaceta de la mano de Hermann Tertsch
El próximo lunes 12 de octubre, Día de la Hispanidad, se lanzará de La Gaceta de la Iberosfera, el primer proyecto de la nueva Fundación Disenso que preside Santiago Abascal. Rescata el espíritu de la histórica Gaceta de los Negocios -reconvertida a La Gaceta con Intereconomía- para lanzar un diario online (gaceta.es) «que tiene como objetivo convertirse en una referencia periodística en todos los países de habla hispana y portuguesa«.
Estamos ante el primer gran proyecto mediático de Santiago Abascal, líder de VOX, que se une a periodistas y profesionales identificados con ideologías conservadoras. De esta manera, al frente del consejo editorial estará Hermann Tertsch, y la redacción estará liderada por José Antonio Fúster, ex de ABC, La Razón, COPE o el Grupo Intereconomía.
Según ha explicado la propia cabecera, La Gaceta de la Iberosfera «será un diario internacional con información política, análisis, entrevistas y contenidos culturales con una fuerte presencia en redes sociales y con una clara apuesta por nuevos formatos periodísticos«. El medio aspira a ser una voz que haga frente a los enemigos de la libertad a ambos lados del Atlántico.
De hecho, la nueva Gaceta se plantea totalmente en contra de la izquierda en todo el mundo.»Una cabecera con más de 30 años de trayectoria en el periodismo español, comienza así una nueva etapa en la que dará la batalla cultural a la agenda ideológica de izquierdas impulsada por organizaciones como el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla«.
Colaboradores
Fundado en 1990 por Lula da Silva y Fidel Castro, el Foro de Sao Paulo ha apoyado y financiado a una larga lista de partidos, líderes y movimientos de extrema izquierda por todos los países de la Iberosfera, incluido España.
Por su parte, el Grupo de Puebla, creado en 2019, cuenta entre sus miembros con nombres como Evo Morales, Rafael Correa, José Luis Rodríguez Zapatero o Irene Montero, entre otros, y desarrolla una intensa actividad política a nivel internacional.
El equipo estará formado por más de 30 personas repartidas por los diferentes países de la Iberosfera. Entre los columnistas habrá nombres como Alfonso Ussía, Enrique García-Máiquez, Amando de Miguel, Itxu Díaz, Vanessa Vallejo, Orlando Avendaño, Fernando Sánchez Dragó, Iván Vélez, Rafael Bardají, Carmen Álvarez Vela, etc.
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LA GACETA
de la Iberoesfera
La Gaceta de la Iberosfera, también conocido como La Gaceta (anteriormente llamado La Gaceta de los Negocios) es un periódico digital español generalista, aunque centrado especialmente en temática económica y política.
Perteneciente en su fundación a Negocios de Ediciones y Publicaciones S.L., en 2009 la cabecera fue adquirida por el Grupo Intereconomía, que mantuvo su propiedad hasta 2020, cuando pasó a manos de la Fundación Disenso, su actual propietario y que a su vez es el laboratorio de ideas del partido político Vox. Desde su fundación en 1989 el rotativo tuvo edición en papel, hasta diciembre de 2013, cuando continuó su difusión en formato exclusivamente digital.
La publicación fue definida por fuentes especializadas, cuando era propiedad de Intereconomía, como de ideología derechista.
Tras el cierre de la edición en papel en diciembre de 2013, La Gaceta continuó su difusión en formato digital.
Compra de Vox y relanzamiento
El 12 de octubre de 2020, coincidiendo con el Día de la Hispanidad, el partido político Vox hizo oficial su adquisición y relanzamiento bajo el nombre «La Gaceta de la Iberosfera», a través de la Fundación Disenso.
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Sede: Calle Antonio Maura 20, planta 1°Derecha, 28014 MadridConsejo editorial: Hermann TertschDirector: Antonio O’MullonyFundación: 1989Fundador: José Antonio Martínez SolerIdeología política: neoliberalismo, anticomunismo, conservadurismo y nacionalismo español
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“Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”
Evelyn Beatrice Hall
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Por KARINA MARIANI
«La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos», reza la web de ONU. La plegaria se inscribe en una ingente cantidad de publicidad, actos políticos y movilizaciones que se suceden con motivo del «Día Mundial de la Tierra» celebración que tiene lugar cada 22 de abril desde 1970. Si bien la obsesión por el fin del mundo es más vieja que el mundo mismo, este evento parte de la idea de que estamos ante una catástrofe inminente, y esta moderna versión del mito apocalíptico hunde sus argumentos en el pánico al crecimiento demográfico y económico considerando a ambos insostenibles. Este catastrofismo político ha apretado el acelerador en los últimos años para volverse instrumento banal de una agenda que, a esta altura, es tan criminal como desquiciada.
Fue a comienzos de los irascibles años setenta, en EEUU, cuando se promovió una primera manifestación multitudinaria administrada por congresistas y activistas. En aquel entonces la fuerza del movimiento antinuclear se propagaba conforme se sucedían las tensiones en plena Guerra Fría, los reclamos provenían de esa usina y no del conservacionismo o de la alarma climática. En este marco, millones de estadounidenses se movilizaron urgidos por un muy justificado miedo a la hecatombe ambiental. El evento puede considerarse como el nacimiento del ecologismo moderno que, tanto gobiernos como corporaciones, supieron desvirtuar con sagacidad magistral hacia una demanda que les pareció mucho más fácil de contentar y amoldar.
El Día de la Tierra de 1970 fue el ingreso de la agenda ecologista a las grandes ligas. La afiliación a las organizaciones ecologistas había aumentado en un par de años más del 50% y se pusieron grandes recursos en movimiento. Nacían en ese entonces Amigos de la Tierra, 1969 o Greenpeace, 1971, por ejemplo. En poco tiempo, la movilización social genuina se convirtió en un movimiento dominado por grandes organizaciones dedicadas a tareas de lobby político y de presión. Este ecologismo originario tuvo una influencia muy importante en la forma en la que la política abordaría la cuestión ambiental, y sin aquella explosión social no se entendería la celebración de la primera Cumbre de Estocolmo, organizada en 1972, que supuso el nacimiento de la política ambiental internacional.
Es necesario situarse en los vaivenes políticos y sobre todo geopolíticos de los tempranos años 70 para entender que una cumbre, en el marco de aquella gobernanza multilateral, se decantara por un diagnóstico singular: la culpa de la inminente catástrofe se debía al crecimiento económico. El Club de Roma encargó a una académica del MIT un informe publicado en 1972 llamado Los límites del Crecimiento. Este informe se basaba en la simulación del programa World3, que emulaba el crecimiento de la población, el crecimiento económico y el incremento de la huella ecológica en los próximos 100 años, según los datos disponibles hasta la fecha. Las conclusiones del informe sostenían que «en un planeta limitado, las dinámicas de crecimiento exponencial (población y producto per cápita) no son sostenibles». Este informe se convertiría en la referencia fundamental de la Declaración de Estocolmo, redactada en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en junio de 1972.
Con la simulación de World3 comenzaba la larga lista de predicciones fallidas con las que ONU viene asolando a la humanidad. Entre sus múltiples errores, se destaca el de no considerar la capacidad de perfeccionamiento tecnológico y la creatividad de la misma condición humana, motores absolutos del progreso y la evolución. El catastrofismo malthusiano del Club de Roma experimentó un decrecimiento en los años 80 y 90, conforme la propia dinámica ideológica mundial. A la propuesta regresiva se la suavizó con la fórmula del «desarrollo sostenible», surgida del informe Brundtland, que sentaba las bases para la Cumbre de Río 92, bajo el lema de «satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades».
De aquella cumbre surgieron la Convención sobre el Clima, el Convenio sobre Diversidad Biológica, la Comisión para el Desarrollo Sostenible, y una larga lista de «agendas» que no cuestionaban drásticamente el sistema económico, de manera tal que a la izquierda enloquecida de comienzos de este siglo, esto le caía como una cucharada de brea. Rápidamente se abocó a reemplazar el concepto de «desarrollo sostenible». La maquinaria del terror climático se había desatado.
Durante los primeros años de este siglo todas las problemáticas que dan aire a la nueva izquierda se radicalizaron. Tal vez una de las más ambiciosas es la que se aboca al «cambio climático», sintagma tramposo y mal llevado, que se apresta a ser una de las manipulaciones más crueles a las que se haya expuesto a la humanidad. Los hechos son testarudos, pero los ecologistas lo son más, por eso no importan los evidentes fracasos de todos y cada uno de los vaticinios de las últimas décadas muchos de los cuales están sobradamente documentados, no importa que no se hayan producido los desastres medioambientales que prometieron, no importa que sean un fraude palpable, los alarmistas siguen predicando y los creyentes siguen temiendo.
El discurso verde se ha apoderado de cualquier espacio simbólico, y ese aspiracional inefable conocido como «ecosostenible» es ya un dogma. En los últimos años la agenda climática le ha costado a Occidente casi 10.000 dólares per cápita, o sea que, para evitar unas teóricas pérdidas inferiores al 2% del PIB debido a los efectos negativos del cambio climático (y eso suponiendo que le embocaran por primera vez a las previsiones) la humanidad perdería casi el 10% del PIB en políticas públicas preventivas. Un negoción.
Occidente ha retrocedido durante el Siglo XXI, en todo lo referido a la libertad individual con la excusa del «bien común». La famosa Agenda 2030 se inscribe en esa línea y es uno más de los planes, pactos y protocolos que la gobernanza supranacional viene diseñando para autojustificarse desde que se inventaron los organismos multilaterales. Lo realmente curioso es que toda la caja de herramientas propuesta por esta agendita multicolor pertenece a la práctica socialista: ampliación de la carga impositiva, lucha contra la evasión fiscal mediante el hipercontrol de la actividad económica, supresión de la propiedad, expropiaciones, reforma agraria, imposición de prácticas productivas, censura bajo la excusa del «discurso de odio», salarios universales, redistribucionismo, acciones afirmativas, refuerzo de la discriminación identitaria, etc. En este contexto, el plan económico ecologista sólo aboga por la neutralidad de la huella humana sin explicar ni cómo se lograría, ni las eventuales consecuencias de semejante propuesta.
Esta doctrina ecologista es abiertamente proteccionista, el viejo paradigma de «vivir con lo nuestro» es reemplazado por el absurdo «comercio de cercanía» un plan tan irracional como peligroso, porque supone anular los principios básicos de la cooperación y los mercados libres. En este delirio se inscriben también las prohibiciones, solapadas o no, de movilidad como el ataque al automóvil particular, la decadencia inducida a la aviación comercial, el postureo virtual que condena los viajes, la criminal propuesta de las ciudades de 15 minutos, los pases verdes, etc. En lo que se refiere a la restricción del comercio, la perversión ecologista ha ido muy lejos en los últimos tiempos, promoviendo normas de cumplimiento imposible para los mercados emergentes, con la excusa de la protección del medio ambiente.
Para imponer semejante nivel de fanatismo contrario a todo contraste empírico, uno de los factores que más ha contribuido ha sido el regreso al animismo y al panteísmo, un fervor religioso propio de siglos pasados. De hecho, el 22 de abril es oficialmente llamado «Día Internacional de la Madre Tierra»… y ni siquiera se ponen colorados con estos títulos. Si consideramos la trascendencia de la Iglesia Católica en la formación de los valores occidentales, no deja de ser llamativo que el Papa que rige la institución sea, según el enviado especial de Estados Unidos para el clima, John Kerry, una autoridad moral en la lucha contra el cambio climático.
El militante peronista Jorge Bergoglio, desde el 2013 el Papa Francisco, emplea el mismo tono alarmista que el militante socialista António Guterres, secretario General de la ONU desde 2017. Ambos han asegurado que las tragedias sociales son la respuesta de la naturaleza a quienes ignoran la crisis climática. El Papa Francisco profundizaba esto mismo en una entrevista a The Tablet and Commonwealth. Semejante abrazo al panteísmo sienta posturas doctrinales sobre cuestiones científicas, avalando dogmáticamente el alarmismo climático para fines políticos. En su encíclica Laudato si, el «cuidado de la casa común» abona a la misma concepción del «bien común» expresada en los objetivos de la Agenda 2030: Garantizar el acceso a una energía sostenible, lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, promover las modalidades de consumo y producción sostenibles, adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático. Suscribe además la embriagada teoría de los jóvenes de Fridays for Future de que las generaciones futuras están a punto de heredar un mundo en ruinas. En su libro «Nuestra Madre Tierra», el Santo Padre se cuestiona sobre si esta catástrofe ambiental no es en realidad «una oportunidad para retroceder y revisar los modelos económicos».
Esta furiosa agenda ecologista es de decrecimiento y es anticapitalista por añadidura. El crecimiento de la prosperidad y de las condiciones de vida de las que gozamos está ligado a la disponibilidad de energía barata y esto significa combustibles fósiles. Antes de los combustibles fósiles la esperanza de vida era inferior a 30 años y la humanidad era en un 80% pobre. Sacar a miles de millones de pobres de la miseria y lograr que gocen de la vida moderna requiere la energía del gas, del petróleo y del carbón. En consecuencia, imponer un recambio drástico hacia ninguna parte es sumir a la humanidad en una miseria que había dejado en el pasado, por su bien, claro.
Mientras se celebra este nuevo aniversario del Día de la Tierra, la publicación del 13º informe anual «Eye on the Market Energy: Growing Pains: The Renewable Transition in Adolescence» de JP Morgan, sostiene que los pilares de la sociedad son el acero, el cemento, el amoníaco y el plástico; todos fabricados con combustibles fósiles. El mundo depende en un 80% de los combustibles fósiles y esto después de que se invirtieran decenas de billones de dólares de nuestros impuestos en renovables y se enloqueciera a la humanidad con la obsesión verde. «Si se cumplen los objetivos de capacidad y la red se descarboniza aún más, las emisiones de CO2 caerían. Sin embargo, no alcanzarían el ‘santo grial’ de la descarbonización». ¿Quién lo hubiera imaginado?
Actualmente la energía eólica y la solar alcanzaron el 12% de la electricidad necesaria mundial en 2022, según el último informe ‘Global Electricity Review’ elaborado sobre datos correspondientes a 78 países, los cuales representan el 93% de la demanda mundial. El citado informe de JP Morgan indica que la demanda mundial de petróleo no va a disminuir en los próximos 20 años, pero seguramente evolucionará hacia productos más eficientes si no se llena al mundo de obstáculos para su crecimiento. Todo progreso conseguido en materia energética se logró a pesar de la agenda climática y no como consecuencia de ella, y aún cuando se diera por bueno el paradigma climático defendido por ONU, considerando que países como China e India son los principales emisores del globo y que no están dispuestos a sacrificar un ápice de desarrollo para cumplir agendas empobrecedoras, la tiranía verde aplicada a los países que apenas emiten, carece por completo de sentido. Para sorpresa de nadie, quienes promueven la alarma climática procuran disimular estos datos fundamentales. A lo mejor para esto servía hacer del ecologismo un dogma religioso.
Tal vez sea hora de terminar con medio siglo de una «agenda verde» hipócrita, histérica, proteccionista y jactanciosa que ha conseguido empobrecer y esclavizar a Occidente, y sólo ha beneficiado a un enjambre de ONG succionadoras de subsidios, y a las capas y capas de burócratas «especializados». El crecimiento de la población y su búsqueda de prosperidad y bienestar no se van a detener, es momento de hacérselo entender al ecologismo desquiciado.
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Sería interesante superponer dos gráficos de gran actualidad. Por un lado, las temperaturas en España; por otro, los hogares con más miembros de la familia en paro. A más calor, más rojo, hasta alcanzar las tonalidades marrón oscuro de la sangre coagulada: ¡el infierno climático!; a más parados en la familia, un rojo más intenso, hasta alcanzar el pleno: todos los miembros de un hogar en paro.
Dado el mutismo de los voceros, se podría pensar que esto lo sufre una minoría, pero los malos datos de empleo del primer trimestre iban acompañados ayer de otros subdatos temibles: el 30% de paro juvenil y más de un millón de hogares con todos sus miembros parados. Es un dato tan terrible que mientras lo escribo aún pienso que es un error, que debe de ser un error, pero según la EPA son más de tres millones de parados en total, así que por supuesto es posible. Hay más parados que vascos en España. Muchos más. Pero ¿a alguien le importa su identidad y sensibilidad o el encaje estatutario de estas personas? Los parados españoles son, más o menos, los habitantes que tiene Madrid. Si los parados se fueran todos a Colón, estarían solo a cien mil habitantes, luchando por la capitalidad.
No son urbe los parados, pero sí agrupación humana. ¿Podríamos hablar de Paronia, de Parolandia, de Villaparo o de Parópolis? La verdadera capital de España no debería ser el Madrid cosmopolita y federal sino esa ciudad invisible que junta a tres millones de españoles. Eso sí es una identidad: ser parado. ¿No podría ser el paro, al menos, los parados unidos, la Comunidad Autónoma número 18?
Mucho insistir con la liquidez de los tiempos y con lo trans, pero de parado no se sale. Y aunque están distantes entre sí, no puede negarse la nota territorial. Los hogares con muchos parados se concentran en el sur de España. En el sur de España se acumulan también los hogares con años de paro. El sur sabemos lo que es: Andalucía y las Canarias.
Y ahora nos vamos al mapa del calor, que se corresponde, además, con el gran problema de las sequías y la producción agrícola. España tiene un problema territorial que el Régimen Otra-de-bravas oculta constantemente: el sur envió su población a las regiones ricas a ser desespañolizada; no puede competir en igualdad de condiciones por el empleo público, el único que hay; mantiene su atraso económico y a esto le añade la sequía, sin recibir una gota de agua del norte húmedo. Aquí se acude al argumento autoritario del cambio climático, pero mucho antes habría que hablar del problema de la desigualdad básica territorial española, que es tan básica que afecta al agua y al pan (trabajo). Este sur olvidado es también porosa Frontera Sur, y ha de sufrir en silencio los problemas de la gestión vecinal eurosumisa y NATOvasalla. El sur africano le roba el ser-sur y el norte español le niega el agua y además se le imponen dos narrativas, la climática y la migratoria, que añadir al latente supremacismo del 78 y su Constitución.
Veremos esto mucho. Sobre las consecuencias ya patentes de varias generaciones de saqueadores partitocráticos, no llega una reparación, ni una revolución, sino el globalismo en bloque. A decir «¡chitón!».
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Gaceta, 23 ABRIL 2023
Hace unos años también causó revuelo el caso del periodista Michael Hastings, que después de un reportaje muy controvertido —causó la dimisión de un general destinado en Afganistán— terminó muriendo en un accidente de tráfico en el que por lo visto el coche ya estaba en llamas antes de estrellarse. Pero Robert Epstein tuvo suerte y nadie lo accidentó ni lo suicidó. Quien no la tuvo fue su mujer, que 3 meses después de aquella advertencia perdió el control de su coche en la carretera y se estrelló contra un camión, muriendo en el hospital unos días después.
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GUERRAS HÍBRIDAS
Hemos abordado ya, gracias a las documentadas investigaciones de Alan Macleod y MintPress News. la infiltración de los Servicios de Inteligencia y espionaje Occidentales, más intensa en cuanto a los países anglosajones, relativa a las Redes Sociales de mayor implantación a nivel mundial, Facebook y Twitter, además de Google y los llamados «Verificadores de Hechos«, que en realidad son instrumentos -políticos- para el establecimiento de la CENSURA global en una «Zona Gris» que, cabalgando a lomos de la Desinformación (cuya peligrosidad nos fue seriamente advertida, ya hace años, por el profesor Chossudovsky), hoy ya aspira a abarcar el Mundo.«Zona Gris«, generada por la «Guerra Híbrida» en la que, sin ser plenamente conscientes de ello (pese a que representa el fin del Estado de Derecho, de la Democracia y, desde luego, de cualesquiera Derechos Sociales, que dejarán de ser Derechos, y pasarán -volverán- al ámbito de la Caridad), hace tiempo que estamos inmersos.Finalizamos esa serie de artículos con la entrada dedicada a la Red Social TIKTOK, infiltrada al mismo nivel -y por los mismos Servicios Secretos Occidentales- que las anteriormente analizadas.No debemos pensar solo en los Estados del llamado Occidente. El fenómeno es verdaderamente global. Todos los Estados se ven obligados a crear -y usar- sus propias Armas Híbridas; de otra manera, quedarían desprotegidos ante la amenaza híbrida, esta nueva y perversa forma de Guerra. Que parece ocurrir entre Estados, pero que, en realidad, se libra siempre contra los ciudadanos (no suele llegar a afectar gravemente a los ejércitos convencionales, caso en el que la escalada no sería ya Guerra Híbrida, sino Guerra Convencional; incluso Guerra Atómica).
Federalismo cacique
Por Hugues, 30 DE ABRIL DE 2023
La deriva autonómica hace pensar a veces en el cantonalismo de la Primera República. Queda así reducida al absurdo y en parte se le quita importancia, como si el proceso fuera acabar en humorada sin consecuencias. Otras veces, menos, el autonomismo del 78 hace pensar en el caciquismo de la Restauración. Hay un turnismo evidente, PP-PSOE, pero además un consenso más allá del turnismo que engloba a los poderes regionales, auténticos cacicatos en un sistema conjunto de mantenimiento de redes clientelares con dinero público. Un caciquismo distinto: legal, presupuestado, publicado en el BOE.
Este nuevo caciquismo ya no tiene enfrente a tonantes regeneracionistas como Joaquín Costa, sino a muy pocas personas, aisladas y digitalizadas. Entre ellas Javier Torrox, periodista y español demócrata real, y por demócrata nacionalista. Digámoslo así: nacionalista. No como inflamación de la glándula patriótica, que a Torrox no se le ven casticismos de tertuliano, sino como preocupación por la nación como concepto político.
Torrox acaba de publicar un luminoso libro titulado ‘Federalismo cacique’ en el que denuncia la evolución del régimen del 78 hacia el federalismo. Un movimiento a la vez clamoroso y subrepticio, que se ve y no se ve, y que no deja de avanzar impulsado por la Constitución. Todos (salvo Vox) llevan el pin 2030, pero esta otra agenda nuestra, española, más modesta, no la olvidan y se va implantando a oscuras.
Torrox ha hecho algo heroico. A costa de su salud, se ha zambullido en décadas de documentación programática del PSOE para descubrir que «lo que recibe la denominación informal del Estado de las Autonomías» es la realización de facto del programa federal del PSOE de 1976: «El PSOE propugna la instauración de una República Federal de trabajadores integrada por todos los pueblos del Estado español». Tres años después, el partido se ratificaba en un Congreso extraordinario; en 1982, consideraba el autonomismo como una fase previa «en un proceso histórico cuyo desenlace lógico y político puede y debe ser el Estado Federal».
Federalismo viene de foedus, pacto, y sirve para unir lo desunido, como las colonias norteamericanas libres de la corona inglesa. ¿Para qué sirve un foedus en lo que ya está unido? Para un nuevo pacto sobre el ya gastado del consenso. ¡Torrox tiene la etimología de cara!
En los 80, el PSOE toma el poder y de las Autonomías ya habla de otra forma: son un nuevo orden administrativo y financiero (un momio) que hay que «construir». Durante tres décadas, el PSOE solo hará alusiones veladas al federalismo hasta que pierde las elecciones en 2011. Tras unos meses en que acusa el golpe, aparece la Declaración de Granada (2013), hacia una estructura federal del Estado, y después, con el PSC, la Declaración de Barcelona (2017), «por el catalanismo y la España federal».
Un poco antes de esas dos declaraciones, y se suele olvidar, el silencio ‘federal’ de 30 años del PSOE se había roto con un primer informe «Por una reforma federal del Estado autonómico» (2011). El trabajo se realizó por impulso e iniciativa de José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía, y una de las autoras era María Luisa Balaguer, ahora magistrada del Tribunal Constitucional.
Torrox recela de tanta coincidencia. El PSOE es vanguardia federalista y el modo de reforma no será el proceso constituyente, sino la mutación constitucional, mediante la sumisión del Tribunal Constitucional y del legislativo al poder ejecutivo.
La España del 78 es un «ciclo cacique» en tres fases: autonomista, nacionalista y separatista. La federalización será la destrucción de la nación política y la definitiva sumisión española al Estado, al servicio de los caciques regionales dentro, de las potencias extranjeras fuera. Torrox, gran español y voz en el desierto, nos avisa. Ojalá honores y premios para él.
https://gaceta.es/opinion/federalismo-cacique-20230430-0828/