TRATADO DE NO PROLIFERACION DE ARMAS NUCLEARES
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LA DISUASIÓN NUCLEAR
La creciente tendencia a la proliferación nuclear con fines militares trató de ser limitada en 1968 con la conclusión del, Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares. Sin embargo ello no impediría que ciertos países que mantenían muy avanzadas sus investigaciones se negasen a firmarlo. Entre ellos merece citarse la India, que el 18 de mayo de 1974 experimentó con una bomba atómica en la región de Rajastán, demostrando su capacidad nuclear a sus principales rivales, la República Popular China y Pakistán.
Más problemática ha sido la investigación de la capacidad nuclear de países como Israel, cuyas instalaciones del desierto de Dimona son utilizadas, desde comienzos de la década de los setenta para la construcción de ingenios militares atómicos, según consta por las declaraciones directas del personal que ha trabajado en este complejo. Las informaciones actuales no permiten confirmar definitivamente las capacidades nucleares de carácter militar disponibles por países como Pakistán y Sudáfrica.
Visto en su conjunto, el problema de la proliferación de los arsenales nucleares se ha mantenido muy lejos de las posibilidades que la difusión de la tecnología nuclear con fines civiles permitía temer hace un par de décadas. Efectivamente, en la medida en que el Plutonio 239 es un residuo radiactivo que se desprende en los procesos de fisión de los reactores de las centrales nucleares se temía que el acceso de diversos países a esta tecnología, les permitiría acumular suficiente material radiactivo para construir sus propias armas atómicas. Se estima que en 1975 existían ya instalados 168 reactores de centrales nucleares .y que en 1980 un total de 29 países habrían accedido, total o parcialmente, a la, tecnología nuclear civil. Entre estos países podemos mencionar: Argentina, Bélgica, Bulgaria, Canadá, España, Italia, Japón, Países Bajos, R. D. Alemana, R. F. de Alemania, Suecia, Suiza y Checoslovaquia, etc.
No ha sido totalmente así y en ese sentido la afirmación de BRODlE de que «ha habido una ausencia de proliferación algo sorprendente de armas nucleares entre otras potencias» podría aceptarse con ciertas reservas. No se debe olvidar que el 7 de junio de 1981 la aviación israelí bombardeó la central nuclear en construcción de Tamuz, cerca de Bagdad y justificó su acción en la amenaza que supondría para el Estado de Israel que el régimen iraquí de SADAM HUSEIN llegase a desarrollar su propia capacidad atómica.
Paradójicamente, la disuasión nuclear alimenta la carrera de armamentos nucleares, y convencionales, precisamente porque a diferencia de la disuasión convencional, la acumulación de armas nucleares no aumenta la efectividad militar y política de su uso en una posible guerra si no que la reduce progresivamente.
«Un incremento en el arsenal nuclear de una potencia, incrementa la posibilidad de un ataque devastador y decisivo contra su adversario que se ve obligado a incrementar, paralelamente, su propio arsenal nuclear para reducir la probabilidad del ataque con la consiguiente reducción de la credibilidad de la amenaza nuclear inicial. Ello aumenta la percepción de inseguridad de la potencia instigadora de la escalada nuclear que, de este modo, se ve impulsada a realizar una nueva acumulación y perfeccionamiento de sus arsenales para restaurar la credibilidad y eficacia iniciales de su amenaza disuasora» (R. Calduch).
Por su alcance (entendiendo por alcance la distancia máxima desde la cual un determinado tipo de armamento es capaz de proyectar su capacidad destructiva sobre el enemigo), las armas nucleares suelen dividirse en los siguientes tipos:
a) Sistemas de armas nucleares tácticas o de corto alcance. Poseen un alcance máximo de 1000 kms., una distancia que cuando es inferior a 500 kms. Permite establecer una subcategoría, la de las armas de muy corto alcance.
Se les denomina equívocamente armas tácticas debido a que el corto radio de acción las hace óptimas para su hipotético empleo en un conflicto bélico en los frentes de batalla (vanguardia) pero en cambio les inhabilita para amenazar eficazmente las áreas logísticas y los principales centros urbanos y económicos de la retaguardia. Se las considera como armas nucleares antifuerzas, es decir, destinadas a destruir las fuerzas militares (convencionales o nucleares) del enemigo.
b) Sistemas de armas nucleares de teatro o de alcance intermedio. Su radio de acción se sitúa entre los 1.000 y los 5.500 kms. y por consiguiente son capaces de proyectar su amenaza tanto sobre los frentes de batalla como sobre la retaguardia. En este sentido se estima que son armas nucleares antifuerzas y anticiudades ya que permiten sustentar ambos tipos de estrategias.
c) Sistemas de armas nucleares estratégicas o intercontinentales. Su alcance se sitúa por encima de los 5.500 kms., distancia tomada como referente en el Acuerdo SALT 1 por estimarse que es la distancia mínima que separa los territorios de Estados Unidos y la URSS si se excluye, claro está, el territorio de Alaska.
A diferencia de las dos categorías anteriores, el alcance de este tipo de armas permite proyectar la amenaza recíproca entre ambas superpotencias sin necesidad de un despliegue fuera de sus respectivos territorios y soberanías. Naturalmente esta amenaza se puede proyectar sobre cualquier otro país que se sitúe dentro de sus respectivos radios de acción.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales
«Pero debemos recordar que han sido los estadounidenses quienes, casi a cada paso del camino, han tomado la delantera en el desarrollo de este tipo de armas. Nosotros fuimos quienes primero las produjimos y las probamos, los primeros en elevar su destructividad a un nuevo nivel con la bomba de hidrógeno, quienes introdujimos las ojivas múltiples, quienes hemos declinado toda propuesta para renunciar al principio del primer uso, y sólo nosotros, Dios nos socorra, quienes hemos usado el arma con furia en contra de otros, en contra de miles de inocentes no combatientes.
(…) ¿Qué otra cosa sino nuestra propia voluntad, y no la supuesta maldad de nuestros opositores, es lo que nos ha colocado en esta situación?
Me parece que la respuesta es clara. Primordialmente, es el impulso interno, el impulso independiente de la carrera armamentista misma; las compulsiones que surgen y se apropian de las potencias cuando entran en una competencia para construir los mayores armamentos de cualquier tipo».
KENNAN
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Destrucción Mutua Asegurada (Mutual Assured Destruction)
La proclamación de los principios de la coexistencia pacífica significaron el abandono de la doctrina de la inevitabilidad de la guerra entre los países capitalistas y socialistas. Naturalmente que la guerra pudiese evitarse no significaba que los soviéticos pudieran descartar tal eventualidad, como lo pondría en evidencia el ingreso de la R. F. de Alemania en la OTAN y la crisis de Suez de 1956, lo que necesariamente les obligaba a revisar la validez de los principios estratégicos vigentes durante la fase anterior.
El incremento cuantitativo y el constante aumento del alcance y precisión de los arsenales nucleares soviéticos consigue, a finales de los años sesenta, la paridad nuclear o equilibrio estratégico con los Estados Unidos a través de la Destrucción Mutua Asegurada (Mutual Assured Destruction).
Si la destrucción mutua de ambas superpotencias, fuese cual fuese el agresor, constituía una certeza, debido a los arsenales nucleares acumulados, carecía de significado intentar disuadir al adversario con unas armas cuyo uso resultaba tanto o más inaceptable para quien las utilizaba que para su destinatario. En definitiva, había serias razones para sospechar que ante un ataque convencional soviético, los Estados Unidos se resistirían a realizar una escalada hacia la nuclearización de la guerra que podría terminar provocando una respuesta nuclear masiva por parte de la URSS.
En este contexto, sostener que era posible nuclearizar un conflicto bélico manteniendo limitada la escalada nuclear, sólo parecía aceptable bajo el supuesto de que la ofensiva nuclear limitada debería orientarse prioritariamente contra las fuerzas, convencionales y nucleares adversarias, para reducir al máximo su capacidad de respuesta, sobre todo su capacidad de respuesta nuclear estratégica. Por contra, la estrategia defensiva de la potencia que sufría el ataque nuclear debería concentrarse en un contraataque nuclear dirigido prioritariamente contra las ciudades y los centros productivos del adversario con el fin de provocarle el mayor número de pérdidas posibles que le disuadieran de la escalada nuclear. En resumen, la ofensiva nuclear debería ser antifuerzas y la defensiva nuclear se concentraría contra las ciudades. En palabras de uno de los principales estrategas franceses, el general ANDRE BEAUFRE:
« (…) Así se llegó a descubrir que la capacidad de réplica era la clave de la disuasión nuclear, mientras que la aptitud para reducir la réplica era la clave de la iniciativa nuclear ».
Esta redefinición parcial o, más exactamente, esta precisión del contenido de la respuesta flexible y graduada trataba de eludir la contradicción de amenazar con el arma nuclear en las condiciones de la paridad nuclear y la MAD. Su formulación se realizó por el Secretario de Defensa de la Administración Nixon, JAMES SCHLESINGER, en el Memorándum 242 sobre las decisiones relativas a la seguridad nacional (NSDM-242), adoptado el 17 de enero de 1974 y ratificado oficialmente por el Presidente CARTER mediante la Directiva Presidencial nº 59 del mes de agosto de 1980 en la que se formulaba la doctrina Schlesinger bajo el nombre de Estrategia de contrapeso (Countervailing Strategy).
Esta estrategia mantenía la posibilidad de prolongar una guerra nuclear limitada, sin una escalada hacia la nuclearización total, mediante el recurso a sucesivos ataques nucleares tácticos, contra las fuerzas y los centros de decisión, ya fuesen como respuestas a los ataques ofensivos o como medidas destinadas a prevenir las iniciativas nucleares soviéticas estimadas inminentes. De este modo, se intentaba reforzar la credibilidad de la estrategia nuclear norteamericana y restaurar el juego de la disuasión
Para los dirigentes y estrategas soviéticos, una vez se había dado el paso hacia una nuclearización mediante las armas nucleares tácticas, había que evaluar seriamente las posibilidades de una respuesta nuclear, defensiva que disuadiese a los norteamericanos de proseguir la escalada hacia las armas nucleares estratégicas. Desde esta óptica, tanto la decisión norteamericana de nuclearizar una contienda bélica, así como la decisión soviética de dar una respuesta nuclear constituían decisiones de naturaleza esencialmente política, que muy poco tenían que ver con las características técnicas de las armas nucleares empleadas y mucho, en cambio, con la voluntad de los dirigentes de Washington y Moscú de arriesgar las consecuencias de una guerra nuclear total. En otras palabras, los soviéticos interpretaban la posibilidad de esta decisión como un acto de irracionalidad política. o cuando menos de irresponsabilidad, en la conducción de la guerra y de la que no podían confiar que quedase limitada al teatro de operaciones.
Por ejemplo, el peso importante adquirido por los ICBM, de lanzadores fijos terrestres y con una ojiva nuclear de gran potencia, sobre los SLBM y los bombarderos estratégicos se correspondería con el carácter defensivo de la estrategia nuclear. Ello se debe a que los SLBM y los bombarderos estratégicos, al ser objetivos móviles, resultarían más difíciles de localizar y destruir en un primer ataque que los ICBM, situados en silos terrestres fijos.
Tan sólo cuando se alcanza el equilibrio nuclear entre ambas potencias y se hace evidente la destrucción mutua asegurada, comienzan los norteamericanos a considerar seriamente las posibilidades de desarrollar un sistema defensivo antinuclear.
La firma del Tratado sobre limitación de sistemas antimisiles balísticos (SALT I), el 26 de mayo de 1972, en el que se limitaban a dos sistemas para cada superpotencia… y que con posterioridad quedó reducido a uno, ocasionó la suspensión de los programas de defensa antinuclear por ambas partes
Paralelamente a la consolidación y diversificación del arsenal nuclear soviético, el desarrollo de las negociaciones SALT I y II permiten iniciar una vía de distensión Este-Oeste, reforzada políticamente con la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea y la firma del Acta de Helsinki en 1975.
El 6 de enero de 1985 el Presidente firma la directiva de seguridad nacional nº 119 por la que se aprueban las investigaciones para un amplio programa de defensas estratégicas espaciales conocido bajo el nombre de Iniciativa de Defensa Estratégica (que también era conocida como «Guerra de las Galaxias»), que en esencia contempla la adopción de un sistema de alerta y control basado en una red de satélites, de sofisticados instrumentos de comunicaciones y de centros de mando, gracias a los cuales sea posible detectar el lanzamiento de centenares de misiles ICBM (Intercontinental Ballistic Missile = Misil Balístico Intercontinental; con lanzador terrestre móvil) o SLBM (Submarine Launched Ballistic Missile = Misil Balístico lanzado desde submarinos), calcular sus trayectorias y posibles variaciones de las mismas, determinar los medios más adecuados para su destrucción y, finalmente, coordinar y comunicar las órdenes y datos necesarios para que fuesen destruidos. Esta destrucción correspondería ejecutarla a un sistema de protección integrado por satélites y misiles antimisiles. ¡Y todo ello en tan sólo unos pocos minutos.
El primer tratado de desarme nuclear de toda la Historia, el Tratado para la reducción de armas nucleares de alcance intermedio (Tratado INF – Intermediate Nuclear Forces), se firma en diciembre de 1987.
«El principio fundamental de la nueva perspectiva política es muy sencillo: la guerra nuclear no puede ser un medio para conseguir objetivos políticos, económicos, ideológicos o de cualquier otra clase. Esta conclusión es verdaderamente revolucionaria, ya que significa descartar las nociones tradicionales de guerra y paz. Es la función política de la guerra la que la ha justificado siempre, atribuyéndole una explicación «racional». La guerra nuclear carece de sentido: es irracional. No habría ni vencedores ni vencidos en un conflicto nuclear global, y la civilización mundial perecería inevitablemente. Seda un suicidio, más que una guerra en el sentido convencional de la palabra.
(…) De la imposibilidad de una solución militar, o sea nuclear, para las diferencias internacionales, deriva una nueva dialéctica de fuerza y seguridad. La seguridad ya no puede quedar garantizada por medios militares, ni por el uso de armas o elementos disuasivos, ni por el perfeccionamiento continuo de la «espada» y el «escudo». Todo intento encaminado a conseguir una superioridad militar es absurdo.
(…) La nueva perspectiva política exige el reconocimiento de un axioma muy simple: la seguridad es indivisible. Se trata de una seguridad igual para todos, o de lo contrario ninguna seguridad para nadie. El único fundamento sólido para la seguridad es el reconocimiento de los intereses de todos los pueblos y países y de su igualdad en los asuntos internacionales. La seguridad de cada nación debería acoplarse con la seguridad para todos los miembros de la comunidad internacional».
GORBACHOV
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EEUU despliega por primera vez un arma nuclear de baja potencia
La ojiva W76-2, que tiene una potencia estimada en cinco kilotones, se desplegó a finales de 2019 a bordo del submarino USS Tennessee, que patrulla el Atlántico.
Las nuevas armas «fortalecen la disuasión» y le dan a Estados Unidos una capacidad de respuesta «rápida y menos mortífera».
«Demuestran a posibles adversarios que un uso limitado del arma nuclear no supone ninguna ventaja porque Estados Unidos puede responder de forma creíble y decisiva a cualquier amenaza».
Su potencia es tres veces inferior a los 15 kilotones de la bomba de Hiroshima, y es muy baja en comparación con las demás armas nucleares embarcadas a bordo de los submarinos similares al USS Tennessee, que alcanzan 455 o 90 kilotones, precisaron las mismas fuentes.
Los críticos con esa medida temen que, después de décadas en las que el tamaño de las armas nucleares se consideraba como una disuasión para su uso, ahora la probabilidad de que se utilicen pueda aumentar.
Swissinfo.ch, 4 FEB 2020
(AFP)
Estados Unidos anunció este martes el despliegue, por primera vez, de un arma nuclear de baja potencia a bordo de un submarino, con la intención de disuadir a Rusia de utilizar armas similares.
La Marina estadounidense desplegó «la ojiva nuclear W76-2 en un misil balístico lanzado desde un submarino», indicó un comunicado del número dos del Pentágono, John Rood.
«Adversarios potenciales como Rusia creen que el empleo de armas nucleares de baja potencia les dará una ventaja sobre Estados Unidos y sus aliados y socios», añadió Rood, confirmando así una información revelada por un grupo de expertos, la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, por sus siglas en inglés).
Durante la publicación de la nueva «postura nuclear» de Estados Unidos en febrero de 2018, el Pentágono anunció que iba a modificar unas 50 ojivas nucleares para reducir su potencia y embarcarlas a bordo de submarinos con el fin de reducir la amenaza de Rusia.
Según Washington, Moscú está modernizando un arsenal de 2.000 armas nucleares tácticas, lo cual amenaza a los países europeos limítrofes e incumple las obligaciones del tratado de desarme Nuevo START, firmado por Estados Unidos y Rusia en 2010.
Este último se aplicó a las armas estratégicas que hacen posible una estrategia de disuasión nuclear, basada en una «destrucción mutua asegurada».
Esas armas nucleares tácticas, de una potencia inferior a la bomba de Hiroshima, permitirían a Rusia aventajar a los occidentales en caso de conflicto, ya que Estados Unidos dudaría a la hora de replicar con un arma nuclear de gran potencia, mucho más devastadora.
Según Washington, Rusia teme ser dominada rápidamente en caso de conflicto con los occidentales, y por ello ha adoptado una doctrina de «escalada-desescalada» que consiste en lanzar antes que sus enemigos un arma nuclear de baja potencia, de efectos más limitados.
Las nuevas armas «fortalecen la disuasión» y le dan a Estados Unidos una capacidad de respuesta «rápida y menos mortífera», dijo Rood. «Demuestran a posibles adversarios que un uso limitado del arma nuclear no supone ninguna ventaja porque Estados Unidos puede responder de forma creíble y decisiva a cualquier amenaza», agregó.
«Un arma peligrosa»
La ojiva W76-2, que tiene una potencia estimada en cinco kilotones, se desplegó a finales de 2019 a bordo del submarino USS Tennessee, que patrulla el Atlántico, afirmaron la semana pasada dos expertos de la FAS.
Su potencia es tres veces inferior a los 15 kilotones de la bomba de Hiroshima, y es muy baja en comparación con las demás armas nucleares embarcadas a bordo de los submarinos similares al USS Tennessee, que alcanzan 455 o 90 kilotones, precisaron las mismas fuentes.
Los críticos con esa medida temen que, después de décadas en las que el tamaño de las armas nucleares se consideraba como una disuasión para su uso, ahora la probabilidad de que se utilicen pueda aumentar.
Los críticos con esa medida temen que, después de décadas en las que el tamaño de las armas nucleares se consideraba como una disuasión para su uso, ahora la probabilidad de que se utilicen pueda aumentar.
Para los expertos de la publicación Bulletin of the Atomic Scientists, esa nueva ojiva nuclear es «un arma peligrosa basada en una mala reflexión estratégica».
Si un submarino estadounidense se ve obligado a lanzar un misil con una carga nuclear reducida, el enemigo no tendrá ninguna forma de conocer la potencia del arma que se dirige hacia él, lo cual supondrá un problema: el enemigo podría prever lo peor y replicar con un arma nuclear de gran potencia, explican.
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CAMBIO DE ESTRATEGIA: NUEVOS ACTORES EN LA GUERRA NUCLEAR: UCRANIA
MININUKES
EJÉRCITOS, 16 SEPT 2018
Por Guillermo Pulido Pulido
Todavía no existe un acuerdo claro sobre lo que son las mininukes. No obstante, la posibilidad de que en el futuro su uso se llegue a generalizar está levantando un notable interés por parte de la comunidad. académica y militar, por sus importantes repercusiones sobre la estabilidad estratégica. La propuesta de la administración Trump publicada en la Revisión de la Postura Nuclear de 2018- de añadir al arsenal nuclear de los EE. UU. dos nuevas ojivas nucleares de bajo rendimiento de lanzamiento submarino (una montada en misiles de crucero, otra en misiles balísticos Trident-11), ha generado un gran revuelo, así como un alarmismo exagerado entre ciertos sectores del análisis del control de armamentos, llegándose a afirmar que tales armas bajan el umbral nuclear y hacen la guerra nuclear más probable.
Como se expondrá en este artículo: 1) Tal afirmación está enajenada de los conocimientos básicos en estrategia nuclear ya que esas armas están pensadas para todo lo contrario; 2) Hay una larga historia de armas nucleares de pequeña potencia y actualmente hay miles de ellas desplegadas: 3) No se están teniendo en cuenta los aspectos estratégicos potenciales de estas armas sino solamente los tácticos y los no estratégicos (como el control de la escalada).
¿Qué son las mininukes y las armas nucleares de bajo rendimiento?
Aunque no hay una definición plenamente aceptada de lo que son o no las mininukes, podemos recurrir a la que dio el Grupo de Planeamiento Nuclear de la OTAN en 1973, esto es, toda arma nuclear de una potencia máxima 0,5 kilotones y una precisión CEP de un metro. Por otro lado, un arma nuclear de bajo rendimiento, según lo establece el Pentágono en estos momentos, es un arma nuclear de 20 kilotones de potencia máxima.
En el momento de escribir este artículo, no se conoce aún con exactitud el tipo de rendimiento nuclear exacto que tendrán esas nuevas cabezas nucleares, salvo que se dicen que son de bajo rendimiento (menos de 20 kt). Por otra parte, EE. UU. despliega en la actualidad una gran cantidad tanto de mininukes como de armas nucleares de bajo rendimiento, por lo que no son una invención de la Revisión de la Postura Nuclear elaborada) por el gabinete Trump. De hecho, hay unas 500 bombas aéreas tácticas B-61 de diferentes modelos, con un rendimiento que va desde los 0,3 kilotones (mininukes), pasando por los 10 kilotones (bajo rendimiento) y alcanzando incluso los 170 kilotones. Por su parte, los misiles de crucero AGM-86 de la US Air Force están armados con ojivas W80 (de las que hay unas 528), con distintos rendimientos que van de los 5 a los 150 kilotones. Por lo tanto, entre mininukes y armas de bajo rendimiento, en el arsenal de los EE. UU. hay unas 1.000 ojivas de estos tipos hoy en día.
Armas estratégicas y tácticas
La diferencia entre armas estratégicas y tácticas (a veces denominadas como «armas nucleares no estratégicas») estriba en el tipo de uso que se les dé y no en su potencia o alcance. Las armas nucleares estratégicas son aquellas que se usan para atacar el armamento estratégico enemigo y las fuentes de poder adversarias (industria, generación eléctrica, etc.). Las armas nucleares tácticas son las que atacan directamente la fuerza de maniobra y apoyo enemigas en el campo de batalla o en interdicción. Por ejemplo, una bomba B-61 (arma de corto alcance) usada por un bombardero B-2 contra un blanco nuclear enemigo es un arma estratégica, mientras que una 8-61 empleada por un F-16 atacando concentraciones de fuerza enemiga es un arma táctica.
Durante el pico de la Guerra Fría en cuanto a armamento nuclear táctico, a finales de los 60 y comienzos de la década de los 70, los EE. UU. desplegaron hasta 25.000 armas nucleares tácticas, 10.000 de ellas en Europa (reduciéndose esta cifra a unas 7.000 durante los años 80). En el Viejo Continente, por tanto, había armas de todo tipo: unas 300 minas de demolición de un kilotón (para obstaculizar las ofensivas soviéticas), 645 misiles Lance con ojiva de entre 1 y 50 kilotones, unas 1000 municiones de un kilotón para 328 obuses de 203 milímetros M110 (para apoyar operaciones de cuerpo) y unas 2000 municiones de 2 kilotones para 684 obuses de 155 milímetros M109 (para operaciones de división). También había armamento nuclear táctico de largo alcance y de teatro, como el desplegado en los misiles Pershing I (1 a 10 kilotones) y i (5 a 80 kilotones) así como ingenios como el cañón Davy Crockett (0.001 y 0,002 kilotones), para operaciones de nivel batallón.
Pero por otro lado, aunque pueda parecer contradictorio, puede haber armas nucleares tácticas de largo alcance y que superen el bajo rendimiento, como los Pershingill y su ojiva WB5 de hasta 80 kilotones. Al tiempo que pueden haber armas nucleares estratégicas de bajo rendimiento, largo alcance e incluso corto.
La situación del armamento nuclear táctico en la actualidad
En septiembre de 1991, los EE. UU. decidieron retirar todo el armamento nuclear táctico terrestre de sus bases en ultramar y de todos los buques de la US Navy (lo que dejaba solamente a la aviación de la US Air Force como depositaria del armamento nuclear táctico desplegado). En octubre de ese mismo año la URSS anunció una medida similar. Pero si bien los EE. UU. terminaron materializando su decisión, por contra Rusia -como única heredera del arsenal nuclear de la URSS- conservó un elevado remanente de armamento nuclear táctico durante los años siguientes.
Como hemos explicado, los EE. UU. despliegan en la actualidad unas 1.000 ojivas de bajo rendimiento y mininukes (50 de ellas tácticas, las bombas tácticas B-61). Por otra parte, se estima que Rusia posee por lo menos unas 2.000 armas nucleares tácticas. Pero la ventaja rusa no se traduce solamente en la superioridad numérica, sino en que dispone de unos medios de ataque nuclear táctico muy superiores a los de la aviación aliada, como son los misiles balisticos Iskander-M o los misiles Tochka (y quizás un nuevo misil de crucero nuclear terrestre. actualmente en desarrollo y de próximo despliegue). Los misiles balísticos terrestres rusos (iskander e ICBM Topol) permiten hacer ataques de forma casi inmediata, son lanzados desde plataformas difíciles de detectar (y atacar), y, además, como todos los misiles balísticos, son difíciles de derribar.
Por contra, los EE. UU. solo despliegan armas nucleares en su aviación basada en tierra dotada con bombas B-61, de las que apenas hay 150 desplegadas en bases OTAN en Europa. Esto deja los aeródromos del continente casi inermes ante un ataque nuclear balístico y de misiles de crucero de alcance intermedio rusos, a lo que ha de sumarse el hecho de que aviación es muy vulnerable a ser derribada (disminuyendo la probabilidad de llegada del arma nuclear al objetivo, un cálculo esencial en todo intercambio nuclear) y que, para colmo, se tardan muchas horas en preparar y ejecutar un ataque con aviación y bombas de caída libre. Los misiles de crucero AGM-86 con ojivas W80, al tener que ser disparados desde bombarderos estratégicos necesitan aún muchas más horas para preparar y ejecutar un ataque, y son misiles que en la actualidad son muy vulnerables a las defensas aéreas integradas.
¿Por qué la Revisión Nuclear de 2018 propone dos nuevos tipos de armas nucleares de bajo rendimiento?
Las razones detrás de la probable introducción de misiles balísticos submarinos con armas de bajo rendimiento son:
- Puede iniciarse un ataque de manera inmediata y no con una tardanza de horas, caso de la aviación táctica.
- Los SLBM llegan en pocos minutos al objetivo.
- La plataforma de disparo es prácticamente invulnerable a un ataque ruso, dado el sigilo de los SSBN.
- La probabilidad de llegada al objetivo es también muy elevada, dada la dificultad de derribar los SLBM.
Por otro lado, la introducción de un misil de crucero con ojivas de bajo rendimiento responde a la necesidad de aumentar la flexibilidad. En este sentido, disparar un misil balístico delata la posición -aunque es cierto que con poca precisión de los valiosos submarinos lanzamisiles (SSBN). Par el contrario, disparar un misil de crucero [probablemente será una versión naval del nuevo misil sigiloso LRSO) expone a los mucho más prescindibles submarinos de ataque (SSN). Al ser estos muy difíciles de detectar, especialmente en su fase de lanzamiento, es casi imposible deducir la posición del submarino atacante. Como punto negativo, el misil de crucero tiene la desventaja que puede tardar horas en llegar al objetivo, lo que plantea problemas para la gestión de la crisis en una guerra nuclear limitada, ya que el ataque nuclear podría culminar una vez la crisis ya hubiera sido solucionada políticamente.
En otro orden de cosas, según algunos autores, el misil balístico plantea también un problema de ambigüedad estratégica al país atacado, ya que bajo ciertas circunstancias un ataque táctico y balístico puede confundirse con un ataque estratégico contra la cúpula enemiga, pudiendo provocar una reacción estratégica de represalia desproporcionada, masiva y estratégica a lo que era un ataque de naturaleza muy limitada y táctica. No obstante, esto es algo muy exagerado ya que el ataque de uno o dos misiles es muy difícil que pueda ser confundido con un ataque estratégico contra la estructura de mando y control nuclear nacional.
Por tanto, lo que ha impulsado a la Revisión Nuclear a proponer la introducción de esas dos nuevas armas, es la necesidad de recuperar unas capacidades nucleares tácticas que los EE. UU. habían decido dejar de tener de manera unilateral en 1991, mientras Rusia, de forma sabia, decidió conservar algunas de esas capacidades Con la introducción de estas dos nuevas armas, el arsenal nuclear táctico norteamericano recupera capacidades, ya que:
- Incrementa la probabilidad de llegada al objetivo de esas municiones nucleares.
- No invita a un primer ataque nuclear ruso contra las bases aéreas.
- Permite una respuesta inmediata y no de muchas horas, lo que mejora el control de la escalada nuclear.
- En ningún caso supondrá un cambio dramático en el equilibrio cuantitativo de armas nucleares entre las OTAN y Rusia, mientras que en el aspecto cualitativo tampoco supondrá ningún desequilibrio, sino que supondrá un reequilibrio.
El control de la escalada nuclear y «escalar para desescalar»
Una tercera asimetría a favor de Rusia (además de la actual ventaja en cuanto a número de armas tácticas y mejores vectores de lanzamiento) es la que podría denominarse asimetría doctrinal. Aunque hay un muy enconado debate entre los estudiosos de la doctrina nuclear rusa sobre cuestiones de detalle, lo cierto es que la actual doctrina nuclear de este país se basa en lo que numerosos autores han denominado «escalar para desescalar”.
Esto consiste en que, debido a la notable inferioridad en cuanto a armas convencionales por parte rusa, de darse un hipotético enfrentamiento a gran escala con la OTAN, estos llegarían a escalar el conflicto y emplear su armamento nuclear de forma limitada antes que perder una guerra que supusiera un peligro a la existencia de la Federación Rusa. En el caso que Rusia atacase una base aérea de la OTAN -o un grupo de combate de la armada norteamericana- con armamento nuclear de no muchos kilotones, para causar algunos miles de muertos y amenazar con una escalada nuclear aun superior, la OTAN tendría complicado responder de forma inmediata. precisa y con una alta probabilidad de éxito en su ejecución (por la inherentes limitación que tiene la aviación nuclear táctica).
Para disuadir un curso de acción como el descrito, los EE. UU. necesitan tener la capacidad de responder de forma adecuada y proporcionada (no amenazando con la destrucción masiva de Rusia, que provocaría a su vez una destrucción masiva en los EE. UU.) a un ataque nuclear limitado con un contraataque nuclear limitado y eficaz (no como hemos visto a propósito de la aviación táctica).
Beneficios estratégicos de las mininukes
Aunque las armas propuestas en la Revisión Nuclear son tácticas y de control de escalada, el debate de las armas nucleares de bajo rendimiento y las mininukes no se limita a lo táctico, sino que incumbe también al armamento de uso estratégico, ya que estas proporcionan tres beneficios: 1) disuasión; 2) control de daños; 3) consecución de los objetivos de política exterior.
Disuasión
Para disuadir que un adversario escale al uso nuclear limitado, los EE. UU. podrían plantearse la opción de desarrollar un arsenal nuclear contrafuerza para destruir in situ la mayor parte del arsenal nuclear enemigo, causando poco o nulo daño civil entre la población gracias a que:
- El uso de armamento nuclear de bajo rendimiento disminuye de manera considerable los daños colaterales en el país atacado (apenas se generan pequeños penachos de residuos nucleares) que pudiera desencadenar una represalia como venganza.
- Los EE. UU. podrían plantearse el desarrollo de armas nucleares de bajo rendimiento de gran precisión, usando tecnologías provenientes del programa Promp Global Strike, como la modificación convencional del misil Trident (CTM) con una precisión de unos 10 metros. Con una precisión tal, el empleo de una ojiva nuclear de un kilotón podría destruir los más endurecidos silos rusos de ICBM, Por otra parte, el radio de destrucción de camiones (que transportan los ICBM móviles) de una ojiva de un kilotón es nada menos que de 200 metros, lo que prácticamente asegura su aniquilación.
En caso de poder destruir una gran fracción del arsenal nuclear enemigo preventivamente (aproximándose al 100%) en un primer ataque, la disuasión nuclear se lograría no por la destrucción mutua y el terror nuclear, sino: por la pérdida de la credibilidad nuclear de uno de los adversarios. Evidentemente, tal tipo de disuasión nuclear dependerá del número de misiles enemigos que sobrevivan al primer ataque y de cuántos de estos podrían ser derribados por los sistemas de defensa estratégica, planteando un desafío particular el de la localización de los ICBM en patrulla, No obstante, no son pocos los académicos sobre temas de estrategia nuclear que alertan de los progresos realizados en cuanto a tecnologías emergentes para la detección y seguimiento de este tipo de blancos, algo de lo que hablaremos en los próximos números. En cualquier caso, el despliegue de armas nucleares de bajo rendimiento a mininukes tienen un gran beneficio potencial en el aspecto estratégico.
Control de daños
El control de daños es uno de los tipos básicos de estrategia nuclear disuasiva. La idea básica consiste en que, en un conflicto entre potencias nucleares, prevalecerá aquella que tenga más que ganar y menos que perder en caso de un hipotético intercambio nuclear. Si las dos potencias valoran por igual el objeto de disputa, pero una de las potencias sufriría en el intercambio nuclear la pérdida de unas pocas ciudades de tamaño mediano, mientras que otra potencia sufriría la destrucción de muchas de sus grandes ciudades, en una crisis nuclear prevalecerá la voluntad de la primera, La forma de lograr esa limitación de daños viene dada por tres elementos esenciales:
- La destrucción de una fracción importante del arsenal de represalia enemigo
- La eficacia de las defensas estratégicas.
- La eficacia de la defensa civil.
Las armas nucleares de baja rendimiento que desplegarían los EE. UU. entrarían en el primero de los elementos. destruyendo una fracción del arsenal adversario, Por otra parte, cabe mencionar que los rusos emplean cientos de armas nucleares de bajo rendimiento como defensa estratégica en sus sistemas antimisiles A-135 y 5-300.
Política exterior
Dado que los adversarios de los EE. UU. pueden emplear su armamento nuclear para disuadirles, esto podría afectar gravemente al éxito en la consecución de su política exterior. Por ejemplo, en caso de que Libia hubiera tenido ICBM y ojivas nucleares en número suficiente para alcanzar territorio continental estadounidense o destruir un grupo de portaaviones o de ataque anfibio, lo lógico es que la OTAN no hubiera empezado la campaña aérea para derrocar el régimen de Gadafi.
En otras zonas de conflicto, como la península de Corea o las islas en disputa en los mares de China, tiene efectos muy graves en la disuasión extendida norteamericana que protege sus aliados regionales, pudiéndose producir un decoupling o desenganche entre los EE. UU. y estos últimos. Al menos si llegan a la conclusión de que los EE. UU. no estarían dispuestos a sacrificar miles de vidas estadounidenses para defender los intereses de Corea del Sur o Japón. Por lo tanto, las armas nucleares de bajo rendimiento como las mininukes, al revertir ese tipo de situaciones, ya sea mediante disuasión directa o limitación de daños, tienen efectos muy positivos en la libertad de acción estadounidense y en su gran estrategia.
Costes estratégicos de las mininukes y las armas nucleares de bajo rendimiento
Las mininukes y las armas nucleares de bajo rendimiento también plantean diferentes costes, entre los que cabe citar tres: 1) carrera de armamentos; 2) uso intencionado; 3) uso no intencionado.
Mininukes, proliferación y carrera de armamentos
El desarrollo y despliegue de estas nuevas armas podría inducir a los adversarios de los EE. UU. a desarrollar su propio arsenal nuclear ofensivo o expandir el que ya tengan mediante una carrera de armamentos. Todo para no acabar sufriendo un cambio de régimen o una campaña de coerción estratégica.
Esto es algo que ya explicáramos en la edición digital de esta revista, en concreto en el artículo «La estrategia nuclear de Corea del Norte». En concreto, en dicha artículo se explicaba cómo se ha llegado a la actual situación la península coreana después de que:
1) Kim Jong-un adoptara una estrategia nuclear de represalia masiva asegurada.
2) Esto indujese a surcoreanos y estadounidenses a adoptar contramedidas ofensivas para anular dicha estrategia (disuasión activa y OPLAN-5015)
3) Como consecuencia, los norcoreanos adoptaron medidas de warfighting nuclear, lo que ha generado una gran inestabilidad estratégica entre Corea del Norte y sus enemigos.
Uso nuclear temprano intencionado por adversarios
Como los enemigos de Estados dos se enfrentan al riesgo de perder su arsenal por un ataque preventivo, podrían verse tentados a escalar el conflicto a lo nuclear de manera anticipada y conseguir desescalarlo de ese modo, forzando negociaciones diplomáticas. En este tipo de escenario, las armas nucleares de bajo rendimiento estratégicas no habrían contribuido a la disuasión sino a todo lo contrario, impidiendo además la consecución de los objetivos de la política exterior norteamericana.
Inestabilidad de la crisis y uso no intencionado
Si los adversarios de los EE. UU., ante la eficacia de su armamento ofensivo estratégico, temen poder sufrir un ataque decapitador durante una crisis nuclear, para asegurar el uso nuclear una vez se inician las hostilidades. deberían decidir delegar el disparo de su armamento nuclear bajo determinadas circunstancias. Esto podría provocar un uso accidental por parte de los mandos en quienes ha recaído esa responsabilidad desde la cúpula gubernamental, tal y como de manera muy vivida se refleja en la famosa película Marea Roja.
Armas usables y umbral nuclear
Un arma nuclear más usable, como podrían ser las mininukes, no implica una reducción del umbral nuclear, sino que la lógica paradójica del armamento nuclear genera el efecto contrario.
De manera sorprendente, no pocos supuestos especialistas en temas nucleares han estado afirmando que las armas nucleares de bajo rendimiento de la Revisión Nuclear son más usables, que ello rebaja el umbral nuclear y que, por consiguiente, hacen que la guerra nuclear sea más probable. En realidad, el armamento nuclear y la lógica de la disuasión opera de manera contraria y paradójica. Cuando las armas de represalia y defensa son más usables, la probabilidad de que se usen son mayores, aumentando severamente los costes para el actor al que se intenta disuadir. Si los costes de iniciar una acción son muy elevados, esa acción no se llevará a cabo, por lo que las armas usables han conseguido elevar el umbral de inicio de conflicto, disminuyendo así la probabilidad de guerra.
Es decir, el umbral es la relación entre los costes y los beneficios, y delimita el punto en el que iniciar una guerra se vuelve aceptable. De esta forma, si un arma de disuasión es usable y eficaz, esta eleva el umbral al aumentar los costes al agresor, tal y como hizo la OTAN desplegando gran cantidad de artillería atómica táctica contra el Pacto de Varsovia, o como plantea la Revisión Nuclear con las dos nuevas armas para uso táctico y control de escalada. No obstante, como se ha explicado antes, las armas de uso estratégico ofensivo nuclear de bajo rendimiento como las mininukes podrían tanto contribuir a la disuasión (aumentando el umbral) como a todo lo contrario (rebajándolo), dependiendo el resultado de variables políticas y de otra índole que se explicarán es posteriores artículos.
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ARMAMENTO NUCLEAR: CONSIDERACIONES EN TORNO AL “TRATADO DE NO PROLIFERACION DE ARMAS NUCLEARES” (TNP)
El Tratado de No Proliferación Nuclear (NPT, Nuclear Non-Proliferation Treaty) es un tratado abierto a la firma el 1 de julio de 1968, en vigor desde el 5 de marzo de 1970, que restringe la posesión de armas nucleares y forma parte por tanto de los esfuerzos de la comunidad internacional para impedir la proliferación de armas de destrucción masiva. Lo integra la gran mayoría de los Estados soberanos (190). Solo a cinco Estados se les permitió la posesión de armas nucleares: Estados Unidos (firmante en 1968), Reino Unido (1968), Francia (1992), Unión Soviética (1968, sustituida por Rusia), República Popular China (1992). La condición especial de estos cinco «Estados Nuclearmente Armados» (NWS o Nuclear Weapons States) se definió a partir de que eran los únicos que habían detonado un ensayo nuclear antes de 1967. Además, son los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Wikipedia).
Por Jesús Díaz Formoso
Punto Crítico, 1995
ARMAMENTO NUCLEAR
Desde el 9 de noviembre de 1.989, fecha de la caída del muro de Berlín y la instauración del Nuevo Orden Internacional, con la desaparición en 1.991 del Pacto de Varsovia, es evidente que las relaciones internacionales han entrado en una nueva etapa. Sin embargo, el objetivo de la paz y la cooperación internacional está lejos de lograrse. Nuevos problemas se han desvelado como consecuencia de la bancarrota económica y social del bloque comunista, tanto en Europa como en otras áreas del mundo. La inestabilidad política interna de Rusia, la violencia del nacionalismo étnico y el fundamentalismo religioso, amenazan continuamente la paz y la seguridad de todos, en especial de Europa. Los acontecimientos históricos iniciados en 1.989 conllevan un importante reto para el futuro: la eliminación progresiva de las armas de destrucción masiva, y la reducción de los armamentos convencionales, así como el control sobre el comercio de armas y la disminución de gastos militares, de forma que se pueda estabilizar el Este europeo, y comenzar una ayuda decidida y eficaz al Sur, para intentar superar su miseria, aunque solo sea con la finalidad de garantizar una mayor seguridad del Norte.
Se ha expresado por parte de diversos autores la esperanza de que el actual desarme militar en curso suscite paralelamente el «rearme ambiental» (J. Allende) lo que, de producirse, haría posible la reparación y prevención de los daños ambientales. Si los recursos inicialmente precisos implicasen cifras del orden de 150.000 millones de dólares al año, ello supondría sólo la sexta parte del presupuesto militar del mundo, que, según estimaciones de Lester Brown, director del Worldwatch Institute, de Washington, en 1.990 suponía alrededor de 900.000 millones de dólares. Como la Asamblea general de la UICN puso de relieve, una estrategia realista para la conservación de la naturaleza debe apoyarse en acciones dirigidas a la protección de los derechos humanos, desarrollo económico, demografía, energía y alimentos.
Es evidente que nos encontramos ante un enorme reto para la industria. El mercado del medio ambiente es el sector productivo y de ser vicios de mayor crecimiento y proyección actual y futura. El cumplimiento de la normativa de protección ambiental será demandado por la gran industria, como modo de generar pedidos de equipos para el tratamiento de aguas, gestión de residuos o control de la contaminación atmosférica, e incluso de servicios relacionados con el medio ambiente, muy especialmente en el sector de seguros y banca. De hecho, podemos asegurar que la industria medioambiental es la única capaz de asumir el vacío que la industria armamentística irá paulatinamente dejando.
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CONSIDERACIONES EN TORNO AL “TRATADO DE NO PROLIFERACION DE ARMAS NUCLEARES” (TNP)
El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado el I de Julio de 1968, entró en vigor el 5 de marzo de 1970. Promovido por la antigua U.R.S.S., los EE.UU. y el Reino Unido, y son parte de él 167 Estados, entre ellos España desde 1987.
Prohíbe a los Estados poseedores de armas nucleares la transferencia bien de armas nucleares, bien de la tecnología que permita fabricarlas o de sus componentes explosivos o del control sobre las armas nucleares, así como la ayuda o inducción sobre los Estados no poseedores a su producción o adquisición. A su vez, estos se comprometen a no adquirir armas nucleares ni sus componentes, y a utilizar la energía nuclear únicamente con fines pacíficos.
El tratado distingue entre la No Proliferación Horizontal, que prohíbe tener armas nucleares a quienes no las tienen, y la No Proliferación Vertical, que consolida el derecho de los cinco Estados oficialmente reconocidos por el Tratado como poseedores de armas nucleares (EE.UU., Francia, Reino Unido, China y los países nucleares desgajados de la antigua U.R.S.S.) a seguir teniendo estos armamentos, sin límites cuantitativos ni cualitativos. Es un tratado discriminatorio, pese a compensar a los Estados no nucleares con facilidades para el acceso a la energía nuclear con fines pacíficos, bajo fuertes controles, y con la promesa de las tres negociaciones de buena fe para el cese de la carrera de armamentos, encaminadas al desarme.
El TNP se concibió originariamente como un acuerdo provisional, en tanto tenían lugar el desarme nuclear. Los Estados firmantes acordaron revisar el Tratado 25 años después de su entrada en vigor. La Conferencia de Revisión y Extensión del TNP, celebrada en New York ese año, contaba con dos alternativas, bien prolongar en forma indefinida el Tratado, bien prolongarlo por períodos de tiempo adicionales. Los Estados poseedores de armamento atómico han conseguido que el TNP se entienda de forma indefinida, con el argumento de que constituye un obstáculo efectivo a la proliferación nuclear. Sin embargo, la opinión de sus detractores es que constituye un acuerdo que ha resultado incapaz de librar al mundo de la amenaza nuclear.
Se puede afirmar que el TNP ha fracaso en su objetivo de iniciar un proceso de desarme nuclear. En el artículo VI del Tratado se asume el compromiso por parte de los países signatarios, de emprender este desarme y acabar con la carrera armamentística, así como de firmar y tratado de desarme general y completo. Sin embargo, no se dan plazos de tiempo para el cumplimiento de este compromiso. La carrera armamentística nuclear ha provocado la realización de más de 2.000 pruebas nucleares, y ha producido más de 127.000 armas atómicas, la mayoría de las cuales se han desplegado con posterioridad a la entrada en vigor del TNP.
Las tensiones regionales hacen que otros Estados persigan entrar, aun de manera no oficial, en el llamado “CLUB NUCLEAR”, reforzando la idea clásica anterior a 1.945, conocida como Doctrina Clausewitz, de que la guerra “no es más que la política del Estado perseguida con otros medios”, en el sentido de que la bomba nuclear es un poderoso instrumento político, olvidando que la finalidad de la guerra –la victoria – es imposible de lograr en un conflicto nuclear. Además, ha de resaltarse el hecho de que algunos países sospechosos de estar desarrollando programas de armamento nuclear no son miembros del TNP.
Otros de los fracasos que se achacan al TNP es el no haber conseguido evitar que naciones que si son miembros del TNP, obtengan tecnología para la fabricación de armamento nuclear, en algunos casos con la ayuda directa de Estados poseedores de armas nucleares: países como Japón, Alemania o Corea del Norte, podrían calificarse como países potenciales poseedores de armas nucleares, si los criterios fueran los de disponer de la capacidad técnica suficiente y poseer los componentes y los materiales utilizables en su fabricación.
El articulo III del Tratado concreta el compromiso, por parte de los países no poseedores de armas nucleares, de aceptar el sistema de salvaguardas supervisado por la O.I.E.A. (Organismo Internacional de la Energía Atómica) para evitar la desviación de material y tecnología nuclear a programas de armamento nuclear. Este Organismo, creado hace 35 años para promocionar la energía nuclear, parece no ser el más adecuado para la función fiscalidad del Tratado, por un posible conflicto entre ambas atribuciones. Un ejemplo de las deficiencias de esta fórmula es la forma en que Iraq, mientras realizaba un programa de armas nucleares, presentaba un expediente limpio después de inspecciones regulares de la OIEA. Tres meses después de la invasión de Kuwait, el OIEA verificaba de nuevo que no se había producido ninguna desviación de materiales nucleares del programa nuclear civil hacia usos militares. Durante muchos años, varios países, entre ellos Alemania, Reino Unido, Francia y la antigua URSS, Vendieron tecnología y materiales nucleares a Iraq. Sin embargo, después dela guerra del Golfo, nuevas inspecciones de la OIEA, forzadas por la ONU, descubrieron que Iraq había sido capaz de desarrollar secretamente un programa para enriquecer Uranio, utilizable en armas nucleares. La OIEA reconoce que es técnicamente imposible inventariar todo el Plutonio separado en las plantas de reprocesamiento comerciales, y otro tanto cabe decir de las grandes plantas de fabricación de combustible.
Existen también otra serie de Tratados que tocan el tema de las pruebas nucleares, entre los cuales podemos destacar los siguientes:
En primer lugar, dos tratados entre los EE.UU. y la antigua URSS, sobre limitación de los ensayos subterráneos con armas nucleares de 3 de 1.974, y sobre explosiones nucleares subterráneas con fines pacíficos, de 18 de mayo de 1976.
Ninguno de ellos ha entrado en vigor, pero las partes se comprometieron a observar sus limitaciones hasta su ratificación.
El primer tratado prohíbe las pruebas con armas nucleares con más de 150 kt de potencia, y limita los demás. Sin embargo, se consideraba que una o dos pruebas por año no constituían infracción al tratado. El segundo prohíbe las explosiones con fines pacíficos, por encima de 150 Kt, y preveía el accedo a los emplazamientos de pruebas en algunos casos. Se firmaron junto al tratado START I dos Protocolos a ambos tratados que regulaban los métodos de verificación de las pruebas nucleares subterráneas.
También ha de ser destacado el tratado por el que se prohíben los ensayos con armas nucleares en la atmosfera, en el espacio ultraterrestre y debajo del agua, de 5 de agosto de 1.963, en vigor desde el 10 de octubre de 1.963, del que son parte 120 Estados, entre ellos España.
Prohíbe realizar ensayos explosivos con armas nucleares en las zonas mencionadas, entendiendo por agua el Mar Territorial y el Alta Mar, y también si la explosión origina residuos radiactivos fuera de los límites territoriales del Estado bajo cuya jurisdicción o control se produjo la explosión.
En realidad, es una prohibición parcial de ensayos nucleares que no impide los ensayos subterráneos, ni las explosiones con fines pacíficos. Este tratado fue promovido por los EE.UU., la URSS y Gran Bretaña, negándose Francia y China a firmarlo, por considerar que iba destinado a frenar sus esfuerzos para con solidarse como potencias nucleares.
Otro bloque de tratados lo constituyen los que prohíben la nuclearización de ciertas zonas, como la Antártida, el Espacio Ultraterrestre, incluida la Luna y otros cuerpos celestes, los Fondos marinos y Oceánicos y Latinoamérica.
Hay que hacer especial mención al Tratado de RAROTONGA de 6 de agosto de 1.985 por el que se crea una zona libre de armas nucleares en el Pacífico Sur, en vigor desde el II de diciembre de 1.986. Son partes en este Tratado Australia, Islas Cook, Fidji, Kiribati, Nauru, Nueva Zelanda, Niue, Papúa Nueva Guinea, Samoa Occidental, Islas Salomón y Tuvalu. En virtud de este tratado se prohíbe la fabricación o adquisición de ingenios explosivos nucleares, así como el establecimiento o cualquier forma de posesión y las pruebas nucleares.
LA CARRERA ARMAMENTISTICA NUCLEAR HA PROVOCADO LA REALIZACION DE MAS DE 2.000 PRUEBAS NUCLEARES, Y HA PRODUCIDO MAS DE 125.000 ARMAS ATOMICAS, LA MAYORIA DE LAS CUALES SE HAN DESPLEGADO CON POSTERIORIDAD A LA ENTRADA EN VIGOR DEL TNP.
Incluye tres Protocolos. Por el Protocolo 1, Francia. Reino Unido y los EE.UU. aplicarían el tratado en los territorios situados en esa zona de los que sean internacionalmente responsables. En el Protocolo II, China, Reino Unido, Francia, EE.UU. y la URSS, se comprometían a no amenazar con el uso de armas nucleares contra las partes del tratado, ni a los territorios dentro de la zona de los que son responsables. Por el Protocolo III esos mismos Estados se comprometen a no realizar pruebas nucleares en ningún lugar de la zona.
Finalmente, existen diversas acciones de las Naciones Unidas en favor del desarme y del control de armamentos, basadas en la competencia que el Articulo II de la Carta de las N.U. atribuye a la Asamblea General para hacer recomendaciones a sus miembros y al consejo de seguridad sobre los principios generales de la cooperación en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, entre los que se encuentran los principios del desarme y la regulación de armamentos. En el primer período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las N.U. celebrado del 23 de Marzo al 1 de Julio de 1.978, se aprobó un Documento final que comprende una Declaración, un Programa de acción y Recomendaciones relativas a las negociaciones sobre el desarme, que pese a su no desarrollo, constituye el consenso más amplio logrado en esta materia hasta la fecha. Entre las medidas del Programa de acción destaca el establecimiento de un calendario que se convenga para reducir progresiva y equilibradamente los stocks de armas nuclea res, así como la necesidad de poner fin al perfeccionamiento cualitativo de los sistemas de armas nucleares y de su producción, el cese de las pruebas nucleares y la delimitación de zonas exentas de armas nucleares. Por otra parte, creó una Comisión de Desarme, de carácter deliberante, compuesto por todos los miembros de la Asamblea y un Comité de Desarme, como órgano de negociación, de carácter restringido, que reúne a 40 Estados, y es el único foro de negociación en el que se congregan las cinco potencias nucleares y los principales países industrializados.
TIPOLOGIA DEL ARMAMENTO NUCLEAR
Las armas nucleares, en función de su alcance se dividen, como luego veremos, en Armas nucleares tácticas, intermedias y estratégicas. Su funciona miento es el siguiente: la cabeza u ojiva nuclear (artefacto nuclear explosivo) es lanzado desde una plataforma, que puede estar situada en tierra (Silo) o en una nave, submarino o aeronave. Es transportada por el Proyectil o Vector (Misil) hasta el objetivo.
Existen varios tipos de Misiles, en función de su sistema de dirección: Por un lado, está el Misil Balístico, que tienen una trayectoria fija (inercial), y por otro lado tenemos los misiles Crucero, que se orientan informáticamente hacia un blanco determinado y pueden seguir su trayectoria, sorteando obstáculos. Estos últimos vuelan muy bajo y a nivel subsónico, por lo que se consideran armas de respuesta.
Los proyectiles pueden estar dotados de una o varias Ojivas (cabezas nucleares). En caso de ser varias, en la fase de reentrada en la atmósfera son conducidas por vehículos diferentes, autodireccionados, por lo que pueden alcanzar blancos diferentes. Su nombre es MIRV (Multiplex Independently Targetable Re-entry Vehicle).
LAS FUERZAS NUCLEARES TÁCTICAS O DE TEATRO (TNF)
Son de corto alcance, hasta mil Km., y también pueden ser de muy corto alcance, quinientos Km. Van montadas sobre armamento convencional. Se trata de armamento para ser utilizado en el teatro de una guerra convencional, de potencia limitada. Son peligrosas por el riesgo de introducir una escalada nuclear en el marco de un conflicto clásico. Desde 1.991 comenzó su eliminación.
LAS FUERZAS NUCLEARES DE ALCANCE MEDIO E INTERMEDIO (INF O FNI)
Igual que las anteriores, sirven a una estrategia de respuesta flexible ante un eventual ataque, pero se pueden aproximar a objetivos intercontinentales, por lo que pueden ser consideradas «de respuesta masiva«.
Las de alcance medio pue den alcanzar de los 1.000 a los 2.500 Km., como el «Pershing II» de los EE.UU. Las de alcance intermedio pueden lograr blancos entre los 2.500 y los 6.500 Km., como los misiles balísticos soviéticos SS 5 y SS-20, o los Tomahawk de los EE.UU.
Desde el Acuerdo de 8 de diciembre de 1.987 se han eliminado estas fuerzas nucleares del territorio europeo.
FUERZAS NUCLEARES ESTRATÉGICAS O DE ALCANCE INTERCONTINENTAL
Son los ICBMs (Intercontinental Ballistic Missile). Pueden alcanzar blancos a más de 6.500 Km. y hasta unos 16.000 Km en treinta minutos.
Pueden tener una base terrestre en plataformas móviles o en silos reforzados, si bien en este caso son muy vulnerables a ataques con proyectiles MIRV, por lo que situaciones de crisis resultan muy inestables, pues ante el temor de ser destruidos, se puede decidir su lanzamiento apresurado.
Para evitar esto, se diversifica su almacenamiento en bombarderos de gran autonomía de vuelo, como los Tupolev o los B-52. Esto los hace «políticamente seguros«, pues una vez despeguen se puede ordenar su regreso o el cambio de blancos, aunque son vulnerables y consumen tiempo en el vuelo, por lo que se utilizan como armas de respuesta. También se pueden transportar en submarinos (SLBM – Sea Launched Ballistic Missile). En este caso resultan invulnerables a los sistemas de detección, y son políticamente estables, pero resultan imprecisos.
LA GUERRA DE LAS GALAXIAS Y OTROS ADELANTOS EN INVESTIGACIÓN
La Bomba de Neutrones es una bomba de radiación aumentada y explosión reducida. Sus efectos selectivos mata al hombre, pero conserva sus bienes materiales hicieron que fuese muy contestada socialmente, suspendiéndose su producción en 1.978.
La Bomba de Radiación Residual Reducida (bomba RRR) que reduce la radiación e incrementa su poder explosivo por medio de la masa de revestimiento del arma.
Finalmente, la denominada Guerra de las Galaxias (SDI Strategic Defense Iniciative), fue propuesta en 1.983 por el Presidente Reagan, a consecuencia de un cambio en la estrategia de seguridad de los EE.UU. Se aprobó un programa de investigación durante diez años a un costo muy elevado. Estaba orientada a un sistema de detección, identificación y destrucción de los misiles enemigos en el espacio, antes de que lleguen a su objetivo. Evitaría los riesgos del Sistema Antibalístico ABM, único permitido por los acuerdos SALT I, que intercepta el misil en la fase de reentrada en la atmósfera, poco antes de alcanzar el blanco.
LAS POLITICAS DE DEFENSA: M.A.D. (Destrucción Mutua Asegurada)
El armamento nuclear supone una escalada cualitativa muy Importante respecto del armamento convencional. Este último está constituido por las fuerzas clásicas de infantería, artillería, o fuerzas navales y aéreas. El armamento nuclear aparece con fuerza entre los años 1.945 y 1.990, años en que el concepto de Seguridad adquirió tintes ideológicos pues, más que la integridad de las fronteras, los Estados protegían un sistema de vida que podía verse amenazado por la puesta en peligro de sistemas similares en otros Estados. Por ello se institucionalizó la política de bloques (OTAN- Pacto de Varsovia). La noción de Seguridad se desplaza del concepto de Seguridad Nacional al de Seguridad Regional, por la que ambos bloques planificaron su defensa en el sentido de incrementar la capacidad de resistencia ante un ata que del otro bloque.
Los acontecimientos producidos desde la caída del muro de Berlín y de la URRS han supuesto el fin de las amenazas contra el modelo de sociedad y de la confrontación entre bloques. Sin embargo, el Nuevo Orden Mundial no ha supuesto la remisión de la conflictividad armada internacional. Buena prueba de ello es la actual situación de los Balcanes, marcada por la pretensión de la Alemania unificada de mantener los países de su órbita divididos en pequeños Estados, junto a la posición Rusa, que conserva el status de gran potencia heredado de la URSS, quien debido a sus intereses estratégicos apoya, al igual que en anteriores conflictos bélicos, la expansión de Serbia Montenegro.
Procede por tanto, hacer un repaso de la situación vivida hasta hace unos años, cuyo significado puede resultar revelador acerca del verdadero potencial destructor de la carrera armamentística, aún aplicada a una escala espacial más reducida..
Tienen por finalidad disuadir al adversario de sus planes agresivos y reflejan la aspiración de los Estados a seguridad. Hasta 1.989. podemos definir la posición de la URSS como invariable, sin embargo la de los EE.UU, ha estado sujeta a importantes v variaciones.
Los EE.UU. disfrutaron durante la década de los cincuenta de una superioridad nuclear, frente al mayor potencial de la URSS en armamento convencional. Por ello, su política defensiva se inspiraba en la estrategia de la respuesta nuclear masiva. Sin embargo, la URSS comenzó la fabricación de nuclear en 1.953, por lo que se varió la fundamentación de la disuasión, hacia la llamada respuesta asimétrica o flexible, basada en una respuesta no determinada de antemano, en la que cabía la escalada nuclear estratégica. Esta doctrina se simultaneó, en la etapa que va desde la década de los sesenta, hasta el término del mandato del Presidente Carter, con una política de cooperación con la URSS en materia de limitación de armamentos, en la que se pueden incluir diversos tratados, como los acuerdos sobre el cese de pruebas nucleares, el Acta Final de Helsinki en el marco de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa, el Tratado de No Proliferación, o los Acuerdos SALT I y SALT II.
De la cooperación entre los EE.UU. y la URSS en los acuerdos SALT I y II surgirá una doctrina defensiva común, la M.A.D. (Destrucción Mutua Asegurada), que, basada en el control de la simetría de las armas de alcance inter continental, inspiró la disuasión hasta 1.983, y que por paradójico que parezca, fue la idea que inspiró los primeros acuerdos bilaterales sobre limitación de armamentos, basados en el equilibrio del terror. También se consolidó el rearme en cuanto a las armas nucleares ofensivas hasta niveles simétricos, para evitar situaciones de desequilibrio, y a la vez que se acumulaba armamento nuclear ofensivo, se restringían los sistemas defensivos, convirtiéndose la población civil de cada Estado en rehén del otro.
Sin embargo, los primeros atisbos de la crisis del sistema MAD se produjeron en 1.979, con el despliegue en Europa y Asia de los misiles SS-20 soviéticos, que como fuerza de alcance intermedio no estaban prohibidos por los acuerdos SALT, que afectaban a las fuerzas nucleares intercontinentales. Sin embargo, con los SS-20, la URSS alcanzaba la superioridad cualitativa y cuantitativa sobre los EE.UU. en las armas nucleares de alcance intermedio (INF), además de su ya tradicional ventaja en armamento convencional. Ante un eventual ataque soviético sobre Europa, los EE.UU. no disponían de proyectiles nucleares capaces de alcanzar la URSS desde Europa. Se debilitaba la disuasión, ya que la defensa de la OTAN exigía utilizar los misiles intercontinentales, arriesgando los EE.UU. su propia defensa y alentando la escalada nuclear total. Por ello aparece la doctrina de la respuesta flexible en una guerra nuclear limitada a Europa, ante la falta de credibilidad del equilibrio del terror a través de las armas estratégicas o de alcance intercontinental.
La creencia por parte de los EE.UU. de que su país con la nueva situación se había convertido en territorio fuera del peligro nuclear, que quedaría circunscrito a Europa como parte de la guerra nuclear «limitada», aumentó los riesgos de que se produjese una guerra nuclear, en la medida en que podría ser menos destructiva, y generó una nueva carrera de armamentos de alcance inter medio.
En 1.979 el Consejo Atlántico (OTAN), adoptó la llamada «doble decisión«: por una parte, producir 572 misiles de alcance medio (108 Pershing II – arma de primer ataque con alcance de más de 1.000 Km, a instalar en la RFA) e intermedio (464 GLMC Tomahawk – Misiles crucero con alcance de 2.500 Km, arma de represalia, a instalar en el Reino Unido, Italia, RFA, Bélgica y Holanda), y por otra parte, se acordó también iniciar negociaciones entre los EE.UU. y la URSS sobre limitación de estas FNIs (Fuerzas Nucleares Intermedias), que se plasmó en las Conversaciones de Ginebra, de Noviembre de 1.981 a Noviembre de 1.983. Por su parte, la URSS siguió desplegando los SS-20 (con 3 olivas y un alcance de 5.000 Km). y en respuesta a la «doble decisión», inició la producción de los SS-20 de nueva serie (alcance de 900 Km), y los SS-23 (500 Km), a instalar en Checoslovaquia y la RDA.
En la estrategia de los EE.UU, ha estado presente la doctrina del primer uso de las armas nucleares, como respuesta graduada y de guerra nuclear limitada a Europa, ante un ata que, incluso no nuclear, soviético. Es decir, la OTAN ha mostrado su disponibilidad a ser la primera en cruzar el «umbral nuclear», motivada por el hecho de que, ante la superioridad de armamento convencional soviética, el no actuar así supondría dejar a la OTAN expuesta a una agresión clásica. Esto supondría para Europa el tener que contraatacar con una respuesta nuclear, con lo que se tendieron a incrementar los gastos en armamento convencional, en un intento de fortalecer su defensa no nuclear.
La posición de la antigua URSS ha sido constante en expresas y reiteradas declaraciones de que no sería el primer Estado en recurrir a la armas nucleares, con lo que su respuesta nuclear sólo se produciría ante un ata que nuclear, conforme a los principios del Derecho Internacional de los Conflictos armados sobre la proporcionalidad entre ataque y defensa. Pero. por otra parte, defendía la MAD, la llamada «paz nuclear», o Destrucción Mutua Asegurada, sobre la base de la paridad del armamento estratégico o de alcance intercontinental, conforme a los Acuerdos SALT.
Sin embargo, en 1.983, la MAD va a sufrir una nueva gran crisis, con el anuncio del Programa de Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) o «guerra de las galaxias». Este Proyecto significó una alternativa frente a la destrucción total asegurada, pues supuso la posibilidad efectiva de defensa ante los ataques nucleares. Sin embargo, esta iniciativa fue desestabilizadora, pues una guerra nuclear menos destructiva, tendría más posibilidades de producirse, y el poseedor de esta nueva tecnología podría creer que en este tipo de guerra si sería posible que hubiese un vencedor. También podría animar un ataque por sorpresa, con la seguridad del contener la represalia.
Pero, sobre todo, la SDI violaba los acuerdos sobre limitación de armamentos: defensivos (SALT I) y el principio de la desmilitarización y el uso pacífico del espacio ultraterrestre. Además, este sistema no ampararía a Europa, pudiendo incrementar la amenaza nuclear sobre la OTAN. Por otra parte, si la URSS pudiera desarrollar un sistema similar, el caos en Europa sería total.
Sin embargo, con la llegada de Gorbachov al poder, en Marzo de 1.985, las relaciones Este-Oeste alcanzan un nuevo nivel. Este presidente, ante la gravísima crisis económica por la que atravesaba la URSS, optó por el diálogo, con propuestas de reducción y eliminación de los armamentos, incluso unilateralmente, como la retirada de todas las tropas de Afganistán, la reducción de la presencia en la RDA y en otros países del Este, o la reducción de sus gastos militares.
Al superarse la política de bloques, se ha llegado a un nuevo concepto de Seguridad, la seguridad común y compartida, que tras la disolución del Pacto de Varsovia, y la reestructuración de la OTAN hacia una organización de mayor carácter político, ha pasado al instrumentarse en una reforzada Conferencia de Cooperación Y Seguridad en Europa (CSCE) la nueva doctrina de la Seguridad Común, centrada en una «defensa defensiva». Esto ha hecho posible pasar más allá del Tratado de eliminación de las INF de base terrestre, en 1.987, hasta una importante reducción de las Fuerzas Convencionales en Europa, o a que los EE.UU. limiten su Proyecto de Defensa Espacial (SDI) a la etapa de investigación, sin desplegarlo efectivamente. También la retirada soviética de los países del Este, la firma de Acuerdos de Eliminación parcial, pero sustancial, de armas estratégicas (START I y II) y las de muy corto alcance de la URSS y los EE.UU., o la eliminación del 80% de las armas químicas, entre otros.
LAS NEGIOCIACIONES SOBRE CONTROL DE ARMAMENTOS
Pese a la dicción literal del enunciado, no puede ser toma do al ple de la letra, pues en muchos casos fueron precedidas de decisiones previas de incremento de los arsenales o bien fijaron techos muy generosos o incluso, la búsqueda de la igualdad sirvió de pretexto para acelerar la carrera armamentística.
El control de armamentos como medio de lograr el equilibrio, llevó a diferenciar las negociaciones por sectores de los arsenales militares, buscando la paridad y llevando las negociaciones por cada tipo o sector de armamento.
Hasta 1.987 las negociaciones sobre control de armamentos versaban sobre el control del rearme. El verdadero desarme, que supone la liberación de recursos para aplicar al bienestar humano y al llamado «rearme ambiental», está aún por llegar. No obstante, desde el Tratado INF de 1.987, y luego con el Tratado sobre Fuerzas Convencionales (CFE) de 1.990, se eliminan verdaderamente armamentos, mediante la destrucción material de los mismos en presencia de observadores militares de otros Estados. Pese a ello, no se ha impedido el acceso a la tecnología nuclear militar por parte de países como Israel, Brasil, Pakistán, India, Irán, Irak, Sudáfrica o Corea del Norte.
ACUERDOS SALT I (STRATEGIC ARMS LIMITATION TALKS)
Comenzaron estas negociaciones en noviembre de 1.969, dando lugar a tres acuerdos que regulan las fuerzas nucleares estratégicas, defensivas y ofensivas de los EE.UU. y la URSS.
I.- Tratado A.B.M.., de limitación de misiles antibalísticos: entró en vigor el 3 de octubre de 1.972 y es la máxima expresión de la doctrina de la MAD (Destrucción Mútua Asegurada). Es de duración ilimitada y afecta únicamente a las armas defensivas, prohibiendo el despliegue de sistemas de defensa de misiles antibalísticos en el territorio de ambas partes, salvo en dos áreas expresamente permitidas a cada parte (Moscú, Washington y un complejo de ICBMS a cada parte), alejadas entre sí por 1.500 Km. A la vez se comprometen a no desarrollar, probar o desplegar sistemas ABM con base en el mar, en el aire, espacio o móviles en tierra, ni sistemas ABM con interceptores. múltiples, que pudiesen contrarrestar los ICBMS con ojivas múltiples o MIRV.
2.- Protocolo al tratado A.M.B.: entró en vigor el 25 de mayo de 1.976. Se reducía a una sola el área de emplazamiento de sistemas de misiles anti misiles (ABM). La URSS decidió mantener el de Moscú, mientras los EE.UU. defendieron un emplazamiento de ICBMs en Grand Fork, Dakota del Norte, finalmente desmantelado por costoso e ineficaz.
3.-Acuerdo provisional sobre cier tas medidas para limitar las armas estratégicas ofensivas. Entró en vigor el 3 de Octubre de 1.972, con una duración de 5 años, aunque en 1.977 ambas partes acordaron abstenerse de actuar de forma incompatible con el Tratado. Fija un número máximo de ICBMS (Intercontinental Ballistic Missile) y SLBMs (Sea Launched Ballistic Missile) para la URSS de 2.385 vectores y para los EE.UU. de 1790 vectores. No se podían reconvertir SLBMs en ICBMs, por ser estos últimos más desestabilizadores.
En la negociación SALT I no se incluyeron los bombarderos estratégicos, donde los EE.UU. tenían neta superioridad, y esa era la razón de la disparidad, que por otra parte también se compensaba por la superioridad de la precisión de los proyectiles de los EE.UU., que además estaban dotados de cabezas MIRV, desconocidas entonces para la URSS. Sin embargo, la URSS no tardaría en igualar las características de los proyectiles, entre 1.973 y 1.976, modernización no prohibida por el acuerdo, pero que desvirtuaba el equilibrio de fuerzas en base al cual se concluyó el Tratado.
TRATADO ENTRE LOS EE.UU. Y LA URSS SOBRE LIMITACIÓN DE ARMAS ESTRATEGICAS U OFENSIVAS: TRATADO SALT II Y SU PROTOCOLO
Firmado el 18 de junio de 1.979, no entró nunca en vigor, pero. ambos Estados se comprometieron a respetar sus obligaciones. Imponía un techo total de 2.400 vectores en los arsenales de misiles balísticos inter continentales, cualquiera que fuese su base de lanzamiento, tierra, mar o aire, así como de proyectiles aire superficie de alcance superior a 600 Km. Se establecieron límites muy generosos que no impidieron el desarrollo de nuevos misiles. Es éste un acuerdo sobre el control del crecimiento de los armamentos y los gastos militares.
La no ratificación del Tratado a causa de la invasión de Afganistán por la URSS en diciembre de 1.979, hizo difícil seguir avanzando por la vía de las SALT y por ello se pasó a un nuevo marco, las START.
Los EE.UU. comunicaron oficialmente el abandono del Tratado SALT II en 1.986, al incrementar el equipamiento de nuevos bombarderos B-52 con más misiles de crucero aire superficie.
NEGOCIACIONES PARA LA REDUCCIÓN DE ARMAS ESTRATEGICAS (START, Strategic Arms Reduction Talks)
Iniciadas en junio de 1.982, combinando la limitación con la reducción de los arsenales. Trataron de limitar el número de ojivas nucleares (no solo de vectores, como la SALT II). Se parte de la paridad estratégica, pues, aunque la URSS tiene más vectores, el número de cabezas es similar. Se reducirían los ICBMs, pues al ser vulnerables, el Estado amenazado podría decidir disparar todos sus ICBMs ante la primera alarma, por el riesgo de destrucción.
Tras la crisis de los Euromisiles de Noviembre de 1.983 (despliegue de los 572 vectores en Europa Occidental), que supuso la sus pensión de las conversaciones decretada por la URSS, se reemprendieron las conversaciones el 7 de Enero de 1.985. Se trató de la limitación y reducción de las armas nucleares, tanto las INF (Fuerzas Nucleares Intermedias) de largo alcance, sobre las que se llegó a un acuerdo de eliminación total, como de las Armas. Estratégicas Ofensivas (START), Y como novedad se incluyó en el diálogo la cuestión de los Sistemas Defensivos Antimisiles, basados en tierra y en el espacio (SDI).
Desde 1.987 se produjo un entendimiento sobre la reducción de un 30 a un 50% de los arsenales estratégicos, especialmente los ICBMs terrestres.
El Tratado START se firmó el 31 de Julio de 1.991 por los presidentes Bush y Gorbachov. Se basaba en la eliminación, en las reducciones asimétricas y en la aceptación de las verificaciones in situ. Además, cuando aún no se había firmado el Tratado START I, (que representa una reducción del 36% del arsenal nuclear estratégico). ya se comenzó a negociar el Tratado START II, con nuevas reducciones, firmado el 3 de Enero de 1.993.
Pese a ser dos Tratados bilaterales EE.UU.- Rusia, (aunque el START I fue firmado por la URSS), hay un Protocolo suscrito en Lisboa el de Mayo de 1.992, por el que Bielorrusia, Ucrania y Kazajistán (que eran, junto a Rusia, donde estaban las armas nucleares soviéticas), se comprometen a ser Estados desnucleariza dos destruyendo o entregando ese armamento a Rusia, y aceptando, junto a ésta, las obligaciones suscritas por la antigua URSS.
De seguirse adelante cumpliendo lo así pactado, al comienzo del año 2.000 se habrán reducido todos los ICBMs de ojivas múltiples, así como los ICBMs fijos (que son las armas más destructoras e inestables). y se habrán reducido dos tercios las ojivas nucleares estratégicas. Habría, en cada uno de los dos Estados, unos 1.600 vectores, que no tendrían más de 3.500 cabezas nucleares.
NEGOCIACIONES SOBRE FUERZAS NUCLEARES TÁCTICAS O DE TEATRO (TNF), MEDIAS E INTERMEDIAS (INF)
Las negociaciones INF se iniciaron en 1.981 en Ginebra, formando parte de la «Doble decisión de la OTAN, de diciembre de 1.979 de instalar los Euromisiles y negociar la limitación de las INF en Europa. Dicha decisión se tomó a causa del des pliegue de SS-20 en Europa por parte de la URSS, y de su ambiguo alcance. Por su parte, la URSS sostenía que los Euromisiles suponían un cambio sustancial en la relación de fuerzas nucleares (especialmente por la rapidez del Pershing II), y además producía un cambio en la estrategia nuclear de los Tratados SALT, pues un eventual ata que soviético no precisaría una res puesta intercontinental, al margen de la posibilidad de destrucción en los mismos silos de los misiles de la URSS, mediante un ataque sorpresa.
La propuesta de los EE.UU. fue la llamada opción cero-cero, consistente en desmantelar todos los 20 a cambio de la no instalación de los Euromisiles. Se basaba en niveles de armamento iguales.
Por su parte, la propuesta de la URSS durante 1.982, se basaba en el “equilibrio de fuerzas«, congelando os niveles de fuerzas nucleares de alcance medio e intermedio, incluyen lo en el recuento los arsenales nucleares franceses y británicos. Más adelante propuso reducir sus INF y el número de ojivas al nivel equivalente e los arsenales de Francia y Gran Bretaña. Los EE.UU. siempre rechaza ron incluir estos arsenales nacionales, porque si los EE.UU. hubieran compensado a la URSS por los arsenales de los otros países, habría tenido tantas fuerzas nucleares como el conjunto de los países del mundo.
Tras una serie de tensas negociaciones, al iniciarse el despliegue de los Euromisiles, en Noviembre de 1.983, la URSS se retiró de todas las negociaciones (START, INF…), que se reemprendieron en 1.985.
La llegada de Gorbachov, su impulso a la modernización de la URSS, la crisis económica soviética y el despliegue de los Euromisiles, junto al Programa SDI (Guerra de las Galaxias), consiguió que se llegase a un acuerdo con los EE.UU. Este acuerdo recogió la opción cero (o doble cero): Destrucción de los SS-20, SS-4 y SS-5 Soviéticos instalados en Europa, y de los Pershing y misiles crucero de los EE.UU.
La URSS propuso, y se aceptó por la OTAN, en Julio de 1.987, la opción supercero global, que añade nuevas destrucciones asimétricas: los SS-20 en Asia y los misiles de corto alcance (500 a 1.000 Km), de los que la OTAN dispone de 72 Pershing IA y la URSS de unos 500.
El tratado de eliminación de las armas nucleares de alcance intermedio y corto entre los EE.UU. y la URSS, se firmó el 8 de diciembre de 1.987 en Washington, recogiendo la opción doble cero y la supercero global. Fue la primera vez que se firmó un tratado que obliga a las partes a la destrucción de todas las armas nucleares medias e intermedias de base terrestre existentes, de manera asimétrica, previniendo un minucioso régimen de verificación e inspecciones.
Desde su entrada en vigor, el 1 de junio de 1.988 además de la eliminación de todas las armas nuclea res con alcance entre 500 y 1.000 Km, así como todas las de alcance medio e intermedio (entre 1.000 y 5.000 Km), se contrajo el compromiso de no producir ni robar más misiles de alcance corto intermedio de base terrestre.
Estas destrucciones afectaron solo a un 4% de los arsenales mundiales, pero fueron un precedente para sucesivas iniciativas unilaterales de destrucción de armamento nuclear táctico y para los Tratados START I y de II DE 1.991 y 1.993. No obstante, esto no supuso la eliminación total del armamento nuclear tácito en Europa, pues Francia y el reino unido nunca han aceptado incluir sus arsenales nucleares de teatro de otro tipo, en ninguna negociación internacional.
Hemos de destacar por último que existe un Tratado para reducir las fuerzas armadas convencionales en Europa, en vigor desde el 9 de noviembre de 1.992, y también se celebran desde 1.990 negociaciones sobres los cielos abiertos, con el objetivo de autorizar el vuelo de aviones militares desarmados sobre el territorio de todos los Estados partes, con el fin de inspeccionar en todo momento las instalaciones militares y la concentración de tropas, para lograr una mayor distensión y confianza.
BIBLIOGRAFIA
– Araceli Mangas Martin, “Desarme y control de armamentos”.
– E.P. Thompson, “Opcion cero”.
– Stockholm international Peace Research Institute, “Yearbook”, 1.987, 1.990, 1.991, 1.992 y 1.993.
– Naciones Unidas, “Estudio amplio sobre las armas nucleares” Informe del Secretario General, (A/35/392).
-L.Miglorino, “II tratado de Rarotonga”.
REVISTA PUNTO CRITICO – formato papel AÑO 1995
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