NO EXISTE OBLIGACIÓN LEGAL DE VACUNACIÓN
LA COACCIÓN Y LA INCITACIÓN AL ODIO A LOS NO VACUNADOS, PUEDEN SER CONSTITUTIVAS DE DELITO.
Por una parte, se les pretende forzar a hacer lo que la Ley no les exige (vacunarse), y por otra, obligarlos a prestar su Consentimiento (que la Ley define como Previo, Informado, Libre y Voluntario, que es siempre Revocable), o bien a otorgarlo sin disponer de la Información (Adecuada y Previa al Consentimiento), a que tienen derecho.
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Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.
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Artículo 8. Consentimiento informado.
1. Toda actuación en el ámbito de la salud de un paciente necesita el consentimiento libre y voluntario del afectado, una vez que, recibida la información prevista en el artículo 4, haya valorado las opciones propias del caso.
2. El consentimiento será verbal por regla general. Sin embargo, se prestará por escrito en los casos siguientes: intervención quirúrgica, procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasores y, en general, aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de notoria y previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente.
3. El consentimiento escrito del paciente será necesario para cada una de las actuaciones especificadas en el punto anterior de este artículo, dejando a salvo la posibilidad de incorporar anejos y otros datos de carácter general, y tendrá información suficiente sobre el procedimiento de aplicación y sobre sus riesgos.
4. Todo paciente o usuario tiene derecho a ser advertido sobre la posibilidad de utilizar los procedimientos de pronóstico, diagnóstico y terapéuticos que se le apliquen en un proyecto docente o de investigación, que en ningún caso podrá comportar riesgo adicional para su salud.
5. El paciente puede revocar libremente por escrito su consentimiento en cualquier momento.
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Artículo 9. Límites del consentimiento informado y consentimiento por representación.
1- La renuncia del paciente a recibir información está limitada por el interés de la salud del propio paciente, de terceros, de la colectividad y por las exigencias terapéuticas del caso. Cuando el paciente manifieste expresamente su deseo de no ser informado, se respetará su voluntad haciendo constar su renuncia documentalmente, sin perjuicio de la obtención de su consentimiento previo para la intervención.
2. Los facultativos podrán llevar a cabo las intervenciones clínicas indispensables en favor de la salud del paciente, sin necesidad de contar con su consentimiento, en los siguientes casos:
a) Cuando existe riesgo para la salud pública a causa de razones sanitarias establecidas por la Ley. En todo caso, una vez adoptadas las medidas pertinentes, de conformidad con lo establecido en la Ley Orgánica 3/1986, se comunicarán a la autoridad judicial en el plazo máximo de 24 horas siempre que dispongan el internamiento obligatorio de personas.
b) Cuando existe riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo y no es posible conseguir su autorización, consultando, cuando las circunstancias lo permitan, a sus familiares o a las personas vinculadas de hecho a él.
3.- Se otorgará el consentimiento por representación en los siguientes supuestos:
a) Cuando el paciente no sea capaz de tomar decisiones, a criterio del médico responsable de la asistencia, o su estado físico o psíquico no le permita hacerse cargo de su situación. Si el paciente carece de representante legal, el consentimiento lo prestarán las personas vinculadas a él por razones familiares o de hecho.
b) Cuando el paciente tenga la capacidad modificada judicialmente y así conste en la sentencia.
c) Cuando el paciente menor de edad no sea capaz intelectual ni emocionalmente de comprender el alcance de la intervención. En este caso, el consentimiento lo dará el representante legal del menor, después de haber escuchado su opinión, conforme a lo dispuesto en el artículo 9de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero , de Protección Jurídica del Menor.
4.- Cuando se trate de menores emancipados o mayores de 16 años que no se encuentren en los supuestos b) y c) del apartado anterior, no cabe prestar el consentimiento por representación.
No obstante lo dispuesto en el párrafo anterior, cuando se trate de una actuación de grave riesgo para la vida o salud del menor, según el criterio del facultativo, el consentimiento lo prestará el representante legal del menor, una vez oída y tenida en cuenta la opinión del mismo.
5.- La práctica de ensayos clínicos y la práctica de técnicas de reproducción humana asistida se rigen por lo establecido con carácter general sobre la mayoría de edad y por las disposiciones especiales de aplicación.
Para la interrupción voluntaria del embarazo de menores de edad o personas con capacidad modificada judicialmente será preciso, además de su manifestación de voluntad, el consentimiento expreso de sus representantes legales. En este caso, los conflictos que surjan en cuanto a la prestación del consentimiento por parte de los representantes legales, se resolverán de conformidad con lo dispuesto en el Código Civil.
6.- En los casos en los que el consentimiento haya de otorgarlo el representante legal o las personas vinculadas por razones familiares o de hecho en cualquiera de los supuestos descritos en los apartados 3 a 5, la decisión deberá adoptarse atendiendo siempre al mayor beneficio para la vida o salud del paciente. Aquellas decisiones que sean contrarias a dichos intereses deberán ponerse en conocimiento de la autoridad judicial, directamente o a través del Ministerio Fiscal, para que adopte la resolución correspondiente, salvo que, por razones de urgencia, no fuera posible recabar la autorización judicial, en cuyo caso los profesionales sanitarios adoptarán las medidas necesarias en salvaguarda de la vida o salud del paciente, amparados por las causas de justificación de cumplimiento de un deber y de estado de necesidad.
7.- La prestación del consentimiento por representación será adecuada a las circunstancias y proporcionada a las necesidades que haya que atender, siempre en favor del paciente y con respeto a su dignidad personal. El paciente participará en la medida de lo posible en la toma de decisiones a lo largo del proceso sanitario. Si el paciente es una persona con discapacidad, se le ofrecerán las medidas de apoyo pertinentes, incluida la información en formatos adecuados, siguiendo las reglas marcadas por el principio del diseño para todos de manera que resulten accesibles y comprensibles a las personas con discapacidad, para favorecer que pueda prestar por sí su consentimiento.
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«El que está vacunado también puede transmitir el covid. Eso es correcto. Pero yo creo que la idea del pasaporte Covid es hacerles la vida imposible a los que no se quieren vacunar. Eso es de lo que se trata. Es decir, que pueda ir al parque y al supermercado y poco más. Como cuando estábamos más o menos confinados. Que no pueda ir ni a los gimnasios, ni a los restaurantes, ni a los conciertos, ni al fútbol, ni viajar en avión, ni viajar en tren y, si me apuras, incluso ni viajar en metro o en autobús. Ése es el objetivo del pasaporte covid: hacerle la vida imposible porque no es de recibo que tengamos a 4.022.000 españoles mayores de 12 años que no están vacunados porque no les da la gana, y están poniendo en riesgo la salud y la economía del resto de los españoles».
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Estos dos años «COVID», farmaindustria y la ONU han invertido TODO en vacunar a los sanos. Y NADA en tratar a los enfermos
Cuando era un bebé, no me limpiaban el chupete cuando se caía al suelo. De niño me pasaba las tardes en charcas sucias pescando ranas y renacuajos. De mayor, tengo un sistema inmune cojonudo. Ahora solo tengo que cuidarlo, darle ejercicio, vitaminas, minerales, sol y mar.Las vacunas no vacunan. Estos dos años «COVID», farmaindustria y la ONU han invertido TODO en vacunar a los sanos. Y NADA en tratar a los enfermos. Y resulta que ya había tratamientos disponibles –para el gobierno y los dueños de la información, no para ti o para mi; ni para los ancianos dejados morir solos en las Residencias, que son con lo que hoy nos meten el miedo–. el 8M de 2020, basados en la molécula del SOVALDI (VHC), el SOFOSBUVIR; inhibidores de la proteasa. Sin casi nada de inversión, hoy hay ya varios tratamientos para los enfermos, con un 90% de efectividad.
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Los no vacunados
Por Hugues («Columnas sin fuste»)
ABC,
Hay algo revelador en cómo se está tratando al no vacunado. No digo al antivacunas, porque esa es una simplificación interesada, una caricatura. Esto de la caricatura me interesa mucho y me pongo aquí un asterisco mental para luego…
Lo pregunté en mi articulillo de ayer en el periódico y no he conseguido una respuesta: ¿qué incumplen los no vacunados?
He recibido mensajes de variada condición, pero nadie me ha respondido a eso, nadie me ha sacado de la ignorancia (escribir es manifestar tu ignorancia con el mejor propósito). Entiendo que si hay una obligación de vacunación (asunto discutible y que quizás exigiría del Estado una posición distinta, una posición de responsabilidad) al que no se vacuna se le pueda multar, pero si esa vacunación no es obligatoria, ¿de qué se le acusa? Yo conozco a alguna persona no vacunada. ¿Pueden ir a su casa a exigirle algo? ¿Hay algún artículo de alguna ley que les recuerde un deber incumplido?
Se anuncia aquí la vacunación y se vacuna casi todo el mundo. Pocos problemas damos en España. Las colas en los centros de vacunación, de una docilidad y un orden perfectos, producían un efecto a la vez inquietante y tranquilizador. Hay, sin embargo, un porcentaje de gente que no lo hace, que no se vacuna. Decía alguien que siempre hay una quinta parte de la gente que está en contra de todo. Aquí no es tanta, son bastantes menos, pero existen. ¿Y qué se hace con ellos? ¿En qué se convierten? ¿Qué pasan a ser los ‘no vacunados’?
Igual que el virus muta, ha mutado la propaganda y los no vacunados se convirtieron hace tiempo en su objeto. Pasan a ser los protagonistas. No son los ‘no vacunados’, sino “los antivacunas”, los “negacionistas”, y cada cual va llevando el ascua a su sardina, pues se acaban identificando con la extrema derecha, o con las fuerzas oscuras del magufismo y la irracionalidad.
Estos antivacunas despiertan también un cierto rencor, natural, en el sí vacunado, y la propaganda les responsabiliza en parte de lo que sucede. Son chivo expiatorio, válvula de escape, por supuesto.
Pero hay más. Producen una irritación indisimulada porque escapan de las recomendaciones. Desobeden, dirán. Pero ni siquiera desobedecen porque no hay un mandato, solo se muestran insumisos, indóciles, con un criterio distinto. El no vacunado se convierte, en tanto oveja fuera del redil, en ciudadano discolo, en algo estatalmente irritante. Entonces se decide forzar su criterio. Forzarles a que acepten aquello a lo que no se les obliga. Se decide dificultarles su vida civil: se restringen sus derechos con pases o certificados… Se trata de acercar su figura a la del no ciudadano, lo confiesa Macron, pero ¿por qué?
Y aquí vienen las razones: porque son peligrosos, insolidarios, anticientíficos, magufos, extremistas, porque no ayudan, porque son egoístas, porque consumen recursos públicos de la sanidad…
Son todo eso, se dice, y esto justifica el discurso en su contra, el menosprecio, el hostigamiento y (lo importante): medidas que limiten su movilidad y derechos.
El haz de razones acaba convirtiéndolos en una especie de secta (así se les caricaturiza). ¿No hay algo como religioso? Su sistema de creencias parece extraño, absurdo, de otro planeta. ¡Dudan de lo indudable! Su mayor impugnación no es negar, sino dudar. Por eso pulsan de alguna forma la libertad religiosa, de creencia (y por eso reciben la misma respuesta brutal de progresistas y liberales).
Pero es algo más, son algo más. Los no vacunados, por cómo piensan, son vistos como algo incorrecto, inadecuado, equivocado, perjudicial y además determinado por algo de tipo biológico, por un dispositivo de tipo ¿celular? Por una vacuna dentro de su organismo. Ante esto ¡qué poca cosa es una raza!
En cierto modo, los no vacunados son como parias. Un grupo al margen del sistema social, de castas indias. Están al margen. Se les quiere poner al margen e incluso excluidos del contacto, del trato. Algunos incluso les niegan el derecho a la asistencia médica (que por supuesto pagan).
El ‘no vacunado’ reúne en sí una ilicitud de tipo ideológico-religioso (ignora el cálculo social con su individualismo, la aritmética fiscal con su insumisión y la determinación científica del tecno-Estado con su duda-negación) y además presenta un componente fisiológico: en su cuerpo falta algo que debería haber.
Es como un racismo para el transhumanismo que se nos viene. Son como los proto-racismo del futuro.
Mirar raro a una persona negra realmente es absurdo, retrasado, injustificado, demencial y anacrónico. Pero ¿mirar y tratar y querer lo distinto para un ser humano erróneo-invacunado?
Los no vacunados son una mezcla de religión y bio que provoca la ira de estructuras supraestatales, como esa UE espectral que desde el Brexit se descompone como una pelota pinchada.
En el trato que se propone a los no vacunados, por equivocados que estén, hay algo incivil. La clave no está en cómo se comporta la minoría con la mayoría, sino al revés, incluso si la minoría es “cerril, equivocada, dañina, egoísta, potencialmente peligrosa y un obstáculo”. Precisamente por eso.
Este asunto de los no vacunados parece que presenta algo del futuro, y por eso con ellos se prueban técnicas de control como el código QR. Tienen, también, algo de banco de pruebas. Gracias a ellos estamos viendo qué tienen preparado para nosotros.
Esta cosa desasosegante resulta distópica y sin embargo no lo ven. Hay gente que lleva años llamando distópico a Trump, pero la distopía es esta, y fue captada visualmente por imágenes de policías robotizados extendiendo estados de excepción y pidiendo certificados a los ciudadanos. Imágenes como las de Australia, que tan poco se veían en los medios generalistas, si es que llegaron a verse. Por eso Djokovic es importante. Djokovic no es la noticia por él mismo, como nos quieren convencer los que lo convierten en una cuestión de ‘famoso mimado o privilegiado’. Djokovic importa porque lleva el foco a Australia, donde no se estaba queriendo mirar. Y Australia es Macron, y esla UE, es decir, nuestra casa.
Y de aquí ha revelado mucho, muchísimo. Está en este pobre blog escrito no hace mucho: este asunto iba a ser importante al revelar la realidad del llamado ‘liberalismo’ español. Su sustancia, que es poca o ninguna.
De la izquierda estatalista, progubernamental y propagandizada poco se podía esperar, pero esto ha revelado ya de un modo definitivo la naturaleza de parte de lo que aquí se quiere o dice liberal. No todo, por supuesto, pero sí una estructura importante que reúne a izquierdistas constitucionales (los ‘buenos’), racionalistas, centristas, derecha liberalia, en fin, aquello que ha conformado en España el ‘sentido común’ del español, del españolito y que por eso se acoge tan fácilmente a Nadal, ídolo nacional, como símbolo. Esa estructura de medios, opinadores, think tanks, etc, ha aplaudido todo esto, todo lo que proponen los presidentes autonómicos, lo que pide Macron, la UE y (la novedad) Australia. El liberalio español resulta que es australiano, es decir, que está en sus propias antípodas. Era de suponer: el liberalio español está en España y está en Australia, en su sitio y en las antípodas de su sitio. Esto creo que es la apoteosis del centrismo. Más lejos no se puede llegar.
El liberalio español (que los jóvenes identifican con el centroderechista boomer) tiene por ídolo al presidente de Australia. Es un liberalismo de canguro, marsupial, y dentro de su barriguita lleva el pasaporte covid y el estatuto del ‘no ciudadano’ de Macron.
Pero es que este asunto ha revelado más que nada la naturaleza de esta estructura de gentes, ideas, rutinas y ‘bumereces’ varias.
Para empezar, su propensión a la deliberación, que es ninguna. Son ‘liberales’ no iliberales, sino inliberales. Que dialogue Rita. Funcionan siempre con un trazo grueso que caricaturiza a los demás. Los ‘no vacunados’ son degradados al sarcasmo (el patrón es el clintoniano “deplorables”), como hicieron con Trump, con el Brexit, con todo.
Pero sucede algo más. Si los no vacunados se quejan se caricaturiza su queja. “Ya se están comparando con los judios”… Sucede que la reductio ad hitlerum, el sacar a Hitler, es un patrimonio del liberal socialdemócrata. El socioliberal, criatura epocal, que viven de ver a Hitler y los años 30 en todo, en ‘literally’ todo, se escandaliza si alguien le dice que los campos de concentración covidianos son un poco…evocadores.
¡Han heredado a Zweig! Pero esto es fundamental: son los custodios del trauma nazi. Avatares del siglo extinto, son los explotadores, los custodios y explotadores del nazismo y la posguerra, como los albaceas del capital que es ese trauma. De ahí construyen sus imágenes, discursos, comparaciones… Su universo referencial.
Sigamos. No solo queda retratada la propensión deliberativa del liberal, que es ninguna, también su ciego y dogmático cientifismo (aunque una asociación de médicos de familia dude de la pertinencia de esos certificados), un dogmatismo que les hace arrasar con cualquier escrúpulo, no de libertad, sino de derecho ajeno. Son, en el fondo, muy estatalistas, y algunos solo han cambiado el disfraz de su razón de Estado… “Si lo dice la Ciencia, y hay mayoría…”.
Me parece muy revelador en este punto la coincidencia entre la izquierda y la derecha española en este punto del pasaporte. Y digo la derecha porque la derecha ha arrendado el ‘pensamiento’ en estos exizquierdistas que lo siguen siendo, disfrazados de razón. Izquierdistas para lo peor, pues se olvida lo social, pero se mantiene el estatalismo fuerte junto a un elitismo visceral que se disfraza de antipopulismo. El credo aquí es la ciencia, lo técnico, que se acaba convirtiendo en manejo experto y estatal totalmente incuestionable. El derecho no queda como salvaguarda de eso, como garantía, sino como apisonadora.
Hay algo común a todos ellos, izquierda, centristas del tránsito y derecha de la pasta, que es amplio:
-Es político, institucional: partidos bajo el paraguas actual bruselense, que comparten el Sistema a pies juntillas
–temperamental: la sencillez antipolítica del ‘hagamos lo que nos dicen’ que ha encontrado un símbolo imbatible en Nadal, ídolo de trnsversalidad absoluta y, por tanto, incuestionable.
–ideológica: la izquierda y gran parte de lo que pasa por derecha es lo mismo en esto. Comparten una visión que es nominalmente liberal pero a la vez antiliberal, heredera o desgajada del Estado de Bienestar y con propensiones al tic totalitario. El progresismo absoluto. En esto se ve muy bien cómo en los aspectos claves, la izquierda y los liberales (o los que manejan esa etiqueta) defienden lo mismo. Conforman un socioliberalismo, un liberalismo progresista en el que se juntan las dos cosas y cuando las cosas se ponen serias, esa parte ‘liberal’ va al rescate de la parte ‘progresista’. ¿Qué dificultades encontraría el PSOE para imponer nada si la derecha está justificando el liberalismo australiano?
El liberalismo español es antípodo (lo mismo le da Madrid que Canberra) y es marsupial, pues en su bolsa lleva metido el koalita del tecno-cientifismo supraestatal progresista. La consideración y el trato que se propone para los ‘no vacunados’ es revelador de mucho de lo que nos rodea (mascarillas puestas, caretas fuera); también, como en algunos sueños pesados, de vislumbres del futuro, entre la revelación, el delirio y la pesadilla.
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Los no vacunados somos los Jews del siglo XXI. Nos niegan los Derechos Humanos.
Pronto se ampliará el espectro Jew a los fumadores, a los gordos, a los enclenques, a los que practican deportes de riesgo, a los conductores, a los peatones que son atropellados fuera del paso de cebra, en fin, parafraseando a un ilustre presidiario, es el fascismo global, amigo.
España no es demócrata, porque los españoles no lo son. En 15 años pasamos el buenrollismo 15M (cerca del 80 % de aprobación) a negar los Derechos Humanos a nuestros vecinos si no piensan lo que «deben» pensar.
Sin Información veraz, no puede existir una Sociedad Libre y Plural (lo dice y repite el mismísimo Tribunal Constitucional).
Y, como las Autoridades cometen Delito si Censuran, han SUBCONTRATADO a las Redes Antisociales.
Y así nos va