EL DILEMA MORAL DE LA IZQUIERDA
Tabla de contenidos
Os repugna admitir que Dios pueda, como nosotros, hacer suya la causa de otro.
«¿Pero abrazaría Dios la causa de la verdad, si no fuese él mismo la verdad?»
Dios no se ocupa más que de su causa
Max Stirner, «El Único y su Propiedad»
«Con esta sucesión de calamidades de toda índole de las que estamos siendo testigos un año tras otro, con medios de comunicación y autoridades haciéndonos luz de gas mientras —pese a disponer de más información que nunca— a duras penas logramos entender qué es lo que ocurre a nuestro alrededor:
Anécdotas irrisorias ocupan portadas y se analizan con gravedad circunspecta al tiempo que atrocidades reales pasan a segundo plano, resulta constante la sospecha de que las razones que se esgrimen pública y oficialmente no son las verdaderas.
La propaganda es furiosa y habría que estar muy loco para no ser conspiranoico»
Los esclavos felices
«En el actual periodo de autocracia creciente y pasividad irreductible, que afecta incluso a la oposición, ya no hay nada que justifique los abusos del Gobierno»
Por Félix de Azúa
The Objective, 23 NOV 2024
Una de las rarezas más desconcertantes de nuestros últimos seis años es la mansedumbre con la que se aceptan los abusos, los engaños, las mentiras, las traiciones y las corrupciones del Gobierno socialista. Es un efecto de la tiranía que ya nos tuvo sumamente confusos durante los inacabables tiempos de Franco. ¿Cómo podía ser que tanta gente aceptara el yugo?
El problema de la servidumbre voluntaria está presente en la política mundial desde, por lo menos, las reflexiones de Maquiavelo. Fue el primero en afirmar que los engaños y la violencia solían tener mejores resultados políticos que el buen juicio y la honradez. No porque así lo deseara, sino por una particular concepción de los humanos como incorregibles y eternamente corruptos. Hijos del pecado original.
Hay una masa considerable de partidarios de la dictadura (o en nuestro caso de la autocracia) que son simplemente indiferentes al aparato político. En sus zonas ilustradas son nihilistas, no creen que los humanos puedan perfeccionarse o progresar. Están sumamente ocupados por su trabajo, la vida doméstica, sobrevivir, o simplemente no atender más que a lo inmediato. Son indiferentes esenciales y sólo se moverán cuando las decisiones de los políticos provoquen su ruina.
Hay una segunda masa, mucho menor, que es la de los que se enriquecen con la dictadura o la cleptocracia. Algunos de modo ilícito, como quienes rodean al actual Gobierno, y otros de un modo que podríamos denominar «natural». Son empresarios que se arriman al poder y hacen lo que éste les ordena, como los medios de comunicación sumisos al Gobierno o los empleados que ven posibilidades de ascenso. Aquellos que usan el poder para enriquecerse siempre se justifican diciendo que, si no se enriquecen ellos, otros lo aprovecharán.
«Este es sin duda el periodo más cínico de la política española desde Franco»
Y hay una tercera masa, la más pequeña, que protesta y maldice de los gobiernos y sus abusos, pero que son incapaces de llevar a cabo la menor acción contra los dueños del poder. Esta pequeña masa puede crecer y ser muy grande, como en tiempos de Franco, si se une a la de los que prosperan de cualquier modo. El desarrollo económico del franquismo lo mantuvo en el poder hasta la muerte del dictador, a pesar de la impopularidad masiva del caudillo. Maldecían de Franco, pero le obedecían.
En nuestro actual periodo de autocracia creciente y pasividad irreductible, que afecta incluso a los partidos de la oposición, ya no hay nada que justifique los abusos del Gobierno. Los socialistas han liberado y honrado a los herederos del terrorismo vasco, a los golpistas catalanes, han absorbido los restos del comunismo y del fanatismo cancelador, y acaban de blanquear y sumarse a los partidos de extrema derecha europeos a cambio de un sillón. No queda guarida alguna de esta política nefasta que no haya aprovechado, mediante mentiras y sobornos, el actual partido socialista. Es sin duda el periodo más cínico de la política española desde Franco.
En este peculiar caso de esclavitud voluntaria se suman los beneficiados del tercer grupo, que protestan, pero son impotentes; los del segundo que aceptan las cadenas a cambio de dinero o privilegios; y los del primero, habituados a obedecer durante siglos a la iglesia, luego a Franco y ahora a quien mande; sólo se despiertan cuando sus vidas se vienen abajo. Es lo que le sucedió al descompuesto marido de Begoña cuando tuvo que salir huyendo de Valencia porque le arrojaban cañas y barro. Sin embargo, sólo con eso no se derriba a un autócrata rodeado de ladrones a su servicio.
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EL DILEMA MORAL DE LA IZQUIERDA
Cuando la política se convierte en una subasta, deja de servir a su principal objetivo. Se transforma en un instrumento al servicio del dirigente y no de los ciudadanos.
La cuestión que suscita la forma de gobernar de Sánchez es si el objetivo de cerrar el paso a la ultraderecha justifica la corrupción, el nepotismo y el caudillismo que impregnan su liderazgo
Por Pedro García Cuartango
ABC, 24 NOV 2024
En un debate en televisión en las elecciones de 2015, Pedro Sánchez le dijo a Rajoy: «Yo le advierto que, si usted sigue siendo presidente del Gobierno, el coste para nuestra democracia será enorme».
En un debate en televisión en las elecciones de 2015, Pedro Sánchez le dijo a Rajoy: «Yo le advierto que, si usted sigue siendo presidente del Gobierno, el coste para nuestra democracia será enorme». El candidato socialista explicó que la corrupción en el PP y personajes como Bárcenas exigían que Rajoy dejara el cargo. Ha llegado el momento en el que Sánchez debería aplicarse el rasero que él estableció con su adversario político. Pero todos sabemos que no lo hará.
Como afirmó Carmen Calvo, una cosa es lo que se dice en la oposición y otra lo que hace cuando se está en el poder. Sánchez no va a dimitir, pero es el responsable político de la corrupción en el PSOE. Personajes como Ábalos, Koldo y Aldama no surgieron de la nada. Fueron el producto de un ecosistema. Nada de lo que hicieron hubiera sido posible sin el desmantelamiento de los controles, la colocación de amigos en las agencias gubernamentales y el sector público, la fagocitación de las instituciones y la demonización del poder judicial. Los tres son criaturas del líder socialista. Que hubieran actuado sin su conocimiento no disminuiría su responsabilidad.
El estallido de este último escándalo nos lleva al núcleo de la cuestión, que no es otro que la forma en la que Sánchez ejerce el poder. Ha traicionado sus promesas, ha incumplido su palabra y ha actuado no por principios, sino para sobrevivir políticamente. Es un dirigente que gobierna sin ideología y cuyo único objetivo es alargar su estancia en La Moncloa. Podrá argumentarse que los gobernantes están obligados a actuar con pragmatismo e incluso, en algunas ocasiones, con maquiavelismo. Pero en ningún lugar está escrito que puedan hacerlo al margen de la ética y de los principios. Cuando la política se convierte en una subasta, deja de servir a su principal objetivo. Se transforma en un instrumento al servicio del dirigente y no de los ciudadanos.
Personajes como Ábalos, Koldo y Aldama no surgieron de la nada. Fueron el producto de un ecosistema. Nada de lo que hicieron hubiera sido posible sin el desmantelamiento de los controles, la colocación de amigos en las agencias gubernamentales y el sector público, la fagocitación de las instituciones y la demonización del poder judicial
El profesor José María Valverde escribió en una pizarra en solidaridad con los profesores expulsados por Franco: «Nulla aestetica sine ethica». Como ya subrayaba Valle-Inclán, la ética es el fundamento de la estética. Sánchez no sólo gobierna con una lamentable ausencia de ética, sino que, además, carece de sentido de la estética. Lo que le funciona bien son los relatos que fabrica su aparato de asesores y la propaganda de los medios afines.
La izquierda históricamente ha abrazado las causas del progreso, la igualdad y la libertad. Frente a la derecha, siempre ha defendido la utopía como motor de la historia. Pero ahora Sánchez se ha instalado en el pragmatismo más descarnado con la justificación de que trata de cerrar el paso a la ultraderecha y a una involución democrática. Su discurso cae por su peso cuando observamos los escándalos que le rodean, la amnistía, los pactos con Bildu, ERC y Junts, la financiación privilegiada para Cataluña, sus reformas legales y su falta de respeto a la separación de poderes. Ha llegado incluso a designar a dos subordinados en el Tribunal Constitucional tras cambiar sus reglas de juego. Nada lo detiene a la hora de aumentar su poder, de suerte que la democracia parlamentaria que establece la Constitución ha derivado en presidencialismo. El Congreso, el PSOE y la Administración del Estado son apéndices que maneja Sánchez en función de sus intereses. La pregunta es inevitable: ¿vale la pena la ‘realpolitik‘ y la renuncia a los principios para seguir en el poder? Esta es la cuestión que deberían responder sus socios de Gobierno y, particularmente, Sumar.
Ha llegado incluso a designar a dos subordinados en el Tribunal Constitucional tras cambiar sus reglas de juego. Nada lo detiene a la hora de aumentar su poder, de suerte que la democracia parlamentaria que establece la Constitución ha derivado en presidencialismo
El debate sobre el conflicto entre las ideas y los intereses ya se planteó en Grecia. Permea la historia. Pero, por no remontarnos mucho más atrás, la emergencia del nacionalsocialismo y del fascismo italiano supuso un crudo triunfo de la lógica de la fuerza sobre los valores morales que sustentan la democracia.
Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su clásico ‘Cómo mueren las democracias‘, sostienen que la principal amenaza a los regímenes parlamentarios no viene ya de dictadores que dan un golpe de Estado, sino de líderes elegidos democráticamente que subvierten las reglas de juego y utilizan el poder para perpetuarse en el cargo. Los dos profesores establecen unos criterios para evaluar cuándo un gobernante salido de las urnas da el paso hacia la autocracia.
Citan la negación de la legitimidad de los adversarios, la restricción de la libertad de expresión, la adopción de leyes para fortalecer su discrecionalidad y la vulneración de normas no escritas como el respeto a las minorías. Sería una exageración afirmar que Sánchez ha puesto en peligro la democracia, pero no insistir en que gobierna con una peligrosa tendencia al caudillismo y al autoritarismo. Así lo demuestra su permanente recurso al decreto-ley, el culto a la personalidad que fomenta y la falta de debate interno.
La negación de la legitimidad de los adversarios, la restricción de la libertad de expresión, la adopción de leyes para fortalecer su discrecionalidad y la vulneración de normas no escritas como el respeto a las minorías
Criterios relevantes para evaluar cuándo un gobernante salido de las urnas da el paso hacia la autocracia (Steven Levitsky y Daniel Ziblatt)
Ha llegado el momento de que sus socios, su partido y quienes militan en la izquierda se planteen si la forma de gobernar de Sánchez encaja no ya sólo con sus ideas, sino, sobre todo, con esa reivindicación de la ética que siempre ha defendido. ¿Vale la pena aferrarse al poder a costa de destruir los ideales? ¿Tiene sentido mirar para otro lado cuando la corrupción cerca al Gobierno? ¿Es Sánchez el líder que puede encarnar los valores de la izquierda?
Corría 1951 cuando Albert Camus publicó ‘El hombre rebelde‘, en el que hacía una implacable crítica del comunismo soviético, que, según sus palabras, había derivado en un infierno totalitario. Camus sostenía que la ética y la libertad están por encima de la ideología. Jean-Paul Sartre acusó a su amigo de ignorar la historia, traicionar los intereses de la clase obrera y caer en un idealismo estéril.
Merece la pena leer los textos de esta polémica, que remite al núcleo del debate sobre los fines y los medios. Camus creía que los crímenes nunca pueden ser justificados; Sartre pensaba que la violencia revolucionaria era necesaria para alumbrar una nueva sociedad, lo que significaba una legitimación moral del estalinismo. El primero apelaba a la ética; el segundo, a los intereses de clase.
La cuestión que suscita la forma de gobernar de Sánchez es si el objetivo de cerrar el paso a la ultraderecha justifica la corrupción, el nepotismo y el caudillismo que impregnan su liderazgo
La cuestión que suscita la forma de gobernar de Sánchez es si el objetivo de cerrar el paso a la ultraderecha justifica la corrupción, el nepotismo y el caudillismo que impregnan su liderazgo. Maquiavelo respondería que sí, porque la finalidad última de todo gobernante es el ejercicio del poder. Pero quienes están convencidos de que el fin no justifica los medios y de que la ética es el sustento de la política sostendrían que no. La izquierda se halla enfrentada hoy en nuestro país a un dilema moral que no puede eludir. Y no es otro que si merece la pena renunciar a las convicciones para mantenerse en el poder. Dicho con otras palabras, si son más importantes los intereses que los ideales. Sánchez puede seguir aferrado a que todo lo que ha dicho Aldama es una invención y a que es víctima de una campaña de insidias, pero lo que no puede negar es que ha tenido que desdecirse de todo lo que prometió cuando acusaba a Rajoy de ser un gobernante «indigno». Le sobra pragmatismo y le faltan principios.
Dicho con otras palabras, si son más importantes los intereses que los ideales
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Los señores del relato
Los Países Bajos han reconocido que no pueden garantizar la seguridad de su Casa Real pero nosotros seguimos poniendo sus nombres con siglas
Por Gregorio Morán, 23 NOV 2024
En 1970 un grupo de ácratas de la Escuela de Arquitectura de Madrid sacaron a la luz un documento estremecedor. Constaba de una docena de folios ciclostilados en los que se reproducían los escritos de las puertas interiores de los retretes de la Facultad. Eran tan bestiales y cutres que ninguna de las organizaciones clandestinas que entonces proliferaban osó hacerse eco de aquello que se denominaba “De la miseria del medio estudiantil”. Han pasado 50 años y hoy con una mano de prosa autoficcionada alcanzaría el trending tropic y hasta lo colarían entre los finalistas del Premio Planeta.
Pretender un análisis de la situación política tiene algo de hacer solitarios con la baraja. Cuando no salen las cartas que necesitas basta con un guiño tramposo para que te sientas contento con el resultado. Puedes mentir hasta el delirio porque partes del principio de que nadie va reprochártelo. El relato consiste en manipular la realidad a tu conveniencia. Cada vez que uno escucha que el gran peligro que nos amenaza está en la ultraderecha debe tomar conciencia de que se están burlando de él. Una humillación de la inteligencia para hacer cumplir lo que se ha convertido en el lema de nuestra realidad: “el poder desgasta…sobre todo al que no lo tiene”. Una divisa de Giulio Andreotti, el más tóxico de los políticos italianos.
El presunto gobierno “más progresista de la historia” desde la Transición llega a acuerdos de Estado con la derecha periférica, carlistona y corrupta, cuando no delicuencial. El mundo gira hacia la ultraderecha, pero Meloni y Orban ya no son frontera de nada, ni “fachosfera”, ni fasciopopulismo, sino una “necesidad” que garantiza seguir controlando “la virtud” que derrama a manos llenas quien está habilitado para hacerlo. Podía haber sustituido a Teresa Ribera por Luis Planas y hubiera driblado a los conservadores, pero Ribera es una pieza que debe ocupar el espacio que le ha marcado; está casada con el jurista Mariano Bacigalupo, un influyente curador de la magistratura vinculada al PSOE.
La llamada nueva política se hace por parejas, algo insólito desde Perón. Sánchez-Begoña, Iglesias-Montero. Una corriente en el PSOE madrileño ha iniciado una propuesta singular: oponer en la Comunidad de Madrid a la mujer del Presidente, “pulcra y honesta”, frente a Díaz Ayuso. Dos mujeres y la oportunidad de aprovechar el tirón mediático del relato victimista.
Seguir al precio que sea; el único peaje que debe cubrirse puntualmente es el alimento a “los señores del relato”. “Sánchez ha hecho de la lucha contra la ultraderecha el corazón de su discurso”, escribe Carlos (Elordi) Cue en el diario oficial que adelanta al BOE. Tezanos, el desvergonzado, hace encuestas a precio de Estado; si al menos el Presidente le creyera convocaría elecciones a todo correr. Da lo mismo mientras mantenga enhiesto el pabellón blindado; está para cubrir el relato.
Alguien que se ocupe de la realidad estaría aterrado ante la noticia de que el principal policía del Estado en la lucha contra el narcotráfico, Oscar Sánchez, un jefe multicondecorado, llevaba años trabajando para las mafias y rellenaba las dobles paredes de su casa con millones de euros, incluso en su propia oficina
Soñar con una sociedad normal alcanza ya la categoría de utopía. ¿Y a qué llamamos una sociedad normalizada? Pues a manejarnos en lo obvio. Alguien que se ocupe de la realidad estaría aterrado ante la noticia de que el principal policía del Estado en la lucha contra el narcotráfico, Oscar Sanchez, un jefe multicondecorado, llevaba años trabajando para las mafias y rellenaba las dobles paredes de su casa con millones de euros, incluso en su propia oficina. Aseguran que las máquinas de contar billetes se atascaron ante el volumen del acumulado. ¿Y nadie pregunta nada, aunque esté bajo secreto del Sumario? El ministro del Interior mudo, la oposición en otra cosa. El jefe de la todo poderosa Mocro Maffia con sede en Holanda, Karin Bouyakrichan, fue puesto en libertad en febrero por un juez de Málaga; luego desapareció, como era lógico.
Los Países Bajos han reconocido que no pueden garantizar la seguridad de su Casa Real frente a la Macro Maffia pero nosotros seguimos poniendo sus nombres con siglas
Los Países Bajos han reconocido que no pueden garantizar la seguridad de su Casa Real frente a la Macro Maffia pero nosotros seguimos poniendo sus nombres con siglas. Les confieso que a mí me preocupa más Oscar Sánchez, el gran jefe de la policía, convertido en narcomillonario, que la ministra Ribera trasvasada a vicepresidenta de cuota en el Comisión Europea; de ella conozco sus esclavitudes, sin embargo del tal Oscar nada, y en verdad que él ha influido más en la criminalidad de la sociedad española que cualquier empoderada apalancada. De ella sé para qué está, pero de la peripecia de ese relevante guardián del Estado hasta anteayer lo desconozco todo. Mosquean los ojos tuertos que se alarman de la ultraderecha del relato, una amenaza, y silencian a unos narcotraficantes con mayor presupuesto que un ministerio. La deriva hacia el narcoestado.
Un país normal consiste en vivir su conflictividad con las puertas abiertas. Que la agencia oficial EFE, dirigida con descaro por el que fuera Secretario de Comunicación del Gobierno, Miguel Ángel Oliver, trasmita bulos es más grave que las patochadas de un tal Alvise y sus 800.000 mostrencos resabiados que le votan y cubren sus mordidas. Tres bulos oficiales, luego eliminados, recuerda aquel supuesto error de la TVE retransmitiendo un partido de fútbol de gran audiencia, cuando tras el gol del triunfo se coló una sigla cubriendo la pantalla que decía escuetamente “PSOE”. Se disculpó la responsable, Rosa María Mateo, luego nombrada directora del Ente. En esta ocasión fueron tres y nadie parece haberse dado por aludido. Que la ultraderecha había organizado el recibimiento a las autoridades del Estado en Paiporta -mandaron un equipo especial de la Guardia Civil al pueblo devastado, con resultado negativo; se trataba de agresivos indignados. Luego un helicóptero que explotaba en la Torre de Cristal de Madrid, que nunca tuvo lugar. Por último, mataron al escritor Fernando Aramburu, que acababa de publicar un sentido artículo despidiéndose de “El País” y que tuvo que salir a decir que seguía vivo y en Hannover, para suerte suya. Demasiado ¿no? Rectificar una falsedad es en ocasiones solicitar un perdón innecesario que evita saber el porqué. ¿Alguien ha preguntado algo? No, que yo sepa, porque los bulos siempre los fabrican los otros.
En el fondo no se pelea por dominar el relato sino por la capacidad para imponerlo. Sobre esa suerte puede jugar siempre a ganador el que se echa las cartas del solitario. Sin un asomo de ironía, Jordi Amat, uno de los plumillas adictos al poder desde hace dos décadas, escribía de un colega más veterano en la brega del relato: “En el currículo de Xavier Vidal-Folch (72 años) apenas queda espacio para más premios”. La política a la manera de Andreotti exige estómagos resistentes.
Estamos pues preparados para entrar en otra pantalla bajo el lema “Sé fuerte Ábalos”.
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