QUÉ ES LA PROPIEDAD
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¿Qué es la propiedad? de Pierre Joseph Proudhon
Arribamos al primer libro en el que un autor se reconoce anarquista. ¿Qué es la propiedad?, motivo de este breve comentario.
Por Mauro Benente
“¡Gratuita! Querreís decir pagada por el estado. ¿Pero quién paga al estado?. El pueblo».
Pierre-Joseph Proudhon.
Pierre-Joseph Proudhon nace el 15 de enero de 1809, en Besançon. Luego de dedicarse a labores rurales, comienza a trabajar como tipógrafo y en 1833, luego de un paso fugaz por Paris, se incorpora a la imprenta de los Gauthier. Tres años más tarde, junto a dos amigos, establece una imprenta y trabajando como imprentero, es que escribe su primera obra, un anexo a la obra de Bergier titulado Elementos primitivos de la lengua. En 1838 Proudhon liquida la imprenta y en 1839 obtiene una beca otorgada por la Academia de Besançon, gracias a un concurso ganado con una obra titulada: Discurso sobre la utilidad de la celebración del domingo en relación a la higiene, a la moral, a las relaciones de familia y de sociedad. Allí Proudhon dirá que toda ganancia obtenida de un tercero sin su consentimiento es un robo, algo sobre lo que profundizará en ¿Qué es la propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno, obra aparecida en 1840. Nada he dicho de los estudios de Proudhon en la Universidad, de sus cátedras. No es que lo haya olvidado, Proudhon era peón de campo, obrero, y autodidacta.
En el primer capítulo de la obra, Proudhon esbozará la que sea, tal vez, su expresión más conocida: la propiedad es un robo. Es interesante destacar que muy rápidamente, y antes de entrar en asunto, el autor francés plantea su método –que será en función del objeto de estudio (PROUDHON, 2007:19)-, lo que da la pauta que estamos ante un pensador moderno (1).
En esta parte se presentan numerosos argumentos, quizás no del todo sistematizados, pero sin lugar a dudas, los elementos más atractivos se refieren a su concepción sobre los sucesos en Francia en 1789 y la relación entre propiedad e igualdad. Respecto al primer asunto, Proudhon, escinde las nociones de revolución –que se produciría cuando nuestras ideas cambian radicalmente- de la de progreso –que alude a una extensión o modificación de nuestras ideas- (PROUDHON, 2007:33).
Así, afirma, teniendo en cuenta que no se han abolido la soberanía ni la propiedad privada sino que se han repartido en un mayor número, que los sucesos acaecidos en Francia a partir de 1789, no se corresponden con la categoría de revolución sino con la de progreso (PROUDHON, 2007, 34-38) (2).
En cuanto al segundo asunto dirá que –y este será a un eje que travesará gran parte de la obra- los argumentos que sostienen la propiedad concluye en la igualdad, no son otra cosa que la negación de la propiedad (PROUDHON, 2007, 38-39).
En el segundo capítulo, Proudhon arremeterá contra la noción de propiedad aportada por el derecho romano y retomada por el código napoleónico: usar y abusar de las cosas (3). A partir de aquí cobrará relevancia la distinción entre propiedad –que aludirá a un uso, abuso y cobro de algún tipo de interés- y posesión –que aludirá al hecho de ser administrador de un bien o instrumento para la producción- (ANSART, 1971: 39-40).
Proudhon dirá que si bien el discurso legitimante erige el derecho de propiedad como un derecho natural, presenta notables diferencias en relación a los derechos naturales de igualdad, libertad y seguridad: el derecho de propiedad sólo existe en potencia para la mayoría de los ciudadanos; es susceptible de transacciones; admite restricciones y no es absoluto (PROUDHON, 2007:45-52).
Además, y con un potente argumento, asevera que mientras la libertad y seguridad del rico no se molestan con la libertad y seguridad del pobre –sino que pueden complementarse-, el derecho de propiedad del primero debe defenderse de las ansias de propiedad del segundo (PROUDHON, 2007:48).
Por otro lado, se dirá que sólo si se tiene a la ocupación como fundamento de la propiedad, podrá justificarse la posesión (PROUDHON, 52-66). Esto es así porque si asumimos que todo hombre tiene derecho a la ocupación y el número de ocupantes varía constantemente, es imposible consagrar un derecho de propiedad (PROUDHON, 2007, 75-76).
Asimismo, destaca que tampoco puede tenerse a la ley civil como fundamento de la propiedad ya que su inspiración fue la igualdad –por lo que la ley civil sólo podría justificar la posesión– (PROUDHON, 2007: 66-75).
Si bien el tercer capítulo pretenderá impugnar al trabajo como causa eficiente del derecho de propiedad, Proudhon criticará también otros postulados. Dirá que: como la tierra –al igual que el agua y el suelo- es indispensable para la vida, es insusceptible de apropiación (PROUDHON, 2007:83); el consentimiento no justifica la propiedad porque no puede renunciarse al trabajo ni a la libertad –y en tal caso la renuncia debiera ser recíproca- (PROUDHON, 2007:84); la propiedad no puede adquirirse por prescripción porque no se puede poseer a título de propietario y el derecho de posesión es universal, entre otros argumentos (PROUDHON, 2007:85-91).
Cuando Proudhon dice analizar el trabajo, se ventilan numerosos argumentos interesantes, pero los más atractivos pueden reducirse a dos. Por un lado, aprueba que el trabajador se haga de los frutos, pero no del suelo: la propiedad del producto no supone la propiedad del medio(4). Por otro lado, postula lo que se ha dado en llamar teoría de la fuerza colectiva(5), entendiéndola como la fuerza que resulta de la cooperación entre los individuos y que sería inexistente sin ésta.
Dado que esta fuerza colectiva no es retribuida por el capitalista (PROUDHON, 2007:101), es posible hablar de una explotación del hombre sobre el hombre, consistente en
“que el salario del trabajador no excede nunca de su consumo ordinario y no le asegura el salario de mañana, mientras que el capitalista halla en el instrumento producido por el obrero un elemento de seguridad para su porvenir” (ROSEMBUJ, 1979:26-27).
Finalmente, Proudhon postulará que en la sociedad todos los salarios debieran ser iguales, básicamente, porque todos somos deudores de la sociedad (PROUDHON, 2007: 104-127)–y en definitiva la retribución debiera estar limitada tanto por el aporte realizado a la sociedad como por la riqueza que ésta reporte-.
El capítulo cuatro puede que sea el más impactante de su obra, ya que intentará demostrar matemáticamente la imposibilidad de la propiedad; a lo largo de la obra Proudhon intenta demostrar las contradicciones del discurso legitimante del derecho de propiedad, y en este capítulo acudirá a la autoridad de los números para hacerlo.
Al comienzo del capítulo Proudhon aclara nuevamente qué ataca cuando propone un embate al derecho de propiedad y la asimila con el derecho de albarranía (PROUDHON, 2007:130-133), que podemos decir que designa todos los casos en los cuales –arriendo tratándose de tierras, alquiler tratándose de casas, renta tratándose de capitales inmovilizados, etc.- la propiedad permite la apropiación del trabajo ajeno (ROSEMBUJ, 1979:27).
El Derecho de albarranía designa todos los casos en los cuales -arriendo tratándose de tierras, alquiler tratándose de casas, renta tratándose de capitales inmovilizados, etc- la propiedad permite la apropiación del trabajo ajeno
Si bien nuestro autor intenta probar la imposibilidad de la propiedad a través de 10 proposiciones, en esta breve reseña, debiera decirse que comprobado que no puede consumirse más de lo que se produce, sólo puede haber individuos que por ser propietarios viven del trabajo ajeno en la medida en que lo producido alcance para la subsistencia de quienes trabajan y la de los zánganos (PROUDHON, 2007:140-147). Empero, si todos quisieran ser propietarios y vivir del trabajo ajeno, la propiedad se autodestruiría.
En el capítulo quinto, Proudhon intentará descubrir por qué queremos la propiedad –aun siendo ésta odiosa e imposible- y por qué no sabemos realizar la igualdad (PROUDHON 2007: 185, 205). El autodidacta oriundo de Besançonintentará descubrir en qué nos diferenciamos de los animales en nuestra socialización. En el primer grado de socialización no hay diferencias: tanto el hombre como el animal se acercan a sus prójimos magnéticamente (PROUDHON, 2007:185-190). En el segundo grado, el de la justicia -entendida como “reconocimiento en el prójimo de una personalidad igual a la nuestra” (PROUDHON, 2007:190)- hay igualdad en el plano del pensamiento, pero sólo el humano puede tener una idea sobre ella.
Esta sentencia abre la distinción entre el humano y los demás animales: mientras que en su labor el trabajador se encuentra en constante intercambio de ideas con el prójimo, entre los animales no hay comunicación y cada uno realiza su labor sin esperar la cooperación del prójimo (PROUDHON, 2007:196-197). Ahora bien, en este contexto, el error que nos ha llevado a consagrar la propiedad tiene como origen la facultad de reflexión que tienen los individuos, la que puede llevarlos a comportamientos egoístas (PROUDHON, 2007:205- 211).
Proudhon dirá que no es posible un gobierno ni una administración pública que no tenga como fundamento a la propiedad (PROUDHON, 2007:226) y concluirá el capítulo con un embate a la idea de comunidad –por ese entonces asociada al estatismo de Louis Blanc [1811- 1882] (6)– y con diez puntos que podrían entenderse como una suerte de “ingeniería constitucional anarquista” –si es que esto no es una contradicción-.
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Notas (¿Qué es la propiedad? de Pierre Joseph Proudhon | Mauro Benente)
1 Esta característica también se percibirá en la confianza depositada en la ciencia como móvil de progreso que atraviesa varios pasajes de la obra de Proudhon, y también estará presente en la de otros anarquistas como Kropotkin [1842-1921]. Así el autor ruso veía un progreso en el maquinismo -producto por excelencia de la ciencia aplicada- y en su colectivización el goce de alimentación y vestido para todos (KROPOTKIN, 2005:65-97), así como la liberación de la mujer de las tareas domésticas (KROPOTKIN, 2005:123-128). Para los caracteres de pensamiento moderno, ver PARDO (2000) y para el método como garantía del conocimiento válido en el marco de la modernidad, ver RIVERA (2003).
2 Dentro del pensamiento del siglo XIX que puede denominarse revolucionario, los sucesos de Francia de 1789 fueron vistos como un proceso que se “quedó a mitad de camino”. Así, en el Manifiesto Comunista, se alude al carácter revolucionario de la clase burguesa, pero se sostiene que el proceso se detuvo cuando los intereses de esta clase hubiesen comenzado a ser perjudicados (MARX – ENGELS, 1998:13-42)
3 Como destaca Ansart, es esta noción de propiedad la que Proudhon intentará demostrar que es irracional e imposible (ANSART, 1971:39)
4 A mi entender, la construcción argumentativa que lo lleva a tal aseveración padece una falacia de petición de principio. Dice Proudhon:
“apruebo que el trabajador haga suyos los frutos; pero no comprendo cómo la propiedad de éstos puede implicar la de la tierra. El pescador que desde la orilla del río tiene la habilidad de coger más cantidad de peces que sus compañeros, ¿se convertirá por esa circunstancia, en propietario de los parajes en los que ha pescado?” (PROUDHON, 2007, 94).
En la tarea de averiguar si la apropiación del producto implica la apropiación del medio, Proudhon asume aquello que está intentando averiguar: que la apropiación de los peces (productos) no supone la apropiación del paraje (medio).
5 Así D´AURIA (2007a: 18-19)
6 Proudhon afirma que puede que el hombre quiera someterse a la ley, servir a la patria, pero debe hacerlo cuando le plazca; quiere ser útil por raciocinio, no por mandato imperativo (PROUDHON, 2007:213-214). Una crítica similar al comunismo estatista pareciera presentarse en Stirner.
Guérin afirma que
“según Stirner, para el comunista sólo existe el trabajador como tal; es incapaz de ver más allá, de pensar en el hombre, en el ocio del hombre. Descuida lo esencial: permitirle gozar de sí mismo como individuo después de cumplida su tarea como productor. Stirner entrevé, sobre todo, el peligro que implica una sociedad comunista, en la que la apropiación colectiva de los medios de producción conferiría al Estado poderes mucho más exorbitantes que los que posee en la sociedad actual” (GUÉRIN, S/D:49)
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Bibliografía
ANSART, Pierre (1971), Sociología de Proudhon, Ed. Proyección, Bs. As.
D´AURIA, Aníbal (2007a) “Introducción al ideario anarquista” en GRUPO DE ESTUDIO SOBRE EL ANARQUISMO, El anarquismo frente al derecho, Libros Anarres, Bs. As.
GUÉRIN, Daniel (S/D), El anarquismo, Libros Anarres, Bs. As.
KROPOTKIN, Piotr A. (2005), La conquista del pan, Libros Anarres, Bs. As.
MARX, Karl, ENGELS, Friedrich (1998), Manifiesto Comunista, Ed. Debate, Barcelona.
PARDO, Rubén H. (2000), Verdad e historicidad. El conocimiento científico y sus fracturas en DÍAZ, Esther (editora), La posciencia, Ed. Biblios, Bs. As.
PROUDHON, Pierre Joseph (2007), ¿Qué es la propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno, Libros Anarres, Bs. As. Título original: Qu´est-ce que la propieté?, 1840, traducción de A. Gómez Padilla.
RIVERA, Silvia (2003), La epistemología y sus formas cambiantes, en BERGALLI, Roberto y MARTYNIUK, Claudio (compiladores), Filosofía, política, derecho. Homenaje a Enrique Marí, Ed. Prometeo, Bs. As.
ROSEMBUJ, Tulio (1979), Conocer Proudhon y su obra, Ed. Dopesa, Barcelona.
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¿QUÉ ES LA PROPIEDAD?
PIERRE JOSEPH PROUDHON
Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno
PRÓLOGO
«No pertenezco a ningún partido ni camarilla; no tengo adeptos, ni colegas, ni compañeros. No he creado ninguna secta; aun cuando me lo ofrecieran, rechazaría el papel de tribuno por la simple razón de que no deseo esclavizarme«.
Esto declaraba Proudhon en 1840, poco después de la publicación de su Obra ¿Qué es la propiedad?, la que habría de darle fama, amén de ubicarlo entre los más grandes pensadores socialistas del siglo diecinueve.
Henos aquí ante una de esas paradójicas declaraciones en que tanto se complacía Proudhon, pues en ella hay verdad y no la hay. Durante el cuarto de siglo de su carrera de filósofo revolucionario fue siempre una figura solitaria, que no adhirió a ningún partido, no creó ningún movimiento formal para propagar sus ideas y trató de ser rechazado antes que aceptado.
No fue puramente maliciosa la definición que de él hizo Victor Considérant:
«Ese extraño hombre empeñado en lograr que nadie compartiera sus puntos de vista«.
Le gustaba desconcertar no sólo a los burgueses sino también a los demás socialistas; y gran deleite le dio recibir en los días más tormentosos de la revolución de 1848 el mote de «l’homme terreur«.
Sin embargo, las ideas de Proudhon fueron tan vigorosas que fertilizaron a muchos movimientos posteriores. «Proudhon es el maestro de todos nosotros«, dijo su formidable admirador ruso Miguel Bakunin, por cuyo intermedio pasaron aquellas ideas al movimiento anarquista histórico.
La Primera Internacional nació principalmente por los esfuerzos de los trabajadores franceses, para los que la
palabra de Proudhon era el evangelio revolucionario, y fue destruida por la gran disputa entre quienes apoyaban al socialismo libertario del tipo que él propiciaba y quienes aceptaban el patrón autoritario concebido por Karl Marx.
Más tarde, también a impulsos de anarcosindicalistas que se guiaban por las teorías de Proudhon sobre la acción de la clase trabajadora, surgió la CGT, el gran movimiento gremial francés, ahora prisionero del Partido Comunista.
Del mismo modo, en España no sólo los anarquistas sino también los federales de 1870 recibieron la influencia de sus enseñanzas, al igual que los narodniks de Rusia.
Kropotkin, Herzen y Sorel se confesaban discípulos de Proudhon. Baudelaire lo apoyó durante la revolución de 1848; Sainte-Beuve (C. A. Sainte-Beuve, Proudhon, su vida y su correspondencia, Ed. Americalee) y Flaubert lo admiraban por su prosa francesa clásica.
Gustave Coubert forjó sus teorías en un arte que aspiraba a expresar los anhelos del pueblo; Péguy sufrió su influencia; hasta Tolstoi lo estudió y tomó el título y buena parte de los fundamentos teóricos de su obra maestra, La guerra y la paz, del libro de Proudhon intitulado La Guerre et la Paix.
Este férreo individualista, que desdeñaba ganar adeptos y no obstante ejerció tan amplia y duradera influencia en su época y después, nació en 1809 en los suburbios de Besanzon. Sus padres eran de extracción campesina y provenían de las montañas del Franco Condado, rincón de Francia cuyos naturales son famosos por su fuerte espíritu de independencia: «Soy de la más pura piedra jurásica«, expresó en una oportunidad. El padre era tonelero y cervecero, y su cerveza era muy superior a sus habilidades comerciales. Siempre que fracasaba en alguna de sus aventuras económicas, cosa bastante frecuente, la familia regresaba a la granja ancestral. Proudhon recuerda una infancia austera aunque en muchos aspectos idílica.
«En casa de mi padre, nos desayunábamos con potaje de maíz; al mediodía comíamos patatas y por la noche, tocino. Y así todos los días de la semana. Pese a los economistas que tanto ensalzan la dieta inglesa, nosotros, con esa alimentación vegetariana, nos manteníamos gordos y fuertes. ¿Sabéis por qué? Porque respirábamos el aire de nuestros campos y vivíamos del producto de nuestros propios cultivos«.
Hasta el fin de sus días, Proudhon siguió siendo en el fondo de su corazón un campesino que idealizó las condiciones duras pero satisfactorias de su niñez. Esto influyó sobre su enfoque de la vida al punto que su imagen de una sociedad digna incluyó siempre como punto de partida el que cada granjero tuviera derecho a usar la tierra que podía cultivar y cada artesano contara con el taller y las herramientas necesarias para ganarse el sustento.
Su imagen de una sociedad digna incluyó siempre como punto de partida el que cada granjero tuviera derecho a usar la tierra que podía cultivar y cada artesano contara con el taller y las herramientas necesarias para ganarse el sustento
A su incapacidad comercial, el padre de Proudhon unía una pasión por el litigio. La educación de Pierre-Joseph en el colegio de Besanzon, donde se lo veía andar con sus ruidosos zuecos campesinos en medio de los bien calzados niños de familias adineradas, fue interrumpida bruscamente cuando la familia se hundió en la bancarrota a consecuencia de un fallo judicial adverso.
Entonces, lo enviaron a una imprenta como aprendiz, cambio de suerte del que se enorgullecía porque hizo de él un artesano y no un dependiente o un abogado. «Todavía recuerdo«, escribió mucho después de haber dejado el taller para tomar la pluma de escritor,
«aquel grandioso día en que mi herramienta de tipógrafo se convirtió en símbolo e instrumento de mi libertad«.
La imprenta le permitió adquirir el sentido de independencia que da un oficio bien aprendido y fue también su segunda escuela: allí aprendió hebreo y perfeccionó su latín y griego, mientras ponía en letras de molde las obras de los teólogos que infestaban los seminarios de Besanzon; allí entró en contacto directo y personal con las tradiciones del socialismo cuando conoció al excéntrico Charles Fourier, su celebrado coterráneo, con cuyo pensamiento se familiarizó al supervisar la impresión de Le Nouveau Monde Industriel et Sociétaire, esa extraña obra maestra de tan notable influencia.
Posteriormente, por amor a la libertad, Proudhon rechazaría la forma utópica de socialismo de Fourier, con sus falansterios o comunidades planeadas; «durante seis semanas estuve cautivado por ese singular genio«, recuerda.
Mientras trabajaba en la imprenta, Proudhon hizo su primera publicación. Tratábase de un ensayo filosófico más bien ingenuo que llamó la atención de la Academia de Besanzon, y por cuyos méritos se le acordó la Pensión Suard, que le permitió estudiar y vivir, no sin penurias, en París, en tanto escribía su primer libro importante: Qu’est-ce que la Propriété? (Qué es la propiedad?). Aparecido en 1840, fue sólo el principio de una larga serie de obras, producto de toda una vida dedicada a escribir con fervor.
Proudhon no fue un simple teórico de escritorio, situación a la que se vio reducido en sus últimos años, cuando así se lo impuso su mala salud. A su manera, con la independencia que lo caracterizaba, cumplió un papel activo en los dramáticos sucesos de su época.
La edición de ¿Qué es la propiedad? le ganó fama en los círculos radicales de la Europa de entonces, y durante la primera parte de la década de 1840 entabló relación con muchos de los hombres que luego tendrían actuación fundamental en el movimiento socialista.
Marx, Bakunin y Alexander Herzen se encontraban exiliados en París; vivían en miserables y escondidos cuartuchos del Barrio Latino, también barrio de Proudhon. Pronto se hicieron amigos y pasaban días y hasta noches analizando las tácticas de la revolución y la filosofía de Hegel, así como las ideas de los hegelianos de izquierda, grupo que en esos momentos estaba a la cabeza del socialismo francés.
La amistad con Bakunin y Herzen fue duradera; ambos trasladarían las ideas de Proudhon a campos más amplios que el movimiento revolucionario francés: Bakunin, al anarquismo internacional y Herzen, al populismo ruso. La relación con Marx fue cauta y temporaria. Éste saludó con alborozo la
publicación de ¿Qué es la propiedad?, de la cual dijo que era una «obra profunda» y «el primer estudio científico vigoroso y decisivo» que se hubiera hecho sobre el tema. Fue uno de los primeros escritores no franceses que reconoció la importancia de Proudhon, a quien se esforzó por reclutar en las filas del comunismo internacional que él y Engels trataron de establecer en los años anteriores a 1848.
En la correspondencia que intercambiaron durante 1846, Proudhon expresó claramente su opinión acerca del dogmatismo represivo con que Marx encaraba el socialismo. Hay en su última misiva un pasaje clave que señala el verdadero comienzo del conflicto de personalidades e ideas que dividió al movimiento socialista del siglo XIX y que, cuando Bakunin ocupó el lugar de Proudhon como vocero del socialismo libertario, culminó con la ruptura definitiva entre los movimientos anarquista y comunista.
«Investiguemos juntos, si así lo deseáis» (le dice a Marx),
«las leyes de la sociedad, estudiemos cómo toman forma y por qué proceso lograremos descubrirlas; pero, por Dios, después de destruir todos los dogmatismos a priori, no soñemos, a nuestra vez, en adoctrinar al pueblo…
Aplaudo de todo corazón vuestra idea de sacar a luz todas las opiniones; realicemos una polémica recta y leal; demos al mundo el ejemplo de una tolerancia ilustrada e inteligente, pero, no por estar a la cabeza de un movimiento, hemos de erigirnos en jefes de una nueva intolerancia, no nos pongamos en apóstoles de una nueva religión, aun cuando ella sea la religión de la lógica, la religión de la razón.
Unámonos para fomentar toda protesta y condenar todo exclusivismo, todo misticismo; nunca consideremos una cuestión totalmente agotada, y cuando hayamos usado nuestro último argumento, comencemos de nuevo, de ser necesario, con elocuencia e ironía.
Sólo con esa condición me uniré gustoso a vosotros. De otra manera, ¡no!«
Profundamente ofendido, por reconocer en estas palabras de Proudhon un reproche a su propia intolerancia, Marx nunca respondió. En rigor, contestó de otra manera cuando, en 1847, publicó un libro –La miseria de la filosofía– en el que atacó con saña a Proudhon y rompió definitivamente todo vínculo con él. Proudhon no se cuidó demasiado del ataque de Marx, el que sólo mereció un par de líneas en su diario, donde leemos esta lacónica observación:
«¡Marx es el gusano del socialismo!«
En esos momentos, su principal preocupación era difundir al máximo sus propias ideas sobre el socialismo, pues ya Francia se encaminaba hacia la revolución de 1848. Consideró necesario lanzar un periódico; y fue así como, a los pocos días de haber ayudado a levantar las barricadas de una revolución . que, a su juicio, se había «hecho sin ideas«, fundó Le Représentant du Peuple, primero de una serie de cuatro periódicos que, en total, vivieron algo más de dos años y medio y murieron uno tras otro porque la rectitud de Proudhon era excesiva, incluso para esos días revolucionarios. El pueblo compraba cada número con entusiasmo, pero las autoridades se asustaron tanto de su popularidad que no sólo suprimieron sus publicaciones, sino que además, en 1849, lo condenaron a tres años de prisión por injuriar al nuevo príncipe-presidente, Louis Napoleón, que se disponía a recrear el imperio napoleónico.
Antes de ser enviado a prisión, Proudhon llegó a ocupar una banca en la Asamblea Nacional, donde provocó un escándalo al presentar una moción que estimaba contribuiría a los deseados fines de la revolución: propuso que se abolieran las rentas, con lo cual la propiedad quedaría reducida a una simple posesión. Al otorgarse una moratoria parcial sobre arrendamientos y deudas, se daría a los propietarios la oportunidad «de contribuir, por su parte, a la obra revolucionaria, siendo ellos responsables de las consecuencias de su negativa«.
Cuando sus colegas pidieron a gritos una explicación, Proudhon hizo una de sus históricas definiciones. «Significa«, dijo a la Asamblea, «que en caso de negativa, nosotros mismos procederemos a la liquidación, sin vosotros«. A los gritos de «¿qué queréis decir con vosotros?» respondió: «Si usé esos dos pronombres, vosotros y nosotros, está claro que yo me identifiqué con el proletariado y a vosotros os identifiqué con la clase burguesa«. «¡Es la guerra social!«, vociferaron los irritados miembros de la Asamblea, que rechazaron la proposición por 691 votos contra 2. Proudhon se vanaglorió de constituir semejante minoría y hasta se dice que le disgustó que ese solitario amigo votara lealmente con él.
En rigor, aunque con esto Proudhon dejó perfectamente sentada su idea de que la revolución debía tomar la forma de una lucha de clases, en la cual los trabajadores encontraran su propio camino hacia la libertad, nunca fue un revolucionario violento. El arma con que quiso promover el cambio social fue el tan poco mortífero Banco Popular, institución de crédito mutuo para productores que, al proporcionar a éstos sus propios medios de intercambio, con el tiempo llegaría a minar el sistema capitalista. A pesar de sus 27.000 adherentes, el Banco Popular, creado en 1848, se fundió cuando Proudhon fue encarcelado.
La prisión no interrumpió sus actividades literarias, gracias a la indulgencia con que se trataba a los presos políticos en la Francia del siglo XIX: se les permitía recibir los libros, visitantes y alimentos que desearan, podían salir bajo palabra, una vez por semana. En los tres años que duró su condena, escribió tres libros, siguió editando sus periódicos hasta su prohibición definitiva, se casó y tuvo un hijo.
Una vez libre (1852), no tardó en verse nuevamente en dificultades. El régimen autocrático de Napoleón III había desterrado, encarcelado y acallado a la mayoría de los socialistas; Proudhon, que se negaba a guardar silencio, se erigió prácticamente en el único vocero de la izquierda independiente. En 1858, al publicarse su impresionante obra De la Justice dans la Révolution et dans l’Église, se le inició juicio por atacar a la Iglesia y al Estado. Esta vez, en lugar de aceptar la sentencia de cinco años de cárcel, huyó a Bélgica, donde permaneció hasta 1862, fecha en la que retornó a París, ciudad donde pasaría sus dos últimos años de vida.
En la etapa final de su existencia, Proudhon escribió sobre diversos temas, desde el federalismo hasta los principios de la pintura. Mas su preocupación primera era convencer al pueblo para que no participara en las elecciones con las que Napoleón III trataba de dar validez a su régimen, con lo cual inició la práctica anarquista de abstención electoral; al mismo tiempo, desarrolló su teoría de que los trabajadores en nada se beneficiaban al dar su apoyo a partidos organizados por individuos de otras clases y que debían tomar conciencia de su poder político y crear ellos mismos los organismos necesarios para producir el cambio social. «Os digo con toda la energía y tristeza de mi corazón: separaos de aquellos que se han apartado de vosotros«. Los trabajadores comenzaron a aceptar estos argumentos, de manera que, a fin de cuentas, este hombre, que no deseaba crear ningún partido, llegó a ganar la adhesión de muchos y vivió lo suficiente como para oír que la Internacional había sido creada principalmente por los proudhonianos.
¿Qué es la propiedad? «¡La propiedad es un robo!»
¿Qué es la propiedad? ocupa un lugar especial dentro de esa carrera que hizo de Proudhon una figura tan fundamental y fecunda dentro del socialismo europeo. El libro, según lo conocemos hoy, consiste en dos trabajos separados: ¿Qué es la propiedad?, aparecido originariamente en 1840, y Carta al señor Blanqui,
publicado en 1841. Louis-Adolphe Blanqui, pariente del famoso conspirador, era un economista que criticó la primera obra de Proudhon; pero la Carta, más que una réplica, en realidad cumple el propósito de llenar las lagunas que pudieron haber quedado en ¿Qué es la propiedad?
¿Qué es la propiedad? produjo gran revuelo con su respuesta a la pregunta del título: «¡La propiedad es un robo!«, frase que llegó a convertirse en máxima por todos citada; una máxima a la que los anarquistas, y otros, darían vueltas y revueltas en sus polémicas, y que siempre rondaría cual albatros verbal en torno de la reputación de su creador.
Paradójicamente, Proudhon no usó tan audaz expresión en su sentido literal, sino sólo para dar más énfasis a su idea. Con el término «propiedad» designó lo que más tarde llamaría «la suma de sus abusos«. Quiso señalar lo injusto de la propiedad, como bien usado por el hombre para explotar el trabajo de otros, sin aportar el esfuerzo propio, de la propiedad que se caracteriza por rendir intereses y rentas y permitir imposiciones por parte del que no produce sobre el que produce. En cambio, la propiedad como «posesión«, el derecho de un hombre a disponer de su vivienda, de la tierra y las herramientas que necesita para vivir, eso era para Proudhon lo justo, la piedra fundamental de la libertad. Reprobaba el comunismo sobre todo porque éste buscaba la destrucción de esta forma de propiedad.
Con el término «propiedad» designó lo que más tarde llamaría «la suma de sus abusos«. Quiso señalar lo injusto de la propiedad, como bien usado por el hombre para explotar el trabajo de otros, sin aportar el esfuerzo propio, de la propiedad que se caracteriza por rendir intereses y rentas y permitir imposiciones por parte del que no produce sobre el que produce. En cambio, la propiedad como «posesión«, el derecho de un hombre a disponer de su vivienda, de la tierra y las herramientas que necesita para vivir, eso era para Proudhon lo justo, la piedra fundamental de la libertad
Tras ver los inconvenientes de la propiedad en su acepción común y del comunismo, Proudhon llegó a la conclusión de que la única organización social, capaz de otorgar al hombre el derecho de gozar del producto de su trabajo, era la basada en la «libertad«. Arribó así a otra célebre definición, pues después de examinar las distintas formas de gobierno, declaró no ser «democrático» sino «anarquista«. Con esto no quiso dar a entender que propugnaba el caos político: creía en la existencia de una justicia inmanente que el hombre había pervertido con la creación de malas instituciones.
Proudhon declaró no ser «democrático» sino «anarquista«. Con esto no quiso dar a entender que propugnaba el caos político: creía en la existencia de una justicia inmanente que el hombre había pervertido con la creación de malas instituciones
La propiedad era incompatible con esta justicia, por quitarle al trabajador el derecho de disfrutar del fruto de su trabajo y privarlo de los beneficios sociales, que son producto de siglos de esfuerzo común
La propiedad era incompatible con esta justicia, por quitarle al trabajador el derecho de disfrutar del fruto de su trabajo y privarlo de los beneficios sociales, que son producto de siglos de esfuerzo común. Por lo tanto, la justicia exigía una sociedad en la que coexistieran la igualdad y el orden. Esta sociedad sólo podía tomar una forma. «Así como el hombre busca la justicia en la igualdad, la sociedad busca el orden en la anarquía. La anarquía, la ausencia de amos, de soberanos, he aquí la forma de gobierno a la que nos aproximamos día a día«.
Proudhon fue el primero en utilizar el término «anarquismo«, hasta entonces empleado en el mal sentido de la palabra, para definir una teoría que proponía una sociedad en la cual el comunismo y la propiedad se sintetizarían de manera tal que el gobierno desaparecería al tiempo que florecería la libertad en un mundo de pequeños propietarios unidos por libre contrato
Proudhon no fue el primer anarquista en el sentido de abogar por una sociedad fundada en la cooperación espontánea y no en la coerción; William Godwin lo precedió por medio siglo con su Political Justice. En cambio, fue el primero en utilizar el término «anarquismo«, hasta entonces empleado en el mal sentido de la palabra, para definir una teoría que proponía una sociedad en la cual el comunismo y la propiedad se sintetizarían de manera tal que el gobierno desaparecería al tiempo que florecería la libertad en un mundo de pequeños propietarios unidos por libre contrato.
Tanto en la sociedad ideal, imaginada por Godwin, como en la concebida por Proudhon, lo primero que resalta es este predominio del pequeño propietario, del campesino y del artesano. De la lectura de ¿Qué es la propiedad? se desprende de inmediato que la propiedad a la que se refiere Proudhon es principalmente la de la tierra; por ende, la solución que propone es prácticamente de orden agrario, el tipo de solución que habría salvado de la bancarrota crónica a muchos honestos y laboriosos hombres de campo, cual fue su padre. Aparentemente, no toma en consideración las actividades fabriles más complejas y sólo piensa en los artesanos que trabajan en su pequeño taller personal. Mas no debemos olvidar que, lo mismo que Godwin, Proudhon hablaba sobre la base de su propia experiencia, que hasta 1840 estuvo limitada al ámbito rural de Besanzon, adonde aún no había llegado el ferrocarril, pionero del industrialismo, y a la vida del Barrio Latino de París, que entonces, como ahora, era un nidal de pequeños talleres. Más tarde, en Lyon, conoció las industrias nacientes de ese período y vemos que, en obras posteriores, particularmente La idea general de la revolución en el siglo XIX, trata ampliamente sobre la creación de asociaciones cooperativas para la administración de fábricas y ferrocarriles.
¿Qué es la propiedad? abraza los fundamentos del anarquismo del siglo XIX , sin presentar los matices de violencia que luego se adosaron a la doctrina. Si bien algunos de sus sucesores no coincidieron con Proudhon, en cuanto a la posibilidad de eliminar los abusos de la propiedad, sin las convulsiones traumáticas de una revolución sangrienta, lo cierto es que en esta obra encontramos, explícita o implícitamente, la esencia de todo el anarquismo: la idea de una sociedad libre unida por asociación que pone los medios de producción en manos de los trabajadores.
Proudhon elaboraría después otros aspectos de su teoría, tales como la necesidad de que la clase trabajadora emprenda una lucha política propia (especialmente en su obra póstuma Capacidad política de la clase obrera [1864]), la conveniencia de remodelar la sociedad sobre la base del federalismo y la descentralización, la formación de comunas y asociaciones industriales, como células primarias de la interrelación humana y la eliminación de fronteras y naciones.
¿Qué es la propiedad?, pese a ser una obra de juventud, desprovista de la elocuencia y los trofeos de una cultura autodidacta que ornan obras posteriores como De la justicia y La guerra y la paz, ha sido el cimiento sobre el cual se construyó íntegramente el edificio de la teoría anarquista del siglo XIX.
GEORGE WOODCOCK
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Datos sobre la publicación
Proudhon, Pierre Joseph ¿Qué es la propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno. 1a. ed. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2005. 240 p.; 20×12,5 cm. (Utopía Libertaria) ISBN 987-20875-9-8 1. Ciencias Políticas-Anarquismo I. Título CDD 320.57.
La reproducción de este libro, a través de medios ópticos, electrónicos, químicos, fotográficos o de fotocopias está permitida y alentada por los editores. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina / Printed in Argentina
Fuente de esta edición: Título del original en francés: Qu’ est-ce que la propriété?; La edición al Castellano se corresponde a la Editorial Proyección S.R.L., Buenos Aires, 1970, Libros de Anarres Corrientes 4790 Buenos Aires / Argentina ISBN: 987-20875-9-8
Fuente digital de la versión al español: Omegalfa.es, [Versión en pdf].
Traducción: A. Gómez Pinillacon. Corrección: Diego Abad de Santillán.
Con apéndices y notas del autor, agregados a la primera versión española
HTML: Rodrigo Cisterna, febrero de 2015
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¿Qué es la propiedad?: INDICE
Prólogo de George Woodcook.
Capítulo I
Parte 1: Método seguido en esta obra.
Parte 2: Esbozo de una Revolución.
Capítulo II
De la propiedad considerada como derecho natural. – De la ocupación y de la ley civil como causas eficientes del derecho de propiedad. Definiciones.
I. De la propiedad como derecho natural.
II. De la ocupación como fundamento de la propiedad.
III. De la ley civil como fundamento y sanción de la propiedad.
Capítulo III
Del trabajo como causa eficiente del derecho de propiedad.
I. La tierra no puede ser apropiada.
II. El consentimiento universal no justifica la propiedad.
III. La propiedad no puede adquirirse por prescripción.
IV. Del trabajo. – El trabajo no tiene por si mismo ninguna facultad de apropiación sobre las cosas de la naturaleza.
V. El trabajo conduce a la igualdad en la propiedad.
VI. Que en la sociedad todos los salarios son iguales.
VII. La desigualdad de facultades es la condición necesaria de la igualdad de fortunas.
VIII. Que en el orden de la justicia, el trabajo destruye la propiedad.
Capítulo IV
La propiedad es imposible.
La propiedad es física y materialmente imposible.
Primera proposición
La propiedad es imposible porque de nada exige algo.
Segunda proposición
La propiedad es imposible porque donde es admitida, la producción cuesta más de lo que vale.
Tercera proposición
La propiedad es imposible, porque sobre un capital dado, la producción está en razón del trabajo, no en razón de la propiedad.
Cuarta proposición
La propiedad es imposible, porque es homicida.
Quinta proposición
La propiedad es imposible, porque la sociedad se devora con ella.
Apéndice a la quinta proposición.
Sexta proposición
La propiedad es imposible, porque es madre de la tiranía.
Séptima proposición
La propiedad es imposible, porque al consumir lo que recibe, lo pierde; al ahorrarlo, lo anula, y al capitalizarlo, lo emplea contra la producción.
Octava proposición
La propiedad es imposible, porque siendo infinito su poder de acumulación, sólo actúa sobre cantidades limitadas.
Novena proposición
La propiedad es imposible, porque es impotente contra la propiedad.
Décima proposición
La propiedad es imposible, porque es la negación de la igualdad.
Capítulo V
Exposición psicológica de la idea de lo justo e injusto y determinación del principio de la autoridad y del derecho.
Primera parte
I. Del sentido moral en los hombres y en los animales.
II. Del primero y del segundo grado de sociabilidad.
III. Del tercer grado de sociabilidad.
Segunda parte
I. De las causas de nuestros errores: origen de la propiedad.
II. Caracteres de la comunidad y de la propiedad.
III. Determinación de la tercera forma social. – Conclusiones.
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