LOS TENTÁCULOS MEDIÁTICOS DE SOROS
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PINCHAZOS: DE LEYENDA URBANA INGLESA A PROPAGANDA MINISTERIAL ESPAÑOLA
Todos los hombres, como clase opresora patriarcal, pasaban a ser sospechosos y un poco culpables también de algo tan monstruoso como inexistente
Por Javier Bilbao
Gaceta, 23 de julio de 2023
En otoño de 2021 una nueva amenaza parecía cernirse sobre las mujeres británicas en pubs y discotecas de todo el país. Súbitamente, comenzaron a denunciarse casos de chicas que habían sido pinchadas durante sus salidas de ocio nocturno, probablemente para inyectarles alguna droga que anulase su voluntad y así quién sabe si robarles sus pertenencias o, aún peor, abusar sexualmente de ellas. En apenas unos meses llegaron a sumarse hasta 1.300 denuncias… era alarmante ¿qué estaba pasando? ¡había que hacer algo! El asunto llegó incluso a abordarse en el Parlamento.
Pero si centramos la atención en sus medios encontraremos el hilo del que poder tirar para entenderlo. Prensa sensacionalista como Daily Express o Daily Mirror y también la misma BBC (cuyo prestigio internacional viene, en el fondo, de ser inglesa) ya desde octubre comenzaron a publicar reportajes con titulares como Señales de que te han inyectado en la epidemia que azota el Reino Unido ¡Es terrorífico! que describían síntomas como pérdida del equilibrio, problemas de visión, inhibición más baja, confusión, náuseas, vómitos y pérdida del conocimiento. En un país que tiene 3.000 palabras distintas para referirse a la borrachera esos signos resultaban sospechosamente familiares. Además, las denuncian provenían en su mayor parte de chicas entre 16 y 18 años, un grupo demográfico particularmente susceptible a las modas y más necesitado de excusas respecto a posibles borracheras. En ningún análisis farmacológico se llegó a detectar rastros de drogas extrañas que anulasen la voluntad; muchos profesionales de la medicina explicaron la dificultad o imposibilidad de pinchar a alguien con una aguja en ese ambiente e inyectarle nada y, lo que más invitaba al escepticismo, no había detenidos, ni testigos, ni grabaciones del hecho delictivo en un país con 5 millones de cámaras de vigilancia.
La policía reiteró en el tiempo que no había evidencia de ningún caso real de este tipo, algunos comentaristas describieron todo esto como una ola de «pánico moral» fruto de una leyenda urbana avivada por medios y redes sociales y psicólogos que analizaron el fenómeno lo relacionaron con ciertos temores inconscientes entre la población a la entonces vigente campaña de vacunación por Covid 19. Para el 31 de octubre ya se habían suministrado más de 100 millones de dosis en el Reino Unido y ser pinchado por una aguja es algo que genera cierta aversión en mucha gente, cosa que esta leyenda urbana habría aprovechado para viralizarse. Tema zanjado, como vemos en esta gráfica las búsquedas en Google en aquel país de «pinchazo de aguja» tuvieron un ascenso fulgurante el 21 de octubre (recordemos que ese fue el día de publicación del titular tan escandaloso antes citado) y poco tiempo después se volatilizaron. De tal manera que para comienzos de 2022 las aguas regresaban a la calma, los ingleses podían volver a lo que mejor saben hacer y al resto del mundo más le valía tomar nota para evitar repetir lo mismo en sus respectivos países… ¡Pero no!
La semana del 22 al 28 de mayo de 2022 en los Países Bajos recoge, según podemos ver en Google Trends, un interés público en los «pinchazos de aguja» de un incremento tan rápido como efímero. De nuevo, como declaró en junio el portavoz de la policía de Amsterdam «hemos tomado cada denuncia seriamente, pero no hemos encontrado una sola muestra de evidencia de pinchazos de agujas (…) Si te pincho con una aguja, giras la cabeza y miras el lugar donde está el dolor. Si quieres usar una jeringa para poner algo en el cuerpo de alguien, alguien lo verá. Nadie ha visto nada. Ni una sola persona. Si no hay pruebas, no podemos decir que sucedió». Ciertamente llegaron a detener a un hombre en un festival de La Haya que portaba dos jeringas, pero la Policía terminó concluyendo que se trataba de un consumidor de drogas habitual y eran para uso personal.
Como muchos imaginarán o recordarán, la cosa no acabó ahí. El país donde se dio el llamado «Bulo del culo», el que tuvo al presidente del Gobierno y a los medios un mes centrado en los gritos por la ventana de un Colegio Mayor, no iba a dejar pasar por alto una leyenda urbana tan útil para la agenda progresista. A principios de julio la agencia EFE, como sabemos de titularidad pública (¿o tal vez deberíamos decir de titularidad socialista?) publicó una noticia recogida en diversos medios en la que podemos leer acerca de las «sumisiones químicas que se registran en España, una práctica en aumento, que está detrás del 33% de las agresiones sexuales de los últimos 5 años». Un dato llamativo, pero si vamos al informe del Ministerio de Justicia en el que se basa el texto (que puede descargarse aquí) ese dato del 33% en realidad corresponde a las peticiones de análisis toxicológico, de los que «El 72,1% de los casos analizados fueron positivos a alguna sustancia (alcohol, drogas de abuso y/o psicofármacos) aisladamente o en combinación». Es decir, haciendo una regla de 3 podemos concluir que en un 23,8% de los casos de abuso sexual la víctima estaba bajos los efectos de alguna droga (en un 80% es el alcohol), aunque el informe no especifica si a las víctimas se las forzó a beber/drogarse o el agresor solo aprovechó ese estado de ebriedad. Ahora bien, ¿qué importancia tiene todo esto? Permítanme seguir con el repaso cronológico y volveremos a ello para entenderlo.
Esta noticia supuso un pistoletazo de salida para la publicación de medidas tomadas por diferentes administraciones, como el reparto de 10.000 cubre vasos para evitar agresiones por sumisión química en las fiestas de Barakaldo, la presentación de una campaña publicitaria del Gobierno de La Rioja, así como otra similar en Barcelona. Entonces llegan los San Fermines y con ellos 4 denuncias de pinchazos ¡Ya lo tenemos a España, por fin! Pero la diligencia policial se convierte en un aguafiestas para la agenda mediática: el mismo día 13 se hace público que esos posibles pinchazos no serían más que «una gamberrada». Dará igual, la maquinaria sigue en marcha.
El día 25 Antena 3 nos sorprende con el titular Un pinchazo en medio de la discoteca: la nueva técnica de sumisión química cuyo contenido se sustenta en un mensaje de Instagram y en el que nos explican que «en los medios de comunicación se pueden encontrar varias noticias sobre ‘pinchazos a chicas’ en las pasadas fiestas de Sanfermines»…¡Si la policía los había desmentido! En fin, ya sabemos que muchos periodistas españoles no dejarán que la verdad les estropee una buena noticia, prosigamos.
Justo al día siguiente llegaba La Sexta con refuerzos titulando Cómo debes actuar en caso de sentir un pinchazo estando de fiesta, y ahí, en el cuerpo de la noticia, podemos ver una referencia a aquella otra de la agencia EFE que tergiversaba considerablemente un informe del Ministerio de Justicia, para concluir en triple voltereta mortal que «detrás del conocido como ‘pinchazo’ se encuentran el 33% de las agresiones sexuales de los últimos 5 años, recoge EFE». Asombroso. Como en el juego del teléfono estropeado, un dato inicial del 23,8% de víctimas de abuso sexual bajo los efectos de alguna sustancia (casi siempre alcohol) en el momento de los hechos denunciados, pasa a convertirse por la magia periodística en un 33% de víctimas de abuso sexual que han sido pinchadas con jeringuillas por sus agresores. Es abiertamente mentira, pero se trata de montar una bola de nieve.
Llegamos al 27 de julio, un día después de la noticia de La Sexta y dos de la de Antena 3, así que ahora le toca recoger el testigo a Telecinco, que nos cuenta cómo «aumenta la preocupación ante la oleada de pinchazos para provocar sumisión química». Oleada. Lo cierto es que la mecha prende y a finales de julio se empiezan a producir denuncias y si nos fijamos en las búsquedas de Google hay un pico de atención pública entre el 31 de julio y el 6 de agosto sorprendentemente similar al que vimos antes en Holanda y Gran Bretaña.
Frente a toda esta farsa la Guardia Civil sí cumplía su labor y no solo desmentía como «bulos» ciertas informaciones sobre pinchazos, sino que tuvo que proteger a un hombre en Asturias falsamente señalado por la muchedumbre como autor de unos pinchazos y a punto de ser linchado. Pero el feminismo mediático (valga la redundancia) y buena parte de la clase política seguían a lo suyo. Ana Burgos, «investigadora» cuya asociación recibe fondos del gobierno de España y de la Generalitat catalana, tenía claro que tras este fenómeno inexistente estaba el «sistema patriarcal» buscando «disciplinar a las mujeres». Mientras que Nerea Barjola, autora del ensayo Microfísica sexista del poder, premiado en2021 por el Ministerio de Igualdad, se permitía pensar que tras todo esto de los pinchazos había un «movimiento de hombres organizados».
La ministra de Justicia, Pilar Llop, declaraba que desde el Gobierno se estaba trabajando para saber qué intenciones había tras los pinchazos (¿no tenían información de lo que ya era público y notorio en Gran Bretaña y Holanda desde hace meses?). Por su parte, Marta González, portavoz adjunta y coordinadora de políticas sociales del PP en el Congreso, echaba en falta la intervención del Ministerio del Interior, del de Igualdad y del de Sanidad (le faltó poco para mencionar también al de Defensa). La consejera de Igualdad y Feminismos catalana, Tània Verge, fue más lejos y dijo estar valorando que las discotecas registrasen a los hombres antes de entrar. Todos los hombres, como clase opresora patriarcal, pasaban a ser sospechosos y un poco culpables también de algo tan monstruoso como inexistente. Naturalmente hay un nombre que no podía faltar en todo esto, Irene Montero, que el día 1 de agosto anunció que los locales de ocio nocturno pasarían a ser puntos violetas y que en la próxima ley de Solo Sí es Sí, «se introduce expresamente como agravante de un delito sexual cualquier forma de sumisión química».
Vale… ¡ahora lo entiendo! Todo lo anterior había consistido en allanar el camino para esto: avivar problemas irreales a los que se atribuye un origen sociocultural, simbólico, intangible y no mesurable (¿cómo medir si en esa lucha contra el sistema patriarcal se ha avanzado o no?) para a continuación presentar la solución en forma de una ley, aprobada por el Congreso el 25 de agosto de 2022, que contó con los únicos votos en contra de Vox y PP. El resultado de dicha ley lo hemos ido conociendo con todo su lamentable detalle mientras que, respecto a los pinchazos, ya en octubre se publicó un informe por el que de todas las denuncias presentadas ante la Policía Nacional y la Guardia Civil en ninguna se había encontrado presencia de sustancias químicas y, además, «ninguno de los pinchazos se ha relacionado con la comisión de sumisión sexual o agresiones».
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LOS TENTÁCULOS MEDIÁTICOS DE SOROS
¿Por qué ese empeño de los medios en repetir una acusación tan burda y manoseada para defenderlo? Porque, sencillamente, buena parte de ellos están bajo su control y no solo porque sea accionista en bastantes, sino por la estrategia notablemente sofisticada que ha sabido desarrollar para condicionar su narrativa
Antes de centrarnos en el sistema que ha creado en torno a él y su fundación, la Open Society, convendría acercarnos un poco a la persona. Nacido en Budapest en 1930 (Viktor Orbán, que bien lo conoce, precisamente se ha convertido en su mayor adversario), tuvo una juventud marcada por el nazismo y el comunismo que le llevó en 1947 a emigrar a Londres para estudiar economía y filosofía, lo que le permitió entrar en contacto con la obra de Popper La sociedad abierta y sus enemigos. Es difícil exagerar la importancia que supuso para él, pues ese planteamiento maniqueo quedó grabado a fuego en su mente como una revelación religiosa. También comenzó a desarrollar un enfoque recurrente, casi obsesivo, aplicado tanto en su posteriores negocios de especulación financiera como en su interés por los medios de comunicación, lo explicó posteriormente en su obra La alquimia de las finanzas:
«la comprensión de los participantes y la situación en la cual participan continuó preocupándome mucho tiempo después de terminar mis estudios universitarios (…) vivimos en el mundo real, pero nuestra visión del mundo no se corresponde con el mundo real. La gente basa sus acciones no en la realidad sino en su visión del mundo, y ambas son diferentes».
Lo importante será por tanto cambiar la percepción de la gente sobre cómo son las cosas y así se influirá en sus decisiones, sus inversiones, su voto. En ese sentido, varias de sus maniobras en bolsa más lucrativas han sido profecías autocumplidas. Como la carta que envió a Times of London el 9 de junio de 1993 en la que escribió «preveo que el marco caerá ante todas las grandes monedas», provocando así en las 24 horas siguientes un pánico bursátil que hizo caer esa divisa y generarle a él pingües beneficios. En años posteriores repetiría la jugada con el rublo y con el dólar, aunque lo que quedó para la historia fue su ataque contra el Banco de Inglaterra: le supuso a cada uno de los británicos perder 20 libras, directamente embolsadas en una parte significativa por nuestro protagonista. A la vista de todos estos manejos no es sorprendente que en su libro anteriormente citado confesase «yo siempre he albergado una exagerada visión de mi autoimportancia… Por decirlo sin rodeos, me imaginaba a mi mismo como algún tipo de dios». ¿Y qué es lo que hace a continuación alguien con tal fortuna y una opinión de sí mismo tan estupenda? Pues, en sus propias palabras, «mi objetivo es convertirme en la conciencia del mundo».
«Los Clinton recibieron a Soros con los brazos abiertos. Soros realizaba un servicio a los Clinton, y a cambio recibía plena libertad para sus negocios en el antiguo bloque soviético. Soros no solo expandió su fortuna bajo Bill y Hillary, sino que encajó en ellos en su zeitgeist contracultural». A través de ellos, Soros fundó una plataforma pública para defender sus excéntricas políticas.
Soros comenzó su actividad política (que no «filantrópica») en los años 80 interviniendo en los países del Este con el fin de derrotar al comunismo, pero fue en los 90 cuando vio la gran oportunidad de hacer negocios y moldear políticamente esas sociedades aprovechando el vacío de poder… y el apoyo de los Clinton, desde entonces una confluencia que resulta fundamental para entender ambas partes. Tal como se explica en el libro The Shadow Party: How George Soros, Hillary Clinton, and Sixties Radicals Seized Control of the Democratic Party: «Los Clinton recibieron a Soros con los brazos abiertos. Soros realizaba un servicio a los Clinton, y a cambio recibía plena libertad para sus negocios en el antiguo bloque soviético. Soros no solo expandió su fortuna bajo Bill y Hillary, sino que encajó en ellos en su zeitgeist contracultural. A través de ellos, Soros fundó una plataforma pública para defender sus excéntricas políticas. Con Bush en el poder, Soros ya no tendría ese tipo de influencia. Eso es algo que le hacía enloquecer» (aunque en 2006 descubriría a Obama, con el que se repitió la situación). Como diría el propio Soros a un periodista de New Republic de forma más concisa y con su proverbial modestia: «tú simplemente escribe que el antiguo Imperio soviético es llamado ahora el Imperio Soros».
fue en los 90 cuando vio la gran oportunidad de hacer negocios y moldear políticamente esas sociedades aprovechando el vacío de poder… y el apoyo de los Clinton, desde entonces una confluencia que resulta fundamental para entender ambas partes
Ahora bien, tenía a su disposición países recién colapsados, particularmente vulnerables, un banco de pruebas ideal, y el apoyo del Gobierno de la ahora potencia hegemónica, pero… ¿Cómo influir desde el ámbito privado? ¿Cuáles debían ser sus siguientes pasos? Sus primeros objetivos fueron la educación y los medios de comunicación, fundando para ello la Universidad Europea Central en Hungría, a la que seguirían otras instituciones educativas en más países. Solo entre 2014 y 2018 donó más de 184 millones de dólares a centros de 51 países y durante una conferencia en el Foro Económico Mundial en 2020 prometió destinar 1.000 millones más. Resulta significativo que parte de esos centros académicos y estudios financiados sean de periodismo: si se quiere influir en los medios, deduce correctamente, debe comenzarse por las facultades donde son formados sus futuros trabajadores.
Solo entre 2014 y 2018 donó más de 184 millones de dólares a centros de 51 países y durante una conferencia en el Foro Económico Mundial en 2020 prometió destinar 1.000 millones más. Resulta significativo que parte de esos centros académicos y estudios financiados sean de periodismo
Respecto al terreno de la comunicación, según publicó el Media Research Center, para 1994 ya había comprado 40 medios de prensa, radio y televisión en Europa del Este. De la misma manera que con la educación, su interés en este ámbito se amplió posteriormente al resto del planeta. Para 2011 ya había invertido en 180 medios, siendo accionista con cientos de millones de dólares en grupos de comunicación como ViacomCBS (en la que se incluye por ejemplo la productora Paramount Pictures), compañías de televisión por cable como Charter Communications, el grupo VICE Media o Netflix. Además de aquellos de los que es propietario o accionista de una parte, hay otros muchos medios que reciben fondos para desarrollar su agenda. Si vamos a la web de la Open Society, encontramos referencias a donaciones a 250 medios y asociaciones.
Además de aquellos de los que es propietario o accionista de una parte, hay otros muchos medios que reciben fondos para desarrollar su agenda. Si vamos a la web de la Open Society, encontramos referencias a donaciones a 250 medios y asociaciones
Una de ellas es la Fundación Gabo, con sede en Colombia (pues fue fundada por Gabriel García Márquez) que premia reportajes de medios en español, relacionados con temas como por ejemplo la inmigración (uno de los asuntos predilectos de Soros, fiel defensor de las fronteras abiertas y un gobierno mundial). Otras veces, en todo un ejercicio de «yo me lo guiso, yo me lo como», asociaciones financiadas por Soros premian a medios también sostenidos por él.
Así vemos entonces otra de sus estrategias para influir en los contenidos mediáticos: financiar una constelación de asociaciones en torno al periodismo que premian, castigan, ayudan, aleccionan, corrigen o directamente censuran los contenidos de medios con los que Soros tenga o no algún vínculo. De manera que podemos encontrar la Organization of News Ombudsmen, que reúne a los defensores del lector de medios de 22 países, o el Journalism Advisory Board, en el que hay periodistas de medios como New York Times, CNN, Wall Street Journal o LA Times. Hay también organizaciones editoriales como Project Syndicate, que facilitan la distribución de artículos por todo el mundo y que solo en España agrupa a ABC, El Economista, El País, Expansión, La Vanguardia y Público. Hasta la misma Wikipedia recibe su pellizco.
Así vemos entonces otra de sus estrategias para influir en los contenidos mediáticos: financiar una constelación de asociaciones en torno al periodismo que premian, castigan, ayudan, aleccionan, corrigen o directamente censuran los contenidos de medios con los que Soros tenga o no algún vínculo
Mención aparte merecen los llamados fact-checkers o verificadores. Como es habitual en todas estas organizaciones la premisa bajo la que se amparan es noble e inatacable (¿Quién estaría en contra de contrastar hechos y buscar la verdad?), pero en la práctica su labor es sesgada y no tiene otro fin que perseguir la difusión de ciertas informaciones opuestas a la agenda progresista en redes sociales o medios no afines. Puede suponer entonces el lector lo mucho que gusta a la Open Society financiarlos: entre ellos está Chequeando, en Argentina, Full Fact en el Reino Unido y Maldito Bulo, en España. Esta última ya habría recibido en torno a 300.000 dólares. Hay ocasiones en las que esa «monitorización de los medios» ha llegado a alcanzar niveles de hostigamiento apreciables, como el relacionado con el periodista de la Cadena Fox llamado Glenn Beck. En su programa realizó una serie de reportajes sobre la figura de Soros que no gustaron al aludido y este pasó a financiar una ONG llamada Media Matters, la cual promovió boicots de anunciantes, publicó información sobre ejecutivos del medio y hasta ofreció ayuda legal a todo aquel que quisiera demandar a la cadena.
Por último, nos queda por recoger otra de las formas de influir en los medios a la que más ha recurrido la Open Society. La mayoría de las redacciones suelen disponer de recursos limitados para acceder a la información: bien por falta de corresponsales, de tiempo para investigar o por la dificultad de contactar con expertos. Hay en consecuencia ONGs y think tanks que presentan informes y dan la noticia prácticamente ya cocinada, con el incentivo añadido de presentarse como expertos independientes al medio que corroboran la información. La joya de la corona del imperio de Soros es Human Rights Watch (HRW), a la que ha donado 100 millones de dólares. Esta organización es omnipresente en el panorama mediático, pues de casi cualquier conflicto o suceso ocurrido en el mundo disponen de un informe o una declaración que hacer aprovisionando así a las redacciones (que asumen de paso sus sesgos e intereses). Otro ejemplo bien reciente lo encontramos en esta información muy crítica con la política penitenciaria llevada a cabo en El Salvador por Bukele, toda ella centrada en un informe publicado por la ONG Cristosal, de la cual podemos ver que hasta ahora ha recibido de la Open Society en torno a 2,5 millones de dólares.
La conclusión de todo lo anteriormente expuesto es que semejante acumulación de sinergias entre medios, ONGs, verificadores y asociaciones dejan al ciudadano medio que quiera estar informado prácticamente indefenso. ¿Quién podría memorizar todos los nombres mencionados para poder acercarse a las noticias con el debido escepticismo? Hay tantas artimañas y tantos implicados que ni el más avispado puede detectar dónde estará la trampa, por dónde se la colarán. El resultado final es que «la gente basa sus acciones no en la realidad sino en su visión del mundo, y ambas son diferentes». Y dicha visión del mundo es la que nos proporciona un ecosistema mediático como el bosquejado…
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Javier BilbaoDe formación abogado y economista. Ha conciliado diversas actividades empresariales con la traducción de autores como Ayn Rand, Frédéric Bastiat o Alexis de Tocqueville.
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EL RELEVO IMPERIAL DEL REINO UNIDO A EEUU
Ideas, 16 de julio de 2023
«Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.
(…) esa América que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!
Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador,
para poder tenernos en vuestras férreas garras»
No es casualidad que La carga del hombre blanco, el poema de Kipling al que Rubén Darío dio brillante réplica hispana, fuera escrito inicialmente en honor a la reina Victoria y luego dedicado a Estados Unidos y su conquista de Filipinas tras la Guerra del 98. Quedaba así clara la continuidad cultural, ideológica y geopolítica entre ambos imperios, uno por entonces ya en decadencia y el otro en meteórico ascenso, decidido a heredar esa posición hegemónica y todo su, permítanme por oportuna la expresión anglosajona, know-how colonizador.
Pero este Translatio imperii como cualquier asunto humano no estuvo exento de controversias. Primero tuvo que superar los resentimientos entre ambos países por la Guerra de la Independencia y por la de 1812 y, a continuación, se encontró con la paradoja del «excepcionalismo» estadounidense: la autoconcepción (ilusoria o propagandística) de la singularidad de ese país y de su misión como faro de libertad y democracia para el mundo. En palabras de George W. Bush: «Estados Unidos nunca ha sido un imperio. Puede que seamos la única gran potencia en la historia que, teniendo esa oportunidad, la ha rechazado (…) Otras naciones en la historia han luchado en tierras extranjeras y luego han permanecido allí para ocuparlas y explotarlas. Los estadounidenses, tras terminar la batalla, solo quieren regresar a casa». Y como luego abundaría Obama: «Estados Unidos no es el crudo estereotipo de un imperio egoísta, ha sido una de las mayores fuentes de progreso que el mundo ha conocido. Nacimos de una revolución contra un imperio». Superado el pasmo inicial que nos puedan causar declaraciones tan campanudas (¡y en boca de quién!), merece la pena indagar en los orígenes históricos de esta percepción nacional para poder comprenderla mejor.
En esa tarea nos será de utilidad la obra Patterns of Empire: The British and American Empires, 1688 to the Present de Julian Go, profesor de sociología de la Universidad de Chicago que, precisamente, trata de combatir dicha idea de excepcionalidad. La Revolución americana, señala, no habría sido el punto de ruptura con el pasado que algunos han querido ver, pretendiendo que así quedaba atrás un país de tradición monárquica y aristocrática y se fundaba otro de carácter liberal-democrático. Más bien se trató de una reedición de la llamada Revolución Gloriosa de 1688, que implantó entre los ingleses una percepción de si mismos como hombres libres sujetos solo a la ley y no al capricho de los tiranos como en las potencias rivales.
Ese ideal se extendería igualmente a los colonos ingleses y fue precisamente lo que hizo estallar el conflicto, pues a diferencia de otros imperios como el romano o el español, el británico —y luego otros europeos modernos— no concebía una igualdad entre sus territorios, sino que mantenía una distinción esencial entre la metrópoli y las colonias subordinadas a ella. Al carecer de representación en el Parlamento, los habitantes de estas no debían someterse a sus impuestos, decían, «No taxation without representation». Lo que nos lleva a otro punto fundamental, pues una vez independizadas las 13 colonias americanas ¿su expansión posterior, entonces, integraría plenamente los territorios conquistados como parte de la nación? Pues… no exactamente, heredando así el mismo vicio. De hecho, repetía aspectos del imperio británico hasta tal punto que James Monroe temía que se replicaran y reclamaba autoridades territoriales fuertes para ahogar rebeliones.
El proceso por el que se amplió la frontera hacia el oeste, incorporando nuevos Estados y otorgando la ciudadanía a sus habitantes, requería un periodo transitorio por el que el territorio primero pasaba a estar sometido a un gobernador y tres jueces enviados por el Gobierno federal, luego una vez superaba los 5.000 hombres blancos podía constituir un parlamento y, finalmente, se redactaba una constitución y se aceptaba la integración del nuevo Estado en la Unión. Así se conformó tres cuartos del país entre 1784 y 1912 en un trámite que en casos como Nuevo México tardó 62 años, pues se enfrentaba a un obstáculo fundamental: solo se aceptaban territorios poco o nada poblados dado que no integraban a la población nativa. En 1823, por ejemplo, el Tribunal Supremo dictó la sentencia Johnson v. M’intosh que anteponía el «derecho de descubrimiento» de los blancos sobre el «derecho de ocupación» de los indios, basándose para ello en la doctrina imperial británica.
Ahora bien, a lo largo del siglo XIX EE.UU. no solo se expandió hacia la costa Oeste del continente, como sabemos también se apropió de diversas islas y territorios de gran valor estratégico como Cuba, Filipinas, Puerto Rico, Guam, Islas Vírgenes, Nicaragua, Samoa, Haití… ¿En qué limbo legal quedaban si no podían ser incorporadas como Estados al tener una elevada población nativa? El modelo a seguir, una vez más y como ya sospechará el lector, es aquel que el influyente Council on Foreing Relations describía en 1920: «como Gran Bretaña, hemos alcanzado el punto de rápido crecimiento urbano y una relativamente menguante población rural. En posesiones coloniales, en la relación con países menos civilizados, en la exportación de capital para inversión extranjera y en la competición por materias primas y mercados foráneos, nos hemos movido hacia la situación inglesa. (…) Panamá tiene muchas semejanzas con Suez, y nuestra relación con ella es en muchos aspectos análoga a la de Gran Bretaña con Egipto. Muchos de nuestros nuevos problemas en Filipinas recuerdan a los suyos en Egipto y Extremo Oriente».
Tras causar en torno a 400.000 muertos para aplastar la insurrección en Filipinas optaron por seguir el ejemplo británico respecto a la Rebelión de la India de 1857, consistente en tratar de integrar a las élites nativas al gobierno de la región. Había que dotar de más autogobierno a las islas en un proceso de tutelaje democrático que culminó con la independencia en 1946. Pero, eso sí, asegurando en su Constitución el acceso estadounidense a las materias primas del país, el libre comercio entre ambos países, el establecimiento de bases militares norteamericanas y vinculando el peso filipino al dólar. Se pasaba así de un modelo colonial a uno de Estados formalmente independientes pero subordinados. Fórmula que se repetiría más adelante, como veremos.
Hispanoamérica y el «imperio informal»
Al trazar paralelismos entre el imperio británico y el estadounidense es significativo señalar que ambos alcanzaron su hegemonía tras una guerra: el primero en 1815 después de las Guerras napoleónicas y el segundo tras la 2ª Guerra Mundial. Y ello a pesar de que ambos empezaron su ascenso siendo relativamente débiles, con un gobierno central sin mucho poder y reacios a mantener un gran ejército, lo que nos indica que la idiosincrasia política nacional, en este caso liberal, no es excesivamente importante en el contexto de las disputas entre Estados e imperios, tal como suele señalar el académico John Mearsheimer, pues uno puede comportarse de forma muy distinta dentro y fuera de sus fronteras.
Por eso la mayor diferencia que encontramos entre ambos países es el contexto internacional al que hicieron frente. Durante la primera mitad del siglo XIX el 65% de la superficie terrestre no pertenecía a ningún Estado formalizado, mientras que en 1946, cuando EE.UU. alcanza la cúspide de su poder, solo el 11% del territorio no era reconocido a ningún Estado. Es decir, estaban ante otro tablero de juego que exigía estrategias distintas. La manera en que ambas potencias interactuaron con los países iberoamericanos es un buen ejemplo de ello.
Durante las Guerras napoleónicas Gran Bretaña planeó hacerse con los dominios españoles en América y, para ello, en 1806 desembarcaron 1.600 soldados en Buenos Aires. No tardaron en ser repelidos por una población que no tenía el menor interés en convertirse en colonia inglesa. Tras otros dos intentos más que también fueron neutralizados, la lección que extrajeron las autoridades británicas es que aquellas sociedades con un creciente grado de nacionalismo anticolonial no podrían ser subyugadas por métodos tradicionales. Como explicó Lord Castlereagh, desde ese momento «resulta indispensable que no debemos mostrarnos a nosotros mismos bajo otra apariencia que la de auxiliadores y protectores». Operaciones encubiertas, bloqueos comerciales, presiones financieras, alianzas de distinto tipo, habilidad con la propaganda, protección naval implacable a intereses británicos en otros países… El control militar directo dejaba paso a acciones más limitadas, pero que también podían ser efectivas en el juego de tahúres de las relaciones internacionales. Es lo que los historiadores tiempo después pasaron a llamar «imperio informal».
Por su parte, Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX ejerció de imperio formal en las llamadas Guerras bananeras, con las que preservar su esfera de influencia en el continente americano. Pero al término de la Segunda Guerra Mundial, ya durante su fase de poder hegemónico (en 1950 representaba el 50% del PIB mundial), se desempeñó de forma creciente en el nuevo escenario internacional como «imperio informal», «imperio externalizado» o «imperio por control remoto» según las diferentes maneras en que ha sido descrito, lo que creaba la ilusión —tal como vimos al inicio— de que en realidad no era un imperio. Algo bastante útil a efectos propagandísticos en un contexto mundial de creciente nacionalismo anticolonial como el de la segunda mitad del siglo XX.
El primer paso fue la mencionada independencia tutelada de Filipinas y, muy poco tiempo después, el golpe de Estado patrocinado en Irán en 1953 por la CIA y el MI6 —al que seguirían muchos otros en varios continentes— por iniciativa de Churchill. Este, por cierto, durante la guerra contra el III Reich ya había logrado soldar lo que denominaba «Relación especial» entre ambos países (su propia madre era estadounidense, al fin y al cabo). Gran Bretaña había salido del conflicto extenuada y despojada de su imperio, pero aún le quedaba algo a lo que aferrarse en su vínculo con el gigante norteamericano. Las operaciones encubiertas con el fin de contener la influencia comunista se volvieron algo generalizado desde EE.UU. y, también, aunque de forma menos conocida, por parte del Reino Unido, dada su larguísima experiencia en ese entorno. Así explicó sus motivos a la BBC el profesor Rory Cormac de la Universidad de Nottingham: «primero, demostrar que era socio de Estados Unidos e inyectar influencia en una relación cada vez más unilateral. En segundo lugar, los británicos querían aprovechar lo que percibían como una pérdida de influencia de Estados Unidos en la región para quedarse con parte de un mercado en crecimiento».
Este estrecho vínculo entre ambas talasocracias, lo dos «imperios del mar», que por momentos recuerda a aquel personaje de Mad Max III llamado Maestro-Golpeador, continuó inalterable por las décadas posteriores hasta el punto de que el primer consejo que dio en el Parlamento Boris Johnson a su sustituto no fue otro que «Stay close to the Americans». ¿Alguien puede, en conclusión, sorprenderse del Brexit teniendo en cuenta todo lo anterior? Siempre tuvieron claro con quién querían estar y la historia, ya lo vemos, es bien testaruda. Quizá pueda servir de ejemplo para España e Hispanoamérica…
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