CURZIO MALAPARTE: «MANUAL DEL GOLPISTA PROFESIONAL». Soros, «las Primaveras Revolucionarias Neoliberales», el populismo y la corrupción de los medios de comunicación.

 

Tanques en la Avenida Blasco Ibañez de Valencia, 23-F

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[1] Malaparte y el manual del golpista profesional. Una cabriola literaria en busca de la gloria

Ahora rememoramos, que no celebramos precisamente, el centenario de la Revolución Rusa de octubre de 1917. Con este motivo, no estaría de más volver a una obra, Técnicas del golpe de Estado, que durante mucho tiempo se ha presentado como una suerte de manual del golpista profesional.

Por Alvaro de Diego 

13/11/2017

eldebatedehoy.es/historia/tecnicas-del-golpe-de-estado/

 

El título no admitía dudas, Técnicas del golpe de Estado, y su autor la escribió en los últimos meses de 1930, cuando era director de La Stampa y aún se movía como un pez en las aguas procelosas del fascismo. Muchos años después, en 1948, Curzio Malaparte (1898-1957) confesaría en el prólogo a la primera edición italiana de su obra: «Odio este libro mío. Lo odio con toda mi alma. Me ha dado la gloria, es pobre cosa la gloria, pero también muchos disgustos». Y le atribuía el destierro y la cárcel que había sufrido, así como la fama de hombre cínico, descreído y cruel que, como la sombra al cuerpo, le había acompañado desde entonces rebajándolo a la condición de una «especie de Maquiavelo disfrazado de cardenal de Retz».
 
Técnicas del golpe de Estadoredactado con una prosa brillante y preñado de audaces sentencias, describe la lucha de los partidos parlamentarios, pieza central de las democracias liberales, contra los «catilinarios» del siglo XX, esto es, marxistas y fascistas. Malaparte se remonta, no obstante, al 18 de Brumario, primera ocasión en que mal que bien se plantea, a su juicio, la técnica moderna del golpe de Estado. El carácter visionario de Napoleón, todo un precursor, se revela en su comprensión de los acontecimientos en aquel noviembre de 1799. Está convencido de que su acción sediciosa contra el Directorio debe basarse en la legalidad y en los procedimientos parlamentarios. Solo así accederá al Consulado, por más que el plan de Sieyès esté a punto de malograrlo al favorecer el dilentantismo de los Quinientos y los Ancianos. El vencedor de Arcole, que no ha podido movilizar ni una sección, se alza con el triunfo embaucando a ambos Consejos.
 

Pese a todo, el auténtico táctico y creador del golpe de Estado moderno es Trotski. Las democracias no han de prevenirse de la estrategia de Lenin, que busca las circunstancias favorables, sino de la concepción trotskista, «peligro permanente» por suponer una técnica insurreccional siempre efectiva. Para Trotski, ha de protagonizarla una pequeña tropa, fría y violenta que actúe en un terreno limitado. Concentrando los esfuerzos en los objetivos principales, debe golpear fuerte y directamente, sin hacer ruido. De ahí que Malaparte, interpretando al bolchevique, entresaque que la insurrección no es sino una máquina. Solo la pueden poner en marcha técnicos; y son estos mismos técnicos los únicos que pueden detenerla. El error de Kerenski, en realidad el de las democracias, consiste en darle una respuesta escuetamente policial a la revolución. Mientras la prensa bolchevique anuncia a cara descubierta la dictadura del proletariado, Trotski convierte la huelga general en elemento indispensable de la insurrección. Si el terrible Lenin que hace temblar a Rusia está pálido y febril bajo la peluca, solo Trotski se apresta a lanzar «un puñetazo a un paralítico». Conquista el aparato estatal con apenas 1.000 hombres y decisión. Ignorando los edificios de la organización política y burocrática (Palacio de Invierno, Duma, Estado Mayor, etc.), se hace con los órganos técnicos de la maquinaria del Estado. Su tropa de asalto, equipos de hombres armados dirigidos por ingenieros, controla rápidamente las centrales eléctricas, las estaciones de ferrocarril y los puestos de correos. Mussolini tomará buena nota de ello en 1922. Al liberal Giolitti lo derrotará con una técnica, no con un programa.

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[2] La Técnica del Golpe de Estado

 
Por Umberto Mazzei
 
24/02/2014
 
La Técnica del Golpe de Estado es el título de un libro de Curzio Malaparte, escrito en 1931, que, según dicen, Ernesto “Che” Guevara leía con avidez.  Su idea fundamental es que el golpe de Estado es un problema técnico y no político.  Malaparte pasa revista a los golpes de estado más famosos, algunos exitosos y otros fracasados.
 
El golpe de Bonaparte, el “18 brumario”, sería el primer Golpe de Estado moderno. Entre los golpes de la primera mitad del siglo XX, menciona el de Primo de Rivera en España, el de Pilsudsky en Polonia y otros más, pero resalta los golpes en que el objetivo golpista fue anunciado antes. El de Trotsky en Rusia y el de Mussolini en Italia.
 
El libro, publicado en París, fue prohibido en países con muy distinto tipo de gobierno: en Alemania, Austria, Bulgaria, España, Grecia, Hungría, Portugal, Polonia, Yugoslavia y otros. Los totalitarios lo prohibían por ser un manual para revoltosos; los democráticos, por lo mismo. Según el autor, el propósito era mostrar cómo se conquista un Estado moderno y como se le defiende, porque “la historia de los últimos años es […] de la lucha entre los defensores del principio de la libertad y la democracia, esto es, del estado parlamentario, contra sus adversarios”.
 
Malaparte afirma que es posible, en cualquier país democrático, dar un golpe de Estado, aún sin una situación crítica y sin el apoyo de masas. Basta un grupo que frene la maquinaria estatal y tome el poder sin confrontar la fuerza adversaria. En Rusia, el gobierno Kerensky protegió los órganos políticos, pero Trotsky ocupó los órganos técnicos. Luego intentó lo mismo, en 1927, contra Stalin, pero Stalin usó cuerpos especiales de defensa que obraban sobre el mismo plano técnico. En Italia, al gobierno lo defendían los sindicatos de Giolitti y la policía; los grupos fascistas neutralizaron ambos, tomaron el sistema ferroviario y fueron en trenes a Roma a sacar al gobierno de Luigi Facta. El rey, Victor Emmanuel III, con Roma en camisa negra, encargó a Benito Mussolini, la formación del gobierno y legalizó el golpe.
 
La estrategia es la de siempre: concentrar las fuerzas en el punto más sensible del adversario, que en un Estado moderno son los servicios públicos y los medios de comunicación.
 
Las debilidades del Estado moderno
 
El problema central del Estado moderno es la representación de la voluntad popular. Con los sistemas actuales de sufragio periódico, el elector delega su voluntad política con el voto y la soberanía popular se desplaza a sus representantes. En realidad, se desplaza a los partidos políticos, que suelen ser poco democráticos y por eso vemos perpetuarse las camarillas de los mismos en el poder, jugando a las sillas ministeriales.
 
Esa perversión existe por la pérdida del sentido comunitario, que es la base implícita de la representación; en su lugar ahora se consulta a masas desconectadas, amorfas, fáciles de manipular, como dice José Ortega y Gasset en La Rebelión de las Masas. La representación y la base social amorfa, promueven una clase de políticos profesionales que se constituye en una oligarquía que defiende por igual intereses propios o de particulares, en un clima de confusión irresponsable, como dice Alain de Benoit. Son gobiernos elegidos que no trabajan por los intereses de la gente y del país; son gobiernos de Partidocracia, como ya decían en los 60 Giuseppe Maranini, Georges Burdeau, Maurice Duverger y otros sociólogos políticos. La partidocracia siempre servirá intereses propios y no de esa mayoría que engatusa con cuentos ideológicos, slogans, promesas mentirosas y onerosos espectáculos de movilización.
 
En el Estado moderno, las telecomunicaciones son el principal instrumento para orientar esa  opinión pública informe y llevarla hacía los objetivos que se desean, al punto de que se convirtieron en importante arma de guerra. Arma para la guerra cultural y psicológica, la de desinformación y propaganda; cuyo último frente operativo son Internet y las redes sociales.
 
Los golpes de Estado desde la Segunda Guerra Mundial
 
Antes de la Primera Guerra Mundial, la política imperialista de Gran Bretaña y Francia solía cambiar los gobiernos hostiles mediante intervención militar. Los Estados Unidos cultivaron siempre, sobre todo en América Latina, el golpe de Estado militar. A partir de la Segunda Guerra Mundial la técnica cambió y se comenzó a derrocar gobiernos elegidos por sufragio, organizando turbas que le dan al golpe un aspecto de rebelión popular. También se comienza a llamar al Golpe de Estado con el más aséptico término de Cambio de Régimen, porque se usa decir régimen a un gobierno que se eterniza en el poder sin celebrar elecciones.
 
Un golpe de Estado bien documentado, que muestra la evolución del progreso técnico es el de Irán, en agosto de 1952. Los datos los tomo del agudo y delicioso libro de Kart Meyer  y Shareen Blair Brysac, titulado “Kingmakers, the invention of the modern Middle East”.
 
El fondo del asunto era, como ahora, el petróleo. El 15 de marzo, 1951, ante la negativa británica de aumentar la participación de Irán en la renta petrolera, el parlamento iraní (Majlis) nacionalizó la Anglo-Iranian Oil Company. El Shah Reza Pahlevi nombró primer ministro a Mohammad Mossadeq, promotor de la nacionalización y jefe del Frente Nacional. Los británicos amenazaron, movieron barcos de guerra, cerraron la refinería de Abadan, impusieron sanciones económicas, congelaron fondos iraníes en el exterior y decretaron un bloqueo petrolero. Como hace Estados Unidos ahora.
 
Los americanos no apoyaron a los ingleses y mandaron un agente, Kermit Roosevelt, a preparar el propio golpe, bajo el nombre de Operación AJAX. Los ingleses le dejaron una red de anglófilos y enemigos de Mossadeq, dirigida por los hermanos Rashidian, importadores de productos ingleses, que demostraron habilidad en organizar turbas callejeras. Bajo presión, el Shah intentó sin éxito destituir a Mossadeq, en julio de 1952. Para entonces ya existía una alianza entre la CIA y el M16 y la operación AJAX había sido aprobada en junio.
 
La CIA envió caricaturas de Mossadeq y afiches a Theran y empezó la campaña para desacreditar el gobierno de Mossadeq. Artículos sobre el peligro comunista en Irán fueron plantados en la prensa local e internacional. Se orquestó redes de inteligencia, se contrató agentes provocadores y especialistas en violencias que pudieran atribuirse a los comunistas. Se distribuyeron armas a las tribus. Se torturó y mató al Jefe de la Policía de Teherán. El Gran Ayatollah lanzo fatwhas (condenas) contra los comunistas.
 
El 25 de julio, Kermitt Roosevelt, bajo el nombre de James F. Lochridge, llegó a Teherán con $100.000 en billetes iraníes de baja denominación. Los americanos escogieron al General Fazlollah Zahedi  para remplazar a Mossadeq. En parte por su conocida poca simpatía por los ingleses y su anticomunismo. Su hijo, Ardeshir había estudiado en EE UU y sirvió de enlace. El paso siguiente fue convencer a un Shah tembloroso –su alias en código era Boy Scout- de firmar un decreto nombrando a Zahedi primer ministro.
 
Mossadeq sabía que se preparaba un golpe y disolvió el Mahlis para impedir que la CIA obtuviera su destitución con sobornos. El Shah firmó los decretos nombrando a Zahedi y los envió a Mossadeq, pero Mossadeq, rodeado de tropas leales rehusó reconocer su autenticidad, mandó arrestar a Zahedi y radio Teherán denunció el intento de golpe. El Shah huyó a Roma.
 
Zahedi esperaba en las montañas. Roosevelt diseminó en la prensa internacional noticias de la sustitución de Mossadeq por Zahedi. La Embajada de EE UU imprimió millares de copias de los decretos y pagó agentes para su distribución. Turbas mercenarias ayudaban a militantes del partido comunista Tudeh a demoler estatuas del Shah. El 18 de agosto regreso de Suiza el Embajador norteamericano Loy Henderson y pidió a Mossadeq que enviase a casa a los partidarios suyos que manifestaban en las calles, porque de lo contrario evacuaría todos los residentes norteamericanos. Mossadeq cayó en la trampa y sacó a su gente de las calles.
 
El 19 de agosto los periódicos iraníes publicaron los decretos del Shah con el nombramiento de Zahedi. Tropas leales al Shah escoltaron a una turba organizada por los hermanos Rashidian. El modo era singular: armaron un espectáculo ambulante de circo que atraía gente, mientras tanto los actores gritaban consignas a favor del Shah y regalaban billetes de diez riales. En otros lugares grupos mercenarios armados de garrotes destrozaban las sedes del Frente Nacional y agentes de la CIA pegaban retratos del Shah en automóviles y muros.
 
En la tarde las turbas ocuparon el Ministerio de Relaciones Exteriores y la central de policía. Lo más importante fue la toma de la estación de radio y de la central de telégrafos –doctrina Malaparte- desde donde se vitoreaba el alzamiento y se exaltaba al Shah. Tanques Sherman rodearon la sede del gobierno de Mossadeq, que escapó por los techos. Al otro día Zahedi se presentó a bordo de un tanque en Radio Teherán y allí se proclamó Primer Ministro. El golpe costó la vida a cerca de trescientas personas, según el New York Times. Las turbas aclamaban a Zahedi, al Shah y gritaban “America Zindabad!” (Viva América).
 
Entre un trago y otro
 
En la segunda postguerra, las conspiraciones norteamericanas en el Cercano Oriente se tejían desde el Bar del Hotel Saint George, en Beirut; según memorias de agentes famosos, como Miles Copeland (The Game Player).  El hilo conductor era el oleoducto transarábico (Tapline) que debía unir los pozos de la Aramco en Arabia Saudita con el Mediterráneo. Eso resultó en epidemia de golpes militares. En Siria, en 1949, hubo tres y otros en 1954 y 1970; en Egipto en 1952 y en 1956; en Irak en 1958. Con la crisis del Canal de Suez en 1956, Gran Bretaña quedó fuera del mundo árabe. Estados Unidos creó la Doctrina Eisenhower, que asistía a los árabes que resistieran la amistad del Egipto de Gamal Abdel Nasser o de la Unión Soviética.
 
Se brindó por golpes de Estado también en otras partes. En América Latina, los casos más notorios son: Arbenz en Guatemala, Perón en Argentina, Vargas en Brasil, Arosemena en Ecuador, Goulart en Brasil, Rojas Pinilla en Colombia, Bosch en Dominicana, Estenssoro en Bolivia, Allende en Chile, Bordaberry en Uruguay. En Asia, África y Europa también hubo víctimas: Congo, Corea del Sur, Vietnam del Sur, Grecia, Ghana, Indonesia, la lista es muy larga.
 
El modelo de masas y prensa: la “revolución de color”
 
La implosión de la Unión Soviética y el descrédito del marxismo leninismo, coincidieron con la revolución mundial de la informática y de Internet. La nueva tecnología ayuda a la creación rápida de textos e imágenes y su comunicación inmediata; es como hecha a la medida para difundir propaganda y el eje de la capacidad técnica y la difusión está en Estados Unidos. En esencia, se trata de movilizar masas, identificadas con un color, en la capital, para hacer huir a un gobierno débil. Si es un gobierno sólido, se crean pretextos ante la opinión pública mundial para una intervención militar, local o extranjera. Otro elemento complementario son las ONG y otros agentes, como Nacional Endowment for Democracy, Freedom House, Open Society Institute o USAID, que preparan ideológica y técnicamente cuadros que llevan a cabo el golpe y luego gobiernan para sus mandantes.
 
El primer golpe de masas y prensa se dio en Moscú, en 1993. Una campaña internacional de prensa convirtió al alcohólico de Boris Yeltsin, en un héroe que seguido de una turba y una compañía de tanques, bombardeó el parlamento ruso, recién elegido. Yeltsin nombró luego a Anatoly Chubais como Presidente de la Comisión de Propiedad Estatal , para vender, por centavos, las industrias del Estado a correligionarios y amigos, como la petrolera Yukos, que valía $70 millardos y la compró Mikhail Khodorkovsky, por $360 millones.
 
En 2002 se dio, en Venezuela, un efímero golpe de Estado cívico-militar, contra el Presidente Hugo Chávez. La oposición, demolida en las últimas elecciones, convocó a protestar. La multitud fue infiltrada por agentes provocadores para incitar una represión violenta. Ante la falta de represión, unos francotiradores mataron varios manifestantes. Fue el pretexto para que un grupo de militares arrestase al Presidente. Se formó un gobierno provisional, que cayó en dos días porque las guarniciones del interior no apoyaron y una multitud enardecida recorría el centro de Caracas, reclamando el regreso del Presidente Chávez.
 
En 2003, se dio la primera revolución de color, en Georgia, para sacar a Eduard Shevardnaze, último Canciller Soviético y Presidente de Georgia. Hubo elecciones el 2 de noviembre. El 22 los partidos derrotados convocaron a protestar frente al edificio donde el 23 debía reunirse el nuevo parlamento. Antes, el día 20, una emisora transmitió varias veces un documental sobre las protestas en Belgrado, en 2000, organizadas por Otpor, un grupo estudiantil, que sacaron a Slobodan Milosevic del poder. Días antes, gentes de Otpor dieron clases durante tres días sobre cómo tumbar un gobierno a más de mil estudiantes en Tibilisi. Los gastos fueron por cuenta del Open Society Institute, de George Soros. El 23, la policía custodiaba el Parlamento y grupos de activistas repartían miles de rosas a los manifestantes, un indicio de organización previa.[1] Fue cuando Mihail Saakashvili, abogado georgiano de New York, entró sin oposición y tomó el Parlamento con un grupo de activistas. Hubo complicidad: Tedo Japaridze, jefe del Consejo Nacional de Seguridad con Shevardnadze, fue su Ministro de Relaciones Exteriores.
 
En noviembre del 2004 Viktor Yanukovysh ganó las elecciones en Ucrania. Su rival, Víctor Yushchenko, tenía el apoyo de los medios ucranianos. Después de su derrota, se repitió la operación de Georgia. Se acusó de fraude y una turba desfiló por las calles de Kiev, con banderas anaranjadas, regalando rosas: la revolución naranja. Los medios amplificaron el desorden y bajo presión internacional, la Corte Suprema anuló la elección anterior.
 
La Primavera Árabe
 
En 2011, las noticias sobre rebeliones en los países árabes tenían algo de hollywoodiano. La narrativa de la prensa era la misma. Gente joven se comunica por Internet, protestan en las plazas, combaten la policía, el tirano huye, la tiranía colapsa y se llama a elecciones. El villano era un personaje con décadas de poder y pocos meses de vida, que ya era hora de remplazar. Era la “revolución de jazmines”; versión árabe de las revoluciones coloreadas.
 
Hubo un par de villanos que no conocían su guión: los de Libia y Siria. Se inventaron hechos para narrar sobre manifestaciones pacíficas, que, agredidas, se convertían en rebelión armada que merecía apoyo humanitario, con bombas y misiles. La “obligación de proteger”, como dijo la Secretaria de Estado, Hillary Clinton. En Libia, en Benghazi, la rebelión fue armada desde el inicio y apadrinada por el francés Bernard-Henry Levy. En Siria, con elecciones poco antes, hubo una protesta en que manifestantes y policías fueron muertos por  francotiradores. Ambos países fueron atacados por mercenarios salafistas financiados y armados por Qatar y Arabia Saudita y apoyados por la OTAN: una intervención extranjera disfrazada de guerra civil. En Libia, después de 6 meses de bombardeos, la OTAN triunfó y entregó el gobierno a Al-Qaeda & Cº y ahora rige el caos. Siria se salvó de las bombas de la OTAN gracias al desgano de Gran Bretaña, al veto ruso y chino en el Consejo de Seguridad y a 13 barcos de guerra de esos dos países protegiendo su costa.
 
Las revueltas actuales en Ucrania y Venezuela
 
Ucrania:  Viktor Yanukovysh, el despojado en 2004, ganó las elecciones de 2010, sobre Yushchenko, que sacó 10% de los votos. La condena de Julia Timoshenko, que fuera Primer Ministro, por apropiación indebida, causó inquietud social. Ahora hay de nuevo protestas en Kiev. La narrativa de la prensa internacional sobre esas protestas dice que son por el rechazo del gobierno ucraniano a una oferta de asociación de la Unión Europea. Pero el texto del acuerdo no es público y además sería difícil leer y entender sus densas páginas legales. Por el nombre, Acuerdo de Asociación Económica, es el mismo acuerdo tipo que la UE firmó con América Central y ofrece a los países suramericanos y africanos.
 
En Ucrania, como en el Cercano Oriente, se busca exasperar y aprovechar las divisiones religiosas y culturales para cambiar gobiernos e imponer políticos propios: divide et impera. La fractura en Ucrania existe desde la Segunda Guerra Mundial. Stalin desplazó Polonia hacía el oeste, en tierras alemanas, pero expulsó la población alemana. Ucrania recibió tierras polacas al oeste, pero sin expulsar a los polacos. Por esa razón existe en Ucrania una minoría que habla polaco y es católica. Mientras la mayoría es ortodoxa y habla ruso. No olvidemos que Ucrania es el origen de Rusia. El pueblo vikingo de los Russ creó primero el Reino de Kiev y desde allí se expandió hacia el este y el sur, en lo que ahora es Rusia.
 
En Ucrania se quiere repetir la revolución naranja, pero con armas. En cualquier país sería inaceptable la activa y pública intervención de funcionarios europeos y norteamericanos azuzando las protestas. El objetivo de la intromisión es “cambio de régimen”, como dijo la Secretaria de Estado adjunta, Victoria Nuland, cuando admitió, en un encuentro del Nacional Press Club, patrocinado por Chevron, que los Estados Unidos han invertido 5 millardos fomentando la agitación en Ucrania. El nombre del títere que quiere imponer, Arseni Iatseniouk, afloró en una conversación suya con el embajador en Kiev, Geoffrey Pyatt, que fue interceptada.
 
En este momento las protestas ya son insurrección armada, contra una policía desarmada, por lo que ya van 105 policías heridos de bala y 35 muertos. Eso obligó al gobierno a equipar con armas la policía para que pueda defenderse. El gobierno ucraniano calcula que en el centro de Kiev hay unos 5 mil activistas extranjeros entrenados en desatar violencia. Muchos vienen desde Moldavia, según la prensa del Transdniester, otros de Polonia. Rusia debe apoyar con firmeza a Ucrania contra la ingerencia de países de la OTAN en los asuntos ucranianos.
 
Venezuela:  El pasado 8 de diciembre tuvieron lugar en Venezuela elecciones para consejos municipales, de las que la oposición quiso hacer un referéndum sobre la contestada legitimidad del presidente Nicolás Maduro. La oposición (MUD) sacó un decepcionante 42,2% de los votos. Es inesperado que después de una elección desfavorable tan reciente, la oposición salga a las calles a pedir la renuncia del presidente.
 
Es cierto que en Venezuela hay muy graves problemas de seguridad, abastecimiento y solvencia fiscal que siguen sin resolverse. Es cierto que la permanencia en el gobierno de las mismas personas que no supieron resolverlos es mal augurio para una pronta y eficaz solución. Pero es cierto también que el gobierno tuvo una reciente confirmación de su respaldo electoral y su fuerza callejera.
 
Las protestas y movilizaciones de la oposición tienen un objetivo confesado por sus propios dirigentes: cambio de régimen. La constitución venezolana ofrece la posibilidad de hacer un referéndum revocatorio a mitad del ejercicio presidencial y se puede cambiar de régimen con impecable legalidad democrática. Se trata de un impaciente berrinche de los opositores -o de sus mandantes- que no quieren esperar la ocasión de hacerlo por la vía legal. Es siempre ilegal derrocar al gobierno elegido y el riesgo es ser acusado de causar muertes con disturbios fuera de lugar, amén de causar agotadoras pérdidas de tiempo y dinero.
 
La técnica utilizada es la de otros golpes recientes: una campaña de prensa con exageraciones, alimentada con mensajes sin verificar; siembra de mentiras en redes sociales; entrevistas selectivas en la prensa internacional; condena a la supuesta violencia por ciertos gobiernos;  fotografías retocadas de protestas masivas, para efectos de propaganda. Todo dirigido a crear ante la opinión internacional un clima propicio para una intervención “humanitaria”. Por fortuna hasta ahora sólo hay nueve muertos, entre oposición, policía, chavistas y transeúntes. Con esa cifra, lamentable, pero baja, de víctimas, no es creíble la denuncia de represión salvaje, por quienes invocan la protección de los marines. Hay una indicativa inversión de estereotipos durante la tentativa de golpe. En las alcaldías socialistas hay normalidad y calma; en las de oposición liberal, reinan la agitación y el odio.
 
Conclusiones y precauciones
 
Las técnicas para golpes de Estado o cambio de régimen evolucionan. La informática y los medios de comunicación son hoy armas de guerra muy efectivas. Los países que quieran mantener su independencia deben crear y mantener alianzas con dominio técnico en ambos, para defender eficazmente la soberanía y los intereses nacionales o regionales. Hay también que crear equipos de gente con la capacidad cultural para captar los hechos importantes,  entender su sentido y anticipar, capaz de analizar información en los principales idiomas, y transmitir en ellos mensajes convincentes. Se debe entrenar a periodistas, analistas y diplomáticos para que sean competentes, mundanos e interesantes. No todos los países independientes tienen la misma capacidad, por ello conviene aliarse y abrir los rangos a quienes pueden aportar mejoras a la eficiencia de la gestión.
 
Para evitar golpes de Estado por obra de minorías entrenadas, los gobiernos deben: a) tener respaldo de masas organizadas para neutralizar turbas mercenarias; b) mantener seguridad en los servicios públicos (electricidad, transporte, TV, radio, teléfonos, agua, etc.); c) tener medios para difundir la versión verdadera de la noticia; d) vigilar las actividades en el país de asociaciones extranjeras; f) vigilar el ingreso de fondos del exterior para grupos nacionales.Vis pacem, para bellum.
 
Ginebra, 22/02/2014

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[3] Lágrimas por Shevardnadze

Georgia: «¡Qué buena ha sido la revolución!»

 

Por Daan van der Schriek, Tbilisi, Georgia

 7 de diciembre de 2003

 

«¡Qué buena ha sido la revolución!», Se entusiasmó Akhali Versia de Tbilisi el 30 de noviembre, una semana después de que los manifestantes irrumpieron en la sede del Parlamento de Georgia y obligaron al presidente Eduard Shevardnadze a renunciar. La transición del poder fue rápida y pacífica. No se había derramado una gota de sangre.

“Shevardnadze kaput. ¡Bien! ”, gritó un feliz manifestante después de que la multitud se había apoderado del Parlamento a última hora del 22 de noviembre. Durante toda la noche, las bocinas de los autos que corrían por el centro de la ciudad le hicieron eco cuando los georgianos ondeaban banderas en las primeras horas de la mañana. Shevardnaze había gobernado Georgia durante 30 años, primero como líder del Partido Comunista de Georgia durante la era soviética y luego como jefe de estado en la Georgia independiente.

«Una revolución de rosas» lo sacó del poder y marcó el comienzo de una nueva era de optimismo, escribió el respetado diario 24 Saati, refiriéndose a los activistas que entregaron flores a los manifestantes durante las manifestaciones. Durante el tiempo de Shevardnaze, la postura editorial de 24 Saati simpatizaba con la oposición, especialmente el trío de Mikheil Saakashvili, Nino Burjanadze y Zurab Zhvania, las principales fuerzas detrás del derrocamiento de Shevardnadze. Como presidente del Parlamento cuando Shevardnaze renunció, Burjanadze asumió el cargo de presidente interino del país.

Incluso los periódicos que habían apoyado a Shevardnaze saludaban con cautela las noticias de su renuncia. «Se acabó», escribió el previamente incondicionalmente pro-Shevardnadze Mtavari Gazeti el 24 de noviembre, antes de agradecer a la oposición, la policía, el ejército y Shevardnadze por mantener la paz durante lo que también llamó una «revolución».

 

                                                                    

 

Revolución o Putsch?

¿Pero fue realmente una revolución? Ciertamente recibió la aprobación popular, pero todo estaba tan bien organizado que algunas personas dudan de que haya sido una erupción puramente espontánea de frustración popular.

«Técnicamente fue un golpe de estado, tal vez», admitió Paata Zakareishvili, politóloga del Instituto del Cáucaso para la Paz, la Democracia y el Desarrollo, un grupo de expertos en Tbilisi. «Pero ha recibido un fuerte apoyo de la gente, por lo que creo que fue más una revolución que un golpe».

Entonces, ¿qué pasó el 22 y 23 de noviembre? En la tarde del 22 de noviembre, miles de manifestantes, respondiendo a un llamado de los principales partidos de oposición de Georgia, se reunieron en el centro de Tbilisi para evitar que se convoque el nuevo Parlamento elegido en las elecciones del 2 de noviembre. La oposición había denunciado las elecciones como «una farsa», una evaluación apoyada por observadores internacionales.

El momento de las manifestaciones fue significativo: si la nueva legislatura se convocara, Nino Burjanadze ya no habría sido presidente del Parlamento ni, por lo tanto, el sucesor interino de Shevardnadze en el caso de la muerte o renuncia de éste.

Miles de soldados y policías habían acordonado el edificio para evitar que los manifestantes interrumpieran los procedimientos. Aún así, notablemente, Saakashvili logró ingresar al Parlamento con un grupo de partidarios sin luchar. Shevardnadze, igualmente notable, pudo escapar con sus guardaespaldas porque los manifestantes habían dejado un camino al edificio del parlamento vacío, en contraste con las manifestaciones anteriores.

Inmediatamente después de que Shevardnadze se fue, el ejército y la policía desaparecieron. Luego, los manifestantes «asaltaron» el edificio o, más bien, se les permitió ocupar los escalones. Esta no fue la tormenta desorganizada de la Bastilla. Los manifestantes de base fueron mantenidos en línea por sus propias «tropas de orden», miembros de Kmara (Enough), un movimiento juvenil anti Shevardnadze con vínculos con los partidos formales de oposición y el financiero internacional George Soros.

Lecciones serbias

Muchos miembros de Kmara, y de hecho de los partidos de oposición, aprendieron de otro proyecto financiado por Soros, el movimiento estudiantil Otpor (Resistencia) de Serbia. “Rustavi-2” emitió dos veces antes del 22 de noviembre un documental sobre las protestas masivas que llevaron al presidente serbio Slobodan Milosevic del poder en septiembre de 2000.

«Lo más importante fue la película», dijo el secretario general del Movimiento Nacional, Ivane Merabishvili, a los periodistas el 25 de noviembre. «Todos los manifestantes sabían las tácticas de la revolución en Belgrado de memoria porque [Rustavi-2] mostró … la película en su revolución Todos sabían qué hacer. Esta fue una copia de esa revolución ”.

Merabishvili no mencionó el viaje que Giga Bokeria, un activista de Tbilisi de 31 años, realizó a Serbia para reunirse con miembros de Otpor en febrero de 2003, o el viaje a activistas de Otpor a Tbilisi. el verano pasado. Los activistas de Otpor impartieron clases de tres días enseñando a más de 1,000 estudiantes georgianos cómo organizar una revolución sin sangre. Ambos viajes fueron financiados por el “Soros ‘Open Society Institute’”.

Esto explica en parte por qué todo salió tan bien y por qué al menos dos pancartas con el serbio «Gotov Je ” (Ha terminado) se veían en la manifestación del 22 de noviembre. Por supuesto, también ayudó que el ejército no defendiera al presidente y permitió que Saakashvili ingresara al Parlamento.

En retrospectiva, una declaración del 22 de noviembre parece particularmente importante: Tedo Japaridze, secretario del Consejo de Seguridad Nacional de Shevardnadze y el nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Georgia, dijo públicamente a los periodistas que ya no apoyaba a Shevardnadze. ¿Sabía entonces la oposición que podían contar con que el ejército se retirara?

Los rivales de los líderes de protesta y Shevardnadze no tienen dudas de que el ex presidente fue víctima de un golpe de estado. Shevardnadze ha dicho que los eventos fueron planeados con meses de anticipación y financiados por “Fuerzas diferentes [en los Estados Unidos]. Alguien participó, alguien ayudó, alguien hizo las cosas posibles … Tal vez no fueron las agencias de inteligencia, sino algunos agentes. Y definitivamente representantes de diferentes países. ”

Más preocupante; Aslan Abashidze, líder de la República Autónoma de Adjaria, en la costa sur del Mar Negro de Georgia, ha denunciado rápidamente los eventos en Tbilisi como un golpe. El líder del Partido Laborista, Shalva Natelashvili, también lo hizo. Este último, que también afirmó que el golpe de hecho estaba apuntando a él en lugar de Shevardnadze, ya anunció que boicoteará las elecciones presidenciales que el nuevo liderazgo ha programado para el 4 de enero y las elecciones parlamentarias programadas para el 25 de enero.

 

 

Desaprobación

Abashidze podría hacer lo mismo. El representante de Ajarian en Tbilisi, Hamlet Chipashvili, dijo que en este momento es difícil comentar sobre las nuevas elecciones porque Abashidze «aún no ha mantenido conversaciones sobre eso con Tbilisi». Pero Abashidze ya ha dicho que “las personas que llegaron al poder por la fuerza no tiene derecho a dar órdenes a nadie, especialmente a los elegidos legalmente”. Elegido abrumadoramente, podría haber dicho. Abashidze ha ganado habitualmente más del 90 por ciento de los votos en todas las elecciones que ha enfrentado desde que llegó al poder en 1991. En 2002, su hijo George, de 24 años, ganó el 94 por ciento de los votos para convertirse en alcalde de Batumi, el regional capital.

Abashidze y Natelashvili son conocidos como ardientes oponentes de Saakashvili y su camarilla.

Pero Akaki Asatiani, jefe del Partido Tradicionalista, también tiene reservas sobre la «revolución», y una vez estuvo aliado con sus líderes. Su objetivo común, dijo a la televisión georgiana el 30 de noviembre, era derrotar a Shevardnadze, pero veía una revolución o un golpe de Estado como una táctica ilegítima y decidió separarse de Saakashvili y Burjanadze. Como Vakhtang Khmaladze, del partido moderado de oposición New Rights, comentó: «La revolución, ya sea de terciopelo o rosa, siempre va más allá de la constitución».

En cualquier caso, los líderes de la oposición han logrado controlar firmemente al gobierno al reemplazar a los ministros y gobernadores, excepto en Ajaria y las provincias separatistas de Abjasia y Osetia del Sur. La mayoría de los observadores creen que obtendrán una rotunda victoria en las elecciones de enero. Pero a juzgar por las conversaciones con los georgianos de hoy, su éxito se basará más en haber derrocado al impopular Shevardnadze que en su propia popularidad.

«Saakashvili está bien, pero [Zviad] Gamsakhurdia [primer presidente de Georgia], era un hombre muy bueno», dijo Dato, un entrenador de fútbol de Zugdidi, uno de los manifestantes que había ocupado las escaleras del Parlamento. Zurab, que también participó en la protesta, estuvo de acuerdo: «Saakashvili no es tan popular».

 

El problema de Ajarian

Si Labor y Revival, que tienen seguidores relativamente fuertes, cumplen su promesa de boicotear las elecciones de enero, Saakashvili y sus aliados ciertamente se beneficiarán. Lo mismo es válido para las elecciones presidenciales.

Es una perspectiva preocupante para algunos. «Espero que Saakashvili no se convierta en el próximo presidente», dijo un periodista de Tbilisi. «Está enojado, solo mírelo a los ojos». Asatiani, el líder del Partido Tradicionalista, también cree que una presidencia de Saakashvili «no sería buena para el país» y que provocaría más disturbios.

Pero Zakareishvili, el politólogo, no está preocupado. «Probablemente se mantendrá tranquilo en Georgia», dijo, «pero mucho depende de la situación en Ajaria». No cree en la región del sur del Mar Negro, cuyo liderazgo ya ha cortado todos los lazos con las nuevas autoridades en Tbilisi y ha cerrado hacia abajo en su frontera interna con Georgia, seguirá a Abjasia y Osetia del Sur y se separará. El temor es que si una tercera región del país se separa, el nuevo gobierno en Tbilisi perdería toda credibilidad. Sin embargo, Zakareishvili no cree que esto pueda suceder. “Los Ajarianos son georgianos después de todo. No hay ningún problema étnico aquí ”. Aun así, advirtió, Ajaria podría convertirse en un problema si Tbilisi lo provoca.

Chipashvili, el representante de Ajarian en Tbilisi, minimiza esta posibilidad. Todo en Ajaria «es, y siempre ha sido, tranquilo», enfatizó. Negó además informes de que la frontera con Georgia había sido cerrada. «Esto sería imposible», dijo, «porque gran parte del comercio fluye a través de él». Solo hay una mayor inspección ”.

Por el momento, Ajaria no parece estar de humor para provocar problemas. Pero los nuevos líderes de Georgia aún enfrentan una batalla cuesta arriba para mantener su popularidad, que deben en primer lugar a la expulsión de Shevardnadze, y para reconciliar a sus oponentes políticos con la realidad de una Georgia posterior a Shevardnadze.

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La Revolucionaria Neoliberal

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[4] Un estudio muestra cómo Mediaset «ha creado un terreno fértil para el éxito del populismo»

Tres economistas italianos evidencian la influencia que tuvo la televisión de entretenimiento en la elección de Silvio Berlusconi como primer ministro italiano

Por Bernardo Álvarez Villar

ABC

 

 

El poder persuasivo de la información política en televisión es indiscutible, y la pequeña pantalla ha sido utilizada con fines propagandísticos desde su creación. Lo que no resultaba tan evidente era el potencial seductor de los programas de entretenimiento a la hora de influir en actitudes políticas y procesos electorales. Ahora, una investigación publicada en la American Economic Review, avala esa hipótesis mediante el estudio de la influencia que tuvo Mediaset en la elección de Silvio Berlusconi, presidente de la compañía, como primer ministro italiano en 1994 y en cinco comicios posteriores.

«Las conclusiones del estudio no son muy optimistas, pues evidenciamos que el efecto se alarga por mucho tiempo», reconoce Rubén Durante, uno de los tres economistas italianos que ha trabajado durante varios años en la investigación. La publicación demuestra que los municipios que tuvieron acceso a Mediaset desde 1985, cuando su señal alcanzaba al 52% de la población, fueron más proclives a votar a Forza Italia, el partido de «Il Cavaliere», entre 1994 y 2013. El impacto es especialmente significativo entre la población que más televisión consume, es decir, los jóvenes y los mayores, aunque por motivos muy distintos.

Berlusconi entró en el mercado televisivo en 1980 con Canale 5 y, saltándose la ley de telecomunicaciones gracias a sus contactos políticos, fue comprando canales locales hasta formar Mediaset. Su única competidora era la cadena pública RAI que, según Durante, «era medio comunista y medio católica, una cosa bastante aburrida». Y en un contexto de prosperidad y crecimiento económico, explica el investigador, «los italianos querían pasárselo bien, y Berlusconi les dio lo que pedían para hacerse rico».

Una jugada maestra

Las dos opciones que tenían los telespectadores italianos de la época no podían ser más diferentes. La cadena pública emitía durante once horas al día mientras que Mediaset lo hacía dieciséis. El canal de Berlusconi dedicaba el 63% de sus emisiones a programas de entretenimiento y el 27% a las películas, cuando la RAI destacaba por las noticias (34% de su programación) y los formatos educativos (22%). Además, según indica el estudio, Mediaset emitía películas de peor calidad y no aptas para la audiencia más joven.

La investigación es alarmante en lo que se refiere a los italianos que pasaron su infancia viendo los programas de Mediaset. El estudio concluye que este grupo de población presenta «un impacto negativo en sus habilidades cognitivas y bajos niveles de compromiso civil». Para hacerse una idea de la dimensión del daño basta citar un dato: los jóvenes que crecieron con Mediaset tenían un 8% más de posibilidades de quedar exentos del servicio militar por falta de inteligencia.

El partido de Berlusconi fue «desproporcionadamente popular entre los votantes menos educados y resultó ser el mejor posicionado para beneficiarse del declive de las habilidades cognitivas inducido por la televisión de entretenimiento». Una jugada maestra, concede Durante: «Creó su propio electorado y se aprovechó de él». En cambio, la fascinación de la población envejecida por Berlusconi se debe al consumo de los informativos de Mediaset. La cadena incorporó a su parrilla en 1991 un telediario que presentaba «un fuerte sesgo pro-Berlusconi».

Retórica populista

Resulta llamativo comprobar que, una vez desacreditado el partido de Berlusconi, los mismos municipios que le habían votado en masa pasan a apoyar al populista Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo. Esto lleva a los investigadores a concluir que Mediaset «ha creado un terreno fértil para el éxito de líderes con retórica populista». Los espectadores de Mediaset, debido a su «menor sofisticación cognitiva», son más «vulnerables» al «lenguaje simple y accesible» que utilizan Berlusconi y Grillo.

Durante defiende que su estudio «es muy específico sobre Italia, y es peligroso tratar de extrapolar los resultados». No obstante, reconoce que «Italia y España son países muy parecidos, y en ambos tenemos a Mediaset». El investigador no descarta que en nuestro país se haya dado un proceso análogo, aunque matiza que «en España no hubo movimientos populistas hasta hace pocos años. Puede que el efecto de Mediaset haya sido el mismo, pero no puede verse hasta que no aparece un partido que se posicione para beneficiarse de ese segmento de población».

https://www.abc.es/play/television/noticias/abci-estudio-muestra-como-mediaset-creado-terreno-fertil-para-exito-populismo-201907250145_noticia.html

 

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[5] Vamos a oprimir nosotros

Por Javier Marías
 

En vista de que la RAE no se pliega a ninguna presión autoritaria, son numerosas las instituciones que intentan legislar y censurar por su cuenta

NOS HARTAMOS de repetirlo todos sus miembros, del más veterano al más reciente: la Real Academia Española o RAE no manda ni impone nada; no obliga, prohíbe, castiga ni multa. No está facultada para hacerlo  y además no quiere. Es probablemente la institución más liberal de cuantas hay en este país profundamente antiliberal. A lo sumo recomienda, orienta, aconseja, avisa de que tal o cual término son peyorativos o vulgares o despectivos. Indica simplemente lo que es correcto gramatical, sintáctica y ortográficamente, pero nadie se ve forzado a hablar ni a escribir según esa corrección, que ni siquiera dicta la propia RAE, sino el uso centenario de la lengua. Si no hay un mínimo acuerdo básico, no nos entenderíamos y el idioma se tornaría inservible. Aun así, cada cual es libre de decir y escribir lo que quiera y como quiera, de emplear el vocabulario que le plazca, desde el exquisito hasta el malsonante y soez. Eso no está penado todavía, por fortuna. Sin embargo, demasiada gente pretende lo contrario, que la RAE ejerza de policía, que censure el diccionario, que elimine palabras o acepciones, que añada otras a capricho de cada colectivo o individuo con ínfulas, que se dedique a una labor represiva. Como si tuviera capacidad o voluntad para ello; no las tiene en absoluto.

En vista, así pues, de que la RAE no se pliega a ninguna presión autoritaria, son numerosas las instituciones que intentan legislar y censurar y reprimir por su cuenta. Son conocidas, por ejemplo, las directrices que con frecuencia lanzan la Junta de Andalucía o Comisiones Obreras, y aun el Congreso, que decidió que los castellanohablantes teníamos que decir Girona, Lleida y A Coruña, aunque viniéramos llamando secularmente a esas ciudades Gerona, Lérida y La Coruña. Ninguna institución posee la menor autoridad para dictaminar nada —aún menos para imponer— en materia de lengua. Pero todas se la arrogan con intolerables intrusión y soberbia.

Ahora se ha ido aún más lejos, por parte de Ada Colau y su Ayuntamiento de Barcelona, que han impreso 62.000 ejemplares de una Guía de Comunicación Inclusiva para construir un mundo más igualitario(menudas pretensiones). Está destinada sobre todo a las empresas que aspiren a contratar o a concursar, a trabajar con dicho Ayuntamiento. El paso más lejos consiste en que aquí se obliga a tales empresas a utilizar los vocablos estúpidos y ridículos que se les han ocurrido a Colau y a su equipo. Y, si no se someten, se las castiga privándolas de oportunidades y beneficios. Eso sólo lo hacen las dictaduras más intransigentes: en el III Reich, si alguien saludaba con “Buenos días” o “Alabado sea Dios” (un religioso) en vez de con el preceptivo “Heil Hitler!”, se lo multaba o detenía por “desafecto”. Y una vez detenido en aquel régimen, uno podía acabar rápidamente en una fosa… Una de las órdenes más pintorescas de esta Guía de Colau es que se eviten términos como “demente”, “loco” o “trastornado”, así que no sé cómo decir que el panfleto en cuestión me parece obra de dementes, locos y trastornados. Según él, “no hay nadie normal, sino que todo el mundo es diferente”. No se debe decir “estoy depre” porque eso trivializa la depresión, sino “tengo el día triste”. Según él, “las razas no existen, el racismo sí”, que viene a ser tan estulto y —sí— trastornado como afirmar que “no existen los machos, el machismo sí”, o que “los sexos no, el sexismo sí”. Según él, el desdoblamiento hoy tan pelmazo (“los trabajadores y las trabajadoras”) también es “excluyente”, porque “excluimos a las personas que no se identifican como hombre o mujer”. No hay que hablar de “madres solteras”, pues puede resultar discriminatorio mencionar el estado civil “cuando la persona no tiene pareja”. “Abuelo, abuela” son inadmisibles como apelativos irónicos o cariñosos, ya que muchas “personas mayores” carecen de progenie. Y nada de “cambio de sexo”, eso se llama “operaciones de afirmación de género” (cuando en español “género” y “sexo” no son, o no solían ser, sinónimos). Olvídense de la milenaria pero “irrespetuosa” “hermafrodita”, de “minusválido”, “inválido”, “cojo”, “sordo”, “ciego” y hasta “invidente”. Todos esos son “personas con discapacidad física” o “con movilidad reducida” o “con ceguera”. Francamente, entre “ciego” y “con ceguera” veo la misma diferencia que entre “inteligente” y “con inteligencia”; claro que este último concepto le es desconocido a Colau, no la ha tocado jamás. Para ella y su equipo es insultante decir que uno “compra en un chino” o “en el paki”, y proponen algo tan inespecífico como “comprar en la tienda” (se han roto el cerebro). Ignoran que “moro” y “mauritano” (condenan la primera palabra y predican la segunda) significan exactamente lo mismo. Absténganse ustedes de espetarle a nadie “Que te den” e inclínense por el vetusto “A freír espárragos”; y nada de “mariconadas”, sino “tonterías” (otra vez rotos los sesos). Inaceptables “inmigrantes” y “emigrantes”, son todos “migrantes”, como las aves. La Guía es un inagotable y fascinante compendio de imbecilidades. Búsquenla y díganme si es obra de gente cuerda, tolerante, democrática, “igualitaria” y respetuosa de las libertades. El lema parece ser: “Si la RAE no oprime, que le den. Vamos a oprimir nosotros”.

 

 

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[6] España: Pedro Sánchez se reúne en secreto con George Soros

RT TV

 

 

  • A continuación la noticia citada por RT (Sánchez se reúne en secreto en Moncloa con el mayor especulador del mundo: George Soros)

 

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[7] Sánchez se reúne en secreto en Moncloa con el mayor especulador del mundo: George Soros

Por Raquel Tejero 

28/06/2018

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reunió este miércoles por la tarde en Moncloa con el gurú de la especulación financiera, el multimillonario húngaro George Soros.

Alrededor de la siete de la tarde, Sánchez y Soros comenzaron el encuentro, que no se encontraba en la agenda pública del presidente. La charla, según ha podido saber OKDIARIO, duró cerca de una hora y media. En la misma, estuvieron presentes otras dos personas no identificadas que podrían tratarse de asesores del financiero.

El multimillonario George Soros, con una fortuna estimada de 24.000 millones de dólares, es uno de los hombres más ricos del planeta según la revista Forbes. Sólo en 2013, su fondo de inversión Quantum Endowment acumuló unas ganancias de más de 4.600 millones de euros.

La reunión llega un mes después de que el multimillonario húngaro alertase de que en Europa se está gestando “otra gran crisis financiera”. Una advertencia lanzada durante el discurso de Soros en París donde dejó claro que “ya no es una forma de hablar decir que Europa está en peligro existencial; es la dura realidad”.

Este miércoles, el multimillonario ha decidido reunirse con Pedro Sánchez y con el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Coorperación, Josep Borrell, para poder poner en común sus puntos de vista económicos y de futuro.

Ahora, Sánchez recibe en Moncloa a un especulador nato, con un perfil inversor que ha estado siempre rodeado de un halo de polémica, ya que países con una importante inestabilidad o con problemas financieros suelen estar en el punto de mira de Soros, al que no se le resiste nada ni nadie. La operación financiera que le hizo saltar a la fama fue el ataque que realizó contra la libra esterlina en 1992. En 24 horas tumbó la divisa británica y acumuló unos beneficios de 1.000 millones de dólares.

Apoyo al independentismo

Para engrasar el movimiento independentista, Artur Mas contrató, a través del Consejo de la Diplomacia (Diplocat) y la embajada catalana en Nueva York, al lobby internacional Independent Diplomat (ID), fundado en 2004 por el diplomático británico Carne Ross, pero financiado por Open Society Foundations, una de las firmas supuestamente filantrópicas de Soros.

Independent Diplomat (ID) es la misma sociedad que diseñó el marco legal para las autodeterminaciones del Sahara Occidental -antigua colonia española-, Sudán del Sur y Kosovo. También asesoró en 2013 a los rebeldes sirios que se enfrentaban al presidente Bashar Al Asad.

Pero las relaciones entre ID, que funciona bajo los auspicios del multimillonario americano nacido en Hungría, y Artur Mas no son exclusivamente filantrópicas. ID, en dos años llegó a percibir del Gobierno catalán 1,6 millones de euros. Puigdemont cerró el grifo pero siguió manteniendo relaciones con las sociedades satélites de Soros. Por ejemplo, en 2016, un solo colaborador de Soros, relacionado con Open Society Foundation, cobró 50.000 euros por una conferencia en Barcelona, organizada por los independentistas.

https://okdiario.com/espana/sanchez-reune-secreto-moncloa-mayor-especulador-del-mundo-george-soros-2484178

 

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  • Fotografía Portada: Curzio Malaparte.

 

 

 

 


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