LOBOTOMÍA SOCIAL
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Tabla de contenidos
CARTAS DE LOS LECTORES
CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE ESPAÑA, EN TORNO A SU «PLAN DE ACCIÓN DEMOCRÁTICA»
Por Antonio Marín SegoviaValencia, a 18 de julio de 2024Distinguido Sr. Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez Pérez-Castejón:He leído -con estupor y desconcierto- las medidas que pretende aplicar en su «Plan de Acción Democrática«, e irremediablemente me ha venido a la memoria la normativa legislativa, aplicada por el dictador Benito Mussolini en Italia. Me refiero concretamente a la Ley de prensa fascista del 31 de diciembre de 1925, pues coincide con su «Plan de Acción Democrática» en lo esencial, dado que aspiran al control férreo y absoluto de todos los medios, prohibiendo y censurando toda crítica, con la burda excusa de que son «falsas noticias». ¿Desde cuándo pensar diferente y/o hacerse preguntas y cuestionar las acciones y medidas institucionales deben ser calificadas de actos delictivos y criminales? También me tomo la libertad de expresarle que usted se equivoca -incomprensible y rotundamente- al afirmar que desea destinar 100 millones de euros para la digitalización de los medios de comunicación. Me sorprende e irrita que usted desconozca que, si en algo es pionera la «prensa» española, es en haber sido una de las primeras en apuntarse exitosamente a la digitalización. Esto usted debería saberlo, pues cuenta con cientos de asesores, que se supone deben tener una exquisita formación y sobresalientes conocimientos.Creo, sincera y honestamente, que ese dinero público debería invertirse en mejorar la Sanidad, que es una de las peores de Europa, procediendo a la destitución de la actual ministra, que lleva tiempo demostrando su total incapacidad y falta de pericia, a la hora de gestionar y solventar los gravísimos problemas estructurales, que sufre desde hace demasiados años el sistema público sanitario español.Respecto al tema de las disparatadas y aberrantes sanciones y multas que piensa aplicar e imponer, a todos aquellos medios digitales, que se atrevan a opinar o cuestionar las medidas y acciones que su gobierno aplica, me veo en el deber y obligación de indicarle que, esas medidas son totalmente totalitarias, que son un calco de las acciones aplicadas por el dictador fascista italiano, Benito Mussolini:«La ley de prensa fascista del 31 de diciembre de 1925 reconoce como «ilegales a todos los periódicos que no tengan un responsable legal reconocido por el prefecto». Mussolini conocía la dinámica periodística y su «peligrosidad» en relación a su proyecto político. El mismo era periodista. Había sido redactor jefe del Avanti en Milán, y luego fundó su propio diario: «Il Poppolo D’ Italia». Cuenta Hemingway (en una entrevista que le hizo a Mussolini publicada en el Toronto Daily Star en 1922) que Il Duce lo recibió en su despacho de Il Poppolo d´Italia «desde donde dirigía su movimiento». La Ley de prensa fascista reducía brutalmente el número de medios privados y aumentaba el de los estatales o los hiperoficialistas. Las diversas corporaciones, especialmente los sindicatos fascistas tenían medios y espacios periodísticos. «Todo lo tutelaba Il Duce».
El periodismo libre, valiente y crítico es, y debe ser siempre, una herramienta de análisis y reflexión, en aras a evitar el envilecimiento y decadencia de la sociedad. Es normal que el Poder político, económico… se sienta molesto e irritado si es cuestionado por periodistas y ciudadanos, pero una sociedad, que se presupone democrática, no podrá avanzar ni desarrollarse saludable, amable y libremente si se insiste en cercenar y castigar la libertad de pensamiento y opinión.Para concluir, quiero que tenga la bondad de leer -con el debido sosiego- las siguientes reflexiones del periodista John Swinton (ver ANEXO), que pronunció en el banquete del gremio de prensa en New York, año 1.880, hoy plenamente vigentes, tras dar a conocer usted su obsceno, deleznable e impertinente «Plan de Acción Democrática«, un vulgar calco de la ley de prensa fascista del 31 de diciembre de 1925, promulgada por el dictador italiano Benito Mussolini.No queremos volver a vivir bajo un gobierno fascista, pero todos los indicios apuntan que su gobierno no tiene reparo en imitar las medidas impuestas por el dictador fascista Mussolini. Reflexione, por favor. El descrédito de España aumenta, gracias al anuncio de estos innecesarios y letales planes, que nada tienen de democráticos.No olvide nunca, Sr. Sánchez, que: la prensa -y cualquier ciudadano que se considere libre- tiene la ineludible responsabilidad y obligación ética y estética de investigar, cuestionar y desafiar el poder con todos los medios a su alcance.
Reciba un cordial saludo y gracias por su amable atención.*******Anexo: Discurso del periodista John Swinton, en el banquete del gremio de prensa en New York, año 1.880
«Los periodistas somos las herramientas y los lacayos de unos hombres extraordinariamente ricos que permanecen entre bastidores. Somos sus marionetas, sus títeres; ellos tiran de los hilos y nosotros bailamos al son que ellos quieren.Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas, son propiedad de otros hombres. Nosotros somos unos prostitutos intelectuales»John Swinton
“No existe lo que se llama prensa independiente, a menos que se trate de un periódico de una pequeña villa rural. Vosotros lo sabéis y yo lo sé. No hay ni uno solo entre vosotros que ose expresar por escrito su honrada opinión, pero, si lo hiciera, sabéis perfectamente que vuestro escrito no sería nunca publicado.
Me pagan 150 dólares semanales para que no publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años. Muchos, entre vosotros, reciben salarios parecidos por un trabajo igual al mío… y si uno cualquiera de vosotros estuviera lo suficientemente chiflado para escribir su honrada opinión se encontraría en medio de la calle buscando un empleo cualquiera, exceptuando el de periodista.El oficio de periodista de Nueva York, y yo creo que en todas partes, consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer, arrojarse a los pies de Mammón*, vender su propia raza y su patria para asegurarse el pan cotidiano.Vosotros lo sabéis, y yo lo sé; así pues ¿a qué viene esa locura de brindar a la salud de una prensa independiente?Somos las herramientas y los lacayos de unos hombres extraordinariamente ricos que permanecen entre bastidores. Somos sus marionetas, sus títeres; ellos tiran de los hilos y nosotros bailamos al son que ellos quieren.Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas, son propiedad de otros hombres. Nosotros somos unos prostitutos intelectuales”.*NOTA: Mammón: Palabra aramea con que se personifica en la literatura judeocristiana los bienes materiales que esclavizan al hombre.
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HISTORIA DE LA LEUCOTOMÍA
En este artículo se realiza el estudio de la introducción de la psicocirugía en el ámbito de la terapéutica psiquiátrica. Los promotores de la cirugía en el tratamiento de ciertas enfermedades mentales adquirieron relevancia dado que en aquellos años la psiquiatría carecía de tratamiento farmacológico. Con base a experiencias neurofisiológicas realizadas en la Universidad de Yale por John F. Fulton en monos, quien empleó la técnica de la ablación de las áreas frontales, dos neurólogos clínicos, el portugués Egas Moniz y el norteamericano Walter Freeman, aplicaron este procedimiento en enfermos psiquiátricos. El poco rigor científico y la disparidad de resultados terapéuticos declinaron progresivamente la indicación de este tratamiento. La introducción de los psicofármacos, iniciada en 1952 por Jean Delay y Pierre Deniker con la clorpromazina, apartó definitivamente la lobotomía del tratamiento de los enfermos psiquiátricos.
Neurosciences and History 2014
Por M. Balcells
Servicio de Neurología. Hospital Universitari del Sagrat Cor, Barcelona, España.
Entre los instrumentos neuroquirúrgicos de la colección del Museo de la Sociedad Española de Neurología consta un leucotomo que ha motivado la publicación de este artículo, en el que se expone la introducción de la lobotomía para el tratamiento de determinadas enfermedades psiquiátricas, su rápida expansión en la primera mitad del siglo XX, las críticas que esta técnica recibió dada la disparidad de sus resultados, junto con la limitada experimentación animal de los introductores y finalmente su práctica desaparición con el advenimiento de los psicofármacos.
La neurocirugía se remonta a épocas pretéritas de la humanidad. La trepanación es una de las pruebas más antiguas de la cirugía. El primer cráneo trepanado fue descubierto en 1685 por Bernard de Montfaucon en Cocherel (Francia) (1) . La trepanación craneal se ha encontrado en cráneos del periodo Neolítico. En nuestro país, Campillo ha estudiado 20 cráneos trepanados procedentes de las islas Baleares y otros 15 encontrados en el Levante, entre Barcelona y Alicante. La mayoría de los cráneos pertenecen al Eneolítico o Edad del Bronce y algunos al Neolítico(2) . Es probable que algunas trepanaciones tuviesen una finalidad ritual, pero autores como Krogman y Oakley opinan que la intención era terapéutica (1) .
La trepanación con fines terapéuticos se realizó en las culturas clásicas, en Egipto, Grecia y en el Imperio Romano, destacando nombres como Celso (25 a. C. – 50 d. C.) y Galeno (129 d. C. – 216 d. C.) que practicaron la trepanación en casos de traumatismos craneales y epilepsia. En la Edad Media y Renacimiento se practicaron trepanaciones, pero no fue hasta finales del siglo XIX en que la cirugía amplía su campo actuando sobre el cerebro (3) .
Uno de los primeros cuadros clínicos de síndrome frontal es el caso de Phineas Gage. Este hombre sufrió en 1848 un accidente laboral; una barra de hierro penetró a través del pómulo izquierdo en el cráneo lesionando el lóbulo frontal del mismo lado. La barra salió del cráneo justo por la línea media, en la intersección de la sutura sagital con la coronal. Como secuela presento un cambio de carácter, desinhibición, irresponsabilidad, y actitud antisocial (4) .
La primera intervención de un tumor cerebral diagnosticado clínicamente se realizó en 1884 en Inglaterra. El cirujano fue Rickman Godlee (1849-1925) y al parecer se trataba de un glioma. El enfermo falleció una semana después de la intervención por una meningitis (3) .
La psicocirugía se inició en 1888; en esta fecha Johann Gottlieb Burckhardt (1836-1907) practicó la resección de parcial del córtex parietal y temporal (topectomía) de un enfermo que sufría graves trastornos de conducta. Las áreas extirpadas se consideraban responsables de los trastornos del enfermo; siguiendo con esta hipótesis diagnóstica fueron intervenidos un total de seis enfermos. La intervención y probablemente los resultados de la misma provocaron severas críticas entre la comunidad médica y Gottlieb Burckhardt abandonó este tipo de intervención.
En 1935 se celebró en Londres el II Congreso Internacional de Neurología. En el mismo, John F. Fulton (1899- 1960), profesor de fisiología en la Universidad de Yale, presentó su experiencia sobre chimpancés sometidos a resección bilateral del córtex prefrontal, comparando el comportamiento de los animales antes y después de la intervención(4) .
Fulton relata su experimento con la prueba de reacción retardada en su texto de fisiología del sistema nervioso, consistente en colocar ante el animal de experimentación (un mono) dos cajas de diferente color, en una de las cuales se colocaba alimento. Tras varias tentativas, el animal adivinaba directamente la caja que contenía la recompensa; a continuación, sin que el animal lo viese, se retiraba el alimento. Al iniciar nuevamente la prueba y al advertir la falta de alimento, el animal respondía con gritos y agitación:
Una hembra adolescente (…) mostró asimismo ser un animal emotivo, que se turbaba extraordinariamente siempre que cometía un error en la prueba de la reacción retardada, u otra cualquiera. En estas circunstancias, mostraba un desasosiego, presa del cual rodaba por el suelo, golpeaba la jaula, evacuaba heces y orina, y a menudo mostraba los signos de una descarga simpática difusa.
El adiestramiento con el test de la reacción retardada se continuó por un periodo de tres semanas, y hacia el final los ataques se hicieron tan frecuentes y la cooperación del animal tan escasa que resultó casi imposible la continuación de las pruebas (5) (p 443).
Después de la ablación de las dos áreas frontales se produjo un cambio profundo:
Seguíase luego el experimento ordinario de poner como cebo el alimento en la cubeta y bajar la cortina. El chimpancé, sin embargo, no mostraba su excitación habitual, sino que esperaba tranquilamente delante de la jaula o paseaba de un lado a otro. En el momento oportuno escogía entre las cubetas con su acostumbrada avidez y presteza. Sin embargo, cuando se equivocaba no mostraba ninguna alteración emocional, sino que esperaba tranquilamente que la cubeta quedase provista para la prueba siguiente. Se bajaba otra vez la corredera opaca, sin producir ningún efecto de desagrado en el animal y si fracasaba de nuevo, continuaba jugando pacientemente (…) aunque el animal fracasara repetidamente (…) era imposible por completo descubrir el más leve asomo de una neurosis experimental 5(p443-444) .
Este experimento causó gran sensación entre los asistentes, a pesar de que un segundo chimpancé (Lucy) mostró una reacción contraria. Este animal, que en el test realizado preoperatoriamente no mostró grandes cambios ante la frustración del test, después de la lobotomía se mostró agitado y violento.
Entre los asistentes al congreso de Londres estaban el neurólogo portugués Egas Moniz (1874-1955) y el norteamericano Walter Jackson Freeman (1895-1972). El primero de ellos rápidamente aplicó a la clínica psiquiátrica la intervención de la lobectomía.
Egas Moniz, con la colaboración del neurocirujano Almeida Lima (1903-1985), indicó la leucotomía a enfermos psiquiátricos crónicos siguiendo los experimentos de Fulton. En 1935 aplicó su técnica consistente en la desconexión del tálamo (núcleo dorsomedial) del lóbulo prefrontal. Mediante dos puntos de trepanación efectuados a 3 cm por detrás del borde de la órbita y 5,5 cm por encima del arco cigomático. En los primeros casos tratados se inyectó 0,2 ml de una solución de alcohol en el centro semioval, región anatómica seleccionada por la densidad de fibras en su contenido y al mismo tiempo por la pobreza de vasos sanguíneos, para prevenir de este modo la presentación de una hemorragia; el número de inyecciones era entre 3 y 6. Posteriormente se utilizó un instrumento denominado leucotomo. El mismo tenía una parte cortante en su extremidad distal, con un mango largo y una vez colocado en el fino agujero de trepanación, se accionaba el leucotomo realizando un movimiento pendular con el fin de seccionar la sustancia blanca de la parte superior de lóbulo frontal. Posteriormente se inyectaba lipiodol por la incisión y se verificaba topográficamente la lesión provocada.
Egas Moniz comunicó en 1936 a la Société de Médecine de París el resultado de 20 enfermos intervenidos. En el postoperatorio, con control de pocos días, los enfermos estaban más tranquilos, menos agresivos y manejables aunque la mayoría estaban embotados y torpes. Los escasos resultados clínicos y la brevedad del control postoperatorio motivaron serias dudas sobre la eficacia de la intervención y sobre su indicación (6) .
En 1948 se celebró en Lisboa la International Conference on Psychosurgery, en la que se presentaron las siguientes comunicaciones: Yahn, Mattos Pimenta y Alfonso Sette comunicaron su experiencia en 233 leucotomías practicadas en esquizofrénicos crónicos; Jiri Semotán, de Praga, en su comunicación aportó 149 enfermos intervenidos; Magnus C. Petersen y J. Grafton Love, de Rochester, aportaban la experiencia de 235 enfermos intervenidos en 7 años en su comunicación; y el italiano A.M. Fiamberti, introductor de la lobotomía por vía transorbitaria, aportó en su comunicación la experiencia de 100 casos intervenidos con su técnica y afirmaba que con esta se lograba, en pacientes crónicos, una gran mejoría de su conducta agresiva y turbulenta (6,7) .
En la introducción a esta conferencia, Egas Moniz afirmaba que la intervención quirúrgica en enfermos psicóticos estaba indicada dado que se aceptaba que el esquema del pensamiento de estos enfermos estaba en relación con la estabilización de ciertos circuitos sinápticos de la función cerebral. Esta hipótesis coincidía con las ideas de Cajal que afirmaba que la neurosis era debida a un pensamiento reiterado, repetitivo o distorsionado, que tenía un sustrato orgánico en determinados circuitos neuronales. Igualmente, Egas Moniz aceptaba en sus afirmaciones la teoría de los reflejos condicionados de Pavlov. La experiencia clínica en caso de tumores frontales y del cuerpo calloso demostraba la participación evidente del lóbulo frontal en las funciones psíquicas. Con base a estas circunstancias, era lógico que la intervención quirúrgica sobre el lóbulo frontal, actuando sobre sus conexiones, mejorase el cuadro de las enfermedades mentales (7) .
En 1949 Moniz fue galardonado con el premio Nobel de Medicina por la introducción de la leucotomía en la terapéutica psiquiátrica. Esta concesión del premio Nobel a la leucotomía sirvió para introducir y ampliar la práctica de esta técnica en un gran número de países.
La difusión de la lobotomía, primera intervención quirúrgica que puede denominarse psicocirugía, aún con lo novedoso y por ello arriesgado, tenía una justificación por la carencia de tratamiento para las enfermedades mentales, que en aquellos años se reducía al aislamiento del enfermo, hidroterapia, sujeción del enfermo, la práctica de electroshock y la cura de Sakel de comas insulínicos controlados. Faltaban más de 15 años para el advenimiento de los fármacos para el tratamiento psiquiátrico.
La carencia de fármacos adecuados representaba un gran número de ingresos de enfermos mentales, ingresos que no pocas veces eran crónicos con deterioro progresivo de enfermos. En un estudio reciente de R.A. Robison sobre el número de enfermos mentales que ocupaban 477 nosocomios en los EE UU en 1937, se menciona que la cifra alcanzaba más de 450 000 de enfermos y el coste de estos asilos, los 24 000 millones de dólares.
Estas cifras determinaban un problema socioeconómico importantísimo; por ello, y añadida la impotencia terapéutica, la indicación quirúrgica se generalizó, especialmente entre los neurólogos y psiquiatras organicistas (4).
Otro de los asistentes al II Congreso Internacional de Neurología de Londres fue el neurólogo norteamericano WalterJackson Freeman quien, al igual que otros asistentes, mostró gran interés en los experimentos de Fulton y posteriormente en los resultados de la leucotomía practicada por EgasMoniz. Freeman, que era neurólogo clínico, solicitó la colaboración del neurocirujano James W. Watts (1904-1994). En septiembre de 1936 Freeman y Watts practicaron la primera lobotomía prefrontal en los EE UU. Ambos autores, antes de finalizar el año, realizaron 20 intervenciones. Las frecuentes manifestaciones postoperatorias, tales como las alteraciones de la motricidad y crisis convulsivas, limitaron inicialmente esta práctica quirúrgica, de manera que en 1937 solo realizaron 12 lobotomías.
Freeman creía firmemente en la hipótesis formulada por el neuroanatomista Herrick, de que la cognición y la emotividad tenían como sustrato orgánico la conexión del lóbulo frontal con el tálamo.
Ante la frecuencia de efectos secundarios con la técnica empleada, Freeman adoptó como vía de acceso la desarrollada por el psiquiatra italiano Amarro Fiamberti, que practicaba la lobotomía por vía transorbitaria desde 1937, inyectando una solución alcohólica o formalina. Freeman adoptó esta vía transorbitaria destruyendo las fibras tálamo prefrontales practicando cortes con el orbitoclasto, instrumento quirúrgico de su invención, formado por un instrumento en forma de piolet con un mango graduado. La intervención se realizaba introduciendo el orbitoclasto detrás del techo de la órbita y golpeando la parte terminal del mango para fracturar el techo orbitario, alcanzando de esta manera el lóbulo frontal. Acto seguido se basculaba el instrumento en sentido medial y lateral seccionando las fibras que conectaba el lóbulo frontal con el tálamo.
La lobotomía transorbital no precisaba de anestesia ni tampoco realizarse en un quirófano. Freeman aplicaba el electroshock a los enfermos y durante el coma postconvulsivo practicaba la intervención. Logró que con su sencilla técnica se utilizase la lobotomía de forma indiscriminada en las instituciones psiquiátricas de los EE UU. El mismo Freeman adiestraba al personal de las instituciones en la práctica de su técnica (8) .
En 1939 Walter Freeman y James W. Watts en los EE UU presentaron sus resultados de 41 lobotomías en el The Yale Journal of Biology and Medicine. Fruto de su experiencia clínico-quirúrgica mejoraron el conocimiento de las funciones del lóbulo frontal siempre a través de la lobotomía prefrontal(9) .
En 1942, estos autores publicaron la monografía Psychosurgery, comunicando los resultados sobre 200 enfermos intervenidos: el 63% experimentó mejoría, el 23% permaneció sin cambios y el 14% experimentó empeoramiento de su cuadro clínico.
En 1950 la falta de metodología quirúrgica y el empleo del electroshock como anestesia motivaron el desacuerdo entre Freeman y Watts, abandonando este último la relación profesional con el primero.
Freeman, que como hemos comentado no era cirujano, practicó personalmente más de 3.000 intervenciones en 23 estados de los EE UU, muchas veces en el domicilio del enfermo. La lobotomía se aplicaba indiscriminadamente en enfermos crónicos ya por sí irrecuperables y los resultados eran irregulares: muchos enfermos quedaban en un estado de apatía, desinterés para todo tipo de relación familiar y social, con lenguaje lacónico, dependencia para las actividades más elementales y muestras evidentes de deterioro mental. Todo ello fue motivo de una disminución progresiva de la práctica de esta técnica. Los fracasos con enfermos de personajes relevantes, como en el caso de la enferma HelenMortensen, que fue intervenida en tres ocasiones y que falleció de una hemorragia cerebral (10) , y el caso de RosemaryKennedy, hermana del presidente John F. Kennedy, afecta de un problema psiquiátrico que empeoró dramáticamente después de la intervención, fueron circunstancias determinantes del declive de la lobotomía. La introducción en 1952 de la clorpromazina y progresivamente de otros fármacos limitó la indicación de la lobotomía únicamente a casos muy seleccionados y resistentes al tratamiento farmacológico.
En 1971, Freeman publicó su estadística de 707 enfermos sometidos a lobotomía y controlados por un periodo de tiempo que se extendía entre 4 y 30 años; a pesar de la mejoría en gran número de casos, el 73% aún permanecían recluidos en centros psiquiátricos o en su domicilio.
En el año 2001, A. Uchino y colaboradores, del Hospital Nacional Hizen de Saga, Japón, estudiaron la neuroimagen de las secuelas de la lobotomía prefrontal en 8 pacientes afectos de esquizofrenia, que unos 50 años antes habían sido tratados quirúrgicamente con lobotomía por vía orbitaria según técnica de Freeman.
Las imágenes mostraban una lesión cavitaria bilateral en la sustancia blanca de la parte anterior del lóbulo frontal. Las lesiones estaban rellenas de un fluido que parecía líquido cefalorraquídeo. Igualmente presentaban atrofia cortical del lóbulo frontal así como dilatación del polo anterior de los ventrículos laterales. El cuerpo calloso a nivel de la rodilla presentaba atrofia de variada intensidad en todos los enfermos, siendo indicio de la degeneración Walleriana de las fibras de conexión entre el polo frontal y esta formación anatómica.
Los autores revisaban la literatura y describen que en estudios neuropatológicos todos los enfermos lobotomizados presentan atrofia del lóbulo frontal y signos de degeneración en el núcleo medial-dorsal del tálamo con importante reducción del número de células (11) .
Las estadísticas sobre enfermos sometidos a este tratamiento muestran los siguientes resultados. Freeman, en 1950, entre 1000 enfermos operados en EE UU, comunica un 20% de fracasos, un 30% bajo la categoría del control a largo plazo de un posible beneficio y un 50% de evidentes mejorías en el comportamiento social. Riser en 1955, sobre 400 enfermos intervenidos, expone un 45% de recuperaciones sociales y un 55% de resultados mediocres o nulos. Post y colaboradores, en 1968, en un estudio de 54 enfermos, valorados a los 7 años de la intervención, constataron buenos resultados en el 40% de los enfermos, resultados mediocres en el 21%, 31% de fracasos e incluso un 8% de resultados nefastos. Laboucarié en 1971, de 149 enfermos operados entre 1949 y 1969, muestra los siguientes resultados: 55% de resultados positivos para aquellos operados entre 1949 y 1959 (115 pacientes), 77% para los operados entre 1960 y 1966 (18 pacientes) y un 66% (16 pacientes) entre 1967 y 196912 .
De las múltiples intervenciones de leucotomía practicadas en enfermos mentales, es difícil confrontar los resultados debido a: 1) la falta de consenso en el diagnóstico clínico; 2) la personalidad previa del enfermo; 3) la duración de la evolución de la enfermedad; 4) el intervalo de tiempo entre el inicio de la enfermedad y la intervención; y 5) las dudas en la valoración de la clínica atribuibles o a la propia evolución de la enfermedad o a la intervención quirúrgica.
Conflicto de intereses: El autor declara no tener ningún conflicto de intereses
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Notas (Bibliografía)
1. Balcells M. Historia general de la neurología. Esplugues de Llobregat (ES): Grupo Saned; 2009.
2. Campillo D. Paleopatologia: els primers vestigis de la malaltia. Barcelona: Fundación Uriach 1838; 1993.
3. Prim J. Los primeros neurocirujanos. Barcelona: Edicions Bellaterra; 2007.
4. Faria MA. Violence, mental illness, and the brain – A brief history of psychosurgery: Part 1 – From trephination to lobotomy. Surg Neurol Int. 2013;4:49.
5. Fulton JF. Fisiología del sistema nervioso. México D.F.: Atlante; 1941. [Fulton JF. Physiology of the nervous system. New York: Oxford University Press; 1949.]
6. Acharya HJ. rise and fall of frontal leucotomy. En: Whitelaw WA, ed. proceedings of the 13th annual history of medicine days. Calgary (CA): Faculty of Medicine, University of Calgary; 2004.
7. International Committee on Psychosurgery, ed. Proceedings: International Conference on Psychosurgery. Lisboa: LusoEspanhola; 1949.
8. Freeman W. Transorbital lobotomy. problem of the thick plate. Am J Psychiatry. 1952;108:825-7.
9. Freeman W, Watts J. An interpretation of the functions of the frontal lobe. Yale J Biol Med. 1939;11:527-39.
10. Lanska DJ. Freeman II, Walter. En: Aminoff M, Daroff R, eds. Encyclopedia of the neurological sciences. San Diego: Elsevier; 2003.
11. Uchino A, Kato A, Yuzuriha T, Takashima Y, Kudo S. Cranial MR imaging of sequelae of prefrontal lobotomy. AJNR Am J Neuroradiol. 2001;22:301-4.
12. Ey H, Bernard P, Brisset C. Tratado de psiquiatría. Barcelona: Toray-Masson; 1975.
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UN PREMIO NOBEL PARA LA LOBOTOMÍA
DCiencia, 2023
En el año 1949 el Premio Nobel de Fisiología o Medicina fue concedido al médico portugués Antonio Caetano de Abreu Freire Egas Moniz y al fisiólogo suizo Walter Rudolf Hess. A este último se lo dieron por el descubrimiento de las áreas del cerebro que actúan como coordinadoras de las actividades de los órganos internos. Pero en este post nos interesa más la otra mitad del premio, la que corresponde a Egas Moniz, por “el descubrimiento del valor terapéutico de la leucotomía en determinadas psicosis”.
¿Qué es una lobotomía?
Una lobotomía es un tipo de psicocirugía. La psicocirugía consiste en una operación quirúrgica realizada en el sistema nervioso que se realiza con el fin de tratar enfermedades mentales. En la lobotomía concretamente lo que se hace es seccionar fascículos nerviosos de un lóbulo cerebral. Según sobre la parte del sistema nervioso que se actúe, se habla de topectomía, capsulotomía, cingulotomía, leucotomía (en el lóbulo frontal) …
¿Cuándo se empezaron a practicar?
Desde hace miles de años se han hecho agujeros en cráneos humanos, para “expulsar los malos espíritus o los demonios”. Sin embargo, no fue hasta 1889 cuando el psiquiatra suizo Gottlieb Burckhardt decidió tratar un problema psiquiátrico extirpando parte del cerebro. Una de sus pacientes, de 51 años, presentaba alucinaciones y tenía un comportamiento violento. Burckhardt le realizó cinco operaciones (denominadas topectomías, que es la resección realizada en la zona conocida como área de Brodman) en el plazo de catorce meses. En cada una de esas operaciones extirpaba una pequeña porción de corteza cerebral de unos cinco gramos. La paciente no dejó de sufrir alucinaciones, pero sí se redujo su agresividad. Burckhardt realizó tratamientos quirúrgicos similares en otros cinco pacientes hasta 1891. Sin embargo, cuando dio a conocer estos tratamientos (y sus resultados, no siempre buenos), a la comunidad científica, ésta se escandalizó bastante. Tanto como que pasaran muchos años hasta que se volviera a comunicar el resultado de alguna psicocirugía.
Aparece nuestro protagonista
En julio de 1935 tiene lugar en Londres el Segundo Congreso Internacional de Neurología. Durante ese congreso, John Fulton, neurólogo especializado en primates de la Universidad de Yale, presentó los resultados de unos estudios encaminado a determinar como el daño cerebral afectaba al comportamiento de los chimpancés. Ya había establecido que lesiones corticales conducían a parálisis y movimientos espasmódicos involuntarios. En el congreso mostró los resultados de la ablación bilateral frontal (extirpar los dos lóbulos frontales) realizada a dos chimpancés, llamadas Becky y Lucy. Antes de la operación, Becky era un animal con un carácter fuerte, que sufría ataques de ira cuando cometía errores al realizar tareas que se recompensaban con comida. Tras la ablación, este comportamiento cambió totalmente, de tal manera que incluso aunque cometiera errores, parecía igual de feliz que cuando no lo hacía. En el caso de Lucy esto no sucedió así, sino que se volvió cada vez más violenta.
El neurólogo portugués Egas Moniz estuvo presente en la charla en la que presentó estos experimentos. Egas Moniz era muchas cosas además de neurólogo. Fue el inventor de la angiografía cerebral, una técnica para visualizar las arterias del cerebro basada en los rayos X (le supuso estar nominado dos para el Premio Nobel) y también había sido Ministro de Asuntos Exteriores de Portugal. Sin embargo, fue el estar presente en esa charla lo que finalmente le llevó a ser mundialmente conocido.
La primera leucotomía frontal
Egas Moniz creía que algunos desórdenes mentales se podían curar rompiendo las fibras que comunican unas zonas del lóbulo frontal con el encéfalo. Pensaba que por este procedimiento se podía reducir la agresividad de algunos enfermos psiquiátricos, lo cual ayudaría a su “control” en las instituciones mentales. En noviembre de 1935, Egas Moniz decidió llevar a la práctica clínica en Lisboa los experimentos que había escuchado en la charla de Fulton.
La paciente escogida fue una mujer de 63 años que tenía alucinaciones y ataques violentos de ansiedad. Bajo la dirección de Egas Moniz, fue realmente el neurocirujano Pedro Almeida Lima, su discípulo, el que lleva a cabo la operación. Moniz no podía operar con fiabilidad debido a la gota tenía las manos.
En su artículo «Cómo llegué a hacer una leucotomía frontal» nos cuenta como se llevó a cabo la operación. Almeida realizó dos pequeños orificios en la parte delantera del cráneo e inyectó alcohol puro en el interior del cerebro. Con esto pretendía “cortar las fibras conectivas de las neuronas activas».
La operación tuvo éxito en cuanto a que logró disminuir el comportamiento violento de la paciente. Esto llevo a Moniz a practicar más operaciones similares, de tal manera que en marzo de 1936 ya habían intervenido a una veintena de pacientes. Según él mismo describió, el 35% se curó, el 35% mejoró y el 30% no presentó cambios. La técnica quirúrgica, que ellos mismos bautizaron como leucotomía, fue ligeramente modificada con respecto a lo descrito más arriba. El propio Moniz diseñó el leucotomo, un instrumento de acero en forma de estilete hueco que cortaba pequeños trozos de materia blanca, parecido los “sacabocados” con los que se les quita el corazón a las manzanas.
La lobotomía se extiende como terapia por todo el mundo
Ante los “éxitos” reportados por Moniz en sus operaciones, el neurólogo estadounidense Walter Freeman acogió la idea con entusiasmo. Introdujo la leucotomía en Estados Unidos en 1936, le dio el nombre de lobotomía y extendió su uso por todo el mundo occidental.
Freeman “mejoró” la técnica. En primer lugar, aturdía a sus pacientes mediante electroshock. En segundo lugar, evitaba perforar dos orificios en el cráneo, porque… ya tenemos dos orificios desde los que se puede acceder al cerebro. Así que introducía unos instrumentos similares a picahielos por la órbita ocular, entre el ojo y la parte de hueso sobre el que está la ceja. Con ellos realizaba movimientos para «barrer» partes de los lóbulos frontales.
Freeman, con la ayuda del cirujano Watts (Freeman no era cirujano y por lo tanto no tenía licencia para operar), realiza numerosas lobotomías. Hasta el punto de que utiliza una furgoneta, el “lobotomóvil” para desplazarse y hacer las operaciones en hospitales donde había filas de pacientes esperando su turno. Tardaba unos diez minutos por operacióny la empleaba para tratar psicosis, neurosis, depresión… También la utilizó para “curar” a criminales de “su maldad”-. Freeman llegó a realizar más de 2.000 lobotomías a lo largo de su carrera. Entre ellas, la de Rosemary Kennedy, la hermana de J.F. Kennedy, cuando tenía 23 años. Tras la operación quedó gravemente impedida.
A principios de los años 40 en el Reino Unido algunos lo veían como una terapia milagrosa, lo que llevó a este país a ser uno de los que más lobotomías practicó (en proporción a su población).
Premio Nobel
El uso de la lobotomía (o leucotomía, más exactamente) por primera vez en personas por parte de Egas Moniz le supuso ser galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1949, junto con Walter Rudolf Hess. Fue el primer portugués galardonado con un Premio Nobel. Ahora mismo nos parece algo impensable, pero en esa época esa técnica parecía la única que lograba algún resultado aparentemente positivo en los pacientes con este tipo de enfermedades. En cualquier caso, se trata de uno de los Premios Nobel más discutidos en la rama de la medicina.
Las asociaciones de familiares de personas que han sufrido una lobotomía han reclamado que se retire a Egas Moniz el Premio Nobel. Sin embargo, los Estatutos de la Fundación Nobel no permiten que un premio sea retirado a posteriori.
Fin del uso de la técnica
A partir de mediados de los años 50 la lobotomía empezó a ponerse muy en cuestión. Sus resultados eran más pobres de lo esperado y además fue en esa época cuando se empezaron a utilizar en la práctica clínica los primeros psicofármacos efectivos. Así, en 1954 se descubrió la clorpromazina, considerado el primer antipsicótico. A partir de la clorpromazina vinieron muchos más, lo que supuso una verdadera revolución en la psiquiatría y el fin de la lobotomía como terapia. Para entonces ya se habían practicado más de 40.000 operaciones de este tipo en Estados Unidos. A finales de los años 50 y principios de los 60 ya muchos países prohibieron la práctica de estas cirugías por considerarla contraria a los derechos humanos
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ARGENTINA: LA POLÉMICA PRESUNTA LOBOTOMÍA DE EVITA PERÓN
Veronica Smink
BBC Mundo, Argentina, 1 julio 2015
Pocas figuras políticas dividen tanto a los argentinos como Eva Duarte de Perón, la segunda esposa del expresidente Juan Domingo Perón, fundador del peronismo hace 70 años.
En vida, Evita –como le decían todos- cosechó tanto amor como odio y fue centro de muchísimas controversias.
Ni siquiera su muerte el 26 de julio de 1952, a los 33 años, durante el segundo gobierno de su marido, puso fin a las polémicas.
Su cuerpo embalsamado fue secuestrado por el gobierno militar que derrocó a Perón en 1955 y se mantuvo oculto hasta los años ’70.
Cuando fue devuelto le faltaba un dedo, lo que generó muchísimas especulaciones.
Incluso su reposo final, en 1976, estuvo rodeado de controversia: su familia puso sus restos en la bóveda de los Duarte en el cementerio de La Recoleta.
Así, la «abanderada de los humildes» descansa en el cementerio más refinado de Buenos Aires, algo que aún sorprende a muchos visitantes.
Los 63 años que han pasado desde que falleció Evita no han frenenado la polémica sobre su vida.
La más reciente estalló a comienzos de julio y de una fuente inesperada: un neurocirujano de origen argentino llamado Daniel Nijensohn, profesor honorario en la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
El doctor Nijensohn publicó un estudio en la prestigiosa revista especializada Neurosurgical Focus en la que sostuvo que Perón ordenó que se le realizara una lobotomía a su esposa, poco antes de morir, para «modificar su personalidad».
Lobotomía
No es la primera vez que este experto se refiere a este polémico procedimiento.
En 2011 habló por primera vez de la existencia de esa supuesta operación de Evita en un estudio que publicó junto con su equipo de la Universidad de Yale en las revistas World Neurosurgery y NeuroTarget.
Allí aseguró que la exprimera dama argentina había sido sometida a una lobotomía entre mayo y junio de 1952, poco antes de morir.
Evita atravesaba la fase final del cáncer de cuello de útero que finalmente pondría fin a su vida a finales de julio.
En ese momento, Nijensohn explicó que en esa época la lobotomía era una práctica común en el tratamiento de dolores agudos.
Sin embargo ahora el médico asegura que la lobotomía se realizó no solo para reducir su dolor, sino expresamente para cambiar su conducta.
«La operación llamada lobotomía prefrontal era indicada para tratar enfermedades psiquiátricas, para calmar dolor severo del cáncer y para modificar la conducta y personalidad en individuos violentos y belicosos», explicó Nijensohn a BBC Mundo.
«La intervención quirúrgica en Evita no podría haberse efectuado sin el claro entendimiento de Juan Perón de los efectos secundarios y de las indicaciones de la misma», aseguró.
Radicalización
La tesis de Nijensohn es que en los últimos meses de su vida, al tomar conciencia de que moriría, Evita -que lideraba el ala izquierdista dentro del peronismo- radicalizó su conducta.
«Sabía que el tiempo que le quedaba era limitado», describió el experto.
«Lo que inició la cadena que terminó en la lobotomía fue la compra de armas al príncipe Bernardo de Holanda, en septiembre de 1951, para comenzar a entrenar a milicias obreras», señaló.
Evita habría hecho esto sin el conocimiento de Perón.
Fue entonces que el mandatario, aconsejado por sus médicos, «ordenó la lobotomía de Evita para pacificarla, disminuir su violencia y beligerancia, y de ese modo prevenir una guerra civil, especialmente entre las dos alas del peronismo», según Nijensohn.
El procedimiento habría sido realizado por el célebre neurocirujano estadounidense James L. Poppen, un experto en lobotomías prefrontales de la Clínica Lahey, de Boston.
Aunque Poppen – quien falleció en 1978- nunca se refirió públicamente a esa operación (ni la mencionó en un libro que escribió en 1955 sobre su relación con los Perón), otros dieron cuenta de su existencia.
El primero en hablar de ello fue George Udvarhelyi, un neurocirujano húngaro que vivió en Argentina en los años ’50 y quien aseguró en una entrevista en 2005 haber participado en la lobotomía de Evita.
Udvarhelyi murió en 2010 pero Nijensohn y su equipo de la Universidad de Yale confirmaron su declaración con el testimonio de la enfermera instrumentadora que solía asistir a Poppen, la chilena Manena Riquelme.
Si bien Riquelme no participó en la presunta operación de Evita, ya que en esa época aún no había conocido a Poppen, el médico le habría revelado su secreto años después.
Enojo
A pesar de que Nijensohn aseguró no tener un interés político sino «exclusivamente científico», quienes custodian el legado de Perón aseguraron que su trabajo es un intento de desprestigiar al peronismo.
«Es una canallada meterse con alguien que está muerto», dijo enojado a BBC Mundo Lorenzo Pepe, exdiputado peronista y presidente del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, un centro de estudios e investigaciones históricas, sociales y políticas.
«Si a Evita le hubieran realizado una lobotomía lo hubiéramos conocido», agregó.
Además, descartó la posibilidad de que Perón pudiera haber autorizado que se le realice una operación «tan cruel» a su segunda esposa.
«Yo conocí a Perón y nunca amó a una mujer como a Evita», señaló.
«Además tenía una enorme calidad humana y jamás hubiera autorizado algo así», sentenció.
No obstante, Pepe dio crédito a las versiones de que Evita compró armas y empezó a organizar el entrenamiento de milicias obreras antes de morir.
«Evita fue sin dudas la llama de la revolución peronista, eso es cierto, pero Perón nunca le hubiera hecho daño», reiteró.
Anti-peronismo
El historiador Felipe Pigna, experto en peronismo, también confirmó la compra de armas y el entrenamiento de milicias, pero desacreditó la tesis de Nijensohn.
En su libro «Evita. Jirones de su vida», planteó varios cuestionamientos a la teoría de una lobotomía.
Señaló que dos «imágenes radiolúcidas circulares» halladas en una radiografía post-mortem del cráneo de Evita, que Nijensohn consideró evidencia de la lobotomía, pudieron haber sido hechos durante el embalsamamiento del cuerpo.
Y evaluó «improbable» que nadie del entorno de los Perón supiera de la supuesta operación.
«María Eugenia Álvarez, la mujer que no se separó de Evita en los últimos meses de su vida, aseguró que la operación no existió«, resaltó.
Pigna concluyó en su libro que «de haber ocurrido, se trataría de la operación más secreta de la historia de la medicina».
Consultado por BBC Mundo sobre estas nuevas revelaciones, el historiador opinó que «el trabajo del Dr. Nijensohn está pensado para un público anglo sajón, que es frecuentemente víctima de engaños por parte de medios hegemónicos muy predispuestos a instalar todo lo malo que pueda decirse sobre el gobierno popular de Perón».
«Difaman a la Argentina y a América Latina en general», agregó, aclarando que se refería a estos medios y no al trabajo puntual de Nijensohn.
«Perón llegó al poder por las urnas en elecciones transparentes y nunca objetadas por la oposición, en tres oportunidades», destacó.
Según Pigna, no hay «pruebas fehacientes» de que la lobotomía haya ocurrido y «las aportadas hasta ahora son muy pobres e insuficientes para afirmar tal cosa».
«Lo históricamente fascinante es ver cómo aquella muchachita de 33 años sigue molestando e incomodando (a sus detractores), por su potencia y su enorme capacidad de innovación y cambio contra viento y marea», concluyó.