RUSIA O UCRANIA, ¿QUIÉN ES EL MALO?
Tabla de contenidos
- 1 Cuando Zelensky escucha a Wagner y le da por invadir Polonia
- 2 FUE EL EJÉRCITO DE ZELENSKY EL QUE DISPARÓ LOS MISILES CONTRA POLONIA
- 3 JOHN PILGER: En Ucrania, EE. UU. nos está arrastrando hacia la guerra con Rusia
- 4 Documental: RUSIA O UCRANIA, ¿QUIÉN ES EL MALO?
- 5 VIDEO: LA GUERRA DEL DONBASS CONTADA POR VICTOR TERNOVSY, PERIODISTA RUSO
- 6 M. K. BHADRAKUMAR: «En Ucrania, los europeos han sido engañados por los estadounidenses»
- 6.1 La lucidez de M. K. Bhadrakumar, de nuevo
- 6.2 Estos son sus principales argumentos resumidos:
- 6.2.1 1.- La Unión Europea (UE) vive un momento profundamente bochornoso.
- 6.2.2 2.- En pocas palabras, los europeos han sido bien engañados por los estadounidenses.
- 6.2.3 3.- Rusia no se conformará con nada que no sea el derrocamiento del régimen de Zelensky.
- 6.2.4 4.- El gobierno de Biden vive en un mundo surrealista preso de su narrativa autocomplaciente de que Rusia “perdió” la guerra.
- 6.2.5 5.- India debe esperar la derrota de EE. UU. y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lo que completaría la transición a un orden mundial multipolar.
- 7 «UCRANIA, ORÍGENES DEL CONFLICTO»
- 8 La receta ‘secreta’ de la UE, según Borrell (con Rusia y China en los ingredientes)
- 9 RELACIONADOS:
Cuando Zelensky escucha a Wagner y le da por invadir Polonia
Primero, el actor en su papel de Presidente, así como los Servicios Secretos de la OTAN afirman que fue Rusia quien disparó los misiles contra Polonia (que ahora sabemos que fueron lanzados por el propio ejército de Zelensky) y todos ellos, junto con Polonia, exigen que la OTAN ataque a Rusia, lo que significaría una Guerra Atómica en Europa.
«Estamos al tanto de informaciones periodísticas que aseguran que dos misiles rusos han caído en un lugar dentro de Polonia, cerca de la frontera con Ucrania», dijo el portavoz del Departamento de Defensa, Patrick Ryder.
Después, se descubre el pastel y reculan (hasta la próxima; no puede ya haber duda: seguirán intentándolo hasta conseguir nuestro consentimiento a la III Guerra Mundial):
«Biden dice tener indicios de que el misil que cayó en Polonia era ucraniano«.
Prueba superada: Hemos subido el nivel de ansiedad del Mundo (y sobre todo, en Europa): A LA DICTADURA GLOBAL POR EL MIEDO MUNDIAL.
Afortunadamente, esta vez, el BULO era grosero, evidente. Lo que motivó la pronta marcha atrás de Biden. SIn embargo, la OTAN siguió responsabilizando a Rusia, hasta que comenzó a desmoronarse el edificio de la mentira, colapsando en el momento en que el Gobierno húngaro expresó lo que, pese a la omnimoda censura, comenzaba a ser un clamor: «Hungría tacha de irresponsables las palabras de Zelenski sobre el misil caído en Polonia«.
Sólo una cosa tiene clara la OTAN: «Ho tornarem a fer» (lo volveremos a hacer), hasta conseguir una Guerra Atómica o hasta matarnos de ansiedad.
La pregunta resulta obligada:
Si el bulo y la desinformación hubiesen prevalecido en esta ocasión,los psicópatas que nos gobiernan, ¿nos habrían llevado a la III GM?
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FUE EL EJÉRCITO DE ZELENSKY EL QUE DISPARÓ LOS MISILES CONTRA POLONIA
A los pocos minutos de haber disparado los Misiles contra Polonia, Zelensky, tras acusar falsamente a Rusia, realizó unas declaraciones terribles, propias del psicópata que es, en las que venía a pedir el inicio inmediato de la III Guerra Mundial.
Horas después, sus terribles declaraciones fueron eliminadas de la Información disponible para los ciudadanos europeos, sin el menor asomo de crítica.
Este video de la corrupta Agencia de noticias France Press (AFP), sigue disponible, pero no podemos descargarlo, por lo que les dejamos el enlace, al que pueden acceder haciendo «click» en la imagen.
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JOHN PILGER: En Ucrania, EE. UU. nos está arrastrando hacia la guerra con Rusia
El papel de Washington en Ucrania y su respaldo a los neonazis del régimen tiene enormes implicaciones para el resto del mundo.Por John Pilger
The Guardian, 13 MAYO 2014
¿Por qué toleramos la amenaza de otra guerra mundial en nuestro nombre? ¿Por qué permitimos mentiras que justifican este riesgo? La escala de nuestro adoctrinamiento, escribió Harold Pinter, es un «acto de hipnosis brillante, incluso ingenioso y muy exitoso«, como si la verdad «nunca sucediera, incluso mientras sucedía«.
Cada año, el historiador estadounidense William Blum publica su «resumen actualizado del historial de la política exterior de Estados Unidos» que muestra que, desde 1945, Estados Unidos ha tratado de derrocar a más de 50 gobiernos, muchos de ellos elegidos democráticamente; interfirió gravemente en elecciones en 30 países; bombardeó a la población civil de 30 países; armas químicas y biológicas usadas; e intentó asesinar a líderes extranjeros.
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Documental: RUSIA O UCRANIA, ¿QUIÉN ES EL MALO?
Subo este video con el único fin de informar la realidad que viven las personas que habitan los territorios anexados por Rusia en estos días; durante el conflicto con Ucrania.Dejó la conclusión a tu criterio.Cuento1cuento
VIDEO: LA GUERRA DEL DONBASS CONTADA POR VICTOR TERNOVSY, PERIODISTA RUSO
Lo que el ‘Imperio de la Mentira’ no te cuenta sobre Ucrania
La cobertura de la operación de #paz de #Rusia en #Ucrania por parte del ‘Imperio de la Mentira’ –tal y como calificó a #Occidente el presidente Vladímir #Putin– hace desviar la atención de las causas del conflicto, así cómo de por dónde pasa la solución. El ‘Imperio de la Mentira’ nunca ha reportado sobre los más de 200 niños asesinados en #Donbás por el régimen neonazi de #Kiev. Tampoco ha informado de infraestructuras como un Centro de operaciones navales –construido por EEUU en Ucrania– capaz de coordinar la actuación de buques de guerra de la #OTAN, incluidos el uso de armas de alta precisión contra la flota y las infraestructuras de Rusia en el mar Negro. El ‘Imperio de la Mentira’ hizo oídos sordos ante declaraciones como las que se permitió el ‘presidente’ Volodímir #Zelenski en relación a la gente de Donbás, quien calificó a sus habitantes como “basura”. Fruto de la #desinformación del ‘Imperio de la Mentira’, tampoco se sabe que Moscú ha sido el mejor socio de Kiev en todos los años de la independencia de Ucrania. El presente vídeo es mi aporte a la resistencia al ‘Imperio de la Mentira’, donde mi intención es sintetizar los datos más importantes para entender el conflicto de Ucrania, en contrapeso a los intentos de la prensa dominante de desviar la atención de lo realmente importante
M. K. BHADRAKUMAR: «En Ucrania, los europeos han sido engañados por los estadounidenses»
ABC, 17 NOV 2022
La lucidez de M. K. Bhadrakumar, de nuevo
M.K. Bhadrakumar es un diplomático indio, con treinta años de carrera en el Ministerio de Asuntos Exteriores de su país, que ha sido embajador de la India en la antigua Unión Soviética, en Pakistán, en Irán, en Afganistán, en Corea del Sur, en Sri Lanka, en Alemania y en Turquía.
El 31 de octubre de 2022 escribió un artículo, “A war Russia set to win. The Europeans have been nicely played by the Americans” –“Una guerra que Rusia va a ganar. Los europeos han sido bien engañados por los estadounidenses”, en español-, que publicó Swiss Standpoint.
Estos son sus principales argumentos resumidos:
1.- La Unión Europea (UE) vive un momento profundamente bochornoso.
- El triunfalismo se ha desvanecido.
- Europa se ve amenazada por años de recesión causados por el efecto retroceso de las sanciones contra Rusia.
- Estados Unidos (EE. UU.) insistió en cortar los vínculos energéticos con Moscú.
- La UE se ha convertido ahora en un mercado cautivo de las grandes compañías gasísticas y se ve obligada a comprar gas natural licuado (GNL) a EE. UU. al precio que le pidan, que es de seis a siete veces superior al precio interno en EE. UU.
- El precio contratado para el suministro de gas ruso a largo plazo para Alemania solía ser de unos 280 dólares por 1.000 metros cúbicos frente al precio actual de mercado, que ronda los 2.000 dólares.
2.- En pocas palabras, los europeos han sido bien engañados por los estadounidenses.
- Básicamente, el gobierno de Biden creó una crisis energética artificial cuyo verdadero objetivo es la especulación bélica.
3.- Rusia no se conformará con nada que no sea el derrocamiento del régimen de Zelensky.
- Con el ataque al puente de Crimea, el 8 de octubre, y los tres ataques terroristas contra la central nuclear de Kursk, Zelensky cruzó una línea roja sobre la que Moscú le había advertido repetidamente.
- Desde el 9 de octubre, Rusia ha comenzado a atacar sistemáticamente el sistema eléctrico y los ferrocarriles de Ucrania con el objetivo de desmontar toda la logística del ejército ucraniano -transporte de personal, de equipo militar, de municiones y de cargamentos relacionados- y de interrumpir el funcionamiento de las plantas de fabricación y de reparación
- Rusia tiene, todavía, mucho que resolver en el campo de batalla: las poblaciones de Odessa, de Nikolayev, de Zaporiya, de Dnipropetrovsk y de Járkov esperan su liberación.
- El arsenal de armas de EE. UU. se está agotando mientras Kiev sigue pidiendo más.
- La conclusión es que Rusia busca una victoria total y no se conformará con nada que no sea un gobierno amigo en Kiev.
4.- El gobierno de Biden vive en un mundo surrealista preso de su narrativa autocomplaciente de que Rusia “perdió” la guerra.
- Con el aumento de las tropas rusas en la zona de guerra y el despliegue de armamento avanzado, la operación militar va a entrar en una fase clave, cuyo punto de inflexión llegará en el periodo comprendido entre noviembre de 2022 y febrero de 2023.
- Sin embargo, Washington aún no ha tirado la toalla y sigue obsesionado con agotar al ejército ruso, incluso a costa de la destrucción de Ucrania.
5.- India debe esperar la derrota de EE. UU. y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lo que completaría la transición a un orden mundial multipolar.
- Lamentablemente, las élites indias aún no han purgado su “predicamento unipolar“.
- Europa, incluida Gran Bretaña, está devastada y existe un descontento palpable por el “liderazgo transatlántico” de EE. UU.
- La estrategia en el Indo-Pacífico va irremediablemente a la deriva.
- Están surgiendo nuevos centros de poder en la extensa vecindad de India, como demuestra el desplante de la OPEC+ a Washington.
«UCRANIA, ORÍGENES DEL CONFLICTO»
Por Jorge Cachinero
ABC, 14 a 22 SEPT 2022
-I-
«Ucrania, orígenes del conflicto»
El golpe de Estado en Ucrania, en febrero de 2014, y sus consecuencias.
El golpe de 2014, incitado y apoyado por Estados Unidos (EE. UU.), llevó al poder en Kiev a las facciones nacionalistas más radicales del espectro político ucraniano, cuyo proyecto incluía políticas dirigidas a destruir las raíces históricas, lingüísticas, culturales y religiosas de la población ruso parlante, mayoritaria en el este de Ucrania.
Desde 2014 a 2022, el régimen de Kiev no respetó ni los derechos humanos de muchos de sus ciudadanos, ni la libertad de expresión de los medios de comunicación ucranianos, se embarcó en un esfuerzo organizado de erradicación del ruso -lengua materna de decenas de millones de habitantes de Ucrania- y de la cultura rusa del país y atacó a sus opositores políticos.
Esta situación provocó la convocatoria de un referéndum entre la población de la península de Crimea, que resultó ser mayoritariamente favorable a su reincorporación a la soberanía de la Federación Rusa.
A continuación, estalló una guerra civil en las regiones del Donbas -Donetsk y Lugansk, mayoritariamente ruso parlantes, situadas al este de Ucrania y lindantes con Rusia-, cuyo plan de paz -los Acuerdos de Minsk, en dos versiones sucesivas, I y II, dado que fracasó la aplicación de la primera de ellas- fue acordado por las partes en conflicto y endosado por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Sin embargo, los Acuerdos de Minsk, y su aplicación sobre el terreno, fueron completamente ignorados por los gobiernos sucesivos de Kiev.
Alemania y Francia -especialmente, como garantes formales del cumplimiento de los Acuerdos de Minsk- y el resto de Occidente no sólo hicieron la vista gorda ante el incumplimiento por parte de los gobiernos de Ucrania de lo pactado, sino que, por momentos, parecía que, incluso, consentían y espoleaban los comportamientos de los gobernantes en Kiev.
Esta actitud alentó a que Kiev nunca se sintiera seriamente empujado a considerar una solución diplomática al conflicto en el este de su país, lo que le impulsó a imponer un bloqueo económico y de transportes contra el Donbas y dejar de pagar las pensiones y las prestaciones sociales de sus habitantes.
Aquellos que poblaban las regiones de Donetsk y de Lugansk, a la vista de lo anterior, proclamaron su independencia formal de Ucrania al declarar la constitución de sus llamadas repúblicas populares respectivas, que fueron objeto inmediatamente de disparos de artillería y de morteros por parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania y de las unidades nacionalistas ucranianas.
De acuerdo con las cifras de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y de la ONU, miles de personas inocentes, incluidos niños, murieron y decenas de miles resultaron heridas, como fruto de aquellos bombardeos ucranianos sobre el Donbas.
Los planes de Kiev para una invasión a gran escala, en marzo de 2022, del Donbas.
Rusia está en poder, no se sabe desde cuándo, de las órdenes de ejecución de los planes de guerra del gobierno de Kiev para haber acometido una invasión a gran escala, en la primera semana de marzo de 2022, de las repúblicas de Donetsk y de Lugansk, de acuerdo con los documentos que los portavoces de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa han mostrado al mundo.
Si esto fuera cierto, la intervención militar rusa en Ucrania habría tenido un carácter preventivo frente a la materialización de dichos planes ucranianos.
Toda esa preparación del gobierno de Ucrania no hubiera sido posible sin el esfuerzo de organización, de entrenamiento y de dotación de medios a las Fuerzas Armadas de Ucrania por parte de EE. UU. y de sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Desde 2014 hasta el 24 de febrero de 2022, fecha del comienzo de la operación militar especial rusa en Ucrania, EE. UU. proporcionó a Ucrania 2,7 millardos de dólares en ayuda militar.
Además, en todos estos años, los militares de la OTAN han mantenido una presencia intensiva y exhaustiva en el territorio ucraniano como instructores de los militares de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Cabría preguntarse si, a través de esa relación tan estrecha, algún formador de la OTAN, aunque fuera por accidente o por casualidad, llegó a reparar, en algún momento, en el hecho de que, dentro de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que estaban entrenando y formando, están encuadradas unidades abiertamente nazis como delatan su uniformidad, su simbología, su lenguaje, sus rituales o sus tatuajes.
Habría que aceptar, también, la posibilidad de que, en ocho años, ninguno de los militares de la OTAN detectara indicios tan poco llamativos como los anteriores en un continente, como es el europeo, que cuenta con una historia reciente tan singular a ese respecto.
Asimismo, en 2021, el número de simulacros militares en los que participaron los países de la OTAN en Ucrania fueron siete y, para 2022, estaban previstos otros nueve, por mencionar sólo los dos años previos al estallido del conflicto militar actualmente en marcha.
Si, en 2021, los militares ucranianos que participaron en esos ejercicios multilaterales, junto a 11.000 militares de la OTAN, fueron 21.000, los planes para 2022 eran que, al lado de 22.000 militares de la OTAN, se integraran 40.000 soldados ucranianos.
En cuanto al uso de material bélico en esos ejercicios, frente a los 37 aviones y helicópteros y a los 26 buques de guerra que fueron desplegados, en 2021, la cifra que se había planeado para los de 2022 era de 240 y de 160, respectivamente.
En este punto, merecería la pena recordar que los Acuerdos de Minsk, adoptados por el Consejo de Seguridad de la ONU, prohibían, en su punto 10, la presencia de Fuerzas Armadas extranjeras en Ucrania.
Todo esto estaba ocurriendo en las inmediaciones de la frontera occidental de la Federación Rusa, es decir, aquella a través de la cual se ha materializado, en varias ocasiones, una de las amenazas existenciales más críticas para Rusia desde hace siglos.
La concentración militar de activos navales y aéreos de la OTAN en el Mar Negro, foco de otra de las fuentes de amenaza existencial más crítica para Rusia, no hizo más que agravar la situación, dado que su despliegue se realizaba en servicio de combate activo.
De hecho, varios países de la OTAN realizaron, en el Mar Negro, ejercicios militares no programados, bajo el mando de la Sexta Flota estadounidense, durante la primera mitad de noviembre de 2021, y nunca abandonaron esas aguas.
La aspiración pública de Zelensky, en febrero de 2022, de dotar a Ucrania con armas nucleares.
Durante la celebración anual de la Conferencia de Seguridad de Munich 2022, Vladimir Zelensky, en su discurso ante el plenario de los invitados, el 19 de febrero, afirmó que, si no obtenía suficientes garantías de protección por parte de EE. UU. frente a la amenaza rusa, Ucrania declararía obsoleto el Memorándum de Garantías de Seguridad de Budapest, de 1994, firmado entre EE. UU., el Reino Unido y Rusia, mediante el cual Ucrania aceptó entregar a la Federación Rusa todo el arsenal de armamento nuclear -5.000 piezas, en total- que la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) había situado en la entonces su república ucraniana.
Ucrania traspasó, en ese mismo instante -inconscientemente o con el propósito de provocar la reacción del gobierno ruso, de forma concertada con Biden y su equipo-, la última línea roja que Rusia podía permitirle desde el punto de vista de su seguridad y de su supervivencia como nación.
-II-
Ucrania: objetivos de Rusia
Dados los orígenes del conflicto, descritos en la entrega anterior, el 21 de febrero de 2022, la Federación Rusa reconoció a la República Popular de Donetsk (RPD) y a la República Popular de Lugansk (RPL) como estados soberanos e independientes.
A continuación, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, se dirigió a su nación y al mundo, el 24 de febrero de 2022, en un discurso televisado en el que anunció la decisión de lanzar, en palabras del gobierno ruso, una operación militar especial en Ucrania, a petición de los dirigentes de la RPD y de la RPL, y de conformidad, según el presidente Putin, con el artículo 51 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) -que versa sobre el derecho a la “legítima defensa”, según los argumentos expuestos por el embajador ruso ante la Asamblea General (AG) de la ONU de que “(n)o es Rusia la que ha empezado esta guerra, estas operaciones militares las inició Ucrania contra los habitantes de Donbas y contra todos los que no estaban de acuerdo con ella”-, tras contar con la autorización del Consejo de la Asamblea Federal de la Federación Rusa.
(1) Desmilitarización de Ucrania.
La desmilitarización de Ucrania está en marcha y se está realizando, desgraciadamente, por la vía de los hechos y de forma metódica y decidida.
Pronto sabremos el alcance del desastre humano que está suponiendo para generaciones de ucranianos el que Estados Unidos (EE. UU.) y sus aliados occidentales hayan decidido combatir en Ucrania hasta la última gota de sangre del último ucraniano.
Las Fuerzas Armadas rusas, junto con las milicias de la RPD y de la RPL, están destruyendo, de forma sistemática, los sistemas, las armas, los soldados de las Fuerzas Armadas de Ucrania, los mercenarios extranjeros alistados en éstas y, sin pretenderlo, los instructores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que, desde las líneas de combate, están, en muchos casos, dirigiendo directamente las operaciones militares de sus aliados ucranianos y el armamento suministrado desde los países de la OTAN.
(2) Desnazificación de Ucrania y (3) protección de los civiles de la región del Donbas.
Está suficientemente documentado que, después del golpe de Estado en Kiev, en 2014, comenzó en Ucrania una nada disimulada glorificación de grupos colaboradores de los nazis, durante la II Guerra Mundial, como la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) o como el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), que asesinaron a judíos, a romaníes, a polacos, a rusos y a representantes de otros grupos étnicos.
Fracciones con estos mismos nombres -OUN y UPA- se convirtieron en los protagonistas de matanzas de civiles en Ucrania durante los años posteriores al golpe de 2014 y calles y estadios deportivos del país fueron rebautizados con el nombre de ucranianos que habían destacado, en la primera mitad de la década de los 40 del siglo pasado, por ser cómplices de Adolf Hitler, como fue el caso de Stepan Bandera o de Roman Shukhevych.
Además de los dos anteriores, nuevos grupos nazis –Pravy Sektor, C14, Trizub, Azov, Donbass, Aidar y otros-, surgieron, desde 2014, y han operado en Ucrania sin restricciones, han celebrado marchas nocturnas con antorchas, han aterrorizado a civiles, han bombardeado infraestructuras civiles en la región del Donbas y han cometido todo tipo de crímenes -saqueos, violaciones y asesinatos.
(4) Eliminación de las amenazas a Rusia desde el territorio ucraniano.
Rusia ha afirmado que, para conseguir este objetivo, busca reestablecer el estatus de Ucrania como un “Estado neutral, no alineado y no nuclear”, es decir, devolver el país a los orígenes de su condición de Estado como se estableció en su Declaración de Soberanía Estatal de 1990.
Sin duda, las palabras de Zelensky, durante la Conferencia de Seguridad de Munich, en febrero de 2022, con las que expresó su aspiración de recuperar las capacidades nucleares, a las que había renunciado Ucrania, tras la firma del Memorándum de Garantías de Seguridad de Budapest, de 1994, entre EE. UU., el Reino Unido y Rusia, habían provocado en Rusia o bien el fin buscado o bien uno inesperado.
Al punto al que ha llegado este conflicto, de naturaleza existencial para Rusia, es difícil imaginar que, en el futuro, Ucrania, o lo que quede de ella, sea otra cosa distinta que un estado neutral, libre de armas nucleares y no alineado y cuyo territorio deje de ser un campo de entrenamiento militar de la OTAN para la disuasión y para la confrontación con Rusia, desde la frontera occidental de ésta, en la que es el origen de una de sus amenazas existenciales más críticas a lo largo de su historia.
Sin embargo, las opiniones dentro de Rusia, de sus dirigentes y de su población, por igual, sobre el futuro de Ucrania se están endureciendo, debido al desarrollo de los acontecimientos durante los últimos siete meses de campaña, en los que el presidente de Ucrania, Vladimir Zelensky, convirtió rápidamente el conflicto militar en Ucrania en una guerra por delegación –proxy war, en inglés- entre Rusia y Occidente, liderado por EE. UU.
Un rápido cese de las hostilidades y un acuerdo de paz, impuesto de acuerdo con las condiciones rusas, en la primavera habrían dejado a Ucrania, menos el Donbas, desmilitarizada y fuera de la OTAN, pero, por lo demás, bajo el actual liderazgo, con su ideología virulentamente antirrusa y su dependencia de Occidente.
No obstante, para las ideas dominantes en Rusia en el momento presente, cualquier solución debe pasar porque el que el Estado ucraniano resultante esté completa y decididamente limpio de ideología ultranacionalista y que éste no sea un peligro claro y presente justo en las fronteras de Rusia y no muy lejos de su capital.
Por ello, Putin añadió un objetivo político adicional a los cuatro anteriores durante su visita a Kaliningrado, el 1 de septiembre de 2022.
(5) Descomunización de Ucrania.
Con este concepto, Putin, de forma caustica, se refiere a la necesidad de liberar a Ucrania, de acuerdo con lo que han manifestado los dirigentes ucranianos durante los últimos años, de su pasado soviético y de la población ucraniana de lengua rusa con lo que, por lo tanto, siguiendo esta lógica ucraniana, abrazada, ahora, de forma irónica, por Putin, habría que retirarle a Ucrania los territorios que le fueron entregados por Lenin, por Stalin y por Khrushchev a la república ucraniana de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), es decir, además del Donbas, todo el sureste de Ucrania, desde Járkov hasta Odesa.
De acuerdo con este razonamiento, Rusia debería hacerse con el control de lo que históricamente, al menos, desde 1764, se conocía, en el Imperio Ruso, como Novorossiya, es decir, la región que hoy ocupa la costa norte del Mar Negro hasta Transnistria.
Para alcanzar ese objetivo, las fuerzas rusas tendrían que hacerse con el control de las regiones de Nikolaev y de Odesa, en el sur, y la de Járkov, en el este.
El siguiente paso para Rusia, en caso de que el gobierno de Ucrania siguiera oponiéndose a buscar una solución pactada al conflicto en curso, sería ampliar el control ruso a toda la Ucrania al este del río Dniéper, incluyendo la ciudad de Kiev, que se encuentra principalmente en su orilla derecha, con lo que el Estado ucraniano se reduciría a las regiones central y occidental actuales del país.
Por último, si, ni tan siquiera así, se resolviera el problema fundamental de que Rusia se viera forzada a convivir con un Estado que buscara constantemente la venganza y que, para ello, fuera utilizado por EE. UU., que es quien lo arma y lo dirige, en el esfuerzo por amenazarla y debilitarla, Rusia podría verse empujada a tomar todo el territorio de Ucrania hasta la frontera con Polonia o a permitir, por razón de economía de recursos, que Polonia absorbiera a Ucrania occidental dentro de alguna forma de entidad política común que, según la Inteligencia exterior rusa, se está ya creando subrepticiamente.
El futuro de Ucrania será dictado por el desarrollo de los acontecimientos en el campo de batalla y, por ello, Rusia irá incrementando progresivamente el dial del dolor sobre el gobierno de Ucrania.
Los ataques de precisión rusos, durante la noche del 11 al 12 de septiembre de 2022, que privaron, en menos de dos horas y media, a todo el este de Ucrania de sus estructuras logísticas, ferroviarias y de suministro de energía, de agua, de telefonía y de internet, fueron un anticipo de lo que pudiera estar por venir.
En los próximos días o semanas, el gobierno ruso podría tomar la decisión de actualizar e incrementar, sin llegar a la declaración de guerra o a la movilización consiguiente de la población rusa para ésta, la llamada operación militar especial en desarrollo, que podría pasar a ser considerada como una operación antiterrorista.
Si así fuera, esto otorgaría al gobierno ruso -como sucedió en Chechenia, durante la segunda guerra chechena, entre 2003 y 2009, contra los terroristas islamistas que habían declarado la guerra santa en el Cáucaso septentrional, o en Siria, a partir de 2015, desde la intervención de la Federación Rusa contra el Estado Islámico (EI)– la libertad de actuar directamente contra los dirigentes de dicho supuesto Estado terrorista y poder decapitar, así, al actual liderazgo ucraniano.
Rusia mantuvo la esperanza de poder llegar a un acuerdo con el gobierno de Zelensky hasta el mes de abril de 2022, momento en el que fracasó la iniciativa de paz -en la que Turquía medió, especialmente, con la organización de la reunión entre las partes, en Istanbul- por las presiones insoportables de EE. UU. y del Reino Unido para que Zelensky no aceptara las condiciones que Rusia le presentó y a las que el presidente de Ucrania, inicialmente, mostró su voluntad de asumir.
Los bombardeos rusos de la noche del 11 al 12 de septiembre de 2022 pudieron ser la primera indicación de que al liderazgo de la Federación Rusa se le esté agotando la paciencia y de que haya decidido quitarse los guantes de boxeo para seguir combatiendo.
-III-
Ucrania: errores de Occidente
El fracaso de las sanciones económicas a Rusia
La imposición de restricciones económicas a Rusia por parte de Estados Unidos (EE. UU.), de la Unión Europea (UE) y de otros países, eludiendo al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), podría definirse como una violación del derecho internacional y de la Carta de la ONU.
Estas sanciones de Occidente son no sólo una injerencia en los asuntos internos de un Estado soberano, sino que fueron aprobadas con la intención de, por una parte, desestabilizar la situación política interna en Rusia, para provocar un cambio de régimen –regime change, en inglés-, y de estrangular, por otro lado, la economía de Rusia para, así, arrastrarla a la quiebra formal –default, en inglés- ante los ojos de los deudores y de los inversores internacionales.
Esta política de restricciones está ejerciendo una presión sin precedentes sobre las principales instituciones financieras, el sector tecnológico, el sector de los recursos naturales -petróleo, gas y minería-, el sector del transporte y otras industrias rusas.
Además, las reservas de oro y de divisas de Rusia en el extranjero -por ejemplo, 300 millardos de dólares en activos rusos, que se encuentran en manos del banco estadounidense JP Morgan, en la ciudad de Nueva York- se han bloqueado.
Sin embargo, pasadas las incertidumbres iniciales, el rublo se ha revalorizado el doble en relación con el dólar -lo que ha motivado que el Banco Central de Rusia haya optado por bajar los tipos de interés, al contrario de lo que está sucediendo en Occidente, para evitar una excesiva apreciación de su moneda- y los precios del petróleo y del gas han aumentado un 50% -con lo que el flujo de caja del tesoro ruso se ha incrementado dramáticamente, hasta el punto de que el Estado ruso, en estos momentos, nada en liquidez-.
Asimismo, Rusia ha conseguido, de manera bien significativa, establecer, con mucha rapidez, un sistema de pagos con sus socios comerciales, en todos los continentes, basado en las monedas nacionales respectivas, es decir, al margen del dólar estadounidense, lo que podría provocar, en el medio plazo, un debilitamiento progresivo del modelo económico mundial actual, que está fundamentado, desde 1973, cuando se abandonó el estándar oro, en el patrón de la moneda estadounidense.
Rusia ha intensificado, con este refuerzo de los intercambios basados en las monedas nacionales de cada uno de sus socios comerciales, la cooperación económica, de forma más integral, con todos ellos, mediante la sustitución de importaciones en áreas sensibles, el refuerzo de la soberanía tecnológica y la reorientación de la producción y de las cadenas de suministro.
Con todo ello, Rusia ha conseguido estabilizar sus mercados monetarios y financieros y controlar la inflación, ha evitado un descenso brusco de la producción nacional o un crecimiento considerable del desempleo, ha eludido la escasez de productos básicos y la ola inicial de compras de pánico de productos de primera necesidad ha pasado.
El objetivo final de todas las sanciones impuestas a Rusia era destruir su economía, socavar los cimientos de su estabilidad financiera y de su progreso tecnológico y golpear duramente a las empresas y a determinados sectores económicos rusos y, con ello, a toda la población rusa.
En definitiva, Occidente no ha conseguido quebrar la economía rusa y el titular que se buscaba de que Rusia no podía hacer frente al pago de sus obligaciones hacia sus deudores no se ha conseguido.
El efecto retroceso sobre Occidente de las sanciones económicas a Rusia.
El efecto real de las sanciones económicas que Occidente ha impuesto a Rusia es que, irónica o tragicómicamente, Occidente es quién está siendo el máximo perjudicado por ellas.
Las restricciones al comercio con Rusia provocaron un desplome en la oferta en aquellos productos en los que Rusia es uno de los máximo productores mundiales -gas, petróleo, grano, fertilizantes, productos agrícolas, tierras vivas, por citar algunos- y de los que Occidente, especialmente, el continente europeo, es tan dependiente.
La escasez, obviamente, provocó un crecimiento rápido de los precios de todos esos productos, cuando no, una imposibilidad material para encontrar productos sustitutivos, en volumen, en precio y en calidad, y se han generado, por un lado, una amenaza grave para Europa, sobre todo, de ser incapaz de operar correctamente -hogares e industrias-, una vez que comience el invierno, y, por otro lado, un riesgo bíblico para la seguridad alimentaria mundial.
En este panorama, llama poderosamente la atención que Europa haya seguido ciegamente a Biden y a su equipo en una política emocional y de impulsos hacia Rusia y, al actuar de esta forma tan irracional, es Europa quien se ha condenado a sí misma al aislamiento económico de Rusia.
El balance de esta actuación no puede ser más demoledor: crecimiento rápido de la inflación con una subida, desconocida en años, de los precios de los alimentos, de los productos de primera necesidad, de la electricidad y de la gasolina.
EE. UU. ha arrastrado a los europeos en este empeño antirruso y les va a hacer cargar, al final, con la parte del león del coste de este enfrentamiento insensato.
No debe perderse de vista que otro de los objetivos de EE. UU. en toda esta situación es el de debilitar a Europa, muy específicamente, a la UE, como rival económico y, por ello, la ha empujado a una confrontación suicida con Rusia para que EE. UU., al mismo tiempo, fortalezca su propia presencia militar, financiera y energética en el Viejo Continente.
Esta crisis de Occidente, en general, y de Europa, en particular, se ha producido -y ésta no puede ser sólo una relación accidental- por la combinación, al mismo tiempo, de la que puede ser la peor generación de políticos que Occidente ha elegido, desde el final de la II Guerra Mundial, y que, en su empecinamiento y en su ceguera, está dispuesta a hacer saltar por los aires el contrato social que había convertido a Europa, en concreto, en el continente más próspero, mejor gestionado y más pacífico del mundo.
-IV-
Ucrania: ¿un nuevo mundo?
Cambio de era
Occidente ha fracasado en su intento de aislar internacionalmente a Rusia.
Sería ventajista, aunque no, falso, afirmar que Occidente parece hablar hoy en nombre de una minoría de naciones.
Todas las anteriores han sabido resistir los intentos de coacción que han sufrido en los últimos meses por parte de muchos de los gobiernos de esos países occidentales.
La pregunta relevante sería definir si, con motivo del conflicto en Ucrania, el movimiento hacia el surgimiento de un orden mundial multipolar se ha acelerado.
De lo que no parece haber ninguna duda es que el mundo unipolar surgido del colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en 1991, está tambaleándose, sobre todo, porque la Rusia de hoy no sólo no es ya la de finales del siglo XX, sino que, tampoco, ni siquiera, la de 2014, y porque la China de 2022 no es la de hace 20 años.
No lo son ni en lo económico, ni en lo tecnológico, ni en lo militar, ni en la red de intereses diplomáticos cruzados que han tejido en el mundo.
Todo el sistema de relaciones internacionales mundial está sufriendo una profunda transformación que está provocando que el mundo unipolar se haya convertido en cosa del pasado, algo que, por cierto, estaba ocurriendo mucho antes de que se desencadenaran, en febrero de 2022, los acontecimientos de Ucrania.
Así, los nuevos focos de poder en Asia, en África y en Oriente Medio desempeñan un papel cada vez más destacado en la configuración de la agenda mundial y se muestran dispuestos a defender sus intereses y a exigir que éstos sean respetados.
Esta multipolaridad creciente, caracterizada por la aparición de nuevos centros de poder económico y politico, cuestiona la visión del mundo estadounidense, todavía unipolar, es decir, basada en el concepto de EE. UU. como hegemon global.
Ante esta tendencia creciente, Washington está mostrando su interés por preservar los elementos del viejo orden mundial en aparente fase de extinción.
La aparición de esos núcleos de influencia política, con capacidad para llevar a cabo una política exterior independiente y de establecer una cooperación polifacética entre ellos, no encaja en la visión del mundo centrado en torno a EE. UU. y, en consecuencia, aquellos son todos considerados una amenaza potencial para el dominio universal de Washington.
En definitiva, el concepto de un “orden mundial basado en reglas“, defendido por EE. UU., está siendo retado por otro alternativo de un “orden mundial basado en leyes“.
¿Una nueva arquitectura de seguridad para Europa?
La historia, desde la desaparición de la URSS, demuestra que la OTAN es una organización ofensiva y no, defensiva.
Su incesante expansión, especialmente, hacia el este de Europa, a pesar de todas las promesas hechas en contrario durante años, ha cambiado fundamentalmente la arquitectura de la seguridad europea.
El bombardeo de Yugoslavia, en 1999, las dos guerras en Irak, en 1991 y en 2003, o la operación contra Muammar Gaddafi en Libia, en 2011, han provocado catástrofes humanas enormes y han roto estructuras nacionales, que no han sido, posteriormente, reconstruidas.
En el caso de Libia, el ataque de la OTAN de 2011 sumió el país en un caos, del que se han aprovechado los grupos internacionales de terroristas yihadistas radicales para extender sus tentáculos hacia el Sahel, de tal forma que Occidente no ha sabido impedir la gestación de la amenaza enorme que, para todo el mundo, allí se ha ido incubando desde hace una década.
Por último, la salida vergonzosa de Afganistán por parte de la OTAN, el verano de 2021, después del comienzo, en 2001, de la Operación Libertad Duradera –Operation Enduring Freedom, en inglés-, liderada por EE. UU. y por el Reino Unido, es otro caso palmario de los fracasos de la OTAN fuera del territorio europeo, después de la desaparición de la Unión Soviética, para cuya contención la Alianza Atlántica se había fundado en 1949.
Europa está llamada al fracaso si pretende crear una arquitectura de seguridad europea que sea fiable y que sea estable sin contar con el país más grande del continente europeo, es decir, Rusia.
Nuevos líderes europeos
No obstante, en estos momentos, es imposible imaginar que, después de lo acontecido en Ucrania, Rusia quiera volver a intentar un acomodo sincero entre los intereses de seguridad suyos con los del resto de Europa.
Europa no parece darse cuenta de que la ruptura de la confianza de Rusia hacia los dirigentes europeos no es pasajera y fácilmente restañable, sino, profunda y de difícil, cuando no, imposible, arreglo.
Da la impresión de que Rusia, a pesar de la profundidad de la componente europea de la naturaleza del alma rusa, ha decidido cortar amarras con el Viejo Continente y apostar decididamente por su viraje hacia el este y hacia el sur para siempre.
Sólo podría imaginarse una vía de intentar recomponer esa relación quebrada entre Europa y Rusia.
Ese camino implicaría que Europa diera a Rusia explicaciones detalladas pertinentes sobre lo sucedido en el este de Europa durante los últimos años y, a continuación, que tuviera mucha paciencia, si el cambio en los comportamientos europeos fuera realmente sincero, para que su actitud nueva fuera constatable y acreditada.
Mientras, en paralelo, se debería producir un cambio generalizado de los líderes políticos del Viejo Continente.
Olaf Scholz, Emmanuel Macron o Ursula von der Leyen están a tiempo de prestar un último servicio en favor del bienestar y de la seguridad de sus nacionales y de los europeos, respectivamente.
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La receta ‘secreta’ de la UE, según Borrell (con Rusia y China en los ingredientes)
Josep Borrell, cabeza de la diplomacia europea ha dado una serie de declaraciones muy polémicas en torno a la Unión Europea. ¿Cuáles son y por qué preocupan más en Europa que en China o Rusia?
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