DONBASS, LA GUERRA OLVIDADA. La CRIMINAL INVASIÓN RUSA de Ucrania, no absuelve a Occidente por su colaboración con grupos paramilitares fascistas ucranianos, como el Neonazi «Batallón Azov».

DONBASS, LA GUERRA OLVIDADA

«EL GOBIERNO DE UCRANIA ESTÁ BOMBARDEANDO A LA POBLACIÓN -UCRANIANA- DE DONBASS»

Anne-Laure Bonnel, reportera de guerra freelance y profesora en La Sorbonne

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«El ejército ucraniano está bombardeando a los civiles».

Fragmento de 2 minutos del Video con Subtítulos en español aquí

La noticia en RTVE

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Al menos 23 personas han muerto y una veintena han resultado heridas en un ataque de las fuerzas ucranianas sobre la región separatista de Donetsk, en el este del país, informaron este lunes las agencias rusas, que citan fuentes de las autoridades separatistas de esta área.

Según estas fuentes, hay al menos un niño entre los fallecidos causados por un misil tipo Tochka-U, que contenía una carga de racimo, dijo el jefe de la autoproclamada República Popular de Donestk, Denis Pushilin.

«Tochka-U llevaba una carga de racimo, que está prohibida, como sabemos. Si no hubiera sido derribado habría habido un número desproporcionadamente mayor de víctimas», dijo Pushilin en el programa 60 Minutes de Russia 1, según la agencia Sputnik.

Vozpopuli, lunes 14 de marzo e 2022

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Desde el Golpe de Estado de 2014 (Maidan) el Gobierno de Ucrania ha matado a más de 13.000 ciudadanos ucranianos de Donbass

El Gobierno de Ucrania está bombardeando a su población, en el Donbass, que se encuentran, desde 2014, sin Servicios Públicos, sin pagarles sus pensiones, sin médicos ni medicamentos, sin suministro de agua o Redes de Saneamiento.

Entrevista de 7 de marzo de 2022: Anne Laure Bonnel en Sud Radio (en francés)

Avec Anne-Laure Bonnel, reporter de guerre indépendante et enseignante en audiovisuel à La Sorbonne et à l’ENS Cachan. Réalisatrice de “Donbass” en 2016, contributrice pour Le Figaro.

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DONBASS (2016) DOCUMENTAL DE ANNE-LAURE BONNEL

Road movie inmersiva, apasionante documental en un país roto.

Anne-Laure Bonnel, una joven directora y madre de familia francesa, decide acompañar a Alexander, padre de familia ucraniano, a la región de Donbass, al este de Ucrania, en una zona prorrusa. En el corazón de la guerra, captura las terribles imágenes de un conflicto mortal y un desastre humanitario sin precedentes.

https://www.imdb.com/title/tt5474178/

 

VER EN YOUTUBE, SUBTITULADO EN ESPAÑOL

 
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LE FIGARO CENSURA EL ARTÍCULO DE DONBAS DE LA PERIODISTA ANNE LAURE BONNEL

 

Como parte de la estrategia global destinada a suprimir las visiones alternativas, su documental “Donbas” también fue prohibido en YouTube a principios de este mes.

El sábado, la directora de cine y reportera de guerra francesa Anne-Laure Bonnel rechazó que el periódico Le Figaro borrara de sus plataformas su artículo sobre la vida de la población civil de la región de Donbass. 

“¿Por qué esta censura? Pregunta al respecto. Estarás indignado”, tuiteó y adjuntó una captura de pantalla que muestra el acceso a la publicación titulada ‘El Donbas, donde comenzó todo’ baneada desde la página de Facebook de Le Figaro.

Esta periodista, que cubre el conflicto armado en Ucrania desde el territorio de la República Popular de Donetsk (RPD), ha sido criticada por ceñirse a los argumentos de las autoridades rusas y denunciar las fechorías de las tropas ucranianas.

Mi trabajo no tiene ningún mensaje político. Solo filmo y fotografío a docenas de personas muertas y heridas todos los días”, dijo Bonnel al medio CNews y condenó que el gobierno de Kiev considere a esas personas como terroristas.

La reportera de guerra francesa Anne-Laure Bonnel, actualmente en Ucrania y muy comentada en este momento, filma una escena de guerra que tiene lugar en el Donbass en Ucrania. Ella nos recuerda que esta guerra comenzó en 2014 y que el ejército ucraniano ha estado bombardeando los países de habla rusa pic.twitter.com/GCd1v6rRYT

— Sr. M (@Mr_Mackei) 6 de marzo de 2022 “Durante más de ocho años, estas personas marginadas han vivido en sótanos sin acceso a un trabajo y otros derechos fundamentales para el pleno disfrute de una vida digna”, subrayó, recordando que Le Figaro aún no ha explicado la censura.

Los editores franceses parecen haber olvidado los principios establecidos en la Declaración de los deberes y derechos de los periodistas al adoptar acciones deshonestas que responden a la coerción de fuerzas externas”, agregó Bonnel.

Como parte de la estrategia global destinada a suprimir las opiniones alternativas, su documental testimonial “Donbas” también fue prohibido en la plataforma de YouTube a principios de este mes. “No debemos permanecer ciegos ante los actos de brutalidad humana como la guerra. Solo así no olvidaremos lo que nos pueden hacer”, afirmó la periodista.

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LA GUERRA DEL DONBASS (Fragmento)

Wikipedia

 

La guerra del Dombás​ (alternativamente, del Donbás o del Donbáss),​ denominada también guerra en el este de Ucrania,​ es una serie de enfrentamientos armados sucedidos en las regiones del este de dicho país a partir del 6 de abril de 2014, como reacción contraria al Euromaidán, y que se produjeron tras las protestas prorrusas en este país que se intensificaron tras la adhesión de Crimea a Rusia, donde también se habían realizado movimientos similares. La escalada desembocó en un conflicto armado entre las fuerzas independentistas de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL) y el gobierno de Ucrania. Así, ante la consolidación de un frente de combate, tras los sucesivos llamados de alto al fuego, los señores de la guerra han ocupado grandes extensiones de terreno en la zona prorrusa.

En noviembre de 2013 miles de manifestantes salieron a protestar a la plaza de la Independencia de Kiev, debido a la controversia por escándalos de corrupción del gobierno ucraniano, así como la polarización en torno a la negativa del gobierno de Mikola Azárov de firmar el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea.​ En febrero de 2014, en medio de las protestas cayó el gobierno de Víktor Yanukóvich, al que los bancos occidentales le habían congelado sus activos y sobre el que se abrieron procesos penales.​ La revolución del Euromaidán significó el nacimiento de nuevas juntas europeístas para Ucrania. Pero en el este del país, región fronteriza con Rusia, varias localidades prefirieron continuar con un gobierno prorruso, o adherirse directamente a la misma Rusia, lo que supuso acusaciones ucranianas de una intervención militar desde el Kremlin —antes del cambio en la cúpula dirigente en agosto de 2014, el liderazgo de las fuerzas separatistas consistía en un número significativo de ciudadanos rusos—. Varios manifestantes tomaron sedes de gobiernos en la Ucrania oriental, proclamando de facto la independencia de ciertas localidades, lo que causó fuertes enfrentamientos armados entre europeístas, prorrusos y separatistas.

El 7 de abril, manifestantes proclamaron la RPD en un edificio de la administración regional en la ciudad de Donetsk. El 12 de abril, miembros armados de la Milicia Popular del Donbáss (que apoya a la RPD) ocuparon la sede del Comité ejecutivo, el departamento de policía y las oficinas de la fiscalía en Sloviansk en la parte norte de la óblast de Donetsk. El día siguiente, las autoridades de Kiev pusieron en marcha una operación especial en el este del país con la participación de las Fuerzas Armadas.​ El 17 del mismo mes, se celebró una reunión en Ginebra, Suiza, entre los jefes de la diplomacia de Ucrania, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, siendo aprobado un documento con medidas para poner fin al conflicto. También se acordaron revisiones a la Constitución de Ucrania. Sin embargo, esto no fue aceptado por las milicias prorrusas.​

Para el 1 de mayo, hasta 16 ciudades y pueblos del este ucraniano se hallaban parcial o totalmente en manos de los grupos armados prorrusos,​ al día siguiente de que Ucrania reconociera públicamente que la situación en los oblasts de Donetsk y Lugansk escapaba a su control y las autoridades de Kiev pusieron en marcha una nueva operación especial con la participación de las Fuerzas Armadas en Sloviansk. El 9 del mismo mes entraron en la ciudad de Mariupol tanques de guerra y tropas de la Guardia Nacional y el ejército ucraniano que atacaron con lanzagranadas la sede de la policía local partidaria de los federalista y dispararon contra las barricadas y contra personas que protestaban en la calle. Dos días después se llevaron a cabo los referéndums sobre el estatus político de Donetsk y Lugansk, a pesar de la petición de Rusia de aplazarlos.​ El 89 % de los electores del óblast de Donetsk votó a favor de la independencia de la RPD y según la Comisión Electoral en el óblast de Lugansk el 96 % de los votantes optó por separarse de Ucrania. Parte de las óblasts de Donetsk y Lugansk se declararon independientes de Ucrania como Repúblicas Populares. A finales de ese mes comenzaron intensos combates a gran escala en el aeropuerto Internacional de Donetsk y sus alrededores, que se prologaron durante varios meses.

Ucrania acusó a Rusia de intervenir en el conflicto ayudando a los separatistas prorrusos —Estados Unidos aportó unas supuestas pruebas—, pero dichas acusaciones fueron negadas por Rusia. Además, Amnistía Internacional distribuyó imágenes satelitales que, según esta organización, confirman la participación de las Fuerzas Armadas de Rusia tanto con artillería —sistemas de armas complejos que sólo se encuentran en el inventario de Moscú—​ como con soldados dentro el territorio ucraniano e incluso manifestaciones de soldados rusos, quienes declararon que fueron llevados engañados a la guerra por el gobierno ruso.​ Además el Comité de Madres de Soldados, la principal organización civil que representa a los militares, afirma que cerca miles de soldados rusos podrían haber sido enviados a Ucrania. Por parte de Rusia, los opositores al gobierno de Kiev y medios de comunicación como Bild denuncian participaciones de la Agencia Central de Inteligencia y de Academi – Greystone Limited apoyando con hombres y material de inteligencia a los militares de Kiev.​ Por su parte, la OTAN desplegó sus tropas en países cercanos a las fronteras rusas y ucranianas: Polonia, Rumania y los países bálticos.​

En medio del conflicto, la Unión Europea apoyó el gobierno interino de Ucrania,​ mientras que Estados Unidos aumentó la lista de sancionados, alegando que Rusia es el único responsable de las tensiones separatistas.​ Por su parte, el Gobierno de Rusia ha condenado reiteradas veces las acciones del gobierno ucraniano, refiriéndose a sus integrantes como «criminales», instando a las autoridades a detener «la matanza de sus propios ciudadanos» y a entablar un diálogo a favor de los habitantes del este ucraniano. El 1 de agosto, el fiscal general de Rusia Yuri Chaika calificó los sucesos de los meses del conflicto armado en Ucrania de «genocidio del pueblo ucraniano». Ello no impidió la firma del Protocolo de Minsk (septiembre de 2014), que establecía un alto el fuego, ni la frágil tregua del acuerdo Minsk II (febrero de 2015).

El 21 de febrero de 2022, tras el reconocimiento de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk, el presidente Putin ordenó el envío de tropas rusas (incluidos tanques) al Donbás, en lo que Rusia llamó una «misión de mantenimiento de la paz».​ Más tarde ese mismo día, varios medios de comunicación independientes confirmaron que las fuerzas rusas estaban entrando en el Donbás. El 22 de febrero de 2022, Estados Unidos declaró este movimiento como una «invasión».

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DONBASS
Ucranianos con el ejército nazi

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Ganando ‘corazones’ y guerra de relaciones públicas, pero Ucrania tiene un problema «nazi» del que la OTAN y EE. UU. no hablan

La invasión rusa de Ucrania, sin duda, es digna de la más enérgica condena, pero eso no absuelve a Occidente de nutrir y fomentar una ideología que fue responsable de sumergir al mundo en una guerra hace más de 8 décadas.

El cartel de las naciones occidentales, que por lo demás es muy veloz en condenar el antisemitismo, mira hacia otro lado, arma y alienta abiertamente a los grupos fascistas con inclinaciones neonazis, si eso les ayuda a frustrar a sus oponentes y reafirmar su hegemonía.
 
Por Jinit Jainista

opindia.com, 28 FEB 2022

Batallón Azov del grupo neonazi de Ucrania (Fuente de la imagen: The Intercept)

 

Después de no poder evitar que Rusia invadiera Ucrania, los países occidentales y sus medios de comunicación han desatado una guerra de propaganda que implica compartir imágenes antiguas de conflictos pasados ​​para demonizar a Rusia y prodigar elogios a los líderes ucranianos por mantenerse firmes contra la invasión, aparentemente para disimular sus propias insuficiencias.

La invasión rusa de Ucrania se produjo en medio de un aumento de las tensiones entre Moscú y los países de la OTAN, con el primero preocupado por su precario aparato de seguridad mientras el segundo reflexionaba sobre su expansión en Europa del Este. Incluso cuando la OTAN y EE. UU. montan una campaña de propaganda para contrarrestar la invasión de Rusia, han hecho la vista gorda ante un problema enconado que parecía haber desempeñado un papel fundamental en el cálculo de Putin para librar un conflicto armado en Ucrania.

Y ese es el persistente problema «nazi» de Ucrania. A lo largo de los años, la ideología del neonazismo no solo se ha arraigado en la conciencia ucraniana, sino que también se ha ganado el visto bueno del gobierno ucraniano. Naturalmente, esto ha suscitado preocupaciones en Moscú que fueron evidentes en el discurso pronunciado por Putin días antes de la ofensiva militar de Rusia en Ucrania.

En su discurso al pueblo ruso el 24 de febrero, Putin justificó la agresión de su país contra Ucrania como una misión de mantenimiento de la paz y presentó la próxima operación militar de las fuerzas rusas como “desnazificación” de Ucrania. “Buscaremos desmilitarizar y desnazificar a Ucrania y llevar ante la justicia a quienes cometieron numerosos crímenes sangrientos contra personas pacíficas, incluidos ciudadanos rusos”, dijo Putin mientras justificaba una incursión militar en la vecina Ucrania.

Pero Occidente, en su afán por lavarse las manos de la crisis actual en Ucrania, ha tratado de subestimar estas preocupaciones rusas y culpar por completo a los impulsos autoritarios y revisionistas del presidente Vladimir Putin. Argumentan que Putin está motivado por su deseo de corregir los “errores históricos”, que atribuyen a su negativa a aceptar el desmembramiento de la URSS y la correspondiente pérdida de prestigio y poder rusos.

Putin, afirman, está lleno de un celo decidido para remediar lo que considera un mal injusto e histórico infligido a su país por las potencias occidentales. Sin embargo, esa es una visión unidimensional y algo prejuiciosa de la crisis actual. Lo que la OTAN y los Estados Unidos no logran resaltar, consciente o inconscientemente, es el surgimiento progresivo de partidarios neonazis en Ucrania, que no dudan en usar la intimidación e incluso la violencia para promover sus agendas, y que a menudo lo hacen con la aprobación implícita de las agencias gubernamentales.

Uno de esos grupos neonazis que disfruta del patrocinio del estado ucraniano es el Movimiento Azov, uno de los 30 «batallones de voluntarios» financiados con fondos privados, que hace gran parte de la lucha de primera línea con el ejército de Ucrania contra los separatistas prorrusos en el inquieto país de la Región del este. Los Azov no solo son conocidos por su reputación de ser despiadados en el campo de batalla, sino también por adoptar una ideología militante que causó estragos en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

El coqueteo de Ucrania con fuerzas antisemitas e intolerantes

El Departamento de Operaciones Especiales de Azov o Batallón Azov, como se le conoce comúnmente, es una unidad neonazi y de extrema derecha de la Guardia Nacional de Ucrania. Formado en 2014 como una milicia voluntaria durante los enfrentamientos de Odesa, el Batallón Azov pronto se incorporó a la Guardia Nacional de Ucrania, sirviendo en la capacidad estatal a pesar de tener lealtad e inspirarse en las creencias nazis supremacistas.

De hecho, el Batallón Azov es una fuente de inspiración para los supremacistas blancos de todo el mundo. En el momento de su formación en 2014, Andriy Biletsky, un veterano fascista y fundador del grupo de voluntarios, declaró que la misión del grupo es empoderar a Ucrania para “liderar a las Razas Blancas del mundo en una cruzada final por su supervivencia. … contra el Untermenschen (infrahumano) dirigido por los semitas”.

 

Soldados del Batallón Azov con la bandera de su organización neonazi (Fuente: Foreign Policy)

 

El logotipo del Batallón Azov tenía matices nazis y constaba de dos emblemas, el Wolfsangel y el Sonnenrad , caracterizados como símbolos neonazis por la Liga Antidifamación. Ambos símbolos, Wolfsangel y Sonnebrad, han sido utilizados ampliamente por grupos de odio en diferentes partes de los Estados Unidos, lo que significa el impacto del grupo ucraniano en la motivación de organizaciones supremacistas e intolerantes en todo el mundo.

La intolerancia albergada por el grupo neonazi estuvo en todo su esplendor recientemente cuando la cuenta de Twitter de la Guardia Nacional de Ucrania publicó un tuit de video que afirmaba que sus combatientes de Azov cubrieron sus balas con grasa de cerdo para usarlas contra las fuerzas chechenas que luchan desde el lado ruso. El tweet real decía: «Los combatientes de Azov de la Guardia Nacional engrasaron las balas con manteca de cerdo contra los orcos de Kadyrov».

Chechenia es una república rusa situada al norte de Georgia. Las fuerzas chechenas son la fuerza militar a cargo de la defensa de Chechenia. La república no es una entidad independiente y está sujeta a las leyes y reglamentos rusos. Sin embargo, el uso de manteca de cerdo fue deliberado, con el objetivo de herir los sentimientos religiosos de la gente de Chechenia, la mayoría de los cuales son musulmanes. El cerdo se considera tabú en el Islam y los musulmanes están ordenados religiosamente a no tocar cerdos de ninguna forma.

Batallón Azov y grupos antisemitas en Ucrania: una amenaza para los vecinos europeos

Mientras que el gobierno ucraniano fomenta organizaciones extremistas como el Batallón Azov, son sus vecinos europeos los que tienen que soportar la peor parte de esta ideología neonazi que está extendiendo rápidamente sus garras por todo el mundo. Según Lower Class Magazine, una publicación alemana de izquierda, Azov tiene un cuerpo semi-clandestino llamado “División Misantrópica” que extrae sangre fresca entre las filas de la juventud neonazi en Francia, Alemania y Escandinavia. A los nuevos reclutas se les promete entrenamiento con armamento pesado y moderno, incluidos tanques, en campamentos ucranianos junto a otros miembros fascistas.

 

Voluntarios del grupo de extrema derecha Azov Batallion (Fuente: The Diplomat)

 

Según se informa, los voluntarios extranjeros de Azov están motivados por el llamado de la «Reconquista», una búsqueda para colocar a las naciones de Europa del Este bajo el gobierno de una dictadura supremacista blanca, inspirándose en el gobierno del Reichskommissariat nazi que controlaba Ucrania en el momento de la Segunda Guerra Mundial. Una gran cantidad de voluntarios de Azov en Ucrania alberga este sueño de restablecer Ucrania como una nación supremacista blanca que tiene bajo su control grandes extensiones de tierra de las naciones europeas vecinas.

Organizaciones de supremacistas blancos como el Batallón Azov florecieron bajo la égida de las fuerzas armadas de EE. UU. y Canadá.

Aun así, se culpa en parte al gobierno de Estados Unidos por el siniestro ascenso de los grupos neonazis en Ucrania. A lo largo de los años, la cooperación entre el Batallón Azov y las Fuerzas Armadas estadounidenses solo se ha profundizado. En 2018, se informó que el Batallón Azov había recibido equipos de asesores militares estadounidenses y armas de alta potencia fabricadas en Estados Unidos. En noviembre de 2017, un equipo de inspección militar de EE. UU. también visitó el Batallón Azov en el frente para deliberar sobre el fortalecimiento de la cooperación y brindar apoyo logístico en sus operaciones militares.

Recientemente, el miembro demócrata del Senado de los Estados Unidos, Bob Menéndez, presentó una legislación que buscaba otorgar a Ucrania $ 500 millones para la compra de armas e imponer lo que llamó “la madre de todas las sanciones” a Rusia en caso de que se atreva a atacar. Sin embargo, lo que llamó la atención fue la ausencia de algún mecanismo para supervisar si las armas compradas a la ayuda estadounidense serían utilizadas por organizaciones supremacistas blancas como el Batallón Azov. Los legisladores estadounidenses no tuvieron reparos en que las armas que donaron a Kiev fueran a manos de grupos antisemitas como el Batallón Azov, siempre que los ayudaran a disuadir a Rusia de lanzar un ataque en el este de Ucrania.

 

Bandera nazi Hakenkreuz ondeada por un equipo de combatientes del Batallón Azov de Ucrania (Fuente de la imagen: Twitter)

Otro país norteamericano, Canadá, también está siendo acusado de fomentar neonazis y criminales de guerra en Ucrania. A principios del año pasado, muchos grupos judíos expresaron su preocupación por la participación de tropas canadienses en el entrenamiento de neonazis y criminales de guerra de Ucrania. Señalaron un video que mostraba a paracaidistas ucranianos cantando una canción para alabar a Stepan Bandera, un colaborador antisemita y nazi cuya organización estuvo vinculada al asesinato de más de 100.000 judíos y polacos durante la Segunda Guerra Mundial.

Se ha enumerado una letanía de abusos contra los derechos humanos por parte de Azov y otros grupos neonazis en Ucrania. Incluso las Naciones Unidas y Human Rights Watch han acusado a Azov y otros grupos similares de cometer atrocidades en la búsqueda de cumplir sus objetivos intolerantes. También son conocidos por simpatizar con los colaboradores nazis, organizando regularmente marchas con antorchas para los nazis que cometieron atrocidades indescriptibles contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos de estos neonazis también niegan el Holocausto, alegando que el Holocausto fue una construcción fabricada por los judíos para mantener bajo control a la supremacía blanca.

Varios grupos judíos, incluido el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, el Centro Simon Wiesenthal, la Coalición Nacional de Apoyo a los Judíos Euroasiáticos, Yad Vashem y el Congreso Judío Mundial, se encuentran entre las organizaciones prominentes que han condenado a Kiev por rehabilitar a los colaboradores nazis, una característica distintiva de los movimientos de extrema derecha en Europa.

Los documentos de EE.UU. y la OTAN sobre el problema ‘nazi’ de Ucrania para ocultar su propia decadencia moral

Pero los partidarios de todo el mundo, que se dedican a denunciar a los países que no se alinean con su ideología, eligen convenientemente encubrir el mal de su propio lado. Las naciones occidentales, que por lo demás son rápidas y prontas en condenar el antisemitismo, miran hacia otro lado, es más, arman y alientan abiertamente a esos grupos fascistas con inclinaciones neonazis, a quienes tratan como una fuerza delegada para luchar contra la amenaza que se plantea para su hegemonía.

Para occidente, los grupos de supremacistas blancos y neonazis como el Batallón Azov son grupos nobles, actualmente involucrados en reforzar sus esfuerzos para mantener a Rusia bajo control. No consideran al Batallón Azov y grupos similares a ellos como una amenaza global para la democracia, la paz y la equidad racial. En cambio, los tratan como un palo con el que golpear a sus oponentes, sin arrastrarse al feo atolladero.

Los elevados principios morales que Occidente a menudo reclama, en su mojigato intento de proyectarse como moralmente superiores a sus oponentes, después de todo no son sacrosantos. Son extremadamente maleables, dependiendo de las metas y objetivos actuales de Occidente, como se ve en el caso actual de su apoyo a las fuerzas neonazis. La invasión rusa de Ucrania, sin embargo, amenazó con exponer a Occidente por su decadencia moral. Para evitar este predicamento, Estados Unidos y la OTAN encubrieron el coqueteo de Ucrania con los neonazis y, al mismo tiempo, prepararon una guerra relámpago de propaganda, inundaron Internet con imágenes conmovedoras del conflicto y exaltaron la respuesta de los líderes ucranianos a la crisis que se desarrollaba.

La invasión rusa de Ucrania, sin duda, es digna de la más enérgica condena, pero eso no absuelve a Occidente de nutrir y fomentar una ideología que fue responsable de sumergir al mundo en una guerra hace más de 8 décadas.

 

Nazis al frente de las protestas del Maidan (2014)

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«La revuelta de Maidan en Kiev tuvo su punta de lanza militarmente organizada en dos grupos nazis, inspirados en el colaboracionista ucraniano del III Reich durante la ocupación de la URSS, Stepán Bandera, Svoboda y Pravy Sektor.

Pravy Sektor asesinó en Odesa en mayo de 2014 a 48 personas en la Casa de los Sindicatos.

En el Donbás, las repúblicas separatistas de Donetsk y Luganks han sufrido decenas de miles de muertos a manos del ejército ucraniano, especialmente su población civil».

Marat

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Stephan Bandera, oficial de las SS hitlerianas, héroe de Nazis y Neonazis ucranianos

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Blackwater está en Donbass con el batallón Azov

Red Voltaire, 1 FEB 2022

La CIA y el MI6 están reorganizando las redes stay-behind de la OTAN en el este ‎de Europa. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los servicios secretos de ‎Washington y Londres “reciclaron” individuos provenientes de las filas nazis para ‎usarlos contra los soviéticos. Hoy en día, la CIA y el MI6 siguen apoyando grupos ‎neonazis para lanzarlos contra Rusia. La diferencia es que en los años 1940 había ‎muchos nazis, mientras que los neonazis de hoy no son numerosos y sólo subsisten ‎gracias a la ayuda de los anglosajones. ‎

 

Ceremonia del batallón Azov. Al centro, su líder, el “Fuhrer blanco” Andriy Biletsky.‎

 

La entrevista telefónica entre el presidente Biden y el presidente ucraniano Zelensky «no fue ‎buena», según reporta CNN. ‎

Mientras que «Biden avisó que la invasión rusa es prácticamente segura para febrero, cuando el ‎terreno congelado hace posible el paso de los tanques», Zelensky «pidió a Biden que baje ‎el tono, sosteniendo que la amenaza rusa es todavía ambigua». ‎

Mientras el propio presidente ucraniano adopta una actitud prudente, las fuerzas armadas de ‎Ucrania siguen concentrando tropas en la región de Donbass, al borde del área de Donetsk y Lugansk, donde viven poblaciones rusas. Según informaciones provenientes de la misión de ‎vigilancia especial de la OSCE en Ucrania, informaciones que nuestros medios de difusión ‎‎mainstream prefieren no mencionar –están demasiado ocupados hablando sólo del despliegue ‎ruso–, allí hay unidades del ejército y de la Guardia Nacional ucranianas, unos 150 000 soldados, ‎armados, entrenados y de hecho dirigidos por consejeros militares e instructores de ‎Estados Unidos y la OTAN. ‎

Entre 1991 y 2014, según el Servicio de Investigación del Congreso estadounidense, ‎Estados Unidos aportó a Ucrania una asistencia militar ascendente a 4 000 millones de ‎dólares, suma a la que tenemos que agregar más de 2 000 millones a partir de 2014 y más de ‎‎1 000 millones provenientes del Fondo Fiduciario de la OTAN, en el que también participa Italia. ‎Pero eso es sólo una parte de los gastos militares que las principales potencias de la OTAN han ‎hecho en Ucrania. ‎

El Reino Unido, por ejemplo, concluyó con Kiev una serie de acuerdos militares, dedicando ‎‎1 700 millones de libras esterlinas a reforzar las capacidades navales de Ucrania. Ese programa ‎incluye armar la marina de guerra ucraniana con misiles británicos, la construcción conjunta de ‎‎8 unidades rápidas lanzamisiles y la instalación de bases navales en el Mar Negro y en el Mar ‎de Azov, entre Ucrania y Rusia. El gasto militar de Ucrania, que en 2014 equivalía al 3% de ‎su PIB, se eleva así al 6% en 2022, lo cual representa más de 11 000 millones de dólares. ‎

A las inversiones militares del bloque Estados Unidos-OTAN en Ucrania hay que sumar también ‎‎10 000 millones de dólares previstos para el plan que está realizando Erik Prince, el fundador de ‎la compañía militar privada Blackwater –hoy rebautizada como Academi– que proporciona ‎mercenarios a la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado para su uso en operaciones ‎secretas –que incluyen torturas y asesinatos–, con ganancias ascendentes a miles de millones de dólares. ‎

El plan de Erick Prince, revelado en julio pasado por la revista Time [1], consiste en crear un ejército privado en Ucrania mediante una asociación entre la ‎compañía británica Lancaster 6 –a través de la cual Prince ya ha enviado mercenarios a África y ‎al Medio Oriente– y el principal buró ucraniano de inteligencia, controlado por la CIA. En todo ‎caso es previsible que, desde la base así creada en Ucrania, Prince dirigiría operaciones secretas ‎en Europa, en Rusia y en otras regiones. ‎

En ese contexto, el ministro ruso de Defensa, Serguei Choigu, denunció que en la región de ‎Donetsk hay «compañías militares privadas estadounidenses que preparan una provocación con ‎uso de sustancias químicas desconocidas». Esa podría ser la chispa que haga estallar una guerra ‎en medio de Europa: un ataque químico contra civiles ucranianos en la región de Donbass, ‎ataque que sería rápidamente atribuido a los pobladores rusos de Donetsk y de Lugansk, quienes ‎a su vez serían atacados entonces por el gran volumen de fuerzas ucranianas ya desplegadas en ‎esa región, maniobra que obligaría a Rusia a intervenir militarmente en defensa de las ‎poblaciones rusas. ‎

En primera línea, listo para comenzar a masacrar rusos en Donbass, está el batallón Azov, ahora ‎convertido en regimiento de fuerzas especiales, entrenado y armado por Estados Unidos y ‎la OTAN. Hay que recordar que el batallón Azov ya se distinguió por su ferocidad en los ataques ‎contra las poblaciones rusas de Ucrania. ‎

El batallón ucraniano Azov, que recluta neonazis de toda Europa bajo una bandera inspirada en la insignia de la división SS Das Reich (ver imagen) está bajo las órdenes de su fundador Andrey ‎Biletsky [2], ahora convertido en coronel. ‎

El batallón Azov no es una unidad militar sino un movimiento ideológico y político con Biletsky ‎en el papel de jefe carismático, sobre todo a los ojos de una organización juvenil cuyos miembros ‎han sido educados en el odio a los rusos mediante la lectura del libro del propio Biletsky, cuyo título es muy revelador: Las palabras del Fuhrer blanco. ‎

 

Batallón Azov, la milicia de extrema derecha nazi de Ucrania

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DONBASS (2018), Documental de Sergei Loznitsa (Ucrania). LA POBLACIÓN ABANDONADA. Extorsionados por las mafias del Independentismo Pro Ruso, mientras son bombardeados por su Gobierno.

UCRANIA EN LLAMAS: Oliver Stone: Ukraine on Fire (Subtítulos en español)

ZELENSKY, UN FOTÓN EMANCIPADO. «Servidor del Pueblo», la serie de Netflix, con la que Silicon Valley ganó las elecciones de Ucrania.

 

 

 


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