UCRANIA EN LLAMAS
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Europa ha de desmarcarse de la Anglosfera
Hoy más que nunca necesitamos que Europa tenga una voz fuerte y dejar de ser una provincia de los Estados Unidos
Por Juan Laborda
El avispero ucraniano fue activado a finales de 2013 por los Estados Unidos y Reino Unido, por razones geopolíticas y económicas, actuando conscientemente contra los intereses de sus aliados europeos. Enfrente, la ambición del Kremlin de restaurar la unidad de Rusia con Ucrania y Bielorrusia, aspecto donde Putin es apoyado por su opinión pública, incluida la oposición de Alexei Navalni. Para activar el avispero basta con volver a agitar ciertos nacionalismos que ya confrontaron en la segunda guerra mundial. Al margen de estos juegos de salón, la realidad cotidiana de la inmensa mayoría de los ciudadanos ucranianos es dura, muy dura, atrapados entre una oligarquía corrupta, un estancamiento económico sin parangón, y unos nacionalismos exacerbados, de Oeste a Este.
Sin embargo, hay una diferencia respecto a 2013. La escalada actual supone un paso peligroso hacia el caos más absoluto, de consecuencias imprevisibles. Piensen ustedes lo mejor, pero prepárense para lo peor. Ambos contendientes, Estados Unidos y Rusia, están usando el tablero ucraniano a modo de una partida de póquer donde los dos van de farol, pero ninguno quiere retirarse. Recuerda a la última novela de Ken Follet, Nunca. Y Europa, atónita ante lo que pueda suceder dentro de sus límites territoriales, no en un lugar remoto, como Afganistán, Irak, Libia o Siria, por poner unos cuantos ejemplos donde hicimos de meros correveidile del Imperio, porque era allende nuestras fronteras. Ahora, si todo se descontrola, tendremos aquí, en nuestro suelo, las consecuencias de una guerra: muerte y destrucción física y económica.
El avispero ucraniano
Digámoslo claramente, Joe Biden y su administración están pasando sin pena ni gloria. La situación de los Estados Unidos es tremendamente complicada, con una fractura civil difícil de imaginar hace solo una década. Si quieren ojear el último número de Política Exterior, revista nada sospechosa de ser prorrusa, o amiga del Kremlin, más bien todo lo contrario, hay dos artículos de cierto interés. El primero, de George Packer, Imagina lo Peor, teoriza sobre cómo puede llegar el fin de la democracia estadounidense, desde la propia democracia. El segundo, de Jaime Ojeda, El largo invierno americano, detalla cómo el gobierno Biden se encamina a una crisis constitucional, presionado desde el exterior por Rusia y China, pero también desde el interior. Por un lado, la conspiración del partido Republicano contra la esencia de la democracia estadounidense (entre una mezcla de fake news y la aprobación de una legislación encaminada a tongos electorales mediante un voto censitario). Por otro, el fracaso legislativo de los demócratas a la hora de aprobar la ley de asistencia social, la conversión ecológica de la economía estadounidense, u otros proyectos encaminados a la mejora de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de los estadounidenses. Ante los graves problemas internos, que algunos describen de preguerra civil, se puede caer en la tentación de buscar un enemigo exterior. No es descartable que las viejas élites de ambos partidos traten de buscar la unidad alrededor de una nueva guerra, como si las últimas “experiencias” no les sirvieran de escarmiento. Y ahí entra de nuevo agitar el avispero ucraniano, como lo hizo en su momento Obama, porque toca la sensibilidad ultranacionalista rusa. Rusia es una autocracia, sí, pero Ucrania, también.
¿Y qué pinta Europa en todo esto? Nada, absolutamente nada. Hace mucho tiempo, desde estas líneas, reclamamos que Europa debería haber aprovechado la Gran Recesión para despojarse del yugo anglo y haberse aproximado a los países BRICs. Frank Biancheri, uno de los promotores de las becas Erasmus, europeísta y pacifista convencido, al que tuve el inmenso placer de conocer, a raíz de la entrevista que Pablo García le realizó para Vozpopuli, ya predijo en su libro “The World Crisis. The Path to the World Afterwards”, allá por 2009, lo que acabó sucediendo posteriormente en Ucrania o Siria. Biancheri desarrolló dos posible escenarios, y nos encaminamos al distópico, fruto de una falta de cooperación, sobre todo de los Estados Unidos, para crear un mundo más equilibrado y justo. Mientras Chirac, conocedor de primera mano de las ideas de Biancheri, y Schröder buscaron una aproximación a Rusia y China, y de esta manera crear un área Euroasiática libre de tensiones y conflictos, Obama, varios años después, activó el avispero ucraniano para desbaratar todo tipo de aproximación que pusiera en duda la hegemonía del Imperio.
La decisión de Putin
Sinceramente, no creo que Rusia golpee primero y prenda la mecha del conflicto. Sin embargo, sí que puede reaccionar, sin contemplaciones, tal como hizo en la guerra de Osetia del sur contra Georgia en 2008. Recuerden que el presidente georgiano de aquel momento, Mijeíl Saakashvili, ardiente defensor, por cierto, de la revuelta ucraniana del Maidan, ordenó a su ejército recuperar el control del enclave osetio, independiente de facto desde 1992, pero calificado por Georgia como rebelde. En este sentido, el mayor riesgo de que todo acabe como el Rosario de la Aurora es que el actual gobierno ucraniano intente hacer lo mismo que Georgia en 2008, ocupar a sangre y fuego la región rebelde del Donbass, actuando contra la mayoría de población prorrusa. Y la probabilidad de este suceso no es baja, al “asumir” que cuentan con el apoyo económico y militar de la OTAN.
Alemania y Francia se muestran atónitas ante lo que está sucediendo. Mientras el país teutón ya ha dicho que no va a enviar ni tropas ni armas a Ucrania, dudo que Francia, próxima a unas elecciones presidenciales, haga algo diferente. Desde Alemania se muestran comprensivos con las condiciones exigidas por el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, para que no haya conflicto, y que son absolutamente razonables desde la perspectiva de la seguridad rusa. Echen una ojeada a la opinión del recientemente cesado o dimitido almirante de la Armada alemana. Ambos países son conscientes de que si hubiera un conflicto en Europa «habría cientos de miles de muertos. Para Estados Unidos el escenario bélico en Ucrania puede quedar muy lejos. Para nosotros, los europeos, no. Hoy más que nunca necesitamos que Europa tenga una voz fuerte y dejar de ser una provincia del Imperio y de su satélite favorito, UK, entretenido últimamente con el show de Benny Hill emitido en directo desde Downing Street 10».
Rearmar a Marruecos
Por eso, la actitud de Pedro Sánchez, de ofrecer aviones españoles para un despliegue aéreo en Bulgaria, así como que el buque de acción marítima Meteoro y la fragata Blas de Lezo sean desplazados, respectivamente, hacia el Mediterráneo Oriental y el Mar Negro, no resulta comprensible, salvo que crea firmemente que al final no habrá conflicto bélico. En ese caso, nuestro presidente del Gobierno se habría unido irresponsablemente a la partida de póquer. La otra opción, más aterradora, es que en realidad nuestro Gobierno haya recibido presiones estadounidenses consistentes en activar otro avispero, el marroquí, y que además puede afectar a nuestro suministro de gas con Argelia. Recordemos que Estados Unidos ha armado a Marruecos con tecnología militar mucho más avanzada que la nuestra (F-35; misiles anticarro…). Me gustaría pensar, ingenuamente quizás, que nuestro presidente simplemente va de farol. Pero, lo dicho, imaginen lo mejor y prepárense para lo peor.
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Oliver Stone: Ukraine on Fire
(Documental con Subtítulos en español)
UCRANIA EN LLAMAS
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UCRANIA EN LLAMAS
…, aquella estrategia contaba con el plan para ejecutar, inicialmente, dentro de Ucrania y contra el gobierno y las instituciones del país, una revolución de colores -en este caso, la llamada “Revolución Naranja” de 2004 y 2005-, es decir, uno de los elementos básicos de las guerras híbridas, a través de las cuales se dirimen las Guerras de Cuarta Generación del siglo XXI, para organizar, posteriormente, entre 2013 y 2014, una revolución violenta, seguida de un putsch contra el presidente de la República ucraniana.
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EL CINEASTA ESTADOUNIDENSE OLIVER STONE DESVELA LAS CLAVES DE LA PELIGROSA CRISIS UCRANIANA (VÍDEO)
Entre las personas que Oliver Stone entrevistó en su documental se encuentran el propio ex presidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich; Vladímir Putin, y también el ex ministro de Interior de Ucrania, Vitali Zajárchenko.
Antes de que se produjera la exhibición pública del documental, en la red y en no pocos medios aparecieron numerosas peticiones, fundamentalmente orientadas por el propio gobierno golpista ucraniano, que reclamaban que el documental fuera prohibido, pues en opinión de los peticionarios en él se tergiversaban los hechos históricos, «pudiendo llegar a provocar -decían– desórdenes masivos en Ucrania».
El filme, sin embargo, no es otra cosa que un relato histórico y, también, actual de cómo desde 1946 la Agencia Nacional de Inteligencia americana (ANI) estuvo colaborando estrechamente con organizaciones nacionalistas ucranianas en contra de la URSS,usándolas como instrumentos de contraespionaje. Que esto es así no es una opinión interesada. Lo prueban los numerosos documentos hoy desclasificados por la propia CIA,que ponen en evidencia el sentido y la orientación de sus actividades
Stone cuenta con imágenes documentales como los nacionalistas ucranianos habían exterminado desde finales del año 1941 en la Ucrania ocupada por Alemania entre150.000 y 200.000 judíos, todo un significativo precedente que puede ayudar a explicarnos la euforia fascista que se apoderó de algunos sectores de la sociedad ucraniana
Desde el año 2004, se fue convirtiendo en un cruento campo de batalla entre la OTAN y Rusia. A lo largo del documental muchas de las interrogantes que se nos plantea acerca de una Ucrania de cuya historia teníamos pocas noticias, se nos van paulatinamente despejando. Si desea conocer en qué han consistido realmente los motivos de litigio en ese punto caliente de la Europa de hoy, no deje de ver con atención el documental que gustosamente les ofrecemos.
Publicado en Canarias-Semanal.org
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‘Ucrania en llamas’: el incómodo documental de Oliver Stone sobre Ucrania
Stone, que se dedica al cine político desde hace tiempo, relata lo que, en su opinión, provocó realmente el Euromaidán de Ucrania. Entre los entrevistados se encuentran el expresidente de Ucrania, Víktor Yanukóvich; Vladímir Putin, y también el exministro de Interior de Ucrania, Vitali Zajárchenko.
Dos días antes del estreno, en la red apareció una petición del ucraniano Andréi Nezvani para que se prohibiera el filme, ya que en él “se tergiversan los hechos” y puede “provocar desórdenes en masa en Ucrania”.
La Agencia Nacional de Inteligencia ocultó a los nacionalistas
En el filme se relata cómo desde 1946 la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI) ha colaborado estrechamente con organizaciones nacionalistas ucranianas en contra de la URSS, usándolas como contraespionaje. Prueba de ello son los documentos que dicha agencia ha desclasificado recientemente.
Los nacionalistas “ya a finales de 1941 habían exterminado entre 150.000 y 200.000 judíos en el territorio ucraniano que había ocupado Alemania”, pero la “fuerte unión” que surgió posteriormente les permitió huir a Europa tras la Segunda Guerra Mundial, donde la ANI les ayudó a permanecer ocultos. Por ejemplo, Mikola Lebed, responsable por los múltiples asesinatos de Volinia (unos 80.000 polacos fueron masacrados por el Ejército Insurgente Ucraniano o UPA y otros grupos armados) fue trasladado a EE UU, donde murió en 1998 sin haber rendido cuentas ante un juzgado por sus crímenes de guerra, según afirma la película.
Sin embargo, aquí no termina la colaboración de los órganos de EE UU con los nacionalistas.
EE UU y la revolución de 2004
En 2004 Ucrania se convirtió en un campo de batalla entre Rusia y Occidente. El candidato prorruso Víktor Yanukóvich ganó las elecciones, pero el prooccidental Víktor Yuschenko (cuya mujer había trabajado en el Departamento de Estado de EE UU con la Administración Reagan), como recuerda el narrador de la película, consiguió la presidencia gracias a las protestas y a su apoyo externo.
Víktor Yanukóvich se convirtió en el siguiente presidente de Ucrania, pero no pudo alcanzar ningún acuerdo con la UE. “Contábamos con el Fondo Monetario Internacional (FMI)… pero durante un año nos estuvieron ofreciendo una opción que para nosotros era inaceptable… Quedaba Rusia, que nos dijo: ‘Estamos dispuestos a cooperar con vosotros como socios si tenéis en cuenta nuestros intereses”, relata Yanukóvich.
Como respuesta, Rusia estableció límites en el comercio con Ucrania, pero simplemente porque, en caso de que esta se integrara con la UE, “la Unión Europea podría penetrar en nuestro territorio con todos sus productos sin necesidad de acuerdos de ningún tipo”.
“Nosotros dijimos que claro, que si Ucrania había decidido hacerlo así, era su elección, y nosotros la respetábamos, pero no estábamos obligados a pagar dicha elección”, comenta Putin.
EE UU también financió el Euromaidán
Como Zajarchenko, el Jefe de Estado de la República Popular de Donetsk, le explicó a Stone, ellos sabían que se estaban preparando las protestas para el 2015, pero la paralización de la integración con la UE aceleró el proceso. Asimismo tuvieron un papel importante las organizaciones públicas financiadas por la agencia estadounidense NED (National Endowment for Democracy) , los periodistas becados por EE UU y los telecanales de noticias que se habían creado literalmente el día anterior.
El presidente de la administración, Serguéi Liovochkin, fue quien dio la orden de dispersar por la fuerza a los allí reunidos bajo el pretexto de la instalación de un árbol de Navidad. “Es una coincidencia, pero el señor Liovochkin se codea con muchos políticos norteamericanos”, se puede oír en la película, seguido de una fotografía de la portavoz oficial del Departamento de Estado, Victoria Nuland.
En ese momento clave, a la plaza llega la policía al mismo tiempo que unos ultraderechistas que empiezan a lanzar piedras y prender antorchas.
A la pregunta de Stone sobre si Yanukóvich sintió algún apoyo de EE UU, el expresidente señala que acudieron muchas delegaciones, pero que se quedaban con los que protestaban, agravando así el conflicto: “¿Se debe permitir que los protestantes ocupen edificios del gobierno? ¿Qué pasaría si el cónsul de Ucrania se acercara a los protestantes de Ferguson y les diera a cada uno un pastelito o culpara a los policías norteamericanos?… ¿Entonces por qué cuando lo hace Ucrania no está bien visto?”
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