EL LENGUAJE INCLUSIVO ES UNA IMPOSICIÓN
Tabla de contenidos
- 1 NEOLENGUA E INGENIERÍA SOCIAL
- 2 “El lenguaje inclusivo es una imposición, y ya está bien”
- 3 Bienvenidos al futuro, en el que el pasado es lo único relevante
- 4 Nerea Barjola: «Conozco a mujeres que por ver ‘true crime’ ahora temen bajar solas a un parking»
- 5 La gran estafa de la posverdad
- 6 RELACIONADOS:
NEOLENGUA E INGENIERÍA SOCIAL
George Orwell, “1984”
«Neolengua es Ingsoc e Ingsoc es Neolengua»
— La decimoprimera edición es la definitiva —dijo—. Le estamos dando al idioma su forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable más que neolengua. Cuando terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás, seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar nuevas palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de palabras cada día. Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos. De las palabras que contenga la onceava edición, ninguna quedará anticuada antes del año 2050—. Dio un hambriento bocado a su pedazo de pan y se lo tragó sin dejar de hablar con una especie de apasionamiento pedante. Se le había animado su rostro moreno, y sus ojos, sin perder el aire soñador, no tenían ya su expresión burlona.
— La destrucción de las palabras es algo de gran hermosura. Por supuesto, las principales víctimas son los verbos y los adjetivos, pero también hay centenares de nombres de los que puede uno prescindir. No se trata sólo de los sinónimos. También los antónimos. En realidad ¿qué justificación tiene el empleo de una palabra sólo porque sea lo contrario de otra? Toda palabra contiene en sí misma su contraria. Por ejemplo, tenemos «bueno». Si tienes una palabra como «bueno», ¿qué necesidad hay de la contraria, «malo»? Nobueno sirve exactamente igual, mejor todavía, porque es la palabra exactamente contraria a «bueno» y la otra no. Por otra parte, si quieres un reforzamiento de la palabra «bueno», ¿qué sentido tienen esas confusas e inútiles palabras «excelente, espléndido» y otras por el estilo? Plusbueno basta para decir lo que es mejor que lo simplemente bueno y dobleplusbueno sirve perfectamente para acentuar el grado de bondad. Es el superlativo perfecto. Ya sé que usamos esas formas, pero en la versión final de la neolengua se suprimirán las demás palabras que todavía se usan como equivalentes. Al final todo lo relativo a la bondad podrá expresarse con seis palabras; en realidad una sola. ¿No te das cuenta de la belleza que hay en esto, Winston? Naturalmente, la idea fue del Gran Hermano —añadió después de reflexionar un poco.
Al oír nombrar al Gran Hermano, el rostro de Winston se animó automáticamente. Sin embargo, Syme descubrió inmediatamente una cierta falta de entusiasmo.
— Tú no aprecias la neolengua en lo que vale —dijo Syme con tristeza—. Incluso cuando escribes sigues pensando en la antigua lengua. He leído algunas de las cosas que has escrito para el Times. Son bastante buenas, pero no pasan de traducciones. En el fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda su vaguedad y sus inútiles matices de significado. No sientes la belleza de la destrucción de las palabras. ¿No sabes que la neolengua es el único idioma del mundo cuyo vocabulario disminuye cada día? Winston no lo sabía, naturalmente. Sonrió —creía hacerlo agradablemente— porque no se fiaba de hablar. Syme comió otro bocado del pan negro, lo masticó un poco y siguió:
— ¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre? Y en la onceava edición nos acercamos a ese ideal, pero su perfeccionamiento continuará mucho después de que tú y yo hayamos muerto. Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño. Por supuesto, tampoco ahora hay justificación alguna para cometer un crimen por el pensamiento. Sólo es cuestión de autodisciplina, de control de la realidad. Pero llegará un día en que ni esto será preciso. La revolución será completa cuando la lengua sea perfecta. Neolengua es Ingsoc e Ingsoc es neolengua —añadió con una satisfacción mística—. ¿No se te ha ocurrido pensar, Winston, que lo más tarde hacia el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como ésta que ahora sostenemos?
— Excepto… —empezó a decir Winston, dubitativo, pero se interrumpió alarmado.
Había estado a punto de decir «excepto los proles»; pero no estaba muy seguro de que esta observación fuera muy ortodoxa. Sin embargo, Syme adivinó lo que iba a decir.
— Los proles no son seres humanos —dijo—. Hacia el 2050, quizá antes, habrá desaparecido todo conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron… sólo existirán en versiones neolingüísticas, no sólo transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que eran. Incluso la literatura del Partido cambiará; hasta los slogans serán otros. ¿Cómo vas a tener un slogan como el de «la libertad es la esclavitud» cuando el concepto de libertad no exista? Todo el clima del pensamiento será distinto. En realidad, no habrá pensamiento en el sentido en que ahora lo entendemos. La ortodoxia significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsciencia.
De pronto tuvo Winston la profunda convicción de que uno de aquellos días vaporizarían a Syme. Es demasiado inteligente. Lo ve todo con demasiada claridad y habla con demasiada sencillez. Al Partido no le gustan estas gentes. Cualquier día desaparecerá. Lo lleva escrito en la cara. (Págs. 52-55).
George Orwell, “1984” (publicada en 1949)
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“El lenguaje inclusivo es una imposición, y ya está bien”
«todo esto del lenguaje inclusivo es una imposición desde arriba»
La lingüista y profesora feminista Carme Junyent edita el libro ‘Som dones, som lingüistes, som moltes i diem prou’ (Somos mujeres, somos lingüistas, somos muchas y decimos basta), un alegato contra la escritura y el habla no sexista
Carme Junyent (Masquefa, Barcelona, 66 años) es profesora en la Universidad de Barcelona, lingüista, africanista y feminista. Ha coordinado para Eumo Editorial el libro Som dones, som lingüistes, som moltes i diem prou (Somos mujeres, somos lingüistas, somos muchas y decimos basta), en el que toman parte 70 autoras. Es un alegato contra el lenguaje inclusivo o no sexista. Junyent aborrece las fórmulas “señores y señoras”, “ellos y ellas”, “niños y niñas” y apuesta por el masculino plural como genérico que incluye el femenino. Carme Junyent está muy enfadada.
Pregunta. “Somos mujeres, somos lingüistas, somos muchas y decimos basta”. ¿Basta a qué?
Respuesta. Con lo de “decimos basta” yo estaba pensando en el Diguem no de Raimon. Todos tenemos ganas de decir no a muchas cosas varias veces al día.
P. Ya, pero usted tenía en mente un “basta” más concreto.
R. Sí, todo esto del lenguaje inclusivo es una imposición desde arriba, y quería decir que ya está bien. Y que quien quiera hablar y escribir así que lo haga, pero que a los demás nos dejen en paz.
P. ¿Cree que el lenguaje inclusivo ayuda en la lucha de la mujer por la igualdad o al contrario?
R. Muchas veces ese lenguaje ridiculiza la lucha de las mujeres. Y obstaculiza el mensaje, porque acabamos hablando de cómo se dicen las cosas en vez de qué se dice.
P. Eso hoy en día ocurre todo el rato, y en muchos ámbitos.
R. Sí, pero en esta cuestión, como se supone que los que proponen ese tipo de lenguaje son los buenos y los que tienen la razón, pues aún son más dogmáticos.
P. ¿Es usted feminista?
R. Soy feminista porque no puedo ser otra cosa, pero no he hecho este libro por ser feminista, sino por ser lingüista. Y sé que ese lenguaje no solo no aporta nada, sino que lo complica todo.
P. Está enfadada porque quienes impulsan el lenguaje inclusivo pasan de los lingüistas, ¿no?
R. Sí. Alguien tiene una ocurrencia y empieza a proponer cosas. Cosas que, si sabes cómo funcionan las lenguas, no tienen sentido. Pero como nadie escucha a los profesionales… Aunque tampoco los profesionales han hablado.
P. Sí, se le ve molesta con eso.
R. “Molesta” no es la palabra, pero la mayoría no quiere complicarse la vida. Pero estamos perdiendo tiempo y recursos en algo que no sirve para nada… porque, por ejemplo, ya hemos constatado que las niñas se autoexcluyen. Hay niñas que tú les dices “Esta película es para niños” y te contestan: “¿Y para niñas no?”. Y yo creo que eso es negativo. De todas formas, todo eso de que los profesionales no hablan ocurre en el caso del catalán, ¿eh? En el caso del castellano la RAE sí que dejó clara su postura y dijo que esto no tenía sentido, y lo hizo con un informe muy razonado de Ignacio Bosque, al que le montaron una campaña de descrédito. Aquí, el Instituto de Estudios del Catalán no dice nada. La excusa suele ser que esto, si se acaba aceptando por la gente, ellos tendrán que aceptarlo. Hay profesores que obligan a sus alumnos a escribir así. ¿Quién ampara al alumno? En la enseñanza hay directrices claras. Los textos que publica la Universidad de Barcelona están todos escritos así. Eso sí, no han consultado a ningún filólogo.
P. ¿Y la Administración?
R. Igual. La Generalitat no acepta ningún proyecto que no esté escrito en lenguaje inclusivo.
P. ¿Y la comunidad LGTBIQ, dónde queda con el “ellos y ellas”?
R. En que todos los que no se sienten ni hombre ni mujer quedan excluidos. En los transportes públicos de Ámsterdam han quitado los desdoblamientos de género porque discriminaban al colectivo LGTBIQ. El problema no es la lengua. El problema es que nos acepten a todos como somos y que podamos vivir la vida que queremos. Si alguien conoce un cambio social producido como consecuencia de un cambio lingüístico, yo me replanteo todo. Pero no hay ejemplos de eso.
P. Oiga, ¿por qué en este libro solo escriben mujeres?
R. Porque no tuve valor para pedirle a ningún colega que pasase por lo que yo pasé… seguro que en su caso sería peor, por el agravante de ser hombre.
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Bienvenidos al futuro, en el que el pasado es lo único relevante
La convivencia, la igualdad, son inventos fascistas
Bienvenidos al futuro, en el que el pasado es lo único relevante. La convivencia, la igualdad, son inventos fascistas. El verdadero progreso consiste en avanzar hacia el pasado, hasta cuando no había fascistas, sólo Blut und Boden, sangre y tierra. Las nuestras, no las de los demás. Para progresar, debemos enseñar a nuestros hijos a glorificar de nuevo nuestras antiguas tradiciones.
“Como consecuencia, el aprendizaje no puede avanzar. La verdad ya ha sido descrita para siempre, y lo único que podemos hacer es seguir interpretando su opaco mensaje”.
El mundo moderno, racional, es un engaño. El progreso es sencillamente la superficie de una “nueva” ideología basada en tradiciones cada vez más opacas: Sangre pura y tierra libre. Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz. Esta vez las nuestras. Empieza a anochecer, and I feel fine.
En el pasado éramos libres. Éramos héroes. Después fuimos conquistados y nos robaron nuestras gloriosas tradiciones. Por eso ahora somos mediocres. La culpa es de los que nos intentan vender el futuro sin nuestro pasado. El futuro sin nuestro glorioso pasado es… ¿qué es? La culpa nunca puede ser nuestra. Nuestro pasado es la única verdad. El pasado de los demás es fascista, como el futuro. No te dejes engañar.
“Dado que la acción es bella en sí, se debe tomar antes de la, o sin, reflexión. Pensar es una forma de emasculación. Por eso, la cultura es sospechosa, porque se identifica con actitudes críticas”.
No te fíes de los intelectuales que promueven un futuro sin tradición. La tradición es el futuro. No hay otro. Tenemos un problema sintáctico. Semántico. Afortunadamente, nada que un poco de pólvora y metralla no puedan curar. El problema nace de las acequias, pero no de las nuestras, de las de los otros. Nuestra ignorancia no es el problema. Nuestra ignorancia es la solución final.
Sufres de humillación política. Te están tomando el pelo. Te están robando el dinero. Te odian y te desprecian. Viven de tu sangre y de tu tierra. Sólo pides justicia. Que se respete tu tradición gloriosa, generosa, pacífica. O de lo contrario…
“El fascismo de mañana encontrará su audiencia en esta nueva mayoría”.
La verdadera identidad es la antigua identidad perfecta, es la ausencia de la futura identidad individual, personal, global. La identidad robotizada es la diversidad absoluta. Tu también puedes ser un héroe. ¡Loor a los héroes! Nosotros te diremos cómo puedes ser un héroe. Los que no son héroes son fascistas.
Tú solo no puedes luchar contra los fascistas. Los individuos no tienen derechos. Los derechos los tienen “los pueblos”, la sangre, la tierra. Tus líderes te lo interpretarán, no padezcas. No pienses. Pensar es colaborar con el enemigo.
Cuando tus líderes te dicen que la constitución no funciona, que el parlamento es un engaño, que tus vecinos son tus enemigos y son fascistas, te están avisando a tiempo. Te están haciendo un favor. Porque te quieren. Porque eres uno de ellos. Te están indicando el glorioso nuevo camino hacia el pasado futuro, por tu propio bien. Tus líderes jamás te engañarían. Una sangre, una tierra, una identidad. ¡Viva la libertad!
Por LINUX
(Citas: Umberto Eco, “Eternal Fascism: Fourteen Ways of Looking at a Blackshirt”, New York Review of Books, 22 junio 1995, pp.12-15).
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La necesidad de un Movimiento Feminista revolucionario y autónomo en nuestro país, que defienda las reivindicaciones específicas de la mujer en todo momento, a fin de evitar su discriminación en cualquier aspecto: legal, laboral, familiar o sexual, conscientes de que la poca envergadura política que revista la situación de la mujer es la causa de la continua marginación de sus intereses en las esferas de decisión del país. Pensamos que siendo indispensable la autonomía del feminismo como organización reivindicativa, es sólo mediante la presencia activa y teórica de la mujer en las estructuras y programas encargados de encauzar las reivindicaciones sociales, como podrán lograrse sus objetivos.
Nuestra lucha como mujeres no debe ser una lucha contra el sexo masculino, sino contra la situación que hace posible que nos oprima, contra las estructuras que mantienen el poder de decisión, configuración y actuación en manos exclusivamentemasculinas.
Resolución política de las primeras Jornadas Nacionales por la Liberación de la Mujer (1975)
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Nerea Barjola: «Conozco a mujeres que por ver ‘true crime’ ahora temen bajar solas a un parking»
Miriam, Toñi y Desirée. Su crimen aterrorizó a toda una generación en los 90. La politóloga vasca, autora de Microfísica sexista del poder, ha sido premiada por investigar la creación de ese adoctrinamiento en el terror sexual femenino.
En 1993, Nerea Barjola bajaba a tirar la basura agarrada a una “navajita” escondida en su bolsillo. Solo tenía 12 años, pero sentía que debía salir preparada. Su mente estaba atrapada en la tortura sexual que habían sufrido Miriam, Toñi y Desirée, las niñas de Alcàsser. Conocía los detalles de todo lo que les habían hecho antes de ser asesinadas. De cómo y con qué objetos fueron agredidos sus cuerpos en la finca de la Romana. Lo sabía porque desde la televisión no dejaban de recrearse en aquella tortura sexual. En aleccionarla sobre lo que les había pasado por salir a divertirse y alejarse de la seguridad de sus casas. Cómo no iba a aferrarse a ese pequeño cuchillo al cruzar el umbral de la suya si el asesino prófugo, Antonio Anglès, o cualquier sucedáneo imitador depravado y monstruoso, podría estar escondido en la siguiente esquina de Santurce, donde vivía. Todavía no era consciente, pero ya estaba disciplinada. “Aquella época fue de un terror brutal. Podías sentir la violencia allá donde miraras, pero no se verbalizaba. Entre nosotras no lo profundizamos nada, apenas nos dijimos: ‘¿Viste lo que les ha pasado a esas chicas?’. Fue un sufrimiento silencioso, personal, muy individual”, recuerda la politóloga en charla por Zoom.
una investigación sobre cómo la narración y construcción mediática de aquel triple crimen fue un ataque contra la libertad de las españolas tras fructíferas décadas de avance y logros por la igualdad. Sobre cómo aquella excepción del triple crimen se hizo regla para arraigar la construcción del terror sexual femenino de toda una generación. Y las que la siguieron
Barjola acaba de ser reconocida por el Gobierno con el Premio a la Investigación para la transformación social por Microfísica sexista del poder, un ensayo que publicó en 2018 en Virus, una editorial pequeña y combativa. El texto era una extensión a su tesis doctoral de 2014 en la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, una investigación sobre cómo la narración y construcción mediática de aquel triple crimen fue un ataque contra la libertad de las españolas tras fructíferas décadas de avance y logros por la igualdad. Sobre cómo aquella excepción del triple crimen se hizo regla para arraigar la construcción del terror sexual femenino de toda una generación. Y las que la siguieron: ahí están los casos de Marta del Castillo o Laura Luelmo, todas caperucitas devoradas por lobos enfermos. Sin más ruido que el que le han dado (mujeres) periodistas peleando por defenderlo y vocearlo, desde hace tres años, las 300 páginas de Microfísica se han pasado de mano en mano, entre amigas, sintiéndose casi como fotocopias de contrabando con un pósit pegado: “Lee esto, habla del porqué de nuestros miedos”. El suyo es un hito de investigación política, que contextualiza la historia de nuestro país. Como avanza Silvia Federici en su prólogo, Barjola no solo ha conseguido aclarar y resituar las violencias sexuales o por qué se culpó del crimen a unos asesinos ‘anormales’ en vez de identificar las raíces sociales, económicas y políticas de la violencia. También da respuesta a por qué los medios optaron por hacer una apología de la vida familiar y de los valores sexuales conservadores para que toda una generación de niñas y mujeres se replegaran. Crías que, como Nerea, sintieron que las calles nunca serían suyas, que su seguridad prevalecería encerradas y atadas al calor de sus casas.
por qué se culpó del crimen a unos asesinos ‘anormales’ en vez de identificar las raíces sociales, económicas y políticas de la violencia
Leyó Teoría King Kong de Virginie Despentes y supo que debía investigar el terror sexual.
Me lo pasaron diciendo que ella contaba su agresión. Yo ya estaba cansada de estas historias, pero al leerlo entendí que la suya no era violencia gratuita: su representación no te genera terror sexual, te puede empoderar. Desde ahí entendí que podía analizar qué relatos a mí me han generado terror, pero colocándolos, ubicando y politizando todo aquello en otro lugar.
¿Fue duro a nivel emocional?
Ha sido un trabajo de investigación de tres años y nueve meses. Arrastraba una herida sin cerrar desde los 12 años y cuando me enfrento de nuevo a este relato, con 30, volví a los terrores nocturnos. Pero ha sido sanador. He disuelto ese miedo.
Cada generación hemos tenido la moraleja de nuestras caperucitas. También escribe que estos crímenes se narran como “caza de brujas”. Torturadas por salirnos de lo decente, por salir de casa.
Vivimos bajo campañas constantes de terror sexual. Con estos crímenes está la idea de que no deberíamos haber estado ahí: nos resituan para poner el cuerpo y la vida de las mujeres en el lugar correcto del patriarcado. Siempre digo que la violencia sexual es una dinámica que no sería posible sin un fuerte sistema punitivo social. La represión es el peligro sexual que conforman todas las narrativas.
Defiende que estos casos de crímenes sexuales no son desapariciones puntuales, sino “desapariciones forzadas”.
Así se llama a los casos de violencia sexual de Latinoamérica en regímenes autoritarios. Entendí que necesitábamos ese término, un concepto para ubicarnos. Las mujeres no desaparecemos, se nos obliga a desaparecer. ¿Por qué no podemos hablar de la desaparición forzada de nuestras compañeras?
¿No hay ninguna narración, además de Despentes, que le haya parecido adecuada?
La serie Podría destruirte, de Michaela Coel, es mi excepción, es revolucionaria tanto a nivel conceptual como de guion. No soy partidaria de que ni en series, ni obras de teatro o en películas se explicite la violencia sexual. Tenemos que tener en cuenta dónde está la línea de la violencia sexual y las consecuencias que esa denuncia puede tener en el cuerpo, en la vida y en las emociones de las mujeres a las que nos está interpelando.
¿Cómo valora el impacto del caso de Rocío Carrasco en televisión reviviendo su trauma?
Entiendo que sea controvertido ese formato, pero Rocío Carrasco ha podido poner sobre la mesa algunos conceptos, ayudar a otras personas. Tenía voz y su testimonio ha sido importante.
¿El true crime (ficciones basadas en crímenes reales) se recrea en estos miedos?
Totalmente. Conozco a mujeres que ahora tienen miedo a bajar a un parking por un capítulo de Crims. Lo llaman documentales y no lo son, son series de entretenimiento. Desde la de Alcàsser de Netflix, todas y cada una reproducen la violencia sexual heterosexual. Estas revisiones no aportan nada. Suelen estar pensadas por hombres que reviven las investigaciones y vuelven al espectáculo. No se puede hacer ninguna de estas series sin perspectiva feminista en todo el conjunto. Como tampoco se puede cubrir en prensa un crimen sexual así y luego solucionarlo con una columna de opinión de una feminista. No sirve de nada.
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La gran estafa de la posverdad
Si hay un colectivo que, recientemente, está sufriendo por denunciar la dictadura woke ese es el de las mujeres
Por Marta Martín
El ejército de militantes adoctrinado por estas instituciones, mediante el arma potentísima de la educación, se ha extendido y empapa ya la sociedad
El movimiento woke nada tiene que ver con la protección del débil ni con la libertad. Que no se engañe nadie. Tiene que ver con una movida que comenzó hace treinta años en las élites universitarias estadounidenses para hacer una aplicación práctica de la teoría postmoderna. El ejército de militantes adoctrinado por estas instituciones, mediante el arma potentísima de la educación, se ha extendido y empapa ya la sociedad. Y, no seamos ingenuos, hay también grandes intereses económicos de por medio.
El wokeismo parte de la premisa de que los valores en los que se fundamenta Occidente son constructos opresores de hombre-blanco-heterosexual. Así, si no encajas en el patrón, date automática e irremediablemente por “oprimido” y “cabreado”. Porque, sin margen para la libertad, tu identidad (de género, de raza…) es lo que te define totalmente.
La opresión que puedes sufrir, eso sí, es “ponderada”. Es así como lo explica la “interseccionalidad”. Es decir, si eres mujer, negra, transexual y catalana (por poner un ejemplo) siempre estarás más sometida que si eres hombre blanco transexual de Castilla-León y mucho más que si eres hombre hetero caucásico cincuentón de Madrid.
Sin embargo, lo más relevante y peligroso de la doctrina woke, es que lo importante no son los hechos: lo relevante es “lo sentido” (y aquí viene lo mollar). Porque, al margen de la realidad (incluida la biológica), el testimonio, con independencia de la objetividad, se convierte en la base sobre la que cimentar la norma, el derecho y la educación. Eso sí, el testimonio solo es válido si encaja con los estereotipos de la “nueva religión”. Lo paradójico es que la doctrina woke refuerza y necesita del estereotipo que teóricamente denuncia para seguir funcionando.
Loury denunció que se afirmaban posiciones discutibles como si fueran certezas axiomáticas. La opinión pública lo masacró diciendo incluso que se odiaba a sí mismo por ser negro
¡Ay de ti si eres un “supuesto oprimido” y rechazas, denuncias o cuestionas los planeamientos!: te conviertes en un farsante y un hereje al que hay que cancelar
Se han hecho públicos ya muchos casos de acoso y señalamiento, especialmente en Norteamérica. Por poner un ejemplo. el de Glenn Cartman Loury, el primer afroamericano titular de Economía en Harvard que, en 2020, en su escrito I must object cuestionó la carta que la rectora de la Universidad de Brown envió a los alumnos por el asesinato de Floyd. Loury denunció que se afirmaban posiciones discutibles como si fueran certezas axiomáticas. La opinión pública lo masacró diciendo incluso que se odiaba a sí mismo por ser negro.
En el terreno patrio me viene a la cabeza el nacionalismo, nuestra filosofía woke particular ¡Ay de ti como se te ocurra discrepar y no te sientas oprimido por el Estado, ni amargado (sino bendecido) por vivir en territorios con una cultura y lengua propias! ¡Ay de ti como en estas comunidades no te juzgues agraviado por Madrid y no te quejes de tus derechos pisoteados! ¡Ay de ti como te opongas a las declaraciones institucionales de algunas universidades! ¡Eres un mal vasco o un mal catalán! Si hay un colectivo que, recientemente, está sufriendo por denunciar la dictadura woke ese es el de las mujeres. Especialmente las académicas y más especialmente las feministas. Algunas de ellas han cometido la “herejía” de defender la realidad biológica del sexo. Se las ha llamado tránsfobas (y muchas cosas más) y apuesto a que, en breve, se dirá que estas mujeres “odian ser mujeres”.
Catedráticas como Kathleen Stock, en la Universidad de Sussex o Jo Phoenix, de la Open University, se han visto acosadas por decir lo obvio: que el sexo biológico importa, que está ahí y que, tal vez, habría que dar una vuelta a las leyes basadas en la autodeterminación que apuntan que, para ser mujer, es suficiente sentirse como tal. Y es que una cosa es usar teorías explicativas de la realidad y otra montar toda una realidad paralela con artefactos.
Un partido de mujeres de izquierdas, hartas de que se perviertan los hechos. Puedo estar a kilómetros de ellas en muchas cosas, pero tengo que decir que son muy valientes por decir «basta»
La erudición basada en las políticas de identidad ha hecho mucho daño. Como lo están haciendo las políticas extremas basadas en las planteamientos de identidad. Especialmente a las mujeres y especialmente a las de izquierda. Una cosa es defender los derechos y la libertad y otra, hacerlo al margen de las evidencias. Ninguna conquista civil se puede hacer con la posverdad como ideología.
Ayer leía que ha nacido un nuevo partido de feministas ‘insumisas’ contra «el peligroso delirio trans». Un partido de mujeres de izquierdas, hartas de que se perviertan los hechos. Puedo estar a kilómetros de ellas en muchas cosas, pero tengo que decir que son muy valientes por decir «basta». No van a ser las únicas, presiento. Me alegra muchísimo que la presión woke empiece a tener contestación aquí en España. Poco a poco.
Confío que el paso siguiente sea la denuncia de la manipulación que, de cuestiones relacionadas con el sexo, el género, la raza, el lenguaje o la identidad territorial se pretende hacer en la educación. Ahora, aquí, hoy mismo, con la ley Celaá. Si la erudición se tiene que basar en políticas basadas en evidencias, no en quimeras, las instituciones, las normas y la instrucción, más.
Mujeres insumisas (hermanas, como se dice ahora): si defendéis la objetividad y la verdad, tenéis todo mi reconocimiento. Mucha suerte.
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