CÓMO JUZGA EL PUEBLO A QUIENES ASPIRAN A LOS CARGOS
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«Nosotros, los españoles, padecemos de una enfermedad del corazón, para la cual el remedio específico es el oro. Vine en busca del oro, y no a trabajar la tierra como peón».
Hernán Cortés, 1521
CÓMO JUZGA EL PUEBLO EL CARÁCTER DE LOS QUE ASPIRAN A LOS CARGOS
“Los pueblos cometen muchos menos errores que los príncipes, tanto en lo que respecta a las falsas opiniones como en lo que toca a la corrupción.
Puede ser que los pueblos sean engañados por la fama, la opinión y los actos de un hombre, estimándolo más de lo que merece.
Por eso, los buenos organizadores de las repúblicas han dispuesto las cosas de modo que, cuando se hayan de efectuar los nombramientos de los cargos más elevados de la ciudad, en los que sería muy peligroso colocar hombres que no estuvieran a la altura de su puesto, siempre que se vea que la voluntad popular se inclina a nombrar a un inepto, cualquier ciudadano pueda exponer públicamente en la asamblea los defectos de ese candidato.
Esto no sólo le será lícito, sino que constituirá un motivo de gloria, pues así el pueblo podrá juzgar mejor, al ser más completo su conocimiento.
Y el ciudadano que desee comenzar a obtener los favores del pueblo, debe ganarlos con algún hecho notable”.
Por Nicolás Maquiavelo
Ya hemos hablado otras veces de cómo Tito Manlio, luego llamado Torcuato, salvó a Lucio Manlio, su padre, de una acusación que había formulado contra él Marco Pomponio, tribuno de la plebe. Y aunque el procedimiento empleado para salvarlo fue un tanto violento y extraordinario, sin embargo, esa piedad filial para con su padre resultó tan grata a la comunidad, que no sólo no fue castigado, sino que, a la hora de nombrar tribunos para las legiones, el segundo en resultar elegido fue Tito Manlio.
EL PUEBLO DISTRIBUYE LOS CARGOS MEJOR QUE UN PRÍNCIPE
Este suceso, en mi opinión, resulta útil para analizar el modo que tiene el pueblo de juzgar a los hombres en el reparto de cargos, y si es verdad, como dijimos en otra ocasión, que el pueblo los distribuye mejor que un príncipe.
Digo, pues, que el pueblo, al hacer el reparto, se guía por lo que la voz pública o la fama dicen de uno, cuando no lo conoce por sus obras notorias, o por la presunción o la opinión generalizada que se tiene de él.
Estas cosas pueden tener su origen en los padres, pues si éstos han sido ciudadanos valerosos y grandes hombres, se tiende a creer que sus hijos se les parecerán mientras que las obras no demuestren lo contrario.
Otra causa de este tipo de fama puede ser el comportamiento que demuestran aquellos de quienes se habla. A este respecto, los comportamientos más deseables son: buscar la compañía de varones graves, tener buenas costumbres y ser considerado prudente por todo el mundo.
Y como no puede haber mejor indicio de la naturaleza de un hombre que las compañías que frecuenta, el que acostumbra a tener compañías honestas conquista merecidamente su buen nombre, pues es imposible que no guarde alguna semejanza con ellas.
También puede conquistarse la fama pública por alguna acción excepcional y notable, aunque sea privada, en la que te hayas desenvuelto honorablemente. Y de estas tres cosas que otorgan reputación a un hombre en sus principios, ninguna la otorga mayor que esta última.
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La Cigarra y la Hormiga
Había una vez, una alegre y despreocupada cigarra, a la que le encantaba pasar el verano cantando, sin pensar en nada más. En el lado contrario, se encontraba su vecina, una trabajadora hormiga, que tan solo vivía para trabajar y recolectar comida.
Cansada de ver a la hormiga trabajar, la cigarra le dijo:
-Querida hormiguita ¿Por qué trabajas sin descansar un momento? Siéntate conmigo un rato y disfruta del verano.
-Cigarra imprudente, más te valdría dejar tu pereza a un lado y empezar a acumular comida para el largo invierno que se avecina.
Una advertencia, que la cigarra se tomó a broma y a la que no hizo el menor caso.
Cuando el invierno, hizo acto de presencia, la cigarra se encontró con que nada había previsto para calentarse, ni alimentarse durante esta gélida estación. Muerta de hambre y de frío, recordó a aquella pequeña hormiguita, que siempre pasaba por su casa, cargada de comida, a la que decidió pedir ayuda, para aliviar su penosa situación.
-Pequeña hormiguita, tú que tanta comida tienes guardada desde el verano ¿podrías darme algo para que mi estómago deje de rugir?
-Me gustaría ayudarte cigarra, pero ¿no te reías de mí, mientras trabajaba en el verano? ¿Qué te impedía imitarme?
-Cantar y disfrutar del verano.
-Pues en lugar de hacer tanto el vago, mejor te hubiera valido dedicar un poco de tu tiempo a guardar para el invierno.

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«Las mayorías españolas están de tal modo despolitizadas, que la ausencia de libertad política les importa muy poco.
Lo mucho que no pueden hacer no les interesa, porque no querrían hacerlo, y se desentienden de ello.
Esto me parece inmoral y, además peligroso, porque son extremadamente manipulables, y por tanto incapaces de defender esas otras libertades que les interesan».
Julián Marías, «La España real»
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NI LA «O» CON UN CANUTO
Por Félix de Azúa, 2013

Todo el episodio es grotesco y nos arranca una de esas carcajadas seguidas de mucha tos que suenan a cascajo y desesperación. El asunto comienza con unos aspirantes a maestros que a duras penas podrían llevar las cuentas de un figón con tiza sobre barra. Una vez constatan los examinadores (a quienes ya me gustaría examinar) que no pasa el examen ni el veinte por ciento, deciden publicar algunos de los disparates más atroces para que la población en general se haga una idea del nivel educativo del país.
Bueno, no era necesario. Hace veinte años que los profesores, no de primaría sino de universidad, venimos diciendo que habría que publicar los exámenes de los actuales universitarios para que la población se percatara del grado de analfabetismo que hemos alcanzado con tanto esfuerzo y solidaridad. Seguramente sería inútil porque a la población no solo no le parecería una monstruosidad sino que incluso se maravillaba de lo mucho que saben los universitarios. El caso es que las propias autoridades administrativas, rectores y demás personal imprescindible, siempre han prohibido la divulgación del genocidio educativo que ha tenido lugar en España en los últimos veinte años, por lo menos.
Ea, pues tenían toda la razón los burócratas: una vez publicados los resultados, de inmediato los sindicatos de la educación, principales causantes del subdesarrollo pedagógico hispano, han saltado como un resorte, se han indignado, amostazado, enrabiado y amenazan y denuncian. Dicen que publicar esos horrores significa humillar a los profesores y maestros. En realidad, como es lógico, los que humillan a profesores y maestros son esos aspirantes beocios convencidos de que su ignorancia es un mérito para llegar a profesor en España, pero los sindicatos es que son muy sensibles.
A los sindicatos parece como si les gustara, como si prefirieran ese tipo de maestro totalmente en blanco, sin el menor conocimiento, con el cerebro lobotomizado. Es posible que así se lo parezca porque ellos, los que amenazan y denuncian, se sienten hermanados con los analfabetos eufóricos. Porque si no, no se comprende que los sindicatos de la educación (insisto, de la educación) quieran humillar a profesores y maestros exigiendo la ocultación de los inútiles, de los pícaros, los majaderos, los enchufados, los atontados, las nulidades a quienes se precipitan a proteger.
¿Pero qué idea de la educación ha acabado por imponer esta falsa izquierda obsesionada por defender sus intereses burocráticos, sus chanchullos, sus subvenciones, sus privilegios, y a la que estar en el último lugar de la comunidad europea en educación les parece haber alcanzado el mayor premio de su carrera?
Seguramente mantienen la misma opinión, en verdad surrealista, que una tal María Antonia, la cual, en sus mensajes electrónicos, escribió que enseñar los ríos españoles a los estudiantes es puro franquismo. Y que lo que habría que enseñarles es lo de “las fosas”. Textual. Posiblemente alguien debió decirle a esta buena mujer que lo de las fosas era hablar con excesiva claridad sobre el nivel intelectual del partido y entonces borró esa parte. Pues bien, la tal María Antonia ha sido ministra de vivienda de Zapatero. Voy a repetirlo: ministra de Zapatero. Que Zapatero nombrara ministros (y ministras, claro, como dice Santiago) con semejante dotación intelectual lo dice todo sobre este esperpento de país.
Porque estamos hablando de lo que se supone que es la izquierda, aquella ideología que impulsaba el estudio, la cultura y la enseñanza de calidad a quienes más lo necesitan, que protegía al trabajador y ayudaba al talentoso persiguiendo al mentecato. Que veía en la enseñanza el instrumento de superación esencial de los explotados, sin el cual no hay izquierda que valga.
En consecuencia, una de dos, o sindicatos y exministros (o exministras) se han pasado a la derecha extrema, o están dispuestos a hundir este país con tal de mantenerse con los sueldos que tan generosamente les pagamos.

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LA PIÑATA
Cuando un grupo de personas se dispone a golpear la piñata es condición que se olvide de todo salvo de los regalos que le pueden caer encima
Por Gregorio Morán, 26 OCT 2024

Entender el Estado como una piñata no es nueva, se viene practicando desde siglos, aún antes de que se popularizara entre nosotros para fiestas y aniversarios de niños. Lo nuestro es tarea de adultos y suele enmascararse bajo diferentes formas pero en el fondo siempre consiste en lo mismo: darle garrotazos a un gran globo y aprovecharse de lo que lleva dentro. La novedad se reduce a cambiar los nombres de las cosas y conseguir que el personal se convenza de que no se trata de una piñata si no de una forma de gobernar abierta, plural y transparente.
Cuando un grupo de personas se dispone a golpear la piñata es condición que se olvide de todo salvo de los regalos que le pueden caer encima, porque la presencia de la piñata crea ansiedad. En Nicaragua el día que perdieron las elecciones, los dirigentes sandinistas se esforzaron en poner a su nombre las propiedades del Estado. La rapiña les ocupó dos meses, ocurrió en 1990 y se conoce históricamente como “la piñata de Nicaragua”. Las singularidades de aquel proceso de corrupción económica y política nos acercan a hoy, cuando ese país vive bajo una dictadura implacable capitaneada por el matrimonio Daniel Ortega-Rosario Murillo, veteranos sandinistas y expoliadores de la revolución.
El aspecto más llamativo del tándem Ortega-Murillo no es la dictadura en sí, que es tan parecida a tantas otras, sino en que ha sido capaz de aunar en su siniestra trayectoria dos conceptos en apariencia antitéticos: corrupción y antifascismo. Dicho en claro: la corrupción está amparada bajo el discurso anti fascista, y eso complica para muchas mentes primitivas la denuncia de esa estafa conceptual. Usado por los manufactureros de la ideología vendría a ser un producto instalado en el mercado de la teoría: ante el peligro de la extrema derecha hay que ser comprensivos y permitir que los líderes ejerzan de jefes de la mafia; una organización criminal.
Rondaría la estupidez, en esta ocasión con ribetes reaccionarios, considerar que en España nos enfrentamos ante el peligro de un modelo nicaragüense en las figuras de Pedro Sánchez-Begoña Gómez haciendo de Ortega-Murillo; por más que puedan tener sueños húmedos, que de momento pertenecen a su intimidad. Lo nuestro, fuera de intenciones, apenas tiene que ver, pero el discurso deja un poso de inquietud, incluso de indignación, por lo que oculta. Los sustentadores de Pedro Sánchez están dispuestos a ser benevolentes ante la corrupción bajo el señuelo del temor a la ultraderecha.
Una falacia de argumento que esconde dos evidencias. La primera es que la corrupción del partido que gobierna facilita el fortalecimiento de la ultraderecha. La segunda, que eso les importa un carajo mientras puedan acceder a golpear la piñata. Y sobrevolándolo todo, la sensación de que estamos ante un fenómeno de familias constituidas en partidos que se alimentan y se fagotizan, hasta el punto que el ciudadano normal y no abducido no sabe quién es más golfo, si el que acusa o el acusado.
Se acabaron las apelaciones a futuros felices. Ahora lo que toca es prometer que no te vamos a hacer más daño que el que te harían si el enemigo ultraderechista les sustituye. Nada más conservador que este juego servil de aprobar o rechazar medidas que saben no van a ponerse en práctica, pero que sustentan el imaginario de la vida política para hacerlo lo más parecido a algo real, efectivo, como si estuviéramos en una versión posmoderna de la Restauración canovista.
La instrumentalización institucional que consiente en llenar de adictos a “su causa” todos los estamentos que mal que bien han de servir para equilibrar a un Estado que ya no es protector sino subsidiario e instrumental. Desde el Fiscal General militante al golpe de timón en RTVE que preludia días muy duros para los demás medios de comunicación. Un castizo diría que donde el Amo pone la mano, lo jode, pero a quién le cabe duda de que disfruta. El inventor de los efectos políticos salutíferos que tenía la llamada “polarización” fue Zapatero; le faltó tiempo y fortuna para convertirla en estrategia eficaz; carecía de una cara adecuada para la función; bobo sonriente para muchos, demasiado cercano a la mediocridad para otros. Salió colocado en un trabajo de viajante sin especificar e instaló a sus hijas, aquellas sombrías punkis ante Obama, de empleadas en las Naciones Unidas.
La instrumentalización institucional que consiente en llenar de adictos a “su causa” todos los estamentos que mal que bien han de servir para equilibrar a un Estado que ya no es protector sino subsidiario e instrumental
Zapatero no hizo historia aunque lo intentara. Pedro Sánchez es otro tipo de hombre. Mientras uno se escondía de sus camaradas de León hasta que le salvó Cipriá Císcar, entonces secretario de organización del PSOE, el otro aprendió a amasar las urnas desde su adolescencia política. Siempre subir. Antes que bajar un escalón, hacerse con la escalera. La imposibilidad biológica de entender que en política, unas pocas veces se gana y otras muchas se pierde. El poder o la paranoia, o ambas juntas. Hay que estar muy pagado de sí mismo para afirmar, feliz y contento, que de la necesidad hacía virtud. Un lema desalmado, propio de un individuo políticamente peligroso. Sólo Franco dijo aquello de que no hay mal que por bien no venga.

Por eso la amnistía redactada por los delincuentes es virtuosa, porque es necesaria para él. O la financiación singular para Junts, por lo mismo; aunque la necesidad provoque una conmoción nada virtuosa en toda España. Lo mismo que llamar “plural” al nuevo modelo de RTVE y de control de los medios de comunicación, porque necesita hacerse con el mando absoluto ante la vorágine insalvable. Ábalos fue necesario cuando sirvió para el trabajo sucio de la Familia, del Partido y del Gobierno, pero virtualmente se convirtió en un peligro. Durante tres años (lo canceló con salario garantizado en 2021) se preparó para lo que le podía venir encima. Desdeñó a la UCO, que fue demasiado lejos; no previó el exceso de celo.
El que no esté por la piñata que se atenga a las palabras de la ministra de Hacienda. “Tengo información de sobra, que por supuesto no voy a usar jamás”. Es decir, que sí; basta anunciar que la tiene. La aplicación de la necesidad convertida en virtud significa que estamos amenazados. La extrema derecha no es un bulo, sino realidad. La corrupción y la guerra al oponente, tampoco. Felices y virtuosos aquellos que se sienten satisfechos jaleando a los mafiosos porque de ellos depende participar en la piñata. El neofascismo acecha mientras nos roban y manipulan con la impunidad que otorga la buena conciencia. “Oiga, disculpe, yo sólo quiero volver a las urnas porque esto no da más de sí, y además huele”.
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Un destino
«Los tiranos americanos, rusos y asiáticos reunidos en Riad quieren vengarse de la humillación secular que han sufrido por parte de los engreídos europeos»
Por Félix de Azúa, 22 FEBRERO 2025

No hay que olvidar que cuando Zeus raptó a Europa lo hizo oculto bajo la forma de un toro blanco. En nuestros días es raro ver un toro blanco. Haberlos haylos, pero quedan muy pocos. Da lo mismo: en este momento a Europa podría raptarla perfectamente una vaca. O una cabra. Es triste el estado en que se encuentra el continente, gordo, viejo, calvo, gagá, medio ido de la cabeza, incapaz de tener una idea o defender una justicia. Y pensar que en este lugar se inventó el mundo civilizado…
Hay otros lugares con interés indudable. Zonas asiáticas con colosales monumentos de aspecto enigmático, archipiélagos como el de Japón cuyos habitantes aún no se sabe qué tipo de humanos son, miles de tribus del Pacífico con la piel tatuada, esquimales que viven en el hielo, en fin, una enormidad de lugares todos ellos interesantes o por lo menos curiosos. Pero ninguno de ellos ha creado un pensamiento, una conciencia, un espíritu universal.
La nuestra es una tierra empapada en sangre, de cuya energía brotaron cientos de catedrales, más héroes que árboles y más santos que ríos. Es la casa de disparatados como don Quijote, melancólicos como Hamlet, ciudadanos libres como Oliver Twist, vengadores como Montecristo. Aquí se inventó la tragedia, la misa cantada, los murales pintados al fresco, el cuarteto de cuerda, la metafísica y el derecho civil.
De aquí salieron cientos de guerreros para conquistar (sin éxito) las tierras bíblicas y dejaron sus reinos en manos de admirables mujeres, miles de navegantes zarparon para descubrir continentes desconocidos y civilizaciones sepultadas en selvas espesas. Aquí derrotamos a los mongoles, a los sarracenos, a los turcos, a toda suerte de invasores hasta cerrar unas fronteras inexpugnables. Aquí, por desdicha, también inventamos el asesinato industrial para acabar con la raza elegida o las hogueras de la Inquisición.
En estas tierras apareció el cálculo infinitesimal, la penicilina, la perspectiva geométrica, la locomotora, la enciclopedia, el telescopio y el microscopio, la radio, la bicicleta, el submarino y el cine. En las más antiguas cuevas pintamos animales nobles. Ha sido una tierra fértil en ingenios, sabios, adivinos y titanes del espíritu. Y no sólo encontraron grandezas, también las pequeñeces se hicieron universales como el bolígrafo, el bidet o la minifalda.
«Ahora el continente es un viejo estéril que se desmenuza en decenas de pequeños reinos dirigidos por enanos»
Pero ahora el continente es un viejo estéril que se desmenuza en decenas de pequeños reinos dirigidos por enanos, en cuyas tierras empobrecidas dominan los escribas de culo pelado y los cortesanos comidos por la codicia y la lepra de la estupidez. Una población sin principios mira al cielo con la boca abierta o baila en antros hasta la extenuación.
La insoportable prepotencia de los tiranos americanos, rusos y asiáticos reunidos en una ciudad árabe sin historia, han comprendido que al perro enfermo todo son pulgas y quieren vengarse de la humillación secular que han sufrido por parte de los engreídos europeos. Ahora van a hacerles pagar la humillación, les van a obligar a tragarse su superioridad moral.
Una población sin principios mira al cielo con la boca abierta o baila en antros hasta la extenuación
El desprecio mostrado en la reunión de Riad va más allá de la justicia o injusticia de una negociación internacional. Va más allá de comerse de un solo mordisco una porción enorme de tierra de cereal y patria de músicos, como si fueran unos Hitler y Stalin de comedia. Se trataba de poner en su sitio a los europeos, esos presumidos que se creen por encima del resto de los mortales. Al condenarlos a la ausencia los arrojan al tercer mundo, junto a los pobres harapientos que se apiñan a la puerta de las iglesias mendigando una limosna.
Y es realmente ridículo ver a los representantes de la Unión Europea reuniéndose y palabreando como si a alguien le importara una higa lo que opinan. Cien mil burócratas descerebrados, corriendo por los pasillos, sin coraje, ni inteligencia, ni dignidad, pero planeando sus vacaciones.
Cien mil burócratas descerebrados, corriendo por los pasillos, sin coraje, ni inteligencia, ni dignidad, pero planeando sus vacaciones
¡Qué miseria tener que contemplar el fin de una era, en repetición de los expulsados de Granada, cuyo rey, Boabdil, lloraba famosamente como una mujer, por no haber podido defender a su gente como un hombre!

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El festín de los arrogantes
La reunión en Arabia Saudí de los apañadores de la guerra de Ucrania no merecería un Shakespeare
Por Gregorio Morán, 22 FEBRERO 2025

No nos da el aliento para inventarnos adjetivos. Como la humillación no es un arte hay que esforzarse por asimilar que cada día que pasa la realidad se vuelve tan difícil que nuestro sentido del ridículo se deteriora de tanto echar mano de él. El juego de las analogías es un divertimento para creernos en posesión de una herramienta infalible que sirve a la seguridad de nuestras convicciones. Un engaño alimentado por la cultura. Que si volvemos a Munich 1938, al populismo de Perón y Mussolini, a los liderazgos criminales de Stalin y el nazismo. Bajemos los humos ante la humillante realidad: el Amigo Americano es un patán todopoderoso, Milei un croupier de casino y nuestro Sánchez hace de bailarín con un cuerpo de mamporrero. Es lo que hay y no nos engañemos porque la casualidad les haya convertido en lo que son. Elegidos democráticamente aunque algunos no acaben de creérselo.
La mayoría pensará que no se trata de una casualidad si no de un cúmulo de factores que han ido aprovechando estos dirigentes tóxicos. Se señala el “pensamiento woke” casi como el determinante, lo que equivaldría a achacar la alarmante obesidad de las sociedades desarrolladas al consumo de pizzas y hamburguesas industriales. Si le damos la entidad de pensamiento a lo que es una actitud estamos jodidos y equivocados. El tránsito de los partidos políticos hacia la conversión en tribus tiene una base económica indiscutible porque da para vivir de ello. Es la diferencia entre una idea y un empleo; domina siempre lo más seguro.
Pasemos de las musas al teatro. La reunión en Arabia Saudí de los apañadores de la guerra de Ucrania no merecería un Shakespeare. Primero los dos protagonistas principales. Sin la incitación de los EEUU y sus redes clientelares europeas por convertir a la Ucrania de Zelenski en aliado bien armado de la OTAN (Bucarest 2008) no hubiera tenido la oportunidad Putin de convertir a Rusia en la dictadura mafiosa en la que se ha consolidado. Necesitaba una guerra y decretó una “operación especial”, porque de eso se trataba, de una singular invasión de Goliat frente a un David falto de todo; sería cruel ensañamiento recordar ahora las carencias. Donald Trump empieza a manipularlas con desvergüenza para poner en evidencia que sin el entusiasmo europeo por la aventura, que los suyos se encargaron de armar, no se entiende el quilombo. El que quiera guerra que se la pague.
Si ha fomentado el miedo es porque el negocio está asegurado. Lo explicó clarito nada menos que el secretario general de la OTAN, Max Rutte, que no es un tonto seboso a lo Javier Solana, sino un holandés formado en la selva financiera: “Es un buen negocio para nuestros socios americanos. Si aumentamos nuestro gasto, ello conlleva dólares para la economía de EEUU”.

¿Qué mejor lugar para ajustar cuentas que Ryad, la capital de un país como Arabia Saudí capaz de comprarlo todo, desde emporios industriales a la elegante chusma deportiva que empodera las redes? Un estado gobernado por un descuartizador de disidentes; no basta con matarlos con retorcidos instrumentos a lo Putin, el príncipe Shalman los mete en sede diplomática y se dedica al gore. Un notario como él garantiza que se cumplirán los pactos que conocerán si acaso nuestros biznietos; aunque las consecuencias las pagaremos nosotros.
Mientras en Ryad se decidía el destino de Ucrania y las contrapartidas para ambos, en Munich el vicepresidente Vance daba la lección inaugural del curso extraordinario para líderes europeos
Mientras en Ryad se decidía el destino de Ucrania y las contrapartidas para ambos, en Munich el vicepresidente Vance daba la lección inaugural del curso extraordinario para líderes europeos. Un centenar de lo más selecto del Poder en Europa escucharon perplejos y respetuosos a un tipo, el tal Vance, cuyas credenciales bastarían con una cita de su currículo, hoy cancelada: “¿A qué porcentaje de la población estadounidense no ha acosado sexualmente Donald Trump?” (tuit de octubre de 2016). Ahora en su condición de número dos del Presidente afirmó que su misión consiste en “asegurar que la tecnología de la IA norteamericana siga siendo el patrón oro a nivel mundial” y nada más expresivo como denunciar que “la libertad de expresión retrocede en Europa”. Dos evidencias para él concomitantes. A continuación pasó a la práctica. Rechazó entrevistarse con el canciller Olaf Scholz para mantener una complaciente charla con la candidata de la extrema derecha, Alice Weidel (Alternativa por Alemania). Un aval definitivo para las elecciones de este domingo.
El Amigo Americano ahora está con vosotros porque sois los garantes de su democracia en Europa; los demás, circunstanciales aliados. Dejémonos pues de las analogías complacientes con nuestra historia. El Munich de 1938, el de Chamberlain y Daladier, el que vendió Checoslovaquia con los ciudadanos dentro, fue recibido en su momento por los liberales más reverenciados. Echen una mirada a la correspondencia -tan privada que no sé si ha llegado a publicarse completa- entre Ortega y Gasset con Gregorio Marañón, felicitándose por la componenda. Un momento de exaltación intelectual sólo comparable con la carta de abril de 1939: “¡Al fin entramos en Madrid!”. Los archivos antiguos son luminosos para la cultura pero no sirven un carajo para armarnos intelectualmente frente a la realidad. Cada situación es única e intransferible.
Aunque armarnos intelectualmente sirva de poco. El falso dilema de la idea frente al tanque. Lo cierto es que se percibe un viraje en los referentes ideológicos, esos que los pedantes llamamos hegemónicos. Hasta anteayer todos nos jactábamos de ser occidentales; después de Ryad y Munich ya sólo somos europeos y en verdad que da cierto pavor pensar que nuestros adalides son figuras como Sánchez o Macron o la sencilla y dispuesta danesa Mette Frederiksen, quien asegura que debe aumentar su defensa militar ante la incontenible ambición de Putin, que nadie discute, pero no osa apuntar que de momento quien amenaza su Groenlandia es Donald Trump; una provocación desmesurada. También lo era asaltar el Capitolio y negarse a reconocer su derrota en las urnas, pero ya ven que no contó para nada, más bien lo contrario.
Por si algunos no nos hemos dado por enterados: la “nueva libertad” está en las redes y sus defensores más acérrimos son afanadores del poder y tienen una inveterada inclinación por la delincuencia. A veces no se nota porque suelen imponer leyes que los cubren y abolen otras que les limitan. Son momentos ideales para los maestros del escaqueo; hacer como si no fuera contigo. Fíjense que el cronista oficial de Pedro Sánchez para El País, Carlos E(lordi) Cué, ha titulado impertérrito: “Donald Trump aprieta a Feijoo”. No lo olviden, porque la memoria es perezosa y el descaro cotiza al alza.








