SPINOZA: INFINITO, INMANENCIA Y LIBERTAD, por Carl Gebhardt

SPINOZA: INFINITO, INMANENCIA Y LIBERTAD

 

INFINITO, INMANENCIA Y LIBERTAD

«En mi opinión, Spinoza invita a pensar la democracia como manifestación, incremento, apertura, composición imprevista de diferencias, y nunca como bloqueo del deseo por el procedimiento.

Democracia significa en su pensamiento un régimen en el que la Constitución, las leyes y los procedimientos son instituciones forjadas por la vida popular, por las luchas sociales y la experiencia colectiva, que de este modo es siempre autoinstitución.

Se trata de una noción de democracia que nunca presupone la desconfianza de la potencia común, la inhibición por el miedo, ni la despolitización del cuerpo colectivo para su control»

Diego Tatián

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INMANENCIA Y LIBERTAD

 

Nos preguntamos si la democracia radical de Spinoza es pura inmanencia política. Y yo creo que la pregunta es pura modestia, pues al decir que te gusta la descripción que Tatián hace de la democracia spinoziana, ya has dado a entender que piensas de igual modo. Y yo sólo puedo añadir que me adhiero al pensamiento de ambos.

¿Cómo podría ser de otra manera? Spinoza vio la democracia como la única «forma» posible en la que podría sustanciarse la esencia o potencia común de una sociedad que aspire a vivir en concordia y a decidir por unanimidad (o en su defecto, por mayoría) en todo lo concerniente a los asuntos comunes: un individuo compuesto, articulado por las instituciones democráticas plenamente participativas, que actúe con una sóla mente y un sólo corazón (magnífica aspiración que Spinoza -y Jefferson– compartía con el cristianismo del primer siglo).

Es más, Spinoza vio la constitución de una democracia social y política como única salida factible, realista, al dilema que tantos intelectuales y filósofos se plantean a menudo y son incapaces de resolver: si sólo podremos tener un Estado democrático con ciudadanos demócratas, y los ciudadanos sólo serán demócratas bajo las leyes de un Estado democrático, ¿por dónde romperemos el círculo vicioso que nos mantiene maniatados y privados de la verdadera libertad?

El inicio y asentamiento de un proceso constituyente de la democracia, en un país como el nuestro, viejo y maltratado durante siglos por todos los poderes políticos y religiosos, es tan difícil (por no decir imposible) como lo fue mi intento ingenuo de regenerar desde dentro el cristianismo ético de Cristo, purgado de dogmas y supersticiones (como intentó también Spinoza, pero desde fuera), entre los protestantes y católicos españoles. Los prejuicios ocupan tanto espacio en la mente humana que casi no queda ni un resquicio por el que quepa la razón.

La regeneración de las ideas y las creencias de una nación no se operan en un abrir y cerrar de ojos (nunca, por supuesto, ha ocurrido tal portento), sino mediante la pedagogía paciente y afectuosa de una minoría despierta que sabe que sin el concurso decidido de «la multitud» ni la libertad, ni la concordia, ni la justicia serán posibles jamás. Del pueblo, de los pobres, no de los ricos ni de los aristócratas ni de las élites culturales, políticas o económicas, dependemos TODOS para vivir en una libertad realmente humana y continuada (Jefferson expresó idéntico sentir).

Por eso, me permito corregir levemente el pensamiento de Tatián (e impugnar, desde luego, el tópico liberal/socialista vigente) para decir que «mi libertad empieza donde empieza la libertad de todos los demás».

Si las cosas son así, lamento decirte que no veo en ninguna revuelta callejera, sea para «reflexionar» en una acampada, sea para tomar el Congreso, ni en las proclamas en favor de una nueva república (¿qué república?), tan siquiera un atisbo de la democracia radical de Spinoza y Jefferson (donde TODOS los ciudadanos sean electores, elegibles y jurados), la única que yo comparto. Es el futuro de la Humanidad el que está en juego, y no meramente la economía estatista con sus crisis reiteradas. Pero nadie parece verlo.

Digo más: entre el griterío de los que dicen conocer la salida, ¿se oye siquiera hablar de una democracia participativa que no se limite a votar los presupuestos y a agitar el espantajo de una república de partidos? ¿Están más despiertos los que zarandean el país que el país que pretenden despertar con zarandeos? Decía Georges Bataille«Hemos asistido a la sumisión de aquellos a quienes supera una situación demasiado grave. Pero, ¿estaban más despiertos los que gritaron?» Y aún añade: «Al sueño dogmático de unos se opone la confusión exangüe de los otros, caos de innumerables voces grises, agotándose en el adormecimiento de los que escuchan».

Y sin embargo, a pesar de que según Tocqueville«escritos y discursos no sirven para nada» con vistas a cambiar la sociedad y el mundo, hemos de seguir escribiendo; y discurseando, si llega el caso. Porque, como decía Spinoza cuando emprendió la tarea, tal vez «demasiado tarde», de regenerar el judeocristianismo bíblico, «no hay por qué perder toda esperanza de conseguirlo».

Jesús Nava

 

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SPINOZA: INFINITO, INMANENCIA Y LIBERTAD

El templo barroco ya no es espacio limitado; cúpula y ornamentación lo disuelven en infinitud para que el alma se una con un Dios que ya no es, como en el Renacimiento, el arquitecto del mundo, sino el infinito mismo

Por Carl Gebhardt

Filosofía Digital

SPINOZA: INFINITO, INMANENCIA Y LIBERTAD
Cristo en la tormenta en el mar de Galilea (Rembrandt, 1633)

 

El estilo de una época es la expresión visible de las fuerzas morfogénicas que han moldeado esa época. En este sentido, el espinocismo, como auténtica expresión de su tiempo, es barroco.

El renacimiento es la época de la forma y del límite; en la forma y en la perfección halla su teórico, León Bautista Alberti, la esencia de su arte. Las obras del renacimiento, cuadro, soneto, templo, tienen  estructura, forma, límite.

El estilo barroco es la negación de la limitación: la exaltación de lo amorfo. El templo barroco ya no es espacio limitado; cúpula y ornamentación lo disuelven en infinitud para que el alma se una con un Dios que ya no es, como en el Renacimiento, el arquitecto del mundo, sino el infinito mismo.

El estilo del Renacimiento como expresión de la forma y el límite era cuantitativo, por tanto, estático. Si la infinitud ha de hallar expresión no sólo en la fantasmagoría de los interiores de iglesia sino también en cada uno de sus elementos, sólo puede ser representada potencialmente; no cuantitativa, sino cualitativamente, no como extensión, sino como fuerza. Por eso el estilo barroco es dinámico.

 

Mientras la estática del Renacimiento significa autodependencia, armonía, sosiego, el sentimiento vital del barroco se resuelve en infinitud

 

Mientras la estática del Renacimiento significa autodependencia, armonía, sosiego, el sentimiento vital del barroco se resuelve en infinitud. Unirse con el infinito es su anhelo. Por eso el Sur católico se aferra al más allá, al infinito trascendente, y busca la unión con la divinidad por el camino del éxtasis, en las visiones del Greco, tanto como en las de Santa Teresa. El Norte protestante, que ha asimilado la mística gótica, busca al Dios inmanente en el mundo, por el camino de la mística.

 

El castigo a Laocoonte (El Greco)

 

La filosofía de Spinoza se revela como la auténtica expresión de su tiempo, porque los principios fundamentales del barroco son también sus principios fundamentales

 

La filosofía de Spinoza se revela como la auténtica expresión de su tiempo, porque los principios fundamentales del barroco son también sus principios fundamentales. El espinocismo es la filosofía de lo amorfo, de lo infinito: «toda limitación significa negación». No es posible expresar con mayor profundidad la esencia del barroco, para el cual el infinito representa el valor más alto y toda forma sólo una negación del infinito, que debe ser superada. Así como Alberti encierra el Renacimiento dentro del concepto de la forma, Spinoza graba en esa definición la fórmula del barroco.

 

El espinocismo es la filosofía de lo amorfo, de lo infinito: «toda limitación significa negación»

 

El dinamismo, el otro rasgo esencial del barroco, también caracteriza a la filosofía de Spinoza, por más que este aspecto sea todavía completamente ignorado por la interpretación, debida a Windelband y quizás a Lotze, que considera al espinocismo como un panteísmo matemático.

El que considera que la esencia de cada cosa es un impulso, ve el mundo no estáticamente, sino dinámicamente. Lo que está también de acuerdo con el hecho de que Spinoza encuentre la esencia de la corporalidad, no en la simple extensión de la materia, sino en su actividad propia; la esencia de la idea no consiste en una simple presencia a la manera de las imágenes sobre el lienzo, sino en su propia eficacia y espontaneidad. Dios no es el espacio metafísico de todas las cosas, sino esencia activa, dinamismo.

¿Cómo lo finito llega a lo infinito? La religión del barroco, religión del infinito, que se opone como Contrarreforma a las religiones de la limitación, luteranismo y calvinismo, ensayó la solución propuesta por los españoles y sistematizada por los jesuitas. Al trascender al hombre de sí, se une con la divinidad, lo finito se resuelve en infinito y traspasa la cima de la trascendencia.

 

Rembrandt, «Entierro»

 

El otro ensayo para unir el alma con la infinitud de Dios tuvo lugar en Holanda, en el arte de Rembrandt y en la filosofía de Spinoza. La solución que hallaron no reside en el mundo de la trascendencia, sino en el de la inmanencia: su solución no es estática, sino mística. Rembrandt es, junto con el Greco, el pintor del barroco. Su estilo está determinado por la voluntad del infinito, su técnica es dinámica, porque la forma es estática y la luz la dinámica del cuadro. Pero mientras que el Greco busca la infinitud divina en la trascendencia, Rembrandt la encuentra en la inmanencia.

El barroco es un estilo contradictorio, dialéctico. En él la voluntad de infinito del gótico tardío se encuentra con el principio formal del Renacimiento. El barroco nace en España, la tierra del atraso histórico, en el momento en el que el gótico viviente, afirmando su esencia, se reviste de formas renacentistas. España es el país sin Renacimiento.

 

El barroco es un estilo contradictorio, dialéctico. En él la voluntad de infinito del gótico tardío se encuentra con el principio formal del Renacimiento.

El barroco nace en España, la tierra del atraso histórico, en el momento en el que el gótico viviente, afirmando su esencia, se reviste de formas renacentistas.

España es el país sin Renacimiento.

 

El doble carácter del barroco, anhelo de infinito con voluntad de forma, se muestra con toda claridad en Spinoza, que pertenece en realidad a una generación posterior a la de Rembrandt. En Spinoza el concepto de infinito coincide con el concepto de perfección. Así como la esencia de Dios consiste en ser infinito, el fin del hombre consiste en perfeccionarse. El hombre esclavizado es el hombre imperfecto a quien dominan las cosas externas por medio de los afectos. Hombre libre es el que se ha independizado de las cosas externas, el que ha dado libertad a la sustancia de su esencia, el que ha realizado la divinidad en sí mismo.

 

Así como la esencia de Dios consiste en ser infinito, el fin del hombre consiste en perfeccionarse.

El hombre esclavizado es el hombre imperfecto a quien dominan las cosas externas por medio de los afectos.

Hombre libre es el que se ha independizado de las cosas externas, el que ha dado libertad a la sustancia de su esencia, el que ha realizado la divinidad en sí mismo

 

«Rembrandt y Spinoza»

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CARL GEBHARDT  (1881- 1934), Spinoza. Editorial Losada, 2008. Traducción de Oscar Cohan. FD, 05/10/2012.

 

CARL GEBHARDT. Carl Gebhardt (1881-1934) filósofo y filólogo alemán y alumno de Kuno Fischer, fue un destacado estudioso de Spinoza. Co-fundador de la Societas Spinozana y co-fundador y editor de las Chronicon Spinozanum. Fue editor de Spinoza Opera en cuatro volúmenes en 1925 y además un profundo estudioso del barroco. Una de sus contribuciones más originales sobre el spinozismo fue su tesis de la relación entre Spinoza y el Barroco, expresada en el texto: Rembrandt y Spinoza.