Grafiti en la calle Saint-Hilaire en Ruan (Francia). FRÉDÉRIC BISSON
En principio parece que un libertario no debe votar en una democracia representativa. En dicha democracia los partidos políticos son sus columnas y los votantes los que las sostienen. Y no hay Sansón que ayude a derribar a aquellas o a convencer a estos.
Por otro lado, si para un libertario el voto es un acto vacío que perpetúa aquello contra lo que se lucha, lo puede utilizar como elemento de distorsión y sin ningún respeto. Puede hasta votar por molestar. En el primer caso se trata de un no votar lógico. En el segundo, de un voto coyuntural o que se usa para fastidiar.
Las circunstancias dirán si es más adecuada la opción que se atiene sin más a los principios o la que vota en una concretísima circunstancia o por reírse del sistema. Hay argumentos a favor de las dos posturas, aunque yo me inclino por la primera. La coherencia es preferible a la incoherencia y, además, quien vota, diga lo que diga, colabora con el sistema.
La coherencia es preferible a la incoherencia y, además, quien vota, diga lo que diga, colabora con el sistema
Llaman más la atención los que votan dentro de la democracia existente y que, ridículamente, son considerados como ejemplares ciudadanos. Estos se visten de domingo, dicen, o les dicen, que es un día en el que se festeja la libertad y hasta se sienten ufanos por colaborar a que se mantenga la vida y la convivencia, si no en todo el planeta, sí en nuestro trozo de tierra.
Es para algunos una especie de romería, de sentirse importantes, de ser fieles a una tradición familiar o simplemente votar por votar, como quien va a un importante partido de fútbol del equipo de toda la vida. Es obvio que los individuos, y no por ignorancia culpable, no son responsables de que en una elección racional no se pueda obtener la votación más perfecta.
Existe una demostración matemática que muestra su imposibilidad. Pero sí se puede, si el acto de votar no es un puro juego, estar informado de lo que se vota y tener la suficiente libertad para optar por lo que uno desee. Es en este punto en donde aparece todo el paripé de las votaciones en general. Digamos antes de seguir que lo de la información y la libertad suena a cuento de hadas.
Sí se puede, si el acto de votar no es un puro juego, estar informado de lo que se vota y tener la suficiente libertad para optar por lo que uno desee.
Y es que se supone que el ciudadano, palabra con la que a tantos se les llena la boca, cumple los siguientes requisitos si no se limita al juego de la gallina ciega.
Supongamos que pertenece a un partido, al PSOE por ejemplo, que se autodenomina de izquierdas. Si no es un robot o una marioneta, habrá, como mínimo, echado un vistazo al programa que va a votar.
Deposita su voto y no como mero rito sino como compromiso o promesa que cumplirá lo que se esconde en la doctrina que abraza. Y los cuatro años siguientes actuará en función de aquello con lo que se ha comprometido. Sus actos cotidianos serán el reflejo de su ideología.
Volvámonos a otro partido, el PP que no hace falta que se proclame de derechas, lo lleva en la solapa. El recorrido será el mismo, solo que en sentido contrario. Se advertirá enseguida que lo que acabo de decir es ciencia ficción.
La mayor parte de los alegres votantes meten en la urna la papeleta como la podían tirar al aire y, aparte de otras cuestiones que tienen que ver con la tradición o la presión familiar o social, se inclinan por el más guapo, el más apuesto, el que mejor hable, aunque no diga nada, o el que les gusta como gusta un buen bocadillo o una tila cuando estás nervioso.
Esa es la ceremonia. Una ceremonia que parecería banal pero, en realidad, es perversa y corrompe lo que queda aún de una vieja y noble idea democrática.
El voto disimula que todos están haciendo lo mismo bajo la cínica creencia de que son muy distintos
La razón es que el voto disimula que todos están haciendo lo mismo bajo la cínica creencia de que son muy distintos. Si lo decisivo en la vida es la conducta, no lograríamos diferenciar a los que votan a uno u otro partido salvo en raras excepciones.
Su vida sociopolítica se rige por los mismos patrones. De ahí que el esquema real sea el siguiente. La habilidad de los poderosos, cada vez menos pero con más, frente a los muchos, cada vez más pero con menos, o una fuerza mágica que todo lo domina, ha partido en dos la sociedad, A y B. A cree que todo lo que dice y hace B es malo, impresentable, destructor y antidemocrático. B, por su parte, opina lo mismo de A.
Son como las dos partes de un círculo. Lo que sucede, y ahí está la trampa, es que, en el fondo y salvo algún detalle, son iguales. El sistema aplaude. Se simula la democracia eliminando la argumentación, la libertad de los individuos y con una publicidad que es el pasto de unos y de otros.
Se simula la democracia eliminando la argumentación, la libertad de los individuos y con una publicidad que es el pasto de unos y de otros
Por lo demás, las conductas, que es lo que importa, son semejantes. Y quien se salga del círculo será tachado de todo lo que realmente importa a un libertario: la diferencia respetada, la unión no forzada, la solidaridad encauzada, la autogestión en vez de la imposición.
No hay que hacerse muchas ilusiones de que esto cambie. Solo queda registrarlo y, si es posible, desenmascararlo y, cuando los dioses nos sean favorables, cambiarlo. Pero de arriba abajo, y no de lado a lado para continuar engañando.
Como en el circo, uno hace de listo y el otro de tonto. Pero el circo, bello y sabio, es una cosa y la vida política es otra. Hoy precisamente ni bella ni sabia.
Como en el circo, uno hace de listo y el otro de tonto. Pero el circo, bello y sabio, es una cosa y la vida política es otra. Hoy precisamente ni bella ni sabia.
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LA TRANSFORMACIÓN DE LA IZQUIERDA EN EL SIGLO XXI
En contraste con la situación de hace cien años, no hay actualmente cualquier margen para las ideas y proyectos políticos de izquierda (socialistas o comunistas).
El problema es que, al final del siglo XX, ocurrió una crisis fundamental de las expectativas vinculadas a los movimientos de izquierda, las ideas izquierdistas, la filosofía izquierdista y la política de izquierdas.
Esta crisis está sobre todo conectada a la desintegración de la Unión Soviética y la caída del campo socialista, así como con la pérdida de influencia y prestigio del marxismo europeo, que en un momento determinado casi se convirtió en «ideología de reserva» de Europa occidental.
LA CUARTA TEORÍA POLÍTICA, Capítulo VIII
Por Alexander Dugin
Russian Imperial Family
La filosofía izquierdista en crisis
En contraste con la situación de hace cien años, no hay actualmente cualquier margen para las ideas y proyectos políticos de izquierda (socialistas o comunistas). El problema es que, al final del siglo XX, ocurrió una crisis fundamental de las expectativas vinculadas a los movimientos de izquierda, las ideas izquierdistas, la filosofía izquierdista y la política de izquierdas.
Esta crisis está sobre todo conectada a la desintegración de la Unión Soviética y la caída del campo socialista, así como con la pérdida de influencia y prestigio del marxismo europeo, que en un momento determinado casi se convirtió en «ideología de reserva» de Europa occidental.
Por otra parte, incluso en sus mejores tiempos el proyecto izquierdista no era algo uniforme y universal. El destino de las ideas de izquierdas en la práctica política concreta de varios países demostró que, incluso desde un punto de vista puramente teórico dentro de la propia filosofía política izquierdista, existen varias tendencias fundamentales que se deberían estudiar por separado.
Desde el principio se pensó la filosofía política de izquierda como una crítica fundamental, general y sistemática del capitalismo liberal. A mediados del siglo XX surgió la crítica sistemática del proyecto de izquierda -tanto por parte de los liberales como Hayek, Popper, Aron, etc., como por parte de los neo-marxistas y marxistas freudianos.
Estas escuelas filosóficas hicieron con la ideología de izquierda lo mismo que la ideología de izquierda había hecho con el capitalismo liberal 100 o 150 años atrás.
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Tres variedades de ideologías izquierdistas
Desde la posición de la experiencia histórica actual se pueden identificar tres orientaciones fundamentales en la filosofía política de izquierda que pueden o continuar por una nueva rama del desarrollo ideológico previo o repensar el pasado y ofrecer algo radicalmente nuevo. Ellas son:
La Vieja Izquierda (en francés: vétéran gauche);
Los Nacionalistas de Izquierda; (nacional-comunistas, nacional-bolcheviques o izquierdistas nacionales);
Nueva Izquierda (neo-izquierdistas, postmodernos).
Las dos primeras tendencias existen desde finales del siglo XIX y hasta cierto punto están presentes en el mundo actual. La tercera orientación apareció en los años 1950 y 1960 y se desarrolló a partir de la crítica a los Viejos Izquierdistas que apareció poco a poco en el curso de la postmodernidad e influyó en gran medida en la estética, en la estilística y en la filosofía de la sociedad occidental moderna.
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La vieja izquierda hoy: Ausencia de posibilidades para los marxistas ortodoxos, perspectivas de la estrategia evolutiva y revisionismo favorable a los liberales
La vieja izquierda se divide actualmente en algunas tendencias:
Marxistas ortodoxos;
Socialdemócratas;
Post-socialdemócratas -partidarios de la tercera vía en la misma línea de Giddens;
Marxistas ortodoxos europeos.
Estos últimos (Marxistas ortodoxos europeos) existen por inercia en los países europeos y también en los Estados Unidos y en los países del Tercer Mundo y defienden las premisas fundamentales del pensamiento marxista. Con frecuencia están incorporados en los partidos comunistas y por eso profesan la ideología correspondiente.
En la mayoría de los casos estos marxistas ortodoxos, en el espíritu del eurocomunismo, suavizan la radicalidad de la doctrina de Marx, rechazando la llamada a un levantamiento revolucionario y al establecimiento de una dictadura del proletariado.
La forma más duradera del marxismo ortodoxo fue el movimiento trotskista-la Cuarta Internacional, que permaneció intacto incluso con la caída de la Unión Soviética y la desintegración del sistema soviético, una vez que se originó a partir de una dura crítica a ese sistema.
Es característico que los seguidores más ortodoxos de Marx se encuentren en países en que no han ocurrido revoluciones socialistas proletarias, aunque el propio Marx predijo que estas revoluciones ocurrirían precisamente en los países industriales más desarrollados con una economía de trabajo capitalista.
El marxismo europeo aceptó en cierto sentido el hecho de que las predicciones de Marx y Engels se realizaron no donde por la lógica deberían haber ocurrido sino, al contrario, donde se pensaba que nunca podrían realizarse, como Rusia.
Es característico que los seguidores más ortodoxos de Marx se encuentren en países en que no han ocurrido revoluciones socialistas proletarias, aunque el propio Marx predijo que estas revoluciones ocurrirían precisamente en los países industriales más desarrollados con una economía de trabajo capitalista.
El marxismo europeo aceptó en cierto sentido el hecho de que las predicciones de Marx y Engels se realizaron no donde por la lógica deberían haber ocurrido sino, al contrario, donde se pensaba que nunca podrían realizarse, como Rusia.
Rechazando la experiencia soviética como una desviación histórica, en la práctica esta tendencia de los viejos izquierdistas no cree en el éxito de las profecías marxistas, pero siguen defendiendo sus puntos de vista, más bien por fidelidad «en el sentido moral» y «a la tradición ideológica» que por tomar en serio el alzamiento revolucionario del proletariado (que, en el mundo occidental moderno ya no existe como clase, a tal grado se ha fusionado con la pequeña burguesía).
La deficiencia más importante de los marxistas ortodoxos occidentales consiste en que siguen utilizando los términos de la sociedad industrial en una época en que la Europa occidental y en especial la sociedad norteamericana se encuentran en una etapa cualitativamente nueva, la sociedad post-industrial (de información).
Casi nada se dice en el marxismo clásico acerca de esos cambios, con exclusión de las intuiciones problemáticas del joven Marx sobre «la dominación real del capital«. Esta puede sustituir «la dominación formal del capital«, característico de la era industrial, en caso de fracaso de las revoluciones socialistas. Pero estas observaciones fragmentarias normalmente no despiertan gran interés de los marxistas ortodoxos y no están en el centro de las atenciones.
Gradualmente el discurso de los marxistas ortodoxos pierde su sentido prognóstico y político. Por lo tanto, no se puede presentar sus ideas como un «proyecto«, ni siquiera como un «proyecto de izquierda«.
Al mismo tiempo sus observaciones críticas relativas al sistema capitalista, su visión ética, la solidaridad con los desafortunados y la crítica del liberalismo pueden despertar cierto interés y simpatía.
Gradualmente el discurso de los marxistas ortodoxos pierde su sentido prognóstico y político. Por lo tanto, no se puede presentar sus ideas como un «proyecto«, ni siquiera como un «proyecto de izquierda«. Al mismo tiempo sus observaciones críticas relativas al sistema capitalista, su visión ética, la solidaridad con los desafortunados y la crítica del liberalismo pueden despertar cierto interés y simpatía.
Los partidarios de esta tendencia casi siempre sospechan de las otras fuerzas anti-liberales, son cerrados al diálogo y terminan por degenerar en una secta.
Los partidarios de esta tendencia casi siempre sospechan de las otras fuerzas anti-liberales, son cerrados al diálogo y terminan por degenerar en una secta.
«La izquierda ha desaparecido. Luego se sorprenden de que Savater vote a Ayuso»
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La socialdemocracia europea
Los socialdemócratas europeos difieren ligeramente de los comunistas ortodoxos. Esta corriente política también se deriva del marxismo, pero ha optado ya en la época de Karl Kautsky por un camino evolutivo y no por el revolucionario.
Repudiando el radicalismo, esta tendencia busca construir una influencia política de izquierda -justicia social, estado del bienestar, etc.- en la política por la vía parlamentaria y por medio de los movimientos obreros organizados.
Esta versión de la vieja izquierda ha logrado resultados considerables en los países europeos, determinando en gran medida el aspecto sociopolítico de la sociedad europea, en fuerte contraste con los Estados Unidos, donde, por el contrario, prevalece indudablemente la influencia de la derecha liberal.
Actualmente el objetivo de la tendencia socialdemócrata de la vieja izquierda se reduce a algunos puntos económicos que se oponen a las tesis liberales. Los socialdemócratas son favorables al:
Impuesto progresivo sobre la renta (los liberales están por el impuesto proporcional);
La nacionalización de los grandes monopolios (los liberales defienden su privatización);
La ampliación de la responsabilidad gubernamental en el sector social;
Gratuidad de la salud y de la educación y planes de pensiones garantizados (los liberales quieren reducir la influencia del gobierno en la economía y desean medicina, educación y planes de pensiones privados).
Los socialdemócratas intentan alcanzar estas demandas a través de los mecanismos electorales parlamentarios y, en situaciones críticas, por medio de la movilización de los sindicatos y organizaciones sociales, incluyendo la realización de huelgas.
Es significativo que los socialdemócratas utilicen slogans libertarios (no confundir con liberal):
La legalización de las drogas blandas;
La protección de las minorías sexuales y étnicas y la defensa del matrimonio homosexual; civiles;
La ampliación de los derechos individuales y de las libertades;
El desarrollo de las instituciones de la sociedad civil;
Ecología;
El ablandamiento de los códigos penales (la derogación de la pena capital) y así sucesivamente.
Los socialdemócratas clásicos combinan las exigencias económicas de la izquierda (justicia social, fortalecimiento del papel del gobierno) con la ampliación de los derechos de las personas, las libertades cívicas («derechos humanos»), el desarrollo de la democracia y el internacionalismo (hoy se admite hablar de «multiculturalismo» y «globalización»).
El proyecto de los socialdemócratas dirigido hacia el futuro es la continuación de esa política de pasos concretos en la evolución sociopolítica, discutiendo con la derecha liberal acerca de economía y con los conservadores nacionales acerca de política. Con frecuencia los socialdemócratas clásicos defienden también:
El progreso;
La lucha contra los prejuicios arcaicos y religiosos;
Ciencia y cultura.
Al mismo tiempo, no hay estudios teóricos serios con respecto a las nuevas condiciones de la sociedad post-industrial y tampoco hay una crítica del marxismo clásico o una tematización del capitalismo en la nueva etapa histórica (en contraste con los postmodernistas y «la nueva izquierda»).
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Socialistas de «la tercera vía”
Otra versión de la Vieja Izquierda es una corriente de los socialdemócratas que, ante la evidente escalada de popularidad de las ideas liberales en los años 1990-2000, decidieron hacer un compromiso con el liberalismo. Los teóricos de esta orientación (en particular el inglés Anthony Giddens) la llamaron de Tercera Vía, algo entre la socialdemocracia europea clásica y el liberalismo americano (o, en términos más generales, anglosajón).
Anthony Giddens
Los defensores de la Tercera Víaproponen llegar a un compromiso entre los socialdemócratas y los demócratas liberales sobre la base de sus raíces ideológicas comunes en la Ilustración y en la aversión de ambos tanto al conservadurismo como al extremismo de izquierda. La plataforma para el compromiso se construye en términos de concesiones recíprocas en relación a los temas económicos.
Los socialdemócratas necesitan estar de acuerdo en cambiar en parte el impuesto progresivo en dirección hacia el impuesto proporcional, mientras que los liberales deben aceptar hacer concesiones en el sentido contario. En cuanto a los derechos humanos no hay muchas divergencias entre ellos, ya que ambos están de acuerdo acerca de garantizar los derechos de las minorías y en el apoyo a la multiculturalidad.
La excepción son los conservadores liberales que combinan la idea de un impuesto de alícuota única con los principios conservadores de la familia, la moral y la religión, como los republicanos y los «neocons«.
Según Giddens, el propósito del proyecto de la Tercera Vía consiste en una cooperación de los socialdemócratas y los liberales en la construcción de una sociedad europea basada en la ampliación de los derechos civiles, en la preservación de la institución de la propiedad privada, en un cambio en la capacidad del gobierno para intervenir y en la existencia de un mecanismo de redistribución de renta para cada caso concreto, con límites previamente establecidos.
La Tercera Vía consiste en una cooperación de los socialdemócratas y los liberales en la construcción de una sociedad europea basada en la ampliación de los derechos civiles, en la preservación de la institución de la propiedad privada, en un cambio en la capacidad del gobierno para intervenir y en la existencia de un mecanismo de redistribución de renta para cada caso concreto, con límites previamente establecidos.
Jeremy Corbyn
En contraste con los socialdemócratas clásicos y los comunistas europeos, los partidarios de la Tercera Vía se refieren a los Estados Unidos con simpatía e insisten en el fortalecimiento de la alianza atlántica, mientras que los izquierdistas típicos -viejos y nuevos critican duramente a los Estados Unidos y la sociedad estadounidense por su liberalismo, por la desigualdad y por el imperialismo.
Si hay renegados entre los movimientos de izquierdas son precisamente los seguidores de la Tercera Vía.
Luego vienen los antiguos trotskistas como algunos teóricos del neoconservadurismo americano y algunos europeos como el portugués José Manuel Durão Barroso, jefe de la Comisión Europea que cambiaron sus puntos de vista desde el comunismo extremo y el socialismo revolucionario para una defensa no menos radical del liberalismo, del mercado y de la desigualdad económica. El proyecto de izquierda en el caso de los socialistas de la Tercera Vía es preservar el status quo.
El proyecto de izquierda en el caso de los socialistas de la Tercera Vía es preservar el status quo
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Comunismo Nacional (paradojas conceptuales, desequilibrios ideológicos, energías subterráneas)
El nacional-izquierdismo debe ser entendido como un fenómeno totalmente único. En contraste con el marxismo ortodoxo y la socialdemocracia, esta orientación está poco estudiada y su correcta comprensión es una cuestión para el futuro. El problema es que casi nunca el nacional-izquierdismo demuestra su componente nacional, encubriendo o repudiándolo.
El problema es que casi nunca el nacional-izquierdismo demuestra su componente nacional, encubriendo o repudiándolo
En consecuencia, el estudio del discurso directo y honesto de los movimientos, partidos o de los propios regímenes nacional-comunistas, con frecuencia es muy difícil por el hecho de que las tesis que analizan estos temas están basadas sólo en parte o nada en la realidad.
Sólo encontramos el discurso nacional-izquierdista completo, abierto e intacto en la periferia de los regímenes y partidos políticos que profesan este modelo ideológico, pero negándose a admitir esto
Sólo encontramos el discurso nacional-izquierdista completo, abierto e intacto en la periferia de los regímenes y partidos políticos que profesan este modelo ideológico, pero negándose a admitir esto. Por este motivo el nacional-izquierdismo evita el estudio directo y racional, prefiriendo ocultar la mitad del fenómeno; todo lo que está vinculado a lo «nacional» debe quedar en la sombra.
Los propios nacional-comunistas se definen a sí mismos como «simplemente comunistas» y «marxistas ortodoxos» que siguen estrictamente las enseñanzas de los clásicos comunistas.
Para comprender lo que realmente significa esta discusión es suficiente establecer el siguiente criterio: las revoluciones proletarias socialistas salieron victoriosas sólo en aquellos países en que el pensamiento de Marx no era adecuado para ellas, en virtud de lo siguiente:
Su carácter agrario;
Falta o subdesarrollo de las relaciones capitalistas;
La escasez de proletarios urbanos;
Industrialización débil;
La preservación de las condiciones sociales fundamentales de las sociedades tradicionales en virtud de su pertenencia a un período anterior a la modernidad.
Esta es la paradoja fundamental del marxismo: donde se suponía que el socialismo saldría victorioso y donde todas las condiciones se reunieron para este fin, no triunfó; aunque meramente en teoría, fue allí que los partidos y tendencias marxistas ortodoxos existían y, en parte, aún se conservan.
Esta es la paradoja fundamental del marxismo: donde se suponía que el socialismo saldría victorioso y donde todas las condiciones se reunieron para este fin, no triunfó. Pero en aquellos lugares en los que, según Marx, la revolución socialista no podía de ninguna manera ganar, ha ganado triunfalmente
Pero en aquellos lugares en los que, según Marx, la revolución socialista no podía de ninguna manera ganar, ha ganado triunfalmente. Los comunistas victoriosos, incluso los bolcheviques rusos, trataron de cubrir y retocar cuidadosamente esta evidente incoherencia con el pronóstico de su maestro sin hacer un análisis cuidadoso.
Al contrario, ellos prefirieron elaborar arbitrariamente una falsa realidad de acuerdo con sus construcciones especulativas, haciendo ajustes en la sociedad, en la política y en la economía, teniendo por base criterios abstractos.
Sólo los observadores extranjeros simpatizantes o críticos notaron este carácter nacional-comunista de las revoluciones marxistas exitosas, reconociendo el elemento nacionalista como un factor determinante que proporcionó éxito y estabilidad a estas revoluciones por medio de la movilización por el marxismo de historias nacionales arcaicas como un mito escatológico nacionalmente interpretado.
El elemento nacionalista de las revoluciones marxistas exitosas fue un factor determinante, que proporcionó éxito y estabilidad a estas revoluciones, por medio de la movilización por el marxismo de historias nacionales arcaicas como un mito escatológico nacionalmente interpretado
Sorel fue uno de los primeros a percibir esto, Ustrialov un poco después.
Entre los simpatizantes que notaran eso están Savitskiy y los alemanes Niekisch, Paetel, Lauffenburg, Wolfheim, entre otros.
Por el lado de los críticos estaban Popper, Hayek, Cohn y Aron.
El nacional-comunismo predominó en la Unión Soviética, China comunista, Corea del Norte, Vietnam, Albania, Camboya y también en muchos movimientos comunistas del Tercer Mundo, desde la guerrilla de Chiapas en México y de Sendero Luminoso en Perú, hasta el Partido de los Trabajadores Kurdos y el socialismo islámico.
Elementos izquierdistas o socialistas se encuentran en el fascismo de Mussolini y en el nacionalsocialismo de Hitler, pero en estos casos eran elementos fragmentarios, no sistematizados y superficiales y, además, eran fenómenos marginales o esporádicos.
El fascismo italiano de izquierda sólo ocurrió en su temprana fase futurista y en la República Social Italiana; en Alemania hubo el nacionalsocialismo izquierdista contrario a Hitler de los hermanos Strasser y la organización subterránea anti-Hitlerdel nacional-bolchevique Schultz-Boysen, ninguno de los cuales estaba permitido por el régimen del Tercer Reich.
Aunque pueda parecer que por estas señales y por su nombre deberíamos relacionar el nacionalsocialismo en esa categoría, no hubo socialismo puro allí; solamente estatismo multiplicado por la invocación de las energías arcaicas del ethnos y de la «raza«.
Aunque pueda parecer que por estas señales y por su nombre deberíamos relacionar el nacionalsocialismo en esa categoría, no hubo socialismo puro allí; solamente estatismo multiplicado por la invocación de las energías arcaicas del ethnos y de la «raza«.
Jueces de la Alemania Nazi; la mayoría siguieron siendo jueces después de la guerra
Pero en el bolchevismo soviético, indicado en Smena Vekh -colectánea de artículos escritos por Nikolai Ustrialov– como bolchevismo nacional, muy evidentemente ambos principios están presentes: el social y el nacional, aunque en esta ocasión el «nacional» no recibió una formulación conceptual.
En la actualidad muchos movimientos políticos, por ejemplo en Latinoamérica, se inspiran en este conjunto de ideas; los regímenes políticos de Cuba, Venezuela o Bolivia –Evo Morales es el primer jefe de Estado indígena de América del Sur-, partidos políticos como el de OllantaHumala, en el Perú, y otros movimientos nacional-comunistas, ya son realidades.
O sea, tienen un sistema de gobierno que está basado en esas ideas o que en un futuro próximo puede serlo. El comunismo tiene posibilidades reales cuando las ideas de izquierdas son multiplicadas por las energías nacionales (étnicas y arcaicas) e implementado en los parámetros de las sociedades tradicionales.
El comunismo tiene posibilidades reales cuando las ideas de izquierdas son multiplicadas por las energías nacionales (étnicas y arcaicas) e implementado en los parámetros de las sociedades tradicionales
Básicamente, este es un marxismo neo-ortodoxo, una forma de nacional-marxismo sui generis, independientemente de cómo él mismo se caracterice.
Dónde están presentes todos los requisitos clásicos enumerados por Marx para la realización de las revoluciones socialistas sociedad industrial, desarrollo de la industria pesada, proletariado urbano, etcétera ellas no ocurrieron, con la excepción de la efímera República de Baviera, no están ocurriendo y probablemente nunca ocurrirán.
El significado del nacionalismo de izquierda (nacional-izquierdismo) consiste en la movilización de los fundamentos arcaicos -por lo general locales con el fin de que ellos rompan la superficie y se realicen en la creatividad sociopolítica. Aquí la teoría socialista entra en juego sirviendo como una especie de «interfaz» de esas energías que, sin ella, permanecerían un fenómeno estrictamente local.
Gracias al marxismo -sin embargo entendido e interpretado de manera distinta- estas energías nacionales reciben la posibilidad de comunicarse con otras energías, analógicas por naturaleza pero diferentes estructuralmente. Esas energías pueden ahora reclamar universalidad y amplitud planetaria, transformando el nacionalismo, calentado por la racionalidad socialista, en un proyecto mesiánico.
La grandiosa experiencia de la Unión Soviética muestra cómo puede ser importante la iniciativa nacional-comunista, que produjo durante casi un siglo un enorme dolor de cabeza para todo el sistema capitalista mundial.
La grandiosa experiencia de la Unión Soviética muestra cómo puede ser importante la iniciativa nacional-comunista, que produjo durante casi un siglo un enorme dolor de cabeza para todo el sistema capitalista mundial.
China, por su parte, está viviendo hoy un nuevo contexto, acentuando cada vez más el componente nacional de su modelo sociopolítico y demostrando que esa base, haciendo los cambios a su debido tiempo y cuidadosamente trabajada, puede seguir siendo competitiva incluso después del triunfo global del capitalismo liberal.
Las experiencias de Venezuela y Bolivia, por su parte, demuestran que los regímenes nacional-comunistas surgen incluso en nuestros días y demuestran capacidad para continuar existiendo incluso frente a una gran presión. Corea del Norte, Vietnam y Cuba todavía mantienen sus sistemas políticos de la época soviética y no han adoptado las reformas de mercado de China y tampoco renunciaron a sus posiciones al igual que la Unión Soviética.
Desde un punto de vista teórico, en el nacional-izquierdismo nos encontramos con un marxismo interpretado en el espíritu de las expectativas escatológicas arcaicas y de las mitologías nacionales profundas conectadas a la espera por el «fin de los tiempos» y el regreso de «la edad de oro« (culto cargo, milenarismo).
La tesis de justicia y de «derechos gubernamentales» sobre los cuales se construye la utopía socialista pasa a tener una significación religiosa, que despierta las energías tectónicas fundamentales del ethnos.
La tesis de justicia y de «derechos gubernamentales» sobre los cuales se construye la utopía socialista pasa a tener una significación religiosa, que despierta las energías tectónicas fundamentales del ethnos. ¿Tiene hoy el nacional-izquierdismo un proyecto para el futuro? No de manera completa. Hay muchos obstáculos:
El choque persistente de la disolución del nacional-comunismo soviético (ya en la década de 1920 los eurasianistas rusos predijeron la caída si los líderes soviéticos no reconociesen la importancia directa de los mitos nacionales y religiosos);
La falta de una conceptualización y elaboración intelectual del componente nacional en el conjunto ideológico general de los movimientos e ideologías nacional-comunistas (la mayoría de los defensores de esta orientación ideológica se reconocen a sí mismos como «simplemente marxistas» o «socialistas»);
La debilidad de la comunicación entre los círculos nacional-bolcheviques a escala global (no hay conferencias serias y a gran escala sobre este tema, no hay trabajos filosóficos y no son publicadas revistas teóricas y, cuando las publican, siguen siendo marginadas).
Sin embargo, en mi opinión el nacional-izquierdismo ciertamente puede tener un futuro global en la medida que entre muchos sectores de la humanidad las energías arcaicas, étnicas y religiosas están lejos de haberse agotado, al contrario de lo que se puede decir de los ciudadanos del Occidente moderno, iluminado y racional.
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La nueva izquierda (anti-globalismo, caminos postmodernos, laberintos de la libertad, la llegada de la post-humanidad).
Actualmente, lo que se llama «Nueva Izquierda» o «postmodernismo» se encaja en la combinación de palabras «proyecto de izquierdas«. En medio de toda la gama de ideas de izquierda en el inicio del siglo XXI, precisamente esta orientación no sólo es la más luminosa y resplandeciente, pero también la más pensada, intelectualmente ajustada y sistematizada.
En medio de toda la gama de ideas de izquierda en el inicio del siglo XXI, precisamente esta orientación no sólo es la más luminosa y resplandeciente, pero también la más pensada, intelectualmente ajustada y sistematizada
Los «nuevos izquierdistas» aparecieron en los años 1950 y 1960 en Europa en la periferia izquierdista compuesta por marxistas, trotskistas y anarquistas. Marx era condición sine qua non para ellos pero, en contraste con los «viejos izquierdistas«, ellos utilizaban activamente otras fuentes teóricas y filosóficas sin hesitación.
Por eso, el marxismo fue expandido de manera activa, sufrió frecuentes yuxtaposiciones con otras concepciones filosóficas, fue desarrollado en sí mismo, reconsiderado, sometido a la crítica. O sea, se convirtió en objeto de reflexión concentrada.
Esta relación sin restricciones de la nueva izquierda con el marxismo produjo dos resultados: por un lado el marxismo se diluyó y, por otro, fue fundamentalmente modernizado.
Los llamados «filósofos de la sospecha«, no sólo Marx sino también Freud y Nietzsche, ejercieron una gran influencia sobre la filosofía de los nuevos izquierdistas.
Por medio de Sartre, uno de los teóricos clásicos de la nueva izquierda, la profunda influencia de Martin Heidegger y el problema existencial penetraron en el movimiento izquierdista. Los teóricos más importantes del estructuralismo también tuvieron un gran impacto, de Ferdinand de Saussure a Lévi-Strauss.
En un sentido filosófico, los nuevos izquierdistas eran ellos mismos estructuralistas, aunque en la segunda mitad de la década de 1980, con el desarrollo del estructuralismo, ellos se trasladaron al «postestructuralismo«, después de exponer a la reflexión crítica sistemática sus propios puntos de vista de las décadas de 1960 y 1970. Los nuevos izquierdistas han abordado el marxismo desde una posición estructuralista.
Consideraban que la idea más importante de Marx es la concerniente a la influencia fundamental de la infraestructura (la sociedad burguesa cuidadosamente oculta por la conciencia ideológica) sobre la super-estructura
Eso es lo mismo que decir que ellos consideraban que la idea más importante de Marx es la concerniente a la influencia fundamental de la infraestructura (la sociedad burguesa cuidadosamente oculta por la conciencia ideológica) sobre la super-estructura. El análisis marxista de la ideología como «falsa conciencia» se convirtió, para los nuevos izquierdistas, en la clave para la interpretación de la sociedad, de la filosofía, del hombre y de la economía.
Pero esa misma línea de pensamiento la descubrieron en Nietzsche, que derivó toda esa gama de ideas filosóficas de la primordial «voluntad de poder» (de acuerdo con Nietzsche esta es su base fundamental) y en Freud, para quien la base estaba en los impulsos subconscientes e inconscientes arraigados en el fundamento de la sexualidad y de las estructuras habituales que se forman en la primera infancia del hombre.
A esto se añadió el modelo heideggerianodonde la base es la existencia pura, el Dasein. Todas las distintas interpretaciones de la «base» fueron agregadas por los nuevos izquierdistas en un esquema general independientemente de la tendencia filosófica concreta donde se realizó el papel de «la base» como tal en la noción de estructura.
DASEIN, el ser arrojado a la existencia, el ser que está en el mundo.
Estructura es simultáneamente las fuerzas industriales reproducidas en las relaciones de trabajo, el subconsciente, «la voluntad de poder» y el Dasein.
Estructura es simultáneamente las fuerzas industriales reproducidas en las relaciones de trabajo, el subconsciente, «la voluntad de poder» y el Dasein.
La idea básica de la Nueva Izquierda es que la sociedad burguesa es una consecuencia de la violencia de muchas facetas y de la opresión de las «superestructuras« (el sistema político de la burguesía, la conciencia ordinaria, el dominio de las élites, todo generalmente aceptado por los sistemas filosóficos, la ciencia, la sociedad, la economía de mercado y así sucesivamente) contra las «bases» y «estructuras« (entendida de manera muy amplia, incluyendo «inconsciente», «proletariado», «materialidad», «masa», la experiencia de la existencia auténtica, la libertad y la justicia).
De esta manera, los nuevos izquierdistas, a diferencia de los viejos izquierdistas, hacen un ataque sistemático y crítico a la sociedad capitalista simultáneamente desde todas las direcciones, de la política (los sucesos de mayo de 1968 en las capitales europeas) a lo cultural, filosófico, artístico, la concepción del hombre, la razón, la ciencia y la realidad.
Los nuevos izquierdistas, a diferencia de los viejos izquierdistas, hacen un ataque sistemático y crítico a la sociedad capitalista simultáneamente desde todas las direcciones, de la política (los sucesos de mayo de 1968 en las capitales europeas) a lo cultural, filosófico, artístico, la concepción del hombre, la razón, la ciencia y la realidad.
LEÓN TOLSTOI: “La esclavitud de nuestro tiempo”. 1.900 – Reeditado en castellano en 2014, con el título “Contra aquellos que nos gobiernan”.
En el curso de este enorme trabajo intelectual al cual ni los antiguos izquierdistas ni los nacional-izquierdistas han prestado la menor atención –los nuevos izquierdistas llegaron a la conclusión de que el capitalismo no es sólo el mal sociopolítico, sino una expresión fundamental de una mentira mundial con respecto al hombre, a la realidad, a la razón y a la sociedad y, en consecuencia, en la sociedad capitalista se concentra toda la historia de la alienación.
Los nuevos izquierdistas han reanimado la idea del «buen salvaje» deRousseau y proponen una sociedad ideal sin explotación, alienación, mentira, represión o exclusión, de la misma manera que los grupos arcaicos que practican la «economía de la dádiva«, como dice MarcelMauss en su libro The Gift.
El análisis de los nuevos izquierdistas mostró que en la práctica, la modernidad no sólo no implementó sus slogans de «liberación«, sino que dejó la dictadura de la alienación aún más rígida y repulsiva, aunque escondida detrás de fachadas democráticas y liberales. De esta manera fue montada la teoría de la postmodernidad.
El análisis de los nuevos izquierdistas mostró que en la práctica, la modernidad no sólo no implementó sus slogans de «liberación«, sino que dejó la dictadura de la alienación aún más rígida y repulsiva, aunque escondida detrás de fachadas democráticas y liberales
Ella fue fundada en la idea de que la visión del mundo, la ciencia, la filosofía política y las ideologías que surgieron en el amanecer de la modernidad o durante su desarrollo son interpretaciones forzadas, equivocadas, delirantes y con presuposiciones «racistas«, que bloquean incluso teóricamente la posibilidad de la «estructura» («la base«) liberarse de la «superestructura«.
Esto dio lugar a la reconsideración de la tradición filosófica de la modernidad con el desenmascaramiento de los mecanismos que se concentran en los nodos de la alienación.
Esta práctica recibe el nombre de «deconstrucción« y propone un análisis estructural cuidadoso y completo del contexto del cual una idea procede, con una desarticulación detallada de los núcleos importantes de los niveles de pathos, moralismo, figuras retóricas y distorsiones conscientes.
Foucault, en la Historia de la Locura y El Nacimiento de la Clínica, demostró que la relación contemporánea con los trastornos psicológicos y, más ampliamente, con la enfermedad en general, lleva todas las señales de racismo intelectual, apartheid y otros prejuicios totalitarios.
Esto se hace evidente en la identificación de los enfermos con los criminales y en la identidad estructural de los establecimientos penitenciales y terapéuticos, que solía ser la misma en el inicio de la modernidad.
La sociedad burguesa, a pesar de su fachada y de la mímica democrática, ha demostrado que es una sociedad totalitaria y fuertemente disciplinada.
Además, en el centro de esta dictadura liberal, los nuevos izquierdistas reconocen las nociones normativas profundas de la razón, de la ciencia, de la realidad, de la sociedad, etcétera, y no se contentan en contestar sólo uno u otro mecanismo político y económico que son simples consecuencias de los mecanismos profundos de la alienación.
En esto consiste la principal diferencia entre los nuevos izquierdistas y los viejos izquierdistas: los nuevos izquierdistas dudan de la estructura de la razón, cuestionan la base de nuestra concepción de la realidad, desenmascaran la ciencia positiva como una mistificación y una dictadura de los círculos académicos (Feyerabend, Kuhn) y critican como una abstracción totalitaria el concepto de hombre.
Los nuevos izquierdistas dudan de la estructura de la razón, cuestionan la base de nuestra concepción de la realidad, desenmascaran la ciencia positiva como una mistificación y una dictadura de los círculos académicos y critican como una abstracción totalitaria el concepto de hombre.
Ellos no creen que sea posible cambiar algo por el camino de la evolución izquierdista del sistema existente y también cuestionan la eficacia del marxismo radical, señalando que donde se creía que el marxismo iba a vencer, no venció, y, donde lo hizo, no fue el marxismo ortodoxo (ellos toman prestado de Trotsky la crítica del estalinismo y de la experiencia soviética).
Así, los nuevos izquierdistas formularon un vasto proyecto para un futuro «correcto» en el que el lugar central está ocupado por:
El rechazo de la razón (la llamada a la adopción consciente de la esquizofrenia por Deleuze y Guattari);
La renuncia del hombre como medida de todas las cosas («la muerte del hombre» de Levi, «la muerte del autor» de Barthes);
La superación de todos los tabúes sexuales (libertad para elegir su orientación, la anulación de la prohibición del incesto, la negativa a reconocer la perversión como perversión, etcétera);
La legalización de todo tipo de drogas, incluyendo las duras;
El paso a nuevas formas espontáneas y esporádicas de ser (el «rizoma» de Deleuze);
La destrucción de la sociedad estructurada y del gobierno y la creación de nuevas comunas anárquicas libres.
Félix Guattari y Gilles Deleuze
El libro Imperiode Negri y Hardt puede ser leído como un manifiesto político de esas tendencias, en el que se exponen las tesis de la Nueva Izquierda, simplificadas hasta el punto de primitivismo. Negri y Hardt llaman «Imperio» al sistema capitalista mundial y lo identifican con la globalización y el gobierno mundial estadounidense.
En su opinión, la globalización crea las condiciones para una revolución universal y planetaria de las masas que, utilizando la globalización y sus posibilidades para la comunicación y la amplia difusión del conocimientos abierto, crean una red de sabotaje mundial por el cambio del humano (que actúa como el sujeto y el objeto de la opresión, de las relaciones jerárquicas, de la explotación y de las estrategias disciplinarias) para el post-humano (mutantes, cyborgs, clones y virtualidad) y la libre elección de género, de la apariencia y de la racionalidad individual según la voluntad del individuo y por cualquier espacio de tiempo.
Antonio Negri
Negri y Hardt piensan que esto dará lugar a la liberación de la capacidad creadora de las masas y al mismo tiempo a la destrucción del poder global del «Imperio«. Este tema se repite sin cesar en películas como Matrix, The Boys Club, etcétera.
El conjunto del movimiento contra la globalización se orienta precisamente por ese proyecto de futuro. Acciones como el «Foro de São Paulo«, donde los anti-globalistas intentaron por primera vez organizar una estrategia común, demuestran que el proyecto de la Nueva Izquierda es descubrir formas de realización política concreta.
Muchas de las acciones que hacen -marchas del orgullo gay, protestas contra la globalización, «Ocupa Wall Street«, disturbios en los suburbios de inmigrantes de las ciudades europeas, rebeliones de «los autónomos» en defensa de los derechos de ocupación, amplias protestas sociales de los nuevos sindicatos (todo lo que recuerde un carnaval), el movimiento por la legalización de las drogas, acciones ecológicas y protestas, etcétera – se incluyen en esta orientación.
Es un fenómeno que, según algunos analistas, no tiene precedentes.
Por otra parte, el postmodernismo como un estilo artístico, habiéndose convertido en la corriente principal del arte occidental contemporáneo, expresa la filosofía política de la Nueva Izquierda, entrando en nuestro estilo de vida a través de cuadros, de diseños o de las películas de Tarantino y Rodríguez, desprovistos de un análisis político-filosófico preliminar, eliminando nuestra opción consciente e imponiéndose contra nuestra voluntad.
Esto va acompañado en general por la ampliación de las tecnologías de comunicación virtual, que hacen una invitación implícita a la postmodernidad y a la dispersión en fragmentos hedonistas y post-humanos.
Los mensajes de SMS y MMS, blogs de internet, blogs de vídeo, flash mobs y otras actividades habituales de la juventud contemporánea, que en esencia representan la realización de algunos aspectos del proyecto de la Nueva Izquierda, están controlados por el sistema burgués, que de buen grado se beneficia de la moda introducida por su enemigo oculto
Los mensajes de SMS y MMS, blogs de internet, blogs de vídeo, flash mobs y otras actividades habituales de la juventud contemporánea, que en esencia representan la realización de algunos aspectos del proyecto de la Nueva Izquierda, están controlados por el sistema burgués, que de buen grado se beneficia de la moda introducida por su enemigo oculto.
Los mensajes de SMS y MMS, blogs de internet, blogs de vídeo, flash mobs y otras actividades habituales de la juventud contemporánea, que en esencia representan la realización de algunos aspectos del proyecto de la Nueva Izquierda, están controlados por el sistema burgués, que de buen grado se beneficia de la moda introducida por su enemigo oculto.
Aquí debemos decir algunas palabras acerca de las relaciones de los nuevos izquierdistas y anti-globalistas con los liberales y los globalistas contemporáneos. Marx defendía la idea de que el capitalismo, a pesar de sus horrores, era más progresista que el feudalismo y la Edad Media, ya que está más cerca de la aparición del socialismo.
Por su parte, los postmodernistas contemporáneos y los nuevos izquierdistas, mientras critican duramente al «Imperio«, hasta cierto punto se solidarizan con él, una vez que, en su opinión, mientras la alienación se agrava y fortalece la dictadura planetaria, más se acerca la revolución mundial de las masas.
Los postmodernistas contemporáneos y los nuevos izquierdistas, mientras critican duramente al «Imperio«, hasta cierto punto se solidarizan con él
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Los izquierdistas en la Rusia contemporánea
En conclusión, diremos algunas palabras sobre la situación de las fuerzas de izquierda en la Rusia contemporánea. En la práctica, vemos que no tenemos «viejos izquierdistas» en el sentido pleno de la palabra, como tampoco los teníamos en la época soviética.
El grupo de disidentes soviéticos marxistas (Zinoviev, Schedovits, Medvedev) son de menor importancia, ya que no fueron capaces de iniciar ningún tipo de escuela ideológica.
Por otro lado, los nacional-comunistas, actualmente encabezados por el Partido Comunista de la Federación Rusa, tienen una gran penetración social, psicológica y política. Puesto que toda la historia soviética, marcada por la victoria del socialismo (el verdadero signo de un fundamento arcaico), es la historia inconsciente del nacional-izquierdismo, tal tendencia no es sorprendente.
En las primeras etapas de la creación del Partido Comunista de la Federación Rusa por Ziuganov -no sin mi participación-, así como de Prokhanov, que expresó su opinión en el periódico Zavtra(Mañana) al comienzo de la década de 1990 se hizo un esfuerzo para interpretar y evaluar conceptualmente la presencia del componente nacional en la visión del mundo soviético (nacional-bolchevismo).
Sin embargo, esta iniciativa fue abandonada por los dirigentes comunistas, que estaban ocupados con algunas otras cuestiones, que eran aparentemente más importantes para ellos. Sin embargo, en el plano de la retórica y de las reacciones primarias, los comunistasrusos en todos los sentidos hablan como los nacional-conservadores y a veces incluso como «monárquicos ortodoxos«.
De hecho, el ruso medio, especialmente los de mediana edad y mayores, son en gran parte nacional-izquierdistas, incluso sin ser conscientes de eso. Ellos apoyan este conjunto de ideas cada vez que tienen la oportunidad, como en el apoyo al partido Rodına «Patria» e interpretan según esas ideas muchas cosas que no tienen nada que ver con eso, como el conservadurismo social de Rusia Unida y el propio Putin.
El ruso medio, especialmente los de mediana edad y mayores, son en gran parte nacional-izquierdistas, incluso sin ser conscientes de eso
Algunos grupos marginalizados que hacen la imitación del neonazismo europeo intentan hacer una amalgama entre socialismo y nacionalismo únicamente por el nombre de su creencia (nacionalsocialismo), pero nunca fueron nacional-izquierdistas en la medida en que imitan, normalmente por una deficiencia intelectual, los aparatos del régimen de Hitler y siguen jugando a soldados mientras ven el programa Seventeen Moments of Spring, deleitándose con el uniforme negro como la ala de un cuervo del personaje Heinrich Müller, interpretado por Leonid Bronevoy.
El proyecto del Partido Nacional-Bolchevique que yo, en determinado momento, estaba preparando para transformar en un auténtico movimiento nacional-izquierdista ruso, basado en las teorías de Ustrialov, Niekisch y de los eurasianistas de izquierda, por desgracia degeneró al final de la década de 1990 en «hooliganismo«, en una organización sin sentido y, más tarde, comenzó a servir a los anaranjados poderes ultraliberales anti-rusos alimentados por Occidente.
Esto contradice totalmente las premisas fundamentales del nacional-bolchevismo, que representa, tanto en la teoría como en la práctica, la izquierda consciente, siendo así un proyecto patriótico ruso estrictamente anti-liberal y, por lo tanto, anti-occidental.
Esto contradice totalmente las premisas fundamentales del nacional-bolchevismo, que representa, tanto en la teoría como en la práctica, la izquierda consciente, siendo así un proyecto patriótico ruso estrictamente anti-liberal y, por lo tanto, anti-occidental.
La Nueva Izquierda y el postmodernismoestán prácticamente ausentes en el espectro político de Rusia: el discurso filosófico de la postmodernidad es demasiado complicado para él. Un pequeño grupo de anti-globalistas «conscientes»existe, pero es más conocido en Occidente y no tiene ninguna expresión, ni en términos organizacionales, ni en un sentido teórico.
La Nueva Izquierda y el postmodernismo están prácticamente ausentes en el espectro político de Rusia: el discurso filosófico de la postmodernidad es demasiado complicado para él
En cambio, en el arte ruso las tendencias postmodernas son bastante evidentes y sus expresiones artísticas son muchas veces impresionantes, en particular en la galería Guelman en Winzavod y también en el cine ruso. En los libros de Vladimir Sorokin y Victor Pelevin el postmodernismo está presente de una manera literaria.
Por otra parte, un producto artístico o mismo tecnológico -¡lo que es más importante!- occidental trae consigo una carga oculta de postmodernidad, ocupando el espacio cultural ruso con señales activas elaboradas en los laboratorios de creación de los nuevos izquierdistas; productos esos que son fabricados en las industrias globalizadas. Estas hacen la producción para beneficiarse a corto plazo con esto, sin atenerse para el hecho de que a largo plazo van a minar sus propias fundaciones.
Rusia desempeña aquí el papel de un consumidor inerte que no comprende el significado político e ideológico de lo que está consumiendo de forma automática, siguiendo la moda global y olvidando que cada tendencia tiene, como dicen los postmodernos, los que establecen esa tendencia con un objetivo específico.
Rusia desempeña aquí el papel de un consumidor inerte que no comprende el significado político e ideológico de lo que está consumiendo de forma automática, siguiendo la moda global y olvidando que cada tendencia tiene, como dicen los postmodernos, los que establecen esa tendencia con un objetivo específico.
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