«HITLER’S HOLLYWOOD» (Documental de Rüdiger Suchsland, 2017). Para la propaganda Nazi, el Cine era la herramienta fundamental para extender el Nacionalsocialismo

Hitler’s Hollywood

 

Hitler’s Hollywood (2017)

Cómo los estereotipos del «enemigo» y los valores de amor y odio han podido ser plantados en la mente de los espectadores

Documental de Rüdiger Suchsland

 

Hitler's Hollywood

Los Ángeles tuvo un Hitler y su lupa estaba puesta en Hollywood

El nazismo no conocía fronteras

Por Beatriz Díez

Artículo publicado el 18 de noviembre de 2017 en
 
 
El régimen de Adolf Hitler quería controlar la industria cinematográfica de Hollywood para utilizarla como máquina propagandística.

 

Es una de sus facetas menos conocidas, pero Los Ángeles fue durante un tiempo la ciudad más importante de Estados Unidos para los nazis.

Eran los comienzos de la década del 30 y el régimen de Adolf Hitler en Alemania tenía los ojos puestos en la glamurosa ciudad californiana.

La compleja trama que se desarrolló desde entonces hasta el final de la Segunda Guerra Mundial es propia de una película de espías y estrategas.

El profesor de Historia en la Universidad del Sur de California Steven Ross nos ayuda a desentrañarla.

Nido de extremistas

California se suele considerar el estado más liberal de Estados Unidos. Y por ello llama más la atención que pudiera haber sido nido de nazis y fascistas.

Pero lo era, subraya el profesor Ross, autor del libro Hitler in Los Angeles: How Jews Foiled Nazi Plots Against Hollywood and America (“Hitler en Los Ángeles: cómo los judíos desmantelaron complots nazis contra Hollywood y Estados Unidos”).

 

Simpatizantes del nazismo celebraron el cumpleaños de Adolf Hitler en la Casa Alemana en Los Ángeles en 1935. (Foto: cortesía Steven Ross)


“Los Ángeles se convirtió en punto central de nazis y fascistas”, dice Ross, y explica por qué:

Los puertos de Nueva York estaban estrechamente vigilados a comienzos de los años 30. El alcalde de la ciudad Fiorello La Guardia, que era medio italiano medio judío, se propuso no permitir que llegaran nazis a la ciudad mientras él fuera alcalde”, indica el académico.

De hecho, los nacionalistas blancos se referían despectivamente a Nueva York como “Jew York”. Los nazis decidieron entonces utilizar el puerto de Los Ángeles para introducir propaganda, dinero y órdenes secretas.

Otra razón para explicar el interés nazi por Los Ángeles era que tanto Hitler como su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, consideraban que Hollywood era la máquina propagandística más grande del mundo.

“Si querían ganarse a la opinión pública y evitar que la gente se pusiera en contra del régimen, tenían que asegurar que Hollywood no produjera ni una sola película antinazi o antiHitler”, cuenta el profesor.

“Y para garantizar esto, en 1933 mandaron a Los Ángeles al cónsul alemán Georg Gyssling, quien fue muy exitoso en su trabajo”.

Joseph Goebbels instó al cónsul alemán Georg Gyssling a que se asegurara de que ninguna película de Hollywood hablara mal del nazismo ni de Alemania. (Getty Images)


Amenaza económica e infiltración en los estudios

El cónsul Gyssling tenía como arma el artículo 15 de la ley de importación alemana que decía que, si algún país producía alguna película denigrante para Alemania, se podía prohibir su difusión en el mercado alemán.

Esta era una seria amenaza ya que el mercado alemán en aquel momento era el segundo más importante de Europa después del británico.

“Los estudios intentaron cooperar con Gyssling todo lo que pudieron porque pensaban que Hitler no iba a durar mucho en el poder”, expone Ross.

Por otro lado, miembros de grupos nazis empezaron a introducirse en los grandes estudios de cine, algo que los directivos ignoraban hasta que Leon Lewis, de quien hablaremos más adelante, se lo contó.

Conspiración para matar

Además de infiltrarse en los grandes estudios de cine, Ross sostiene que los nazis organizaron complots para matar judíos en Hollywood y el sur de California.

Las tramas más serias fueron dos: una en 1935-36 y la otra al año siguiente, en 1937”, detalla.

En la primera, la idea era colgar a 20 figuras del cine y la política en Los Ángeles. Después de colgarlos y matarlos, los iban a acribillar a balazos como muestra de su rechazo a los judíos. El propósito era desencadenar una serie de matanzas de judíos por todo el país”.

Un año más tarde”, continúa Ross, “un fascista británico ideó un plan para colgar a 24 productores, guionistas y actores famosos, entre ellos dos que no eran judíos pero eran afines: Charles Chaplin y James Cagney”.

Ambas operaciones fueron desmanteladas gracias a Leon Lewis y su grupo de ciudadanos espías, que se infiltraron en los dos grupos y lograron frenar los planes.

¿Quién era Leon Lewis?

Lewis era un judío procedente del medio oeste de Estados Unidos que estudió derecho en la Universidad de Chicago. Cuando terminó la carrera, se convirtió en secretario ejecutivo fundador de la Liga Antidifamación (ADL, por su sigla en inglés).

Era 1913 y el trabajo de Lewis consistía en monitorear situaciones de antisemitismo en todo el país.

Lewis era un hombre muy modesto y nadie se podía imaginar que terminaría convirtiéndose en cerebro de una red de espías, comenta Ross.

Lewis combatió en la Primera Guerra Mundial y a su regreso retomó el trabajo en la Liga con la intención de expandir su alcance al extranjero.

En 1921, ningún estadounidense seguía el ascenso de Hitler en Alemania más de cerca que Leon Lewis, era su trabajo”, agrega el profesor.

Años después, Lewis se trasladó a Los Ángeles para retomar su trabajo de abogado, pero cuando los nazis tuvieron su primera reunión pública en julio de 1933, sintió que era el momento de que los grupos de judíos pasaran a la acción.

Red de espías

Como exmilitar, Lewis pertenecía a la Asociación de Veteranos Discapacitados y empezó a asistir a sus reuniones. Allí reclutó a cuatro veteranos y sus esposas que aceptaron infiltrarse en grupos nazis y darle la información a él.

 

El profesor Steven Ross investigó la cuestión de la presencia nazi en Hollywood durante seis años. (Foto: Editorial)


Lewis pensó que los espías recopilarían datos, recogerían pruebas de complots nazis y les darían la información a las autoridades (policía, sheriff, FBI) para que se encargaran del asunto”, relata Ross.

Sin embargo, para su sorpresa, Lewis no recibió apoyo de las autoridades. Cuando destaparon el primer complot, Lewis acudió al jefe de policía de Los Ángeles y se lo contó.

A los dos minutos de la explicación, el jefe de policía lo detuvo y dijo: “No lo entiendes, los nazis están haciendo lo que tienen que hacer para proteger a Alemania de los judíos. El verdadero problema de Los Ángeles no son los nazis o fascistas sino los comunistas de Boyle Heights“, que era un barrio judío.

Con el alguacil le pasó lo mismo y en la oficina del FBI le dijeron que, sin órdenes del Departamento de Justicia, no tenían autoridad para investigar nada.

Por eso Lewis siguió con la operación de espionaje hasta el final de la guerra: en total estuvo involucrado desde 1933 hasta 1945.

Apoyo de los estudios

La misión de Lewis no era barata y, a principios de 1934, se dio cuenta de que se estaba quedando sin dinero. Había dejado la abogacía y le estaba pagando un pequeño estipendio a sus espías, además de los gastos.

Fue entonces cuando acudió a los directivos de los grandes estudios para pedirles respaldo financiero.

Mantuvieron una reunión secreta en marzo de 1934 en un club de Los Ángeles en la que Lewis expuso lo que estaban haciendo los nazis y cómo estaban metidos en sus estudios.

El abogado consiguió varios cientos de miles de dólares al año, en el equivalente al dinero actual, y eso le permitió continuar con su operación.

Paralelismo con el presente

Los espías que se unieron a su misión eran veteranos y sus familias.

“Lo interesante es que cuando Lewis acudió a ellos, la mayoría de los espías eran cristianos, con pocas excepciones”, recuerda Ross. “Los soldados que reclutó habían luchado por su país y creían que, si eras estadounidense, no importaba que fueras judío, irlandés, negro, católico o lo que fuera”.

Pensaban que era antiestadounidense que los nazis llegaran a este país con amenazas y dijeran qué grupos estaban bien y cuáles no”.

Para el profesor de la Universidad del Sur de California, existe cierto paralelismo entre esa reacción y lo que está pasando en la actualidad en EEUU.

Los estadounidenses de ahora se enfrentan a la misma cuestión que los de los años 30: ¿qué hacer cuando los grupos de odio salen de la clandestinidad y las autoridades gubernamentales parecen complacientes o cómplices?«

La respuesta es sencilla: cada ciudadano se tiene que mantener vigilanteSi el gobierno se va a mantener al margen y no va a hacer nada, nos corresponde a nosotros alzar la voz, actuar y proteger a otros estadounidenses”.

Para Ross, eso es lo que hizo Lewis con su grupo de espías y con su acción evitó grandes tragedias.

 

Cine de manipulación

 El Hollywood de Hitler: el Cine Alemán en la era de la propaganda 1933 – 1945

Por Emiliano Basile

Artículo publicado 14 de abril de 2018 en 
 

 

¿Qué sabe el cine que nosotros no sepamos? se pregunta el narrador de El Hollywood de Hitler: el Cine Alemán en la era de la propaganda 1933 – 1945 (Hitler’s Hollywood, 2017), en alusión a Siegfried Kracauer el autor del libro «De Caligari a Hitler» que también tuvo su versión cinematográfica. Acá no estamos en la República de Weimar sino en la época dorada del cine alemán bajo el régimen nazi. Un cine de entretenimiento plagado de fantasía con un fuerte contenido ideológico.

Joseph Goebbels, el mayor artífice de la propaganda nazi, utilizó al cine como herramienta fundamental para propagar las ideas del nacionalsocialismo. Una suerte de productor absoluto por el que pasaban todas las propuestas cinematográficas para ser aprobadas o censuradas. Este ideólogo, utilizó el mismo sistema de Hollywood: sistema de estrellas, de estudios y de géneros. Un sistema de manipulación al igual que los americanos o la Unión Soviética de Stalin, pero funcional al régimen Nazi.

El Hollywood de Hitler: el Cine Alemán en la era de la propaganda 1933 – 1945 merece ser vista. Las películas que menciona no son interesantes como las producidas por la República de Weimar, aquel período de libertad creativa y esplendor artístico anterior al nazismo. Son películas de dudoso valor artístico, que buscaban la evasión de la realidad y que el espectador proyecte fantasías, nada de realismo. Pero es justamente esos films los que no fueron vistos ni analizados hasta ahora, los que sostuvieron y propagaron los conceptos más nefastos de la Alemania de Hitler: el odio al judío, la muerte justificada por la patria, la felicidad desmedida y arbitraria, la censura a cualquier idea opositora.

Hitler sabía del poder de manipulación del cine. Crea la primera transmisión televisiva para los Juegos Olímpicos de 1936, maneja la iconografía visual de su partido con maestría. Sabe cómo producir fascinación y seducir visualmente a las masas. El cine es su herramienta perfecta.

Como todo cine clásico de la primera mitad del siglo XX, el grado de manipulación es absoluta y funcional al Estado. Sucede en el cine norteamericano y sucede aquí. Todavía hoy en día hay gente que descree de este mecanismo implícito en historias entretenidas, fantásticas pero que bajan línea para adoctrinar ciudadanos. El Hollywood de Hitler: el Cine Alemán en la era de la propaganda 1933 – 1945 es un claro ejemplo de ello. Y aunque por momentos la película se distancie de su hipótesis inicial -buscar en el cine los basamentos del nazismo- para demostrar la diversidad de la producción, los films que se corrieron de la norma y los artistas que supieron rebelarse, funciona de manera didáctica para comprender al cine de propaganda.

Todo cine clásico es un cine de propaganda. La propaganda perfecta cuando está bien hecha nos encuentra emocionados junto a personajes por los cuales en la vida real sentiríamos indiferencia. Ese es el poder del cine. Retomando como la película, la frase de Siegfried Kracauer, no sabemos qué sabe el cine pero sí, que sabía Hitler de él.

 

20º Bafici: Hitler’s Hollywood

Por Eduardo Rojas 

Artículo publicado en 
 
 
 
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El cine, y en especial el cine clásico de Hollywood, ejerció una curiosa atracción sobre los dictadores más célebres y diversos del siglo pasado: Franco, supuesto guionista del film patriótico Raza; Mussolini, creador del primer festival de cine de la historia, el de Venecia, y de los estudios de Cinecittá a la manera hollywoodense, Stalin y su supervisión personal sobre el cine soviético (y sobre todas las artes), el Mariscal Tito, espectador de cine en su palacio de gobierno todas las  noches de su vida y único jurado en el festival anual de cine yugoslavo; el hombre que eligió a Yul Brynner para que lo personificara en una película sobre la historia de su vida durante la segunda guerra.

Alguna vez habría que estudiar esta relación entre la fantasía del cine y la de los dictadores reflejada en ella. Todas las hipótesis están abiertas.

Hitler’s Hollywood aborda este tema en su caso a la vez más paradigmático y, hasta ahora, menos conocido, el del cine realizado en Alemania durante el período nazi; un fenómeno en el que se reúnen la potencia del cine alemán ya plenamente desarrollada y recuperada luego de la derrota en la Primera Guerra Mundial, con la cinefilia de Hitler y Goebbels, que excedía a la mera utilización de las películas para sus tenebrosos delirios de poder y exterminio y era tal vez su único rasgo humano rescatable. Goebbels trató casi con desesperación de crear su propio Hollywood en Alemania. Es suficientemente conocido que ofreció a Fritz Lang la dirección del futuro imperio cinematográfico y que, cuando éste le observó que era judío, Goebbels dijo:

El único que decide si alguien es judío en Alemania soy yo.

Por supuesto detrás de esta historia hay una prehistoria que arranca durante la primera posguerra con la irrupción del expresionismo, su innovación estética y, de acuerdo al célebre estudio de Siegfried Krackauer, su anticipación del horror por venir. Ya en el poder Goebbels sufre la primera deserción, Greta Garbo se va a Hollywood, el otro, el verdadero; suplirla era un imperativo de estado para el cine teutón. Desde entonces numerosas rubias suecas prueban suerte en los estudios alemanes, hasta una muy joven Ingrid Bergman, que filma en Alemania en 1938, seis años antes de triunfar en el lado opuesto del mundo y de la razón con Casablanca. Finalmente Goebbels encontró su estrella sueca Zarah Leander, algunas veces dirigido por un alemán especializado en melodramas, Dieter Sierf, que años más tarde se llamaría Douglas Sirk para mayor gloria de Hollywood.

 

 

Las películas que nos muestra Suchsland son melodramas en blanco y negro, como los de Sirk o los de Pabst, una especie de prisionero que no pudo huir a tiempo del nazismo y siguió su carrera en Alemania haciendo equilibrio entre las exigencias del régimen y sus convicciones. También comedias, en las que comienza a predominar el heimat (algo así como el elogio de la vida familiar, rural y tradicional, que sería el leitmotiv del cine alemán de posguerra), y lógicamente películas bélicas. El nombre de Gustav Grundgens, actor y director vinculado artística y sentimentalmente a la familia de Thomas Mann desde su romance con Klaus, el hijo mayor del escritor, y su posterior matrimonio con su hija Erika, domina con su imponente presencia de actor, su talento de director y la trágica vocación que lo lleva a quedarse en Alemania al servicio del régimen y en contra de sus ideas, parece una síntesis de todo lo que tiene por decir Suchsland del cine nazi. Ambiciones, grandeza, tragedia y miseria moral, nada muy distinto a lo que ocurre en cualquier cinematografía respetable, películas maestras al lado de otras menores, intrigas y vanidades, éxitos y fracasos. Todo lo mismo pero encerrado dentro del régimen que encarnó la mayor expresión del mal en la historia de la humanidad.

Hitler´s Hollywood deja abierto el espacio para todos los debates estéticos y éticos imaginables. Para muchos de nosotros es apenas una introducción. Las sorpresas que nos deparen los siguientes nos están esperando.

Hitler’s Hollywood (Alemania, 2017). Dirección: Rudiger Suchsland. Duración: 105 minutos.

 

Hitler’s Hollywood (Ficha)

Artículo publicado en
https://www.filmaffinity.com/es/film872481.html

 

Título original: Hitler’s Hollywood

Año: 2017

Duración: 1:05 min.

País: Alemania

DirecciónRüdiger Suchsland

GuionRüdiger Suchsland

Reparto: (Documentary) Hans Albers, Heinz Rühmann, Zarah Leander, Adolf Hitler, Ilse Werner, Josef Goebbels, Marianne Hoppe, Gustaf Gründgens, Hermann Göring, Leni Riefenstahl, Wilhelm Furtwängler

ProductoraLOOKS Medienproduktionen GmbH / ZDF/Arte / Friedrich-Wilhelm-Murnau-Foundation

Género: Documental | Documental sobre cine. Propaganda. Nazismo

Sinopsis: Cerca de mil películas fueron producidas en la Alemania nazi. Sólo algunas fueron abiertamente películas de propaganda y aún menos podrían ser considerados un entretenimiento inofensivo. El documental analiza estas películas, las personas detrás de ellas y cómo los estereotipos del «enemigo» y los valores de amor y odio han podido ser plantados en la mente de los espectadores. (FILMAFFINITY)

 

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