PODER PASTORAL Y NEOLIBERALISMO (A propósito de Poder y Estado en Michel Foucault), por Mónica Flores Gómez

Poder pastoral y neoliberalismo (A propósito de poder y Estado en Michel Foucault)
Por Mónica Flores Gómez *
 
El pensamiento de Michel Foucault, más allá de cualquier etiqueta o encasillamiento en alguna corriente filosófica, nos permite vislumbrar cómo antiguos métodos de autoconocimiento utilizados por los estoicos (el examen de conciencia, la confesión y la guía), fueron monopolizados por el judeo-cristianismo, desnaturalizándolos en su valor por supuesto, para convertirse en instrumentos primordiales de lo que Foucault denomina poder pastoral. La esencia de esta pastoral se encuentra incrustada en la parte medular de la ideología liberal: el control y conocimiento total e individualizado del rebaño, tanto de sus cuerpos como de su alma.
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Sumario: Introducción / Génesis y desarrollo del poder pastoral / La pastoral en el pensamiento hebreo / Sobre la diferencia entre pastor y político / La pastoral en el cristianismo / El poder pastoral en el Estado moderno / El individualismo como pieza importante de la sociedad moderna / Razón de Estado y policía / Bibliografía
 

Introducción

El poder es una constante en el pensamiento de Michel Foucault por ser algo que, quizás, no hemos comprendido bien y por ello no se han encontrado las formas adIcuadas de oponérsele. Para conocer “[…] esta cosa tan enigmática, a la vez visible e invisible, presente y oculta, investida en todas partes, que se llama poder […]”, no es suficiente la explicación de Marx ni la de Freud es necesaria, dice Foucault, abandonar el modelo jurídico de la soberanía porque éste “tiene como objetivo dar cuenta de la génesis ideal del Estado y, […], hace de la ley la manifestación fundamental del poder. […] más que preguntar a los sujetos ideales qué es lo que ellos han podido ceder de sí mismos o de sus poderes para dejarse dominar, es necesario buscar cómo las relaciones de dominio pueden constituir a los sujetos.”
 

«En esta búsqueda por comprender la multiplicidad de relaciones de poder que condicionan al individuo, que lo sujetan, Foucault nos habla de una antigua técnica de poder que tiene su origen en el judeo-cristianismo, lo que él denomina “poder pastoral»

En esta búsqueda por comprender la multiplicidad de relaciones de poder que condicionan al individuo, que lo sujetan, Foucault nos habla de una antigua técnica de poder que tiene su origen en el judeo-cristianismo, lo que él denomina “poder pastoral”.
 
Pero ¿en qué consiste este poder pastoral? ¿Cómo es que esa construcción judeocristiana sigue presente en nuestros días? ¿En qué características lo podemos identificar en el Estado moderno liberal? Michel Foucault analiza cómo la visión del pueblo hebreo sobre un Dios único y  verdadero que los guía, al igual que lo hace el buen pastor con su rebaño, por el camino de la virtud y se preocupa por el bienestar no sólo de todos sino de cada uno de los integrantes del mismo –continuada por el cristianismo-, fue introducida en el seno de la estructura del poder del Estado moderno occidental.
 
Este poder pastoral aporta elementos importantes a la fuerza del Estado que se manifiesta por un lado de manera totalizadora y por el otro individualiza. La relación entre pastoral y Estado es planteada por Michel Foucault de manera clara al menos en tres de sus trabajos: “Omnes et singulatim: hacia una crítica de la razón política”, “El sujeto y el poder” y en una clase que impartió en fecha 19 de febrero de 1975 en el Collège de France, en la cual aborda la cuestión de la anomalía y su relación con la sexualidad.
 
Pretendemos realizar el desarrollo de esta pequeña investigación en dos apartados, en el primero ubicaremos al pastoral, su génesis y desarrollo dentro del cristianismo y en el segundo, cómo se manifiesta éste en el Estado moderno actual por medio del miedo y el Gobierno no sólo de la vida (profesión, estado civil, etc.) sino de las almas de los individuos (parámetros de la locura, enfermedad y anomalía que establece el propio Estado), además de esa fina y sutil manera como el poder penetra en los cuerpos por medio de la disciplina o la ciencia.
 
Y permite la justificación de experimentos tales como la creación de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) bajo el argumento de que son en beneficio de la humanidad y por tanto deben ser consumidos.
 

 

Génesis y desarrollo del poder pastoral

La pastoral en el pensamiento hebreo
 
El poder, objeto de estudio, algo que condiciona, contra lo que se lucha, a la vez presente y oculto no se encuentra en un lugar o en una persona en específico. Para Foucault el poder no existe como algo concreto, sino que “[…] consiste en realidad en unas relaciones, un haz más o menos organizado, más o menos piramidalizado, más o menos coordinado de relaciones”.
 
«Para Foucault el poder no existe como algo concreto, sino que “[…] consiste en realidad en unas relaciones, un haz más o menos organizado, más o menos piramidalizado, más o menos coordinado de relaciones»
Así, el poder no es el Estado ni se encuentra únicamente en sus aparatos como es común pensar en nuestras sociedades occidentales debido, según Foucault, a lo poco que se conoce sobre cómo se ejerce y funciona el poder en ellas. Con esto, Foucault no pretende disminuir la importancia del Estado, sino resaltar que se debe ampliar la visión del poder para considerar “[…] todos los mecanismos y efectos de poder que no pasan directamente por el aparato de Estado, que con frecuencia lo afianzan mucho mejor, lo reconducen, le proporcionan su mayor eficacia.” La fuerza del Estado moderno, dice Foucault, proviene de una forma de poder que se gestó en el cristianismo antiguo, que utiliza a la vez técnicas de individualización y totalización: el poder pastoral. 
 
¿Por qué es importante comprender al Estado y al poder pastoral? Porque la doctrina judeo-cristiana aportó nuevas formas en las relaciones de poder que fueron incorporadas en la estructura política del Estado moderno occidental, vigentes a pesar de la crisis del liberalismo y se manifiestan en lo que ahora denominamos neoliberalismo. Si deseamos entender esta “renovada” estructura política del poder, criticarla e incluso oponerle resistencia, es necesario “[…] conocer cómo están racionalizadas las relaciones de poder. Plantearse esta cuestión es la única forma de evitar que otras instituciones, con los mismos objetivos y los mismos efectos, ocupen su lugar.”
 
Empecemos entonces por comprender qué es el poder pastoral y cómo se ha desarrollado. Aunque la metáfora del rebaño, es decir, aquella concepción de que la divinidad, el rey o el jefe son pastores que guían a un rebaño está ausente, en general, del pensamiento político de los griegos y los romanos sí la podemos encontrar en civilizaciones orientales antiguas como Egipto, Babilonia, Asiria y Judea. Sin embargo, se atribuye a los hebreos el desarrollo y propagación de esta idea con una característica singular: “Dios, y sólo Dios, es el pastor de su pueblo […] Yahvé es el solo y único verdadero pastor, él guía a su pueblo en persona, ayudado por sus profetas. ‘Tú guías a tu pueblo como a un rebaño con la mano de Moisés y Aarón’, dice el salmista.
 
«El dominio sobre los cuerpos del rebaño sea de manera conjunta o individualizada por parte del pastor y, por el otro, el abandono de la voluntad del individuo a la del pastor pues sólo él sabe lo que es bueno, esto implica a la vez un desconocimiento de sí mismo y la necesidad de que alguien lo guíe»
Este poder pastoral presenta cuatro características importantes que contrastan con el pensamiento político griego:
 
“1. El pastor ejerce el poder sobre un rebaño más que sobre un territorio. […] Dios da, o promete, una tierra a su rebaño.
2. El pastor reúne, guía y conduce a su rebaño. […] basta con que el pastor desaparezca para que el rebaño se disgregue; o dicho en otros términos, el rebaño existe gracias a la presencia inmediata y a la acción directa del pastor […].
3. El papel del pastor consiste en asegurar la salvación de su grey. […] No se trata únicamente de salvar a todos, a todos en conjunto, cuando se aproxima el peligro, sino que es más bien una cuestión de benevolencia constante, individualizada y orientada a un fin. […] constante, ya que el pastor vela por la alimentación de su rebaño; cotidianamente satisface su sed y su hambre. […] individualizada, ya que el pastor vela para que todas sus ovejas, sin excepción, sean recuperadas y salvadas.
4. […] el ejercicio del poder es un “deber”. […] la benevolencia pastoral está mucho más próxima de la “abnegación”. Todo lo que hace el pastor lo hace por el bien del rebaño. Tal es su preocupación constante. Cuando sus ovejas duermen él vela.”
 
Si observamos con atención estas características del pastoral encontramos que comienza a plantear, por un lado, el dominio sobre los cuerpos del rebaño sea de manera conjunta o individualizada por parte del pastor y, por el otro, el abandono de la voluntad del individuo a la del pastor pues sólo él sabe lo que es bueno, esto implica a la vez un desconocimiento de sí mismo y la necesidad de que alguien lo guíe.
 

Si los griegos se preocupaban del conocimiento y cuidado de sí mismos porque esto los llevaba, a su vez, a ser ciudadanos ocupados de su polis [1] , por lo que el buen legislador, después de dirimir los conflictos, puede dejar “[…] tras de sí una ciudad fuerte dotada de leyes que le permiten perpetuarse sin él.” Esto parece imposible en la pastoral hebrea puesto que, como apunta Foucault, sin el jefe o pastor el rebaño se dispersa lo que nos lleva a pensar que éste es incapaz de conducirse a sí mismo hacia lo que le es bueno.

 

La doctrina judeo-cristiana aportó nuevas formas en las relaciones de poder que fueron incorporadas en la estructura política del Estado occidental, vigentes 

 

Sobre la diferencia entre pastor y político

Es preciso hacer aquí un paréntesis para resaltar que, si bien la metáfora del rebaño está ausente, en general, del pensamiento político griego puesto que no aparece, por ejemplo, en Isócrates, en Demóstenes o en Aristóteles, sí es planteada por Platón al hablar del pastor magistrado en “el Critias, La República y Las Leyes para discutirlo a fondo en El Político.
 
Conocida es la discusión desarrollada en El Político por medio de divisiones, que fracasa en primera instancia por oponer a los hombres al resto de los animales. Esto muestra, dice Foucault, que la idea de asemejar el poder político a la relación de un pastor con su rebaño era, muy probablemente, algo bastante controvertido en la época de Platón por lo que éste no planteaba un tema común. Lo que explica a su vez que el poder pastoral no fuera una discusión presente en los textos políticos coetáneos. Ahora, ¿qué diferencia es trazada entre el político y el pastor por Platón? Michel Foucault la sintetiza de la siguiente manera:
 
Para decidir si el rey es o no una especie de pastor no es preciso analizar qué especies pueden formar un rebaño, sino más bien qué es lo que hace el pastor. ¿Qué es lo que caracteriza su tarea? En primer lugar, el pastor está solo a la cabeza del rebaño. En segundo lugar, su trabajo consiste en velar por la alimentación de sus animales; en cuidarlos cuando están enfermos; en servirse de la música para reunirlos y guiarlos; en organizar su reproducción preocupándose de obtener la mejor progenitura. Volvemos a conectar así con los temas típicos de la metáfora pastoral presentes en los textos orientales. ¿Cuál es el papel del rey en relación con todo esto? Al igual que el pastor el rey está solo a la cabeza de la ciudad, pero por lo que se refiere al resto las cosas son distintas. ¿Quién proporciona a la humanidad su alimento? ¿El rey? No, el agricultor, el panadero. ¿Quién se ocupa de los hombres cuando están enfermos? ¿El rey? No, el médico. ¿Y quién los guía mediante la música? El maestro del gimnasio y no el rey.
[…] ya Platón reconoció con claridad al médico, al agricultor y al pedagogo la calidad de pastores; rechazó en contrapartida la utilización de este término para referirse a las actividades políticas. Y lo indica explícitamente: ¿Cómo iba el político a encontrar tiempo para ir a ver a cada persona en particular, darle de comer, ofrecerle conciertos musicales y cuidarla en caso de enfermedad[?].
 
Entonces, asegura Foucault, la tarea del político no consiste ni en suplir a la Divinidad, que en los primeros tiempos fue el pastor de los hombres ni en ser a la vez médico, agricultor, maestro, etc., sino en asociar las diferentes virtudes y los temperamentos contrarios para lograr así un tejido fuerte que asegure la unión de la polis. Lo que garantizará la supervivencia de ésta cuando el político no se encuentre presente.
 
«Asegura Foucault, la tarea del político no consiste ni en suplir a la Divinidad, que en los primeros tiempos fue el pastor de los hombres ni en ser a la vez médico, agricultor, maestro, etc., sino en asociar las diferentes virtudes y los temperamentos contrarios para lograr así un tejido fuerte que asegure la unión de la polis»

Nuestro comentario al respecto es en el siguiente tenor: si bien el médico, el agricultor o el maestro pueden aspirar al título de pastores del rebaño humano, la gran diferencia entre ellos y el político, que también está destinado a cuidar de los hombres pero de diferente manera, es ser excelente mandatario y conocedor de las formas de gobierno para poder tejer las mejores relaciones sociales, es decir, ser virtuoso. 

 

 
La pastoral en el cristianismo
 
En el cristianismo el tema pastoral es continuado y, de acuerdo con Foucault, sufre cuatro transformaciones importantes:
 
a) Aquí el pastor debe dar cuenta no sólo de cada oveja, sino de las acciones buenas o malas que cometa, las que le serán también imputadas a él, estableciéndose una relación compleja donde circulan pecados y méritos. Estos  lazos afectan la vida de los individuos en general, así como sus actos en los detalles más ínfimos.
b) El vínculo con el pastor es individual e implica la sumisión personal de la oveja a la voluntad de aquel. La obediencia se convierte en una virtud y es un estado permanente donde el pastor ejerce su voluntad sobre el otro (subditi). Vemos cómo se afianza el abandono de la voluntad propia para hacer la de otro.
c) El conocimiento del estado de cada oveja se amplía en tres sentidos: 1) estar informado de las necesidades materiales del individuo y satisfacerlas oportunamente; 2) saber lo que cada uno hace en el rebaño, es decir, sus pecados públicos y 3) conocer lo que pasa dentro de la oveja, en su alma, en sus pensamientos, sus deseos secretos.
 

Con el fin de conseguir esto último, el cristianismo se apropia de dos importantes instrumentos utilizados en Grecia principalmente por los pitagóricos, los estoicos y los epicúreos, alterándolos radicalmente. Estas herramientas fueron el examen y la dirección de conciencia, que la pastoral asocia de la siguiente manera:

[…] La dirección de conciencia constituía un lazo permanente: la oveja no sólo se dejaba conducir para salir victoriosa de un paso difícil, se dejaba guiar en todo momento. Ser guiada era un estado, y se estaba fatalmente perdido fuera de él. Aquel que no se somete a consejo se marchita como una hoja muerta, dice la eterna cantinela. En cuanto al examen de conciencia, su finalidad no era cultivar la conciencia de uno mismo, sino permitir que ésta se abriese enteramente a su director, revelarle las profundidades del alma.[…] estas técnicas reflejan la aparición de un extraño fenómeno en la civilización grecorromana: la organización de un vínculo entre la obediencia total, el conocimiento de sí mismo y la confesión que se hace a otro.”
“[…] Todas estas técnicas cristianas del examen, la confesión, la dirección de conciencia y la obediencia tienen como finalidad conducir a los individuos a que contribuyan a su propia ‘mortificación’ en este mundo […] es la renuncia a este mundo y a uno mismo: una especie de muerte cotidiana […] No se trata de un sacrificio en aras de la ciudad; la mortificación cristiana es una forma de relacionarse con uno mismo. Es un elemento,  una parte integrante de la identidad cristiana.”
 
d) En este período podemos observar como la individualización va más allá de los cuerpos, Foucault pone de manifiesto la búsqueda por conocer el alma de todos y cada uno de los miembros del rebaño para poder guiarlos a su salvación. Las herramientas y el conocimiento generado por esta nueva disposición del ser tuvieron su auge y desarrollo dentro de la institución eclesiástica en los largos siglos del medioevo.
 
El desarrollo del examen, confesión y la dirección de conciencia son una muestra contundente de este cambio y de las técnicas de sometimiento que la pastoral impulsó y perfeccionó con el fin de guiar las almas, moldearlas y volverlas dóciles.
 
Pero el cristianismo había plantado ya la semilla que daría paso al cambio hacia una sociedad donde el individuo será considerado parte esencial de la misma.
 
 
Michel Foucault

 

El poder pastoral en el Estado moderno

El individualismo como pieza importante de la sociedad moderna
 
Dentro del pensamiento judeo-cristianismo comenzó a gestarse un cambio de paradigma que será fundamental en el desarrollo del liberalismo: el individualismo.[2]
 
Cabe señalar nuevamente que dentro del pastoral judeo-cristiano, que hemos venido desarrollando dentro de este trabajo, el individualismo se manifiesta fuera de lo político, cada oveja cuenta para Dios, es un individuo que renuncia a este mundo.
 
¿Cómo es que se da el cambio hacia el individuo que participa en lo social y político dejando de lado su renuncia al mundo?
 
«El desarrollo del examen, confesión y la dirección de conciencia son una muestra contundente de este cambio y de las técnicas de sometimiento que la pastoral impulsó y perfeccionó con el fin de guiar las almas, moldearlas y volverlas dóciles»
El autor colombiano Gilmar Antonio Bedin esquematiza esta transición de la siguiente manera:
 
«A nuestro entender, ese paso fue efectuado por la Iglesia y se cumplió de forma lenta (duró más o menos diecisiete siglos), y puede sintetizarse simbólicamente en tres grandes acontecimientos. 
En primer lugar tuvimos la conversión al cristianismo, a comienzos del siglo IV, del emperador Constantino[…] 
En segundo lugar tuvimos la ruptura, a comienzos del siglo VIII, del Papa León III con Bizancio y la consiguiente afirmación del poder espiritual sobre el poder terreno. Ese hecho dio a los papas, a partir de entonces, una función política y obligó a los individuos cristianos a involucrarse de manera más directa con este mundo.
En tercer lugar tuvimos, durante la primera mitad del siglo XVI, los ataques de los reformadores protestantes a la Iglesia católica. Ellos afirmaban que el individuo es autosuficiente en su relación con Dios y que, por lo tanto, no necesita intermediarios. 
Los resultados de ese movimiento religioso, pero que también fue político y económico, fueron, entre otros, el rompimiento de la unidad cristiana, el fortalecimiento del poder real y, lo que nos interesa en este momento, la inserción definitiva del individuo en el mundo.”
 
Este movimiento cristalizaría en el pensamiento político de los tres primeros grandes teóricos que lo utilizaron en forma sistemática: Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau para impulsar un nuevo modelo de sociedad: el individualista o atomista en contraposición al organicista u holista. [3]
 
Si la pastoral hebrea tenía ya el germen del abandono de la voluntad del individuo, éste se vio reforzado con la apropiación de una importante construcción del estoicismo –que a su vez tiene una gran influencia del pensamiento platónico-: el concepto de persona. Fue Epicteto el primero en definirla y la entendió como una función, por lo que comentaba:
 
Recuerda que tú no eres otra cosa que actor de un drama, el cual será breve o largo según la voluntad del poeta. Y si éste le place que representes la persona de un mendigo, trata de representarla en forma adecuada. De igual modo, si te es asignada la persona de un cojo, de un magistrado, de un hombre común. Puesto que a ti sólo te corresponde el representar bien a la persona que se te destina, cualquiera que sea: corresponde a otro el elegirla.[4]
 
Este concepto ha trascendido hasta nuestros días también es parte trascendental dentro de la construcción del liberalismo. Al respecto tenemos el siguiente comentario:
 
La persona es un actor con un destino que a él no le toca elegir, por ello, la persona no puede ser racional, puesto que la racionalidad únicamente la puede tener la inteligencia suprema, Dios, o razón providencial, por ello es importante entender que en el pensamiento liberal la racionalidad no se refiere a la persona, sino a una inteligencia diferente a nosotros, una inteligencia que está en el entorno, y que entender los designios de esa providencia y cumplir sus estipulaciones es lo importante, el destino está marcado y es preciso observar que en el pensamiento de Platón que no toda persona tiene las características para entender este nivel de conocimiento, sólo los más sabios […]
El punto a aclarar es que el destino está determinado y no se podrá cambiar, por ello, no se le puede culpar a la Providencia de determinadas penalidades que se sufran en la vida; por ello la persona es reducida a un actor, por ello, en la antigua Grecia y Roma los actores dramáticos utilizaban una máscara con una especie de bocina que aumentaba la voz con la finalidad de ser escuchados por los espectadores. En aquella época se denominaba ‘persona’ al hombre o mujer que portaba esta máscara y al papel que representaba, puesto que no tienen razón propia sino prestada.
Este mismo tipo de pensamiento lo encontramos posteriormente en San Agustín de Hipona, que […], retoma planteamientos platónicos y del estoico Cicerón […] 
[…] esta forma de pensar [también] la encontramos en los diversos pensadores del protestantismo y del liberalismo, así como en los sociólogos y economistas modernos, por ejemplo en Emilio Durkheim y su ‘División del Trabajo Social’, su continuador de pensamiento Robert King Merton en su ‘Teoría y Estructuras Sociales’ y de su alumno Talcott Parsons en ‘La Estructura de la Acción Social’, para finalizar en dos de sus alumnos Jürgen Habermas y Niklas Luhmann […]
 
El naciente individualismo de la pastoral judeo-cristiana y la concepción estoica de persona, sin duda, se entrelazaron para dar lugar al surgimiento de un ser humano ahora también con derechos y no sólo con obligaciones.
 
Un ser humano que a su vez se encuentra atravesado, moldeado y dirigido por el poder tanto en su cuerpo como también en las profundidades de su interior, eso que Michel Foucault llama el sujeto. Sujeto que será pieza importante en el surgimiento del Estado moderno liberal y, con él, de los derechos humanos.
 
«El naciente individualismo de la pastoral judeo-cristiana y la concepción estoica de persona, sin duda, se entrelazaron para dar lugar al surgimiento de un ser humano ahora también con derechos y no sólo con obligaciones»
 

Razón de Estado y policía

Hasta aquí hemos presentado las características del poder pastoral, que durante los diez siglos de la Europa medieval no tuvieron gran presencia en el plano político pero sí dentro de la institución eclesiástica. Hemos hecho un esbozo de cómo la individualización, característica importante de la pastoral, se fue desarrollando hasta tomar un lugar en la sociedad y la política, proceso en cual el movimiento de reforma y la secularización fueron elementos trascendentales. Esta ruptura trajo la modificación de la religión dentro de lo laico.
 

 

Bibliografía

Abbagnano, Nicola, Diccionario de filosofía, Ed. Fondo de Cultura Económica, 4a. ed., México 2004.
Bedin, Gilmar Antonio. Los derechos humanos y el neoliberalismo, Cooperativa editorial Magisterio, Colombia 2000.
Foucault, Michel. La vida de los hombres infames, Editorial Altamira, Argentina 1996.
– Los anormales, Fondo de Cultura Económica, México 2000.
– Microfísica del poder, Ediciones la Piqueta, Madrid, España 1980.
 -Las tecnologías del yo. Y otros textos afines, Ed. Paidós/I.C.E.-U.A.B., España 1999.
Minello Martín, Nelson. A modo de silabario. Para leer a Michel Foucault, El Colegio de México, Jornadas 127, México 1999.
Páez Díaz De León, Laura. Vertientes contemporáneas del pensamiento social francés. Ensayos y textos, FES Acatlán, UNAM, México 2000.
  

Memorable discurso de Marlon Brando en Viva Zapata

 
NOTAS: 
 
* Mtra. en Ciencias Juridicas por la UNAM, profesora investigadora por el SUA  UNAM y profesora en la licenciatura en Derecho de la FES Aragón. Miembro externo del grupo de investigación en Derechos Humanos  de la UAM-A. 
 

[1] Todo lo que involucraba la práctica del cuidado y conocimiento de sí mismo era conocido en Grecia como epimelesthai sautou: “<<el cuidado de sí>>, <<la preocupación por sí>>, <<el sentirse preocupado, inquieto por sí>> […] Cuando se pregunta cuál es el principio moral más importante en la filosofía antigua, la respuesta inmediata no es <<Cuidarse de sí mismo>> [como sucede hoy en nuestras sociedades occidentales  cristianizadas], sino el principio délfico gnothi sauton (<<Conócete a ti mismo>>) […] En los textos griegos y romanos, la exhortación al deber de conocerse a sí mismo estaba siempre asociada con el otro principio de tener que preocuparse de sí, y fue esta necesidad de sí la que provocó que la máxima délfica se pusiera en práctica [un ejemplo muy ilustrativo de dicha exhortación lo encontramos] En la Apología de Platón, Sócrates se presenta a sí mismo ante el juez como maestro de epimeleia heautou. <<No os avergonzáis por la adquisición de la riqueza y por la reputación del honor>>, les dice, pero no os preocupáis por vosotros mismos, esto es, <<por la sabiduría, la verdad y la perfección del alma>>. Por otra parte, él cuida de los ciudadanos para asegurarse de que se preocupan de sí: 1) su misión le había sido impuesta por los dioses, y no la abandonará más que con el último aliento; 2) no pide remuneración por su obra, es desinteresado, la lleva a cabo por benevolencia; 3) su misión es útil para la ciudad –más útil que la victoria militar ateniense en el Olimpo- porque al enseñar a la gente a ocuparse a sí misma de sí misma, le enseña a ocuparse de sí misma con la ciudad.” Cfr. Foucault, Michel. Las tecnologías del yo y otros textos afines, Ed. Paidós/I.C.E.- U.A.B., España 1999, pp. 50-52.

[2]  Entendemos por individualismo “toda doctrina moral o política que reconozca al individuo humano un valor predominante de finalidad respecto de las comunidades de que forma parte.” Cfr. Abbagnano, Nicola, Diccionario de filosofía, Ed. Fondo de Cultura Económica, 4ª ed., México 2004, P. 589.
 
[3] El modelo organicista u holista de sociedad se funda en la tesis de que el todo (Estado) es anterior y superior a las partes (individuos), sus primeros exponentes fueron Aristóteles y Platón, prevaleció durante toda la Edad Media. El modelo denominado individualista o atomista se fundamenta en considerar a las partes (individuos) antes que al todo (Estado). Estas breves referencias pueden ampliarse en el libro de BEDIN, Gilmar Antonio, op. cit., pp. 20-21, quien a su vez toma a Norberto Bobbio y su libro Sociedad y Estado en la filosofía política moderna, como referencia en este tema.
 
[4] Citado por Aguilar Altamirano, Jesús en La construcción del neoliberalismo jurídico: actor y sistema, p. 6, quien tomó a su vez la cita de Abbagnano, Nicola, op. cit., p. 810.
 
 
 
 
 
 

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