HÄXAN: LA BRUJERÍA A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS
EL NOMBRE DEL MALIGNO
POR PABLO LÓPEZ
http://cinedivergente.com/ensayos/especiales/666/haxan-la-brujeria-a-traves-de-los-tiempos
“Por favor, permite que me presente
Soy un hombre rico y refinado
Llevo por aquí mucho, mucho tiempo
Y he llevado más de un alma a la perdición”
Cuando Benjamin Christensen rodó Häxan en 1922 1 el diablo ya llevaba miles de años hollando la tierra. Las primeras imágenes de la película, muestran algunas de sus primeras encarnaciones conocidas, pero es seguro que hubo muchas más. La figura del diablo ha servido durante siglos para explicar tanto lo inexplicable como aquello que no queríamos asumir, nuestra propia oscuridad interna. Dicho de otra forma, Satán y todos sus otros avatares se han utilizado como la más común de las cortinas de humo, la tapadera más vulgar y a la vez elaborada para cometer los crímenes más horribles. El filme de Christensen se entrega con pasión a la noble tarea de tirar de la manta y dejar al descubierto la mentira del diablo y todas sus implicaciones. Con un estilo que resulta cercano al de un ensayo, hablando directamente al espectador mediante los abundantes intertítulos, Christensen nos ubica en un mundo, el del medievo, en el que el Maligno era real, y pone el foco en la brujería: la representación del poder infernal en la tierra.
“Estaba dando una vuelta por San Petersburgo
Cuando comprendí que era el momento de un cambio
Maté al zar y a sus ministros
Anastasia gritó en vano”
Una mujer entra en una casa de noche. Junto al hogar, una vieja remueve un caldero humeante. La mujer viene en busca de una poción de amor que desate la pasión de un clérigo orondo que solo tiene ojos para la comida. Cuando le ofrecen algo aún más potente, la mujer se marcha satisfecha. Con esta breve escena, Häxan nos muestra la percepción de la brujería durante la Edad Media. Las artes oscuras eran el camino para alcanzar todas aquellas fantasías que la época reprimía. Pero también se asociaban a todo aquello que no se podía comprender, lo que la religión había tachado como inaceptable, probablemente porque se veía incapaz de ofrecer una respuesta. Christensen lo etiqueta como “las supersticiones” y ofrece un ejemplo bastante claro: dos jóvenes médicos son sorprendidos por una mujer en el momento en que van a practicar la autopsia a un cadáver. La mujer huye aterrorizada, gritando sobre los impíos actos que van a suceder. El avance científico detenido por el temor a ofender a Dios. Y Dios, por supuesto, entra en acción.
“Observé con placer
Cómo vuestros reyes y reinas
Lucharon durante diez décadas
Por los dioses que habían creado”
Christensen dedica un largo tramo de su ensayo a mostrarnos el funcionamiento de la Inquisición. A través de la historia de una viuda que acusa a una anciana de ser la causante, brujería de por medio, de la muerte de su marido, Häxan da un paso más en su operación de desacreditación del demonio. En esta narración, una mujer sufre terribles torturas a manos de varios hombres por el simple hecho de ser vieja y mujer. Después, la propia viuda sufrirá el mismo destino por atreverse a desafiar la autoridad masculina. Su juventud y belleza le granjean la simpatía de un inquisidor novato (que, sin embargo, no prestó mayor atención a las súplicas de la anciana), pero ni siquiera eso salva a la viuda de ser defenestrada en nombre de leyes tan arbitrarias que hacen parecer la muerte y la tortura a manos de la Inquisición un simple accidente del destino. Un accidente, eso sí, con responsables detrás. Así, sin necesidad de decirlo directamente, Christensen construye la idea de que religión y superstición fueron o al menos se convirtieron en lo mismo. Si la Santa Inquisición existía para defender a la cristiandad de los ardides del maligno, entonces Satán existía para justificar la propia Inquisición e, incluso, la propia religión. No hay héroe sin villano, dicen, pero nadie asegura que no puedan ser lo mismo.
“Alce la voz para gritar
¿Quién mató a los Kennedy?
Cuando, al fin y al cabo
Fuimos tú y yo”
Después de esto, Häxan da un nuevo salto aún más sorprendente y nos lleva a los albores del siglo XX. Christensen da por finiquitada la brujería con la llegada de la ciencia moderna. Lo que antes se entendía como hechicería solo era, en muchos casos, un desorden mental que no se podía diagnosticar. De esta forma parece que el director está dispuesto a cerrar esta siniestra historia de abusos e ignorancia: la superstición derrotada por la ciencia. Una breve pieza sobre una mujer que no puede controlar sus impulsos cleptómanos y que, sin embargo, recibe un tratamiento humano y comprensivo por parte del empresario al que iba a robar, nos habla de la comprensión del ser humano en el nuevo siglo. Pero la nota se torna irónica y amarga cuando Christensen cierra la película. Un único plano de una mujer sometida a una ducha fría en una institución mental echa por tierra buena parte de lo construido en todo el segmento del siglo XX. La ciencia ha reemplazado a la religión, convirtiendo lo brutal en refinado, pero no en auténtica comprensión. Seguimos sin entender el sufrimiento de estas mujeres, dice Christensen, seguimos arrojándolas lejos, tratando de sacarles el demonio del cuerpo a garrotazos. La gran diferencia es que ahora el garrote está recubierto de terciopelo y acompañado por doctas palabras y sonrisas distantes.
“Dime, cariño, cuál es mi nombre
Dime, cielo, ¿puedes adivinarlo?
Dime, cariño, cuál es mi nombre
Lo repito una vez más, tú eres el responsable”
Conviene tener en cuenta que Häxan es una película de 1922. Tanto la ciencia como la manera en que percibimos la religión han cambiado enormemente. El concepto de histeria femenina ha desaparecido, dando paso a una comprensión razonablemente más compleja de la mente humana. Igualmente, el mundo actual ofrece cada vez más la posibilidad a las mujeres de asumir otros roles más complejos y satisfactorios que los de víctima o bruja. Sin embargo, también conviene tener en cuenta que Häxan ES UNA PELÍCULA DE 1922. El grado de modernidad que despliega Christensen en ella es tan notable que uno se ve obligado a revisar esa fecha una y otra vez para certificar lo que parece imposible. Durante un momento del fragmento de la Inquisición, el director detiene la narración y nos muestra a la anciana que interpreta a la mujer acusada de brujería. Su rostro apergaminado, lleno de surcos y arrugas, inunda la pantalla. Christensen rompe la ficción presentándola como la actriz que interpreta el papel para hablarnos de la mujer real, de cómo su rostro provoca espanto o tristeza. El impacto de esta operación traspasa las barreras del tiempo, el miedo a la decadencia es atemporal. Al obligarnos a enfrentar este rostro liberado de cualquier artificio, la película nos invita a ver a una mujer que ha sufrido décadas de sometimiento, una mujer cuyas arrugas son sencillamente la señal del tiempo y la miseria. El demonio no es responsable de ese rostro, lo somos todos. Es ahí cuando Häxan desvela el gran misterio, el nombre del maligno: tú y yo. Que la película sea capaz de mostrarlo con semejante empatía, que un film de 1922 pueda ser semejante monumento a lo mucho que ha tenido que aguantar el ser humano y en particular la mujer a lo largo de la Historia sirve también como recordatorio de algo más: debemos hacerlo mejor.
1.- La película se estrenó en Suecia y Dinamarca con considerable éxito pero fue, sin embargo, prohibida en Estados Unidos y fuertemente censurada en otros países, que consideraron que era demasiado gráfica en su representación de la tortura, la desnudez y las “perversiones sexuales”.
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Häxan: La brujería a través de los tiempos (Documental)
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Título original Häxan
Año 1922 Duración 105 min. País Dinamarca
Dirección Benjamin Christensen
Guion Benjamin Christensen
Música
Fotografía Johan Ankerstjerne (B&W)
Reparto Documentary, Elisabeth Christensen, Astrid Holm, Karen Winther, Maren Pedersen,Ella La Cour, Emmy Schönfeld, Kate Fabian, Oscar Stribolt, Benjamin Christensen
Productora Coproducción Dinamarca-Suecia; Aljosha Production Company / Svensk Filmindustri (SF)
Género Documental. Terror | Cine mudo. Brujería. Edad Media
Sinopsis Mezclando el documental y la ficción dramática, la película descubre la relación de los hombres de la Edad Media (su actitud y la proliferación de brujos y brujas) con algunas situaciones modernas de los años veinte. Un repaso al mundo del ocultismo, la magia negra y la brujería, a través de varios siglos, para dibujar un panorama que puede resultar tan fascinante como estremecedor. Película parcialmente basada en un manual alemán para inquisidores del siglo XV. (FILMAFFINITY)
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Häxan: La brujería a través de los tiempos, mecanismos de la represión 95 años después
El autor nos relata en el film: “La creencia de la gente era tan fuerte que la presencia del diablo se convirtió en algo real”. Nos hace ver como siempre hay un mal absoluto al que se achacan todas las desgracias y que sirve como justificación perfecta para las mayores atrocidades, injusticias y justificar la propia existencia de los mecanismos de represión.
Hoy en día, llámese a ese mal: brujería, judaísmo, comunismo, islamismo, cristianismo, feminismo, terrorismo o el nombre que más nos convenga, la lista es interminable, pero lo cierto es que ese miedo abstracto no deja de ser una creación artificial del poder que a fuerza de ser presentado como el mayor enemigo de nuestra sociedad, acaba por convertirse en una realidad que sirve como válvula de escape expiatoria de los verdaderos problemas e injusticias y que justifica las peores monstruosidades: la Inquisición, los campos de exterminio, las guerras, leyes injustas o cualquier otro abuso que podamos imaginar, todo ello con el aplauso y apoyo entusiasta de una gran mayoría de la población que terminará creyendo todas las mentiras y apoyándolas…
Hasta que un día esos mismos individuos se vean denunciados por brujería o descubran que tienen sangre de la religión equivocada o se les aplique alguna ley antiterrorista porque son una amenaza particular para alguien… entonces ya es demasiado tarde para parar lo que han contribuido a crear.
El Hermano Perdido de Expresionismo Alemán
Mucho antes de que los canales temáticos sobre historia pusieran de moda las mencionadas recreaciones como recurso sistemático para rodar documentales de discutible rigor y calidad de manera industrial y en cadena, Christensen sentó ya en 1922 las bases de este género con un incalificable documental de imparable fuerza exploradora que aúna prácticamente todas las técnicas de rodaje conocidas en la época, incluyendo una cuidadísima puesta en escena de elaborada iluminación y fotografía o los efectos especiales con técnicas fotográficas de todo tipo, maquillaje, maquetas, stop-motion o “romper” la cuarta pared.
Häxan es una mezcla de ficción y documental de profundo sentido didáctico que guarda profundas similitudes en forma, contenido y mensaje con dos cintas danesas mucho más conocidas, la antecesora: Las páginas del Libro de Satán (1921) de Carl Theodor Dreyer, y dos décadas más tarde, también del mismo cineasta: Días de ira (Dies irae, 1943).
Desgraciadamente esta película, pese a las similitudes, fue denostada en su época en gran parte del planeta a causa del contenido y la temática anti religiosa sin ambigüedades ya explicada, así que estuvo perdida hasta los años sesenta en que fue recuperada, estrenándose una nueva versión con narración de William S. Burroughs y banda sonora acorde al nuevo montaje.
El cine, sin lugar a dudas, fue uno de los mayores exponentes de aquella premonitoria representación auspiciada por importantes movimientos vanguardistas, entre ellos el denominado Expresionismo Alemán, donde emplearon con inteligencia recursos literarios y artísticos varios para maquillar sus críticas sociopolíticas con figuras demoníacas, monstruos y toda una serie de parábolas y alegorías que les permitiese escapar de los mecanismos de la censura.
En aquel momento, con el Expresionismo Alemán nacen algunos de las obras clásicas referentes más importantes de la historia del cine como: El Gabinete del Dr. Caligari (1920) de Robert Wiene , El Golem (1920) de Paul Wegener, Nosferatu (1922) de F. W. Murnau o la icónica distopía que ofrece Metrópolis (1927) de Fritz Lang. Sin embargo, esta película prohibida y muy poco conocida en aquella misma época, tal vez si hubiera nacido en Alemania en vez de en tierras danesas posiblemente hubiese seguido una diferente trayectoria para esta particular obra, extraña e inclasificable para su época a la que su creador y equipo dedicó tres años para poder terminar de filmar, dado el tremendo trabajo documental que implicaba, pues ofrece una vasta información sobre la brujería y los métodos de la Inquisición en la zona de Centroeuropa durante la Edad Media, así como una preocupación por el detalle en la puesta en escena o los elaborados maquillajes y efectos especiales que no tenían nada que envidiar a cualquier película de la época, lo cierto es que se considera a esta co-producción sueco-danesa una de las cintas más caras del cine realizado en aquellas tierras de todos los tiempos, con un coste aproximado de unos dos millones de coronas.
Aunque fue estrenada en 1922 con tremendo éxito en Dinamarca y Suecia, desafortunadamente el mensaje no era asumible en otros países europeos o Estados Unidos, donde el film se prohibió por ser tremendamente explícito al tratar, temas tabúes y polémicos como la superstición ligada al catolicismo o el comportamiento de la Santa Inquisición.
A pesar de que no puede ser considerada una película de terror, contiene toda una serie de elementos que la sitúan en los orígenes del género, al que contribuyó en gran medida a dar forma, inspirando a muchos otros cineastas especialmente en su vertiente iconográfica del satanismo, donde los diablos, aquelarres y brujas de Christensen son paradigmáticos.
Igualmente podemos destacar una larga serie de escenas memorables dentro del género, como la que recrea un Sabbath en el que todas las brujas besan el trasero del diablo en señal de respeto o las numerosas escenas con oscuras alusiones sexuales o descripciones de interrogatorios y torturas que recorren la película y que han sido mil veces repetidas tanto en el cine como en otros planos artísticos.
Resultan especialmente reseñables, los momentos donde “rompe” la cuarta pared, como por ejemplo, para mostrarnos un instrumento de tortura llamado “el retuerce pulgares” el cual aplica a una de sus actrices tras la “insistencia” de esta por probarlo, tras ver la escena el narrador comenta en un guiño directo al espectador:
No vamos a negarlo, para la época, la película incluye, secuencias dramatizadas que llegan a exagerar la temática para volverla por momentos morbosamente satírica y ficticia.
La representación gráfica de la tortura, la desnudez y la perversión sexual expuestas en este filme son razones por las que algunos se inclinen a nombrarla como una película de terror con cierta burla descarada a las creencias religiosas frente a quienes la defienden como un buen documental que hace uso de información rigurosa, concisa y verídica.
Con el paso de los años han surgido nuevas y a veces excéntricas calificaciones para esta película como el primer falso documental de la historia, probablemente con la intención de despreciarlo.
Este subgénero del horror comenzó a gestarse gracias a las películas baratas y sensacionalistas nacidas en Italia que hacían uso de metraje “real” llamados “Mondos” y rodados entre los años 60 y finales de los 80 mostrando información morbosa y violenta a modo de documental como ejecuciones o accidentes hasta exagerarlo y deformar el mensaje.
Estamos hablando de una cinta excepcional que posee elementos distinguibles de las vanguardias artísticas de aquel momento, tales como el tratamiento del claroscuro y los enfoques aberrantes de las películas del Expresionismo Alemán o los argumentos, donde los monstruos son claras metáforas de la maldad humana o la manipulación de la misma, esta vez referida hacia los conflictos que derivaron de la superstición y fanatismo de la sociedad, la iglesia o el uso que de ello hizo el poder para su propio beneficio.
Christensen se inspiró y documento para Häxan gracias a uno de los tratados más importante que se haya publicado acerca de la persecución de brujas: El “Malleus Maleficarum” (del latín: Martillo de las Brujas) escrito por el inquisidor Heinrich Kramer y el monje dominico alemán Jakob Sprenger, es un exhaustivo libro sobre el mundo de la brujería y su captura que tras ser publicado en Alemania en 1487 acabó difundiéndose por toda Europa influenciando los juicios contra las brujas en el continente durante los siguientes 200 años. El libro es un perfecto ejemplo de la histeria y la justificación sin sentido de la caza de brujas, que alcanzó su máxima expresión entre mediados del siglo XVI al XVII.
Los juristas y autoridades eclesiásticas de la época se remitían constantemente a la autoridad del Malleus Maleficarum como fuente indispensable para el conocimiento y tratamiento de la brujería, de hecho parece ser que los presuntos autores aseguraron en el libro que les habían sido otorgados poderes especiales para procesar brujas en Alemania.
Las primeras imágenes de la película, muestran a través de grabados algunas de sus primeras encarnaciones, donde muestra como la figura del diablo ha servido durante siglos para dar sentido tanto a lo inexplicable como a aquello que no queríamos asumir, reflejando nuestros propios miedos inconscientes.
Empleando la representación de Satán como la más común de las cortinas de humo, la tapadera más sencilla y a la vez elaborada para cometer los crímenes más horribles. Con un estilo que resulta cercano al de un ensayo, hablando directamente al espectador mediante los abundantes intertítulos, ubicándonos en el medievo, donde Lucifer es un ser real, poniendo el foco en la brujería como representación del poder infernal en la tierra y la perfecta excusa para imponer el poder.
En el segundo acto, Häxan nos muestra la percepción de la brujería durante la Edad Media: Una mujer entra en una miserable y sobrecogedora casa de noche, allí una vieja remueve un caldero humeante. La mujer viene en busca de una poción de amor que desate el deseo de un clérigo orondo que solo tiene ojos para un buen banquete. Tras ofrecer una potente pócima, la mujer se marcha satisfecha, sabedora de tener al religioso es sus manos. Así pues, en la ignorancia medieval, las artes mágicas quedan reflejadas como poco más que el camino para alcanzar todas aquellas fantasías y deseos que la época reprimía.
En resumen, en esta primera parte analiza el fenómeno de la brujería como un acontecimiento histórico en el que “Häxan” adopta una perspectiva “positivista” donde cabe presumir que la creencia en la brujería hunde sus raíces en populares creencias religiosas, míticas e irracionales, necesarias para explicar fenómenos cuando no se disponía de la ciencia moderna: las enfermedades, las desgracias, las malas cosechas, etc.
Pero sorprendentemente Christensen no está completamente comprometido con esta perspectiva. No sostiene que una creencia absurda de este tipo es superada por el paulatino desarrollo de la razón y el documental no se relame en esa autosatisfacción de la racionalidad moderna y la ciencia como solución a nuestros problemas sin más.
La anciana es detenida sin más pruebas y sufre terribles torturas a manos de varios hombres por el simple hecho de ser vieja y mujer. Atormentada, al final por la tortura, confiesa con tal de parar el dolor, incriminando a la propia viuda que entrará así en el absurdo mecanismo persecutorio de La Inquisición y sufrirá el mismo destino por atreverse a desafiar la autoridad masculina.
Su juventud y belleza en un principio, le granjean la simpatía de un inquisidor novato, pero ni siquiera eso salva a la viuda de ser torturada y ejecutada tras el suplicio en nombre de leyes tan arbitrarias y la crueldad de sus carceleros que no dudan incluso en considerar que el joven monje está siendo hechizado por la joven dama por defenderla u obligarle a confesar, so pena del sacrificio de su propio bebé.
Entre las masas ignorantes, dominadas por la superstición, el diferente se volvió peligroso: una mancha en la piel, una cojera, rebeldía de cualquier tipo, un don cualquiera les transformaba en sospechosos y podían provocar una denuncia indemostrable.
Sin la necesidad de pruebas reales, la acusación de brujería se convirtió en método para eliminar enemigos personales, personas odiadas o enemigos políticos que pudieran suponer un peligro al poder dominante.
En la paranoia general, la persona acusada estaba prácticamente perdida desde ese instante. En la cámara de tormento no había escapatoria: negar la acusación se consideraba siempre mentira en boca del diablo y acarreaba más dolor y confirmación de la acusación, si se sucumbía bajo las tortura y se confesaba, aun en falso, el guion también estaba escrito de antemano.
De esta manera, sin necesidad de decirlo claramente, Christensen construye la idea de que religión y superstición se fueron convirtiendo más o menos en lo mismo, si la Santa Inquisición existía para defender a la cristiandad de los subterfugios del maligno, entonces el Diablo existía necesariamente para justificar la propia Inquisición e, incluso, la propia religión y como camino para eliminar a quien se pronunciara en contra de su voluntad, especialmente, la voluntad femenina….
Esto nos lleva al último punto de la tesis que lanza Benjamin Christensen en su documental: aquello que la Iglesia considera “brujería” es lo que la moderna medicina llamaría hoy (en 1922) “histeria”.
Esta tesis desafortunadamente complica la perspectiva del documental, porque el concepto de la histeria, tanto antes como hoy, es en buena medida social, es decir NO EXISTE como tal.
Aunque no señala ninguna desgracia en Häxan, alude a la Gran Guerra de principios de siglo cuando justifica los actos de una mujer tildada como “histérica” y muestra en su conducta paralelismos con las víctimas acusadas de brujería por la Inquisición.
La cinta muestra pues, no tanto una época histórica ya superada por la ciencia y el conocimiento, sino los malestares todavía latentes de nuestro mundo moderno, recordándonos que todavía padecemos de ese ”mal” de la brujería en forma de histeria.
Aquí hay que destacar un particular recurso del documental: las escenificaciones de aquelarres o de procesos inquisitoriales para poder contrastarlas con pacientes modernos de histeria. Las dramatizaciones no son puramente un ejercicio de estilo, sino que se emplea como un recurso didáctico y documental.
Así Christensen da por finiquitada la brujería con la llegada de la ciencia moderna y lo que antes se entendía como hechicería solo era, en muchos casos, un desorden mental que no se podía diagnosticar. La citada escena sobre una mujer que no puede controlar sus impulsos cleptómanos y que, sin embargo, recibe un tratamiento comprensivo por parte del dueño de la tienda al que iba a robar, nos habla de la comprensión del ser humano en el nuevo siglo.
Versiones
La brujería a través de los tiempos ha sufrido diversos cortes y versiones a lo largo de su historia por las razones que ya hemos explicado, que provocó desde su prohibición directa en Estados Unidos como diversas versiones censuradas en Europa tras el lanzamiento inicial, dos décadas más tarde, curiosamente en 1941, tras la invasión de Dinamarca por parte de Alemania, en abril de 1940, la película fue relanzada en su país.
La invasión de Dinamarca se realizó sin apenas resistencia, como recompensa Alemania respetó su autonomía, lo que unido a la visión de los nazis de la religión, las injerencias y reticencias de esta frente a su política, permitió que se relanzara una edición en este país con una introducción más extensa por parte del director y los textos modificados, debido a las constantes alusiones que hay en la cinta de Alemania, entre otras razones, aunque el mensaje contra la ignorancia, la manera con la que podemos ser manipulados mientras aplaudimos el linchamiento del diferente se conservaban en esencia intactos, por lo que resulta realmente sorprendente que pasara la censura germana.
Luego llego el vacio, la película quedo perdida y en el olvido, sin ni siquiera ser estudiada en las academias cinematográficas hasta que por fortuna fue redescubierta en el año 1968, estrenándose una versión más corta de 77 minutos, rebautizada con el nombre que actualmente solemos citarla: Witchcraft Through the Ages –La brujería a través de los tiempos-.
Esta vez la película contaba con una banda sonora de Jazz vanguardista y ecléctico a cargo de Daniel Humair que incluía para su ejecución grandes músicos como Jean-Luc Ponty en el violín y Daniel Humair en la percusión. Aunque la guinda fue el nuevo narrador, el mismísimo William S. Burroughs escritor y crítico social, una de las principales figuras de la Generación Beat, movimiento de rechazo a los valores estadounidenses clásicos y a favor del uso de drogas o la libertad sexual, era el perfecto maestro de ceremonias, que ofrecía un nuevo texto más dramático y vertiginoso en esta versión recortada.
Finalmente tenemos la versión más conocida por parte de The Criterion Collection lanzada en el año 2001. Ésta ofrecía el film completamente restaurado procedente de la versión original en conjunto con la versión acortada con la narración de Burroughs y la nueva banda sonora, además de algunas notas de producción y comentarios extras.
Por suerte y de momento la película es fácilmente localizable en Internet, tanto enArchive.org como en YouTube, así que os dejamos el enlace, por si os animáis a dar una ojeada a este mundo de locura e ignorancia (esperemos que nuevas leyes de copyright en un futuro no nos “secuestren” la cinta…)
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