EL AZAR Y LA NECESIDAD
Anton Zellinger, Nobel de Física: ‘No se puede decir que las cosas existan si alguien no las mira’
El físico Anton Zellinger explica que la mecánica cuántica implica que las cosas no tienen realidad demostrable sin ser observadas
Por Luis Hara
Pijamasurf, 11 SEPT 2024
En una reciente entrevista el físico austriaco Anton Zeilinger, galardonado con el Premio Nobel, discutió la desconcertante naturaleza de la mecánica cuántica, enfocándose en el concepto del entrelazamiento cuántico. Este fenómeno, que desafía el sentido común, implica que dos partículas pueden estar correlacionadas de tal manera que la medición de una afecta instantáneamente a la otra, sin importar la distancia que las separe. Zeilinger sugiere que la realidad en el mundo cuántico es profundamente diferente a nuestra percepción cotidiana, poniendo en duda la existencia de una realidad objetiva e independiente del observador.
Anton Zeilinger es un destacado físico experimental austriaco, conocido como uno de los pioneros en la investigación de la mecánica cuántica, especialmente en el campo del entrelazamiento cuántico y la teleportación cuántica. A lo largo de su carrera, ha desafiado los límites de nuestra comprensión de la realidad cuántica, demostrando experimentalmente que las partículas pueden estar entrelazadas de una manera que contradice las nociones clásicas de espacio y tiempo.
Zeilinger usa la metáfora de los dados para explicar cómo las partículas entrelazadas parecen comportarse de manera predecible, pero no debido a una causalidad clásica, sino a un fenómeno cuántico que Einstein denominó “acción fantasmagórica a distancia.” La charla también toca la cuestión de si «Dios juega a los dados» en el universo, sugiriendo que, aunque podamos observar y medir la realidad, nuestra comprensión de su esencia es limitada. Zellinger le dijo a El País:
Nadie carece por completo de conocimientos previos. El entrelazamiento de dos partículas es como si tienes un par de dados. En un dado sale el tres y en el otro también sale el tres. Si en un dado sale el seis, en el otro también aparece el seis. Y siempre sale el mismo número en los dos dados… Creo que Dios pone los números para que creamos que juega a los dados, pero no juega a los dados. Dios dice: ahora es tres, ahora es dos, ahora es seis. Y nosotros creemos que Dios juega a los dados.
Zellinger añadió que él, como Newton, cree en Dios y que no le parece ilegítimo creer en Dios para un científico. Zellinger tocó el fascinante tema del observador en la mecánica cuántica. Ante la pregunta de sí la luna existe si alguien no la mira dijo:
Lo importante es que para demostrar que la Luna está ahí tienes que mirarla. Si no la miras, solo puedes recurrir a tu experiencia y a tu lógica para decir que está ahí. Pero, con las partículas cuánticas, tú no puedes decir que el sistema está ahí si nadie mira. Einstein preguntó: “¿De verdad crees que la Luna no está ahí cuando nadie mira?”. Y [el físico danés Niels] Bohr respondió: “¿Puedes demostrar lo contrario? ¿Puedes demostrar que la Luna está ahí cuando nadie mira?”. Y no, no puedes….Lo que se puede decir sobre la naturaleza, en principio, también define lo que puede existir. Así que nada puede existir sin la posibilidad de decir algo sobre ello
En la mecánica cuántica, el concepto del observador es crucial y profundamente contraintuitivo. A diferencia de la física clásica, donde se asume que la realidad existe independientemente de quien la observe, en el mundo cuántico, el acto de observación afecta directamente al estado de las partículas. Esto se ejemplifica en el famoso experimento de la doble rendija, donde la observación de partículas como electrones altera su comportamiento, cambiando de un patrón de interferencia, característico de ondas, a un patrón de partículas, como si «supieran» que están siendo observadas. Este fenómeno sugiere que la realidad cuántica no es fija, sino que se moldea en función de la interacción con el observador, lo que ha llevado a debates filosóficos sobre la naturaleza misma de la realidad.
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“Dígame por favor, si usted ha visto o leído a algunos filósofos que hayan sostenido la opinión de que el mundo fue hecho por azar… No sé que tal cosa haya venido jamás a la mente de nadie”.
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EL AZAR Y LA NECESIDAD
Baruch Spinoza
Cuán difícil es que dos personas, que siguen principios distintos, puedan estar de acuerdo en una materia que depende de muchas otras, aunque ningún razonamiento lo demostrara, bastaría la siguiente pregunta para aclararlo:
Dígame, por favor, si usted ha visto o leído a algunos filósofos que hayan sostenido la opinión de que el mundo fue hecho por azar… No sé que tal cosa haya venido jamás a la mente de nadie.
AZAR, NECESIDAD Y LIBERTAD
Se me oculta igualmente con qué razones se empeña usted en persuadirme de que crea que el azar y la necesidad no son contrarios. Tan pronto caigo en la cuenta de que los tres ángulos de un triángulo son iguales a dos rectos, niego en el acto que ello suceda por azar. Igualmente, tan pronto comprendo que el calor es efecto necesario del fuego, también niego que ocurra por azar.
Que lo necesario y lo libre sean dos contrarios no es menos absurdo y parece contradecir a la razón, pues nadie puede negar que Dios se conoce a sí mismo y todas las cosas libremente y, sin embargo, todos conceden unánimemente que Dios se conoce necesariamente.
De ahí que me da usted la impresión de que no establece diferencia alguna entre la coacción o violencia y la necesidad. Que el hombre quiere vivir, amar, etc., no es una acción violenta, pero sí necesaria; y mucho más, que Dios quiere existir, conocer y actuar.
Si, aparte de lo dicho, piensa usted que la indiferencia no es más que ignorancia o duda, y que la voluntad siempre constante y en todo determinada es una virtud y una propiedad necesaria del entendimiento, comprenderá que mis palabras están totalmente acordes con la verdad.
DIOS ES INIMAGINABLE, PERO INTELIGIBLE
A su pregunta, de si acaso tengo de Dios una idea tan clara como del triángulo, le respondo afirmativamente; pero, si me pregunta si tengo de Dios una imagen tan clara como del triángulo, le contestaré negativamente: pues no podemos imaginar a Dios, pero sí entenderlo.
A su pregunta, de si acaso tengo de Dios una idea tan clara como del triángulo, le respondo afirmativamente; pero, si me pregunta si tengo de Dios una imagen tan clara como del triángulo, le contestaré negativamente: pues no podemos imaginar a Dios, pero sí entenderlo.
Señalaré además, que yo no digo que conozco totalmente a Dios, sino que entiendo algunos atributos suyos, pero no todos ni la mayor parte, y es cierto que el ignorar la mayor parte no impide conocer algunos de ellos. Cuando estaba aprendiendo los elementos de Euclides, entendí primero que los tres ángulos del triángulo son iguales a dos rectos y percibí claramente esta propiedad del triángulo, aun cuando ignoraba otras muchas.
EL ESPIRITUALISMO DE SÓCRATES, PLATÓN Y ARISTÓTELES DA CRÉDITO A LOS CUENTOS DE VIEJAS
En cuanto a los espectros y duendes, aún no ha llegado a mis oídos ninguna propiedad inteligible suya, pero sí fantasías que nadie puede comprender. Y que la imaginación no halla dificultad en ello, como tampoco en otras cosas imposibles.
La autoridad de Platón, de Aristóteles y de Sócrates no vale mucho para mí. Me hubiera admirado que usted hubiera aducido a Epicuro, Demócrito, Lucrecio o a alguno de los atomistas y defensores de los átomos. Pues no es de extrañar que aquellos que han inventado las cualidades ocultas, las especies intencionales, las formas sustanciales y otras mil tonterías, hayan discurrido los espectros y duendes, y que hayan creído a las viejezuelas, con lo que aumentaron la autoridad de Demócrito, cuya buena fama envidiaron tanto que llegaron a quemar todos los libros que él había editado con tanto encomio.
Si usted pretende servirse de la creencia en ellos, ¿qué razones tiene usted para negar los milagros de la Virgen divina y de todos los santos, que han sido referidos por tantos filósofos, teólogos e historiadores celebérrimos, de los cuales puedo citar un ciento, mientras que de aquellos apenas uno?
Finalmente, distinguido señor, me he extendido más de lo que yo quería y no quiero causarle más molestias con estas cosas que (lo sé) usted no admitirá, puesto que sigue principios muy diferentes de los míos.
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SPINOZA, Carta 56, año 1674, a Hugo Boxel, personaje mal conocido que llegó a ocupar importantes cargos políticos en Holanda con Jan de Witt. Filosofía Digital, 2006
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