De la crónica de las primeras edades de los griegos: CUARTA PARTE
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LA CRONOLOGÍA DE LOS REINOS ANTIGUOS, ENMENDADA
Por Isaac Newton
Capítulo I: De la crónica de las primeras edades de los griegos
CUARTA PARTE
Traducción de María José Carrasco García
Las cuatro primeras Edades sucedieron al diluvio de Deucalión y algunos nos cuentan que Deucalión era hijo de Prometeo, el hijo de Jápeto y hermano de Atlas; pero este era otro Deucalión, ya que Jápeto, el padre de Prometeo, Epimeteo y Atlas, era egipcio, hermano de Osiris, y floreció dos generaciones después del diluvio de Deucalión.
Pues bien, ya he llevado la cronología de los griegos tan al principio como para llegar al primer uso de las letras, la primera labranza y siembra de trigo, la primera fabricación de cobre y hierro, el comienzo de los oficios de herreros, carpinteros, ensambladores, torneros, ladrilleros, canteros y alfareros en Europa; del primer amurallamiento de las ciudades, de la primera construcción de Templos y al origen de los oráculos en Grecia; al comienzo de la navegación siguiendo las estrellas en largas naves con velas, a la fundación del consejo anfictiónico, a las primeras edades de Grecia, llamadas “de Oro”, “de Plata”, “de Bronce” y “de Hierro”, y al diluvio de Deucalión que las precedió justo antes. Pues bien, esas edades no pudieron ser anteriores a la invención y uso de los cuatro metales en Grecia, pues de ellas proceden sus nombres; y el diluvio de Ogiges no pudo ser más de dos o tres edades anteriores a la de Deucalión, pues entre tanta gente errante como había entonces en Europa no se podían recordar cosas hechas antes de tres o cuatro edades precedentes al primer uso de las letras.
La expulsión de los Pastores de Egipto, que dio lugar por primera vez a la llegada de gente de Egipto a Grecia y a la construcción de casas y pueblos en Grecia, fue apenas anterior a los tiempos de Eli y Samuel; pues Manetón nos dice que cuando ellos fueron forzados a dejar Abaris y a retirarse de Egipto, atravesaron un bosque hasta llegar a Judea y construyeron Jerusalén. Yo no pienso, al igual que Manetón, que estos eran los israelitas que lideró Moisés, sino que creo que eran más bien cananeos, quienes al salir de Abaris se mezclaron con los filisteos, sus vecinos de al lado, aunque algunos de ellos le ayudaran a David y Salomón a construir Jerusalén y el templo.
A Saúl lo nombraron rey para ver si podía rescatar a Israel de las manos de los filisteos que los oprimían; y en el segundo año de su reinado, los filisteos trajeron al campo de batalla contra él “treinta mil carros de combate, seis mil jinetes y tanta gente como arena hay en el mar, tal era la multitud”.
Los cananeos traían sus caballos de Egipto y, sin embargo, en los tiempos de Moisés todos los carros de combate con los que el faraón persiguió a Israel «no eran sino 600”, Éxodo XIV,7. Por el gran ejército de los filisteos contra Saúl y el gran número de sus caballos parece que puedo deducir que los Pastores acababan de dejar Egipto y se habían unido a ellos. Puede que los Pastores fueran derrotados, conducidos fuera de la mayor parte de Egipto y confinados en Abaris por Misfragmutosis en los últimos días del reinado de Eli. Puede que algunos de ellos huyeran hacia los filisteos y le sirvieran de refuerzo a éstos contra Israel en el último año del reinado de Eli.
De entre los filisteos, puede que algunos de los Pastores fueran desde Sidón por mar hasta Asia Menor y Grecia, y puede que después, en los comienzos del reinado de Saúl, los Pastores que todavía quedaban en Egipto se vieran forzados por Tetmosis o Amosis, el hijo de Misfragmutosis, a dejar Abaris y retirarse en muy grandes números hasta donde estaban los filisteos. Puede que durante estas ocasiones, varios de ellos, como Pelasgo, Ínaco, Lélege, Cécrope y Abas, vinieran con su pueblo por mar desde Egipto hasta Sidón y Chipre, y que de ahí se fueran a Asia Menor y Grecia en los tiempos de Eli, Samuel y Saúl. Asimismo, puede que desde entonces comenzaran a abrir el comercio por mar entre Sidón y Grecia antes de la revuelta de Edom contra Judea y de la llegada final de los fenicios a Grecia desde el Mar Rojo.
Pelasgo reinó en Arcadia y era el padre de Licaón, según Perécides de Atenas; Licaón murió justo antes del diluvio de Deucalión y, por tanto, su padre Pelasgo pudo haber llegado a Grecia unas dos generaciones antes de Cadmo o en la última parte del reinado de Eli. Licaón sacrificaba niños y, por ende, su padre provendría junto con su pueblo, de los Pastores en Egipto y quizás de las regiones de Heliópolis donde sacrificaban hombres hasta que Amosis abolió esa costumbre. Misfragmutosis, el padre de Amosis condujo a los Pastores fuera de gran parte de Egipto y encerró a los que quedaban en Abaris. Entonces puede que un gran número de ellos escaparan a Grecia, algunos desde las regiones de Heliópolis bajo el mandato de Pelasgo, otros desde Menfis y otros lugares, bajo el mando de otros capitanes. Esa pudo ser la razón por la que los pelasgos fueron al principio muy numerosos en Grecia, hablaban una lengua diferente de la griega y eran los cabecillas de los que trajeron a Grecia el culto a los muertos.
Ínaco es conocido como el hijo de Océano, quizás porque llegó a Grecia por mar. Pudo haber llegado junto con su pueblo, a Argos desde Egipto en los tiempos de Eli y haberse instalado junto al río Ínaco, llamado así en honor a él y haberle dejado su territorio a sus hijos Foroneo, Egialeo y Fegeo en los tiempos de Samuel, ya que Car, el hijo de Foroneo, le construyó un templo a Ceres en Megara y, por tanto, era contemporáneo de Erecteo. Así pues, Foroneo reinó en Argos, Egialeo reinó en Sición y fundó esos reinos. Sin embargo, algunos cronólogos convierten a Egialeo en más de quinientos años más antiguo que Foroneo, pero Acusilao, Anticlides y Platón consideraban a Foroneo el rey más antiguo de Grecia y Apolodoro nos dice que Egialeo era el hermano de Foroneo.
Egialeo murió sin descendencia y tras él reinaron Europs, Telquis, Apis, Lamedón, Sición, Pólibo, Adrastro, Agamenón, etc. Sición fue el que le dio su nombre al reino. Heródoto afirma que Apis en la lengua griega es Épafo, e Higino, que Epafos, el sicionio, tuvo descendencia con Antíope. No obstante, los griegos posteriores dijeron que existían dos hombres, ambos llamados Apis y Epafos o Epopeo y entre ellos insertaron doce falsos reyes de Sición que no hicieron guerras ni nada memorable y, sin embargo, reinaron quinientos veinte años, que ascienden, uno tras otro, a más de cuarenta y tres años cada. Si se rechaza estos falsos reinos y se reúne a los dos reyes, Apis y Epopeo en uno solo, Egialeo será contemporáneo de su hermano Foroneo como debería ser, ya que Apis, o Epopeo, y Nicteo, el guardián de Lábdaco fueron asesinados en el campo de batalla sobre el décimo año del reinado de Salomón, como se ha dicho antes. Asimismo, los primeros cuatro reyes de Sición: Egialeo, Europs, Telquis y Apis, a una media de unos veinte años por reino, ascienden a unos ochenta años de reinado, y estos años contados hacia atrás desde el año décimo del reinado de Salomón, sitúan el comienzo del reinado de Egialeo en el duodécimo año de Samuel más o menos; y sobre esa época comenzó el reinado de Foroneo en Argos. Apolodoro llama a Adrastro “rey de Argos”. Sin embargo, Homero nos dice que reinó primero en Sición y que estuvo en la primera guerra contra Tebas.
Algunos sitúan a Janisco y Festo entre Pólibo y Adrastro pero sin ninguna certeza.
Puede que Lélege llegara con su pueblo a Laconia en los tiempos de Eli y que dejara sus territorios a sus hijos Miles, Eurotas, Cleson y Policaón en los tiempos de Samuel.
Miles, creó un molino de mano para moler trigo que tiene la reputación de ser el primero entre los griegos, pero floreció antes de Triptolemo y parece que traía su trigo y artífices de Egipto.
Eurotas, el hermano, o como dicen algunos, el hijo de Miles, construyó Esparta y la nombró así en honor de su hija Esparta, la esposa de Lacedemón y madre de Eurídice. Cleson era el padre de Pilas, padre de Scirón, que se casó con la hija de Pandión, hijo de Erecteo y compitió por el reino con Niso, hijo de Pandión y hermano de Egeo. Éaco se lo adjudicó a Niso.
Policaón invadió Mesenia, entonces habitada solo en los pueblecitos, le dio el nombre de Mesenia en honor de su esposa y a partir de entonces construyó ciudades allí.
Cécrope se fue desde Sais en Egipto hasta Chipre, y de allí al Ática. Puede que él hiciera esto en los tiempos de Samuel y que se casara con Agraule, la hija de Acteo y lo sucediera en Ática poco después y le dejara su reino a Cránao durante el reinado de Saúl o en los comienzos del reinado de David, pues el diluvio de Deucalión ocurrió durante el reinado de Cránao.
Más o menos de la misma edad que Pelasgo, Ínaco, Lélege y Acteo, era Ogiges; éste reinó en Beocia y uno de sus pueblos eran los léleges. O él o su hijo Eleusis construyeron la ciudad de Eleusis en Ática, es decir, construyeron unas pocas casas de barro, que con el tiempo se convirtieron en una ciudad.
Acusilao escribió que Foroneo era anterior a Ogiges y que Ogiges floreció 1.020 años antes de la primera olimpiada, como se ha dicho antes. No obstante, Acusilao era argivo y falsificó estos hechos en honor de su país. Llamar a las cosas “ogigianas” era una frase hecha entre los antiguos griegos, que quería decir que eran tan antiguas como los primeros hechos que se podían recordar. Pues bien, hasta ese punto hemos llegado nosotros retrocediendo en la cronología de los griegos.
Puede que Ínaco fuera tan antiguo como Ogiges, pero Acusilao y sus seguidores lo hicieron setecientos años más antiguo de lo que en verdad era. Además, los cronólogos, para cuadrar este cálculo, han aumentado la estirpe de los reyes de Argos y Sición, y han convertido en reyes sucesivos a varios príncipes de Argos que en realidad eran contemporáneos, e insertado muchos reyes inventados en la estirpe de los reyes de Sición.
Ínaco tuvo varios hijos que reinaron en varias partes del Peloponeso. Tres construyeron ciudades, como Foroneo, que construyó Forónico, después llamada Argos en honor de su nieto Argos; Egialeo, que construyó Egialea, después llamada Sición, en honor de Sición, el nieto de Erecteo; Fegeo, que construyó Fegea, después llamada Psofis, en honor de Psofis, la hija de Licaón, y estas eran las ciudades más antiguas del Peloponeso. Después Sísifo, el hijo de Eolo y nieto de Helén construyó Éfira, después llamada Corinto; Aetlio, el hijo de Eolo, construyó Elis, y antes de ellos Cécrope construyó Cecropia, la ciudadela de Atenas. Asimismo, Licaón construyó Licosura, considerada por algunos como la ciudad más antigua de Arcadia; sus hijos, que eran al menos veinticuatro, construyeron cada uno una ciudad, excepto el más pequeño, llamado Enotrio, que creció después de haber muerto su padre, y navegó a Italia con su pueblo y allí comenzó a construir ciudades y se convirtió en el Jano de los latinos.
Foroneo también tuvo varios hijos y nietos, que reinaron en varios lugares y construyeron nuevas ciudades, como Car, Apis, etc. Hemón, el hijo de Pelasgo reinó en Hemonia, después llamada Tesalia y construyó ciudades allí.
Esta división y subdivisión ha creado gran confusión en la historia de los primeros reinos del Peloponeso y ello ha dado ocasión a la vanagloria de los griegos como para convertir esos reinos en mucho más antiguos de lo que en realidad eran. No obstante, con todos los cálculos arriba mencionados, la primera civilización de los griegos y el enseñarles a vivir en casas y ciudades, y las ciudades más antiguas en Europa, apenas pudieron ser más de dos o tres generaciones anteriores a la llegada de Cadmo desde Sidón a Grecia y es probable que fuera ocasionada por la expulsión de los Pastores fuera de Egipto en los tiempos de Eli y Samuel, y de su huida a Grecia en números muy considerables. Sin embargo, es difícil corregir las genealogías y cronología de las edades fabulosas de los griegos y yo dejo estas cosas para que sean examinadas más adelante.
Antes de que los fenicios introdujeran la deificación de los muertos, los griegos tenían un consejo de ancianos en cada ciudad para gobierno de esta, y un lugar donde los ancianos y la gente adoraba a su dios con sacrificios. Cuando muchas de estas ciudades, para su seguridad común, se unieron bajo un Consejo común, erigieron un Pritaneo o Corte en una de las ciudades, donde el consejo y el pueblo se encontraban en ciertas ocasiones para hacerse consultas sobre su seguridad común y adorar a su dios común con sacrificios y para comprar y vender. Los griegos llamaban a las ciudades donde estos consejos se reunían “polis”, pueblo o comunidades, o corporación de ciudades. Después de mucho tiempo, cuando muchas de estas “polis“, para su seguridad común se unieron de común acuerdo bajo un Consejo común, erigieron un Pritaneo en una de las “polis“, para que el Consejo común y el pueblo se reunieran para consultarse y rendir culto en él, y para comprar y vender y hacer banquetes. Después amurallaron este por razones de seguridad y lo llamaron “την πολιν”, la ciudad. Yo creo que este ha sido el origen de las aldeas, pueblos, ciudades, consejos comunes, templos vestales, banquetes y ferias en Europa. El Pritaneo ”πυρος ταμειον”, era una corte con un lugar de culto en donde se mantenía un fuego perpetuo encima de un altar para el sacrificio. De la palabra ‛Εστια, fuego, derivó el nombre Vesta, que con el tiempo la gente convirtió en una diosa y así se convirtieron en adoradores del fuego como los antiguos persas. Cuando estos Consejos le declararon la guerra a sus vecinos, tenían un comandante general que dirigía sus ejércitos y éste se convirtió en su rey.
Así Tucídides nos dice que “bajo el mandato de Cécrope y de los antiguos reyes hasta Teseo, el Ática fue siempre habitada ciudad por ciudad, cada una con Magistrados y Pritanes. Ninguna consultaba al rey cuando no había miedo por algún peligro, sino que cada una por separado administraba sus propios bienes y tenía su propio Consejo e incluso algunas veces luchaban en guerras, como los eleusinios al mando de Eumolpo hicieron contra Erecteo, pero cuando Teseo, un hombre prudente y poderoso, consiguió el reino, abolió las Cortes y a los magistrados de otras ciudades y los hizo reunirse a todos en un Concejo y Pritaneo en Atenas.”
Polemón, tal como lo cita Estrabón, nos dice que “en este cuerpo del Ática, había 170 polis, una de las cuales era Eleusis” y Filocoro nos relata que “cuando Ática estaba plagada de pueblos carios y boecios por tierra y por mar; Cécrope, el primero de todos los hombres, redujo toda esta multitud, es decir 170 ciudades, a doce ciudades grandes, cuyos nombres eran Cecropia, Tetrápolis, Epacria, Decelia, Eleusis, Afidna, Tóricos, Braurón, Citero, Esfeto,Cefisia y Falero; y que Teseo reunió a todas esas grandes ciudades en una , que era Atenas”.
El origen del reino de los argivos, es muy posterior pero ocurrió de la misma forma, pues Pausanias nos dice que “Foroneo, el hijo de Ínaco fue el primero que reunió en una comunidad a los argivos, quienes habían estado esparcidos hasta entonces y habían vivido separados por todos sitios. El lugar donde se juntaron por primera vez se llamaba Forónico, la ciudad de Foroneo”.
Estrabón observa que “Homero llama a todos los lugares que enumera en el Peloponeso, con la excepción de unos pocos, no “ciudades” sino “regiones”, porque cada uno de ellas consistía en una unión de muchas Polis, pueblos libres, de los cuales se construyeron luego ciudades nobles que fueron muy frecuentadas. Así los argivos, formaron Mantinea en Arcadia con cinco pueblos, y Tegea, con nueve, y con otros tantos, Cleómbroto o Cleónimo construyó Herea. Así también Egio fue construida reuniendo siete u ocho pueblos, Patras, reuniendo siete, y Dime, reuniendo ocho. De igual forma, Elis se erigió mediante la confluencia de muchos pueblos hasta formar una gran ciudad.”
Pausanias nos dice que los arcadios consideraban a Pelasgo el primer hombre, que este fue el primer rey y que “enseñó a la gente ignorante a construir casas para defenderse del calor y el frío y la lluvia, a hacerse vestiduras con pieles de animales, y a que en vez de hierbas y raíces, que algunas veces eran nocivas, comieran el fruto del haya”. Además añade que su hijo Licaón construyó la ciudad más antigua en toda Grecia. Pausanias también nos dice que en los tiempos de Lélege, los espartanos vivían en pueblos separados. Los griegos, por tanto, comenzaron a construir casas y pueblos en tiempos de Pelasgo, el padre de Licaón, y en tiempos de Lélege, el padre de Miles. En consecuencia, esto fue unas dos o tres generaciones antes del diluvio de Deucalión y la llegada de Cadmo.
Hasta entonces vivían en bosques y cuevas en la tierra. Las primeras casas eran de barro, hasta que los hermanos Euríalo y Hiperbio los enseñaron a endurecer el barro para hacer ladrillos y a construir con ellos. En los tiempos de Ogiges, Pelasgo, Ezeo, Ínaco y Lélege, comenzaron a construir casas y pueblos con barro siguiendo las enseñanzas de Doxio, el hijo de Coelus, y en los tiempos de Licaón, Foroneo, Egialeo, Fegeo, Eurotas, Miles, Policaón, Cécrope y sus hijos, a reunir a pueblos para formar Polis, y a Polis, para formar grandes ciudades.
Cuando Enotrio, el hijo de Licaón llevó una colonia hasta Italia, “encontró ese país en su mayor parte deshabitado y que donde estaba habitado, había mucha escasez de población. Conquistó una parte de él y construyó pueblos en las montañas, pequeños y numerosos”, como se ha indicado antes. Estos pueblos no estaban amurallados, pero después de que esta colonia se hiciera numerosa y comenzara a querer expandirse “expulsaron a los sículos, rodearon muchas ciudades con muros y tomaron posesión de todo el territorio entre los ríos Liris y Tibre”. Se comprende que esas ciudades tenían sus Consejos y Pritaneos a la manera de los griegos, ya que Dionisioz nos dice que el nuevo reino de Roma, como Rómulo lo dejó, constaba de treinta Cortes o Consejos, en treinta ciudades, cada una con un fuego sagrado que se mantenía encendido dentro del Pritaneo de la corte, para que los senadores se reunieran allí con el objeto de llevar a cabo ritos sagrados, a la manera de los griegos, “pero cuando reinó Numa, el sucesor de Rómulo, dejó los distintos fuegos de sus propias Cortes e instituyó uno común a todos ellas en Roma.” De ahí deducimos que Roma no era una ciudad completa antes de los tiempos de Numa.
Cuando la navegación estuvo tan avanzada que los fenicios comenzaron a alejarse de las orillas y a navegar por el Mediterráneo con ayuda de las estrellas, se puede presumir que comenzaron a descubrir las islas del Mediterráneo y a navegar hasta llegar a Grecia, con el fin de encontrar una ruta de comercio. Esto no fue mucho antes de que se llevaran a Ío, la hija de Ínaco, de Argos.
Los carios plagaron de piratas los mares griegos, y después, Minos, el hijo de Europa creó una potente flota, envió colonias a otros lugares, pues Diodoro nos dice que las islas Cícladas, que están cerca de Creta, estaban al principio abandonadas y deshabitadas; pero como Minos tenía una potente flota, mandó muchas colonias desde Creta y habitaron muchas de las islas, en concreto, la isla de Carpatos fue tomada al principio por los soldados de Minos. Asimismo, Sime estaba baldía y seca hasta que Triopas llegó a ella con una colonia al mando de los tracios en tiempos de Boreas, un poco antes de la expedición argonáutica.
Samos estaba al principio desierta y habitada sólo por una gran multitud de terribles bestias salvajes hasta que Macareo la habitó, al igual que hizo con las islas Quíos y Cos.
Lesbos estaba baldía y seca hasta que Janto navegó allí con una colonia. Ténedos estaba abandonada hasta que Tenes, un poco antes de la guerra de Troya, navegó hasta allí desde Tróade.
Aristeo, que se casó con Autónoe, la hija de Cadmo, llevó un colonia desde Tebas a Cea, una isla nunca antes habitada. La isla de de Rodas se llamaba al principio Ofiusa porque estaba llena de serpientes antes de que Forbante, un príncipe de Argos, fuera hasta allí y la hiciera habitable al matar a las serpientes. Este hecho ocurrió hacia el final del reinado de Salomón y para conmemorarlo, se le delineó en el cielo como la constelación de Ofiuco.
El descubrimiento de esta y otras islas dio lugar a la leyenda de que habían surgido del mar: “Iin Asia Delos emersit, et Hiera, et Anaphe, et Rhodus” afirma Anmiano. Asimismo, Plinio: “clarae jampridem insulae, Delos et Rhodos memoriae produntur enatae, postea minores, ultra Melon Anaphe, inter Lemnum et Helespontum Nea, inter Lebedum et Teon Halone, etc.”.
Diodoro también nos dice que las siete islas llamadas Eolias, entre Italia y Sicilia, estaban desiertas y deshabitadas hasta que Líparo y Eolo, fueron allí desde Italia y las habitaron un poco antes de la guerra de de Troya. De igual manera, nos relata que Malta y Gaulos o Gaudos, al otro lado de Sicilia, fueron habitadas en un principio por los fenicios, al igual que Madeira, fuera del Estrecho. Homero escribe que Ulises encontró la isla de Ogigia cubierta de bosque y deshabitada, con la excepción de Calipso y sus doncellas, que vivían en una cueva sin casas. Asimismo no es improbable que Gran Bretaña e Irlanda no estuvieran habitadas antes de que la navegación se extendiera más allá del Estrecho.
Los sicanos tenían la reputación de ser los primeros habitantes de Sicilia y construyeron pequeños pueblos o pequeñas ciudades en las colinas. Cada pueblo tenía su propio rey. Con estas características se extendieron por todo el país pero antes se unieron en gobiernos más grandes con un rey común. Filisto afirma que “fueron trasladados a Sicilia desde el río Sicano en España. Asimismo, Dionisio aduce que “eran un pueblo español que huyó de los ligures en Italia”. Él se refiere a los ligures, que se enfrentaron a Hércules cuando éste volvía de su expedición contra Gerión en España e intentaba cruzar los Alpes para salir de la Galia y llegar a Italia. Hércules llegó a Italia ese año, hizo allí algunas conquistas y fundó la ciudad de Crotona. Después del invierno, con la llegada de su flota desde Eritrea a España, navegó hasta Sicilia y dejó allí a los sicanos: “Pues era su costumbre reclutar a la gente conquistada para su ejército y, después de que le hubieran ayudado a hacer nuevas conquistas, recompensarlos con nuevos lugares donde asentarse.” Este era el Hércules egipcio, que tenía una potente flota, y que en los tiempos de Salomón navegó hasta el Estrecho y, siguiendo su costumbre, construyó columnas allí, conquistó a Gerión, retornó a través de Italia y Sicilia hasta Egipto y fue llamado por los antiguos Galos “Ogmio” y por los egipcios “Nilo”; pues Eritrea y el país de Gerión estaban fuera del Estrecho. Dionisio nos presenta a este Hércules como contemporáneo de Evandro.
Los primeros habitantes de Creta según Diodoro, se llamaban eteocretenses, pero de dónde venían o cómo llegaron a este lugar, no se cuenta en la historia. Al poco tiempo, una colonia de pelasgos de Grecia navegó hasta allí. Poco después, Téctamo, el abuelo de Minos, llevó hasta allí a una colonia de dorios desde Laconia y desde el territorio de Olimpia en Peloponeso. Estas diferentes colonias hablaban varias lenguas, se alimentaban de los frutos espontáneos de la tierra y vivían con tranquilidad, en cuevas y chozas, hasta la invención de las herramientas de hierro en los tiempos de Asterio, el hijo de Téctamo. Por último, fueron reducidas a un sólo reino y a un solo pueblo por Minos, que fue su primer legislador y construyó muchas ciudades y barcos e introdujo la labranza y la siembra en el tiempo en que los Curetes conquistaron a los amigos de su padre en Creta y Peloponeso.
Los Curetes le sacrificaban niños a Saturno y según Bochart eran filisteos. Es más, Eusebio afirma que el nombre de Creta venía de Cres, uno de los Curetes con los que se crio Júpiter. No obstante, cualquiera que fuera el origen de la isla, parece que fue habitada por colonias que hablaban lenguas diferentes hasta los tiempos de Asterio y Minos, y no pudieron haber llegado allí más de dos o tres generaciones antes y ni una más, pues no había navegación en esos mares.
La isla de Chipre fue descubierta por los fenicios no mucho tiempo antes, ya que Eratóstenes nos dice que “Chipre estaba al principio tan llena de bosques que no se podía labrar” y que “primero cortaron leña para derretir el cobre y la plata y después, cuando comenzaron a navegar con seguridad por el Mediterráneo”, es decir, poco después de la guerra de Troya, “construyeron barcos e incluso flotas con ella, y cuando ya no podían destruir más bosque así, le dieron a cada hombre permiso para talar tantos árboles como quisiera y para tomar posesión de la tierra que dejase limpia de árboles”. Así también Europa estaba llena de abundantes bosques, uno de los cuales, llamado el Herminio ocupaba una gran parte de Alemania y era tan ancho que se tardaba nueve días en cruzarlo a lo ancho y más de cuarenta a lo largo en los tiempos de Julio César. Sin embargo, los europeos llevaban talando sus bosques para hacerle sitio a los humanos desde que se inventaron las herramientas de hierro en los tiempos de Asterio y Minos.
Todos estos pasos dan cuenta de las primeras colonizaciones de Europa y sus islas por mar. Antes de esos tiempos parece ser que estaba poco poblada desde la costa norte del mar Euxino por los escitas, que descendían de Jafet, vagaban sin casa y se refugiaban de la lluvia y los animales salvajes entre los matorrales o en las cuevas de la tierra. Cuevas tales como las del Monte Ida en Creta en la cual fue educado y enterrado Minos, la cueva de Caco y las Catacumbas en Italia cerca de Roma y Nápoles, más tarde convertidas en lugares de enterramiento; las de Siringes, y muchas otras cuevas en las laderas de las montañas de Egipto; las cuevas de los trogloditas ente Egipto y el Mar Rojo; las de Farusi en África, mencionadas por Estrabón; y las cuevas, arbustos, rocas, alturas y hoyos en los que los israelitas se escondían de los filisteos en los tiempos de Saúl, I Samuel. XIII.6. No obstante, del estado de la humanidad en Europa en esos tiempos, no nos queda ya historia.
Las historias antiguas de Libia no eran mucho más antiguas que las de Europa, ya que Diodoro nos dice que Urano, el padre de Hiperión y abuelo de Helio y Selene, es decir Amón, el padre de Sesac “fue su primer rey en común y el causante de que la gente, que hasta entonces andaban errantes para arriba y para abajo, habitaran en ciudades”. Asimismo, Heródoto nos dice que toda Media estaba habitada por polis, ciudades sin muros, hasta que se rebelaron contra los asirios, lo que aconteció unos 267 años después de la muerte de Salomón. También nos relata que después de esa revuelta pusieron a un rey que los gobernara y construyeron Ecbatana con muros para hacerla su sede, con lo que esta fue la primera ciudad amurallada.
Unos 72 años después de la muerte de Salomón, Ben Hadad, rey de Siria tuvo dos y treinta reyes en su ejército contra Ajab, y cuando Josué conquistó la tierra de Canaán, todas las ciudades de los cananeos tenían su propio rey, como las ciudades de Europa antes de que se conquistaran unas a las otras. Uno de esos reyes, Adonibezec, había conquistado a otros setenta un poco antes, Jueces I.7, y por tanto, las ciudades se empezaron a construir en esa tierra no mucho antes de los tiempos de Josué, pues los patriarcas andaban errantes por allí en tiendas de campaña y alimentaban a sus ganados dondequiera que les apetecía, ya que los campos de Fenicia no eran todavía apropiados del todo, debido a la falta de habitantes. Los primeros países que fueron habitados por la humanidad estaban tan poco poblados en esos días que cuatro reyes de las costas de Shinar y Elam invadieron y despojaron de todo a los Refaítas y a los habitantes de los países de Moab, Amón, Edom y a los reinos de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim. Sin embargo fueron perseguidos y vencidos por Abraham con unas fuerzas armadas de sólo 318 hombres, todas las fuerzas que Abraham y los príncipes pudieron reunir. Egipto estaba tan poco poblado antes del nacimiento de Moisés, que el faraón dijo de los israelitas: “He aquí que el pueblo de los hijos de Israel son más y más poderosos que nosotros”, y para impedir que se multiplicaran y se hicieran demasiado fuertes, hizo que sus hijos varones fueran ahogados.
Estos acontecimientos son de cuando la humanidad pobló la tierra por primera vez no mucho antes de los tiempos de Abraham y de cómo crecieron las aldeas, pueblos y ciudades y se convirtieron en reinos, primero más pequeños y después más grandes hasta el nacimiento de las monarquías de Egipto, Asiria, Babilonia, Media, Persia, Grecia y Roma, los primeros grandes imperios desde la India hacía acá.
Abraham era el quinto desde Peleg y toda la humanidad vivía junta en Caldea bajo el gobierno de Noé y sus hijos hasta los tiempos de Peleg. Hasta entonces habían tenido sólo una lengua, una sociedad y una religión. Después ellos
dividieron la tierra pues quizás la rebelión de Nimrod los interrumpió y los forzó a abandonar la construcción de la torre de Babel. Desde entonces se diseminaron por varios países que les pertenecían y se llevaron allí sus leyes, costumbres y religión, bajo la cuales habían sido educados y gobernados por Noé, sus hijos y sus nietos hasta esos días. Estas leyes le fueron entregadas a Abraham, Melquisedec, Job y sus contemporáneos, y durante algún tiempo fueron observadas por los jueces de los países orientales. Así Job nos dice que el adulterio era “un crimen atroz, sin duda, una iniquidad que debe ser castigada por los dioses” y sobre la idolatría afirma “Si yo viera el sol cuando brilla o la luna mientras camino inundado por su brillo, y mi corazón hubiera sido tentado en secreto o mi boca hubiera besado mi mano, esto también sería una iniquidad que debería ser castigada por el juez, pues yo habría negado al Dios que está arriba”. Como no hay disputa entre Job y sus amigos sobre estos asuntos podemos presumir que también ellos y sus paisanos eran de la misma religión.
Melquisedec era sacerdote del más alto Dios y Abraham le pagaba diezmos, de forma voluntaria, lo que a duras penas habría hecho si no hubieran sido de una misma religión. Parece que los primeros habitantes de la tierra de Canaán eran al principio de la misma religión y que continuaron en su seno, hasta la muerte de Noé y los tiempos de Abraham, ya que Jerusalén se llamaba antiguamente Jebús y su gente “jebuseos”. Además Melquisedec era su sacerdote y rey. Por tanto, estas naciones se rebelaron después de los tiempos de Melquisedec y rindieron culto a dioses falsos, al igual que hicieron los descendientes de Ismael, Esaú, Moab, Amón, y los de Abraham con Cetura. Los israelitas mismos eran propensos a rebelarse. Una razón por la que Taré fue de la Ur de los caldeos, a Harrán, en su camino hacia la tierra de Canaán, y por la que Abraham dejó más tarde Harrán y se fue a la tierra de Canaán, pudo haber sido la de evitar la adoración de falsos dioses que estaba empezando en Caldea en esos días y que se estaba extendiendo a todas partes desde allí, pero que, sin embargo, no había alcanzado a la tierra de Canaán.
Varias leyes y preceptos en los que consistía esta religión primitiva son mencionados en el libro de Job, cap.I.ver.5 y cap. XXXI. vid “No blasfemar, ni adorar al sol o a la luna, ni matar, ni robar, ni cometer adulterio, ni confiar en las riquezas, ni oprimir a los pobres o huérfanos, ni maldecir a los enemigos, ni regocijarse ante sus desgracias, sino ser amable, hospitalario y misericordioso y asistir al pobre y al necesitado y erigir jueces.” Esta era la moralidad y religión de las primeras edades, todavía llamados por los judíos: “Los preceptos de los hijos de Noé”. Esta era la religión de Moisés y de los profetas, comprendida en los dos grandes mandamientos, de “amar a Dios, nuestro señor con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma y mente, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos”. Esta era la religión en la que, dentro de las puertas de Israel, Moisés instruía a los forasteros sin circuncidar al igual que a los israelitas. Esta es la religión primitiva de judíos y cristianos, que debería ser la religión existente entre todas las naciones para la gloria de Dios y el bien de la humanidad.
Moisés añade además el precepto de “ser misericordioso incluso con las brutales bestias y no chuparles la sangre ni cortarles la carne mientras estén vivas con sangre en ella, ni matarlas sólo por su sangre sino matarlas para obtener comida, extraerles la sangre y derramarla en el suelo.” Génesis IX. 4 y Levit XVII. 12,13. Esta ley era más antigua que los tiempos de Moisés y les fue dada a Noé y a sus hijos mucho antes de los tiempos de Abraham. Por tanto, cuando los Apóstoles y los Ancianos del Consejo de Jerusalén declararon que los Gentiles no estaban obligados a circuncidarse y guardar la ley de Moisés, exceptuaron esta ley de abstenerse de sangre y animales estrangulados, por ser una ley de Dios anterior, impuesta no sólo a los hijos de Abraham, sino a todas las naciones que vivían juntas en Shinar bajo el dominio de Noé. De la misma índole es la ley de “abstenerse de carnes ofrecidas a ídolos o falsos dioses y de la fornicación”.
Así pues, “el creer en que el mundo fue creado por un Dios supremo y gobernado por él, en el amor y culto hacia él, en honrar a nuestros padres y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y en ser misericordiosos incluso con bestias salvajes” es la más antigua de todas las religiones. Asimismo, el origen de las letras, de la agricultura, de la navegación, de la música, de las artes y las ciencias, de los metales, de los herreros, carpinteros y de las ciudades y casas, no es anterior en Europa a los tiempos de Eli, Samuel y David, ya que antes de esos tiempos, la tierra tenia una población tan escasa y tan cubierta de bosques, que la humanidad no podía ser mucho más antigua de lo que se nos presenta en las Escrituras.
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