«De la crónica de las primeras edades de los griegos». Primera parte.
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LA CRONOLOGÍA DE LOS REINOS ANTIGUOS, ENMENDADA
Por Isaac Newton
Capítulo I: De la crónica de las primeras edades de los griegos
PRIMERA PARTE
Todas las naciones, antes de empezar a llevar cuenta exacta del tiempo, han tenido una tendencia a aumentar la antigüedad de sus historias. Y esta forma de actuar ha sido promovida por la lucha entre naciones con respecto a sus orígenes.
Heródoto nos dice que los Sacerdotes de Egipto calculaban desde el reinado de Menes al de Setón, el que hizo que tuviera que huir Senaquerib, trescientos cuarenta y una generaciones de hombres e igual número de Sacerdotes de Vulcano, e igual número de reyes de Egipto; y que trescientas generaciones suman diez mil años, ya que, afirma, tres generaciones de hombres suman 100 años y las restantes cuarenta y una Generaciones suman 1340 años. Por tanto, el total del tiempo transcurrido desde el reinado de Menes al de Setón fue de 11340 años. Y usando esta forma de calcular y atribuyendo más largos reinados a los dioses de Egipto que a los reyes que los siguieron, Heródoto nos dice, copiando a los sacerdotes de Egipto, que desde Pan a Amosis iban 15000 años y desde Hércules a Amosis 17000 años.
De la misma forma, los caldeos inflaban su antigüedad. Así, Calístenes, el discípulo de Aristóteles, envió observaciones astronómicas desde Babilonia a Grecia que se decía que eran de 1903 años seguidos anteriores a la época de Alejandro Magno. Y los caldeos alardeaban aún más y decían que ellos llevaban observando las estrellas 473.000 años; y había otros que convertían los reinos de Asiria, Media y Damasco en mucho más antiguos de lo que eran de verdad. Algunos griegos llamaban “desconocidos” a los tiempos de antes del reino de Ogiges, porque no tenían historias de ellos; a los comprendidos entre su diluvio y el comienzo de las Olimpiadas los llamaban “fabulosos”, porque la historia que se refiere a ellos estaba muy mezclada con fábulas poéticas; y a los de después del comienzo de las Olimpiadas los llamaban “históricos”, porque su historia estaba libre de tales fábulas. La época “fabulosa” necesitaba una buena cronología y también la necesitaba la “histórica” para las primeras 60 ó 70 olimpiadas.
Los europeos no tenían cronología antes de la época del imperio persa y cualquier cronología que se tiene ahora de cualquier época más antigua, ha sido fraguada desde entonces por pura elucubración y conjetura. En los comienzos de la monarquía, Acusilao hizo que Foroneo fuese tan antiguo como Ogiges y su diluvio, y a ese diluvio lo convirtió en 1020 años más antiguo que la primera Olimpiada, lo que lo hace más de 680 años más antiguos de lo que en realidad es. Y para resolver estos cálculos, sus seguidores han aumentado los reinados de los reyes en duración y número. Plutarco nos dice que en la antigüedad los filósofos recitaban sus opiniones en verso, como Orfeo, Hesíodo, Parménides, Jenófanes, Empédocles y Tales, pero que más tarde abandonaron el uso del verso, y que Aristarco, Timócaris, Aristilo e Hiparco no hicieron la astronomía más despreciable por describirla en prosa después de que Eudoxo, Hesíodo y Tales hubieran escrito sobre ella en verso. Solón escribió en verso y los siete sabios eran adictos a la poesía, como afirmaba Anaxímenes. Hasta esos días los griegos escribían sólo en verso y mientras lo hicieron no pudo haber cronología ni ninguna otra historia que no estuviera mezclada con fantasías poéticas.
Plinio, recordando a los inventores de las cosas, nos dice que Perecides de Siro “enseñó cómo componer discursos en prosa en el reinado de Ciro, y Cadmo Milesio nos enseñó cómo escribir Historia”. De igual modo, en otro lugar afirma “que Cadmo Milesio fue el primero que escribió en prosa”. Josefo nos dice que Cadmo Milesio y Acusilao existieron un poco antes de la expedición de los persas contra los griegos, y Suidas llama a Acusilao “el historiador más antiguo” y afirma que “escribió las Genealogías siguiendo unas tablillas de bronce, que según se decía, su padre, encontró en un rincón de su casa”. Lo que se puede poner en duda es quién las puso allí ya que los griegos no tenían tablas públicas o inscripciones anteriores a las leyes de Dracón.
Perecides de Atenas, durante el reinado de Darío Histaspes o poco tiempo después, escribió sobre el pasado y sobre las antiguas genealogías de los atenienses en diez libros y fue uno de los primeros escritores europeos de este tipo y uno de los mejores, de ahí le vino el nombre de Genealogus y el que Dionisio de Halicarnaso dijera que no había otro igual como geneálogo. Epiménides, no el filósofo, sino un historiador, escribió también sobre las genealogías antiguas, y Helánico, que tenía doce años más que Heródoto clasificó su historia siguiendo las edades o sucesiones de las sacerdotisas de Juno Argiva. Otros clasificaron las suyas siguiendo las de los arcontes de Atenas, o las de los reyes de los lacedemonios. Hipias de Élide publicó un breviario de las Olimpiadas apoyándose en argumentos que no eran seguros, como nos dice Plutarco: “El vivió en la 105 Olimpiada y fue desdeñado por Platón a causa de su ignorancia”. Parece que este breviario no contenía otra cosa que una corta relación de los vencedores de cada Olimpiada.
Después, Éforo, el discípulo de Isócrates, formó una historia cronológica de Grecia que comenzaba con el retorno de los heráclidas al Peloponeso y terminaba con el asedio de Perinto en el vigésimo año del reinado de Filipo, el padre de Alejandro Magno, es decir, once años antes de la caída del imperio persa; pero él clasificó los acontecimientos por generaciones ya que el cálculo por olimpiadas o por cualquier otra era, todavía no era práctica común entre los griegos. Los Mármoles de Arundel fueron compuestos sesenta años después de la muerte de Alejandro Magno (an. 4. Olimp. 128) y todavía no menciona las Olimpiadas ni ninguna otra época siguiente, sino que cuenta hacia atrás desde el momento entonces presente. No obstante, la cronología estaba ya reducida al cálculo por años. En la siguiente Olimpiada, Timeo Sículo la mejoró, ya que escribió una historia en varios libros que llegaba hasta su propia época siguiendo las Olimpiadas y en la que comparaba a los éforos, a los reyes de Esparta, a los arcontes de Atenas y a las sacerdotisas de Argos con los vencedores olímpicos, con el fin de hacer que las Olimpiadas, las Genealogías, las sucesiones de reyes y sacerdotisas y las historias poéticas concordaran las unas con las otras, aplicando para ello su mejor juicio. Asimismo, donde él los dejó, comenzó Polibio y continuó la Historia.
Eratóstenes escribió más de cien años después de la muerte de Alejandro Magno y fue seguido por Apolodoro y estos dos han sido seguidos desde entonces por los cronólogos.
Pero cuán incierta es su cronología y cuán dudosa era considerada por los griegos de esos tiempos puede comprenderse gracias a estos fragmentos de Plutarco: “Algunos creen que Licurgo”, afirma, “es contemporáneo de Ífito y que lo acompañó para organizar los festivales olímpicos, en los cuales se encontraba Aristóteles el filósofo, quien basaba su argumento en el Disco Olímpico sobre el que estaba escrito el nombre de Licurgo”. Otros, como Eratóstenes y Apolodoro, que calculaban el tiempo contando a los reyes de Lacedemonia, afirman que “no era más que unos pocos años anterior a la primera Olimpiada”. Licurgo en realidad comenzó a florecer hacia la 17o ó 18o Olimpiada hasta que, al final, Aristóteles lo hizo tan antiguo como la primera Olimpiada y también lo hizo así Epaminondas tal como lo citan Eliano y Plutarco. Después, Eratóstenes, Apolodoro y sus seguidores lo hicieron por encima de cien años más antiguo.
Asimismo, en otro sitio Plutarco nos dice: “Algunos piensan que pueden situar en el tiempo el congreso de Solón con Creso, a través de la Cronología. Pero yo no puedo permitirme el rechazar una historia tan ilustre y verificada por tantos testigos y lo que es más, tan apropiada a las maneras de Solón y digna de la grandeza de su mente, por mor de algunos cánones cronológicos, como los llaman ellos, sobre los cuales cientos de autores, incluso tras haberlos corregidos, no han sido capaces de establecer nada con seguridad, ni han logrado ponerse de acuerdo entre ellos con respecto a las contradicciones”.
Y en cuanto a la Cronología de los latinos, todavía es menos segura. Plutarco presenta grandes dudas sobre los orígenes de Roma, y también lo hace Servius. Los antiguos registros de los latinos fueron quemados por los galos, ciento y veinte años después de la expulsión de los reyes, y sesenta y cuatro años antes de la muerte de Alejandro Magno. Y Quinto Fabio Pictor, el historiador más antiguo de los latinos vivió cien años más tarde que ese rey y tomó casi todas las cosas de Diocles de Pepareto, un griego. Los cronólogos de Galia, España, Alemania, Escitia, Suecia, Gran Bretaña e Irlanda son de fecha aún más tardía. Ya que Escitia, más allá del Danubio, no tenía letras hasta que Ulfilas, su obispo, las formó, y eso fue unos seiscientos años tras la muerte de Alejandro Magno.
De igual forma, Alemania no tuvo letras hasta que las recibió del imperio de Occidente de los latinos, más de setecientos años después de la muerte de ese rey. Los hunos no tenían ningunas en los días de Procopio, que floreció 850 años tras la muerte de ese monarca, y Suecia y Noruega las recibieron todavía más tarde. Y las cosas que dicen que se hicieron unos cien o doscientos años antes del uso de las letras merecen poco crédito. Diodoro, al comienzo de su Historia, nos dice, que él no había definido con exactitud ninguna fecha específica anterior a la Guerra de Troya porque no tenía fundamentos seguros de los que fiarse; pero que desde la guerra de Troya, según el cálculo de Apolodoro, a quien el seguía, había ochenta años hasta el retorno de los heráclidas al Peloponeso y que desde ese periodo al de la primera Olimpiada había trescientos veintiocho años calculando los años mediante el cómputo de los reyes de los lacedemonios. Apolodoro siguió a Eratóstenes y ambos siguieron a Tucídides en calcular ochenta años desde la guerra de Troya al retorno de los heráclidas. No obstante, para calcular 328 años desde ese retorno hasta la primera Olimpiada, Diodoro nos dice que los años habían sido computados contando a los reyes de los lacedemonios, y Plutarco nos dice, que Apolodoro, Eratóstenes y otros siguieron ese cómputo. Como este cálculo todavía es aceptado por los cronólogos y fue hecho computando los años de los reinados de los lacedemonios, o sea, a través de su número, reexaminemos ese cómputo.
Los egipcios pensaban que los reinados de los monarcas son equivalentes a las generaciones de los hombres y que hay tres generaciones en cien años, como se ha dicho antes. Lo mismo pensaban griegos y latinos y por ello, calcularon que sus monarcas reinaron treinta y tres años y más cada uno y uno tras otro. Así interpretan que los siete reyes de Roma que precedieron a los Cónsules reinaron durante 244 años, esto es 35 años cada uno; y los primeros doce reyes de Sición: Egialeo, Europs, etc. reinaron 529 años, esto es 44 años cada; y que los primeros ocho reyes de Argos: Ínaco, Foroneo, etc. reinaron 371 años, lo que significa más de 46 años cada; y que entre el retorno de los heráclidas al Peloponeso y el final de la primera guerra mesenia, los diez reyes de Esparta en una raza: Euristeno, Agis, Equestrato, Leobates, Dorisos, Agesilao, Arquelao, Teleclo, Alcmenes y Polidoro; los nueve de la otra raza: Procles, Soos, Euripon, Pritanis, Eunomo, Polidectes, Carilo, Nicandro, Teopompo; los diez reyes de Mesenia: Cresfonte, Epito, Glauco, Istmio, Dotadas, Sibotas, Fintas, Antíoco, Eufaes, Aristodemo; y los nueve de Arcadia: Cípselo, Holeas,
Holeas, Bucolión, Fíalo, Simó, Pompo, Eginetes, Polimestor y Ecmis, según los cronólogos, suman 379 años, lo que significa 38 años cada uno para los 10 reyes y 42 años cada uno para los nueve. Y los cinco reyes de la raza de Eurístenes, comprendidos entre el final de la primera guerra mesenia y el comienzo del reinado de Darío Histaspes: Euricrates, Anaxandro, Euricrates II, León y Anaxándridas reinaron 202 años, lo que significa más de 40 años cada uno.
Así pues los cronólogos griegos, que seguían a Timeo y Eratóstenes hicieron que los reyes de varias de sus ciudades que habían vivido antes del imperio persa reinaran, sucediéndose uno a otro, unos 35 ó 40 años cada uno, lo que supone una duración que sobrepasa el curso de la naturaleza como para ser creída.
Porque siguiendo el curso ordinario de la naturaleza los monarcas reinan, uno con respecto al otro, unos dieciocho o veinte años cada, y si en algunos casos reinan, uno con respecto al otro, cinco o seis años más, en otros, su reinado es mucho más corto: Por tanto, dieciocho o veinte años es la media. Así, los dieciocho reyes de Judá que sucedieron a Salomón reinaron 390 años, o sea, uno tras otro, 22 años cada. Los quince reyes de Israel que siguieron a Salomón reinaron 259 años, o sea 17 1⁄4 años cada. Los dieciocho reyes de Babilonia: Nabonasar, etc. reinaron 209 años, o sea 11 2/3 años cada. Los diez reyes de Persia: Ciro, Cambises, etc. reinaron 208 años, es decir, casi 21 años cada. Los 16 sucesores de Alejandro Magno y de su hermano e hijo en Siria: Seleuco, Antíoco Sóter, etc. reinaron 244 años tras la ruptura de esa monarquía en varios reinos, es decir, 15 1⁄4 años cada. Los once reyes de Egipto: Ptolomeo Lago, etc. reinaron 277 años contados desde el mismo periodo, es decir, 25 años cada. Los treinta reyes de Inglaterra, Guillermo el Conquistador, Guillermo Rufo, etc. reinaron 648 años, es decir 2 1⁄2 años cada.
Los primeros veinticuatro reyes de Francia: Faramundo, etc. reinaron 458 años, es decir, 19 años cada. Los siguientes veinticuatro reyes de Francia: Ludovico Balbo, etc. 451 años, es decir 18 3⁄4 años cada; los siguientes quince: Felipe Valesio, etc. 315 años, es decir, 21 años cada, y los sesenta y tres reyes de Francia en su totalidad, 1224 años, es decir 19 1⁄2 años cada.
Las generaciones de padre a hijo se pueden calcular que duran una con respecto a la otra 33 ó 34 años cada, o que hay unas tres generaciones en cien años; pero si el cálculo está hecho contando a los hijos mayores, entonces son más cortas, y así, puede calcularse que tres generaciones suman unos 75 u 80 años y que los reinados son aún más cortos, porque a los monarcas no los suceden sólo sus hijos mayores sino algunas veces sus hermanos y algunas veces son asesinados o destronados, y les suceden otros de igual o más avanzada edad, en especial, durante reinados electivos o turbulentos. En épocas posteriores, desde que la cronología es exacta, hay raros ejemplos en los que diez monarcas hayan reinado en ningún lugar más de 260 años en sucesión continua. Sin embargo, Timeo y sus seguidores y creo que algunos de sus predecesores, siguiendo el ejemplo de los egipcios, han tomado los reinados de los monarcas como si fueran generaciones y calculado que hay tres generaciones en cien años y algunas veces en ciento veinte años y han fundado la Cronología Técnica de los griegos basándose en esta forma de cálculo.
Pero dejemos que los cálculos sean reducidos al curso de la naturaleza haciendo que los reinados de los monarcas uno con respecto al otro, tengan una duración de unos dieciocho o veinte años cada y, entonces, los diez reyes de Esparta de una raza, los nueve de otra raza, los diez reyes de Mesenia, y los nueve de Arcadia mencionados antes comprendidos entre el retorno de los heráclidas al Peloponeso y el final de la primera guerra mesenia rara vez ocuparán más de 180 ó 190 años; mientras que según los cronólogos ocupan 379 años.
Para confirmar este cálculo, puedo añadir otro argumento. Eurileón, el hijo de Egeo, dirigía las principales tropas de los mesenios en el quinto año de la primera guerra Mesenia y estaba en la quinta generación desde Oiolico, el hijo de Tersa, el cuñado de Aristodemo y tutor de sus hijos Eurístenes y Procles, como nos relata Pausanias. En consecuencia, desde el retorno de los heráclidas, que fue en los días de Teras, hasta la batalla que tuvo lugar en el quinto año de esta guerra, hubo seis generaciones, que, tal como yo las concibo, sucediéndose en su mayor parte por los primogénitos, rara vez se exceden de treinta años en una generación y así pueden ascender a 170 ó 180 años. Dicha guerra duró 19 ó 20 años, añadamos los últimos 15 años y faltarán unos 190 años para el final de esa guerra, mientras que los seguidores de Timeo calculan unos 379 años, es decir, sesenta años por generación.
A través de estos argumentos los cronólogos han aumentado el tiempo comprendido entre el retorno de los heráclidas al Peloponeso y la primera guerra mesenia, al añadirle unos 190 años. Y también han aumentado el tiempo comprendido entre esa guerra y el alzamiento de imperio persa. Porque en la raza de los reyes espartanos descendientes de Eurístenes, después de Polidoro, reinaron estos reyes: Uricrates, Anaxandro, Euricratides, León, Anaxándridas, Cleómenes, Leónidas, etc. Y en la otra raza descendiente de Procles, después de Teopompo, reinaron estos: Anaxándridas, Arquídamo, Anaxilao, Leotíquidas, Hipocrátides, Aristón, Demarato, Leotíquidas II, etc. Según Heródoto estos monarcas reinaron hasta el sexto año de Jerjes, en el que Leónidas fue asesinado a manos de los persas en Las Termópilas, y Leotíquidas II, poco tiempo después, al huir desde Esparta a Tegea, murió allí. Los siete reinados de los monarcas de Esparta que siguen a Polidoro ocupan diecisiete reinados de monarcas comprendidos entre el retorno de los heráclidas al Peloponeso y el sexto año de Jerjes, al ser añadidos a los diez reinados mencionados antes, que comenzaron con el de Eurístenes, y si se añaden a los nueve reinados ya mencionados, que comenzaron con el de Procles, los ocho reinados que siguen a Teopompo, componen también diecisiete reinados, y estos diecisiete reinados, a veinte años cada, uno tras otro, dan un total de trescientos cuarenta años. Contemos estos 340 años hacia atrás, desde el sexto año de Jerjes, y uno o dos años más por la guerra de los heráclidas, y el reinado de Aristodemo, padre de Euristeno y Procles, y los cálculos situarán el retorno de los heráclidas al Peloponeso, 159 años tras la muerte de Salomón y 46 años antes de la primera olimpiada, en la que fue vencedor Corebo. Pero los seguidores de Timeo han situado este retorno doscientos ochenta años antes. Este cómputo, al ser en el que se han basado los griegos, como sabemos por boca de Diodoro y Plutarco, ha sentado las bases de la cronología de sus reinos, que eran más antiguos que el imperio persa. Esa cronología debe ser rectificada reduciendo el tiempo que precedió a la muerte de Ciro en una proporción de casi dos a uno, ya que la época que sigue a la muerte de Ciro no está muy equivocada.
Los cronólogos artificiales han hecho que Licurgo, el legislador, sea tan antiguo como Ífito, el restaurador de las Olimpiadas, y para ayudarle a esta hipótesis, se han inventado veintiocho olimpiadas anteriores a la primera olimpiada, en la que Corebo fue el vencedor. Pero estas cosas fueron inventadas después de la época de Tucídides y Platón, pues Sócrates murió trescientos años después del final de la guerra del Peloponeso y Platón lo presentó diciendo que “las instituciones de Licurgo tenían trescientos años en total y no mucho más”. Y Tucídides, en la lectura que de él hace y cita Esteban de Bizancio, afirma, que “los lacedemonios habían usado desde tiempos antiguos buenas leyes, y habían estado libres de la tiranía y, que desde el momento en que ellos habían usado una y la misma administración de sus riquezas, hasta el fin de la guerra del Peloponeso, había trescientos años y pocos más”. Contemos trescientos años desde el final de la guerra del Peloponeso y ellos nos situarán la legislatura de Licurgo en la 19o Olimpiada. Según Sócrates, puede que incluso, sobre la 22o ó 23o. Ateneo nos dice siguiendo la fuente de autores antiguos (Helánico, Sofimus y Jerónimo de Rodas) que Licurgo el legislador era contemporáneo de Terpandro el músico y que Terpandro fue el primer hombre que consiguió la victoria en la Carnea, una competición musical instituida en esos festivales durante la 26o Olimpiada. Como éste ganó cuatro veces en esos juegos píticos y, por tanto, vivió al menos hasta la 29o Olimpiada, y como comenzó a florecer en tiempos de Licurgo, no es probable que Licurgo comenzara a florecer mucho antes de la 18o Olimpiada.
Al estar el nombre de Licurgo sobre el disco olímpico, Aristóteles sacó la conclusión de que Licurgo había acompañado a Ífito en la restauración de los juegos Olímpicos y puede que ese argumento sea la base de la opinión de los cronólogos que piensan que Licurgo e Ífito eran contemporáneos. Pero Ífito no restauró todos los juegos olímpicos. Es cierto que él restauró las Carreras en la primera Olimpiada, en la que fue vencedor Corebo. En la 14o Olimpiada, se añadió el “doble estadio” en el que fue vencedor, Hipeno. Y en la 18o Olimpiada se añadieron el “Quinquertium” y la lucha libre de las que fueron vencedores Lampus y Euribato, dos espartanos. El disco era uno de lo juegos del Quinquertium. Pausanias nos dice que había tres discos en las arcas del tesoro olímpico en Altis y el hecho de que éstos tuvieran el nombre de Licurgo sobre ellos mostraba que él era el que los había cedido cuando se instituyó el Quinquertium en la 18o Olimpiada.
Ahora bien, Polidectes, el rey de Esparta, al ser asesinado antes del nacimiento de su hijo Carilo o Carilao, le dejó el reino a Licurgo, su hermano, y Licurgo, al nacer Carilo, se convirtió en su tutor y a los ocho meses más o menos viajó a Creta y a Asia hasta que el niño creció y se trajo consigo los poemas de Homero. Asimismo, al poco tiempo publicó sus leyes, suponemos que hacia la 22o ó 23o olimpiada porque para entonces ya iba siendo viejo y Terpandro era un poeta lírico que comenzaba a florecer sobre ese tiempo porque imitaba a Orfeo y a Homero y cantaba versos de Homero y suyos propios y escribió las leyes de Licurgo en verso y fue el vencedor de los juegos píticos en la 26o Olimpiada como se ha dicho antes. Este fue el primero en distinguir los tipos de música lírica con varios nombres. Ardalo y Clonas, poco tiempo después hicieron lo mismo con la música de viento y de ahí en adelante, animados por los juegos píticos ya instituidos, florecieron en Grecia músicos y poetas eminentes tales como: Arquíloco, Eumelo el corintio, Polimnesto, Taleta, Jenódamo, Jenócrito, Sacadas, Tirteo, Telesilla, Riano, Alcmán, Arión, Estesícoro, Mimnermo, Alceo, Safo, Teognis, Anacreonte, Ibico, Simónides, Esquilo y Píndaro quien elevó a la perfección la música y la poesía de los griegos.
Licurgo publicó sus leyes durante el reinado de Agesilao, hijo y sucesor de Dorisos, de la raza de los reyes de Esparta descendientes de Eurístenes. Desde el retorno de los heráclidas al Peloponeso hasta el fin del reinado de Agesilao, hubo seis reinados y desde el mismo retorno hasta el fin del reinado de Polidectes, hubo también seis reinados de la raza de reyes de Esparta descendientes de Procles. Estos reinados, a veinte años cada uno, uno tras otro, ascienden a 120 años, aparte del corto reinado de Aristodemo, padre de Eurístenes y de Procles, lo que puede suponer un año o dos, pues Aristodemo ascendió al trono, como Heródoto y los lacedemonios mismos aseguran. Las fechas de las muertes de Agesilao y Polidectes no son conocidas con seguridad, pero puede presumirse que Licurgo no se ocupó de los juegos olímpicos antes de llegar a reinar y, por tanto, Polidectes murió al comienzo de la 18o Olimpiada o muy poco antes. Si se puede suponer que la 20o Olimpiada fue en o hacia la mitad del tiempo transcurrido entre las muertes de los dos reyes Polidectes y Agesilao, y a eso podemos añadir los ya mencionados 120 años y un año más por el reinado de los heráclidas, el recuento nos situará el retorno de los heráclidas unos 45 años antes del comienzo de las Olimpiadas.
Ífito, que restauró los juegos Olimpicos, era descendiente de Óxilo, el hijo de Hemón, hijo de Toas, hijo de Andremón. Hércules y Andremón se casaron con dos hermanas. Toas hizo la guerra en Troya y Óxilo volvió al Peloponeso con los heráclidas. En ese retorno él dirigió las tropas de los etolios y recuperó Elea, de donde Salmoneo, el nieto de Helén, se había llevado a Etolo, el hijo de Endimión, hijo de Etlio. Debido a su amistad con los heráclidas, Óxilo estaba a cargo del templo olímpico, que se le había encomendado. De igual modo, los heráclidas, por el servicio que este les prestaba a ellos, garantizaron bajo juramento que el país de los eleos estaría libre de invasiones y sería defendido por ellos con fuerza armada. Cuando los eleos fueron consagrados así, Óxilo restauró los juegos olímpicos y después de haber sido interrumpidos, Ífito, su rey los restauró y los hizo cuatrienales. Algunos pensaban que Ífito era hijo de Hemón, otros, que era hijo de Praxonidas, el hijo de Hemón. Pero como Hemón era padre de Óxilo, yo diría que Ífito es hijo de Praxonidas, el hijo de Óxilo, hijo de Hemón. Pues bien, a través de estos cálculos, el retorno de los heráclidas al Peloponeso tuvo que ser dos generaciones que se suceden a través del primogénito, o unos 52 años, antes de las Olimpiadas.
Pausanias nos dice que Melas, el hijo de Antaso, de la estirpe de Gonusa, la hija de Sición, no era más de seis generaciones más antiguo que Cípselo, rey de Corinto, y que era contemporáneo de Aletes, que volvió con los heráclidas al Peloponeso. El reinado de Cípselo comenzó An.2, Olimp.31, según los cronólogos; y seis generaciones, a unos 30 años por generación, suman un total de 180 años. Contemos hacia atrás esos años desde An 2, Olimp. 31, y ellos situarán el retorno de los heráclidas al Peloponeso 58 años antes de la primera Olimpiada. Sin embargo, puede que no fuera tan pronto si el reinado de Cípselo comenzó tres o cuatro olimpiadas más tarde, ya que él reinó antes de que comenzara el imperio persa.
Hércules, el argonauta, era el padre de Hilo, padre de Cleodio, el padre de Aristómaco, padre de Témeno, Cresfonte y Aristodemo, que dirigió a los heráclidas hasta el Peloponeso; y Euriteo, que era de la misma edad que Hércules fue asesinado en el primer intento de los heráclidas de retornar. Hilo fue asesinado en el segundo intento, Cleodio en el tercer intento, y Aristodemo murió en el momento del retorno y les dejó el rey de Esparta a sus hijos Eurístenes y Procles. De ahí deducimos que su retorno fue cuatro generaciones más tarde que la expedición argonaútica; y estas generaciones fueron cortas al sucederse por el cabeza de familia, y pegan con el cálculo que hace Tucídides y los ancianos, de que la toma de Troya fue unos 75 u 80 años antes del retorno de los heráclidas al Peloponeso, y la expedición argonaútica fue una generación anterior a la toma de Troya. Contemos, por tanto, ochenta años hacia atrás desde el retorno de los heráclidas al Peloponeso hasta la guerra de Troya, y la toma de Troya será unos 76 años después de la muerte de Salomón. Así pues, la expedición argonaútica, que era una generación anterior, será unos 43 años después de aquella. Desde la toma de Troya al retorno de los heráclidas apenas pudo haber más de ochenta años porque Orestes, el hijo de Agamenón, era un joven que participó en la toma de Troya, y sus hijos Pentilo y Tisámeno vivieron hasta el retorno de los heráclidas.
Esculapio y Hércules eran argonautas e Hipócrates era la decimoctava generación, incluida la suya, por parte de padre, descendiente de Esculapio, y la decimonovena, descendiente de Hércules por parte de madre, y como estas generaciones, según dan cuenta los escritores, es muy probable que se sucedieran a través de los principales de la familia, en su mayor parte de los primogénitos, podemos calcular unos 28 o como máximo unos 30 años en una generación. Y así, los diecisiete intervalos por parte de padre y dieciocho por parte de madre, ascenderán a una media de unos 507 años, que contados hacia atrás desde el comienzo de la guerra del Peloponeso, época en que Hipócrates comenzó a florecer, nos llevarán al año 43 tras la muerte de Salomón, y ahí situaremos la expedición argonaútica.
Cuando los romanos conquistaron a los cartagineses, los archivos de Cartago cayeron en sus manos. De ahí que Apiano, en su historia de la guerra púnica, nos diga en números redondos que Cartago duró setecientos años y Solino añade el “pico” en estas palabras:
“Adrymeto atque Carthagini author est a Tyro populus. Urbem istam, ut Cato in Oratione Senatoria autumat; cum rex Hiarbas rerum in Libya potiretur, Elissa mulier extruxit, domo Phaenix, & Carthadam dixit, quod Phaenicum ore exprimit civitatem novam; mox sermone verso Carthago dicta est, quae post annos septingentos triginta septem exciditur quam fuerat extructa”.
Elisa era Dido, y Cartago fue destruida durante el consulado de Léntulo y Mumnio en el año 4.568 de la era juliana, contemos desde ahí hacia atrás 737 años y la encenia o dedidación de la Ciudad caerá en el año 16o de Pigmalión, hermano de Dido y rey de Tiro. Ella huyó en el séptimo año de Pigmalión pero la era de la ciudad comenzó con su encenia. Así pues, Virgilio, a través de su comentarista Servio, que puede que tuviera algunos documentos de los archivos de Tiro y Chipre además de los de Cartago, nos relata que Teucro había llegado de la guerra de Troya a Chipre en los tiempo de Dido, un poco antes del reinado de su hermano Pigmalión y que, junto con su padre, había tomado Chipre y destronado a Cínicas. Asimismo, los mármoles dicen que Teucro llegó a Chipre siete años después de la destrucción de Troya y construyó Salamis; y Apolodoro añade que Cíniras se casó con Metarme, la hija de Pigmalión, y construyó Pafos. Por tanto, si los romanos de los tiempos de Augusto no siguieron la cronología artificial de Eratóstenes en su totalidad, sino que tomaron estas fechas de los archivos de Cartago, Chipre o Tiro, entonces la llegada de Teucro a Chipre tuvo que ser durante el reinado del predecesor de Pigmalión y en consecuencia, la destrucción de Troya sería unos 76 años después de la muerte de Salomón.
Dionisio de Halicarnaso nos dice que en los tiempos de la guerra de Troya, Latino era rey de los aborígenes de Italia y que en la décimo sexta era tras esa guerra, Rómulo fundó Roma. “Era” para él, quiere decir reinado de un monarca, pues después de Latino, él recuenta dieciséis reyes de los latinos, de los cuales el último fue Numitor en cuyos días Rómulo fundó Roma. Así pues, Rómulo era contemporáneo de Numitor. Es más, Dionisio y otros calculan que detrás de él hubo seis reyes más en Roma hasta el comienzo de los cónsules. Estos veintidós reinados calculados a unos 18 años cada uno, sucediéndose el uno al otro, ya que muchos de estos reyes fueron asesinados, ascienden a unos 396 años, que contados hacia atrás desde el consulado de Junio Bruto y Valerio Publícola, los dos primeros cónsules, sitúan la guerra de Troya unos 78 años después de la muerte de Salomón.
La expedición de Sesostris fue una generación anterior a la expedición argonaútica, porque al volver a Egipto se dejó a Aetes en la Cólquida y Aetes reinó allí hasta la expedición de los argonautas. Asimismo, Sesostris dejó a Prometeo con un conjunto de hombres en el Monte Caúcaso para guardar el paso y después de treinta años fue liberado por Hércules el argonauta. Y Fliante y Eumedonte, los hijos del gran Baco (a quien los poetas llaman Sesostris) y de Ariadna, la hija de Minos, eran argonautas.
En el retorno de Sesostris a Egipto, su hermano Dánao huyó de él hasta llegar a Grecia con sus cincuenta hijas en un barco largo, a imitación del cual se construyó Argo. Argos, el hijo de Dánao fue el maestro de obras de este barco. Nauplio, el argonauta, nació en Grecia, de Amimone, una de las hijas de Dánao, y de Neptuno, el hermano y almirante de Sesostris. Asimismo, otras dos hijas de Dánao se casaron con Arcandro y Arquilites, los hijos de Aqueo, el hijo de Creúsa, la hija de Erecteo, rey de Atenas. Por tanto, las hijas de Dánao eran tres generaciones anteriores a Erecteo y por consiguiente contemporáneas de Teseo, el hijo de Egeo, hijo adoptivo de Pandión, el hijo de Erecteo.
Teseo, en los tiempos de la expedición argonaútica, tenía unos 50 años de edad, y por tanto nació en el año 33o de Salomón, ya que raptó a Helena justo antes de esa expedición, y él tenía entonces 50 años y ella siete, o como dicen algunos, diez. Pirítoo, el hijo de Ixión, ayudó a Teseo a raptar a Helena y después Teseo fue con Pirítoo a raptar a Perséfone, la hija de Aidoneo u Orcus, rey de los molosios, y fue apresado durante el intento.
Mientras Teseo estaba en prisión, Cástor y Pólux al volver de la expedición argonaútica, liberaron a su hermana Helena e hicieron prisionera a Aetra, la madre de Teseo. Así pues, las hijas de Dánao eran contemporáneas de Teseo, y algunos de sus hijos eran argonautas pues Dánao huyó de su hermano Sesostris con sus hijas hasta llegar Grecia más o menos una generación antes de la expedición argonaútica. Por tanto, Sesostris retornó a Egipto durante el reinado de Roboam ya que salió de Egipto en el quinto año de Roboam y pasó nueve años en esa expedición contra las naciones del Este y contra Grecia y, por ende, volvió a Egipto en el décimo cuarto año de Roboam.
Sesac y Sesostris fueron, por tanto, reyes de todo Egipto exactamente al mismo tiempo, pero no sólo coinciden en el tiempo sino también en sus acciones y conquistas: “Dios le dio a Sesac – הארצותממלכות – Los reinos de las tierras”, 2 Cró. XII, y además donde Heródoto describe la expedición de Sesostris, Josefo nos dice que en realidad, lo que estaba describiendo era la expedición de Sesac y atribuía las acciones de este a Sesostris, errando sólo en el nombre del rey.
Las corrupciones de los nombres son frecuentes en la historia. Sesostris fue llamado también Sesochris, Sesochis, Sesoosis, Sethofis, Sesonchis y Sesoncosis. Quitémosle la terminación griega y los nombres se convierten en Sesost, Sesoch, Sesoos, Sethos y Sesonch, nombre que difieren muy poco de Sesach. Sesonchis y Sesach no difieren más que Menfis y Mof, dos nombres de la misma ciudad. Josefo, siguiendo a Manetón, nos dice también que Sethosis era el hermano de Armais y que a estos hermanos se les conocía también por el nombre de Egipto y Dánao, y que durante el retorno de Sethosis o Egipto de sus grandes conquistas a Egipto, Armais o Dánao huyó de él a Grecia.
Egipto estaba al principio, como otras naciones, dividido en muchos reinos pequeños y fue cambiando de forma gradual hasta convertirse en una monarquía. El padre de la reina de Salomón fue el primer rey de Egipto que fue a Fenicia con un ejército. Sin embargo, él solo tomó Gezir y se la dio a su hija. Sesac, el siguiente rey, salió de Egipto con un ejército de libios, trogloditas y etíopes (2. Crónicas. XIII. 3) y, por tanto, fue entonces el rey de todos esos países. Además, no se puede leer en la Escritura que un monarca de Egipto que fuera anterior y reinara sobre todas esas naciones, saliera de Egipto con un gran ejército para conquistar otros países.
La sagrada historia de los israelitas desde los tiempos de Abraham hasta los tiempos de Salomón no admite a tal conquistador. Sesostris reinó sobre todas las naciones de los libios, trogloditas y etíopes, y salió de Egipto con un gran ejército para conquistar otros reinos. Los Pastores reinaron mucho tiempo en el bajo Egipto y, según Manetón, fueron expulsados de allí justo antes de la construcción de Jerusalén y el Templo, y mientras ellos reinaron en el bajo Egipto, el alto Egipto estaba bajo otros reyes; y mientras Egipto estuviera dividido en varios reinos, no había posibilidad para un monarca de todo Egipto como Sesostris. Además, ningún historiador lo hace posterior a Sesac y por tanto, él tuvo que ser el único y el mismo rey de Egipto que Sesac.
Esto no es una opinión nueva: Josefo lo descubrió cuando afirmaba que Heródoto había cometido un error al atribuir las acciones de Sesac a Sesostris y que ese error era sólo el nombre del rey, lo que es tanto como decir que el verdadero nombre del que hizo esas cosas descritas por Heródoto, era Sesac y que Heródoto erraba sólo al llamarlo Sesostris, o que se llamaba Sesostris por una corrupción de su nombre.
Nuestro gran cronólogo Sir John Marteham, era también de la opinión de que Sesostris era Sesac, y si aceptamos esto, entonces lo más probable es que Sesostris saliera de Egipto en el sexto año del reinado de Roboam para invadir las naciones, y que volverá a Egipto en el decimocuarto año de ese rey, y que Dánao, que huía de su hermano entonces, llegara a Grecia un año o dos después. Así pues, como la expedición de los argonautas fue una generación posterior a esa invasión y a la llegada de Dánao a Grecia, tuvo que ser unos 40 o 45 años tras la muerte de Salomón.
Prometeo se quedó en el Monte Caúcaso treinta años y después fue liberado por Hércules y, por tanto, la expedición de los argonautas fue treinta años después de que Sesostris hubiera dejado a Prometeo en el Monte Caúcaso , es decir, unos 44 años después de la muerte de Salomón.
Antes de conocerse la verdadera duración del año solar, todas las naciones calculaban los meses siguiendo el curso de la luna, y los años, por los retornos del invierno y verano, primavera y otoño. Y al hacer los calendarios para sus festivales, calculaban treinta días en un mes lunar, y doce meses lunares en un año tomando los números redondos más cercanos, de donde vino la división de la Eclíptica en 360o. Así en los tiempos del diluvio de Noé, cuando no podía verse la luna, Noé calculaba treinta días en un mes, pero si la luna aparecía un día o dos antes del final del mes, ellos comenzaban el mes siguiente en el primer día de su aparición, y esto se hacía de manera general hasta que los egipcios de Tebas descubrieron la duración del año solar.
Así Diodoro nos dice que “los egipcios de Tebas no usan meses intercalados ni sustraen ningún día (del mes) como hacen la mayoría de los griegos”.
Y Cicerón: “est consuetudo Siculorum caeterorumque Graecorum, quod suos dies mensesque congruere volunt cum Solis Lunaeque ratione, ut nonnumquam siquid discrepet, eximant unum aliquem diem aut summum biduum ex mense (civili dierum triginta) quos illiἐξαιρεςίμους dies nominant”. Y Proclo, hablando sobre laτριακάς de Hesíodo, menciona lo mismo.
Y c Gémino:
Πρόθεσις γαρ ἠν τοις ἀρχαίοις, τους μὲν μηνας ἄγειν κατὰ σελήνην, τοὺς δὲ ἐνιαυτοὺς καθ ̓ ἥλιον. Τὸ γαρ ὑπὸ των νόμων, καί των χρησμων παραγγελλόμενον, τὸ θύειν κατὰ γ’, ἤγουν τὰ πάτρια, μηνας, ἡμέρας, ἐνιαυτοὺς τουτο διέλαβον ἅπαντες οἱ Ἕλληνες τωι τους μὲν ἑνιαυτοὺς συμφώνως ἄγειν τωι ἡλίωιη τὰς δὲ ἥμέρας καὶ τοὺς μηνας τηι σελήνη. ἔστι δὲ τὸ μὲν καθ ̓ ἥλιον ἄγειν τοὺς ἐνιαυτοὺς, τὸ περὶ τὰς ἀυτὰς ὥρας του ἐνιαυτου τὰς ἀυτὰς θυσίας τοις θεοις ἐπιτελειθαι, καὶ τὴν μὲν ἐαρινὴν θυσίαν διὰ παντὸσ κατὰ τὸ ἔαρ συντελειθαιη τὴν δὲ θερινὴν, κατὰτὸ θέροση ὁμοίως δὲ καὶ κατὰτοὺς λοιποὺς καιροὺς του ἔτους τὰς ἀυτὰς θυσίας πιπτειν. Τουτο γαρ ὑπέλαβον προσηνὲς, καὶ κεχαρισμένον εἱναι τοις θεοις. Τουτο δ ̓ἄλλως ὀυκἂν δύναιτο γενέσθαι, εἰ μὴ αἱ τροπαὶ, καὶ αἱἰσημερίαι περὶ τοὺς ἀυτοὺς τόπους γίγνοιντο. Τὸ δὲκατὰ σελήνην ἄγειν τὰς ἡμέρας, τοιουτόν ἐςτιη τὸἀκολούθως τοις της ςελήνης φωτισμοις τὰς προσηγορίας των ἡμερων γίνεσθαι. ἀπὸ γαρ των της σελήνης φωτισμων ἁι προσηγορίαι των ἡμερων κατωνομάσθησαν. Ἐν ἡι μὲν γὰρ ἡμέραι νέα ἡσελήνη φαίνεται, κατὰ συναλοιφὴν νεομηνία προςηγορεύθηη ἐν ἡι δὲἡμέραι τὴν δευτέραν φάσιν ποιειται, δευτέραν προσηγόρευσανη τὴν δὲ κατὰ μέσον του μηνὸς γινομένην φάσιν τησ σελήνης, ἀπὸἀυτου του συμβαίνοντος διχομηνίαν ἐκάλεσαν. καί καθόλου δὲ παςασ τὰς ἡμέρας ἀπὸ των της σελήνης φωτισματων προσωνόμασαν. ὅθεν καὶ τὴν τριακοστὴν του μηνὸς ἡμέραν ἐσχάτην ὀυσαν ἀπὸἀυτου του συμβαίνοντος τριακάδα ἐκάλεσαν.
Propositum enim fuit veteribus, menses quidem agere secundum Lunam, annos vero secundum Solem. Quod enim a legibus & Oraculis praecipiebatur, ut sacrificarent secundum tria, videlicet patria, menses, dies, annos; hoc ita distincte faciebant universi Graeci, ut annos agerent congruenter cum Sole, dies vero & menses cum Luna. Porro secundum Solem annos agere, est circa easdem tempestates anni eadem sacrificia Diis perfici, &vernum sacrificium semper in vere consummari, aestivum autem in aestate: similiter & in reliquis anni temporibus eadem sacrificia cadere. Hoc enim putabant acceptum &gratum esse Diis. Hoc autem aliter fieri non posset nisi conversiones solstitiales &equinoctia in iisdem Zodiaci locis fierent. Secundum Lunam vero dies agere est tale ut congruant cum Lunae illuminationibus appellationes dierum. Nam a Lunae illuminationibus apellationes dierum sunt denominatae. In qua enim die Luna apparet nova, ea per Sunalaephen, seu compositionem νεομηνία, id est, Novilunium appellatur. In qua vero die secundam facit apparitionem eam secundam Lunam vocarunt. Apparitionem Lunae quae circa medium mensis fit, ab ipso eventu διχομηνίαν, id est medietatem mensis nominarunt. Ac summatim, omnes dies a Lunae illuminationibus denominarunt. Unde etiam tricesimam mensis diem, cum ultima sit, ab ipso eventu τριακάδα vocarunt”.
El antiguo calendario anual de los griegos constaba, por tanto, de doce meses lunares, y cada mes, de treinta días. Y estos años y meses eran corregidos de vez en cuando siguiendo los cursos de la luna y el sol, omitiendo un día o dos en el mes cada vez que se encontraban el mes demasiado largo para el curso de la luna y añadiendo un mes al año cada vez que se encontraban los doce meses lunares demasiado cortos para el retorno de las cuatro estaciones. Cleóbulo, uno de los siete sabios de Grecia hizo alusión a este año de los griegos en su parábola de un padre que tenía doce hijos, cada uno de los cuales tenía treinta hijas, la mitad blancas y la mitad negras; y Tales llamó al último día del mes “τριακάδα”: “el trigésimo”. Y Solón contaba los diez últimos días del mes hacia atrás desde el treinta y llamaba a ese día “ενην καὶ νέαν”: “el viejo y el nuevo” o el último día del viejo mes y el primer día del nuevo, ya que él introdujo meses de 29 y 30 días de manera alternativa, haciendo que el día treinta, un mes sí y otro no, fuera el primer día del mes siguiente.
A los doce meses lunares, los antiguos griegos le añadían un décimo tercero, un año sí y otro no, lo que constituía su “Dieteris”, y como este cálculo hacía que cada ocho años hubiera un año que tenía un mes de más, omitían el mes intercalado cada ocho años, lo que constituía el “Octaeteris”, cuya primera mitad era su “Tetraeteris”. Y estos períodos parecen ser tan antiguos como las religiones de Grecia ya que eran usados en los diversos “Sacra”.
El Octaeteris era el Annus magnus de Cadmo y Minos y, al parecer fue introducido en Grecia por los fenicios, que llegaron allí con Cadmo y Europa, y continuó hasta los tiempos de Heródoto, porque éste, al contar la duración de setenta años, calcula treinta días en un mes lunar, y doce de este tipo de meses; o 360 días en el año ordinario sin los meses intercalados y 25 de tales meses en el Dieteris. Asimismo, Demetrio de Falero, siguiendo el número de días del año del calendario de los griegos, hizo que los atenienses erigieran 360 estatuas en su honor. Sin embargo, los griegos Cleotrasto, Hárpalo y otros, para hacer que sus meses concordaran mejor con el curso de la luna en los tiempos del imperio persa, variaron la manera de intercalar los tres meses en el Octaeteris. Asimismo, Metón descubrió el ciclo que consistía en intercalar siete meses en diecinueve años.
El antiguo año de los latinos era también lunisolar, pues Plutarco nos dice que el año de Numa consistía en doce meses lunares con meses intercalados para compensar lo que a los doce meses lunares les faltaba del año solar.
El antiguo año de los egipcios era también lunisolar y continuó siéndolo hasta los tiempos de Hiperión u Osiris, un rey de Egipto, padre de Helio y Selene u Horus y Bubaste; ya que los israelitas había traído este año de Egipto. Además, Diodoro nos dice que Urano, el padre de Hiperión, usaba este año y que en el templo de Osiris, los sacerdotes encargados del templo llenaban 360 cubos de leche cada día. Yo creo que él quiere decir un cubo cada día, cada uno de los 360, para contar el número de días del año del calendario y así averiguar la diferencia entre éste y el verdadero año solar, pues el año de 360 días era el año, y al final de él, añadieron cinco días.
Que los israelitas usaron el año lunisolar es incuestionable. Sus meses comenzaban con sus lunas nuevas. Su primer mes se llamaba Abib, por la espiga del trigo de ese mes. Su Pascua se mantuvo en el día 14 del primer mes, cuando la luna estaba llena y si el trigo no estaba lo bastante maduro como para ofrecer los primeros frutos, la fiesta se posponía, se añadía un mes intercalado al final del año, la cosecha se recogía antes de Pentecostés y los otros frutos eran recogidos antes de la celebración del séptimo mes.
Simplicio en su comentario sobre la primera de las Acroasis Physicae de Aristóteles nos dice que “algunos comienzan el año con el solsticio de verano, como los habitantes del Ática, o con el equinoccio de otoño, como los habitantes de Asia, o en invierno como los romanos, o alrededor del Equinoccio vernal, como los árabes y la gente de Damasco y, según algunos, el mes comenzaba con la luna llena o con la nueva”.
Los años de todas estas naciones eran, por tanto lunisolares y mantenían las cuatro estaciones. Y al principio, el año romano comenzaba en primavera, como parece deducirse de los nombres de sus meses: Quintilis, Sextilis, September, October, November, December; Más tarde, el comienzo se cambió y se puso en el invierno.
El antiguo año laico de los asirios y babilonios era también lunisolar, pues este año era usado también por los samaritanos que venían de varias partes del imperio asirio; Asimismo, los judíos que venían de Babilonia le ponían a los meses de su año lunisolar, los nombres de los meses del año babilonio. Beroso nos dice que los babilonios celebraban la fiesta sacea el 16o día del mes Lous, que era un mes lunar de los macedonios. Asimismo, los árabes, una nación que pobló Babilonia, usan meses lunares hasta este día. Suidas nos dice que el Saro de los caldeos contiene 222 meses lunares, los cuales suman dieciocho años, y que cada uno de ellos consta de doce meses lunares además de seis meses intercalados. De igual modo, cuando Ciro dividió el río Gindus en 360 canales parece que aludía al número de días del año del calendario de los medos y los persas. Además, el emperador Juliano escribe: “Porque cuando todos los demás pueblos, por decirlo en una palabra, ajustan sus meses al curso de la luna, sólo nosotros, junto con los egipcios, medimos los días del año por el curso del sol”.
Para terminar, los egipcios, se dedicaron a observar las estrellas en pro de la navegación y, al observar las salidas y las puestas helíacas, descubrieron que el verdadero año solar era cinco días más largo que el año del calendario y, por tanto, añadieron cinco días a los doce meses del calendario e hicieron que el año solar constara de doce meses y cinco días.
Estrabón y Diodoro atribuyen este invento a los egipcios de Tebas: “Los sacerdotes tebanos”, afirma Estrabón, “son considerados, más que ningunos otros, astrónomos y filósofos. Ellos inventaron el cálculo de los días, no siguiendo el curso de la luna, sino el curso del sol. A los doce meses de treinta días cada uno, ellos le añadieron cinco días anuales”.
En conmemoración de esta enmienda del año, los egipcios le dedicaron los cinco días adicionales a Osiris, Isis, Horus el mayor, Tifón y Nefte, la mujer de Tifón, suponiendo que esos días fueron añadidos al año en que estos cinco príncipes nacieron, o sea, en el reinado de Urano o Amnon, el padre de Sesac. Así pues, en el sepulcro de Amenofis, que reinó poco después, pusieron un círculo dorado de 365 partes iguales para representar todos los días del año y que tenía anotadas sobre cada una de las partes, las salidas y las puestas helíacas de las estrellas de ese día. Dicho círculo permaneció allí hasta que Cambises, rey de Persia invadió Egipto. Hasta el reinado de Urano, el padre de Hiperión y abuelo de Helio y Selene, los egipcios habían usado el viejo año lunisolar, pero durante su reinado, o sea, en el reinado de Amón, el padre de Osiris o Sesac y abuelo de Horus y Bubaste, los tebanos comenzaron a dedicarse a la navegación y a la astronomía y, por las salidas y puestas helíacas de las estrellas, determinaron la duración del año solar y añadieron cinco días al viejo año del calendario y se los dedicaron a sus cinco hijos, ya mencionados antes, para celebrar los días de sus cumpleaños. Asimismo, durante el reinado de Amenofis, cuando tras más observaciones habían determinado con el suficiente tiempo de los solsticios, pudieron situar el comienzo de este nuevo año en el equinoccio vernal.
Por último, al propagarse este año hasta Caldea, dio lugar al año de Nabonasar, pues los años de Nabonasar y los de Egipto comenzaban en el mismo día, al que denominaban Tot, y eran lo mismo e iguales en todos los aspectos. Asimismo, el primer año de Nabonasar comenzaba el 26o día de Febrero del antiguo año romano, setecientos cuarenta y siete años antes de la Era Vulgar de Cristo y treinta y tres días y cinco horas antes del equinoccio vernal, siguiendo el movimiento medio del sol, pues no es probable que la ecuación del movimiento medio del sol fuera conocida en la infancia de la astronomía.
Calculando, pues, que al año de 365 días le faltan cinco horas y 49 minutos del año equinoccial, el comienzo de este año se retrasará treinta y tres días y cinco horas en 137 años y, en consecuencia, este año tuvo que comenzar al principio en Egipto en el equinoccio vernal, según el movimiento medio del sol, 137 años antes de que empezara la era de Nabonasar, o sea, en el año 3.830 del período juliano, o 96 años después de la muerte de Salomón; y si comenzó al día siguiente del equinoccio vernal, pudo comenzar cuatro años antes. Sobre ese tiempo tuvo que terminar el reinado de Amenofis, puesto que él no fue desde Susa a la guerra de Troya sino que murió después en Egipto. En el imperio persa, copiaron este año de los babilonios, y los griegos también lo usaron en la era filipea, fechada a partir de la muerte de Alejandro Magno; después Julio César lo corrigió, añadiéndole un día cada cuatro años y lo convirtió en el año de los romanos.
Sincelo nos dice que el que añadió los cinco días al año antiguo fue el último rey de los Pastores; y la diferencia en tiempo entre el reinado de este monarca y el de Amón no es lo que se dice pequeña, pues el reinado de los Pastores no terminó sino una generación o dos antes de que Amón comenzara a añadir esos días. Pero a los Pastores no les interesaban las artes ni las ciencias.
A causa del mes intercalado, el primer mes del año lunisolar comenzaba una semana o una quincena antes del equinoccio o solsticio y algunas veces un poco después; y este año les dio ocasión a los primeros astrónomos, que formaban los asterismos, para situar los equinoccios y solsticios en el medio de las constelaciones de Aries, Cáncer, Chelae (Las Pinzas) y Capricornio. Aquiles Tatio nos dice que “antiguamente algunos situaban el solsticio al principio de Cáncer, otros en el octavo grado y otros sobre el decimoquinto grado de éste”.
Esta variedad de opiniones procedía de la precesión del equinoccio, entonces todavía desconocida para los griegos. Cuando la esfera fue formada por primera vez, el solsticio estaba en el decimoquinto grado o en el medio de la constelación de Cáncer, después pasó al decimosegundo, al octavo, al cuarto y al primer grado, uno después de otro.
Eudoxo, que floreció unos sesenta años después de Metón y cien años antes de Arato, al describir la esfera de los antiguos, situó los solsticios y equinoccios en el medio de las constelaciones de Aries, Cáncer, Chelae (Las Pinzas) y Capricornio como afirma Hiparco de Nicea y como aparece también en la descripción de los círculos equinocciales y tropicales en Arato, que lo copió de Eudoxo, y en las posiciones de los coluros de los equinoccios y solsticios, que en la esfera de Eudoxo descrita por Hiparco, atravesaba el medio de esas constelaciones, ya que Hiparco nos dice que Eudoxo dibujó el coluro de los solsticios a través del centro de la Osa Mayor y del de Cáncer. Dice que también lo dibujó a través del cuello de Hydra y de la estrella que hay entre la popa y el mástil de Argo, y de la cola del Pez del Sur, y a través del centro de Capricornio y de Sagitario. También dice que lo dibujó a través del cuello y el ala derecha del Cisne, y de la mano izquierda de Cefeo; Asimismo, nos dice que Eudoxo dibujó el coluro equinoccial a través de la mano izquierda de Arctofilax, y a lo largo del centro de su cuerpo, y pasando por medio de Chelae (Las Pinzas), y a través de la mano derecha y rodilla delantera del Centauro, y a través de la flexión de Erídano y la cabeza de Cetus, y atravesando la espalda de Aries, y a través de la cabeza y mano derecha de Perseo.
Quirón, pues, delineó asterismos σχήματα ὀλύμπου, como nos refiere el antiguo autor de La Gigantomaquia, citado por Clemente de Alejandría, ya que Quirón era un astrónomo práctico, como puede decirse también de su hija Hipo. Asimismo, Museo, el hijo de Eumolpo, señor de Orfeo, y uno de los argonautas, hizo una esfera, y tenía la reputación entre los griegos de haber sido el primero en hacer una. Esta esfera misma muestra que fue trazada en tiempos de la expedición de los argonautas porque esa expedición está dibujada en los asterismos junto con varias otras historias más antiguas de los griegos y sin nada más: Está el CARNERO dorado, la enseña de la nave en la que Frixo huyó a la Cólquida, el TORO con las pezuñas de bronce, domesticado por Jasón, y los GEMELOS, CASTOR Y PÓLUX, dos de los argonautas, con el CISNE de Leda, su madre. Está el barco ARGO e HYDRUS, el dragón vigilante con la COPA de Medea y un CUERVO sobre su cadáver, el símbolo de la muerte.
Está QUIRÓN, el maestro de Jasón, con su ALTAR y su SACRIFICIO. Está el argonauta HÉRCULES con su flecha y con su BUITRE cayendo; y el DRAGÓN, el CANGREJO y el LEÓN a los que mató, y el ARPA del argonauta Orfeo. Todos estos están relacionados con los argonautas. Está ORION, el hijo de Neptuno o como dicen algunos, el nieto de Minos, con sus PERROS y su LIEBRE y el RÍO y el ESCORPIÓN.
Está la historia de Perseo, en las constelaciones de PERSEO, ANDRÓMEDA, CEFEO, CASIOPEA y CETUS.
La de Calisto y su hijo Arcas, en la OSA MAYOR y ARCTOFILAX, la de Icario y su hija Erígone en BOOTES, PLAUSTRO Y VIRGO. La OSA MENOR está relacionada con las nodrizas de Júpiter, AURIGA con Erectonio, OFIUCO con Forbante, SAGITARIO con Crolus, el hijo de la nodriza de las Musas, CAPRICORNIO con Pan y ACUARIO con Ganimedes. Está la CORONA de Ariadna, el CABALLO de Belerofonte, el DELFÍN de Neptuno, el ÁGUILA de Ganimedes, la CABRA de Júpiter con sus CHIVOS, los ASNOS de Baco y los PECES de Venus y Cupido, y su padre el PEZ AUSTRAL.
Éstas, junto con DELTOTON, son las antiguas constelaciones mencionadas por Arato, y todas ellas están relacionadas con los argonautas y sus contemporáneos y con personas de una o dos generaciones después ya que nada posterior a esa expedición había sido dibujado allí al principio. Como ANTINOUS y COMA BERENICES son nuevas al parecer, por tanto, la esfera la tuvieron que crear Quirón y Museo para el uso de los argonautas pues la nave Argo fue el primer barco largo construido por los griegos. Hasta entonces, éstos habían usado barcos de carga redondos que se mantenían con la costa a la vista y, para que una embajada se dirigiera a varios príncipes de las costas de los mares Mediterráneo y Euxino, siguiendo las órdenes del oráculo y con el consentimiento de los príncipes de Grecia, la flor y nata de Grecia se dispuso a navegar con su expedición a través de los mares profundos en una embarcación larga y con velas y a hacer que su barco se guiara por las estrellas.
Los habitantes de la isla de Corcira atribuían la invención de la Esfera a Nausícaa, la hija de Alcínoo, el rey de los feacios en esa isla, y lo más probable es que a ella se la hubieran dado los argonautas, quienes en su retorno a casa navegaron hasta esa isla y se hospedaron algún tiempo allí con su padre. Así pues, en los tiempos de la expedición Argonáutica, los puntos cardinales de los equinoccios y solsticios estaban justo en medio de las constelaciones de Aries, Cáncer, Chelae (Las Pinzas) y Capricornio.
Al final del año 1689 de nuestro Señor, la estrella llamada Prima Arietis estaba en .28o 51’00’’, con una latitud norte de 7o 8’58’’ y la estrella llamada ultima caudae Arietis estaba en .19o 3’42’’ con una latitud norte de 2o.34’5’’ y el Colurus Aequinoctiorum que pasaba a través del punto medio entre esas dos estrellas cortaba entonces a la eclíptica en 6o 44’ y, siguiendo este cálculo, el equinoccio a finales del año 1689 había retrocedido 36o 44’ desde la expedición argonaútica, suponiendo que dicho coluro pasara a través del centro de la constelación de Aries según el dibujo de los antiguos. El equinoccio retrocede cincuenta segundos en un año, y un grado, en setenta y dos años. En consecuencia, retrocede 36o 44’’ en 2.645 años, que contados hacia atrás desde el año 1689 de nuestro Señor o comienzos del año 1690, sitúan la expedición de los argonautas unos 25 años después de la muerte de Salomón; pero no es necesario que el centro de la constelación de Aries estuviera exactamente en el centro entre esas dos estrellas llamadas Prima Arietis y Ultima Caudae, y puede que sea mejor fijar los puntos cardinales según las estrellas a través de las cuales pasaban los coluros en la esfera primitiva, siguiendo la descripción de Eudoxo antes citada. Cuando digo coluros de los equinoccios, me refiero a un gran círculo que pasa a través de los polos del Ecuador y que corta a la Eclíptica en los equinoccios en un ángulo de 66 1⁄2 grados, el complemento de la inclinación más grande del sol; y cuando digo coluros de los solsticios, me refiero a un gran círculo que pasa a través de los mismos polos y que corta a la eclíptica en ángulos rectos en los solsticios. Cuando hablo de la esfera primitiva, me refiero a la que estaba en uso antes de que se conocieran los movimientos de los equinoccios y de los solsticios. Los coluros pues, pasaban a través de las siguientes estrellas según Eudoxo:
A la espalda de Aries hay una estrella de la sexta magnitud, marcada como ν por Bayer a finales del año 1689. A comienzos del 1690, su longitud era 9º38’45’’ y el colurus Aequinoctiorum que pasa a través de ella, según Eudoxo, corta a la Eclíptica en 6º58’57’’. En la cabeza de Cetus hay dos estrellas de la cuarta magnitud llamadas ν y ξ por Bayer: al final del año 1689 sus longitudes eran 4º3’9’’ y 3º7’37’’ y sus latitudes sur 9º12’26’’ y 5º53’7’’; y el colurus Aequinoctiorum que pasaba por medio de ellas cortaba a la Eclíptica en 6º58’51’’. En la flexión extrema de Erídano, dibujada de manera correcta, hay una estrella de cuarta magnitud a la que más tarde se denominaría como el pecho de Cetus y a la que Bayer llamó ρ: Es la única estrella en Erídano a través de la cual puede pasar este coluro. Su longitud, a finales del año 1689 era 25º22’10’’ y su longitud sur 25º15’50’’. Asimismo, el Colurus Aequinoctiorum que pasa a través de ella corta a la Eclíptica en 7º12’40’’. En la cabeza de Perseo, dibujada de manera correcta, hay una estrella de cuarta magnitud llamada τ por Bayer. La longitud de esta estrella, a finales del año 1689, era 23º25’30’’ y su latitud norte 34º20’12’’. Asimismo, el colurus aequinoctiorum que pasa a través de ella corta a la eclíptica en 6º18’57’’.
En la mano derecha de Perseo, de manera correcta dibujada, hay una estrella de la cuarta magnitud llamada η por Bayer. Su longitud a finales del año 1689 era 24º24’27’’ y su latitud Norte 37º26’50’’; y el colurus Aequinoctiorum que pasa a través de ella, corta a la Eclíptica en 4º56’40’’. La quinta parte de la suma de los lugares en que estos cinco coluros cortan a la Eclíptica es 6º29’15’’. Por tanto, el Gran Círculo que en la esfera primitiva según Eudoxo, y en consecuencia en los tiempos de la expedición argonaútica, era el Colurus Aequinoctiorum que pasaba a través de las estrellas descritas antes, cortaba, en efecto, a finales del año 1689, a la Eclíptica en 6º29’15’’; este cálculo es el más aproximado que hemos podido determinar por las observaciones de los antiguos, que eran rudimentarias.
En el centro de Cáncer está el Asno del Sur, una estrella de la cuarta magnitud, a la que Bayer llamó δ. Su longitud a final del año 1689 era 4º23’40’’. En el cuello de Hydra, delineada de forma correcta, hay una estrella de la cuarta magnitud llamada δ por Bayer. Su longitud a finales del año 1689 era 5º59’3’’. Entre la popa y el mástil del Barco Argo hay una estrella de la tercera magnitud, llamada por Bayer. Su longitud a finales de ese año era 7º5’. 31’’. En
Sagitario hay una estrella de la sexta magnitud llamada θ por Bayer. Su longitud a finales de ese mismo año de 1689, era 6º29’ 53’’. En el centro de Capricornio hay una estrella de la quinta magnitud, llamada η por Bayer. Su longitud al final del mismo año era 8º25’. 55’’. Y la quinta parte de la suma de las tres primeras longitudes, y los complementos de las tres primeras longitudes, y los complementos de las dos últimas hasta los 180 grados es 6º28’. 46’’. Esta es la nueva longitud del antiguo Colurus Solstitiorum que pasa a través de estas estrellas. El mismo Coluro pasa también por el medio de las estrellas y , de la cuarta y quinta magnitud, en el cuello del Cisne, y dista de cada una más o menos un grado. Pasa también por la estrella , de la cuarta magnitud, en el ala derecha del Cisne y junto a la estrella , de la quinta magnitud, en la mano izquierda de Cefeo, dibujada de forma correcta, y junto a las estrellas de la cola del Pez del Sur, y forma un ángulo recto con el Colurus Aequinoctorum encontrado antes y, por ello, tiene todos los caracteres del Colorus Solstitiorum dibujadas de forma correcta. Los dos coluros, por tanto, que en los tiempos de la expedición de los argonautas cortaban a la Eclíptica en los puntos Cardinales, la cortaban en efecto al final del año 1689 en 6º29’; . 6º29’; .. 6º29’. .. 6º29’, es decir, a la distancia de 1 signo, 6 grados y 29 minutos de los puntos cardinales de Quirón según los cálculos más aproximados que hemos podido determinar siguiendo las rudimentarias observaciones de los antiguos. Por tanto, los puntos Cardinales en el tiempo transcurrido entre esa expedición y el final del año 1689 han retrocedido un signo, 6 grados, y 29 minutos desde esos coluros; lo cual, siguiendo un ritmo de 72 años por grado, asciende a 2627 años. Contemos esos años hacia atrás desde el final de 1689 o comienzos del 1690 y el cálculo situará a la expedición de los argonautas unos 43 años después de la muerte de Salomón.
Por el mismo método se puede encontrar con facilidad, la situación de cualquier estrella en la Esfera Primitiva, contando hacia atrás un signo, 6o, 29’ de la longitud que tenía al final del año 1689 de nuestro Señor. Así, la longitud de la primera estrella de Aries al final del año 1689 era . 28o. 51’. Si como hemos hecho antes, contamos hacia atrás 1 signo, 6o. 29’, su longitud contada desde el Equinoccio en el centro de la constelación de Aries, en los tiempos de la expedición argonáutica, será 22o 22’ y por el mismo proceso de razonamiento, la longitud de la Lucida Pleiadum en tiempos de la expedición de los argonautas será 19o 26’ 8’’ y la longitud de Arcturus .13. 24’ 52’’e igual con cualquier otra estrella.
Después de la expedición de los argonautas ya no se vuelve a oír nada más de astronomía hasta los tiempos de Tales. Éste resucitó la astronomía y escribió un libro sobre los trópicos y los equinoccios y predijo eclipses. Plinio nos dice que Tales también determinó que el Occasus Matutinus de las Pléyades caía en el vigésimo quinto día después del Equinoccio otoñal y de ahí Petavio calcula la longitud de las Pléyades en .23º 53’ Esto significa, en consecuencia, que la Lucida Pleiadum se había movido, desde la expedición argonaútica, desde el equinoccio 4º 26’ 52’’ y este movimiento, a una proporción de 72 años por grado, asciende a 320 años; contemos estos años hacia atrás desde los tiempos en que Tales era joven y apto para dedicarse a los estudios astronómicos, o sea, desde la 41o Olimpiada de forma aproximada y el cálculo situará a la expedición argonáutica unos 44 años tras la muerte de Salomón, como hemos expuestoantes. Según este cálculo, en los tiempos de Tales, los solsticios y equinoccios estarían en el centro de los undécimos grados de los signos. No obstante, Tales, al publicar su libro sobre los trópicos y los equinoccios, pudo decantarse un poco hacia la opinión de los astrónomos anteriores y por eso los colocó en los duodécimos grados de los signos.
Metón y Euctemón, para publicar el Ciclo lunar de diecinueve años, observaron el solsticio de verano en el año 316 de Nabonasar, el año antes de que comenzara la guerra del Peloponeso y Columela nos dice que lo situaron en el octavo grado de Cáncer, lo que supone al menos siete grados más atrás que al principio. El equinoccio, pues, siguiendo la proporción de un grado en setenta y dos años, retrocede siete grados en 504 años. Contemos hacia atrás esos años desde el año 316o de Nabonasar, y la expedición de los argonautas caerá en el 44o año después de la muerte de Salomón, o por ahí cerca, como ya hemos expuesto antes. De esta manera se ve la verdad de lo que ya hemos citado, sacado de Aquiles Tatius, es decir, que algunos situaban antiguamente al solsticio en el octavo grado de Cáncer, otros, sobre el duodécimo grado y otros, sobre el décimo quinto grado de éste.
Hiparco, el gran astrónomo, al comparar sus propias observaciones con las de astrónomos anteriores, concluyó antes que ningún otro hombre, que los equinoccios tenían un movimiento hacia atrás con respecto a las estrellas fijas y su opinión era que retrocedían un grado en unos cien años. Él hizo sus observaciones de los equinoccios entre los años 586 y 618 de Nabonasar: el año del medio es el 602, es decir, 286 años después de las mencionadas observaciones de Metón y Euctemón . En esos años el equinoccio debe de haber retrocedido cuatro grados y, por tanto, debía de estar en el cuarto grado de Aries en los tiempos de Hiparco, y en consecuencia haber retrocedido once grados desde la expedición argonautica, o lo que es lo mismo, en 1090 años según la cronología de los antiguos griegos en uso entonces. Esto significa una proporción de unos 99 años, o usando el siguiente número redondo, 100 años por grado como afirmaba Hiparco entonces.
Pero, en realidad, había retrocedido un grado en setenta y dos años, y once grados, en 792 años: Si contamos estos 792 años hacia atrás desde el año 602 de Nabonasar, año a partir del cual habíamos contado antes los 286 años, el cálculo situará a la expedición de los argonautas unos 43 años después de la muerte de Salomón.
Los griegos, pues, habían convertido a la expedición de los argonautas en unos trescientos años más antigua de lo que había sido en realidad y eso es lo que hizo al gran Hiparco opinar que el equinoccio retrocedía siguiendo una proporción de sólo un grado por cada cien años. Hesíodo nos dice que sesenta días después del solsticio de invierno la estrella llamada Arturo, se puso justo a la puesta del sol. De ahí se deduce que Hesíodo floreció unos cien años después de la muerte de Salomón o en la generación o período posterior a la guerra de Troya, como Hesíodo mismo declara.
Por todas estas circunstancias basadas en las toscas observaciones de los astrónomos antiguos podemos dar como cierto que la expedición de los argonautas no fue anterior al reinado de Salomón. Además, si estos argumentos astronómicos se añaden a los argumentos ya expuestos tomados de la duración media de los reinados de los monarcas, según el curso de la naturaleza, podemos con certeza concluir de todos ellos que la expedición de los argonautas fue después de la muerte de Salomón y, es muy probable que fuera unos 43 años después de aquella.
La guerra de Troya no ocurrió, pues, una generación después de esa expedición, como ya se ha expuesto antes, ya que varios capitanes de los griegos en esa guerra eran hijos de los argonautas. Asimismo, los antiguos griegos aseguraban que Memnón o Amenofis, rey de Egipto, había reinado en los tiempos de esa guerra, convirtiéndolo, sin ser cierto, en el hijo de Titono, el hermano mayor de Príamo; y que al final de esa guerra había venido desde Susa para asistir a Príamo. Amenofis era, por tanto, de la misma edad que los hijos mayores de Príamo y estuvo con su ejército en Susa en el último año de esa guerra. Asimismo, después de haber terminado allí, la Memnonia, puede que volviera a Egipto y lo adornara con edificios, obeliscos y estatuas y que muriera allí unos 90 ó 95 años tras la muerte de Salomón, cuando ya había determinado y afianzado el comienzo del nuevo año egipcio de 365 días desde el equinoccio vernal como para merecer el monumento ya mencionado en memoria suya.
Roboam nació en el último año del rey David y tenía 41 años a la muerte de Salomón, I Reyes s. XIV 21, y, por tanto, es probable que su padre Salomón naciera en el 18o año del reinado del rey David o antes. Dos o tres años antes de su nacimiento, David sitió Rabá la metrópolis de los amonitas y cometió adulterio con Betsabé; y el año antes de que este asedio comenzara, David derrotó a los amonitas y a sus confederados, los sirios de Sobá, de Rehob, de Istob, de Maaca y de Damasco, y extendió su dominio sobre todas estas naciones hasta la entrada de Hamat y del río Eúfrates: y antes de que comenzara esta guerra hirió a Moab y a Amón y a Edom. Asimismo, hizo huir a los edomitas, a algunos de ellos hasta Egipto con su rey Hadad, que era por entonces un niño pequeño, y a otros, hasta la tierra de los filisteos, donde fortificaron Azoth contra Israel. A otros, creo, los hizo huir hacia el golfo persa y a otros lugares a donde pudieran escapar pero antes de esto mantuvo varias batallas con los filisteos. Todo eso sucedió después del octavo año de su reinado, año en el que él fue de Hebrón a Jerusalén. No podemos, por tanto, errar en más de dos o tres años, si situamos esta victoria sobre Edom en el décimo primero o décimo segundo año de su reinado, y la que obtuvo sobre Amón y los sirios, en el décimo cuarto.
Tras huir de su tierra, el rey de Edom creció y se casó con Thaphnes o Dafne, la hermana de la reina del faraón, y antes de la muerte de David tuvo con ella un hijo llamado Genubah. Este hijo fue criado entre los hijos del faraón, entre los cuales se hallaba la principal o primogénita de los hijos de su madre con quien se casó Salomón al comienzo de su reinado, la hermana pequeña de ésta que en ese tiempo no tenía pechos y, también su hermano, que por aquel entonces mamaba de los pechos de su madre, Can. VI. 9. y VIII. I, 8. Pues bien, más o menos de la misma edad que estos niños tenía que ser Sesac o Sesostris ya que éste se convirtió en rey de Egipto durante el reinado de Salomón, I Reyes s. XI. 40 y antes de comenzar a reinar había luchado a las órdenes de su padre. Asimismo, siendo muy joven ya había conquistado Arabia, Berenice Troglodítica y Libia, y después había invadido Etiopía y había sucedido a su padre y reinado hasta el quinto año de Asa. Por tanto, tenía que ser de la misma edad que los hijos del faraón antes mencionados y es probable que fuera uno de ellos, que naciera hacia el fin del reinado del rey David y que tuviera unos 46 años cuando salió de Egipto con un gran ejército para invadir el Este.
A causa de sus grandes conquistas fue conmemorado con distintos nombres en varias naciones. Los caldeos lo llamaban Belo, que en su lengua significaba el Señor, los árabes lo llamaban Baco, que en su lengua significaba el Magno, los Frigios y los tracios lo llamaban Ma-forte, Mavorte o Marte, que significaba el valiente, y de ahí que las Amazonas, a quien él llevó desde Tracia hasta Termodonte se llamaran a sí mismas las hijas de Marte. Los egipcios lo llamaban antes de su reinado, su héroe o Hércules, y después de su muerte, a causa de sus grandes obras hechas en el río Nilo, le dedicaron ese río a él y lo deificaron con los nombres de Sihor, Nilo y Egipto. Más tarde, los griegos al oírlos lamentarse diciendo Oh Siro o Bou Sihor, lo llamaron Osiris y Busiris. Arriano nos dice que los árabes adoraban sólo a dos dioses: Caelus y Dioniso; y que la razón por la que adoraban a Dioniso era por la gloria de haber dirigido su propio ejército hasta la India.
El Dioniso de los árabes era Baco y todos están de acuerdo en que Baco era el mismo rey de Egipto que Osiris. Además, yo considero que el Coelus o Urano o Júpiter Uranius de los árabes, es el mismo rey de Egipto que su padre Amón, como decía el poeta:
Quamvis Æthiopum populis, Arabumque beatis
Gentibus, atque Indis unus sit Jupiter Ammon
Yo sitúo el final del reinado de Sesac en el quinto año de Asa, porque en ese año, Asa se liberó del dominio de Egipto para poder fortificar Judea y crear ese gran ejército con el que se enfrentó y derrotó por completo a Zera.
Osiris fue, por tanto, asesinado en el quinto año de Asa por su hermano Jápeto a quien los egipcios llamaban Tifón, Pitón y Neptuno. Después, los libios, a las órdenes de Jápeto y de su hermano Atlas invadieron Egipto e hicieron esa famosa guerra entre los dioses y los gigantes, de donde le viene al Nilo el nombre de Erídano. No obstante, Horus, el hijo de Osiris, se impuso con la ayuda de los etíopes y reinó hasta el 15o año de Asa. Más tarde, los etíopes a las órdenes de Zera, invadieron Egipto, ahogaron a Horus en el Erídano y fueron derrotados por Asa, así que Zera no pudo recuperarse. Zera fue sucedido por Amenofis, un joven de la familia real de los etíopes, y yo pienso que, hijo de Zera. Sin embargo, los pueblos del bajo Egipto se rebelaron contra él y pusieron a Osarsip en en el poder para que gobernara sobre ellos y llamaron a un gran número de hombres de Fenicia para que les ayudaran, creo que a una parte del ejército de Asa. Entonces, Amenofis, con los restos del ejército de etíopes de su padre, se retiró del bajo Egipto hasta Menfis y allí guió el río Nilo hacia un nuevo canal, bajo un nuevo puente que él construyó entre dos montañas. También construyó y fortificó esa ciudad contra Osarsip y le dio su propio nombre: Amenof o Menfis. Después volvió con un gran ejército y sometió al bajo Egipto, expulsando a la gente que había llamado para que vinieran desde Fenicia: Yo considero esta expulsión, la segunda de los Pastores. El Dr. Castel nos dice que en copto esta ciudad se llama Manftha, de donde vienen, por contracción, sus nombres Mof, Nof.
Mientras Amenofis permanecía en Etiopía, Egipto estaba en su peor momento y entonces fue cuando, como yo lo concibo, los griegos, al enterarse, idearon la expedición de los argonautas y enviaron a la flor y nata de Grecia en la nave Argo para persuadir a las naciones de las costas marítimas de los mares Euxino y Mediterráneo de que se levantaran contra Egipto y se establecieran por su cuenta como habían hecho antes los libios, los etíopes y los judíos. Este es otro argumento más para situar esa expedición unos 43 años después de la muerte de Salomón al estar este período en mitad del momento más bajo de Egipto. Puede que Amenofis volviera de Etiopía y conquistara el bajo Egipto unos ocho años después de esa expedición y tras haber asentado su gobierno sobre aquel, puede que para detener la revuelta de las naciones del Este, condujera a su ejército hasta Persia y dejara a Proteo en Menfis para que gobernara Egipto en su ausencia y puede que se quedara algún tiempo en Susa, construyera Memnomia y fortificara esa ciudad para que fuese la metrópolis de sus dominios por aquella parte.
Androgeo, el hijo de Minos, durante su triunfo cuando era joven en los Ateneas o juegos cuatrienales de Atenas, fue asesinado por envidia de un modo pérfido, y desde entonces, Minos les hizo la guerra a los atenienses y los obligó a que enviaran a siete jóvenes imberbes a Creta cada ocho años y a otras tantas jóvenes vírgenes para ser entregados como recompensa a aquel que consiguiera la victoria en los juegos similares instituidos en Creta en honor de Androgeo. Estos juegos se celebraban al parecer a comienzos del Octaeteris, y los Atenea, a comienzos del Tetraeteris, que por entonces habían sido traídos a Creta y a Grecia por los fenicios y durante el tercer pago del tributo de los niños, es decir, unos diecisiete años después de que dicha guerra llegara a su fin y unos diecinueve o veinte años después de la muerte de Androgeo. Teseo fue el vencedor y volvió de Creta con Ariadna, la hija de Minos. Mientras éste iba a la isla de Naxos o Día , soltó a Ariadna, la hija de Minos y ésta fue recogida por Glauco, un comandante egipcio del mar y se convirtió en la amante del gran Baco, que en ese tiempo había vuelto triunfante de la India y tuvo dos hijos con él, Fliante y Eumedonte, que fueron argonautas.
Este Baco había sido sorprendido en la cama con Venus, la madre de Eneas, en Frigia, según Homero, justo antes de que fuera al Helesponto, y había invadido Tracia y se había casado con Ariadna, la hija de Minos, según Hesíodo. Por tanto, a través del testimonio de Homero y de Hesíodo, quienes escribieron antes de que los griegos y los egipcios corrompieran sus historias antiguas, este Baco era de una generación anterior a la de los argonautas y como además era rey de Egipto al mismo tiempo que Sesostris, tienen que haber sido el mismo y único rey pues los dos coinciden también en sus acciones. Asimismo, después de que fuera derrotado por el ejército de Perseo y la guerra hubiera terminado, los griegos le hicieron grandes honores y le construyeron un templo en Argos y lo llamaron el templo del Baco cretense porque, como nos relata Pausanias, Ariadna fue enterrada en él.
Ariadna murió, por tanto, al final de la guerra, justo antes del retorno a Egipto de Sesostris, esto es, en el año 14 del reinado de Roboam: Se la llevaron de Naxos durante el retorno de Baco desde la India y entonces se convirtió en la amante de Baco y lo acompañó en sus triunfos, y, por tanto, la expedición de Teseo a Creta, y la muerte de su padre Egeo, fue unos nueve o diez años tras la muerte de Salomón. Teseo era entonces un joven imberbe, supongamos que de unos 19 o 20 años de edad, y Androgeo fue asesinado unos 20 años antes cuando éste tenía unos 20 o 22 años. Como su padre Minos tendría unos 25 años más que él, habría nacido hacia la mitad del reinado de David y tendría unos 70 años cuando persiguió a Dédalo hasta Creta, y por tanto, Europa y su hermano Cadmo tuvieron que llegar a Europa dos o tres años antes del nacimiento de Minos.
Justino, en su décimoctavo libro, nos dice: “Arege Ascaloniorum expugnati Sidonii navibus appulsi Tyron urbe ante annum * * Trojanae cladis condiderunt”. Y Estrabón, que: “Arados fue construida por los hombres que huyeron de Sidón”, de ahí que Isaías llame a “Tiro, la hija de Sidón, porque los mercaderes de Sidón han aumentado la población de esa isla”. También Salomón al principio de su reinado llama a la gente de Tiro, “sidonios”: “Mis siervos”, afirma en un mensaje a Hiram, rey de Tiro, “se juntarán con tus siervos, y por el salario de éstos te daré yo todo lo que deseares, porque bien sabes que no hay en mi pueblo quien sepa labrar la madera como los sidonios”.
Los nuevos habitantes de Tiro no habían perdido todavía el nombre de sidonios, ni los antiguos habitantes, si había un número considerable de ellos, se habían ganado la reputación de los nuevos por su habilidad para tallar madera, como lo habrían hecho si la navegación hubiera llevado mucho tiempo usándose en Tiro. Los artesanos que venían de Sidón no estaban muertos ya que la huida de los sidonios había sido durante el reinado de David y, en consecuencia, al principio del reinado de Abibalo, el padre de Hiram y primer rey de Tiro mencionado en la historia.
David, durante el décimo segundo año de su reinado conquistó Edom como se ha dicho antes, e hizo huir a algunos edomitas, en especial, a los mercaderes y marinos, desde el Mar Rojo hasta los filisteos en el Mediterráneo, donde fortificaron Azoth. Así, Esteban de Bizancio nos dice: “Ταύτην ἔκτιςεν ἕις των ἐπανελθόντων ἀπ ̓Ερυθρας θαλάσσης φευγάδων”, es decir, “Uno de los fugitivos del “Mar Rojo” construyó Azoth”, o sea , un príncipe de Edom que huyó de David fortificó Azoth porque los filisteos estaban en contra de él.
Los filisteos se habían hecho muy fuertes para entonces con la llegada de los edomitas y los Pastores, pues con su ayuda invadieron y tomaron Sidón, que era una ciudad que les venía muy bien a los mercaderes que huían del Mar Rojo. Entonces, los sidonios huyeron por mar a Tiro, Arados y a otros refugios en Asia Menor, Grecia y Libia, con los cuales habían tenido relación antes a través de su comercio y porque las grandes guerras y victorias de David, su enemigo, los habían incitados a huir por mar. Así pues, los sidonios se fueron con una gran multitud, no para buscar a Europa como se hacía creer, sino para buscar nuevos asentamientos y, por tanto, estaban huyendo de sus enemigos. Asimismo, cuando algunos de ellos huyeron bajo las órdenes de Cadmo y sus hermanos, a Cilicia, Asia Menor y Grecia, otros huyeron bajo las órdenes de otros comandantes a buscar nuevas plazas en Libia y allí construyeron muchas ciudades amuralladas, como afirma Nono de Panópolis : “Y a su líder también se le llamaba Cadmo allí, palabra que significa “ un hombre del Este”, y a su mujer se la llamaba Sithonis, la sidonia”.
Muchas de esas ciudades acompañaron luego al gran Baco en sus ejércitos, y a causa de la toma de Sidón y la huida de los sidonios bajo las órdenes de Abibalo, Cadmo, Cílix, Taso, Memblario, Atimnio y de otros capitanes, a Tiro, Arados, Cilicia, Rodas, Caria, Bitinia, Frigia, Caliste, Taso, Samotracia, Creta, Grecia y Libia, y la construcción de Tiro y Tebas, los comienzos de los reinados de Abibalo y Cadmo en esas ciudades están fijados en el año decimoquinto o decimosexto del reinado de David o por esas fechas.
A través de estas colonias de fenicios, las gentes de Caria aprendieron técnicas marinas en naves pequeñas con remos, como las que se usaban entonces, y comenzaron a frecuentar los mares griegos y a poblar algunas de las islas de por allí antes del reinado de Minos. Así pues, Cadmo, cuando iba a Grecia, llegó primero a Rodas, una isla en las fronteras de Caria y dejó allí una colonia de fenicios que le sacrificaban hombres a Saturno. Asimismo, Telquines, al ser rechazado por Foroneo, se retiró de Argos a Rodas con Forbante, quien purgó la isla de serpientes. De igual manera, Triopas, el hijo de Forbante, llevó una colonia desde Rodas a Caria y allí se apoderó de un promontorio, al que llamó Triopium; Fue por ésta y por otras colonias como éstas que Caria se llenó de embarcaciones y marinos y fue llamada Fenice. Estrabón y Heródoto nos dicen que los carios eran llamados léleges , que estos se convirtieron en súbditos de Minos y vivieron en un principio en las islas de los mares griegos y después se fueron desde ahí a Caria, un país que había estado antes en posesión de algunos de los léleges y pelasgos. De ello, podemos deducir que es probable que cuando Lélege y Pelasgo llegaron al principio a Grecia para buscar nuevas plazas, dejaran parte de sus colonias en Caria y en las islas vecinas.
Los sidonios estaban todavía en posesión del comercio del Mediterráneo hasta Grecia y Libia por el oeste, pero como el comercio en el Mar Rojo era más rico, los tirios comerciaban en el Mar Rojo junto con Salomón y los reyes de Judá hasta después de la guerra de Troya. También lo hacían los mercaderes de Arados, Arvard o Arpad, pues en el golfo persa había dos islas llamadas Tiro y Arados que tenían templos como los fenicios y, por tanto, los tirios y los aradios navegaban hasta allí y más allá, hasta las costas de la India, mientras que los sidonios frecuentaban el Mediterráneo. Es por eso por lo que Homero alaba Sidón pero no menciona Tiro. No obstante, al final, durante el reinado de Jehoram, rey de Judá, Edom se reveló contra el dominio de Judá y pusieron ellos mismos a un rey. Así fue como se interrumpió el comercio entre Judá y Tiro en el Mar Rojo y los tirios construyeron barcos de mercancías en el Mediterráneo para comenzar a hacer largos viajes hacia lugares aún no frecuentados por los sidonios. Algunos de ellos fueron a las costas de África más allá de Sirte y construyeron Hadrumetum, Cartago, Leptis, Utica y Capsa. Otros fueron a las costas de España y construyeron Carteia, Gades y Tartessos. Otros fueron aún más lejos hasta las Islas Afortunadas, Gran Bretaña y Thule.
Jehoram reinó ocho años pero los últimos dos años estuvo enfermo de los intestinos y antes de esa enfermedad, había sido la revuelta de Edom a causa del malvado reinado de Jehormas. Pues bien, si situamos esa revuelta hacia la mitad de los primeros seis años, caerá en el quinto año del reinado de Pigmalión, rey de Tiro, que fue unos doce o quince años tras la toma de Troya. A causa de esta revuelta, los tirios se retiraron del Mar Rojo, pues en el séptimo año del reinado de Pigmalión, su hermana Dido navegó a la costa de África más allá de Sirte y allí construyó Cartago. Esta retirada de los tirios del Mar Rojo para hacer largos viajes en el Mediterráneo, junto con la huida de los edomitas desde el reino de David a la tierra de los filisteos, dio lugar a la tradición de los antiguos persas y a la de los fenicios mismos, de que los fenicios procedían desde el Mar Rojo hasta las costas del Mediterráneo y que al poco tiempo hicieron grandes viajes, como relata Heródoto.
Heródoto, pues, al comienzo de su primer libro, relata que los fenicios vinieron desde el Mar Rojo hasta el Mediterráneo y que comenzaron a hacer largos viajes con artículos egipcios y asirios y que entre otros lugares vinieron a Argos y que después de vender sus géneros, raptaron y se llevaron a Egipto a algunas de las mujeres griegas que habían venido a comprárselos, y que entre esas mujeres se hallaba Ío, la hija de Ínaco. Los fenicios, por lo tanto, vinieron del Mar Rojo en los tiempos de Ío y de su hermano Foroneo, rey de Argos y, como consecuencia, en ese tiempo fue cuando David conquistó a los edomitas y los hizo huir del Mar Rojo hacia todas partes: A algunos, hacia Egipto con su joven rey, y a otros, hacia la tierra de los filisteos, sus vecinos más próximos y enemigos de David. Esta huida dio lugar a que los filisteos llamaran a muchos países Eritrea, para rememorar que ellos eran eritreos o edomitas y que venían desde el mar eritreo. Pues Eritrea era el nombre de una ciudad en Jonia y de otra en Libia, de otra en Locris, de otra en Beocia, de otra en Chipre, de otra en Etolia, de otra en Asia cerca de Quíos. Además Erythia Acra era un promontorio en Libia, Eritreum, un promontorio en Creta y Eritros un lugar cerca de Tibur, y Erythini, una ciudad o país en Paflagonia. Asimismo, el nombre de Erythea o Erythre también se le dio a la isla de Gades, poblada por fenicios. Así, Solino: “In Capite Boeticae insula a continente septingentis passibus memoratur quam Tyrii a rubro mari profecti Erytheam Poeni sua lingua Gadir, id est Sepem nominarunt.” Y Plinio, en relación a una pequeña isla cerca de ella, nos dice: “Erythia dicta est quoniam Tyrii Aborigines eorum, orti ab Erythraeo mari ferebantur.”
Entre los fenicios que vinieron con Cadmo a Grecia había árabes y eritreos o habitantes del Mar Rojo, es decir edomitas. En Tracia se asentaron gentes que estaban circuncidadas y que se llamaban “odomantes”, que como piensan algunos, significa “edomitas”.
Edom, Eritrea y Fenicia son nombres con el mismo significado, ya que estas palabras denotan color rojo, lo que hace bastante probable el hecho de que los eritreos que huyeron de David se asentaran en grandes números en Fenicia, es decir, en todas las costas marítimas de Siria, desde Egipto hasta Sidón y que, al llamarse a sí mismos fenicios en la lengua de Siria, en vez de eritreos, le dieran el nombre de Fenicia a toda esa costa marítima y sólo a esa: Así en Estrabón:
“Οἱ μὲν γὰρ καὶ τοὺς Φοίνικας, καὶ τοὺς Σιδονίους τοὺσ καθ ̓ἡμας ἀποίκους ἑιναι των ἐν τωι Ωκεανωι φασι, προστιθέντες καὶ διὰ τί Φόινικες ἐκαλουντο, ὅτι καὶἡ θάλαττα ἐρυθρά.”. –“. Alii referunt Phoenices & sidonios nostros esse colonos eorum qui sunt in Ociano addentes illos ideo vocari Phoenices (puniceos) quod mare rubrum sit”.
Estrabón, al mencionar a los primeros hombres que dejaron las costas marítimas y se aventuraron a ir hacia la parte más profunda y emprendieron largos viajes, nombra a Baco, Hércules, Jasón, Ulises y Menelao; y afirma que el dominio de Minos sobre el mar era celebrado, así como la navegación de los fenicios que fueron más allá de las columnas de Hércules y que construyeron ciudades allí y en medio de las costas marítimas de África poco tiempo después de la guerra de Troya.
Estos fenicios eran los tirios, que en ese tiempo construyeron Cartago en África, Carteia en España y Gades en la isla de ese nombre, al otro lado del Estrecho. Estos eran también los que le dieron el nombre de Hércules a su comandante en jefe a causa de sus trabajos y de su éxito, y el de Heraclea a la ciudad de Carteia, que él había construido. Así Estrabón: “Ἐκπλέουςιν ὀυν ἐκ της ἡμετέρας θαλάττης ἐις τὴν ἔξω, δεξιόν ἐστι τουτοη καὶ πρὸσ ἀυτὸ Κάλπη [Καρτηία] [106] πόλις ἐν τεττάρακοντα σταδίοις ἀξιόλογος καὶ παλαιὰ, ναὺσταθμόν ποτε γενομένη των Ιβήρωνη ἔνιοι δὲκαὶ Ηρακλέους κτίσμα λέγουσιν ἀυτὴν, ὡν ἐςτι καὶ Τιμοσθένηση ὅς φησι καὶ Ηρακλείαν ὀνομάζεσθαι τὸ παλαιόνη δείκνυσθαί τε μέγαν περίβολον, καὶ νεωσοίκους”. “Mons Calpe ad dextram est e nostro mari foras navigantibus, & ad quadraginta inde stadia urbs Carteia vetusta ac meorabilis, olim statio navibus Hispanorum. Hanc ab Hercule quidam conditam aiunt, inter quos est Timosthenes, qui eam antiquitus Heracleam fuisse appellatam refert, ostendique adhuc magnum murorum circuitum & navalia.”
A este Hércules, en conmemoración de que hubiera construido y reinado en la ciudad de Carteia, se le llamó también Melkart, rey de Carteia. Bochart escribe que Carteia se llamaba al principio Melcarteia, por su fundador Melkart y, que por aféresis, dio Cartaia; y que Melkart significa Melec Kartha, el rey de la ciudad, es decir, aclara, de la ciudad de Tiro; pero considerando que ningún autor antiguo nos afirma que Carteia fuera nunca llamada Melcarteia ni que Melkart fuera rey de Tiro, yo prefiero decir que Melkart o Meleccartus, recibió su nombre por ser el fundador y gobernador o príncipe de la ciudad de Carteia.
A las órdenes de Melkart, los tirios navegaron hasta llegar a Tartessos o Tarsis, un lugar en la parte oeste de España entre las dos bocas del río Betis, y allí se encontraron con mucha plata, que ellos compraban a cambio de bagatelas; también navegaron hasta llegar a Gran Bretaña antes de la muerte de Melkart, pues Plinio nos dice: “Plumbum ex Cassiteride insula primus apportavit Midacritus”; y Bochart observa que Midacritus es un nombre griego que es la corrupción escrita de Melkart.
Los griegos no conocieron Gran Bretaña hasta mucho tiempo después de haber sido descubierta por los fenicios. Después de la muerte de Melkart, se construyó un templo dedicado a él en la isla de Gades y lo adornaron con las esculturas de los trabajos de Hércules y de su hidra, y con los caballos a los que les había arrojado a Diomedes, rey de los bistones en Tracia, para que fuera devorado. Como en este templo estaba el cinturón dorado de Teucro y el olivo dorado de Pigmalión con la fruta Smaragdina, se puede deducir por estos regalos consagrados de Teucro y Pigmalión que dicho templo fue construido en esos días. Pomponio lo hace datar de los tiempos de la guerra de Troya, pues Teucro llegó a Chipre siete años después de esa guerra según los Mármoles, ya que su padre Telamón le había prohibido entrar en casa, y allí construyó Salamis. En este lugar, él y su descendencia reinaron hasta que Evágoras, el último de ellos, fue conquistado por los persas en el décimo segundo año del reinado de Artajerjes Mnemón.
Desde luego este Hércules tirio no pudo ser anterior a la guerra de Troya porque los tirios no comenzaron a navegar por el Mediterráneo hasta después de esa guerra ya que Homero y Hesíodo no sabían nada de esta navegación y el Hércules tirio fue a las costas de España y fue enterrado en Gades, como nos dice Arnobio: “Tyrius Hercules sepultus in finibus Hispaniae”, y Mela, hablando del templo de Hércules en Gades, afirma: “Cur sanctum sit ossa eius ibi sepulta efficiunt.” Cartago le pagaba diezmos a este Hércules y mandaba sus pagos anuales a Tiro. De ahí deducimos que es probable que este Hércules fuera a la costa de África así como a la de España, y que con sus descubrimientos le preparara el camino a Dido; Además Orosio y otros nos dicen que él construyó Capsa allí.
Josefo nos habla de un Hércules anterior, al que Hiram le había construido un templo en Tiro y quizás hubiera también un Hércules de Tiro anterior que pusiera en movimiento su comercio en el Mar Rojo en tiempos de David o Salomón.
Taciano, en su libro contra los griegos, relata que entre los fenicios florecieron tres historiadores antiguos: Teodoto, Isícrates y Mochus y que “todos ellos expresaban en sus historias, traducidas al griego por Lato, bajo qué rey había ocurrido el rapto de Europa, el viaje de Menelao a Fenicia, y la liga y amistad entre Salomón e Hiram, cuando Hiram le dio su hija a Salomón y le proporcionó madera para la construcción del templo y que lo mismo afirmaba Menandro de Pérgamo”.
Josefo nos hace saber que los anales de los tirios, desde los días de Abibalo e Hiram, reyes de Tiro, todavía existían en su tiempo, que Menandro de Pérgamo los tradujo al griego y que la amistad de Hiram con Salomón y la ayuda de aquél en la construcción del templo era mencionada en dichos documentos. Asimismo nos hace saber que se mencionaba en ellos que el templo había sido fundado en el año décimo primero del reinado de Hiram.
Así pues, a través del testimonio de Menandro y de los antiguos historiadores fenicios, el rapto de Europa y en consecuencia, la venida de su hermano Cadmo a Grecia, ocurrió en los tiempos de los reinados de los monarcas de Tiro mencionados en estas historias y por tanto, no pudo haber sido antes del reinado de Abibalo, el primero de ellos, ni antes del reinado del rey David, contemporáneo suyo. El viaje de Menelao pudo haber sido después de la destrucción de Troya.
Salomón, por tanto, reinó en el tiempo comprendido entre los raptos de Europa y Helena, y Europa y su hermano Cadmo florecieron en los tiempos de David. Minos, el hijo de Europa, floreció durante el reinado de Salomón y parte del reinado de Roboam.
Los hijos de Minos, esto es: Androgeo, su hijo mayor, Deucalión, su hijo menor, que era uno de los argonautas, Ariadna, la amante de Teseo y Baco, y Fedra, la esposa de Teseo, florecieron durante la última época del reinado de Salomón y durante los reinados de Roboam, Abías y Asa. Idomeneo, el nieto de Minos estuvo en la guerra de Troya e Hiram sucedió a su padre, Abibalo, en el vigésimo tercer año del reinado de David. Además, puede que Abibalo hubiera fundado el reino de Tiro unos dieciséis o dieciocho años antes, cuando Sidón fue tomada por los filisteos, y los sidonios huyeron de allí al mando de Cadmo y otros comandantes para buscar nuevos asentamientos.
Así, según los Anales de Tiro y los antiguos historiadores fenicios que los seguían, Abibalo, Atimnio, Cadmo y Europa huyeron desde Sidón allá por el decimosexto año del reinado de David y como la expedición de los argonautas fue unas tres generaciones después, tendrá que ser unos trescientos años después de lo que la sitúan los griegos.
Después de que la navegación en naves largas con velas y una hilera de remos se hubiera propagado desde Egipto hasta Fenicia y Grecia y de que, a causa de esto, los sidonios hubieran extendido su comercio hasta Grecia y continuaran haciéndolo durante ciento cincuenta años, los tirios, tras haber sido expulsados del Mar Rojo por los edomitas, habían comenzado un nuevo comercio en el Mediterráneo con España, África, Gran Bretaña y otras naciones remotas y lo continuaron durante unos ciento sesenta años.
Fue entonces cuando los corintios comenzaron a mejoran la navegación, construyendo barcos más grandes con tres hileras de remos, llamadas “Trirremes”. Esto es por lo que Tucídides nos dice que los corintios fueron los primeros de los griegos que construyeron tales barcos, que un carpintero de barcos de Corinto se había ido de allí a Samos unos trescientos años antes del final de la guerra del Peloponeso y había construido también cuatro barcos para los samios, y que doscientos sesenta años antes del final de la guerra, es decir, sobre la vigésimo novena Olimpiada, había habido una lucha en el mar entre los corintios y los corcirios, que era la batalla naval más antigua mencionada en la historia. Tucídides nos dice aún más, que la primera colonia que los griegos mandaron a Sicilia venía de Calcis en Eubea, a las órdenes de Tucles, que construyó Naxos, y que al año siguiente, Arquías vino de Corinto con una colonia y construyó Siracusa.
Asimismo nos relata que Lamis fue hacia la misma fecha a Sicilia con una colonia de Megara en Acaia, que al principio vivió en Trotilón y después en Leontino, que murió en Tapsos cerca de Siracusa, y que después de su muerte, estos colonos fueron invitados por Hiblón a Megara en Sicilia y vivieron allí 245 años y fueron entonces expulsados por Gelo, el rey de Sicilia. Gelo, pues, floreció unos 78 años antes del final de la guerra del Peloponeso.
Contemos hacia atrás los 78, los 245 años y unos 12 años más por el reinado de Lamis en Sicilia, y el cálculo situará la construcción de Siracusa unos 335 años antes del final de la guerra del Peloponeso o en la décima Olimpiada. Sobre ese tiempo la sitúan también Eusebio y otros, pero puede que fuera veinte o treinta años más tarde pues los griegos habían aumentado en menor o mayor cantidad la antigüedad de las historias de esa época.
De las colonias enviadas desde ese momento en adelante a Italia y Sicilia vino el nombre de Magna Grecia.
Tucídides nos dice aún más, que los griegos comenzaron a ir a Sicilia casi trescientos años después de que los sículos hubieran invadido esa isla con un ejército de Italia. Supongamos que comenzaron a ir a Sicilia unos 280 años después, y que la construcción de Siracusa fue 310 años antes del final de la guerra del Peloponeso, por lo que esa invasión de Sicilia a manos de los sículos será 590 años antes del final de esa guerra, es decir, en el año 27 del reinado de Salomón o por ahí.
Helánico nos dice que ocurrió en la tercera generación antes de la guerra de Troya, y durante el año 26 del sacerdocio de Alcínoe, sacerdotisa de Juno Argiva. Asimismo, Filisteo de Siracusa nos dice que fue 80 años antes de la guerra de Troya, de lo cual se deduce que la guerra de Troya y la expedición de los argonautas fueron después de los tiempos de Salomón y Roboam, y que no pudieron ocurrir mucho antes de lo que las hemos situado nosotros.
El reino de Macedonia fue fundado por Carano y Pérdicas, quien al ser de la raza de Témeno, rey de Argos, huyó de Argos durante el reinado de Fidón, el hermano de Carano. Témeno era uno de los tres hermanos bajo cuyo mando los heráclidas llegaron al Peloponeso y se repartieron la victoria entre ellos. A él le correspondió Argos pero después de su muerte y de la de su hijo Ciso, el reino de Argos se dividió entre los descendientes de Témeno, hasta que Fidón lo reunificó, expulsando a sus parientes. Fidón se hizo poderoso, fijó pesas y medidas en el Peloponeso y acuñó monedas de plata; presidió los juegos olímpicos tras quitar a los piseos y a los eleos pero pronto fue sometido por los eleos y los espartanos.
Heródoto cree que Pérdicas fue el primer rey de Macedonia. Escritores más tardíos como Tito Livio, Pausanias y Suidas creen que Carano fue el primer rey; y Solino afirma que Pérdicas sucedió a Carano y que fue el primero que obtuvo el nombre de rey. Es probable que Carano y Pérdicas fueran contemporáneos y que huyeran más o menos al mismo tiempo de Fidón y que al principio formaran varios principados en Macedonia, que, tras la muerte de Caranos se constituyeran en uno bajo el mandato de Pérdicas.
Heródoto nos dice que, después de Pérdicas, reinó Areo o Argeo, Filipo, Aéropo, Alcetas, Amintas y Alejandro de forma sucesiva. Alejandro era contemporáneo de Jerjes, rey de Persia que murió, An.4. Olimp.79, y lo sucedió Pérdicas y a éste, su hijo Arquelao. Asimismo Tucídides nos dice que hubo ocho reyes de Macedonia antes de este Arquelao.
Al calcular, pues, más de cuarenta años de reinado por cada uno de estos reyes, los cronólogos han convertido a Fidón y Carano en más antiguos que las olimpiadas, mientras que si calculáramos que cada reinado duró unos 18 o 20 años, uno tras otro, los primeros siete reinados contados hacia atrás desde la muerte de este Alejandro, situarán el dominio de Fidón y el comienzo del reino de Macedonia a las órdenes de Pérdicas y Carano, en la 46a o 47a Olimpiada más o menos. No hay forma de que fuese antes, porque Leocedes, el hijo de Fidón y Megacles, hijo de Alcmeón cortejaron al mismo tiempo a Agarista, la hija de Clístenes, rey de Sición, como nos dice Heródoto. Y los anficitiones, siguiendo el consejo de Solón, hicieron a Alcmeón, a Clístenes y a Euríloco, rey de Tesalia, comandantes de su ejército en su guerra contra Cirra, y los cirreos fueron conquistados, An. 2. Olimp. 47, según los mármoles. Fidón y su hermano Carano fueron, por tanto, contemporáneos de Solón, Alcmeón, Clístenes y Euríloco, y florecieron sobre la 48a y la 49a olimpiadas. Además, en sus últimos años fueron contemporáneos de Creso, ya que Solón conversó con Creso y Alcmeón. Asimismo, Alcmeón recibió como invitados y les sirvió de guía a los mensajeros que Creso había mandado para consultar el oráculo de Delfos, An. I. Olimp. 56., según los Mármoles, por ello, Creso lo mandó a buscar y lo recompensó con muchas riquezas.
Pero las fechas anotadas en los Mármoles antes de que empezara el imperio persa, al ser recogidas mediante el el cálculo de los reinados de los monarcas, equiparando a éstos con las generaciones y calculando que en cada cien años o más, hay tres generaciones y, como los reinados de los monarcas uno seguido del otro, son más cortos en una proporción de alrededor de cuatro a siete, la cronología recogida en los Mármoles hasta la conquista de Media llevada a cabo por Ciro en An. 4, Olimp. 60, se aproximará a la verdad mucho más al acortar el tiempo de antes de esa conquista en una proporción de cuatro a siete. Así los cirreos fueron conquistados, en An. 2, Olimp. 47, según los Mármoles, es decir 54 años antes de la conquista de Media, y estos años al ser acortados en una proporción de cuatro a siete, se convierten en 31 años, los cuales, al ser sustraídos de An. 4, Olimp. 60, sitúan la conquista de Cirra en An. I, Olimp. 53, y con una corrección similar de los Mármoles, Alcmeón recibió y condujo a los mensajeros que mandó Creso para consultar el Oráculo en Delfos en An,I, Olimp. 58, es decir, cuatro años antes de la conquista de Sardes llevada a cabo por Ciro. Y la tiranía de Pisístrato, que según los Mármoles comenzó en Atenas, An. 4, Olimp. 54 , al aplicar una corrección similar, comenzó en An. 3, Olimp. 57; y en consecuencia, Solón murió en An . 4, Olimp.57.
Donde falten otros argumentos, este método puede ser usado solo, pero donde no falten, se preferirán los mejores argumentos. Ífito presidía tanto el templo de Júpiter Olimpio como los juegos olímpicos, igual que hicieron sus sucesores hasta la 26a olimpiada. Hasta entonces los vencedores eran recompensados con un Trípode, pero entonces los piseos, al dominar a los eleos, comenzaron a presidirlos y recompensaron a los vencedores con una corona e instituyeron los Carnea dedicados a Apolo. Así continuaron presidiéndolos hasta que Fidón los interrumpió, es decir, hasta más o menos la 49 a olimpiada, pues en la 49a olimpiada, los eleos entraron en el país de los piseos, sospechando sus planes pero fueron persuadidos para volver a casa sin decir nada. Más tarde, los piseos se confederaron con varias otras naciones griegas y le hicieron la guerra a los eleos, y al final, fueron derrotados. En esta guerra, yo concibo que fue Fidón el que presidió, digamos, la 49a olimpiada, pues en la 50a olimpiada para ponerle fin a las disputas entre los reyes acerca de quién debía presidir, se eligieron por sorteo a dos hombres de la ciudad de Elis para presidirla, y este número de hombres se aumentó a nueve y después, a diez. Estos jueces fueron llamados helánodicas, jueces para o en el nombre de Grecia.
Pausanias nos dice que los eleos llamaron a Fidón y que junto con él celebraron la 8a olimpiada. Debería haber dicho la 49a olimpiada, no obstante, Heródoto nos dice
que Fidón echó a los eleos, y ambos pueden ser verdad: Puede que los eleos llamaran a Fidón para enfrentarse con los piseos, y al ser vencidos, rechazaran a Fidón como presidente de los juegos olímpicos y se unieran con los espartanos y con la ayuda de estos, derrocaran el reinado de Fidón y recobraran su antiguo derecho a presidir los juegos.
Estrabón nos dice que Fidón era el décimo desde Témeno; no el décimo rey, pues entre Ciso y Fidón no hubo reinado, sino el décimo de padre a hijo, Témeno inclusive. Si se calculan 27 años por generación contados por los primogénitos, los nueve intervalos ascenderán a 243 años, que contados hacia atrás desde la 48a olimpiada, en la que Fidón floreció, situarán el retorno de los heráclidas unos cincuenta años antes del comienzo de las olimpiadas, como hemos visto antes.
Pero los cronólogos calculan unos 515 años desde el retorno de los heráclidas a la 48a olimpiada y cuentan a Fidón como el séptimo desde Témeno, lo que supone una media de 85 años por generación y por tanto, no puede ser admitido.
Ciro tomó Babilonia, según el canon de Ptolomeo, nueve años antes de su muerte, An. Nabonas. 209, An. 2, Olimp, 60, y había tomado Sardes poco antes, esto es, en An. I, Olimp. 59, como Scaliger recoge de Sosícrates: Cresoera entonces rey de Sardes y reinó catorce años y, por tanto, comenzó a reinar An. 3, Olimp.55. Asimismo, después de que Solón hubiera hecho leyes para los atenienses, los obligó bajo juramento a cumplir esas leyes hasta que él volviera de sus viajes, y después estuvo viajando durante diez años. Fue a Egipto y a Chipre y visitó a Tales de Mileto. Durante su viaje de retorno a Atenas, Pisístrato comenzaba a ejercer la tiranía en esa ciudad, lo que hizo que Solón viajara una segunda vez, esta vez invitado por Creso a Sardes. No obstante, Creso, antes de que Solón lo visitara, había sometido toda el Asia menor hasta alcanzar el río Halis, por tanto, recibió esa visita hacia la última parte de su reinado y podemos situarlo en el noveno año de éste, An.3, Olimp.57. Asimismo, podemos situar la legislatura de Solón doce años antes, An.3, Olimp.54, y la de Dracón, aún diez años antes, An I, Olimp. 52. Después de que Solón hubiera visitado a Creso, se fue a Cilicia y a algunos otros sitios, y se murió durante sus viajes. Su muerte ocurrió durante el segundo año de la tiranía de Pisístrato. Comías era arconte cuando Solón volvió de su primer viaje a Atenas. Al siguiente año el arconte era Hegestrato, y Solón murió antes del final del año, An.3, Olimp.57, como hemos visto antes. Así pues, mediante este cálculo, se elimina la objeción de Plutarco.
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