LLEVA UNA VENTAJA LO SABIO, QUE ES ETERNO, por Baltasar Gracián

LLEVA UNA VENTAJA LO SABIO, QUE ES ETERNO, por Baltasar Gracián

 

Detenido Don Ramón Tamames

Archivo Linz 

Fundación Juan March

Ramón Tamames saliendo de la cárcel de Carabanchel tras la amnistía del 76 (8 de mayo de 1976)

 

MADRID. 20 (INFORMACIONES.) DON Ramón Tamames, catedrático de Estructura Económica de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los más prestigiosos economistas de nuestros país fue detenido a mediodía de ayer en el aeropuerto de Barajas por funcionarios 1e la Brigada de Investigación Social. El señor Tamames regresaba le Santa Cruz de Tenerife, donde Ja noche del día anterior 18— había dado una conferencia en el Colegio de Ingenieros Industriales de la citada ciudad canaria. Don Ramón Tamames pensaba hacer escala en el aeropuerto de Barajas y coger a continuación un avión que debía trasladarle a Tarragona, donde tenia prevista otra conferencia en el día de hoy Poco después de descender del avión fue abordado por los funcionarlos quienes le Indicaron que estaba detenido y que les acompañase a la Dirección General de Seguridad, permitiéndole hacer una llamada telefónica a su casa para comunicar su detencion. 
 
La orden ae arresto del señor Tamames parece ser que se recibió en Madrid, tras un informe efectuado por la Comisaria de Policía de Santa Cruz de Tenerife, de la conferencia dictada por el economista, bajo el título «Economía y democracia en la España del futuro». La mayoría de los conceptos vertidos en la misma fueron extraídos de su libro «Un proyecto de democracia para el futuro de España», aparecido recientemente en la colección Cuadernos para el Diálogo. Otra parte de la disertación -según comunicó el propio ponente— era inédita y fue expresada por primera vez por el señor Tamames en la conferencia citada.
 
A la hora de cerrar esta edición, don Ramón Tamames continuaba Incomunicado en la Dirección General de Seguridad, sin que hasta el momento su abogado, don Marcial Fernández Montes, haya podido entrevistarse con el cliente.

 

Toda España era una cárcel. Por Rodolfo Serrano y Daniel Serrano (VI)

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LLEVA UNA VENTAJA LO SABIO, QUE ES ETERNO, por Baltasar Gracián

 

“Más se requiere hoy para un sabio que antiguamente para siete, y más es menester para tratar con un solo hombre en estos tiempos que con todo un pueblo en los pasados.

El saber y el valor alternan grandeza. Porque lo son, hacen inmortales.

Tanto es uno cuanto sabe y el sabio todo lo puede. Hombre sin noticias, mundo a oscuras.

El sagaz más quiere necesitados de sí, que agradecidos. El bueno todo lo suple; el no lo dora, sino que lo adora, endulza la verdad y hermosea la misma vejez.

Monstruosa violencia fue siempre un buen entendimiento casado con una mala voluntad. La intención malévola es un veneno de las perfecciones, y ayudada del saber, malea con mayor sutileza. ¡Infeliz eminencia la que se emplea en la ruindad!

Ciencia sin seso, locura doble. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos, aunque le tuvieren, no acertaron a lograrle.

Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso.

Pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si este no es su siglo, muchos otros lo serán.”

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LLEVA UNA VENTAJA LO SABIO, QUE ES ETERNO

Por Baltasar Gracián

LLEVA UNA VENTAJA LO SABIO, QUE ES ETERNO, por Baltasar Gracián

 

Todo está ya en su punto y el ser persona en el mayor. Más se requiere hoy para un sabio que antiguamente para siete, y más es menester para tratar con un solo hombre en estos tiempos que con todo un pueblo en los pasados.

El saber y el valor alternan grandeza. Porque lo son, hacen inmortales. Tanto es uno cuanto sabe y el sabio todo lo puede. Hombre sin noticias, mundo a oscuras. Consejo y fuerzas, ojos y manos: sin valor, es estéril la sabiduría.

Hacer depender. No hace el numen el que lo dora, sino el que lo adora. El sagaz más quiere necesitados de sí, que agradecidos. Es robarle a la esperanza cortés fiar del agradecimiento villano, que lo que aquella es memoriosa, es este de olvidadizo. Más se saca de la dependencia que de la cortesía; vuelve luego las espaldas a la fuente el satisfecho, y la naranja exprimida cae del oro al lodo. Acabada la dependencia, acaba la correspondencia, y con ella la estimación. Sea lección, y de primera en experiencia, entretenerla, no satisfacerla, conservando siempre en necesidad de sí aun al coronado patrón; pero no se ha de llegar al exceso de callar para que yerre, ni hacer incurable el daño ajeno por el provecho propio.

Hombre en su punto. No se nace hecho; vase de cada día perfeccionando en la persona, en el empleo, hasta llegar al punto del consumado ser, al complemento de prendas, de eminencias: conocerse ha en lo realzado del gusto, purificado del ingenio, en lo maduro del juicio, en lo depurado de la voluntad. Algunos nunca llegan a ser cabales, fáltales siempre un algo; tardan otros en hacerse. El varón consumado, sabio en dichos, cuerdo en hechos, es admitido y aun deseado del singular comercio de los discretos.

Hombre inapasionable, prenda de la mayor alteza de ánimo. Su misma superioridad le redime de la sujeción a peregrinas vulgares impresiones. No hay mejor señorío que el de sí mismo, de sus afectos, que llega a ser triunfo del albedrío. Y cuando la pasión ocupare lo personal, no se atreva al oficio, y menos cuando fuere más: culto modo de ahorrar disgustos y aun de atajar para la reputación.

Desmentir los achaques de su nación. Participa el agua las cualidades buenas o malas de las venas por donde pasa, y el hombre las del clima donde nace. Deben más unos que otros a sus patrias; que cupo allí más favorable el cenit. No hay nación que se escape de algún  original defecto, aun las más cultas, que luego censuran los confinantes o para cautela o para consuelo. Victoriosa destreza corregir, o por lo menos desmentir, estos nacionales desdoros: consíguese el plausible crédito de único entre los suyos, que lo que menos se esperaba se estimó más. Hay también achaques de la prosapia, del estado, del empleo y de la edad, que si coinciden todos en un sujeto, y con la atención no se previenen, hacen un monstruo intolerable.

Fortuna y fama. Lo que tiene de inconstante la una, tiene de firme la otra. La primera para vivir, la segunda para después; aquélla contra la envidia, ésta contra el olvido. La fortuna se desea y tal vez se ayuda; la fama se diligencia. Deseo de reputación nace de la virtud. Fue y es hermana de gigantes la fama; anda siempre por extremos: o monstruos o prodigios, de abominación, de aplauso.

Tratar con quien se puede aprender. Sea el amigable trato escuela de erudición y la conversación enseñanza culta; un hacer de los amigos maestros, penetrando el útil del aprender con el gusto de conversar. Altérnase la fruición con los entendidos, logrando lo que se dice, en el aplauso con que se recibe, y lo que se oye, en el amaestramiento. Ordinariamente nos lleva a otro la propia conveniencia aquí realizada. Frecuenta el atento las casas de aquellos héroes cortesanos, que son más teatros de la heroicidad que palacios de la vanidad. Hay señores acreditados de discretos, que a más de ser ellos oráculos de toda grandeza con su ejemplo y en su trato, el cortejo de los que los asisten es una cortesana academia de toda buena y galante discreción.

La realidad y el modo. No basta la sustancia, requiérese también la circunstancia. Todo lo gasta un mal modo, hasta la justicia y la razón. El bueno todo lo suple; dora el no, endulza la verdad y hermosea la misma vejez. Tiene gran parte en las cosas el cómo, y es tahúr de los gustos el modillo. Un bel portarse, es la gala del vivir; desempeña singularmente todo buen término.

Saber con recta intención. Aseguran fecundidad de aciertos. Monstruosa violencia fue siempre un buen entendimiento casado con una mala voluntad. La intención malévola es un veneno de las perfecciones, y ayudada del saber, malea con mayor sutileza. ¡Infeliz eminencia la que se emplea en la ruindad! Ciencia sin seso, locura doble.

Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos, aunque le tuvieren, no acertaron a lograrle. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso. Pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si este no es su siglo, muchos otros lo serán.

Arte para ser dichoso. Reglas hay de ventura, que no todo es acasos para el sabio; puede ser ayudada de la industria. Conténtase algunos con ponerse de buen aire a las puertas de la Fortuna y esperan a que ella obre. Mejor otros, pasan adelante y válense de la cuerda audacia, que, en alas de su virtud y valor, puede dar alcance a la dicha y lisonjearla eficazmente. Pero, bien filosofado, no hay otro arbitrio sino el de la virtud y atención, porque no hay más dicha ni más desdicha que prudencia o imprudencia.

Hombre de plausibles noticias. Es munición de discretos la cortesana gustosa erudición: un práctico saber de todo lo corriente, más a lo noticioso, menos a lo vulgar; tener una sazonada copia de sales en dichos, de galantería en hechos, y saberlos emplear en su ocasión. Que salió a veces mejor el aviso en un chiste que en el más grave magisterio. Sabiduría conversable valióles más a algunos que todas las siete [artes], con ser tan liberales.

Templar la imaginación. Unas veces corrigiéndola, otras ayudándola, que es el todo para la felicidad, y aun ajusta la cordura. Da en tirana: ni se contenta con la especulación, sino que obra, y aun suele señorearse de la vida, haciéndola gustosa o pesada, según la necesidad en que da, porque hace descontentos o satisfechos de sí mismos.  Representa a unos continuamente penas, hecha verdugo casero de necios; propone a otros felicidades y aventuras con alegre desvanecimiento. Todo esto puede, si no la enfrenta la prudentísima sindéresis.

Buen entendedor. Arte era de artes saber discurrir: ya no basta, menester es adivinar, y más en desengaños. No puede ser entendido el que no fuere buen entendedor. Hay zahoríes del corazón y linces de las intenciones. Las verdades que más nos importan vienen siempre a medio decir; recíbanse del atento a todo entender; en lo favorable, tirante la rienda a la credulidad; en lo odioso, picarla.

Hallarle su torcedor a cada uno. Es el arte de mover voluntades. Más consiste en destreza que en resolución: un saber por dónde se le ha de entrar a cada uno. No hay voluntad sin especial afición, y diferentes según la variedad de los gustos. Todos son idólatras, unos de la estimación, otros del interés y los más del deleite. La maña está en conocer estos ídolos para el motivar, conociéndole a cada uno su eficaz impulso: es como tener la llave del querer ajeno. Hase de ir al primer móvil, que no siempre es el supremo; las más veces es el ínfimo, porque son más en el mundo los desordenados que los subordinados. Hásele de prevenir el genio, primero, tocarle el verbo, después cargar con la afición, que infaliblemente dará mate al albedrío. 

 

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BALTASAR GRACIÁNOráculo Manual y Arte de Prudencia. Plaza & Janés Editores, 1986. Edición de Arturo del Hoyo Martínez. Filosofía Digital, 2009.

 

 


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