GUERRAS HÍBRIDAS (V): GLOBALIZACIÓN DE LA GUERRA HÍBRIDA ENTRE ESTADOS: «Guerras Híbridas en Asia Central y el tablero de ajedrez de Estados Unidos», por Jorge Cachinero

GLOBALIZACIÓN DE LA GUERRA HÍBRIDA ENTRE ESTADOS

 

Ucrania y la ¿unidad de Occidente?

Por Jorge Cachinero

ABC, 7 JULIO 2022

GLOBALIZACIÓN DE LA GUERRA HÍBRIDA ENTRE ESTADOS
Scholz

 

“Occidente está más unida que nunca como resultado de la intervención de la Federación Rusa en Ucrania“.

O, por lo menos, eso es lo que afirman los gobiernos de los países del G7 -Alemania, Canadá, Estados Unidos (EE. UU.), Francia, Italia, Japón y el Reino Unido-, los de los 27 miembros de la Unión Europea (UE) -Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Rumanía y Suecia- y los de los 30 socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) -Albania, Alemania, Bélgica, Bulgaria, Canadá, Croacia, Dinamarca, EE. UU., Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Macedonia del Norte, Montenegro, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumanía y Turquía-.

 

Stoltenberg, Madrid, 30 de junio de 2022

 

Algunos de ellos lo han declarado hasta tres veces en tres foros distintos.

La pregunta pertinente en este punto es si, efectivamente, esa unidad occidental es real o si, por el contrario, es meramente cosmética y cuenta con una limitada expectativa de pervivencia.

El origen de la movilización de estas tres organizaciones durante las últimas semanas se dice que es el enfrentamiento militar y económico -que, en realidad, ha sido iniciado por EE. UU., a través de su apoderado, Ucrania- contra Rusia, al que, por el momento, se han dejado arrastrar, en distinto grado de intensidad, todas las organizaciones y todas las naciones mencionadas.

En relación con dicho conflicto, la Federación Rusa tiene mucho más claro que Occidente cuáles son los objetivos políticos, militares y económicos que quiere alcanzar, mientras que el nuevo foco militar y de seguridad de la OTAN sobre Rusia y sobre China, de forma simultánea, es amorfo y, por lo tanto, es difícil de entender por los ciudadanos de todas esas naciones.

 

Putin, Moscú, 21 de febrero de 2022, durante el anuncio del reconocimiento de la independencia de las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk

 

Asimismo, Occidente corre el riesgo serio de alienarse de una gran parte del resto del mundo, como se puso de manifiesto al conocerse el resultado de la votación que se realizó en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 2 de marzo de 2022, para condenar el comportamiento de Rusia, dado que 39 países de África, de América Latina, de Asia y del Próximo Oriente -China, India y África del Sur, entre ellos- no se sumaron a dicha moción.

En el terreno de los hechos prácticos y concretos, además, numerosas naciones de esos continentes no sólo no están aplicando las sanciones económicas impuestas por EE. UU. y por la UE contra Rusia, sino que, más bien, al contrario, están reforzando su cooperación comercial y económica con Rusia, en el peor de los casos para Occidente, o están sentadas sobre la valla, al menos, en el mejor de los escenarios para EE. UU. y para sus aliados, a la espera de ver cómo termina todo este embrollo lamentable.

Occidente debería reflexionar sobre si estas reacciones mantienen alguna relación con el hecho de que, desde otras regiones del mundo, pueda existir un cierto cansancio y un cinismo enraizado después de décadas en las que se ha observado cómo EE. UU. rompía las reglas del derecho internacional a conveniencia.

En definitiva, el argumento que utiliza Occidente, en estos momentos, de que el mundo vive un conflicto entre visiones y valores diferenciados ante el que hay que tomar partido suena a hueco cuando son muchos de los más importantes de los propios países occidentales los que, de forma suicida, están atacando los tres pilares fundamentales de la civilización occidental, a saber, el monoteísmo de raíz judeocristiana, la filosofía griega y el derecho romano.

Es atrevido exigirle a la población del mundo que se agrupe en defensa de los valores occidentales cuando se observa que muchos de los gobernantes de los países del G7, de la UE y de la OTAN, desprecian y atacan sus raíces religiosas originales -mientras se alaba acríticamente al islamismo como una bella religión de paz-, denigran en los libros escolares y en los programas de las universidades a Aristóteles y a Platón como representantes de un heteropatriarcado blanco y machista y, por último, suplantan el imperio de la ley, la separación de poderes y la independencia de la justicia para manipular resultados electorales y nombrar gobernantes ilegítimos o para actuar sin límites y sin escrúpulos en la búsqueda del beneficio material personal a costa del empobrecimiento de los ciudadanos a los que, en principio, se deben.

 

Aristóteles

 

Además, el precio que Suecia y que Finlandia han pagado a Turquía para evitar que ésta les bloquee su entrada en la OTAN ha sido el renunciar a esos supuestos valores europeos porque ambas han transigido con la reducción de los derechos de aquellos que buscan refugio político en esos dos países, mereciéndolo o no, al huir de la persecución política en Turquía.

Los cálculos políticos internos de algunos de esos líderes nacionales no contribuyen a mejorar esta situación.

Por ejemplo, el presidente de la república francesa, Emmanuel Macron, bracea y saca los codos para aprovechar la debilidad y la pobreza del liderazgo europeo para llenar el espacio vacío que éste está dejando.

Hay que reconocerle a Macron que, después de las elecciones presidenciales y de las elecciones parlamentarias francesas de 2022, parezca, ahora, más inclinado a consultar con sus socios europeos y que se haya alejado, aparentemente, de la arrogancia que transmitía desde septiembre de 2017.

El intento de Macron de hacer avanzar dentro de la UE una agenda de mayor soberanía europea frente a EE. UU. no es más que el reflejo de la debilidad que la UE siente porque sabe que EE. UU. será mucho más selectivo en el futuro en sus compromisos con Europa, dado que el reto fundamental de los estadounidenses es hacer frente a su adversario estratégico, es decir, China, para preservar su papel de hegemon mundial.

Los desafíos que Rusia y que China representan para Europa son distintos que los que estos dos países representan para EE. UU.

Así, para Europa, China es fundamentalmente un competidor tecnológico, no, un adversario geoestratégico o militar, a pesar de lo cual, cuando llegue el momento, EE. UU. le reclamará a Europa, en una relación transatlántica que, cada día, es más transaccional, que le ayude en su confrontación con China.

La verdad es que el hecho de que 21 de los 27 miembros de la UE lo sean, simultáneamente, de la OTAN y que otros 2 quieran serlo -Suecia y Finlandia- empieza a difuminar las líneas de separación entre una organización y otra, lo que no beneficia en nada a la UE.

Por su parte, el gobierno de EE. UU. vive, en estos momentos, con la inquietud de perder, tras las elecciones de mitad de mandato, en noviembre de este año, de acuerdo con lo que están anticipando las encuestas, el control de las dos cámaras legislativas, siempre y cuando los comicios estadounidenses no vuelvan a falsearse como sucedió con el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.

 

Warm Springs, Georgia, 27 de octubre de 2020, acto electoral del candidato del Partido Demócrata, Joseph Biden, quien, supuestamente, obtuvo 81 millones de votos en las elecciones presidenciales de noviembre de 2020.

 

Si el Partido Republicano consiguiera el objetivo político de retomar el control del Congreso y del Senado, aumentarían las dificultades de Biden y su equipo para aprobar sanciones adicionales futuras contra Rusia, se mandaría un mensaje a China y a Rusia de que el tiempo habría dejado de estar del lado de Biden y aumentaría la sensación, en Moscú y en Pekín, de que el sistema político estadounidense está fragmentado y es débil.

Por último, a medida que se acerca el otoño y el invierno, los ciudadanos de Europa y de EE. UU. empiezan a sentir el miedo de que el efecto retroceso de las sanciones suicidas que EE. UU. y la UE han impuesto sobre Rusia sólo vaya a empeorar la prognosis pesimista sobre el futuro económico de sus países.

En ese clima, es probable que aumente el descontento político, ya existente, de estadounidenses, de británicos, de franceses, de alemanes, de italianos, de españoles y del resto de los ciudadanos de los países miembros de la UE hacia sus gobernantes.

Será interesante comprobar si los cambios de régimen –regime change, en inglés- o, con más precisión, de gobiernos serán más factibles en Occidente, tras las sanciones de éste a Rusia, que, en Moscú, como se pretendía originalmente.

Por el momento, Rusia parece que está navegando con destreza a través de la supuesta tormenta que las sanciones económicas iban a provocar en su economía.

Al poco de anunciarse éstas, el dólar se intercambiaba por casi 120 rublos, mientras que hoy lo hace por 63, después de semanas de haberlo hecho por 52.

El rublo se está fortaleciendo tanto que el Banco Central de la Federación Rusa ha bajado los tipos de interés -al contrario de lo que está ocurriendo en Occidente- para evitar que su moneda se refuerce más de lo necesario.

El presupuesto de Rusia para 2022 se elaboró sobre la hipótesis de un precio del barril de petróleo de 40 dólares, que ya se encuentra en 101, tras haber llegado a los 120 en las últimas semanas.

Tras el anuncio de los países del G7, hace un par de semanas, de su objetivo de fijar un precio máximo para el petróleo -aunque no hayan explicado, todavía, cómo van a conseguir esto en un mercado que ya está controlado por un cártel de países exportadores, Organization of Petroleum Exporting Countries (OPEC), en inglés-, los analistas predicen que el barril de petróleo podría llegar pronto a los 200 dólares.

No hace falta hacer números con mucho detalle para comprender por qué Rusia está nadando en liquidez.

Desde enero de 2015, Occidente ha vivido en la creencia de que la ocurrencia arrogante del senador John McCain (q.e.p.d.), quien afirmó que “Rusia es una gasolinera disfrazada de país” -“Russia is a gas station masquerading as a country”, en original-, era cierta.

La abundancia de la que Rusia disfruta en materias primas, especialmente, recursos naturales energéticos, en tierras raras, en materiales preciosos, en grano o en capacidad tecnológica o manufacturera -en un momento en el que Europa ha externalizado, en gran medida, la suya a China- está mostrando cuán equivocados estaban los que tomaron en serio la gracia de McCain.

La conclusión más dramática a la que han llegado las élites rusas, desde que comenzó el conflicto actual en Ucrania, es que desean romper, mental e intelectualmente, con Europa para siempre.

Rusia es una nación milenaria de naturaleza euroasiática.

De hecho, Rusia es el país más asiático de Europa y el más europeo de Asia.

Observar con atención, de oeste a este y de este a oeste, repetidas veces, un mapa de pared a gran escala de toda Rusia ayuda a comprender la afirmación anterior, sin que este hecho geográfico haya cuestionado, hasta ahora, el enraizamiento profundo de la historia, política y cultural, rusa en la europea.

 

 GLOBALIZACIÓN DE LAS GUERRAS HÍBRIDAS ENTRE ESTADOS
Mapa de Rusia y Putin

 

Sin embargo, después de siglos de debate intelectual, cultural y artístico, sobre cuál es la verdadera naturaleza del alma rusa –русская душа, en ruso-, las clases dirigentes rusas parecen haber llegado a la conclusión de que no quieren saber nada de Europa en el futuro, a pesar de los intentos que Francia y Alemania siguen haciendo para lo contrario, es decir, para encontrar un lugar para Rusia en Europa, como ambas suelen decir, de forma condescendiente.

Desde el colapso de la Unión Soviética, Rusia siente que Occidente no sólo ha rechazado sus intentos de aproximación y de integración en la arquitectura de seguridad de Europa -que incluyeron la solicitud de ingresar en la OTAN, a través de la carta que el anterior presidente de Rusia, Boris Yeltsin, envió, a tal efecto, a los cuarteles generales de la organización, en Bruselas, y en cuya caja fuerte se guarda-, sino que, con sus promesas incumplidas, ha intentado engañar a Rusia sobre sus verdaderas intenciones hacia ella.

La ecuación planteada por el hecho de que 21 países de la UE sean miembros de la OTAN ratifica al presidente Vladimir Putin en su convicción de que ambas organizaciones no son más que las dos caras de una misma moneda.

El conflicto en Ucrania terminará como normalmente terminan todos, es decir, con un acuerdo de paz en el que, como suele suceder, el derrotado aceptará las condiciones que le imponga el vencedor.

En este caso, Ucrania tendrá que someterse a las exigencias de Rusia y, cuanto más tarde en hacerlo, éstas serán más numerosas y onerosas.

Las obligaciones de esa capitulación ucraniana incluirán olvidarse de cualquier debate futuro sobre la soberanía rusa de la península de Crimea, aceptar la independencia de las repúblicas de Donetsk y de Lugansk, en la región del Donbas, en toda la extensión de su territorio, de acuerdo con la constitución ucraniana actual, someterse a que procesos similares tengan lugar en las regiones de Odesa, de Nicolaiev, de Jerson, de Zaporiyia, de Dnipropetrovsk y de Járkov -de tal forma que la Ucrania resultante dejará de tener salida al Mar Negro-, olvidar su aspiración de incorporase a la OTAN y a la UE y, por último, aceptar que la nueva Ucrania no vuelva a tener, ni a entrenar unas Fuerzas Armadas que puedan representar una amenaza para Rusia.

 

Regiones de Ucrania y la región de Crimea (Rusia)

 

De esta resolución del enfrentamiento, la UE saldrá debilitada y su influencia en el mundo se hundirá y EE. UU. comprobará que, en muchas regiones del planeta, se le habrá perdido el respeto.

Ser optimista sobre lo anterior es engañarse a uno mismo.

Este es el mundo hacia el que nos encaminamos por haber permitido que Biden y su equipo hayan provocado, en suelo europeo, un duelo, al que han arrastrado a los países de Europa, contra la primera potencia nuclear del mundo.

 

Serio-Comic War Map for the year 1877. London, 1877, Maps.1078.(36)

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GLOBALIZACIÓN DE LAS GUERRAS HÍBRIDAS ENTRE ESTADOS

GUERRAS HÍBRIDAS en Asia Central y el tablero de ajedrez de Estados Unidos

En los conflictos contemporáneos es cada vez más frecuente que se dé prioridad a un uso conjunto de medidas de carácter no militar, políticas, económicas, informativas y de otro tipo, que se ponen en práctica con el sostén de la fuerza militar. Son los llamados métodos híbridos

Por Jorge Cachinero

ABC, 13 ENE 2022

GUERRAS HÍBRIDAS CONTRA EUROPA
Edificio de la alcaldía de Almaty, Kazajistán, 5 de enero de 2022

 

Se suele asociar el nombre del general Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, con el origen de las expresiones “guerra híbrida” o “métodos híbridos” como definitorias de los conflictos militares del siglo XXI.

Es cierto que, a finales de enero de 2013, el general Gerasimov pronunció un discurso ante la Academia de Ciencias Militares de su país, que fue publicado por Voienno-Promyshlenny Kurier, bajo el título “El valor de la ciencia radica en la anticipación”, y que, tres años después, el 27 de febrero de 2016, el general Gerasimov volvió a hablar ante la Academia de Ciencias Militares sobre las características de las guerras contemporáneas.

La caracterización que el general Gerasimov hizo en esos textos de los conflictos militares contemporáneos incorporaba la utilización de expresiones como “guerra híbrida” o “métodos híbridos”, que habían estado ausentes, hasta ese momento, del léxico militar oficial ruso.

 

General Valery Gerasimov

 

En palabras del general Gerasimov, “en los conflictos contemporáneos es cada vez más frecuente que se dé prioridad a un uso conjunto de medidas de carácter no militar, políticas, económicas, informativas y de otro tipo, que se ponen en práctica con el sostén de la fuerza militar. Son los llamados métodos híbridos”.

Sin embargo, en el pensamiento militar universal existe formulada, desde los tiempos de Sun Tzu (544 a.C. – 496 a.C.), general y estratega militar chino, autor de El arte de la guerra –Bingfa, en chino, el que es, probablemente, el primer tratado conocido sobre la guerra y sobre ciencia militar-, la aspiración de alcanzar “la excelencia suprema (que) consiste en quebrar la resistencia del enemigo sin necesidad de combatir”.

Este tipo de guerra indirecta, que evita los costes políticos, económicos y físicos de la guerra directa, está enraizado como concepto en el pensamiento estratégico estadounidense y se ha usado frecuentemente por Estados Unidos (EE. UU.).

En 2014, el general Gerasimov introdujo, durante una presentación pública en Moscú, el concepto de la “aproximación adaptativa” al referirse a un uso por un Estado de medios no militares -por ejemplo, las revoluciones de colores, que, para entonces, ya se habían experimentado en Siria, en 2011, o en Ucrania, en 2013 y en 2014-, que, a la vez, cuentan con el soporte de fuerza militar encubierta y de interferencia militar abierta -ambas componentes de la llamada guerra no convencional-, una vez encontrado el pretexto adecuado, contra un Estado adversario.

 

Kiev, Ucrania, febrero de 2014

 

A esta combinación del uso de revoluciones de colores y de métodos de guerra no convencional es lo que se denomina como Guerras Híbridas y es, cada vez más, frecuentemente atribuida a la forma en la que EE. UU. proyecta su fuerza, especialmente, en geografías y en territorios cercanos a Rusia, en los que EE. UU. no quiere, o sabe que no puede, utilizar, con éxito, sus recursos militares, de una forma abierta.

En el sustrato doctrinal de esta forma de actuar de EE. UU. se encuentra la influencia profunda del pensamiento del geógrafo británico Halford Mackinder y su The Geographical Pivot of History, de 1904, que subrayaba la importancia del poder terrestre en la capacidad para controlar el mundo frente a la tesis previa de su duelista teórico, Alfred Thayer Mahan, quien, en 1890, con su The Influence of Sea Power Upon History, había teorizado sobre la importancia de la estrategia naval de las naciones para proyectar su influencia global.

Para Mackinder, el control del Heartland -corazón o centro geográfico del mundo, en español-, es decir, Rusia y Asia Central, otorga el control sobre la isla mundial –World-Island, en inglés-, es decir, Eurasia, cuyas costas eran definidas como el Inner Crescent, es decir, la curva en forma de medialuna que, dentro del Heartland, lo circunda y está en contacto con el océano, es decir, los mares del planeta.

En esta visión del mundo de Mackinder, la Europa del Este es la puerta de entrada al corazón –Heartland– geográfico del mundo, de tal forma que quien gobierna la Europa Oriental, manda sobre el Heartland; quien gobierna en el Heartland, manda sobre el World-Island; y, por último, Mackinder concluye que quien gobierna el World-Island, manda en el mundo.

 

Mapa de representación de la tesis de Mackinder sobre el mundo

 

Desde que Mackinder vio el mundo así, pensadores, especialmente, polacos -como Josef Pilduslki- y estadounidenses –

Zbigniew Brzezinski

como Nicholas Spykman o Saul Cohen-, han tratado de formular estrategias que materializaran, en la práctica, en el caso de estos últimos, la visión excepcional de EE. UU. como líder del mundo y sobre cómo debería utilizar mejor sus recursos para evitar el surgimiento de potencias mundiales competidoras, especialmente, aquellas que, por razones históricas, nacieron y están asentadas en el Heartland del mundo.

Algunos de estos pensadores concibieron ideas como la de empujar a los pueblos no rusos a rebelarse contra la Unión Soviética para fracturarla en entidades étnicas diversas que sus vecinos pudieran explotar o como la de intentar controlar el Inner Crescent de forma que se pueda acceder al control de Eurasia y de África.

Zbigniew Brzezinski, profesor estadounidense, nacido en Varsovia e hijo de diplomático polaco, consejero del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson, entre 1966 y 1968, y consejero de seguridad nacional del presidente estadounidense Jimmy Carter, entre 1977 y 1981, reformuló muchas de las enseñanzas sacadas de los autores anteriormente mencionados, cuando, en 1997, publicó su The Grand Chessboard: American Primacy and its Geostrategic Imperatives.

Para Brzezinski, si EE. UU. quiere preservar su liderazgo y dominio unipolar del mundo, debería controlar Eurasia utilizando los que denominó Balcanes Euroasiáticos –Eurasian Balkans, en inglés-, es decir, todos aquellos territorios del Sudeste europeo, de Asia Central, de partes del sur de Asia, del Golfo Pérsico y del Próximo Oriente, que, en su opinión, son, por naturaleza, inestables y, por lo tanto, susceptibles de sufrir la intromisión de vecinos más poderosos.

Además, Brzezinski amplió los conceptos originales sobre las naciones del Inner Crescent para incluir en él a las antiguas repúblicas soviéticas, ya independientes, de Asia Central y del Cáucaso, a las que definió como “calderas étnicas” a las puertas de Rusia.

En fin, la visión de Brzezinski era una estrategia de desestabilización periférica de esos “Balcanes Euroasiáticos” con el propósito, a través del caos permanente, de debilitar a Rusia y preservar, así, la hegemonía universal de EE. UU.

En el terreno de la doctrina militar, estas tesis se han visto acompañadas por la conceptualización en EE. UU. -desde que, en 1989, William Lind y otros oficiales de la Fuerzas Armas de EE. UU. publicaran su “The Changing Face of War: Into the Fourth Generation”, en el Marine Corps Gazette– de la llamada Guerra de Cuarta Generación.

 

 

Esta Guerra de Cuarta Generación se define precisamente por su indefinición, dado que tiene lugar en un mundo más fluido, descentralizado, no linear y asimétrico.

Es una guerra sin teatros de operaciones para ejércitos regulares, sin trincheras y sin disparos entre soldados.

La guerra tiene lugar en un entorno en el que ha desaparecido la distinción entre la población civil y las Instituciones Militares.

La fuerza se proyecta a través de y gracias al soporte de un gran desarrollo tecnológico, con estructuras operativas ligeras y con un énfasis especial puesto en las guerras de la información y de la comunicación

Son guerras que se desarrollan a través de operaciones especiales, psicológicas, de manipulación y de intoxicación, con medios cibernéticos y bacteriológicos, fuera del marco del Estado-nación, atacando la cultura y la civilización de los adversarios.

Asimismo, si fuera necesario, los Estados combaten, dentro de este modelo, adaptando o mimetizando formas y maneras de actores no estatales, ya sean, originalmente, o de guerrilleros, o de la insurgencia urbana, o del sabotaje, o de terroristas o del crimen organizado transnacional –Transnational Organised Crime (TOC), en inglés-, o de combatientes no convencionales, o de mercenarios.

Lo dominante es el caos y el uso de métodos no convencionales de combate, a través de la utilización de aliados y de terceros, mientras que el liderazgo se ejerce en la sombra.

Esto es lo que define a las Guerras Híbridas con las que EE. UU., como otras potencias, grandes o medianas, está muy bien familiarizado.

EE. UU. ha refinado su pensamiento doctrinal al respecto como muestra la Joint Vision 2020 de su Departamento de Defensa, de la que el concepto de la Dominación de Espectro Completo –Full Spectrum Dominance, en inglés- es su columna vertebral: persuasiva durante la paz, decisiva en la guerra y preeminente en cualquier tipo de conflicto.

Las guerras del siglo XXI son y serán, también, para EE. UU., Guerras Híbridas, que combinan y que seguirán combinando las revoluciones de colores -violencia limitada, entornos urbanos, revueltas sociales, caos contra las autoridades, redes sociales y división de los lazos sociales intracomunitarios-, más baratas, con las guerras no convencionales -violencia sin límite, entornos urbanos y rurales, revueltas sociales, pero, sobre todo, físicas, caos contra todo, redes físicas surgidas de las redes sociales y división de todos los lazos en la sociedad-, más caras.

La pugna por el control del Heartland está abierta, desde hace tiempo, al uso de las Guerras Híbridas, como se puso de manifiesto en Georgia, en 2008, en Siria, en 2011, en Ucrania, en 2013 y en 2014, o en Bielorrusia, en 2021.

Pronto sabremos lo que realmente ocurrió en Kazajistán, al comienzo de 2022, en vísperas de la celebración de la Navidad ortodoxa y de la reunión, en Ginebra, Suiza, entre EE. UU. y Rusia para discutir sobre sus necesidades de garantías de seguridad respectivas.

 

 

 


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