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LA FILOSOFÍA ES UN GÉNERO LITERARIO
Nicolás Gómez Dávila: lo bueno y lo breve
La publicación en Atalanta del libro Breviario de escolios constituye una forma privilegiada de acceder al pensamiento de uno de los escritores más singulares del siglo pasado: el colombiano Nicolás Gómez Dávila.
Érase una vez un ser a quien le disgustaba el mundo y decidió crearse uno propio más silencioso y más bello a la altura de sus lecturas. El colombiano Nicolás Gómez Dávila (1913-1994) es un hombre con inevitable destino de ficción, así que qué mejor que empezar a hablar de él como si fuera ya parte de un cuento. Alimenta la leyenda una biografía de la que no se tienen muchos detalles o, al menos, no se conocen todos los detalles. En el prólogo al libro que recoge toda su obra, Escolios a un texto implícito, publicado por Atalanta en 2009, el filósofo y germanista Franco Volpi reduce su biografía a un “vivió, escribió y murió”. Siendo osados, podríamos corregir a Volpi y cambiar el “escribió” por un “leyó”; pues fue en eso, en leer, en lo que empleó su vida Nicolás Gómez Dávila. Su biblioteca es mítica: 30.000 volúmenes –la mayoría en sus idiomas de origen– integran esa auténtica fortaleza, ese castillo o esa torre en la que Gómez Dávila quiso habitar y quiso morir también, pues cuando se encontraba ya muy enfermo mandó que le pusieran la cama en la biblioteca.
Pensador por cuenta propia
Una de las mayores singularidades de Gómez Dávila es que no pasó por universidad alguna, la formación académica le importaba poco. Él quería saber de primera mano, por cuenta propia, y en eso sí le echó una mano la biografía y la neumonía que padeció de niño y que le retuvo un par de años en su propia casa. Tras un paso por un colegio benedictino en París, donde su familia se había mudado desde Bogotá cuando él contaba con seis años de edad, la enfermedad se encargó de separarlo de las aulas. Profesores privados le instruían en casa, y cuando llegó la hora de incorporarse al estudio compartido, de volver a las clases, Gómez Dávila prefirió no hacerlo. La universidad ni la pisó. A los 23 años regresó a Bogotá, se casó, tuvo tres hijos y una biblioteca primorosa “no solo por la cantidad de obras que albergaba –explica Gonzalo Muñoz Barallobre en el artículo que le dedicó en el libro Galería de los invisibles (publicado por Xorki)–, sino también porque en ella destacan las primeras ediciones, libros antiguos y varios incunables”. Es decir, calidad, además de cantidad.
Los autores, con particular querencia hacia los clásicos, fueron sus maestros, las voces socráticas con los que establecía diálogos que a menudo cristalizaban en reflexiones muy personales. A partir de ahí Gómez Dávila emprendía la tarea de despojar el proceso anterior de todo lo superfluo y quedarse con un destilado muy fino, una síntesis luminosa y sorprendente con forma de aforismo y corazón de escolio.
Escolios mejor que aforismos
A veces se usan como si fueran sinónimos, pero no lo son exactamente.
Escolios, según la RAE, son las “notas que se ponen en un texto para explicarlo”. Es decir, el texto está presente de alguna manera. El escolio es su derivada, lo necesita.Los aforismos, no. Son, de nuevo en definición de la RAE, una «máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte”. No tienen texto de referencia a quien mirar. Pueden ser producto de un destello y surgir espontáneamente en un paseo o de una charla. Por eso los de Gómez Dávila son escolios mejor que aforismos, porque están llenos de texto, rebosan libros y autores y son producto del filtrado de los mismos por la singular mirada de pensar de su autor.
La explicación se vuelve transparente con la ayuda de los ejemplos: “El pensamiento es la supuración noble de una herida”, “La mano que no supo acariciar no sabe escribir”, “La palabra no se nos concedió para expresar nuestra miseria, sino para transfigurarla”, “Madurar no consiste en renunciar a nuestros anhelos, sino en admitir que el mundo no está obligado a colmarlos”. Casi vale cualquiera de las 10.000 frases que alumbró Gómez Dávila. Por la temática, por la profundidad, por dar cuenta de un mundo propio e iluminar el circundante a menudo se le ha comparado con filósofos como Nietzsche, Cioran, Pascal o Montaigne. Son comparaciones orientativas porque lo mejor siempre es, tal y como él hacía, acudir a los textos en busca de las respuestas. En este caso se trata de intentar averiguar quién es y qué piensa Nicolás Gómez Dávila a partir de sus escolios.
Un hombre solo
Inseparable del contenido, una de las particularidades de la escritura de Gómez Dávila es su forma. “Escribir corto, para concluir antes de hastiar”. Como el anteriormente citado Montaigne, Gómez Dávila es un hombre en reclusión voluntaria, en orgullosa distancia respecto a la época que le tocó vivir, quizá para emitir sobre ella diagnósticos con ambición de certeza. El motivo es una especie de hastío prematuro que le hace buscar refugio entre los libros: los prefiere a sus semejantes. Con matices, claro, porque durante años se reunía con un estrecho círculo de amistades a tomar whisky y dicen que tampoco rehuía la presencia de quienes se acercaban a visitarlo. Pero en sus textos es implacable en su defensa de la soledad (“Limitar nuestro auditorio limita nuestras claudicaciones. La soledad es el único árbitro insobornable”), en sus ataques contra todo lo que huela a grupo, tumulto, masa: “En las agrupaciones humanas solo se suman los defectos de los que se agrupan”, “La muchedumbre pisotea involuntariamente donde pise” o “Nuestra civilización es un palacio barroco invadido por una muchedumbre greñuda”. Consecuentemente el turismo y la arquitectura moderna destacan también como blanco de sus dianas: “La última degradación de un edificio es su conservación para el turista”, “El bárbaro solo destruye; el turista profana”.
Gómez Dávila es un hombre en reclusión voluntaria: “La soledad es el único árbitro insobornable”, escribió
Son parte de su aversión contra el progreso (“Dudar del progreso es el único progreso”) y contra una modernidad que retrata sin piedad: “Cada día resulta más fácil saber lo que debemos despreciar: lo que el moderno admira y el periodismo elogia”. Mención aparte merece la contundente y, al parecer, visionaria “La sociedad del futuro: una esclavitud sin amos”. La materialización de esta máxima es en la actualidad objeto de estudio para pensadores como Byung-Chul Han que la retoma y disecciona en obras como La sociedad del cansancio.
Reactivo mejor que reaccionario
Políticamente se puede decir que Gómez Dávila es un reaccionario –él lo afirma en muchos de sus escolios y parece que gozara reafirmándose en esta identidad– y se puede intentar explicar que no lo es en el sentido más habitual del término… Inútil. Con mucho, la mejor explicación es la suya: “Progresar es prolongar inercias. Reaccionar es desmontar automatismos”. Exactamente en esos dos sentidos es Gómez Dávila un killer del progreso y un defensor de la reacción, un reactivo más que un reaccionario. Y a partir de ahí, un despliegue un tanto desconcertante para los amigos de las etiquetas y los bandos: “Los reaccionarios somos infortunados: las izquierdas nos roban ideas y las derechas vocabulario”; “Si la izquierda sigue adoptando, unas tras otra, las objeciones que los reaccionarios le hemos hecho al mundo moderno, tendremos que volvernos de izquierdas” o “El vicio que aqueja a la derecha es el cinismo, y a la izquierda, la mentira”.
En el capitulo político, Dávila desprecia la democracia porque desprecia todo lo que iguala. Consecuentemente, defiende las jerarquías y las diferencias. Expresivamente apunta: “¿Mis hermanos? Sí. –¿Mis iguales? No. Porque los hay menores y mayores”.
“Reaccionar es desmontar automatismos”: en ese sentido es Gómez Dávila un reaccionario
Dios y Nietzsche y Gómez Dávila
Además de la política, la educación, la sabiduría, la belleza, la conciencia… Todos los grandes temas de los que se ha ocupado la filosofía son materia prima que revisan los escolios. Y por supuesto, la filosofía misma, que define muy bellamente en uno de sus aforismo como “inventario de grietas”. No se cansa de subrayar su relación e incluso su dependencia de la literatura: “La filosofía es un género literario”, apuntará en otro de ellos. Él no las concibe por separado y, en efecto, su obra literaria consistirá en fogonazos de pensamiento: “Quien no duda no grita”, “Donde haya dos hay traición”, “A los seres se les puede perdonar lo que hacen, pero no lo que son”.
Dentro de la filosofía, Dios (y dios) y Nietzsche ocupan un lugar de privilegio. En un principio se podría considerar que lo que le interesa a Dávila es el pensamiento o la noción más o menos vaga de que Dios exista, lo que se defendería con una de sus máximas más hermosas: “Dios no está en el mundo como una roca en un paisaje tangible, sino como la nostalgia en un paisaje pintado”. Sin embargo, también otros argumentos en forma de máximas parecen hacer ganadora la apuesta por un Dios más ortodoxo: “Lo importante no es que el hombre crea en la existencia de Dios, lo importante es que Dios exista”. En cualquier caso, lo que se confirma es la vigencia para él de este tema: “Hablar de Dios es presuntuoso, no hablar de Dios es de imbécil”. Quizá por ello, Gómez Dávila se implique tanto y tan a fondo en el mano a mano con Nietzsche. ¿Qué habría pensado de saber que algunos lo llamarían el Nietzsche colombiano? Más que la identificación, lo fructuoso de esta confrontación intelectual sería el debate, y el combate incluso, entre dos interlocutores enormes en inteligencia, audacia y perspicacia. ¿O no es un derechazo ese que lanza Dávila al decir que solo la opción de Nietzsche “podría exponerse sin vergüenza a la resurrección de Dios”? Aunque también es verdad que se lo quiere llevar a su terreno: “Nietzsche es el paradigma del reaccionario que claudica, adoptando las armas del enemigo, porque no se resigna a la derrota”. Bueno, también Gómez Dávila es siempre objeto de deseo y apropiación por parte de acólitos de ideologías enfrentadas. Es lo que tiene cultivar la lucidez con la valiosa colaboración de una mente preclara y una pluma precisa e incisiva como un bisturí: que todo el mundo te quiere de su lado. O mejor, que nadie te quiere en el contrario.
Tanto Nietzsche como Gómez Dávila han sufrido intentos de apropiación por parte de acólitos de ideologías opuestas: todos parecen quererlos de su parte
Una cosa más antes de terminar. Si algo de esto o mucho de lo anterior resulta contradictorio… et voilà. Estaba previsto. Cómo no iban a salir ideas, máximas contradictorias de alguien capaz de escribir 10.000. Lo importante es haberlo sabido y haber sido consciente de ello como Gómez Dávila lo era: “Para acertar es necesario contradecirnos. Porque el universo es contradictorio”.
Estaría estupendo terminar así el artículo, pero es que debajo, justo debajo, de esa cita en Breviario de escolios viene esta otra: “Las ideas tiranizan al que tiene pocas”, que también supondría un buen broche a esta revisión. Y cómo dejarla fuera… De modo que, así, entre las dudas por no saber con cuál quedarse, porque en cada página parece haber una todavía mejor, ya sí se cierra este texto que más que revisión lo que quiere ser es una invitación a leer por sí mismo y, a ser posible, en ausencia de todo prejuicio, la literatura (y quien dice literatura dice pensamiento) de Nicolás Gómez Dávila.
La debilidad de Atalanta
Nicolas Gómez Dávila debe de ser la debilidad de la casa. Y se nota. Porque Breviario de escolios es la última entrega de la editorial Atalanta en su labor asumida de difundir la obra y el pensamiento de Gómez Dávila, de hacerlo más manejable, de que un número mayor de lectores pueda disfrutarlo. Para ello encargó a los expertos José Miguel Serrano y Gonzalo Muñoz Barallobre la conflictiva –y gozosa a la vez– tarea de seleccionar los escolios que forman esta última entrega de los más de 10.000 que forman parte de su obra completa Escolios a un texto implícito, un libro de más de 1400 páginas publicado en la misma editorial en el año 2009.
El escritor que no ha torturado sus frases tortura al lector.
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Las opiniones no son el origen de los partidos. Los partidos son el origen de las opiniones.
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La sociedad del futuro: una esclavitud sin amos.
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El pueblo no elige a quien lo cura, sino a quien lo droga.
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En un siglo donde los medios de publicidad divulgan infinitas tonterías, el hombre culto no se define por lo que sabe sino por lo que ignora.
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Hombre culto es aquel para quien nada carece de interés y casi todo de importancia.
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La vida es taller de jerarquías. Sólo la muerte es demócrata.
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Cualquiera tiene derecho a ser estúpido, pero no a exigir que veneremos sus estupideces.
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Los problemas no se resuelven, meramente pasan de moda.
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El primer paso de la sabiduría está en admitir, con buen humor, que nuestras ideas no tienen por qué interesar a nadie.
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El suicidio más acostumbrado en nuestro tiempo es pegarse un balazo en el alma.
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Los hombres son menos iguales de lo que dicen y más de lo que piensan.
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El que se cree original solo es ignorante.
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Ser civilizado es poder criticar aquello en que creemos sin dejar de creer en ello.
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Aún cuando la humildad no nos salvara del infierno en todo caso nos salva del ridículo.
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La vida es un combate cotidiano contra la estupidez propia.
100 @ESCOLIOS DE NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA
Si no hubiera sido por Wagner Clemente Soto hoy 18 de Mayo sería especial por una razón solo y no por ahora dos: el centenario del nacimiento de Nicolás Gómez Dávila a quien de cariño le dicen –en el extranjero y no acá: Don Colacho.
Gracias a los trinos de Wagner, me interesé y conseguí en el centro de Bogotá la obra de un filósofo quien para mi sorpresa es: 1) Colombiano; 2) Críptico y 3) Reaccionario.
Una obra que habla por sí sola en su laconismo y en los selectos Escolios que Wagner ha venido trinando hasta este día tan especial y los cuales linkeo a continuación en honor a los 100 años del cumpleaños de Don Colacho:
1913. «Nada más frecuente que despreciar a muchos que debieran más bien despertar nuestra envidia.»
1914. «Amor u odio no son creadores, sino reveladores, de calidades que nuestra indiferencia opaca.»
1915. «Lo que aleja de Dios no es la sensualidad, sino la abstracción.»
1916. «La madurez del espíritu comienza cuando dejamos de sentirnos encargados del mundo.»
1917. «El futuro del verbo es el tiempo predilecto del imbécil.» (The future form of the verb is the imbecile’s favorite tense.)
1918. «La estupidez es el combustible de la revolución.» (Stupidity is the fuel of the revolution.)
1919. «El ritualismo es el protector discreto de la espiritualidad.» (Ritualism is the discreet guardian of spirituality.)
1920. Hay que apreciar los lugares comunes y despreciar los lugares de moda. (One must appreciate commonplaces and despise fashionable places)
1921. Las concesiones al adversario llenan de admiración al imbécil. (Concessions to the adversary fill the imbecile with admiration)
1922. «No les demos a las opiniones estúpidas el placer de escandalizarnos.» (Let us not give stupid opinions the pleasure of scandalizing us)
1923. «Marx ha sido el único marxista que el marxismo no abobó.» (Marx has been the only Marxist whom Marxism has not stultified.)
1924. «Orar es el único acto en cuya eficacia confío.» (Prayer is the only act in whose effectiveness I trust.)
1925. «Los problemas no se resuelven, meramente pasan de moda.» (Problems do not get solved; they merely go out of fashion.)
1926. Si confiamos en Dios, ni nuestro propio triunfo debe espantarnos (If we trust in God, not even our own triumph should shock us)
1927. «Dios es la verdad de todas las ilusiones.» (God is the truth of all illusions.)
1928. Los hombres son menos iguales de lo que dicen y más de lo que piensan. (Men are less equal than they say and more equal than they think)
1929. «Las estupideces modernas son más irritantes que las antiguas, porque sus prosélitos pretenden justificarlas en nombre de la razón.»
1930. «Al fin y al cabo, — ¿qué llama ‘Progreso’ el moderno? Lo que le parece cómodo al tonto.»
1931. «En la historia es sensato esperar milagros y absurdo confiar en proyectos.»
1932. «El optimismo inteligente nunca es fe en el progreso, sino esperanza de milagro.»
1933. «La inteligencia se capacita para descubrir verdades nuevas redescubriendo viejas verdades.»
1934. «Dialogar con el imbécil es escabroso: nunca sabemos dónde lo herimos, cuándo lo escandalizamos, cómo lo complacemos.»
1935. «Nada obliga al que tan sólo medita a disputar con todo tonto que arguya.»
1936. «El inferior siempre tiene razón en las disputas, porque el superior se ha rebajado a disputar.»
1937. «La libertad es derecho a ser diferente; la igualdad es prohibición de serlo.»
1938. «La incuria con que la humanidad actual disipa sus bienes parece indicar que no espera descendientes.»
1939. «El ateo se consagra menos a verificar la inexistencia de Dios que a prohibirle que exista.»
1940. «‘Pueblo’ es la suma de los defectos del pueblo. Lo demás es elocuencia electoral.»
1941. «La imposibilidad de encontrar soluciones nos enseña que debemos consagrarnos a ennoblecer los problemas.»
1942. «Si queremos que algo dure, hagámoslo bello, no eficaz» (If we want something to last, let us make it beautiful, not effective)
1943. «El ateísmo democrático no disputa la existencia de Dios, sino su identidad.»
1944. «Los gestos públicos deberían estar regulados por el más estricto formalismo para impedir esa espontaneidad fingida que tanto place al tonto»
1945. «Las ciencias, particularmente las ciencias humanas, vienen depositando sucesivos estratos de barbarismos sobre la literatura.»
1946. «El que se cree original sólo es ignorante.» (Whoever believes he is original is just ignorant.)
1947. «Solo la libertad limita las abusivas intervenciones de la ignorancia.» (Only liberty limits the abusive interventions of ignorance.)
1948. «La cortesía es obstáculo al progreso.» (Courtesy is an obstacle to progress.)
1949. «El cristianismo no resuelve ‘problemas’; meramente nos obliga a vivirlos en más alto nivel.»
1950. «Renunciamos más fácilmente a una realidad que a sus símbolos.» (We more easily abandon a reality than its symbols.)
1951. «El cristiano sabe que nada puede reclamar, pero que puede esperar todo.»
1952. «Sociedad civilizada es aquella donde dolor y placer físico no son los argumentos únicos.»
1953. «Lo difícil no es creer en Dios, sino creer que le importemos.»
1954. «Morir es el signo inequívoco de nuestra dependencia. Nuestra dependencia es el fundamento inequívoco de nuestra esperanza.»
1955. «El que se dice respetuoso de todas las ideas se confiesa listo a claudicar.»
1956. «Ser de ‘derecho divino’ limitaba al monarca; el ‘mandatario del pueblo’ es el representante del Absolutismo absoluto.»
1957. «Sociedad noble es aquella donde obediencia y mando son comportamientos éticos, y no meras necesidades prácticas.»
1958. «La educación moderna entrega mentes intactas a la propaganda.» (Modern education delivers intact minds to propaganda.)
1959. «Ser civilizado es poder criticar aquello en que creemos sin dejar de creer en ello.»
1960. «Son muchas las cosas ante las cuales hay que aprender a sonreír sin irrespetar.»
1961. «Bien educado es el hombre que se excusa al usar sus derechos.»
1962. «Para que el tronco de la individualidad crezca, hay que impedir que la libertad lo desparrame en ramas.»
1963. «El nacionalismo fue el último espasmo del individuo ante la muerte gris que lo espera.»
1964. «Las sociedades moribundas acumulan leyes como los moribundos remedios.»
1965. «Muchos aman al hombre sólo para olvidar a Dios con la conciencia tranquila.»
1966. «Toda sociedad no jerarquizada se parte en dos.»
1967. «He visto la filosofía desvanecerse poco a poco entre mi escepticismo y mi fe.»
1968. «Burguesía es todo conjunto de individuos inconformes con lo que tienen y satisfechos de lo que son.»
1969. «La claridad del texto es el único signo incontrovertible de la madurez de una idea.»
1970. «Entre los horrores del comunismo hay que contar el no tener más lectura que la prosa del escritor de izquierda.»
1971. «Ninguna solución es hoy más que otra cara del problema.» (No solution today is more than other side of the problem.)
1972. «Los individuos civilizados no son productos de una civilización, sino su causa.»
1973. «El vulgo cree colocar a su alcance las cosas nobles degradándolas.»
1974. «El mito corrige la precisión del concepto.» (The myth corrects the precision of the concept.)
1975. «Ni en materia de placeres debemos aceptar estimación igualitaria. El placer del cerdo es placer de cerdo.»
1976. «A la tiranía de superiores no es imposible resistir; la tiranía de iguales es irresistible.»
1977. «Ni éxito, ni fracaso, le importan a la vocación auténtica.» (Neither success nor failure matter to the authentic vocation.)
1978. «La Reacción comenzó con el primer arrepentimiento.» (The Reaction began with the first repentance.)
1979. «Dios inventó las herramientas, el diablo las máquinas.»
1980. El lugar común tradicional escandaliza al hombre moderno. El libro más subversivo en nuestro tiempo sería una recopilación de viejos proverbios. (The traditional commonplace scandalizes modern man. The most subversive book in our time would be a compendium of old proverbs).
1981. «La mentalidad moderna es hija del orgullo humano inflado por la propaganda comercial.»
1982. «La razón no es substituto de la fe, así como el color no es substituto del sonido.»
1983. «El individualismo es cuna de la vulgaridad.»
1984. «Verdadero aristócrata es el que tiene vida interior. Cualquiera que sea su origen, su rango, o su fortuna.»
1985. «En tiempos aristocráticos lo que tiene valor no tiene precio; en tiempos democráticos lo que no tiene precio no tiene valor.»
1986. La lealtad a una doctrina acaba en adhesión a la interpretación que le damos. Sólo la lealtad a una persona nos libera de toda complacencia con nosotros mismos. (Loyalty to a doctrine ends in adherence to the interpretation we give it. Only loyalty to a person frees us from all self-complacency)
1987. «Una ‘sociedad ideal’ sería el cementerio de la grandeza humana.»
1988. «Ningún pasado es ideal. Pero sólo del pasado surgen ideales que no sean linfáticos, ideales con sangre en las venas.»
1989. «El pensamiento reaccionario ha sido acusado de irracionalismo porque se niega a sacrificar los cánones de la razón a los prejuicios del día»
1990. «Pensar suele reducirse a inventar razones para dudar de lo evidente.»
1991. «Las verdades no se contradicen sino cuando se desordenan.»
1992. «Las reglas éticas varían, el honor no cambia. Noble es el que prefiere fracasar a envilecer las herramientas de su triunfo.»
1993. «Tolerar no debe consistir en olvidar que lo tolerado sólo merece tolerancia.»
1994. «Las tesis de la izquierda son raciocinios cuidadosamente suspendidos antes de llegar al argumento que los liquida.»
1995. «Librar al hombre es sujetarlo a la codicia y al sexo.»
1996. «La lectura aboba al bobo.» (Reading stupidifies the stupid.)
1997. «Las torres de Babel se desploman solas.» (Towers of Babel collapse by themselves.)
1998. «La moral laica destila soberbia.» (Secular morals distill hubris.)
1999. «La serenidad es el estado de ánimo del que encargó a Dios, una vez por todas, de todas las cosas.»
2000. «Aun cuando la humildad no nos salvara del infierno en todo caso nos salva del ridículo.»
2001. «El orgullo justificado se acompaña de humildad profunda.»
2002. «El anhelo secreto de toda sociedad civilizada no es el de abolir la desigualdad, sino el de educarla.»
2003. «El comunista odia al capitalismo con el complejo de Edipo. El reaccionario lo mira tan sólo con xenofobia.»
2004. «Tener razón, según el demócrata, significa gritar con el coro más nutrido.»
2005. «El tonto llama ‘prejuicios’ las conclusiones que no entiende.»
2006. «El revolucionario es un funcionario en potencia; el rebelde es un reaccionario en acto.»
2007. «Al hombre moderno no lo mueven el amor y el hambre, sino la lujuria y la gula.»
2008. «La vulgaridad misma es menos irritante que su defensa y su elogio» (Vulgarity itself is less annoying than its defense and its praise)
2009. «Lo único que garantiza un buen gobierno es una estructura política y social que sólo permita gobernar poco.»
2010. «El odio al pasado es síntoma inequívoco de una sociedad que se aplebeya.»
2011. «La libertad florece mejor entre leyes malas que entre leyes nuevas.» (Liberty flourishes best among bad laws than among new laws.)
2012. «Hay algo definitivamente vil en el que no admite sino iguales, en el que no se busca afanosamente superiores.»
2013. «La vida es un combate cotidiano contra la estupidez propia.» (Life is a daily struggle against one’s own stupidity.)
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