LA CRONOLOGÍA DE NEWTON: «The Chronology of Ancient Kingdoms Amended», Sir Isaac Newton (1728), traducción de María José Carrasco García. CAPITULO 2: «Sobre el imperio de Egipto». Segunda parte.

«Sobre el Imperio de Egipto». Segunda parte

ÍNDICE DE LA OBRA

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LA CRONOLOGÍA DE LOS REINOS ANTIGUOS, ENMENDADA

Por Isaac Newton

CAPITULO II. Sobre el Imperio de Egipto.

SEGUNDA PARTE

Traducción de María José Carrasco García

«Sobre el Imperio de Egipto». Segunda parte

 

Por aquellos tiempos, los tebanos y etíopes escribían con jeroglíficos y parece que esta forma de escritura se extendió al bajo Egipto antes de los días de Moisés, pues de ahí vino el hecho de que adoraran a sus dioses bajo las formas de pájaros, bestias y peces, lo que estaba prohibido por el segundo mandamiento.

Toth

Pues bien, esta forma emblemática de escribir fue la causa de que los tebanos y etíopes que en la época de Samuel, David, Salomón y Roboam conquistaron Egipto y las naciones de alrededor, y erigieron un gran imperio, representaran y simbolizaran a sus reyes y príncipes conquistadores, no escribiendo sus nombres, sino haciendo varias figuras jeroglíficas; así pintaban a Amón con cuernos de carnero para representar al rey que conquistó Libia, un país que era abundante en ovejas, a su padre Amosis, con una guadaña para simbolizar que ese rey conquistó el bajo Egipto, un país abundante en trigo, a su hijo Osiris con un buey porque había enseñado a arar con bueyes a las naciones que conquistó; a Baco, con cuernos de toro por la misma razón, y con uvas, porque había enseñado a las naciones a plantar viñas, y sobre un tigre, porque sometió a la India; a Horus, el hijo de Osiris, con un arpa, para representar al príncipe que era una eminencia con ese instrumento, a Júpiter, montado en un águila para simbolizar lo sublime de sus dominios, y con truenos para representarlo como guerrero; a Venus, subida en un carro de combate tirado por dos palomas, para simbolizar su amor y su lujuria, a Neptuno, con un tridente, para representarlo como comandante de una flota compuesta por tres escuadrones;

Toth

a Aegeón, un gigante, con 50 cabezas y un ciento de manos, para representar a Neptuno con sus hombres en un barco de cincuenta remos; a Tot, con la cabeza de un perro y alas en su gorra y en sus pies, y a un tal Caduceo, alrededor del cual se retuercen dos serpientes para simbolizar que era un artesano y un embajador que reconcilió a dos naciones enfrentadas; a Pan con una flauta y patas de cabra, para representar a un hombre al que le encantaba tocar la flauta y cantar; y a Hércules, con columnas y un mazo porque Sesostris había construido columnas en todas sus conquistas y luchado contra los libios con mazos. Este es el Hércules que, según Eudoxo, fue asesinado por Tifón, y que según Ptolomeo es el Hefestión que fue llamado Nilus, y que conquistó a Gerión con sus tres hijos en España y construyó las famosas columnas en la boca del Estrecho; pues Diodoro, cuando menciona a tres Hércules, el egipcio, el tirio y el hijo de Alcmena, afirma que: “el más antiguo floreció entre los egipcios y habiendo conquistado una gran parte del mundo, construyó las Columnas en África”, y Vaseo, que :“Osiris, también llamado Dionisio, llegó a España y conquistó a Gerión y fue el primero que llevó la idolatría a España”.  

Estrabón nos dice que los etíopes llamados Megabares luchaban con mazos, y que algunos de los griegos lo habían hecho también hasta la época de la guerra de Troya. Pues bien, ocurrió que, a partir de esta forma de escritura jeroglífica y siguiendo la división de Egipto en Nomes que había hecho Sesostris, los grandes hombres del reino a quienes se habían dedicado los Nomes fueron representados en sus sepulcros o templos, con jeroglíficos varios: un buey, un gato, un perro, un cebus, una cabra, un león, un escarabeo, un icneumón, un cocodrilo, un hipopótamo, un oxirrinco, una ibis, un cuervo, un halcón y un puerro, y eran adorados por Nomes con la forma de estas criaturas.  

 

 

Los Atlántidas, un pueblo del monte Atlas conquistado por los egipcios durante el reinado de Amón, relataban que Urano había sido su primer rey, el que los hizo cambiar de un modo de vida salvaje a que moraran en pueblos y ciudades, y almacenó y usó los frutos de la tierra; que reinó sobre una gran parte del mundo y tuvo dieciocho hijos de su esposa Titea, entre los que se encontraban Hiperión y Basilea, padres de Helio y Selene; que los hermanos de Hiperión lo mataron y ahogaron a su hijo Helio, el Faetón de los antiguos, en el Nilo y se repartieron el reino entre ellos, y, que el país que bordeaba el océano recayó sobre el lote de Atlas, por quien se llamó a sus habitantes : “atlántidas”.  

Por Urano o Júpiter Uranius, Hiperión, Basilea, Helio y Selene, yo entiendo: Júpiter Amón, Osiris, Isis, Horus y Bubaste; y por “reparto del reino de Hiperión entre sus hermanos los Titanes”, yo entiendo la división de la tierra entre los dioses mencionados en el poema de Solón.  

Así pues, Solón, tras viajar a Egipto y conversar con los sacerdotes de Sais sobre sus historias antiguas, escribió un poema sobre lo que había aprendido, pero no lo terminó. Este poema cayó en las manos de Platón, quien nos relata parte de él diciendo que, nueve mil años antes de los días de Solón, en la boca del Estrecho, cerca de las columnas de Hércules, había una isla llamada Atlantis, cuyos habitantes reinaban sobre territorios que abarcaban desde Libia hasta Egipto y sobre Europa hasta llegar al mar Tirreno, y que esta fuerza se agrupó en un conjunto e invadió Egipto y Grecia y todo lo comprendido entre las columnas de Hércules, pero que los atenienses y demás griegos se resistieron y los detuvieron, preservando así a las otras naciones que no habían sido conquistadas aún. También nos dice que por esos días, los dioses, tras finalizar sus conquistas, se repartieron toda la tierra entre ellos haciendo unas porciones más grandes y otras más pequeñas e instituyeron templos y ritos sagrados dedicados a ellos mismos. Asimismo nos dice que la isla de Atlantis le tocó a Neptuno, quien hizo a su primogénito Atlas, rey de toda la isla, parte de la cual se llamaba Gadir, y que “en la historia de las citadas guerras se hacía mención a Cécrope, Erecteo, Erictonio y otros  anteriores a Teseo, y también, a las mujeres que lucharon con los hombres y al hábito y la estatua de Minerva, pues el estudio de la guerra era común a mujeres y hombres en aquellos días”.  

Teseo

Debido a todas estas circunstancias, es manifiesto que estos dioses eran los Dii magni majorum Pentium que vivieron entre la época de Cécrope y la de Teseo, y que las guerras que había hecho Sesostris junto con su hermano Neptuno, contra las naciones por tierra y mar, la resistencia que se había encontrado en Grecia y la siguiente invasión que había hecho Neptuno en Egipto, son descritas aquí. También se describe cómo el hecho de que los capitanes de Sesostris se repartieran sus conquistas entre ellos como harían los capitanes de Alejandro Magno con sus conquistas mucho tiempo después al instituir templos y sacerdotes y ritos sagrados dedicados a ellos mismos, fue la causa de que las naciones los adoraran tras sus muertes como a dioses; también es manifiesto que la isla Gadir o Gades, junto con toda Libia, le tocó al que tras su muerte fue deificado con el nombre de Neptuno. Las fechas en que ocurrieron estos hechos se limita, según Solón, a la época de Neptuno, el padre de Atlas; pues Homero nos dice que Ulises, poco después de la guerra de Troya, se encontró con Calipso, la hija de Atlas, en la isla ogigiana, quizás, Gadir, y, por tanto, no fue sino dos generaciones antes de la guerra de Troya. Este es ese Neptuno, que junto con Apolo u Horus fortificó Troya con una muralla durante el reinado de Laomedonte, el padre de Príamo, y dejó muchos hijos naturales en Grecia, algunos de los cuales fueron argonautas y otros fueron contemporáneos de los argonautas y, por tanto, florecieron sólo una generación antes de la expedición argonaútica, y en consecuencia, unos 400 años antes de que Solón fuera a Egipto. Sin embargo, los sacerdotes de Egipto, en esos 400 años habían magnificado las historias y la antigüedad de sus dioses tanto, que los habían convertido en nueve mil años más antiguos que Solón, y a la isla de Atlantis, en más grande que todo África y Asia juntas, y llena de habitantes. Además, como en los tiempos de Solón no aparecía esta gran isla, ellos aducían que es que se había hundido en el mar con todos sus habitantes, así de grande era la vanidad de los sacerdotes de Egipto para magnificar sus historias antiguas.  

 

La Atlántida en los Diálogos de Platón

 

Los cretenses afirmaban que “Neptuno fue el primer hombre que fletó una flota tras obtener esta comandancia de su padre Saturno, de donde la posteridad consideraba las cosas acaecidas en el mar como pertenecientes a su gobierno y los marineros lo honraban con sacrificios”. Asimismo se le atribuye la invención de barcos altos con velas. Fue adorado en un principio en África, como afirma Heródoto, y por tanto, reinó sobre esa provincia, pues su hijo mayor, Atlas, que lo sucedió, no fue sólo señor de las isla de Atlantis, sino que reinó sobre una gran parte de África y le dio su propio nombre a sus habitantes llamados Atlantii, a la montaña Atlas, y al océano Atlántico. Las partes más lejanas, los promontorios de la tierra y todo lo que bordeaba el mar y estaba bañado por él, era llamado por los egipcios: “Neptys”. Asimismo, Bochart y Ario Montano sitúan en las costas de Marmórica y Cirene a los naftujitas, que eran un pueblo descendiente de Misrayim, Génesis.X.13. Por estas razones, puede que le vinieran a Neptuno y a su esposa Neptys los nombres de Neptuno, Neptys y naftujitas, que significan “rey”, “reina” y “gente de las costas” respectivamente.  

Los griegos nos dicen que Jápeto era el padre de Atlas, y Bochart deriva “Jápeto” y “Neptuno” del mismo origen. A éste y a su hijo Atlas se les conmemora en las fábulas antiguas por hacerle la guerra a los dioses de Egipto, como cuando Luciano afirma que en Corinto, que estaba llena de fábulas, se nos cuenta la lucha entre el Sol y Neptuno, es decir, entre Apolo y Pitón, u Horus y Tifón; y donde Agatarcides relata cómo los dioses de Egipto huían de los Gigantes hasta que los Titanes llegaron y los salvaron, haciendo que Neptuno emprendiera la huida. Asimismo, Higino nos cuenta la guerra ente los dioses de Egipto y los Titanes dirigidos por Atlas.  

Los Titanes son los descendientes de Titea, algunos de los cuales que estaban bajo el mando de Hércules, ayudaron a los dioses. Otros, que estaban bajo el mando de Neptuno y Atlas, lucharon contra ellos, “razón por la que, afirma Plutarco,  “los sacerdotes abominaban el mar y no adoraban a Neptuno”. Por Hércules, yo entiendo aquí, el general de las fuerzas de Tebas y Etiopía, a quien los dioses o grandes hombres de Egipto llamaron para que les ayudase contra los Gigantes o grandes hombres de Libia que habían matado a Osiris e invadido Egipto. Así pues, Diodoro dice que “cuando Osiris hizo su expedición por el mundo, dejó a su paisano Hércules, de general de sus fuerzas en todos sus dominios y a Anteo, de gobernador de Libia y Etiopía”. Además, Anteo reinó desde África hasta el océano Atlántico y construyó Tingis o Tangieres ya que Píndaro nos dice que reinó en Irasa, una ciudad de Libia, donde más tarde fue construida Cirene. Asimismo, invadió Egipto y Tebas, pues fue derrotado por Hércules y los egipcios cerca de Antea o Anteópolis, una ciudad de Tebas. Es más, Diodoro nos dice que “a esta ciudad le habían puesto ese nombre por Anteo, a quien Hércules mató en tiempos de Osiris”. Hércules lo derrocó en varias ocasiones y cada vez se hizo más fuerte al reclutar gente de Libia, su tierra natal; pero Hércules interceptó sus tropas reclutadas y al final, lo mató.  

Hércules y Atlas

En estas guerras Hércules le arrebató a Atlas el territorio libio e hizo que Atlas le pagara tributo de su huerto dorado, el reino de África. Por tanto, Anteo y Atlas eran ambos hijos de Neptuno, ambos reinaron sobre toda Libia y África entre el Monte Atlas y el Mediterráneo hasta llegar al Océano; ambos invadieron Egipto y combatieron con Hércules en las guerras de los dioses y, por consiguiente, no son sino dos nombres para un único hombre. Es más, incluso el nombre de Atlas en los casos oblicuos parece haber estado compuesto del nombre Anteo y alguna otra palabra, quizás la palabra “Atal”, maldito, antepuesta a él. Ovidio hace referencia a la invasión de Egipto por Anteo, donde pone en boca de Hércules las siguientes palabras: Sevoque alimenta parentis Antaeo eripui.  

Esta guerra se resolvió al final con la intervención de Mercurio, de quien se dijo a partir de entonces que había reconciliado a dos serpientes contendientes al arrojar su cayado entre ellas. Esto es todo lo que concierne al antiguo estado de Egipto, Libia y Grecia descrito por Solón.  

La mitología de los cretenses difiere en algunas cosas de la de Egipto y Libia, pues en la mitología cretense, Coelus y Terra, o Urano y Titea, eran los padres de Saturno y Rea; y Saturno y Rea eran los padres de Júpiter y Juno; Hiperión, Jápeto y los Titanes no eran sino una generación anterior a la de Júpiter, y Saturno fue expulsado de su reino y castrado por su hijo, Júpiter, cuya fábula no aparece en la mitología de Egipto.  

 

Escriba-Contable

Durante el reinado de Sesac, Jeroboam, que estaba bajo el poder de Egipto, estableció a los dioses de Egipto en Dan y Betel: “E Israel estaba sin el verdadero Dios y sin un sacerdote que los enseñara, y sin ley; y en esos tiempos, no había paz para ninguno que saliera, ni para ninguno que entrara, sino que se infligían grandes vejaciones sobre los habitantes de los países, y nación tras nación eran destruidas, y ciudad tras ciudad, pues Dios los vejaba con todo tipo de adversidad”.

No obstante, en el quinto año del reinado de Asa, se pacificó la tierra de Judá, y a partir de ahí tuvo diez años de paz, y Asa se llevó los altares de dioses extraños y destruyó las imágenes y construyó las ciudades amuralladas de Judá con muros y torres y puertas y rejas con un soporte en cada lado, y alzó un ejército de 58.000 hombres con el que durante el decimoquinto año de su reinado, se enfrentó a Zera, el etíope, quien le salió al paso con un ejército de un millar de mil etíopes y libios. Los libios tenían que atravesar Egipto y, por tanto, Zera era ya señor de Egipto. Estos lucharon en Maresha, cerca de Gerar, entre Egipto y Judea, y Zera fue tan derrotado, que ya no se pudo recuperar, y de todo esto parece deducirse que Osiris fue asesinado en el quinto año del reinado de Asa, y que a partir de ese momento, Egipto entró en guerras civiles, al ser invadido por los libios y defendido por los etíopes durante un tiempo y después de otros diez años más, al ser invadido por los etíopes, que le quitaron la vida a Horus, el hijo y sucesor de Osiris, ahogándolo en el Nilo y tomaron su reino. A causa de estas guerras civiles de Egipto, la tierra de Judá tuvo paz durante diez años.  

Osiris o Sesostris reinó durante mucho tiempo, Manetón afirma que durante 48 años. Según este cálculo, comenzó a reinar sobre el año 17o del reinado de Salomón. Horus, su hijo, fue ahogado en el 15o año del reinado de Asa, pues Plinio nos dice que “Aegyptiorum bellis attrita est Aethiopia, vicissim imperitando serviendoque, clara et potens etiam usque ad Trojana bella Memnone regnante”. 

Etiopía estuvo bajo el poder de Egipto hasta la muerte de Sesostris y no más, pues Heródoto nos dice “que sólo él disfrutó del imperio de Etiopía. Más tarde, los etíopes se liberaron y tras diez años se hicieron señores de Egipto y Libia, bajo el reinado de Zera y Amenofis.  

 

Números – Egipto

 

Cuando Asa estuvo a salvo de Egipto al vencer a Zera, reunió a todo el pueblo y ofrecieron sacrificios con los despojos y llegaron a una alianza bajo juramento de que buscarían al Señor; y en lugar de las naves que se había llevado Sesac, “llevó a la casa de Dios las cosas que su padre había dedicado, y que él mismo había consagrado: Plata y oro y naves”. 2 Crónicas. XV.  

Cuando Zera fue derrotado, para que no pudiera recuperarse, los habitantes  del bajo Egipto, se rebelaron contra los etíopes y llamaron a doscientos mil judíos y cananeos para que les ayudaran, y al mando de un tal Osarsifo, un sacerdote de Egipto, al que Manetón llama Osorton, Osorkon, Osorkor y Hércules Egipcio, hicieron que los etíopes, por entonces al mando de Memnón, se retiraran a Menfis. Allí Memnón condujo el río Nilo por un nuevo canal, construyó un puente por encima de él, fortificó ese paso y después volvió a Etiopía. Sin embargo, tras trece años, él y su pequeño hijo Ramsés, bajaron con un ejército desde Etiopía, conquistaron el bajo Egipto y expulsaron a los judíos y a los fenicios. Esta acción es llamada por los escritores egipcios y por sus seguidores, la segunda expulsión de los Pastores, tomando a Osarsip por Moisés.  

 

 

Titono, un bello joven, el hijo mayor de Príamo, fue a Etiopía llevado entre otros cautivos por Sesostris. Los griegos, antes de los tiempos de Hesíodo, pretendían que Memnón era su hijo. Memnón, por tanto, en la opinión de esos antiguos griegos, era de una generación anterior a la de Titono y nació después del retorno de Sesostris a Egipto, supongamos que unos 16 o 20 años después de la muerte de Salomón. Se dice que él vivió mucho tiempo, y así pudo haber muerto unos 95 años después de Salomón como hemos calculado ya antes. Su madre, llamada Cisia por Esquilo, estaba representada en una estatua que se le había erigido en Egipto  como la hija, la esposa y la madre de un rey y, por tanto, él mismo era el hijo de un rey, lo que hace bastante probable que Zera, al que él sucedió en el reino de Etiopía, fuera su padre.  

 

MENES – Nermer-primer-faraón

 

Los historiadores  están de acuerdo en que Menes reinó en Egipto justo después de los dioses y que condujo el río por un nuevo canal y construyó un puente sobre él al igual que construyó Menfis y el grandioso templo de Vulcano. Además, construyó Menfis por encima del lugar donde se encuentra ahora el Gran Cairo, llamado por los historiadores árabes, “Mesir”. No obstante, él construyó sólo el cuerpo del templo de Vulcano, y sus sucesores Ramsés o Rampsinito, Meris, Asiquis y Psamético construyeron a partir de ahí los pórticos occidental, septentrional, oriental y meridional.  

Nermer – Menes

Psamético, que construyó el último pórtico de este templo, reinó trescientos años después de la victoria de Asa sobre Zera, y no es probable que este templo tardara más de trescientos años en construirse, o que ningún Menes pudiera ser rey de todo Egipto antes de la expulsión de los Pastores. El último de los dioses de Egipto fue Horus, junto con su madre Isis y su hermana Bubaste, su secretario Tot y su tío Tifón, y el rey que reinó después de que todos estos murieran y que desvió el río y construyó un puente sobre él, el mismo que construyó Menfis y el templo de Vulcano, era Memnón o Amenofis, llamado Amenof por los egipcios, y quien, por tanto, es Menes, pues los nombres de Amenof o Menof y Menes no se diferencian en mucho. Además, la ciudad de Menfis, construida por Menes, tenía sus propios nombres egipcios: Mof, Nof, Menof o Menuf, como es llamada todavía por los historiadores árabes. La necesidad de fortificar este lugar contra Osarsip es lo que había dado lugar a su construcción.  

En tiempos de la revuelta del bajo Egipto a las órdenes de Osarsip y de la retirada de Amenofis a Etiopía, como Egipto estaba distraído con estos acontecimientos, los griegos construyeron la nave Argo y le enviaron en ella a la flor y nata de Grecia, a Aetes en la Cólquida y a muchos otros príncipes de las costas de los mares Euxino y Mediterráneo. Esta nave había sido construida siguiendo el modelo de un barco egipcio con cincuenta remos en que Dánao había huido con sus cincuenta hijas unos pocos años antes, de Egipto a Grecia y fue la primera nave larga con velas construida por los griegos. Tal avance en navegación, con el objeto de enviarles la flor y nata de Grecia a muchos príncipes de las costas marítimas de los mares Euxino y Mediterráneo, era una empresa demasiado grande para haber sido realizada a pie sin que concurrieran los príncipes y estados de Grecia y quizás sin la aprobación del Consejo anfictiónico, pues se hizo porque lo había dictado el oráculo.  

Este consejo se reunía cada medio año con el objeto de tratar asuntos de estado para el bienestar de Grecia, y por tanto, sabía sobre esta expedición y pudo haber enviado a los argonautas en una embajada a los príncipes mencionados antes. Puede que para ocultar su propósito, se inventaran la fábula del vellocino de oro en alusión al barco de Frixo cuya insignia era el carnero dorado, pero es probable que su propósito fuera notificarles a dichos príncipes el hecho de que Egipto se hubiera distraído y que por ello, hubiera sido invadido por los etíopes e israelitas. Puede que otro de sus propósitos fuera persuadirlos de que aprovecharan la oportunidad para revelarse contra Egipto, establecerse por ellos mismos y hacer una coalición con los griegos, pues los argonautas atravesaron  el reino de la Cólquida por tierra hasta llegar a los armenios, y atravesaron Armenia hasta los medos, lo que no pudo haberse realizado si no se hubieran hecho amigos de las naciones por las que pasaban. También visitaron a Laomedonte, rey de los troyanos, a Fineo, rey de los tracios, a Cícico, rey de los doliones, a Lico, rey de los mariandines, las costas de Misia y Taúrica Quersoneso, las naciones de Tanais, el pueblo de alrededor de Bizancio y las costas de Épiro, Córcega, Melita, Italia, Sicilia, Cerdeña y la Galia en el Mediterráneo. Desde ahí, cruzaron el mar hasta África, y allí conversaron con Eurípilo, rey de Cirene. Estrabón nos cuenta que en Armenia, Media y en los lugares vecinos, había frecuentes monumentos de la expedición de Jasón, al igual que alrededor de Sinope y su costa, el Propontis y el Helesponto, y en el Mediterráneo. Pues bien, un mensaje de la flor y nata de Grecia a tantas naciones, no pudo ser por otra cosa que por política de estado. Estas naciones habían sido invadidas por los egipcios, pero tras esta expedición ya no tenemos más noticias de que continuaran a las órdenes de Egipto.  

Los egipcios vivían en sus orígenes de los frutos de la tierra y llevaban una vida dura y se abstenían de los animales y, por tanto, abominaban a los Pastores.  

 

Menes

Menes los enseñó a adornar sus camas y mesas con ricos muebles y alfombras e introdujo entre ellos un deliciosa forma de vida, suntuosa y voluptuosa; y unos cien años después de su muerte, Gnefacto, uno de sus sucesores, lo maldijo por ello, y para reducir el lujo de Egipto, hizo que se introdujera esta maldición en el templo de Júpiter en Tebas, y con esta maldición se disminuyó la honra de Menes entre los egipcios.  

Los reyes de Egipto que expulsaron a los Pastores y los sucedieron, reinaron, creo yo, al principio en Coptos, después en Tebas y, después en Menfis. En Coptos sitúo yo a Misfragmutosis y a Amosis o Thomosis, que expulsó a los Pastores y abolió su costumbre de sacrificar hombres, y extendió la lengua Cóptica y el nombre de Aegyptus, a la tierra conquistada. Después Tebas se convirtió en la ciudad real de Amón y, por su causa, se llamó No-Amón, y la tierra conquistada por él en el oeste de Egipto se llamó Amonia. Después de él, en la misma ciudad de Tebas, reinaron Osiris, Horus, Menes o Amenofis y Ramsés, pero todavía no se celebraban los milagros de Menfis en Grecia. Pues, Homero ensalza Tebas porque vivía días de gloria en su propio tiempo, pero no hace ninguna mención de Menphis.  

 

Menfis, la primera capital de Egipto

 

Después de que Menes hubiera construido Menfis, Moeris, el sucesor de Ramsés, la adornó y la convirtió en sede de su reino. Esto fue casi dos generaciones después de la guerra de Troya. Cíniras, el Vulcano que se casó con Venus

Menfis y Saqqara

y que a las órdenes de los reyes de Egipto reinó en Chipre y en parte de Fenicia, y les hizo una armadura a esos reyes, vivió hasta los tiempos de la guerra de Troya; y puede que, a su muerte, Menes o Memnón lo deificara y fundara el famoso templo de Vulcano en esa ciudad para adorarlo, pero no vivió para terminarlo. En una llanura no lejos de Menfis hay muchas pequeñas pirámides, de las que se dice que fueron construidas por Venefes o Enefes, y yo sospecho que Venefes y Enefes son la corrupción escrita de Menefes o Amenofis y que las letras AM estaban casi desgastadas en algunos de los antiguos manuscritos, pues, siguiendo el ejemplo de estas pirámides, los reyes siguientes, Moeris y sus sucesores, construyeron otras mucho más grandes. La llanura en la que estaban construidas era el lugar de enterramiento de esa ciudad como parece obvio por las momias halladas allí. Por tanto, las pirámides eran monumentos sepulcrales de los reyes y príncipes de esa ciudad, y con estas y otras obras similares, la ciudad se hizo famosa poco después de los tiempos de Homero, quien, por tanto, floreció durante el reinado de Ramsés.  

Heródoto es el historiador más antiguo cuyas obras aún se conservan de los que escribieron sobre las historias antiguas de Egipto, y lo que escribió, lo había recibido de los sacerdotes de ese país. Diodoro, que escribió casi 400 años después de él y que había recibido sus relaciones también de los sacerdotes de Egipto, situó a muchos reyes sin nombre entre los que Heródoto había situado en sucesión continua.  

Por tanto, los sacerdotes de Egipto, por vanidad, habían incrementado muchísimo el número de sus reyes, en el período comprendido entre los tiempos de Heródoto y Diodoro. Esto lo hicieron después de los tiempos de Heródoto, pero según este, ya lo habían comenzado a hacer antes de sus tiempos, pues él mismo nos dice que aquellos le mostraron unos libros de donde recitaban los nombres de 330 reyes que habían reinado después de Menes, pero que no habían hecho nada memorable, excepto Nitocris y Moeris, los dos últimos. Todos estos habían reinado en Tebas hasta que Moeris trasladó la sede del imperio de Tebas a Menfis. Después de Moeris, él menciona a Sesostris, Ferón, Proteo, Rampsinito, Keops, Kefrén, Micerino, Asiquis, Anisis, Sabacón, Anisis de nuevo, Setón, doce reyes contemporáneos, Psamético, Necao, Psamis, Apries, Amasis y Psamenito.  

 

Hieroglyphic drawings and paintings on the ceiling and walls of the ancient Egyptian temple of Dendera

 

 

 

 


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