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LA CRONOLOGÍA DE LOS REINOS ANTIGUOS, ENMENDADA
Por Isaac Newton
CAPITULO IV. De los dos imperios contemporáneos, el de los babilonios y el de los medos.
SEGUNDA PARTE
En el cuarto año de Joaquín (el que los judíos reconocen como el primero de Nabucodonosor fechando su reinado desde que fue nombrado rey por su padre o desde el mes Nisan anterior, cuando los vencedores empezaban a compartir el imperio de los asirios y cuando estaban invadiendo Siria y Fenicia, persiguiendo la victoria, y estaban preparados para invadir las naciones de alrededor), Dios amenazó que “se llevaría a todas las familias del norte”, o sea, los ejércitos de los medos, “y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y los dirigiría contra Judea y contra las naciones de alrededor, y destruiría a todas las naciones por completo y las convertiría en una desolación asombrosa y duradera y les haría a todas beber de la copa de su furia”. Además, nombra en particular, a los reyes de Judá y Egipto, y a los de Edom, y Moab, y Amón, y Tiro, y Sidón, y las islas del Mar, y Arabia, y Zimri, y a todos los reyes de Elam, y a todos los reyes de los medos, y a todos los reyes del norte, y al rey de Sesac, y que “después de setenta años, también castigaría al rey de Babilonia”. Aquí, al enumerar las naciones que sufrirían, omite a los asirios, puesto que ya habían caído, y nombra a los reyes de Elam o Persia, y a los de Sesac o Susa, como distintos de los medos y babilonios. Por tanto, los persas no estaban sometidos por los medos, ni el rey de Susa, por los caldeos, y al nombrar el castigo del rey de Babilonia, él se refiere a la conquista de Babilonia a manos de los medos. De igual modo, cuando se refiere al castigo de los medos, parece querer decir, la conquista de los medos a manos de Ciro.
Después de esto, al principio del reinado de Sedequías, o sea, en el noveno año de Nabucodonosor, Dios amenazó con que “entregaría los reinos de Edom, Moab y Amón, y de Tiro y Sidón, en las manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que todas las naciones lo servirían, y a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta el momento en que le llegara la hora a su tierra también, y muchas naciones y grandes reyes serían entonces servidos por él también” Jer. XXVII. Al mismo tiempo Dios así predecía la inminente conquista que los medos y sus aliados iban a hacer de los persas: “He aquí” dice “que yo rompo el arco de Elam, primicia de su fuerza y voy a traer sobre Elam los cuatro vientos desde los cuatro cabos de los cielos y a ellos les esparciré a todos estos vientos, y no habrá nación a donde no lleguen los arrojados de Elam. Haré desmayar a Elam ante sus enemigos, y ante los que buscan su muerte, y traeré sobre ellos cosa mala, el ardor de mi ira -oráculo de Yahvé- y soltaré tras ellos la espada hasta acabarlos. Pondré mi trono en Elam y haré desaparecer de allí a rey y jefes – oráculo de Yahvé-. Luego en los días futuros”, o sea, en el reinado de Ciro, “haré volver a los cautivos de Elam- oráculo de Yahvé”. Jer. XLIX.35 y sgtes. Por tanto, los persas fueron a partir de entonces una nación libre gobernada por su propio rey, pero poco después de esto fueron invadidos, sometidos, capturados y dispersados por las naciones de alrededor, y continuaron en la esclavitud hasta el reinado de Ciro. Como los medos y caldeos no conquistaron a los persas hasta después del noveno año de Nabucodonosor, nos da oportunidad de preguntarnos qué es lo que hizo ese guerrero activo (Ciáxares) después de la toma de Nínive.
Cuando Ciáxares expulsó a los escitas, algunos de ellos hicieron las paces con él y se quedaron en Media. Estos le ofrecían a diario, algo del venado que habían cazado, pero si ocurría que algún día no cazaban nada, Ciáxares, encolerizado los trataba con palabras desdeñosas. Ellos se resentían de esto y, al poco tiempo, mataron a uno de los niños de los medos, los disfrazaron de venado y se lo ofrecieron a Ciáxares. Después huyeron hacia Aliates, rey de Lidia, por lo que siguió una guerra de cinco años entre los dos reyes, Ciáxares y Aliates. De esto deduzco que los reinos de los medos y los lidios eran para entonces contiguos, y en consecuencia, ese Ciáxares, al poco tiempo de la conquista de Nínive, conquistó las regiones que pertenecían a los asirios, llegando hasta el río Halis. Durante el sexto año de esta guerra, en medio de la batalla entre los dos reyes, hubo un eclipse total de sol, predicho por Tales. Este eclipse cayó en el 28 de mayo, Anno Nabonass.163, cuarenta y siete años antes de la toma de Babilonia, y le puso fin a la batalla. A partir de ahí, los dos reyes hicieron las paces por mediación de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de Sienesis, rey de Cilicia. Esta paz fue ratificada con un matrimonio, entre Darío, el hijo de Ciáxares y Ariane, la hija de Aliates. Darío, por tanto, tenía quince o dieciséis años en el tiempo de este matrimonio, pues tenía 62 años en la toma de Babilonia.
En el año undécimo del reinado de Sedequías, el año en que Nabucodonosor tomó Jerusalén y destruyó el Templo, Ezequiel, al comparar los reinos del este con los árboles del jardín del Edén, describe así cómo fueron conquistados por los reyes de los medos y los caldeos: “He aquí”, dice, “que el asirio, era un cedro del Líbano con bellas ramas…, su altura se elevaba por encima de todos los árboles del cielo,… y bajo su sombra moraban todas las grandes naciones,… ningún árbol del jardín de Dios se le asemejaba en belleza … pero yo lo he entregado en las manos del más poderoso de los impíos… Yo hice temblar a las naciones con el ruido de su caída cuando lo precipité a la tumba con los que descienden a la fosa, y todos los árboles del Edén, lo más selecto y mejor del Líbano, todo lo que necesita agua, será reconfortado en las entrañas de la tierra. Ellos también bajaron al abismo, donde están los que han sido asesinados por la espada, y con él, los que eran su brazo, los que moraban bajo su sombra en medio de los impíos”, Ezeq. XXXI.
Al año siguiente, Ezequiel, en otra profecía, enumera así a las naciones principales que habían sido sometidas y masacradas por la espada conquistadora de Ciáxares y Nabucodonosor. “Asur está allí y toda su compañía«, o sea en el Hades o en las partes más bajas de la tierra donde yacen enterrados los cuerpos, “sus tumbas están alrededor de él, todos ellos asesinados, víctimas de la espada, lo que causaban terror en la tierra de los vivos. Allí está Elam, y toda su multitud, alrededor de su tumba, todos asesinados, víctimas de la espada, los que han descendido incircuncisos a las entrañas de la tierra, los que causaban terror en la tierra de los vivos, que sin embargo, han soportado su vergüenza junto con aquellos que descienden a la fosa”… “Allí está Mesec, Tubal, y toda su multitud y sus tumbas alrededor de él. Todos incircuncisos, víctimas de la espada, aunque habían causado el terror en la tierra de los vivos”… “Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes, quienes aún con su poder yacen junto a los que caen víctimas de la espada”… “Allí están todos los príncipes del norte, todos los sidonios, quienes, junto con el terror que causaban, han caído con los asesinados”. Ezeq. XXXII. Aquí por “príncipes del norte”, yo entiendo los del norte de Judea, y en especial, los príncipes de Armenia y Capadocia, quienes cayeron en las guerras que Ciáxares hizo para reducir esos países tras la toma de Nínive. Elam o Persia fue conquistada por los medos, y Susiana, por los babilonios, después del noveno año de Nabucodonosor, y antes del décimo noveno. Por tanto, no podemos errar mucho si situamos estas conquistas en el duodécimo o décimo cuarto año de Nabucodonosor. En el décimo noveno, vigésimo y vigésimo primer año de este rey, él invadió y conquistó Judea, Moab, Amón, Edom, a los filisteos y Sidón. Al año siguiente, sitió Tiro y, tras un asedio de trece años, la tomó en el año 35 de su reinado. Después invadió y conquistó Egipto, Etiopía y Libia. Asimismo, unos dieciocho o veinte años después de la muerte de este rey, Darío, el medo conquistó el reino de Sardes, y después de cinco o seis años más, invadió y conquistó el imperio de Babilonia. Con esto terminó el trabajo de propagar la monarquía Medo- persa por toda Asia, como representa Esquilo.
Pues bien, este es el Darío que acuñó una gran cantidad de monedas de oro puro llamadas “dáricos” o “Stateres Darici”. Pues Suidas, Harpocración y el escoliasta de Aristófanes nos dice que estas fueron acuñadas, no por el padre de Jerjes, sino por un Darío anterior, Darío primero, el primer rey de los medos y los persas que acuñó monedas de oro. Las monedas fueron estampadas por una cara con las efigies de un archero que estaba coronado con una corona de puntas, que tenía un arco en la mano izquierda y una flecha, en la derecha, y que tenía una capa larga. Yo he visto una
de ellas, de las de oro, y otra de plata. Eran del mismo peso y valor que las “estáteras áticas”, o una moneda de oro que pesaba dos dracmas áticos. Parece que Darío aprendió el arte y uso del dinero del reino de los lidios, al que había conquistado, y al que le había vuelto a acuñar sus monedas de oro, ya que los medos, antes de conquistar a los lidios, no tenían dinero.
Heródoto nos dice que “cuando Creso se estaba preparando para invadir a Ciro, un tal Sandamis, que era de Lidia, le advirtió de que estaba preparando una expedición contra una nación que se vestía con calzones de cuero, que no comía vituallas como a las que ellos estaban acostumbrados, sino sólo lo que su tierra baldía producía, que no bebía vino, sino sólo agua, que no comía higos ni ninguna buena carne, y que no tenía nada que perder sino que podía conseguir mucho de los lidios, pues los persas…”, afirma Heródoto, “...antes de conquistar a los lidios, no tenían nada rico o valioso”. Asimismo, Isaías nos dice que “los medos no estimaban la plata, ni se regocijaban con el oro”, pero los lidios y los ieran inmensamente ricos, incluso lo dice el refrán: “Midas et Croeso”, afirma Plinio, “infinitum possederant. Jam Cyrus devicta Asia [auri] pondo XXXIV millia invenerat, praeter vasa aurea aurumque factum, & in eo folia ac platanum vitemque. Qua victoria argenti quingenta millia talentorum reportavit, & craterem Semiramidis cujus pondus quindecim talentorum colligebat. Talentum autem Aegyptium pondo octoginta capere Varro tradit” Lo que el conquistador hizo con todo este oro y plata se puede ver en los dáricos.
Los lidios, según Heródoto, fueron los primeros que acuñaron el oro y la plata, y Creso acuñó monedas de oro en grandes cantidades llamadas “Croesei”. Además, no era razonable que el dinero de los reyes de Lidia continuara corriente después de que su reino fuera derrocado, por tanto, Darío, lo tuvo que volver a acuñar con sus propias efigies pero sin alterar el peso y valor actuales. Por tanto, él reinó desde antes de la conquista de Sardes hasta después de la conquista de Babilonia.
Como la copa de Semíramis fue conservada hasta que Darío conquistó a Creso, no es probable que ella fuera más vieja de lo que la representa Heródoto.
Esta conquista del reino de Lidia hizo que los griegos sintieran temor de los medos, pues Teognis que vivía en Megara en tiempos de estas guerras, nos escribe: «Πινωμεν, χαριεντα μετ’ αλληλοισι λεγοντες, Μηδεν τον Μηδων δειδιοτες πολεμον» (Bebamos hablando de cosas placenteras el uno con el otro sin temer la guerra de los medos).
Y de nuevo:
Αυτος δε στρατον ‛υβριστην Μηδων απερυκε Τησδε πολευς, ‛ινα σοι λαοι εν ευφροσυνηι Ηρος επερχομενου κλειτας πεμπωσ’ ‛εκατομβας,
Τερπομενοι κιθαρη και ερατηι θαλιηι, Παιανωντε χοροις, ιαχωσι τε, σον περι βωμον. Η γαρ εγωγε δεδοικ’, αφραδιην εσορων Και στασιν ‛Ελληνων λαοφθορον· αλλα συ Φοιβε, ‛Ιλαος ‛ημετερην τηνδε φυλασσε πολιν.
Oh, Apolo, aleja al dañino ejército de los medos de esta ciudad, para que el pueblo pueda con gozo enviarte los mejores sacrificios en la primavera regocijándose con el arpa y alegres festines y coros de poemas y aclamaciones alrededor de tu altar. en verdad tengo miedo contemplando la necedad y sedición de los griegos, que corrompen a la gente. Mas tú, Apolo, sé propicio y guarda nuestra ciudad.
El poeta nos dice más adelante que la discordia había destruido Magnesia, Colofón y Esmirna, las ciudades de Jonia y Frigia, y que destruiría a los griegos, que es tanto como decir que los medos habían conquistado para entonces esas ciudades.
Los medos, por tanto, reinaron hasta la toma de Sardes, y más aún, según Jenofonte y las Escrituras, reinaron hasta la toma de Babilonia, pues Jenofonte nos dice que, después de la toma de Babilonia, Ciro, fue al rey de los medos en Ecbatana y lo sucedió en el reino. Asimismo, San Jerónimo, que “Babilonia fue tomada por Darío, rey de los medos y por su paisano Ciro”. De igual forma, las Escrituras nos dicen que Babilonia fue destruida “por una nación del norte”, Jerem. L. 3,9, 41, “por los reinos de Ararat, Mini, o Armenia y Askenaz, o Frigia Menor”, Jer. LI.27, “por los medos”, Isa. XIII.17, 19,”por los reyes de los medos y los capitanes y los gobernantes de allí, y todas las tierras de su dominio”. Jer. LI.11, 28, y que “El reino de Babilonia, fue medido y terminado y destruido y entregado a los medos y a los persas”. Dan. V.26,28. Primero a los medos, bajo el gobierno de Darío, y después a los persas, bajo el gobierno de Ciro, pues Darío reinó sobre Babilonia como conquistador, sin respetar las leyes de los babilonios, sino introduciendo las inmutables leyes de las naciones conquistadoras, los medos y los persas. Dan. VI. 8,12,15. Durante el reinado de Darío, los medos son considerados más importantes que los persas, Dan. ídem, V. 28, y VIII.20, como los persas fueron más tarde, durante el reinado de Ciro y de sus sucesores, considerados más importantes que los medos (Ester. I. 3, 14, 18, 19. Dan. X. I, 20 y XI. 2), lo que demuestra que, durante el reinado de Darío, los medos eran predominantes.
Se puede también saber por el gran número de provincias en el reino de Darío, que él era el rey de los medos y de los persas, ya que en la conquista de Babilonia, nombró a ciento veinte príncipes, Dan. VI. I., y después, cuando Cambises y Darío Histaspes habían añadido algunos territorios nuevos, la totalidad no contenía más de 127 provincias.
La extensión del imperio babilonio era casi la misma que la de Nínive tras la revuelta de los medos. Beroso afirma que Nabucodonosor dominaba Egipto, Siria, Fenicia y Arabia. Estrabón añade además Arbela a los territorios de Babilonia. Asimismo, al decir que Babilonia era antiguamente la metrópolis de Asiria, describe así los límites de este imperio asirio. “Contiguos” afirma, “a Persia y Susiana, están los asirios, pues así llaman ellos a Babilonia y a la mayor parte de la región de alrededor, (parte de la cual es Arturia, donde está Nino (o Nínive) y Apoloniatis, y los elamitas, y los Paraetacae, y Chalonitis, junto al monte Zagro, y los campos de cerca de Ninu, y Dolomente, y Chalachene, y Chazene, y Adiabenes, y los pueblos de Mesopotamia cerca de los gordianos, y los migdones de alrededor de Nisibis) hasta Zeugma junto al Eúfrates y a una gran región en ese lado del Eúfrates habitada por los
árabes y los sirios ( por denominarlos correctamente) hasta llegar a Cilicia, Fenicia, Libia, el mar de Egipto y al Seno Ísico”.
Asimismo, un poco después de describir la extensión de la región babilonia, la une, por el norte, con los armenios y los medos hasta el monte Zagros, por el este, con Susa, Elimais y Paretacene inclusive, por el sur, con el golfo persa y Caldea, y por el oeste, con los árabes escenitas, hasta llegar a Adiabene y Gordión. Después, hablando de Susiana y Sitacene, una región entre Babilonia y Susa, y de Paretacene, Cosea y Elimais, y de los Sagapenos y Silocenos, de dos pequeñas provincias limítrofes, dicho autor concluye: “...y estas son las naciones que habitan al este de Babilonia. En el norte están solo Media y Armenia, y en el oeste están Adiabene y Mesopotamia inclusive. La parte más grande de Adiabene es llana, y también lo es, parte de Babilonia. En algunos lugares limita con Armenia, pues los medos, armenios y babilonios luchaban con frecuencia los unos con los otros”. Hasta aquí Estrabón.
Cuando Ciro tomó Babilonia, convirtió el reino en una satrapía o provincia, por lo que los límites se seguían conociendo hasta mucho después. Por estos medios Heródoto nos da un cálculo de la grandeza de esta monarquía en proporción con la de los persas, diciéndonos que “Ya que cada región sobre la que reinaba el monarca de Persia en sus días estaba distribuida según el tiempo que podía alimentar a su ejército, además de por los tributos, la región babilonia lo alimentaba durante cuatro de los doce meses del año, y todo el resto de Asia, ocho. Así que, el poder de la región”, afirma, “es equivalente al de la tercera parte de Asia, y su principado, al que los persas llaman una satrapía, es con creces la mejor de las provincias.”
Babilonia era una ciudad cuadrada de 120 furlongs o 15 millas en cada lado y estaba rodeada, primero por un foso ancho y profundo, y después por un muro de cincuenta codos de ancho y doscientos de alto. El Éufrates pasaba por medio de ella en el sur y a unas pocas leguas de este, el Tigris. En el centro de su mitad oeste se alzaba el nuevo palacio del rey, construido por Nabucodonosor, y en el centro de la otra mitad se alzaba el templo de Belo, con el antiguo palacio entre ese templo y el río. Este viejo palacio fue construido por los asirios, según Isaías, y en consecuencia, por Pul y su hijo Nabonasar, como hemos mencionado antes: “Ellos fundaron la ciudad para los árabes, levantaron sus torres, y construyeron sus palacios.” En ese tiempo, Sabacón, el etíope, invadió Egipto e hizo que gran multitud de egipcios huyeran de allí hacia Caldea y se llevaran con ellos su astronomía, su astrología, su arquitectura y la duración de su año, que ellos preservaban como “Era de Nabonasar”. Así pues, la práctica de observar las estrellas había comenzado en Egipto en los tiempos de Amón, como hemos explicado antes, y se había propagado desde allí durante el reinado de su hijo Sesac hacia África, Europa y Asia a través de conquistas. Después, Atlas había formado la Esfera de los libios, y Quirón, la de los griegos y de igual manera, los caldeos habían construido una Esfera propia. Sin embargo, la astrología había sido inventada en Egipto por Nekepsos, o Nejepsos, uno de los reyes del bajo Egipto, y por Petosiris, su sacerdote, un poco antes de los días de Sabacón, y fue propagada desde allí a Caldea, donde Zoroastro, el legislador de los “Magi” se topó con ella. Así Paulino: «Quique magos docuit mysteria vana Necepsos«.
Y Diodoro: “Se dice que los caldeos en Babilonia son colonias de egipcios, y que como habían sido enseñados por los sacerdotes de Egipto, se hicieron famosos por su astrología”. Por influencia de las mismas colonias, el templo de Júpiter Belo en Babilonia parece haber sido erigido de la misma forma que las pirámides egipcias, pues este templo era una torre sólida o pirámide de un furlong cuadrado, y de un furlong de alto, con siete retranqueos. Esto hacía que pareciera como si tuviera ocho torres, una encima de la otra reduciéndose cada vez más hasta llegar a la cima, y en la octava torre había un templo con una cama y una mesa dorada, guardadas por una mujer, a la manera de los egipcios en el templo de Júpiter Amón en Tebas. Encima del templo había un lugar para observar las estrellas. Se subía a la cima de este por unas escaleras en el exterior. La parte de abajo estaba rodeada por un patio, y el patio, por un edificio de dos furlongs de ancho en cada lado.
Los babilonios eran adictos a la hechicería, encantamientos, astrología y adivinaciones. Isa XLVII. 9, 12,13. Dan. II.2 y V.11, así como al culto de ídolos, Jer. I.2, 40, a los festines, al vino y a las mujeres: “Nihil urbis ejus corruptius moribus, nec ad irritandas illiciendasque immodicas voluptates instructius. Liberos conjugesque cum hospitibus stupro coire, modo pretium flagitii detur, parentes maritique patiuntur. Convivales ludi tota Perside regibus purpuratisque cordi sunt: Babylonii maxime in vinum & quae ebrietatem sequuntur effusi sunt. Faeminarum convivia ineuntium in principio modestus est habitus; dein summa quaeque amicula exuunt, paulatimque pudoremprofanant: ad ultimum, honos auribus sit, ima corporum velamenta projiciunt. Nec meretricum hoc dedecus est, sed matronarum virginumque, apud quas comitas habetur vulgati corporis vilitas”. Quinto Curcio, lib. V. cap.1.
Además, esta lascivia de sus mujeres, teñida bajo el nombre de civismo, era promovida incluso por su religión, pues era costumbre para sus mujeres que una vez en la vida se sentaran en el templo de Venus para ser usada por los forasteros. Este templo era llamado “Sucot-Benot”, el templo de las mujeres, y cuando cualquier mujer se sentaba allí, no se podía ir hasta que algún forastero le arrojara dinero en su seno, se la llevara y yaciera con ella, y como el dinero era usado para fines sagrados, ella estaba obligada a aceptarlo por poco que fuera y a seguir al forastero.
Los persas, tras ser conquistados por los medos hacia la mitad del reinado de Sedequías, continuaron siendo súbditos de ellos hasta el fin del reinado de Darío, el medo. Además, puede que Ciro, que era de la familia real de los persas pero que no era todavía un rey absoluto e independiente, fuera en ese tiempo sátrapa de Persia y capitaneara a un conjunto de sus fuerzas armadas al mando de Darío. Sin embargo, tras la toma de Babilonia, cuando tenía ya un ejército victorioso que lo adoraba, y como Darío había vuelto de Babilonia a Media, se rebeló contra Darío, junto con los persas que estaban bajo su mando. Estos fueron incitados a ello por Harpago, un medo, a quien Jenofonte llama Artagerses y Artabazo, que había ayudado a Ciro a conquistar a Creso y el Asia Menor, y que había sido herido por Darío.
Harpago fue enviado por Darío contra Ciro con un ejército, y en medio de la batalla se rebeló con una parte del ejército y se unió a Ciro. Darío alzó un nuevo ejército, y al año siguiente, los dos ejércitos lucharon de nuevo. Esta última batalla fue librada en Pasargada, en Persia, según Estrabón. Allí Darío fue vencido y hecho prisionero por Ciro. Así, a través de esta victoria, la monarquía fue trasladada a los persas. Al último rey de los medos, Jenofonte lo llama Ciáxares, y Heródoto lo llama Astiages, el padre de Mandane. No obstante, estos reyes habían muerto antes y además Daniel nos hace saber que Darío era el nombre verdadero del último rey. Asimismo Heródoto nos dice que el último rey fue conquistado por Ciro en la forma antes descrita. Además, los dáricos acuñados por el último rey dan testimonio de que su nombre era Darío.
Esta victoria sobre Darío fue unos dos años antes de la toma de Babilonia, pues el reinado de Nabónido, el último rey de los caldeos, a quien Josefo llama Naboandel y Belsasar, terminó en el año 210 de Nabonasar, nueve años antes dela muerte de Ciro, según el canon. Sin embargo, después de entregarle el reino de los medos a los persas, Ciro reinó sólo durante siete años, según Jenofonte. Tras pasar los siete meses de invierno en Babilonia cada año, los tres meses de primavera, en Susa, y los dos meses de verano en Ecbanate, llegó la séptima vez a Persia, murió allí durante la primavera, y fue enterrado en Pasargada.
Según el canon y el común acuerdo de todos los cronólogos, él murió en el año 219 de Nabonasar. Por tanto, conquistó a Darío en el año 212 de Nabonasar, setenta y dos años después de la destrucción de Nínive, lo derrotó por primera vez en el año 211 de Nabonasar y se rebeló contra él convirtiéndose en rey de los persas, o en el mismo año, o al final del año anterior. En el momento de su muerte, Ciro tenía setenta años, según Heródoto, por tanto, nació el año 149 de Nabonasar. Su madre era Mandane, la hermana de Ciáxares, que era en esa época joven todavía, y hermana también de Amyitis, la esposa de Nabucodonosor. Su padre era Cambises, de la antigua familia real de los persas.
FIN DEL CAPÍTULO IV
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