«La razón es una y común para todos los hombres, como decía Heráclito, y el único vínculo que nos puede unir realmente cuando nos mueve el amor a la verdad. Confío absolutamente en que cada vez que se den esas condiciones, la amistad filosófica surja con la misma naturalidad que del sol mana la luz.
Creo que estudiar en la Universidad no supone peligro alguno para quien tiene juicio propio y un espíritu libre. Yo, personalmente, he preferido siempre reflexionar y meditar en privado -que es en lo que consiste el filosofar-, pero siguiendo al principio, de forma intuitiva, el consejo de Schopenhauer, que más o menos dice así: métete en la mente de un filósofo de verdad y trata de percibir cómo piensa.
En mi caso, por afinidad electiva, fui a parar a los pies de Spinoza, aunque, naturalmente, también picoteé en la mano de otros muchos. Bajo la tutela del filósofo holandés aprendí a pensar para saber. Una vez que consigues eso podrás reconocer la verdadera filosofía en la boca o la pluma de cualquier pensador. Es lo que me pasó, tiempo después con Krishnamurti.
Discernimiento, en Khrishnamurti, equivale a entendimiento, sea racional o intuitivo, como en Spinoza. Su propuesta educativa, hasta donde yo sé, insistía en despertar el entendimiento de los alumnos, para que aprendieran a ver las cosas por sí mismos, y su capacidad creativa -idéntica en naturaleza, pero original y única en cada individuo-, para que pudieran desarrollar plenamente su propia forma de ser.
Muchos otros educadores y filósofos abogan por esta forma de educación, aunque son escandalosa minoría. En España, estamos aún discutiendo qué clase de moral debemos inculcar a nuestros hijos, si la religiosa o la laica, en vez de favorecer la eclosión del potencial intelectual y moral que todo individuo lleva en sí de modo innato. Pero, para llegar eso, obviamente, los padres, los educadores y los políticos deberían preocuparse un poco más por la felicidad y la libertad de los niños y de los jóvenes, y renunciar a inculcarles sus estrechas y mezquinas ideologías y creencias, tan irracionales unas como otras».
JESÚS NAVA
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EDUCACIÓN, FILOSOFÍA Y DISCERNIMIENTO, por J. Krishnamurti
RW: Como usted sabe, la universidad y la enseñanza es toda mi vida. Por lo tanto, esperaba que pudiéramos hablar acerca de la educación. La cuestión dominante que tengo para plantear es ésta: una forma de considerar este campo de aprendizaje es llamarlo educación, que se deriva del latín “educare = educir, hacer salir, extraer”.
K: Extraer, “educare”, lo sé.
RW: Ese es un modo de considerar el proceso. El otro es el de “enseñanza”, transmisión; y eso consiste en introducir algo en la mente del estudiante.
K: Extraer e introducir. ¿Qué es lo que usted extrae? ¿Y qué es lo que introduce?
RW: Ese es el meollo de la cuestión. Tal como está estructurada la universidad, lo que uno “introduce” es información: historia, matemáticas, etc., y un recuento de lo que otros han pensado y han hecho.
K: Historia. Después de todo, la historia es la historia del hombre, del hombre universal. Pero hoy se ha convertido en la historia de un país: americana, inglesa… Todo está dividido, no es una historia global del hombre.
RW: Ese es un problema.
¿SE PUEDE ENSEÑAR LA FILOSOFÍA Y LA SABIDURÍA?
K: Tenemos que investigar esto bien a fondo, si lo desea. Pero ¿qué es la filosofía?
RW: Una búsqueda. Me gusta la definición de Platón: “El amor es sabiduría”.
K: No, entiendo que el significado actual del diccionario es el amor a la verdad, el amor a la vida.
RW: La palabra significa “amor a la sabiduría”.
K: Sí, amor a la verdad, a la sabiduría. La gente, los filósofos de todo el mundo, ¿están buscando la verdad?
RW: ¿Hoy día? No. Casi nunca.
K: Entonces, ¿qué es lo que están buscando? ¿Puede darse a alguien la verdad? ¿O extraerse de alguien? Ser un hombre sabio significa vivir en un estado de completa armonía, no estar fragmentado, funcionar bellamente en lo intelectual, lúcidamente, y no con una moral falsa. O bien, por el contrario, uno puede ser sumamente intelectual, pero no un ser humano completo. Puede tener una mente muy estrecha, ser nacionalista, pertenecer a algún culto o a alguna religión. Entonces, ¿extrae usted esto de alguien, lo extrae de los estudiantes?
RW: Lo cual implica que eso está ya ahí “dentro”.
K: Lo pongo en duda. Los antiguos hindúes, hasta donde yo sé, pensaban así, que hay un Dios, que lo Supremo o Brahmán es la esencia, la forma más elevada de excelencia, etc. Yo cuestiono eso, porque es resultado del pensamiento, producto de la imaginación. Cuando usted afirma que está ahí y trata de extraerla, como profesor, como filósofo, etcétera, a mí me parece muy irreal, muy romántico, sumamente intelectual y sentimental. Lo que pregunto es: ¿Puede la filosofía enseñarse o buscarse? ¿Puede usted transmitirla?
PALABRAS E IDEAS ABSTRACTAS
RW: No, pero la filosofía no trata de hacerlo. Ella enseña el amor a la sabiduría, a abrir esa veta en la persona. Eso no es sabiduría: es el amor a la sabiduría.
K: No, yo sigo cuestionando que usted pueda enseñar a alguien a amar: el amor a la verdad, el amor a la sabiduría, el amor a la totalidad de la vida… Una idea sigue siendo, habitualmente, una proyección del pensamiento. En griego, en cambio, idea significa: ver, percibir, observar.
RW: Sí, pero mire, Krishnaji, si estamos en una clase, tenemos que usar palabras. No podemos convertir la clase en un centro de meditación.
K: ¡Claro! Pero hay que tener cuidado, porque el lenguaje maneja a las personas, las impulsa a reaccionar: comunismo, socialismo, capitalismo… Las palabras manejan y moldean al hombre, sus reacciones, sus actividades. Ahora bien, si uno sabe usar el lenguaje, la cosa es diferente. Por lo tanto, cuando hablamos de amor a la sabiduría, hablamos de una abstracción. Si no tenemos amor real, eso no es más que una abstracción.
RW: ¿Por qué piensa usted que ocurre eso?
K: Son sólo palabras. La vida es diferente. No afrontamos la vida, no la miramos de frente y decimos: “Voy a cambiar esto”.
RW: Pero eso implica un riesgo.
¡ARRIÉSGUESE O VIVIRÁ UNA EXISTENCIA SIN SENTIDO!
K: ¡Arriésguese! De lo contrario, no tendrá usted nada. Vivirá, entonces, sujeto a una serie de palabras y a una existencia sin sentido. Si vivo de ese otro modo, puedo perder el empleo, mi mujer puede decirme “¡vete!”. Pero, si usted tiene inteligencia para ver cómo se debe vivir, aunque la vida no le dará todo lo que “desea”, sí le dará todo lo que “necesita”.
RW: Sí. Lo que uno necesita realmente, no necesidades falsas. Pero los padres no enseñan eso a sus hijos y las escuelas ni saben ni pueden hacerlo tampoco. ¿Sabe lo que está en contra de los jóvenes? Su juventud, el ansia de probarlo todo con la esperanza de salir de la desdicha: su esperanza está contra ellos.
K: Porque toda la educación que han recibido está basada en la recompensa y el castigo. Los católicos metieron eso, a la fuerza, por las narices de todo el mundo y han estado haciéndolo durante dos mil años. Y se sigue haciendo así en Asia, en la India… En todas partes la educación se basa en la recompensa y el castigo. Y, sin embargo, si su mente está absolutamente libre de recompensas y castigos, entonces hará lo correcto.
RW: La mayoría de ellos vienen por títulos, prestigio, empleos, seguridad, etc.
K: Lo sé, la recompensa. Eso implica que todo nuestro cerebro está condicionado para operar de ese modo, sobre esa base. Para encontrar la verdad, hay que acabar completamente con ese condicionamiento. Uno no puede encontrar la verdad como si fuera una recompensa.
RW: Por lo tanto, si la semilla no se encuentra ya dentro de nosotros, ¿cómo es posible el cambio?
EL CAMBIO ES POSIBLE, SI TENEMOS DISCERNIMIENTO
K: El cambio es posible. La transformación es posible cuando hay discernimiento en todo esto. El discernimiento o entendimiento no tiene nada que ver con la memoria, nada que ver con el pensamiento, porque el pensamiento ordinario es la respuesta de la memoria en forma de conocimiento: es el pasado. Y el discernimiento no es la influencia del pasado.
RW: Quiere decir que es nuevo.
K: Es “discernimiento”, es “ver” algo, “ver” la verdad. El discernimiento revela la verdad. Uno puede argumentar desde el discernimiento: puede razonar lógicamente con la seguridad de que siempre será verdadero. Pero no funciona a la inversa. Como carecemos de discernimiento, todo lo que hacemos es memorizar y repetir, tratando de cambiar el patrón o modelo establecido en la memoria, por otro que también es producto de la memoria. El uso del lenguaje es el resultado de la memoria y ésta tiene su importancia: debo aprender a manejar un automóvil, por ejemplo. El conocimiento tiene su lugar propio en la mente. Pero no me dará discernimiento.
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JIDDU KRISHNAMURTI, Diálogo con Renée Weber, profesor de filosofía. Textos y vídeos on-line de Krishnamurti, en la web oficial de la FKL. FD, 21/11/2006.
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