Es fácil entender qué espíritu nos movió a salir a las calles el 15 de mayo de 2011. Era evidente a todas luces que lo que habían llamado crisis, no era más que un robo organizado no sólo para quedarse con nuestro dinero, nuestras casas, nuestras ilusiones y nuestro futuro y el de muchas generaciones, sino también para dar un golpe de mano que recortase nuestros derechos y los de nuestros hijos sine díe.
Es en esas situaciones cuando uno se da cuenta de lo pobre que realmente es. En una sociedad enferma en la que el poder gira exclusivamente alrededor del dinero y el beneficio económico, no tener más que lo justo, le sitúa a uno en un nivel de poder cero, anestesiado por las urnas, que sólo se ve compensado con la acción conjunta.
A eso nos dispusimos pero, casi seis años después, ¿qué es lo que ha ocurrido?
Algunos, cocidos en más batallas y peor pensados, lo vieron claro desde el principio, otros queríamos creer en la buena voluntad de la gente y que la necesidad de un cambio funcionaría como un pegamento entre nosotros que nos permitiría salvar cualquier obstáculo.
Carecíamos de experiencia política y acudíamos a las reuniones con una “L” de novatos, que sólo se dejaba ver por nuestro mal controlado entusiasmo cuando abríamos la boca, pero con la ilusión que nos daba pensar que allí se estaba gestando algo nuevo, algo hermoso, y que nosotros formaríamos parte de ello. Qué equivocados estábamos.
Dicen que la cabra siempre tira al monte y, del mismo modo, aquel que ha pertenecido a algún partido político, tira asimismo a repetir los mismos errores que ha aprendido porque no concibe proyecto diferente ni mejor. Piensa el “veterano” que existe una única manera de organizarse, la que ha aprendido y no contempla más posibilidad que la suya porque es para él la correcta, como si las únicas diferencias importantes fueran una cuestión de maquillaje.
Qué ingenuos fuimos al pensar que los que nos reuníamos en aquellas fechas éramos todos novatos con inquietudes. Quien nos iba a decir que íbamos a asistir en persona a una especie de “auto-neo-entrismo”. Un entrismo al más puro estilo Trotskista pero con el agravante de llevarse a cabo dentro de su propia creación.
A casi seis años vista, estamos en condiciones de decir que el 15M sólo constituyó la maquinaria de un ascensor que consiguió elevar a los altares de la política a los más ambiciosos que pusieron su vanidad, su orgullo y su ego, por encima del bien común y que olvidaron en el descansillo su maleta ideológica y ética para sustituirla por una ridícula pegatina multicolor que rezaba: “todo vale”, como si no fueran los medios los que realmente legitiman el fin.
Ideología es estructura. Su carácter acabado, en términos abstractos, permite dar respuestas coherentes a las cuestiones concretas que se van planteando en el devenir de los acontecimientos. Sin ideología, tenemos simples y desarticuladas ocurrencias, parches, remiendos, que carecen de unión estructural; carecen de coherencia como conjunto.
Esta es la historia de lo que ocurrió en uno de aquellos intentos. Estos artículos fueron publicados en noviembre de 2012 y son el relato de un desacuerdo de fondo entre los que se agarraban a lo conocido y los que queríamos algo diferente.
Como sabemos ahora, ellos ganaron y todos perdimos.
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2 de noviembre de 2012
Sabéis por algunos artículos publicados con anterioridad, que no sólo di mi apoyo sino que desde el momento en que se constituyó, me integré en el Frente Cívico Somos Mayoría de mi ciudad.
Creo que no me equivoco si digo que a la mayoría de esa mayoría, nos llevaron motivos muy similares a acercarnos al FCSM. La imagen de honestidad de Julio Anguita, reconocida incluso por muchos de sus oponentes, unida a su discurso, no daban lugar a dudas. Todos aquellos que buscábamos algo distinto, algo nuevo a lo que unir nuestras fuerzas para crear sinergias que cambiaran las cosas, creímos que en ese Frente Cívico, encontraríamos nuestro espacio.
Fue el 20 de junio de este difícil 2012 cuando el Ex-coordinador General de Izquierda Unida pronunció su discurso en Sabadell: “Ha llegado el momento de retaros amigablemente. Si no lo hacéis por vosotros, hacedlo por vuestros hijos” dijo. Y ¿quién que esté padeciendo en sus carnes las consecuencias de esta injusta crisis podría sustraerse a ese llamamiento?
Debido a la incierta situación de nuestro país y en general de todo el mundo, cuando alguien con el peso político de Anguita dice ofrecerse como: “El referente de una operación política que intente cambiar el país”, a nadie se le ocurre pensar en nada más que en levantarse y aplaudir y en correr adonde le digan para sumarse a esta causa.
A nadie se le podría ocurrir entonces pensar algo tan obvio como: ¿cambiar sí, pero hacia dónde? o ¿qué entiende Don Julio por “operación política”? Cada uno de nosotros tenía una respuesta propia a tales obviedades. Ni siquiera se nos ocurrió pensar que junto a Anguita, podría haber gente que quizá no compartía la misma forma de ver ese cambio que él.
Desde el principio todo apuntaba a que, la organización fue posterior al llamamiento y no al revés, lo que imbuía al proyecto de una bella pátina de espontaneidad que nos hacía reconocer las inmensas dificultades del reto y disculpar los posibles errores iniciales.
Han pasado ya cuatro meses desde todo aquello y si bien es poco tiempo para criticar cuestiones organizativas que se irán sin duda subsanando, creo que es tiempo suficiente para hacer un necesario balance de situación, y hay elementos suficientes sobre la mesa para poder analizar con la mayor objetividad posible cuál es el rumbo real que está tomando esta aventura.
Para comenzar mi análisis, creo que es necesario recordar brevemente cuales fueron los orígenes de la Coalición Izquierda Unida.
Sus inicios se remontan al año 1986 cuando el PSOE, en contra de lo que siempre defendió (no olvidemos su famoso eslogan:”OTAN, de entrada NO”), firmó, tras un polémico referéndum no vinculante, la entrada de España en la OTAN. Como respuesta a lo que se consideró una traición al electorado, surgió de forma espontanea una Plataforma Cívica que acabó aglutinando a un gran número de tendencias de izquierdas y que con el tiempo daría lugar a la “Plataforma de la Izquierda Unida”
Esta hermandad duró más o menos un año y tuvo su recompensa electoral, pero luego varios de los partidos integrantes, y por razones de diversa índole, fueron desligándose de ella.
Siguieron nuevas incorporaciones, nuevas corrientes, divisiones, abandonos, etc. con el único factor común de tener siempre a la cabeza al Partido Comunista de España excepto en la época liderada por Gaspar Llamazares y su corriente de Izquierda Abierta que acaba de constituirse este mismo 2012 en partido político, aunque sin abandonar la coalición.
El liderazgo de Anguita como coordinador general de la formación, entre el año 1989 y el 2000, llevó a IU al que sigue siendo hasta hoy su techo electoral de 21 diputados en 1996
De justicia es reconocer la importante mejora electoral en la últimas elecciones de 2011 donde Cayo Lara lleva a la agrupación a una sustancial recuperación respecto al varapalo de 2 diputados en los comicios anteriores de 2008, obteniendo esta vez 11 representantes en la cámara baja, aunque para muchos este sea más un demérito del PSOE que un mérito propio.
Fue el enorme fracaso electoral de 2008 el que llevó a Julio Anguita a escribir, el 22 de abril de ese mismo año, una carta dirigida al Comité Federal del PCE. En ese escrito, Anguita propugna la necesidad de una refundación de la Coalición y atribuye el fiasco electoral a la falta de una línea clara de actuación, y de un programa coherente que debe asentarse sobre las bases de la lucha por la república, el federalismo y la democracia.
En 2011, la crisis sigue ahogando injustamente a los ciudadanos que se sienten traicionados por sus representantes políticos y, en respuesta, surge una espontánea reacción popular que culmina con las protestas civiles del 15 de mayo (15M), en torno al cual germinarían otros movimientos como Democracia Real Ya, Stop Desahucios, Acampada Sol, etc. Cinco días más tarde, Julio Anguita publica en numerosos periódicos de tirada nacional y páginas web su artículo titulado: “Son los nuestros”. Especial relevancia en ese artículo tiene, siempre en mi opinión, este párrafo: “Creo, como comunista organizado, que nuestra militancia comunista exige de nosotros y a título personal, enrolarnos, comprometernos y engrosar sus filas sin más soldada ni recompensa que la gratificante sensación de que volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía; o lo que es lo mismo hacia la honestidad, la justicia, la igualdad y el lenguaje limpio y veraz al servicio de la comunicación de ideas.”
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4 de noviembre de 2012
Tras los tímidos acercamientos de la coalición al PSOE, que resultaron un estrepitoso fracaso, el tiempo parece haber dado la razón a Anguita en su “Teoría de las dos orillas”. Según él decía, PP y PSOE están en una orilla e IU está en la opuesta, aunque quizá sería más preciso establecer otras muchas orillas en las que se incluirían otros partidos de la cámara que han ido poco a poco recolectando los restos que el ahora llamado por sus críticos PP$OE ha ido perdiendo por el camino.
Independientemente de las justas críticas al PSOE por los muchos casos de corrupción que salpicaron a la formación en el año 1996, el sueño real de Julio Anguita, y por el que se mantuvo firme en su postura era el llamado “sorpasso” -el adelantamiento- una idea que evocaba al pequeño porcentaje con el que en el año 1984 el Partido Comunista Italiano (33,33%), consiguió superar a la Democracia Cristiana (32,97%). Su idea era pues, convertir a la coalición que lideraba, en la segunda fuerza política del país y en el auténtico referente para el electorado de izquierdas.
Pero los conocidos problemas de salud de Julio, le llevaron a renunciar a su puesto de coordinador sin haber conseguido su objetivo, siendo sustituido en el cargo por Francisco Frutos.
Si he hecho este sucinto recorrido por la historia de Izquierda Unida es porque lo creo necesario para poder entender todo lo que está ocurriendo hoy en día en torno al resurgimiento de la figura de Julio Anguita y su llamamiento en Sabadell a la formación de un Frente Cívico.
El 18 de mayo de 2011, Cayo Lara, lleva a cabo en la Plaza de la Constitución de Málaga, una representación del famoso programa de televisión: “Tengo una pregunta para usted”, sometiéndose en plena calle a las preguntas de los ciudadanos. En ese acto afirma: “El 15M va a cambiar el curso de la historia”.
El 14 de junio de 2011, el coordinador general de Izquierda Unida, realiza un intento de aproximación a los llamados “indignados” del 15M. Durante el intento de la paralización de un desahucio en el distrito de Tetuán en Madrid, se acerca al grupo de manifestantes, pero es rechazado por la multitud al grito de “oportunista”. Se defiende diciendo que: “el movimiento tiene que reflexionar sobre si esto es un movimiento unitario» y alegando que está allí “a título personal”.
Una y otra vez, sus intentos de aproximación al espontáneo movimiento popular fracasan.
Reaparece entonces en escena Julio Anguita lanzando su reto en la presentación de su libro “Combates de este tiempo” en Sabadell:”… yo asumo, después de haber escuchado a compañeros, haberme comprometido con ellos, asumo ser el referente de una operación política que intente cambiar el país…”
Pero en realidad Julio no aparece de la nada, lleva ya algún tiempo colaborando en alguna tertulia radiofónica y televisiva y ha dado conferencias en distintos puntos del estado. La gente ha vuelto a tenerle presente. Habla siempre con claridad, sin tapujos, sin miedo, llamando a cada cosa por su nombre, y sin ocultar su ideología lo que le hace granjearse el aprecio de gentes de todas las corrientes políticas, tanto de izquierdas como de derechas. Incluso los periodistas compañeros de tertulia, le atacan con munición de fogueo. Saben que siempre ha sido un hombre cabal pero ya no lo ven como un peligro para los intereses que ahora les toca defender.
Son esos compañeros a los que dice haber escuchado y con los que dice haberse comprometido, los que ven que es un momento propicio para dar otro giro a ese acercamiento en el que Cayo Lara ha fracasado.
Cualquier propuesta como la que lanza Julio Anguita requiere de una organización, de un gran esfuerzo de coordinación en todo el país y de infraestructuras. Él sólo cuenta con: “el blog (con el permiso de los compañeros de Prometeo), la promesa de determinados colectivos de ponerse en marcha inmediatamente y mi voluntad de que esto avance, se consolide y produzca un giro total en la vida española.” Y es en ese blog al que alude, el del Colectivo Prometeo al que él pertenece, donde publica su manifiesto: “Somos Mayoría” al que pertenece el extracto anterior.
En este manifiesto se trazan las primeras pinceladas de lo que él entiende que debe ser ese Frente Cívico que acabará por llamarse “Frente Cívico Somos Mayoría” y que tratará de:
”1. Que la mayoría social, por su propio impulso, por su propia voluntad y por su creciente toma de conciencia devenga en un Frente Cívico que teniéndose a sí mismo como referente, abra paso a una situación de plenos derechos económicos y políticos junto con unas relaciones personales y sociales fundamentadas en la ética cívica. Un Frente Cívico que tenga como protagonista al ciudadano y a la ciudadana; es decir a las personas conscientes de que sus deberes son los derechos de los demás y viceversa.
2.Constituir un referente de poder ciudadano que induzca de manera creciente a los poderes públicos a legislar y gobernar en beneficio exclusivo de la mayoría. El proceso que conduce a estos dos objetivos pudiéramos considerarlo como un proceso constituyente de la mayoría social constituida como tal.”
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