MINORÍAS Y DISCURSO DEL ODIO

Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI)  Consejo de Europa: Recomendación General nº 15 relativa a la lucha contra el discurso de odio

Es a la acción continua, siempre renovada, de las minorías a las que se debe esta transformación. El valor, la abnegación, el espíritu de sacrificio, son tan contagiosos como la cobardía, la sumisión y el pánico. ¿Qué formas tomará la agitación? La agitación tomará todas las formas: y serán tan variadas como las circunstancias que las impulsan. Ora lúgubre, ora satírica, pero siempre audaz; ora colectiva, ora simplemente individual, la agitación no despreciará ninguno de los medios a su alcance, ninguna circunstancia de la vida pública para mantener siempre el espíritu despierto, para propagar y formular el descontento, para excitar el odio contra los explotadores, ridiculizar a los gobernantes, demostrar la debilidad de las autoridades y, más que todo y ante todo, para despertar la audacia y el espíritu de rebeldía, predicando con el ejemplo”.

PIOTR KROPOTKIN – Palabras de un rebelde

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Es a la acción de las minorías que se deben las revoluciones, y los cambios radicales que llevan en su interior, finalmente exteriorizados en acción estatal. Revolucionaria.

Campana de Gauss innovación revolucionaria/participación social

Es el esquema de la Campana de Gauss. Piensa en una campana -por cuyo borde comienza a subir la sociedad-, dibujada sobre un eje de coordenadas, cuya abscisa (X) mide los tiempos de la “innovación revolucionaria”, y cuya ordenada (Y) cuantifica los miembros del grupo social. Cada coordenada (X, Y) expresa, para cada grado de “innovación social (revolucionaria)”, la participación social en un instante dado.

Vemos como en los primeros momentos, la revolución es minoritaria, casi testimonial. Pero a medida que el tiempo va trascurriendo, la Revolución va aumentando su masa social. Al final del ciclo, incluso los más reticentes a los cambios se ven arrastrados por las nuevas ideas, que ya han dejado de ser “revolucionarias” para convertirse en reales y efectivas. Estatalizadas (el Estado las ha hecho suyas).

Todo el proceso revolucionario se inicia por las minorías. Cuantas más minorías se suman al proceso, más se acelera la historia; mayor implantación consiguen las nuevas ideas, hasta lograr imponerse.

Así ha sido. Y así es. También para las “Contrarevoluciones”, que no son sino revoluciones involucionarías, que se dirigen a la restauración del antiguo orden, que se ha visto desplazado por el proceso revolucionario.

La Revolución es un Proceso. Sus primeros hitos siempre son difusos. ¿De dónde surgen? ¿Cuáles sus fuerzas impulsoras? Son preguntas que, en todas las épocas, dan lugar a respuestas que apuntan a conspiraciones y luchas entre las diversas facciones del poder que ejerce el dominio social en la época “prerevolucionaria”. Desde los Graco a Lenin, pasando por Robespierre y Franklin, las teorías de la Conspiración surgen, en periodos revolucionarios, como setas tras la lluvia.

Pero siempre las minorías constituyen el alma de la Revolución; el impulso del cambio social. Ellas tomaron la Bastilla y el Palacio de Invierno. Tras su eclosión, viene la lucha por el Poder; por el nuevo poder que ha de surgir de la Revolución.

La pirámide del odio es una figura que clasifica distintos niveles de discurso del odio y delitos de odio. En ella se catalogan diferentes tipos de actitudes y actos que crecen en complejidad desde la base hacia la cúspide de la pirámide. Es decir, van de un menor aunque negativo impacto hacia actos que representan mayor amenaza. La figura es obra de la Anti-Defamation League, una organización creada en 1913 para parar la difamación del pueblo judío como forma de asegurar la justicia y sus derechos civiles y humanos. Sin embargo, se ha utilizado como herramienta educativa también para trabajar en la sensibilización contra el discurso del odio en general. Aceptar los comportamientos de los niveles inferiores puede desembocar en que se generan los actos de los niveles superiores.

Tras las guerras del pasado Siglo XX, las minorías- sujetos revolucionarios- han hecho surgir los derechos humanos; han hecho triunfar la igualdad ante la Ley y la seguridad colectiva. Son los Derechos Humanos los que nos han llevado al bienestar de las formas de Estado modernas; a costa de los Poderes depuestos por el nuevo orden. Y esos poderes nunca se aquietan a su derrota.

Pero, siempre, los procesos de cambio y de restauración, son debidos a la acción de las minorías. Ni el derecho, ni las Constituciones, poseen otro significado que el de definir un marco de convivencia social. Y no podemos pretender que esa convivencia social permanezca estática. Es siempre DINÁMICA; se construye cada día, se innova y adapta en cada momento a la realidad social.

De la misma manera, el contenido de los Derechos Fundamentales  (Humanos) tampoco es estático, sino que se encuentra siempre en movimiento; movimiento generado por la tensión entre fuerzas contrapuestas. Cuando esas fuerzas apuntan, cada una, en su propia dirección, el Derecho impide -o eso intenta- que la sociedad se hunda en el caos. Y, en cada momento, predominará la fuerza dotada de mayor organización. Es la realidad.

En un mundo de ficción, regido por el «deber ser», parecería sencillo (o al menos factible) alcanzar una convivencia social «estática», regida por principios inmutables de orden constitucional. Sin embargo, en el mundo real, el «deber ser» no puede resultar ajeno a las tensiones creadoras de ese dinamismo constructor de la realidad inmediata.

El Derecho es acción. Es la acción del aplicador del derecho. Es la acción del ciudadano, sujeto/objeto de Derecho. Es una obra inmensa, siempre en construcción.

Por ello, el estudio del Derecho vigente, requiere el análisis de la realidad del momento histórico vivido. Será esa realidad la que, en cada instante, determine el estado de la convivencia social, y consecuentemente, el campo de actuación del Derecho y su dinámica.

Vemos, hoy, cómo se produce la acción revolucionaria de las minorías. Cada una enfrentada a las demás. Nada se construye. Sólo se destruye. Cada minoría intenta imponerse a las demás. No hay un proyecto común. No se buscan los puntos de contacto, sino que se busca vencer. No hay, en la revolución en curso, un paradigma de cooperación, sino de competencia.

La potencia de las minorías, hoy, está al servicio del caos. Cuyo beneficiario último, en un entorno caracterizado por la Corrupción de la Justicia y la Manipulación de la Información, no son sino los poderes del “antiguo régimen”, que en España son los poderes subsistentes del viejo Franquismo; ahora sin Franco. Los titulares del Poder financiero, verdadero poder no democrático que rige nuestros destinos.

Y ese poder conoce la teoría revolucionaria; por ello da voz a las minorías enfrentadas, incapaces de entenderse entre sí; incapaces de construir en común; dedicada, cada una, por medio de sus dirigentes –mediáticos- a la tarea de vencer a las demás.

Es la potencia revolucionaria al servicio de la contrarrevolución. No reconocemos derechos a los demás. En un exacerbado individualismo, sólo estamos dispuestos a escuchar –y a entender- a los que forman parte de “nuestra” minoría. Sólo nos interesa que nos den la razón; nos negamos a escuchar, nos oponemos a todo aquél que piense distinto, luchamos encarnizadamente entre nosotros. Competimos, no cooperamos. La esquizofrenia se ha apoderado del cuerpo social. Hemos renunciado a buscar la verdad, instalados en un ultraindividualismo feroz.

Y, en este estadio de la Contrarrevolución impugnatoria de nuestros Derechos Humanos, en la que estamos inmersos sin advertirlo, se ha instaurado el Discurso del Odio; verdadero inhibidor de la potencia del grupo, que se dispersa al enfrentarnos unos a otros en situaciones cada vez más marcadas por la violencia. Es el declive del poder de la mayoría, desmembrada en pequeños grupos, cada uno sin otro afán que el dominio sobre los demás.

Carabanchel (Madrid), día 15 de enero de 2017: “Cinco animalistas detenidos por asaltar un circo en plena función y dejar a un domador inconsciente” Noticia publicada en ABC

Hemos destruido nuestra potencia, cegados por el discurso del Odio instaurado por los Medios de comunicación y su manipulación informativa, cuyo dominio no parece tener fin.

En este marco se encuadra la Recomendación General nº 15 relativa a la lucha contra el discurso de odio, de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) – Consejo de Europa, que os invitamos a leer, no sin antes trasmitiros una última reflexión: ¿Quién nos salvará de nuestros salvadores? Vemos cómo el propio Consejo de Europa muestra reiteradamente su preocupación por la afección que las medidas propuestas contra el Discurso del Odio, habrán de ocasionar a la efectividad de los Derechos Humanos, y en especial, al derecho a la Libertad de Expresión, en el que se fundamentan las sociedades libres y plurales.

Es definitiva, “prudencia viajero, el camino por el que avanzas es peligroso. Si ves almendras dulces, no las comas. Contienen veneno” (Omar Khayyam). Los excesos de esta rancia “nueva política”, cuya violencia recuerda a las falanges fascistas de los años 30 del siglo pasado,  representan amenazas muy reales para la efectividad de nuestros Derechos Humanos.

Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI)  Consejo de Europa: Recomendación General nº 15 relativa a la lucha contra el discurso de odio

Otros Enlaces de interés:

Derechos de las minorías. Normas internacionales y orientaciones para su aplicación

Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas