Epicuro a Meneceo: gozarse. De Rerum Natura: «Apéndices» (la Doctrina de Epicuro expuesta en 3 Cartas: a Herodoto, a Pitocles y a Meneceo»), por Tito Lucrecio Caro (y Parte 3)

Epicuro a Meneceo

 

De Rerum Natura: «Apéndices»

y Parte 3

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Estas tres cartas son exposición auténtica del sistema filosófico de Epicuro. La primera, dirigida a Heródoto, versa sobre la Naturaleza; la segunda, a Pitocles, explica los meteoros, y la tercera y más importante escrita a Meneceo, expone la moral de la filosofía epicúrea.

En ellas hay incluidos algunos párrafos originales de Laercio, pero éstos van entre paréntesis rectangulares.

Frontispicio de una copia de «De rerum natura» escrito por un fraile agustino para el papa Sixto IV, c. 1483.
 
 

Epicuro a Meneceo: gozarse

“No temas a dios,

no te preocupes por la muerte,

lo bueno es fácil de conseguir,

lo terrible es fácil de soportar”

Epicuro a Meneceo
Villa de los Papiros (Herculano). Allí existe una inscripción, Epicurea: “No temas a dios, no te preocupes por la muerte, lo bueno es fácil de conseguir, lo terrible es fácil de soportar.”

 

Ni el joven dilate el filosofar, ni el viejo de filosofar se fastidie; pues a nadie es intempestivo ni por muy joven ni por muy anciano el solicitar la salud del ánimo. Y quien dice, o que no ha llegado el tiempo de filosofar o que ya se ha pasado, es semejante a quien dice que no ha llegado el tiempo de buscar la felicidad, o que ya se ha pasado (11).

Así, que deben filosofar viejos y jóvenes: aquéllos para reflorecer en el bien a beneficio de los nacidos; éstos para ser juntamente jóvenes y ancianos, careciendo del miedo de las cosas futuras. Conviene, pues, cuidar de las cosas que producen la felicidad, siendo así que con ella lo tenemos todo, y no teniéndola, lo ejecutamos todo para conseguirla.

 

Deben filosofar viejos y jóvenes: aquéllos para reflorecer en el bien a beneficio de los nacidos; éstos para ser juntamente jóvenes y ancianos, careciendo del miedo de las cosas futuras

 

Practica, por tanto, y solicita las cosas que te he amonestado repetidas veces, teniendo por cierto que los principios, para vivir honestamente, son éstos: primero, que Dios es animal inmortal y bienaventurado, según suscribe de Dios la común inteligencia, sin que le des atributo alguno ajeno de la inmortalidad e impropio de la bienaventuranza; antes bien has de opinar de él todo aquello que pueda conservarle la bienaventuranza e inmortalidadExisten, pues, y hay dioses, y su conocimiento es evidente; pero no son cuales los juzgan muchos, puesto que no los atienden como los juzgan.

 

Existen, pues, y hay dioses, y su conocimiento es evidente; pero no son cuales los juzgan muchos, puesto que no los atienden como los juzgan

 

Así, no es impío el que niega los dioses de la plebe o vulgo, sino quien acerca de los dioses tiene las opiniones vulgares; pues las enunciaciones del vulgo, en orden a los dioses, no son anticipaciones, sino juicios falsos (12). De aquí nacen las causas de enviar los dioses daños gravísimos a los hombres malos y favores a los buenos, pues siéndoles sumamente gratas las virtudes personales, abrazan a los que las poseen, y tienen por ajeno de sí todo lo que no es virtuoso.

 

Acostúmbrate a considerar que la muerte nada es contra nosotros, porque todo bien y mal está en el sentido, y la muerte no es otra cosa que la privación de este sentido mismo

 

Acostúmbrate a considerar que la muerte nada es contra nosotros, porque todo bien y mal está en el sentido, y la muerte no es otra cosa que la privación de este sentido mismo. Así, el perfecto conocimiento de que la muerte no es contra nosotros, hace que disfrutemos la vida mortal, no añadiéndola tiempo ilimitado, sino quitando el amor a la inmortalidad.

Nada hay, pues, de molesto en la vida para quien está persuadido de que no hay daño alguno en dejar de vivir. Así, que es un simple quien dice que teme a la muerte, no porque contriste su presencia, sino la memoria de que ha de venir; pues lo que presente no conturba, vanamente contrista o duele esperado.

La muerte, pues, el más horrendo de los males, nada nos pertenece; pues mientras nosotros vivimos, no ha venido ella; y cuando ha venido ella, ya no vivimos nosotros. Así, la muerte ni es contra los vivos ni contra los muertos; pues en aquéllos todavía no está, y en éstos ya no está.

 

La muerte, pues, el más horrendo de los males, nada nos pertenece; pues mientras nosotros vivimos, no ha venido ella; y cuando ha venido ella, ya no vivimos nosotros

 

Aún muchos huyen la muerte como el mayor de los males, y con todo eso suelen también tenerla por descanso de los trabajos de esta vida. Por lo cual el sabio ni teme el no vivir, puesto que la vida no le es anexa, ni tampoco lo tiene por cosa mala. Y así como no elige la comida mas abundante, sino la más sabrosa, así también en el tiempo no escoge el más diuturno, sino el más dulce y agradable.

 

Y así como no elige la comida mas abundante, sino la más sabrosa, así también en el tiempo no escoge el más diuturno, sino el más dulce y agradable.

 

Jardín de Epicuro

 

No es menos simple quien amonesta a los jóvenes a vivir honestamente, y a los viejos a una muerte honesta; no sólo porque la vida es amable, sino porque el mismo cuidado se debe tener de una honesta vida, que de una honesta muerte. Mucho peor es quien dice:

 

Bueno es no ser nacido, o en naciendo

Caminar del averno a los umbrales;

 

Pues si quien lo dijo lo creía así, ¿qué hacía que no partía de esta vida? Esto en su mano estaba, puesto que sin duda se le hubiere otorgado la petición; pero si lo dijo por chanza, fue un necio en tratar con burlas cosa que no las admite.

 

Se ha de tener en memoria que lo futuro ni es nuestro, ni tampoco deja de serlo absolutamente

 

Se ha de tener en memoria que lo futuro ni es nuestro, ni tampoco deja de serlo absolutamente: de modo que ni lo esperemos como que ha de venir infaliblemente, ni menos desesperemos de ello como que no ha devenir nunca. Hemos de hacer cuenta que nuestros deseos, los unos son naturales, los otros vanos.

De los naturales unos son necesarios, otros naturales solamente. De los necesarios unos lo son para la felicidad, otros para la tranquilidad del cuerpo, y otros para la misma vida. Entre todos ellos, la especulación es quien sin error hace que conozcamos lo que debemos elegir y evitar para la sanidad del cuerpo y tranquilidad del alma; pues el fin no es otro que vivir felizmente.

 

Entre todos ellos, la especulación es quien sin error hace que conozcamos lo que debemos elegir y evitar para la sanidad del cuerpo y tranquilidad del alma; pues el fin no es otro que vivir felizmente

 

Por amor de esto hacemos todas las cosas, a fin de no dolernos ni conturbarnos. Conseguido esto, se disipa cualquiera tempestad del ánimo, no pudiendo encaminarse el animal como a una cosa menor, y buscar otra con que complete el bien del alma y cuerpo.

 

Nosotros necesitamos del deleite cuando nos dolemos de no tenerlo; mas cuando no nos dolemos, ya no lo necesitamos

 

Nosotros necesitamos del deleite cuando nos dolemos de no tenerlo; mas cuando no nos dolemos, ya no lo necesitamos. Por lo cual decimos que el deleite es el principio y fin de vivir felizmenteA éste conocemos por primero y congénito bien: de él toman origen toda elección fuga; y a él ocurrimos discerniendo todo bien por medio de la perturbación o pasión como a regla.

Y por cuanto es éste el primero y congénito bien, por eso no elegimos todos los deleites, antes bien acontece que pasamos por encima de muchos cuando de ellos se nos ha de seguir mayor molestia. Aun preferimos algunos dolores a los deleites, si se ha de seguir mayor deleite a la diuturna tolerancia de los dolores.

 

Y por cuanto es éste el primero y congénito bien, por eso no elegimos todos los deleites, antes bien acontece que pasamos por encima de muchos cuando de ellos se nos ha de seguir mayor molestia

 

Detalle de Epicuro en La escuela de Atenas, de Rafael Sanzio

 

Todo deleite es un bien a causa de tener por compañera la naturaleza, pero no se ha de elegir todo deleite. También todo dolor es un mal; pero no siempre se han de huir todos los dolores. Debemos, pues, discernir todas estas cosas por conmensuración, y con respecto a la conveniencia o desconveniencia; pues en algunos tiempos usamos del bien como si fuese mal, y al contrario, del mal como si fuese bien.

Tenemos por un gran bien el contentarse con una suficiencia, no porque siempre usemos escasez, sino para vivir con poco cuando no tenemos mucho, estimando por muy cierto que disfrutan suavemente de la magnificencia y abundancia los que menos la necesitan, y que todo lo que es natural es fácil de prevenir; pero lo vano, muy difícil.

Asimismo, que los alimentos fáciles y sencillos son tan sabrosos como los grandes y costosos, cuando se remueve y aleja todo lo que puede causarnos el dolor de la carencia. El pan ordinario (13) y el agua dan una suavidad y deleite suma cuando un necesitado llega a conseguirlos.

 

El pan ordinario y el agua dan una suavidad y deleite suma cuando un necesitado llega a conseguirlos

 

El acostumbrarnos, pues, a comidas simples y nada magníficas es conducente, para la salud; hace al hombre solícito en la práctica de las cosas necesarias a la vida; nos pone en mejor disposición para concurrir una u otra vez a los convites suntuosos, y nos prepara el ánimo y valor contra los vaivenes de la fortuna.

 

Cuando decimos que deleite es el fin, no queremos entender los deleites de los lujuriosos y derramados, y los que consisten en la fruición, como se figuraron algunos, ignorantes de nuestra doctrina o contrarios a ella, o bien que la entendieron siniestramente

 

Así, que cuando decimos que deleite es el fin, no queremos entender los deleites de los lujuriosos y derramados, y los que consisten en la fruición, como se figuraron algunos, ignorantes de nuestra doctrina o contrarios a ella, o bien que la entendieron siniestramente; sino que unimos el no padecer dolor en el cuerpo con el estar tranquilo en el ánimo.

No son los convites y banquetes, no la fruición de muchachos y mujeres, no el sabor de los pescados y de los otros manjares que tributa una mesa magnífica quien produce la vida suave, sino un sobrio raciocinio que indaga perfectamente las causas de la elección fuga de las cosas, y expele las opiniones por quienes ordinariamente la turbación ocupa los ánimos.

 

Enseñamos que nadie puede vivir dulcemente sin ser prudente, honesto y justo; y por el contrario, siendo prudente, honesto y justo, no podrá dejar de vivir dulcemente

 

De todas estas cosas la primera (14) y principal es la prudencia; de manera que lo más estimable y precioso de la filosofía es esta virtud, de la cual proceden todas las demás virtudes. Enseñamos que nadie puede vivir dulcemente sin ser prudente, honesto y justo; y por el contrario, siendo prudente, honesto y justo, no podrá dejar de vivir dulcemente; pues las virtudes son congénitas con la suavidad de vida, y la suavidad de vida es inseparable de las virtudes.

Porque ¿quién crees que puede aventajarse a aquél que opina santamente de los dioses, nunca teme la muerte, y discurre bien del fin de la naturaleza; que pone el término de los bienes en cosas fáciles de juntar y prevenir copiosamente, y el de los males en tener por breves su duración y su molestia; que niega el hado, al cual muchos introducen como dueño absoluto de todo, y sólo concede que tenemos algunas cosas por la fortuna, y las otras por nosotros mismos; y en suma, que lo que está en nosotros es libre, por tener consigo por naturaleza la reprensión o la recomendación?

Sería preferible seguir las fábulas acerca de los dioses, a deferir servilmente al hado de los naturalistas; pues lo primero puede esperar excusa por el honor de los dioses; pero lo segundo se ve en una necesidad inexcusable (15).

 

Sería preferible seguir las fábulas acerca de los dioses, a deferir servilmente al hado de los naturalistas; pues lo primero puede esperar excusa por el honor de los dioses; pero lo segundo se ve en una necesidad inexcusable

 

Doble herma de Metrodoro y Epicuro. La Eikas conmemoraba la muerte de estos dos epicúreos el día 20 de cada mes.

 

[Epicuro no tiene por diosa a la Fortuna, como creen algunos (pues para Dios nada se hace sin orden), ni tampoco por causa instable (esto es, afirma que de la Fortuna ningún bien ni mal proviene a los hombres para la vida feliz y bienaventurada); pero que suele ocasionar principios de grandes bienes y males.]

«Se ha de juzgar que es mejor ser infeliz racionalmente, que feliz irracionalmente; y que gobierna la fortuna lo que en las operaciones se ha juzgado rectamente.

Estas cosas y otras semejantes deberás meditar continuamente día y noche contigo mismo y con tus semejantes; con lo cual, ya duermas, ya veles, nunca padecerás perturbación alguna, sino que vivirás como un dios entre los hombres; pues el hombre que vive entre bienes inmortales, nada tiene de común con el animal mortal».

 

“Sí, me siento orgulloso de captar el carácter de Epicuro de modo diferente a como lo haría cualquier otro y de gozar de la felicidad vespertina de la antigüedad en todo cuanto oigo o leo de él. Veo sus ojos contemplando un extenso y plateado mar, por encima de los acantilados de la orilla en los que se posa el sol, mientras pequeños y grandes animales retozan a su luz, tan seguros y serenos como esa luz y esa mirada. Sólo quien sufre permanentemente ha podido inventar semejante felicidad, la felicidad de una mirada ante la cual se ha apaciguado el mar de la existencia y que nunca se cansa de contemplar esa superficie, esa piel multicolor del océano delicada y estremecida. Nunca hubo antes una voluptuosidad tan modesta” (Nietzsche)

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Notas

(11) San Clemente Alejandrino trae entero este período, libro IV, strom.

(12) Véase dicho lugar de San Clemente, lib. II, strom.

(13) Según Hesichio, era una especie de pan hecho de harina de cebada mondada, amasada con agua y aceite.

(14) imageninitium et maximum bonum est prudentia.

(15) Lean y mediten bien estos dos párrafos los que tienen a Epicuro por un filósofo carnal y corpóreo.

 

La casa que tengo en Mélite la entregarán Aminomaco y Timócrates a Hermaco, para habitarla durante su vida, y los que con él filosofen. De las rentas que hagan los bienes que he dado a Aminomaco y a Timócrates, de acuerdo con Hermaco, tomarán la parte que se pueda, y la invertirán en sacrificios por mi padre, madre y hermanos, y por mí en el día de mi nacimiento que, según costumbre, se celebra ya cada año en la primera decena de Gamelión. Y también se empleará en gastos de los confilosofantes que concurran el día 20​ de cada mes, que está señalado para mi memoria y la de Metrodoro. Celebrarán también el día destinado a mis hermanos en el mes de Posidón, como yo he practicado, y el de Polieno en el mes de Metagitnión.
Testamento de Epicuro

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NUESTRO MAESTRO EPICURO, por Thomas Jefferson. «Debemos evitar el deseo y el temor, las dos principales enfermedades de la mente».

POLIBIO DE MEGALÓPOLIS (203 – 120 a. C.). «HISTORIAS». LA ANACICLOSIS: El Ciclo de Degeneración de las Formas de Gobierno, de la Monarquía (Gobierno de uno) a la Oclocracia (populismo o corrupción de la Democracia).

SE DENOMINA DEMOCRACIA, por Tucídides. «En una Democracia, los que no participan en los asuntos públicos, no son despreocupados, sino inútiles».

«No temer ni al dolor ni a la muerte», por Lucio Anneo Seneca (Cartas a Lucilio)

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