EL JARDÍN DE LAS DELICIAS
Tabla de contenidos
“Sin embargo, y me apresuro a decirlo, la grandeza de esta situación no se desvela ni se crea de un solo golpe: En su realidad histórica, el enrollamiento planetario de la Humanidad sobre sí misma no ha progresado sino lentamente; y aun considerado en su conjunto, se divide, naturalmente, en dos fases mayores que Importa separar con todo cuidado. Imaginémonos, en el interior de un sólido comparable al globo terrestre, una onda emergente del polo Sur y que se eleve en dirección al polo Norte. Sobre todo su recorrido la onda considerada se propaga en medio curvo, y, por tanto, “acercante”. Sin embargo, sobre la primera mitad del trayecto (hasta el Ecuador) se dilata; mientras que solamente más lejos empieza a contraerse sobre sí misma. Pues bien, siguiendo un ritmo muy parecido, se podría decir, parece que se realiza históricamente el establecimiento de la Noosfera. Desde sus orígenes hasta nuestros días, la Humanidad, recogiéndose y organizándose ya incoativamente sobre sí misma, ha pasado ciertamente por un período de establecimiento geográfico, en el curso del cual se trataba para ella, en primer lugar, de multiplicarse y de ocupar la Tierra. Y sólo muy últimamente, “una vez franqueada la frontera”, han aparecido en el Mundo los primeros síntomas de un repliegue definitivo y global de la masa pensante en el interior de un hemisferio superior, en el que sólo podría irse contrayendo y concentrando por efecto del tiempo. Socialización de expansión que revierte, para culminar, en una Socialización de compresión”.
Pierre Teilhard de Chardín – “El Grupo Zoológico Humano”
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Paraíso, Lujuria e Infierno
Paraíso, Lujuria e Infierno: Son las partes del tríptico; La parte Central es el Jardín de las delicias, propiamente dicho; mide 220 cm de alto por 195 de ancho. Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido a los vicios, en especial a la lujuria; se observa superpoblación y degeneración. “Decenas de símbolos diferentes, cuyas claves solo pueden sospecharse, pueblan este espacio opresivo y angustioso en el que la locura se ha apoderado del mundo”.
La figura del personaje que probablemente sea Juan el Bautista señalaría admonitoriamente que ese es el mundo descrito por Dios, poblado por una multitud de felices inocentes, que no pudo llegar a existir debido a la caída, y por ello sitúa a la culpable, Eva, encerrada en una cueva y con un escudo de cristal (Juan Antonio Ramírez, “El Bosco: futurible divino y paraíso invertido”).
El camino del espectador puede ir hacia la Izquierda, al primer tablero, que representa el Paraíso terrenal, con la Fuente de la Vida. O bien puede desplazarse hacia la Derecha, al tercer tablero, que representa el Infierno.
Como advierte Teilhard, esa es la elección actual, en un mundo cada vez más finito, hemos de actuar para desplazarnos del Infierno al que somos conducidos por el Neoliberalismo y la Globalización, rechazándolo para caminar hacia el Paraíso, hacia un mundo de Justicia y Solidaridad, caminando colectivamente hacia la búsqueda de la felicidad de cada individuo. La vida, la evolución, seguirá sin esperarnos; al Universo no le interesa nuestro bienestar; el sentido del desplazamiento responderá sólo a nuestras acciones. Nuestro interés, es nuestra responsabilidad.
Chus
EL Jardín de las Delicias
El cuadro cerrado en su parte exterior alude al tercer día de la creación del mundo. Se representa un globo terráqueo, con la Tierra dentro de una esfera transparente, símbolo, según Tolnay, de la fragilidad del universo. Solo hay formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas. Está pintado en tonos grises, blanco y negro, lo que se corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna aunque también es una forma de conseguir un dramático contraste con el colorido interior, entre un mundo antes del hombre y otro poblado por infinidad de seres (Belting).
Tradicionalmente, la imagen que muestra el tríptico cerrado se ha interpretado como el tercer día de la creación. El número tres era considerado un número completo, perfecto, ya que en sí mismo encierra el principio y el fin. Y aquí al cerrarse, se transforma, en el número uno, en el círculo: de nuevo nos permite vislumbrar la perfección absoluta y, quizá, a la trinidad divina. En la esquina superior izquierda, aparece una pequeña imagen de Dios, con una tiara y la Biblia sobre las rodillas. En la parte superior se puede leer la frase, extraída del salmo 33, IPSE DIXIT ET FACTA S(U)NT / IPSE MAN(N)DAVIT ET CREATA S(U)NT, que significa «Él lo dijo, y todo fue hecho. Él lo mandó, y todo fue creado». Otros interpretan que pudiera representar la Tierra tras el Diluvio Universal.
Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del paraíso donde se representa el último día de la creación, con Eva y Adán, y en el panel central se representa la locura desatada: la lujuria. En esta tabla central aparece el acto sexual y es donde se descubren todo tipo de placeres carnales, que son la prueba de que el hombre había perdido la gracia. Por último tenemos la tabla de la derecha donde se representa la condena en el infierno; en ella el pintor nos muestra un escenario apocalíptico y cruel en el que el ser humano es condenado por su pecado.
La estructura de la obra, en sí, también cuenta con un encuadre simbólico: al abrirse, realmente se cierra simbólicamente, porque en su contenido está el principio y el fin humano. El principio en la primera tabla, que representa el Génesis y el Paraíso, y el fin en la tercera, que representa el Infierno.
https://es.wikipedia.org/wiki/El_jard%C3%ADn_de_las_delicias
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EL JARDÍN DE LAS DELICIAS – Hieronymus Bosch, El Bosco
El Jardín de las Delicias, el tríptico dividido en los paneles Paraíso, Lujuria e Infierno, se exhibe en el Museo del Prado de Madrid
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Los mensajes escondidos en «El jardín de las delicias», el cuadro más famoso y enigmático de El Bosco
Fiona Macdonald – BBC
http://www.bbc.com/mundo/noticias-37029061
«La canción del trasero del infierno»
No es el nombre más auspicioso para una melodía y, sin embargo, se inspira en una de las pinturas más célebres de la historia, «El jardín de las delicias», del pintor holandés Hieronymus Bosch, El Bosco.
Después de mirar de cerca la obra, la estudiante Amelia Hamrick decidió transcribir la «música escrita en la parte posterior (el trasero) de uno de los personajes del panel derecho de la pintura».
Este individuo particular parece haber sido aplastado por un arpa gigante incrustada en un laúd, ante una audiencia de monjas, monstruos y un personaje que parece un sapo.
Bienvenidos a la mente de El Bosco, quien murió hace 500 años y cuya obra más famosa y ambiciosa se expone en el Museo del Prado, en Madrid.
La pintura del holandés, realizada entre 1490 y 1510, es una visión del pecado y la moralidad, y el diablo está en los detalles.
Como dice el crítico británico Alastair Sooke, «El jardín de las delicias» es «probablemente la escena más famosa del infierno en el arte occidental».
Si el infierno son los otros, la versión de El Bosco incluye gente retozando con búhos, fresas y traseros tatuados con notas musicales.
«Decidí transcribir la canción (del trasero del personaje) a una partitura con la notación moderna», escribió Hamrick en su blog, antes de que su transcripción se volviera viral en internet.
«La canción del trasero del infierno», de 500 años, es una pieza fascinante: tocada en laúd, arpa u organillo, o interpretada como canto gregoriano, la música se eleva más allá de una pequeña porción del tercer panel del cuadro de El Bosco.
Ahí es donde reside la genialidad del pintor: en lo que parece ser un paisaje panorámico que engloba el Edén, un lugar de abandono hedonista, y el infierno, aparecen pequeños detalles que revelan cosas inesperadas.
Los jugadores
Tortura, mutilación y backgammon. Un área del tercer panel de la pintura muestra a unas criaturas diabólicas acuchillando a un hombre por la espalda y una espada con un corazón atravesado, así como dados y otros juegos de mesa.
Las figuras grotescas no sólo están causando dolor: están apostando con sus víctimas.
Según un tour interactivo de la pintura, un «tríptico transmedia» que incluye el documental «Hieronymus Bosch, tocado por el diablo», de Pieter van Huystee, «el panel de El Bosco se aleja de otras representaciones medievales del infierno, en las que frecuentemente se ve a personas que hierven, se queman o son comidas vivas».
En este material informativo también se dice que «el sufrimiento que se muestra en este panel no sólo es físico, sino también psicológico: las almas se están volviendo locas por el miedo, la ansiedad, el caos y la angustia».
Pájaros
Además del sufrimiento hay sentido del humor. En el panel central vemos a gente desnuda montada sobre pájaros gigantes, incluyendo un petirrojo, un pato y un pájaro carpintero.
Tal vez sea una broma visual de El Bosco: de acuerdo con el tour interactivo, los pájaros pueden tener un doble sentido: «Si bien la palabra holandesa ‘vogelen’ ya es obsoleta, podría referirse a tener relaciones sexuales (Vogel significa pájaro)».
Por otra parte, el crítico de arte estadounidense Kelly Grovier le menciona a la BBC sobre un «huevo de Pascua que, para encontrarlo, uno debe simplemente trazar una equis imaginaria desde las cuatro esquinas de cuadro, ya que se ubica al centro de la pintura».
A pesar de que «El jardín de las delicias» representa la «condena», se trata de una obra lúdica. Según Sooke, «Bosch tiene la reputación, por encima de todos, de haber creado la imagen del infierno«.
«Parece que encontraba regocijo es sus creaciones peculiares», dice el especialista.
Concha de mejillón
La primera referencia escrita de «El jardín de las delicias» data de 1517, cuando el canónigo italiano Antonio De’Beatis acompañó al cardenal de Aragón en una visita a Bruselas, Bélgica.
«Había unos paneles en los que se han pintado cosas extrañas. Representan personas saliendo de una concha, otras que montan aves, hombres y mujeres, blancos y negros, haciendo todo tipo de actividades y poses», escribió en su diario.
En su «Diccionario de lenguaje sexual e imágenes en la literatura de Shakespeare y Stuart», Gordon Williams sugiere que las conchas han sido «símbolos venéreos» desde la antigüedad y nota que la concha de El Bosco es de un mejillón en vez de una ostra.
«Tiene perlas de semen regadas… Plinio (autor romano) menciona especies de mejillones llamadas Venereaeo o ‘conchas de Venus'», dice.
Fresas
Las primeras descripciones del tríptico se refieren a este como la pintura de la fresa, fruto que aparece varias veces en el panel central.
En una sección, un hombre le ofrece una fresa a una mujer con una expresión lasciva, lo que implica un giro a las representaciones bíblicas del Edén.
En otra, unas parejas se dan fresas unas a otras, una escena tradicionalmente asociada con el amor cortés, aunque aquí están más que coqueteando.
Según el crítico holandés Reindert Falkenburg, El Bosco «pervierte el tema del amor cortés con la fruta del amor, una metáfora tradicional para la unión amorosa, religiosa y mundana, ahora transformada en una prisión infernal».
La monja cerdo
Puede parecer que el cerdo en hábito de monja es el elemento más significativo de esta escena, pero el pie amputado es lo que da el mensaje más sorprendente.
El Bosco pinta el miembro extirpado como una recordatorio de una afección conocida como «fuego de San Antonio«, una gangrena causada por comer pan infectado con moho negro.
En 1950, un compuesto de hongos fue sintetizado para crear el LSD. Según el documental interactivo de Pieter van Huystee, «si le comprabas al panadero equivocado, se te pudrían las extremidades y comenzabas a tener alucinaciones, que llevaban finalmente a la locura».
«¿Pintó El Bosco ‘El jardín de las delicias’ mientras sufría de una alucinación?», se pregunta.
Hombre árbol
El historiador de arte alemán Hans Belting cree que esta figura es un autorretrato de El Bosco.
De todo modos, «El Jardín de las delicias» elude cualquier análisis, dice por su parte Falkenburg. Para él, es un trabajo diseñado deliberadamente para resistir la interpretación.
El famoso historiador del arte alemán Erwin Panofsky escribe en el libro «Los primitivos flamencos» que, pese a todas las investigaciones, no puede evitar sentir que»el verdadero secreto de las pesadillas magníficas» de El Bosco no han logrado revelarse.
«Hemos abierto algunos agujeros en la puerta de una habitación cerrada, pero de alguna manera parece que no hemos descubierto la llave», asegura.
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EL Jardín de las Delicias, explicado por el Museo del Prado
El origen de este tríptico -la obra más afamada y singular de cuantas realizó El Bosco- se vincula definitivamente a la Casa de Nassau -propietaria de un castillo en Breda, no lejos de Hertogenbosch-, si bien, por el momento, no se sabe si lo mandó hacer Engelberto II de Nassau, fallecido en 1504, o su sobrino y heredero Enrique III de Nassau, en cuyo castillo-palacio de Bruselas lo vio Antonio de Beatis en 1517, durante el viaje que hizo a los Países Bajos acompañando al cardenal Luis de Aragón. A la muerte de Enrique de Nassau, pasó a manos de su hijo Enrique de Châlons y, al fallecer éste en 1544, a las de su sobrino Guillermo de Orange. Confiscado al príncipe de Orange por los españoles en 1568, fue propiedad del prior de la orden de San Juan, Fernando de Toledo, hasta su muerte en 1591. Felipe II lo adquirió en su almoneda y en 1593 lo destinó al monasterio de El Escorial, registrándose en su libro de entregas como «una pintura de la variedad del Mundo, que llaman del Madroño». Permaneció en El Escorial hasta la Guerra Civil y en 1939 ingresó en el Museo del Prado como depósito de Patrimonio Nacional. Pese a que no está firmado ni documentado, nadie duda de que El jardín de las delicias es un original de El Bosco. Aunque probablemente el comitente fue Enrique III de Nassau -como opina también Paul Vandenbroeck, que sitúa su ejecución en 1503, cuando se desposó con su primera mujer, por considerar su temática vinculada al matrimonio-, no se puede descartar la posibilidad de que lo encargara su tío Engelberto II de Nassau, pues ambos eran amantes de la pintura y miembros de la cofradía de la Virgen de Hertogenbosch, a la que también pertenecía El Bosco desde 1486-1487, por lo que debían conocer al pintor y su obra, ya que los miembros de dicha cofradía tenían la obligación de acudir a la villa de Hertogenbosch en determinadas festividades y en la catedral de San Juan -en la que tenía su capilla la cofradía- había entonces varias pinturas de El Bosco. Por lo que respecta a su cronología, aunque no hay elementos de juicio para establecer una evolución en las obras de El Bosco, todo apunta a que, a fines de la década de 1480, su estilo estaba ya perfectamente conformado, de modo que nada impide que El Bosco haya podido ejecutar El jardín de las delicias en 1500 e incluso antes, puesto que la dendrocronología de esta obra, realizada por Peter Klein, confirma que el soporte de roble del Báltico en el que se hizo, estaba cortado y secado en 1458, si bien se almacenó y se utilizó bastantes años después, por lo excepcional de sus dimensiones. El jardín de las delicias es una de las creaciones más enigmáticas de El Bosco, por lo que, para tratar de descubrir su significado, es necesario saber qué es lo que el pintor representa en cada tabla. El tríptico cerrado muestra en grisalla el final del tercer día de la Creación. Arriba, a la izquierda, aparece Dios Padre con triple corona y un libro abierto. En la parte superior de las dos tablas, una inscripción en latín con letra gótica dorada (Salmos, 148, 5) es la clave para identificar el momento elegido: «Ipse dixit et facta sunt» (Él mismo lo dijo y todo fue hecho) en la izquierda e «Ipse mandavit et creata sunt» (Él mismo lo ordenó y todo fue creado) en la derecha. El mundo de El Bosco sigue las convenciones de la época: la tierra es plana, con agua alrededor y con abundante vegetación, rodeada de una esfera, con reflejos luminosos para dar la impresión de ser cristalina y traslúcida. El tríptico abierto contrasta, por la brillantez de su color, con la grisalla del reverso, con sus tres paneles distribuidos en tres planos superpuestos, gracias a la elevación de la línea del horizonte. En el panel izquierdo, dedicado al Paraíso terrenal, aparece en primer plano Dios -identificado por sus rasgos con Cristo- en medio de Adán y Eva. Se trata, por tanto, de la presentación de Eva a Adán, muy poco frecuente en las representaciones del Paraíso. En el plano medio, El Bosco incluye en el centro la fuente de los cuatro ríos del Paraíso, a la izquierda el drago -un árbol procedente de Canarias que se asocia con el árbol de la vida-, y a la derecha el árbol de la ciencia del bien y del mal, con la serpiente enrollada en el tronco. El panel central -que da nombre al tríptico, conocido como El jardín de las delicias o La pintura del madroño– está poblado por gran número de figuras humanas, animales, plantas y frutas. Las primeras -desnudas a excepción de la pareja del ángulo inferior derecho, que se suele identificar con Adán y Eva tras la expulsión del Paraíso-, ya sean hombres, mujeres, blancos o negros, generalmente aparecen en grupos o en parejas. Los animales -reales o fantásticos- muestran dimensiones muy superiores a las normales, al igual que plantas y frutas. No hay duda de que en esta tabla El Bosco representa al mundo entregado al pecado y muestra a hombres y mujeres desnudos, manteniendo relaciones -algunas contra natura- con una fuerte carga erótica o sexual alusiva al tema dominante en esta obra, el pecado de la lujuria, aunque no sea el único. En el plano medio, El Bosco representa un estanque lleno de mujeres desnudas. Fuera de él, gira a su alrededor un grupo de hombres sobre cabalgaduras distintas -algunas fantásticas-, alusivas a los pecados capitales. En el superior el pintor incluye cinco construcciones fantásticas sobre el agua, la central similar a la fuente de los cuatro ríos del panel del Paraíso, aunque resquebrajada. Se alude con ello a su fragilidad, al carácter efímero de las «delicias» que gozan los seres humanos que pueblan este jardín. En el panel derecho, El Bosco representa el Infierno, el más impresionante de los conocidos del pintor, al que se suele llamar «Infierno musical» por la importante presencia de instrumentos musicales, utilizados para torturar a los pecadores que dedican su tiempo a la música profana, como los amantes de la parte superior de la tabla central del tríptico de El carro de heno (Prado). De toda la escena, lo que más atrae la atención es el plano medio con la figura del hombre-árbol -asociado con el demonio-, tanto por su color claro sobre fondo oscuro, como por su gran tamaño en relación a los otros seres representados. Si en el jardín de las delicias dominaba la lujuria, en el Infierno reciben su castigo todos los pecados capitales. Buen ejemplo de ello es el monstruo sentado en el primer plano, a la derecha de la tabla, que devora hombres y los expulsa por el ano -avaros-. Y, sin duda, alude a los glotones -al pecado de la gula- el interior de taberna del tronco del hombre-árbol, en el que los personajes desnudos sentados a la mesa esperan a que los demonios les sirvan sapos y otros animales inmundos, al igual que se destina a los envidiosos el suplicio del agua helada. Tampoco faltan castigos para los vicios censurados por la sociedad de la época, como el juego, o para alguna clase social, como el clero tan desprestigiada entonces, como se verifica en el cerdo con toca de monja que abraza a un hombre desnudo, abajo, a la derecha de la tabla. El tríptico de El jardín de las delicias es una obra de carácter moralizador -no exenta de pesimismo- en la que El Bosco insiste en lo efímero de los placeres pecaminosos representados en la tabla central. El pecado es el único punto de unión entre las tres tablas. Desde su aparición en el Paraíso con la serpiente y con Eva -que asume la culpa principal de la expulsión del Paraíso, propia de la misoginia medieval-, el pecado está presente en el mundo -pese a que se muestre como un Paraíso terreno engañoso a los sentidos- y tiene su castigo en el Infierno. |
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Hieronymus Bosch Butt Music
Hieronymus Bosch Butt Music
http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/02/140225_el_bosco_trasero_infierno_lp |
https://www.youtube.com/watch?v=9TU2evJxbcY
Toco la partitura del CUL0 de El Bosco