París en el siglo XX, de Julio Verne (Parte 7)

Indice

París en el siglo XX  (Parte VII)

Julio VerneCapítulo XVII
Et in pulverem reverteris

 

¿Qué le sucedió al infeliz durante el resto de aquella terrible noche? ¿Adónde le llevaron sus pasos? ¿Se perdió sin poder marcharse de la funesta capital, de aquel París maldito? ¡Preguntas insolubles!

Hay que suponer que estuvo dando vueltas constantemente en medio de las innumerables calles que rodean el cementerio del Père-Lachaise, porque el viejo camposanto se encontraba en plena población. La ciudad se prolongaba por el este hasta los fuertes de Aubervilliers y de Romainville.

Sea como fuere, cuando el sol del invierno se levantó sobre aquella ciudad blanca, Michel estaba en el cementerio.

Ya no tenía fuerzas para pensar en Lucy; sus ideas se congelaban; era como un espectro errante entre las tumbas y no como un extraño, porque se sentía en su casa.

Subió por la gran avenida y torció a la derecha por los húmedos paseos del cementerio bajo; los árboles, cargados de nieve, lloraban sobre las tumbas resplandecientes; únicamente las piedras verticales, respetadas por la nieve, mostraban el nombre de los muertos.

Pronto apareció el monumento funerario de Eloísa y Abelardo, en ruinas; tres columnas, soportando un arquitrabe roído, se mantenían todavía en pie como la grecostasis del Foro romano.

Michel miraba sin ver; un poco más lejos leyó los nombres de Cherubini, Habeneck, Chopin, Massé, Gounod, Reyer, en aquel rincón reservado a los que vivieron de la música y que tal vez murieron por ella, y pasó sin detenerse.

Pasó ante un nombre incrustado en la piedra, sin fecha, sin lamentaciones grabadas al cincel, sin emblemas, sin fasto, un nombre respetado por el tiempo: La Rochefoucauld.

Luego entró en una ciudad de tumbas limpísimas como casas holandesas, con su pulida verja delantera y sus escalones frotados con piedra pómez. Le dieron ganas de entrar.

«Y sobre todo de quedarme —pensó—, y reposar para siempre».

Aquellas tumbas que rememoraban todos los estilos arquitectónicos, tumbas griegas, romanas, etruscas, bizantinas, lombardas, góticas, renacentistas, del siglo veinte, se unían en un pensamiento de igualdad; la unidad estaba en los muertos, convertidos nuevamente en polvo, bajo el mármol, el granito, la cruz de madera negra.

El joven seguía desfilando; subió poco a poco la fúnebre colina y, roto de cansancio, se apoyó en el mausoleo de Béranger y de Manuel; aquel cono de piedra, sin adorno ni escultura, estaba todavía en pie como la pirámide de Gizeh y cubría a los dos amigos unidos en la muerte.

A veinte pasos, el general Foy velaba sobre ellos y, envuelto en su toga de mármol, parecía seguir defendiéndolos.

De pronto se le ocurrió al infeliz rebuscar entre aquellos nombres; ninguno de los que el tiempo había respetado le sugería nada; muchos, y de entre los más fastuosos, eran ilegibles en medio de los emblemas desaparecidos, de las manos unidas y ahora separadas, de los blasones roídos, sobre esas tumbas muertas a su vez.

Sin embargo, iba, se perdía, volvía, se apoyaba en las verjas de hierro; vio a Pradier, cuya Melancolía de mármol se deshacía en polvo, a Desaugier, mutilado en un medallón de bronce, y el recuerdo sepulcral de sus alumnos a Gaspard Monge, y la velada plañidera de Etex todavía agarrada a la tumba de Raspail.

Siguió subiendo y rodeó un monumento soberbio, de un estilo puro, de un mármol bravío, rodeado de muchachas ligeras de ropa que corrían y saltaban en torno al friso, y leyó:

A Clairville

sus conciudadanos agradecidos.

Continuó. No lejos, se veía la tumba inacabada de Alejandro Dumas, que se había pasado la vida pidiendo para la tumba de los demás.

Volvió a encontrar el barrio de los ricos, que todavía se permitían el lujo de opulentas apoteosis; allí, los nombres de las mujeres honradas se mezclaban despreocupadamente con los de las cortesanas célebres que supieron ahorrar para un mausoleo; algunos de esos monumentos podían parecer casas de mala nota. Más lejos, se veían algunas tumbas de actrices en las que los poetas de la época arrojaron vanidosamente sus versos desesperados.

Por último, Michel se arrastró hacia el otro extremo del cementerio, donde un d’Ennery magnífico dormía el sueño eterno en un sepulcro teatral, junto a la sencilla cruz negra de Barrière, donde los poetas se daban cita como en la esquina de Westminster, donde Balzac, saliendo de su mortaja de piedra, seguía esperando su estatua, donde faltaban Delavigne, Souvestre, Bérat, Plouvier, Banville, Gautier, Saint-Victor, reposaban junto a otros muchos de quienes ya ni figuraba el nombre.

Más abajo, Alfred de Musset, mutilado sobre su estela funeraria, veía morir junto a él el sauce que había pedido en sus versos más suaves y mejor suspirados.

En aquel momento, el infeliz recuperó el hilo de su pensamiento; su ramo de violetas cayó de su pecho; lo recogió y lo colocó llorando sobre la tumba del poeta abandonado.

Luego subió más arriba, aún más arriba, recordando y sufriendo, y a través de un claro de cipreses y de sauces divisó París.

Al fondo se erguía el Mont-Valérien, a la derecha Mont-martre, esperando todavía el Partenón que los atenienses hubieran colocado en aquella acrópolis, a la izquierda, el Pantéon, Notre-Dame, la Sainte-Chapelle, los Inválidos, y, más lejos, el faro del puerto de Grenelle, elevando su aguda punta a quinientos pies sobre los aires.

Por debajo, París y sus cien mil casas hacinadas, de las que surgían las humeantes chimeneas de diez mil fábricas.

Aún más lejos, el cementerio bajo; desde allí, algunos grupos de tumbas parecían pequeñas ciudades, con sus calles, sus plazas, sus casas y sus enseñas, sus iglesias, su catedral, representada por una tumba más ostentosa.

Por último, hacia arriba, los globos provistos de pararrayos que quitaban al rayo cualquier pretexto para caer sobre las 

casas desguarnecidas y alejaban a todo París de sus desastrosas iras.

¡Michel hubiera querido cortar las cuerdas que retenían cautivos a aquellos globos y que la ciudad desapareciera bajo un diluvio de fuego!

—¡Oh, París! —exclamó con un desesperado gesto de cólera—. ¡Oh, Lucy! —murmuró, y cayó desvanecido sobre la nieve.

♦♦♦

Julio Verne

Julio Verne y su época
Notas del editor

Estas notas sólo pretenden facilitar la lectura de París en el siglo XX, aclarando capítulo por capítulo el contexto literario, social y científico en el que fue escrito. Por un afán de simplificación nos hemos abstenido, excepto cuando era necesario, de mencionar las fechas de nacimiento y defunción de los personajes citados.

Capítulo I

Paul-Louis COURIER: texto extraído de las Lettres au rédacteur du Censeur(1819-1820), carta IX. Panfletista brillante y erudito, Courier es una de las figuras sobresalientes de la oposición intelectual a la reacción legitimista y clerical surgida después de 1815.

El Crédito Instruccional, caricatura de los establecimientos de crédito industrial que, sobre el modelo del Crédito Mobiliario de los hermanos Isaac y Émile Pereire, fundado en 1852, contribuyeron de forma decisiva a la expansión económica de Francia bajo el Segundo Imperio, al precio de una gestión a veces arriesgada. Los gigantescos trabajos dirigidos por Haussmann, que aparece aquí bajo la transparente denominación de «ministro para el Embellecimiento de París», reposaban en una estrecha y fructífera asociación entre dichos establecimientos de crédito y el Estado, cuya extensión a la cultura y a la educación Julio Verne enfoca con verbo inspirado.

Maître MOCQUART: este nombre quizás evoque el de Mocquart, uno de los principales íntimos de Luis Napoleón Bonaparte, abogado y periodista que se convirtió en jefe de gabinete del Príncipe Presidente, uno de sus cómplices en la preparación del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851. Conservó esta función bajo el imperio, hasta su fallecimiento en 1864.

FRAPPELOUP: relacionarlo con Justin-Prosper de Chasseloup-Laubat, miembro del Consejo de Estado y ministro de Marina bajo el Segundo Imperio.

Alphonse KARR: literato francés, amigo de Hetzel, conocido por su vena satírica.

Capítulo II

A partir de este capítulo Julio Verne muestra su capacidad para extrapolar las técnicas de su época. Su descripción de un ferrocarril metropolitano automatizado, silencioso y propulsado por un sistema electroneumático no tiene nada de 

absurdo ni utópico si se le compara con algunos logros recientes como el Val, como tampoco la atención que presta a las posibilidades del recientísimo motor Lenoir.

Adolphe JOANNE: geógrafo francés, fundador de las guías Joanne, precursoras de las Guías Azules, a partir de una descripción sistemática de los trayectos por ferrocarril.

Jean-Baptiste JOBARD: ingeniero belga de origen francés, inspirador de numerosas innovaciones.

Étienne LENOIR: inventor de un motor de gas del que proceden todos los motores de los automóviles actuales.

Capítulo III

Thomas Russell CRAMPTON: ingeniero inglés, inventor de una de las primeras locomotoras de alta velocidad que sigue siendo legendaria.

Capítulo IV

Paul de KOCK: prolífico autor de novelas anecdóticas y humorísticas muy apreciadas por el público popular, pero que sufrieron las burlas constantes de los medios cultivados de la época romántica.

Aimable Jean-Jacques PELISSIER: mariscal de Francia, se distinguió especialmente durante la guerra de Crimea con la toma de Sebastopol el 9 de septiembre de 1855, después de un asedio de once meses, y la conquista, el 8 de septiembre, de la fortaleza de Malakoff, que defendía la ciudad.

Capítulo V

Claude PERRAULT: sabio y arquitecto francés, hermano del fabulista Charles Perrault.

Charles, conde de STANHOPE: erudito y escritor inglés.

Thomas de COLMAR: inventor en 1819 de una máquina de calcular bautizada como «Aritmómetro».

MAUREAL y JAYET: inventores de una máquina de calcular con cuatro esferas, presentada en 1849 en la Academia de Ciencias.

Henri MONDEUX: calculador prodigio, era un simple pastor de Touranges; cayó en el olvido tras una efímera celebridad.

Charles WHEATSTONE: inventor inglés, constructor de uno de los primeros aparatos telegráficos eléctricos, inventor también del reóstato.

Giovanni CASELLI: sabio italiano, inventor en 1859 del «Pantelégrafo», que permitía la reproducción telegráfica de la escritura y del dibujo. El 5 de febrero de 1865 fue inaugurada, en la oficina central de telégrafos en la calle de Grenelle, una sala reservada a cuatro pantelégrafos Caselli que unían París con Le Havre y con Lyon. Este notable procedimiento se basa en la lectura en líneas paralelas del documento original, escrito sobre una hoja metálica mediante una tinta no conductora de electricidad, por un estilete que, al contacto con la tinta, transmite un impulso a un estilete receptor que a su vez recorre simultáneamente una hoja de papel sensible a la que marca con el trazo correspondiente. A pesar del gran éxito, fruto de la curiosidad inicial, este procedimiento cayó en el olvido hasta la aparición del belinógrafo, que permitía la lectura del documento por una célula fotoeléctrica.

WATT y BURGESS: este procedimiento del tratamiento de la madera con sosa, procedente de las investigaciones del célebre ingeniero escocés y elaborado por el papelero Burgess en 1851, sigue en uso y permite pasar en pocas horas del tronco de árbol a la bobina de papel.

Capítulo VI

QUINSONNAS: Este nombre puede relacionarse con el del pueblo de Quinson, cerca de Digne, en el Verdon. Hay que señalar la existencia de un caballero François de Quinsonnas  (1719-1768), oficial y poeta, autor de epigramas contra Voltaire, entre los cuales figura La capirotada, poema o todo lo que se quiera, aparecido en 1745, que es una parodia de La batalla de Fontenoy de Voltaire. Además, un nombre que «suena a quinta» es muy adecuado para un músico…

CALINO: es el personaje principal de un vodevil de gran éxito de Barrière (autor citado más abajo por J. Verne), en 1856, cuyo papel de ingenuo y de bobo se ha hecho proverbial.

Capítulo VII

JEANSELME: conocida familia de ebanistas del siglo XIV. La asociación que imagina J. Verne con el célebre fabricante de pianos Erard refleja muy bien la «pianomanía» del siglo XIX. El extraño instrumento descrito por Julio Verne se parece mucho al que patentará un tal Millward en 1866, quien consiguió integrar una cama, un armario, un buró con cajones, un aseo con jarro y jofaina, una caja de herramientas, un espejo, un escritorio y una pequeña cómoda…

Capítulo VIII

Claude GOUDIMEL: compositor francés, protestante, asesinado en Lyon durante la Noche de San Bartolomé.

Los hugonotes: famosa ópera de Meyerbeer, compuesta en 1836.

THILORIER: físico famoso por sus experimentos públicos sobre la licuefacción del gas carbónico mediante un aparato inventado en 1835. El 29 de diciembre de 1840, la explosión de este aparato costó la vida a Hervy, su preparador en la Escuela de Farmacia de París. A propósito de la «Thiloriana» se observará que Charles-Valentin Alkan, figura excéntrica del romanticismo musical francés, compuso en 1844 un estudio opus 27 llamado «El ferrocarril», que evoca de manera precisa el arranque, la aceleración del tren y la llegada del convoy a la estación.

Sigismond THALBERG: famoso pianista virtuoso y compositor, que fue rival de Franz Liszt por algún tiempo.

Émile PRUDENT, Jules SCHULHOFF: pianistas y compositores estimados en la época en que escribe Julio Verne.

Guillermo Tell: ópera de Rossini compuesta en 1829.

Roberto el Diablo: ópera de Meyerbeer, compuesta en 1831.

Louis Joseph HEROLD: compositor lírico.

Daniel François Esprit AUBERT: compositor lírico.

Félicien DAVID: compositor francés, miembro de la orden sansimoniana hasta su disolución en 1833, viaja seguidamente a Oriente Medio. Admirado por Berlioz, fue objeto de un verdadero culto a partir de la ejecución de su Desierto, seguido de un olvido bastante rápido.

Victor MASSÉ: compositor de óperas (Pablo y Virginia, en particular) y operetas (Las bodas de Jeanette). Sólo esta última obra ha sobrevivido un poco al olvido.

Enfin Wagnerbe vint (Por fin llegó Wagnerbe), juego de palabras descabellado y jugoso sobre el célebre verso de Boileau en el Arte poética: En fin Malherbe vint (Por fin llegó Malherbe).

Capítulo X

Este capítulo ilustra de manera muy curiosa los gustos y afinidades literarias de Julio Verne y revela su relación con su editor, P. J. Hetzel. Julio Verne intenta aquí crear una complicidad con él y aparecer como un buen conocedor de los medios literarios de la época. Hetzel, editor de Hugo, Balzac, George Sand, Musset, Baudelaire, era un hombre respetado que mantenía con la mayoría de los editores de su época relaciones de amistad a veces selladas por la solidaridad del exilio o de la oposición al Segundo Imperio. Visiblemente poco enterado de los matices y las complejidades de esta red intelectual y amistosa, Julio Verne perora con aplomo, multiplica los elogios hiperbólicos de aquellos a quienes cree cercanos al editor y se carga atropelladamente a los demás. Al cabo, termina por irritar a aquel cuyo reconocimiento busca con tanto ahínco, como lo atestiguan las anotaciones del editor al margen de su manuscrito así como su carta de rechazo.

Jacques AMYOT: escritor francés del Renacimiento, autor en particular de traducciones de Plutarco y de Longo.

Mathurin RÉGNIER: escritor francés del siglo XVI, autor de Sátiras y de Epístolas.

ANCILLON: familia de protestantes franceses emigrados a Alemania después de la revocación del Edicto de Nantes, y que ha producido varias generaciones de escritores, historiadores y políticos.

Joseph PRUDHOMME: personaje creado por el escritor Henri Bonaventure Monnier en Grandeza y decadencia del señor Joseph Prudhomme (1853). Tipo de burgués sentencioso y satisfecho de sí mismo.

Vincent VOITURE: poeta y escritor francés, una de las figuras de la corriente preciosista del siglo XVII, considerado en la época de Julio Verne como el arquetipo de autor de frases ingeniosas y alambicadas.

Charles NODIER: uno de los primeros escritores románticos franceses, próximo al espíritu del romanticismo alemán.

Pierre-Jean de BÉRANGER: autor de canciones patrióticas de inspiración liberal y napoleónica cuya popularidad fue inmensa durante la Restauración.

Saint-Point: pueblo del Maconnais donde se encontraba el castillo de Lamartine.

Jules JANIN: novelista y crítico, amigo de Hetzel.

Charles MONSELET: periodista, literato y gastrónomo. Autor de un Almanaque de los golosos, amigo de Hetzel.

Frédéric SOULIÉ: novelista y autor dramático, amigo de Hetzel.

Léon GOZLAN: periodista y literato francés, ex secretario de Balzac, autor de novelas (Las Emociones de Polydore Marasquin) y de comedias. Amigo de Hetzel.

Prosper MÉRIMÉE: el ácido comentario de Julio Verne (un general de antecámara) se refiere tal vez a su vinculación con el Segundo Imperio. Mérimée fue uno de los principales íntimos de la corte imperial.

SAINTEBEUVE: citado aquí por Julio Verne con una ironía bastante desdeñosa, estaba sin embargo en términos muy cordiales con P. J. Hetzel.

Étienne ARAGO: químico, y posteriormente literato y autor de vodeviles, republicano inveterado, alcalde de París a la caída del Segundo Imperio.

Victor COUSIN: filósofo francés, profesor de historia de la filosofía en la Sorbona desde 1828, posteriormente académico, par de Francia y ministro de Instrucción Pública en la Monarquía de Julio, obligado a retirarse después del golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851.

Pierre LEROUX: uno de los principales pensadores del socialismo francés del siglo XIX, muy admirado por Hugo y por George Sand. Fundador del diario Le Globe, convertido transitoriamente al sansimonismo en 1830, muy activo en 1848, forma parte de los proscritos del 2 de diciembre de 1851.

Ernest RENAN: filólogo y escritor, profesor de hebreo en el Collège de France en 1862. La publicación de La vida de Jesús, que sitúa a Cristo en su contexto histórico y en sus dimensiones humanas, desencadenó en contra de él una campaña de los medios católicos tan violenta que causó su revocación del Collège de France en 1864.

Émile de GIRARDIN: periodista, fundador de La Presse en 1836, brillante polemista. Una de las figuras más sobresalientes de la historia del periodismo en Francia.

Louis VEUILLOT: periodista católico y fogoso polemista pero respetado por su integridad.

François GUIZOT: historiador de primera fila, hombre político. De 1840 a 1848, fue primer ministro de Luis Felipe. Su austeridad y su intransigencia respecto al partido liberal contribuyeron sin duda a la crisis de 1848 y a la caída de la Monarquía de Julio.

Adolphe THIERS: Primer ministro de Luis Felipe de 1836 a 1840. En 1871 se convirtió en el jefe del ejecutivo y luego en el presidente de la República provisional. Su Historia de la Revolución francesa(1824-1827), que treinta años después fue seguida por una Historia del Primer Imperio, le valió una duradera celebridad de historiador durante el siglo XIX.

Claude Antoine NORIAC: literato y autor dramático, uno de los directores del teatro de Variedades, luego director de los Bouffes Parisiens en 1867. Es autor de una obra titulada La estupidez humana, de 1860, cuando Flaubert aún maduraba el proyecto de su Enciclopedia de la estupidez humana, que se convertiría en Bouvard y Pécuchet.

Alfred ASSOLANT: autor en particular de las Aventuras del capitán Corcoran, que sigue siendo un clásico de la literatura juvenil.

PARADOL: Se trata sin duda de Lucien Anatole Prévost-Paradol, escritor y publicista político, periodista de oposición al Segundo Imperio, al que se adhirió tardíamente; siendo ministro de Francia en Washington, se dio muerte en 1870 cuando se anunció la declaración de guerra a Prusia.

Aurélien SCHOLL: cronista y novelista. Amigo de Hetzel.

Edmond ABOUT: escritor brillante y cáustico, de quien hoy todavía se recuerda El rey de las montañas y El hombre que tenía la oreja rota. Amigo de Hetzel.

Francisque SARCEY: crítico teatral del periódico Le Temps, fue una figura familiar de la vida intelectual parisina durante más de cuarenta años. Apoyado desde sus principios por P. J. Hetzel.

Ernest FEYDEAU: autor dramático, poeta, novelista, padre del autor de vodeviles Georges Feydeau.

Jean-Baptiste LOUVET DE COUVRAI: novelista y político del siglo XVIII. Autor en particular de una famosa novela licenciosa, Las aventuras del caballero de Faublas.

CHAMPFLEURY (Jules HUSSON, llamado): crítico y novelista. Figura importante y curiosa que durante los años 1850 inició una batalla a favor del realismo en la literatura, pero también en las artes plásticas, donde apoyó a Courbet y publicó un ensayo sobre los hermanos Le Nain. Mantenía unas relaciones muy cordiales con P. J. Hetzel.

Jean MACÉ: de familia pobre, Jean Macé se dedicó a la enseñanza primaria, después de 1848 se hizo periodista y desarrolló sus conceptos de la enseñanza. Establecido en Alsacia después del 2 de diciembre de 1851, conoce a Hetzel, con quien fundó, en 1864, el Magasin d’Éducation et de Récréation. Fundador de la Ligue Française de l’Enseignement en 1866. Autor en 1861 de la novela pedagógica Historia de un pedazo de pan. El elogio encendido que Julio Verne hace de él, como de todos los amigos de Hetzel, no parece alcanzar su objetivo, ya que este último anota precisamente en este lugar, al margen del manuscrito, «encuentro toda esta revista pueril»…

Joseph MÉRY: poeta, novelista, autor dramático fecundo y a menudo paradójico.

P. J. STAHL: fue el nombre de pluma del propio Hetzel, quien lo publicó evidentemente muy «cuidadosamente».

Arsène HOUSSAYE: periodista, crítico, novelista. Autor fértil y amable, que siempre busca la frase ingeniosa, de ahí el comentario ácido de Verne que le relaciona con los preciosistas del siglo XVII.

Paul BINS, conde de SAINTVICTOR: escritor y crítico literario. Reputado, efectivamente, por su estilo a veces excesivamente fastuoso…

Capítulo XI

El Great Eastern: Caprichosamente ortografiado Great Esthern por Julio Verne, este buque legendario medía 110 metros de largo y fue durante mucho tiempo el más grande del mundo; en 1865-1866 sirvió todavía para la inmersión del cable telegráfico que une Europa a América. Fue durante esa época cuando Julio Verne llevó a cabo una travesía del Atlántico que le inspiró Una ciudad flotante.

Capítulo XII

La batalla de los amalecitas: episodio sacado del Antiguo Testamento, Éxodo, 17,12.

Capítulo XIII

Los pájaros de Zeuxis: historia proverbial sobre el pintor griego Zeuxis (464-398 a. de C.). Se decía que su habilidad era tal que cuando pintaba un racimo de uvas los pájaros intentaban picotearlo.

«Es que era auvernés…», hay que recordar que en el teatro de bulevar, y en particular en el vodevil, los personajes auverneses, aguaderos o vendedores de carbón, eran los encargados de regocijar al público por su acento, su zafia rusticidad y su ingenua rapacidad.

«La yegua de Rolando»: adornada proverbialmente con todas las virtudes, al parecer sólo le faltaba… existir.

Capítulo XIV

François PONSARD: autor dramático, amigo de Jules Hetzel.

Émile AUGIER: autor dramático de moda. Fue autor en particular de Gabrielle, citado más abajo.

Victorien SARDOU: autor dramático (Madame Sans Gêne, La Tosca, así como Nuestros íntimos, citado más abajo).

Théodore BARRIÈRE: vodevilista prolífico, autor en particular de Calino, citado más arriba.

Paul MEURICE: literato y dramaturgo, amigo de Victor Hugo.

Auguste VACQUERIE: literato y autor dramático, hermano de un yerno de Victor Hugo.

Le demi-monde, de Dumas hijo, Gabrielle, de Émile Augier, Nuestros íntimos, de Victorien Sardou, están aquí curiosamente «invertidos» para satisfacer los gustos del público en 1960: Julio Verne convierte a los personajes femeninos en personajes masculinos, y viceversa, según los criterios de un feminismo cuya visión le hace estremecerse visiblemente.

Este mecanismo de «inversión» merece algunas aclaraciones. Éstos son los elementos de la intriga correspondientes a las adaptaciones realizadas por el Gran Depósito Dramático, en París en el siglo XX:

Le demi-monde, de DUMAS hijo, fue un gran éxito de escena. La pérfida señora de Ange atrae en sus redes al cándido Nanjac y sólo la intervención de su fiel amigo Jalin, antiguo amante de la señora de Ange, salva a este último de una unión deplorable. Hay que observar que los comentarios de la época se asombraban de «ese mundo de mujeres casadas cuyos maridos no aparecen nunca», fórmula que Julio Verne invierte jocosamente.

Gabrielle es una comedia en alejandrinos de Émile AUGIER. Gabrielle, casada con el austero y trabajador Julien Chabrière, de profesión procurador, se aburre y bovariza peligrosamente, hasta pensar en abandonar marido e hijos en los brazos del joven Stéphane. El procurador, adivinando su proyecto, revela a la vez la grandeza de su alma y su madurez como jefe de familia al dar a los dos culpables un sermón velado pero elocuente sobre la decadencia que espera a la mujer adúltera. Gabrielle, conmovida, renuncia a su proyecto, echa a su seductor y cae en los brazos de su esposo exclamando: «¡Oh, padre de familia! ¡Oh, poeta! ¡Te amo!».

Nuestros íntimos, de Victorien SARDOU, es una comedia construida con bastante ingenio sobre el tema de la verdadera y de la falsa amistad. A pesar de las amargas advertencias de su amigo Tholozan, médico escéptico y aparentemente misántropo, el ingenuo y cordial Caussade invita en su propiedad de Ville d’Avray a unas personas que acaba de conocer y a quienes considera sus amigos. Pronto, todos rivalizarán en ingratitud y bellaquería respecto a él, en particular el joven Maurice, que desea a su mujer, Cécile, hasta llegar una sabrosísima escena en la que la intenta forzar, después de haber roto el cordón de la campanilla para impedirle que pida auxilio. La obra termina con una pirueta: Caussade manifiesta su intención de suicidarse porque sospecha una infidelidad de Cécile. Se oye un disparo entre bastidores… y Caussade vuelve, encantado de haber podido matar por fin a un zorro que devastaba su corral.

Amazampo o el descubrimiento de la quina: obra de Adolphe LEMOINEMONTIGNY, impresa en 1836.

Vida y opiniones de Tristram Shandy: Verne cita en varias ocasiones la obra de Laurence STERNE (1713-1768).

La alusión de Verne concierne aquí, en las ediciones actuales, al capítulo 27 del volumen IV, particularmente truculento, en la vena más rabelesiana de Sterne, y empieza así: «Cristos!… C…!, exclamó Phutatorius…». Al señor Phutatorius, cuyo nombre significa más o menos «que se dedica a la copulación», se le acaba de caer una castaña aún caliente en la bragueta que ha dejado abierta sin darse cuenta… Se comprende que el casto Michel se negara a construir una obra a partir de esto, como también se comprende la anotación estupefacta de Hetzel al margen del manuscrito en ese lugar: «¡está usted chiflado!».

Capítulo XVI

Aunque tras la producción del primer arco eléctrico por Davy (1778-1829) ya se presentía la posibilidad del alumbrado eléctrico, éste no se generalizó realmente hasta finales de siglo con la aplicación de las ampollas de incandescencia de tipo Edison, que suplieron a los candelabros de arco, potentes pero de funcionamiento delicado. Se puede observar que en 1861, a título experimental, se instaló en la puerta del Palais Royal de París una lámpara eléctrica de arco, alimentada por un motor de tres caballos, y su luz, al parecer, suplía todas las farolas de gas de la plaza. También a título experimental, se utilizaron proyectores de arco para iluminar por la noche los trabajos de construcción del Hotel du Louvre, y después los de la exposición de 1867. Las primeras aplicaciones regulares del alumbrado eléctrico se hacen a partir de 1885.

Gustave FLOURENS: brillantísimo universitario que con veinticinco años sustituyó a su padre en el Collège de France a partir de 1863 en la cátedra de historia natural: participó en la Comuna de 1871 y murió durante un combate contra las tropas de Versalles.

Benoît FOURNEYRON: ingeniero y político, inventor en 1834 de la turbina hidráulica que lleva su nombre.

KOECHLIN: familia de industriales franceses.

«… un procedimiento húngaro»: broma sobre Franz Liszt, por supuesto, cuyo legendario virtuosismo desafiaba el entendimiento…

Capítulo XVII

La «grecostasis» era en el Foro romano el lugar donde se hacía esperar a las delegaciones extranjeras ante el Senado de Roma.

Luigi CHERUBINI: compositor nacido en Florencia, director del Conservatorio de París en 1821, autor en particular de Medea.

François Antoine HABENECK: compositor, ilustre director de orquesta, fundador de la Sociedad de Conciertos del Conservatorio, principal introductor de la obra sinfónica de Beethoven en Francia.

Ernest REYER: compositor lírico francés, autor de Sigurd.

Jacques Antoine MANUEL: político francés, diputado en la Restauración, se convirtió en el símbolo de la oposición liberal en la primera Restauración después de su expulsión de la Cámara de los diputados durante un proceloso debate sobre la guerra de España en 1823.

Maximilien FOY: general francés, diputado en 1819 y en 1824. Como Manuel, se convirtió en una figura emblemática de la oposición liberal en la primera Restauración.

James PRADIER: escultor francés, autor en particular de las dos musas de la fuente Molière en París, así como de obras de tema mitológico.

Marc Antoine DESAUGIER: autor de vodeviles francés.

Gaspard MONGE: geómetra, principal fundador de la Escuela Politécnica.

Antoine ETEX: escultor y arquitecto francés. Autor de uno de los relieves del Arco de Triunfo de la plaza de l’Étoile, y de numerosos monumentos funerarios, género en el que era particularmente apreciado. Autor de un proyecto para un «monumento al vapor» para la plaza de l’Europe, cerca de la estación Saint-Lazare.

François Vincent RASPAIL: biólogo y político republicano, exiliado hasta 1863.

Louis François CLAIRVILLE: autor de vodeviles, fértil y apreciado. Autor en particular de Las campanas de Corneville.

Adolphe D’ENNERY: autor fértil de melodramas (Las dos huerfanitas) y adaptador en 1875 de La vuelta al mundo en ochenta días de Julio Verne.

Casimir DELAVIGNE: dramaturgo, autor de Las vísperas sicilianas (1819), de Marino Faliero (1829).

Eustache BÉRAT: autor de canciones francés.

Émile SOUVESTRE: literato, novelista y autor dramático.

Édouard PLOUVIER: autor dramático.

***

JULES GABRIEL VERNE (Nantes, 1828 – Amiens, 1905).

Escritor francés, considerado el fundador de la moderna literatura de ciencia ficción.

En sus relatos fantásticos predijo con gran precisión la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales.

En 1863 publica su primera novela, Cinco semanas en globo. Luego le siguen muchas más, superando el medio centenar de títulos, de los cuales podemos destacar Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1865), Veinte mil leguas de viaje submarino (1869), La isla misteriosa (1874), Miguel Strogoff, el correo del zar (1876) y El faro del fin del mundo (1881). Su última novela publicada en vida fue La invasión del mar (1905).

 

 

 

 


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