Tabla de contenidos
POPULISMO: EL FRENTE DEL HOMBRE CUALQUIERA
GIANNINI, EL ABUELO POLÍTICO DE BEPPE GRILLO
Por Xavier Casals
¿HASTA QUÉ PUNTO BEPPE GRILLO ES UN FENÓMENO NUEVO EN LA POLÍTICA ITALIANA? El líder del Movimento 5 stelle [Movimiento 5 estrellas, M5S] (que obtuvo casi un tercio de votos en las elecciones del pasado 24-25 de febrero) ha centrado los focos mediáticos tras las elecciones italianas y su populismo netamente “antipolítico” ha causado gran sorpresa, notablemente por su lenguaje descarnado.
Así, cuando sus diputados -los grillini– negociaron un fallido acuerdo con Bersani, Grillo, explicó La Vanguardia (28/III/2013)– “metió a todos los líderes políticos rivales en el mismo saco, calificándolos de ‘padres puteros’ que llevan años gobernando a expensas de la gente, sobre todo de los jóvenes. Esos ‘hijos de padre desconocido’ que han criado, que no tienen trabajo, ni casa, ni futuro, ‘los mandarán a todos a casa, de una forma u otra’. Acusó a esos políticos de llevar veinte años “dándonos por el culo y no tienen el pudor de quitar los cojones de manera espontánea”.
Giannini en un acto público de l’Uomo Qualunque.
¿Estamos ante una realidad novedosa de la política italiana ante este lenguaje descarnado y vulgar y los posicionamientos nihilistas del dirigente del M5S? Aunque en este blog ya hemos abordado el tema del M5S en algunas entradas (1 y 2) en esta ocasión nos interesa centrarnos en un antencedente histórico del grillismo: el llamado qualunquismo que lideró un comediógrafo y periodista italiano, Guglielmo Giannini (1891-1960).
Giannini, el antecedente de Grillo
Consideramos que el éxito del M5S en las elecciones italianas ha plasmado el ascenso de un populismo antiestablishment. Ello no conforma un hecho aislado y, por ejemplo, en Francia, el líder de la coalición Front de Gauche [Frente de Izquierda] Jean-Luc Mélenchon empleó el lema “Que se vayan todos!” Si nos pedimos cuál es el punto de partida de este fenómeno, sus antecedentes primigenios hay que buscarlos en el qualunquismo italiano y el poujadismo francés. A continuación nos interesa centrarnos en el primero.
El término qualunquismo alude al Fronte dell’Uomo Qualunque [Frente del Hombre Cualquiera] (UQ), que conformó “un partido contra todos los partidos”. Lo fundó el mencionado Giannini a finales del 1944 en la zona liberada de Italia. Cobró fama con el rotativo Uomo Qualunque, que pasó de 80.000 ejemplares a 850.000 el 1945, que Giannini definió así: “Este es el diario del hombre cualquiera, harto de todo el mundo, el único deseo ardiente del cual es que nadie le toque las narices”. Resumió el ideario en el explícito eslogan “Abbasso tutti” [Abajo todos]. Carente de programa, lanzó virulentas diatribas contra el Estado, la fiscalidad y la democracia.
Giannini denunció excesos en la depuración de exfascistas y criticó a los políticos profesionales alejados del “pueblo”. El 1946 el UQ logró el 5% de los votos (1.210.000 sufragios) y 30 escaños. Posteriormente exploró alianzas políticas y después de las elecciones del 1948 (a las cuales se unió el Partido Liberal) conoció un rápido declive.
La descripción de la UQ que el politólogo Marco Tarchi ha hecho en su sugerente estudio L’Italia populista (2003) recuerda los populismos actuales. Considera que el qualunquismo se presentó “como la voz de la gente común, excluida del reparto del poder, irritada contra los políticos ‘ávidos y corruptos’, indiferente a las ideologías en las cuales ve tanto la cobertura de las ambiciones de dominio de las élites, escéptica frente a cualquier programa y desconfiada de las prometidas electorales, de las cuales prevé su sistemática traición por parte de los electos”. Se mostró adverso “tanto al fascismo como al antifascismo, a la derecha monárquica, clerical o conservadora como la izquierda republicana, socialista o comunista”, señalando “la distancia insalvable entre el pueblo […] y los políticos profesionales”.
En suma, antes del ascenso al firmamento político italiano de Grillo, lo hizo Giannini con un populismo antiestablishment igualmente vibrante y directo en la época. Véase una comparación entre ambos en italiano clicando aquí.
* Hemos reconstruido la trayectoria de Giannini en un artículo dedicado a los primeros modernos populistas europeos, Giannini y Pierre Poujade, publicado en el diario catalán Ara (2/III/2013), del que este perfil de Giannini forma parte. Puede accederse a su lectura previo registro clicando aquí.
♦♦♦♦♦♦♦
El Beppe Grillo de la posguerra
Decía Marx, parafraseando a Hegel, eso de que la historia tiende a repetirse, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. Aunque cuando lo decía Marx todavía no sonaba a frase de repertorio para tertulianos pedantes. En Italia, sin embargo, habría que reformular ligeramente esta regla, porque la historia se repite, cierto, pero a menudo aparece primero como farsa, para repetirse después de nuevo como farsa. Y lo decimos sin la connotación negativa que Marx —alemán al fin y al cabo— imprimía al término. Tomemos a Beppe Grillo, por ejemplo. La suya es una historia que desde la España del consenso, el pacto y la cultura de la transición parece marciana: un cómico famoso que abre un blog, arrastra millones de lectores, y después crea un partido que pone en jaque a todo el mainstream político. Algo sin precedentes, dirán ustedes. Pues no. En Italia todo tiene un precedente más o menos pintoresco. En este caso se trata de un comediógrafo y periodista, llamado Guglielmo Giannini, que a mediados de los 40 fundó el —hasta hoy— más impresionante y fugaz meteoro político de la historia republicana italiana, el Frente del Hombre Cualquiera.
Nos encontramos a finales de 1944, en Italia quedan por delante todavía cinco meses de guerra. 15 meses antes, con la caída de Mussolini primero y del fascismo después, Italia había cambiado de bando en plena guerra. En el norte del país el ejército angloamericano y las brigadas partisanas continuaban combatiendo contra los alemanes en retirada y los residuos del antiguo régimen coagulados en torno a la República Social Italiana de Mussolini. Mientras tanto, Roma, que había sido liberada en junio, intentaba inventarse una nueva normalidad, después de 20 años de fascismo y cuatro de guerra. Una explosión de nuevas publicaciones nacía con la recién reencontrada (y todavía parcial) libertad de prensa. En este contexto aparece, el 27 de diciembre de 1944, el primer número de un semanario llamado El Hombre Cualquiera. El éxito es inmediato: 10.000 copias del semanal llegan a las calles y se agotan en cuestión de horas. En los días siguientes el editor se ve obligado a sacar ediciones sucesivas hasta llegar a los 80.000 ejemplares. El Hombre Cualquiera llegará a vender al cabo de pocos meses 800.000 ejemplares. El fundador y director de este fenómeno editorial, que se acabará convirtiendo como veremos en un fenómeno político, es Guglielmo Giannini, personaje singular y excéntrico: conocido sobre todo como autor y director teatral de obras ligeras, periodista especializado en crónica mundana e incluso letrista de cancioncillas populares. Jamás se había ocupado de política y por lo demás no se le conocía ideología alguna, si dejamos aparte ese fondo anarcoide tan típicamente italiano. Y sin embargo, el fulminante éxito de El Hombre Cualquiera demuestra que supo llegar con fuerza a esa mayoría silenciosa y políticamente abúlica (“que se había opuesto silenciosamente al fascismo”, decía Giannini con cierta benevolencia), exasperada por la miseria de la guerra, que rechazaba el nuevo sistema democrático y partidista como un cuerpo extraño, considerándolo parte del problema y no de la solución.
Desde el primer número de El Hombre Común queda claro que Giannini no ha venido para hacer amigos entre la nueva clase política. En portada aparece una viñeta que es ya un manifiesto: en una pared en la que se lee “Abajo Hitler”, “Abajo Mussolini” y se leen vivas al dirigente comunista Togliatti y al futuro primer ministro democristiano De Gasperi, un hombre anónimo escribe, simple y llanamente, “Abajo todos”. Por si pudieran caber dudas sobre la línea del nuevo semanario, el mismo Giannini escribe en el editorial de ese primer número: “Todos [los partidos políticos] prometen generosamente libertad, prosperidad y justicia […]. En realidad asistimos al espectáculo innoble de un arribismo desvergonzado, al bullicio de una gusanera de ambiciones, a una pelea feroz por la conquista de puestos de poder y de prebendas, desde los que poder lucrarse cómodamente”. Y acaba el editorial con un vibrante alegato contra toda la (entonces nueva) clase política: “Desde hace más de medio siglo se vive en nuestro país una vida infernal a causa de la envidia entre políticos profesionales. Revueltas, atentados, huelgas, agitaciones, inflación, intervencionismo, crisis de posguerra, especulación con la crisis, fascismo, antifascismo, dictadura, guerras para consolidar la dictadura, catástrofe para librarnos de ella. Estas son, para todos los italianos, las consecuencias de una rabiosa pelea entre 10.000 politicantes.” Un discurso que en la Italia herida de aquellos años muchos estaban dispuestos a comprar. Y es que Giannini fue el genial creador de la retórica, tan en boga también en nuestros días, de “la sociedad civil”: un ente idealizado, depositario de la virtud popular, contrapuesta a los políticos, un cuerpo homogéneo en su vileza, en el que es inútil intentar encontrar diferencias entre unos y otros. Precisamente este ha sido el núcleo del discurso de Beppe Grillo, que desde que apareciera en los márgenes de la política italiana allá por 2007, ha sido siempre tachado de “qualunquista” (que podríamos traducir como “cualquierista”) en referencia al nombre en italiano del movimiento de Giannini, el Fronte dell’Uomo Qualunque. Un término que los enemigos de Grillo siempre han usado con afán denigratorio, pero que no carece en absoluto de fundamento.
Analizándolos, el discurso y la trayectoria de Beppe Grillo parecen un remake con ambientación futurista de los de Giannini. Ambos atacaron desde un espacio mediático nuevo un sistema político en grave crisis de legitimidad. Giannini desde su popular semanal, Grillo desde su blog (que desde 2005 encabeza la lista de los blogs más leídos de Italia y se encuentra entre los diez más influyentes del mundo según Forbes). Pero sobre todo se parecen porque los dos aprovecharon su éxito mediático para marchar sobre el palacio de la política institucional. Ambos decidieron organizar políticamente la musculosa corriente de opinión que habían aglutinado y encabezar esa “sociedad civil”, que ambos imaginaron libre de conflictos y homogénea, sin contraposiciones de clase ni relaciones de poder (“no es una entidad única, está formada por individuos, (…) personas con sentido común, buen corazón y buena fe, gente normal, honrada trabajadora y pacífica”, escribía Giannini), en su cruzada contra los políticos. Giannini anticipó el discurso de Grillo incluso en su tecnoutopismo, en la idea de que el progreso había convertido la democracia representativa en una tecnología obsoleta. En 1944 Giannini escribía: “el progreso técnico y científico ya permite a los hombres prescindir de los políticos y ver con claridad lo que es útil para la colectividad. Solo las ideologías, instrumento de los politicantes, esconden la evidencia: la multitud de hoy ya no es una rebaño de desorientados que necesitaba a Prometeo para encender el fuego”. Unas palabras que recuerdan a las de Grillo cuando explica la nueva democracia digital y postideológica: “Para qué quieres un político que te represente. Si yo, con un click, puedo decidir si hacer o no hacer la guerra, si hay que salir de la OTAN, si queremos que nos manden en nuestra propia casa o si hay que conservar la soberanía monetaria”. Internet ha dado a Beppe Grillo lo que le faltó Giannini: la tecnología a través de la cual “el hombre cualquiera” podrá reconquistar, con un click, el poder usurpado por los políticos profesionales. Porque idealmente, en el “qualunquismo” 2.0 de Beppe Grillo, el político tal y como lo conocemos desaparece. Deja de ser un representante de sus electores, para convertirse, usando su terminología, en un “terminal” de la “inteligencia colectiva de la Red”, cuya función dentro de las instituciones es recoger información, que la Red, a su vez, procesará y convertirá en un decisión que el terminal ejecutará.
Y sin embargo, a pesar de la retórica hiperdemocrática, de esta exaltación de la normalidad del hombre cualquiera, si los movimientos de Grillo y Giannini lograron, como veremos, resultados electorales tan extraordinarios, fue en gran parte gracias al nada ordinario carisma de sus dos líderes. Lejos de quererse confundir en la multitud de hombres cualquiera, Grillo y Giannini usan su sentido del espectáculo, exhiben su excentricidad y su diferencia respecto a los grises políticos tradicionales. Porque lo peor que puede ocurrirle a un antipolítico es parecer un político. De esta manera usan un lenguaje hiperbólico e irreverente, se mofan de los políticos y sus liturgias. En una ocasión Giannini amenazó con cantar canciones napolitanas en el Parlamento para protestar contra el excesivo formalismo; en sus mítines Grillo, después de gritar, sudar y gesticular como un loco, deja que el público lo levante en vilo y lo transporte como una estrella del punk.
Pero si Grillo ha tardado cinco años en construir su entrada en la política nacional, desde que en 2007 organizara el mítico Vaffanculo Day, Giannini tardó solo unos pocos meses. En agosto de 1945 anunció desde las páginas de El Hombre Cualquiera, que por aquel entonces ya vendía más de 700.000 copias, su intención de “dar una estructura no únicamente periodística a la CORRIENTE DEL HOMBRE CUALQUIERA, que nuestro periódico no ha creado pero sí ha indudablemente revelado”. Giannini exhortó a sus seguidores a crear organizaciones locales autónomas (versiones analógicas de los MeetUp con que se organizan los seguidores de Grillo). De esta forma el Frente del Hombre Cualquiera llega a las primeras elecciones, en junio de 1946, en las que obtuvo un buen resultado, alrededor del 5% de los votos. Pero eso fue solo el principio. Si el gobierno de Mario Monti, apoyado por la práctica totalidad de los partidos del Parlamento, ha permitido a Grillo capitalizar el descontento popular al grito de “todos los políticos son iguales”, de igual forma el gobierno de concentración nacional que surgió de las elecciones de junio del 46, en el que convivían comunistas y democristianos, fue un regalo para Giannini. En pocos meses, la popularidad del Frente del Hombre Cualquiera creció rápidamente, para dar la campanada definitiva en las elecciones municipales de otoño del 46: en Roma obtuvo más del 20% de los votos, superando a la todopoderosa Democracia Cristiana, e incluso se convirtió en el primer partido en otras grandes ciudades del sur como Bari, Catania, Foggia, Lecce, Messina, Palermo o Salerno.
Y hasta aquí, culminada la transformación de medio de comunicación en movimiento político, en el ápice del éxito político, con todo el mainstream político arrinconado por el inesperado outsider, podemos seguir la trayectoria paralela de los dos cómicos-políticos y sus organizaciones. No es fácil predecir cómo acabará la experiencia del Movimiento 5 Stelle. Sí sabemos en cambio cómo terminó la del Frente del Hombre Cualquiera: acabó dilapidando en poco más de un año todo el capital electoral que en tan poco tiempo había acumulado. Las disputas internas, la ausencia de una ideología compartida, la volubilidad política del mismo Giannini y sobre todo la previsible (¿es que no aprenden nunca?) división entre maximalistas y posibilistas acabaron por alejar a los electores. Lejos de confirmar los excelentes resultados de otoño del 46, en las elecciones del año siguiente el Frente obtuvo poco más de un 3% de los votos. Solo entraron en el Parlamento nueve diputados que, antes de que se acabara la legislatura, se disgregaron por los diferentes partidos conservadores. En las pocas semanas que han transcurrido desde su clamoroso éxito electoral, Grillo ya ha empezado a encontrarse con los mismos problemas con que se enfrentó Giannini: criticar a las instituciones desde las instituciones no es fácil. La realidad política es más compleja y difícil de gestionar de lo que parecía desde la barrera. Queda por ver cómo acabará esta historia, si se trata de un remake de esos tan literales o si se han permitido cambiar el final.
POPULISMO: UN ANÁLISIS MARXISTA
El Populismo, como “Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares” (RAE), no existe como ideología, sino como estrategia de acceso al poder político. Cómo acertadamente señaló el profesor Pérez-Tapias, “MENOS SOCIALISTA CUANTO MÁS POPULISTA”.
Reproduciremos el artículo publicado originalmente en febrero en Ofensiva Socialista, periódico de Socialismo Revolucionario – CIT en Portugal-, el 5 de marzo de 2011, con el título «POPULISMO: UN ANÁLISIS MARXISTA«.
La crisis del capitalismo provoca el descontento en la población, al igual que el fortalecimiento de la lucha y la conciencia clase, también puede crear una base para los movimientos y la retórica populistas. Aunque parte de la izquierda utilice el populismo de manera oportunista, el populismo puede adoptar formas muy reaccionarias, por lo que su comprensión es vital para la politización de la lucha de clases actual.
El populismo es un discurso y un movimiento político que trata de ganar el apoyo popular, jugando con un discurso que defiende la «voluntad del pueblo» contra una élite. Esta retórica puede encontrarse en la izquierda, pero también es recuperada fácilmente por la derecha. Con la crisis económica y política que nos enfrentamos en nuestro país y el resto de Europa, el creciente descontento de amplios sectores de la población con las desigualdades y las injusticias sociales se abre una base social cada vez mayor de apoyo a este discurso.
Este populismo, sin embargo, tiene varios problemas. Su principal problema es que crea una distinción vaga entre «el pueblo» y «la élite «, que no está basada en un análisis profundo del sistema capitalista actual. La élite se identifica generalmente con la élite política dominante, o incluso con el sistema político en su conjunto. Este tipo de descripción ignora el hecho de que lo fundamental de nuestra sociedad capitalista es que el poder de la clase dominante, y su posición jerárquica en la sociedad, se basan en la acumulación de capital. La élite política y el Estado capitalista son sólo, en este sentido, los instrumentos que pueden servir a los intereses de esta clase dominante.
El hecho de que la retórica populista no esté vinculada a un análisis de clase y anticapitalista de la sociedad permite que muchas de sus críticas al sistema político y sus propuestas puedan ser defendidas por movimientos de la izquierda a la extrema derecha. Cualquier retórica populista que se centra en los problemas de nuestro país, en la corrupción del sistema político y en los privilegios y beneficios de los representantes políticos, elimina el foco de la estructura de esos problemas dentro de un sistema capitalista, y conlleva el peligro de individualizar y despolitizar las cuestiones que son de hecho políticas.
Señalar la corrupción y los privilegios como causa de la crisis copia la retórica de la Troika sobre el sur de Europa, que apunta a la corrupción y la ineficiencia del Estado como la causa de la crisis. Con esta retórica, legitiman la austeridad, disciplinando a los políticos, a los gobernantes y los funcionarios públicos, y los trabajadores al mismo tiempo. Sin embargo, para los socialistas, la corrupción y los privilegios ilícitos no son la causa de la crisis en Portugal, no son más que síntomas de un capitalismo periférico. Es cierto que hay corrupción en Portugal, todo el mundo lo sabe, pero Portugal, no es la excepción. No sólo es común en todos los llamados PIGS – los países afectados por la crisis y la Troika – sino también en la práctica hay poca diferencia, por ejemplo, con los 50.000 lobbistas en Bruselas, aunque ellos lo hagan de forma oficial.
La crisis que el país está pasando es una crisis sistémica del capitalismo; una crisis financiera mundial y la consiguiente crisis de la Zona Euro. Es el resultado de los procesos neoliberales de los últimos 20 años y de las contradicciones dentro del propio modelo europeo. La causa principal por lo tanto es una cuestión de clase y de alternativas al capitalismo. Cuando el análisis se limita a los síntomas y las soluciones que dan no cuestionan el propio sistema capitalista se comete un grave error político-estratégico.
Todas las propuestas del tipo «reducir el número de diputados», «cortar las dietas de los diputados para el transporte» o «pena de prisión para quien robó al país” sufren en mayor o menor grado el problema del populismo. Cada una de estas propuestas puede ser o es reaccionaria. Por ejemplo, la reducción de diputados, propuesta por el gobierno, de hecho reduciría la representación política de la clase obrera, lo que haría más difícil elegir a los candidatos que apoyan nuestros intereses, y daría ventajas especialmente a los partidos grandes. Recortar algunas compensaciones puede hacer más difícil la organización de las luchas locales por un buen representante, por ejemplo, limitando el contacto entre la lucha local y la representación en Lisboa.
La «cárcel para los ladrones del país» también se puede utilizar para la penalización de quien es considerado por la derecha como un ladrón del país, como desempleados, inmigrantes, etc. Todo esto no quiere decir que creamos que las injusticias sociales no deben terminar. Por supuesto que no defendemos la existencia de privilegios y corrupción, sino que además defendemos el fin de cualquier explotación. Pero creemos que la eliminación de los privilegios y corrupción no sacará al país de la crisis, puesto que no son la causa, sino los síntomas. Las posiciones y exigencias en estas materias deben estar, por lo tanto, siempre vinculadas con sus causas sistémicas y sus soluciones tienen que poner en tela de juicio el sistema capitalista. El descontento con los privilegios de la clase política puede ser transformado, por ejemplo, en la demanda: «Los representantes políticos no pueden ganar más que el salario promedio de un trabajador”. Así, estos representantes sentirán los efectos de sus propias políticas y se hace posible vincular los intereses de los trabajadores y de sus representantes políticos.
Existe otra diferencia esencial entre decir «Fin de los privilegios de los políticos» y «Representantes electos con salario de un trabajador promedio, con un mandato revocable en cualquier momento». La primera, además de ser vaga, apunta a «los políticos «como un grupo separado, la «clase política», algo que no existe. El segundo concretiza la condición de estos representantes y como además de acabar con los privilegios, al hablar de «salario promedio de un trabajador» adopta la visión correcta clasista en esta cuestión, entre la clase obrera y la capitalista.
La tarea de los socialistas no es seguir los sentimientos del pueblo para ganar popularidad, despolitizando su propio discurso. La tarea de la izquierda y los socialistas es politizar estas voluntades, transformando la «voluntad del pueblo» en la defensa de los intereses de la clase explotada bajo el capitalismo. El papel de la izquierda política es orientar y dirigir la transformación de estas voluntades en lugar de seguirlas, conectándolas, críticamente, con una perspectiva anti-capitalista y socialista.
*******
EL CONTENIDO ECONÓMICO DEL POPULISMO Y SU CRÍTICA EN EL LIBRO DEL SEÑOR STRUVE (REFLEJO DEL MARXISMO EN LA LITERATURA BURGUESA)
V.I. Lenin
Piotr Berngárdovich Struve, (nacido el 26 de enero de 1870 en Perm, muerto el 22 de febrero de 1944 en París) hijo de Bernhard Vasílievich Struve (nieto de Friedrich Georg Wilhelm von Struve), es parte de la dinastía de destacados científicos y políticos Struve, es probablemente el miembro más conocido de la familia en Rusia. Fue uno de los primeros marxistas en Rusia. Asistió a reuniones marxistas y populistas (naródniki), donde conoció a su futuro oponente, Vladímir Lenin. Redactó el Manifiesto del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso luego de su creación en 1898. Aun antes de que el partido se escindiera en bolcheviques y mencheviques, Struve lo abandonó por el Partido Democrático Constitucional (KD o kadet), que promovía ideas liberales. Representó a su partido en todas las reuniones pre revolucionarias de la Duma. Luego de la Revolución rusa, publicó diversos artículos notables de sus causas y se unió al Movimiento Blanco. En los gobiernos de Piotr Wrangel y Antón Denikin fue uno los ministros. Durante las siguientes tres décadas, vivió en París, mientras sus hijos destacaron en la Iglesia Ortodoxa Rusa en el exterior. (Wikipedia). |
*******
Introducción.
El mencionado libro del señor Struve es una crítica sistemática del populismo, tomada esta palabra en su sentido amplio, como doctrina teórica que resuelve de un modo determinado todos los problemas sociológicos y económicos más importantes, y como «sistema de dogmas de economía política» (pág. VII). El solo planteamiento de esta tarea podría conferir al libro un gran interés; pero en este aspecto es todavía más importante el punto de vista desde el cual se hace la crítica. De ello nos dice el autor en el prefacio:
«Aunque comparte en algunas cuestiones fundamentales los conceptos que han quedado totalmente definidos en la literatura, él [el autor] no se considera en absoluto atado a la letra y al código de doctrina alguna. No se ha contagiado de ortodoxia» (IX).
Todo el contenido del libro evidencia que por esos «conceptos que han quedado totalmente definidos en la literatura», se sobrentiende las concepciones marxistas. Cabe preguntarse: ¿cuáles son las premisas «fundamentales» del marxismo que el autor admite y cuáles las que rechaza? ¿Por qué? ¿En qué medida? El autor no responde de manera directa a la pregunta. Por ello se hace necesario analizar en detalle el libro para establecer qué hay en él de marxista, cuáles tesis de la doctrina acepta el autor y en qué medida las sostiene de modo consecuente, así como cuáles tesis rechaza y qué resulta en estos casos.
El contenido de la obra es extraordinariamente diverso: en primer lugar, el autor expone el «método subjetivo en sociología», admitido por nuestros populistas, lo critica y le opone el «método del materialismo histórico-económico». Después hace la crítica económica del populismo basándose, en primer lugar, en la » experiencia de la humanidad» (pág. IX) y, en segundo lugar, en datos de la historia económica y de la realidad rusas. También se someten a crítica, al mismo tiempo, los dogmas de la economía política populista. Esta diversidad del contenido (completamente inevitable cuando se critica una de las más importantes tendencias de nuestro pensamiento social) determina la manera en que se efectúa nuestro análisis: seguiremos, paso a paso, la exposición del autor, deteniéndonos en cada uno de sus argumentos.
Pero antes de pasar al análisis del libro, creo necesario detenerme para dar una explicación previa. El objetivo que en el presente artículo se persigue es la crítica del libro del señor Struve desde el punto de vista de un hombre que «comparte» en todas (y no sólo en «algunas») «las cuestiones fundamentales, los conceptos que han quedado totalmente definidos en la literatura».
Esos conceptos fueron expuestos reiteradas veces, para criticarlos, en las páginas de la prensa liberal y populista, embrollándolos de manera monstruosa; es más, desvirtuándolos, adulterándolos con el hegelianismo, con la «creencia de que cada país debe pasar ineludiblemente por la fase del capitalismo» y con otros muchos disparates puramente de Nóvoie Vremia (revista Nuevos tiempos), y que nada tienen que ver con dichos puntos de vista.
Se desvirtuó sobre todo el aspecto práctico de la doctrina, su aplicación a las condiciones de Rusia. Nuestros liberales y nuestros populistas, que no quieren comprender que el punto de partida de la doctrina del marxismo ruso es un enfoque de la realidad rusa completamente distinto del que ellos sustentan, compararon esa doctrina con, su vieja idea de dicha realidad y llegaron a conclusiones que, además de ser completamente incongruentes, constituyen monstruosas acusaciones a los marxistas.
Por ello me parece imposible comenzar el análisis del libro del señor Struve sin fijar antes con toda nitidez mi actitud hacia el populismo. Es más, una comparación previa de los puntos de vista populista y marxista es necesaria para aclarar muchos pasajes del libro que estudiamos, ya que se limita a tratar el lado objetivo de la doctrina y deja casi totalmente a un lado las conclusiones prácticas.
Esa comparación nos permitirá ver qué puntos de partida comunes tienen el populismo y el marxismo, y en qué consiste su diferencia esencial. Para hacer la comparación conviene más tomar el viejo populismo ruso, ya que, en primer lugar, es incomparablemente superior al contemporáneo (representado por publicaciones como Russkoie Bogatbtvo) por su coherencia y claridad, y en segundo lugar porque brinda una imagen más completa de las mejores características del populismo, admitidos en algunos aspectos por el marxismo.
Tomemos una de esas “prafession de foi” del viejo populismo ruso y sigamos al autor paso a paso.
*******
DESCARGAR ENSAYO COMPLETO
Nota editorial: Lenin escribió este trabajo en Petersburgo, a fines de 1894 y comienzos de 1895. Fue su primera obra editada en una imprenta legal; continúa en ella la crítica de las ideas populistas, iniciada en obras anteriores; analiza detalladamente los conceptos erróneos de los «marxistas legales», cuyo fondo liberal burgués fue el primero en denunciar. Ya en su trabajo El llamado problema de los mercados, aparecido en 1893, a la vez que había desenmascarado las concepciones de los populistas liberales, había criticado las del incipiente «marxismo legal». En el otoño de 1894 leyó en el círculo marxista de Petersburgo un trabajo en el que polemizaba con Struve y otros «marxistas legales», y que más tarde sirvió de base al Contenido económico del populismo, etc. En 1907 Lenin escribió lo siguiente a propósito de su disertación en el círculo marxista de Petersburgo: «En este círculo leí un trabajo titulado: Reflejo del marxismo en la literatura burguesa. Como se ve por el título, la polémica con Struve fue entonces incomparablemente más áspera y definida (en cuanto a las conclusiones socialdemócratas), que en el artículo publicado en la primavera de 1895. El tono más suave de este último se debió en parte a la necesidad de tener en cuenta la censura y en parte a la ‘alianza’ con el marxismo legal para la lucha conjunta contra el populismo. Que el ‘impulso hacia la izquierda’ dado entonces al señor Struve por los socialdemócratas de Petersburgo no fue del todo inútil, lo demuestra claramente el artículo del señor Struve de la recopilación que fue quemada (1895), y algunos de sus artículos en Novóte Slovo (1897)«. (Véase V. I. Lenin, ob. cit., t. XIII, «Prólogo a la recopilación En doce años».) El presente trabajo se publicó (con la firma K. Tulin) en la recopilación Materiales para la caracterización de nuestro desarrollo económico, editada en abril de 1895, con una tirada de 2.000 ejemplares. El gobierno zarista prohibió su difusión y luego de mantener esa medida durante un año, la confiscó e hizo quemar. Sólo fue posible salvar 100 ejemplares, que se difundieron clandestinamente entre los socialdemócratas de Petersburgo y otras ciudades. El artículo de Lenin fue el más combativo y el más agudo políticamente de la recopilación. El censor lo mencionó con especial detalle en su informe. Al destacar que los autores de la recopilación sostenían la doctrina de Marx sobre la marcha inexorable del proceso capitalista, el censor observaba que el artículo de K. Tulin contenía el programa más completo y franco de los marxistas. A fines de 1907, Lenin incluyó su trabajo en el primer tomo de la recopilación En doce años, con el subtítulo Reflejo del marxismo en la literatura burguesa. Este primer tomo fue publicado por la editorial «Siernó» «(La simiente») a mediados de noviembre de 1907 (en la portada figura 1908). De los tres tomos proyectados, sólo se consiguió publicar el primero y la primera parte del segundo. Además del trabajo mencionado integraban el primer tomo los siguientes escritos de Lenin: Tareas de los socialdemócratas rusos, Los perseguidores de los Zemstvos y los Aníbales del liberalismo, ¿Qué hacer?, Un paso adelante, dos pasos atrás, La campaña de los Zemstvos y el plan de «Iskra» y Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática. El primer tomo de la recopilación fue confiscado al poco tiempo de aparecer, pero se logró salvar gran parte de la edición y el libro circuló en forma clandestina. |
Deja tu opinión