SHIVA, EL DIOS DE LOS MIL NOMBRES, por Enrique Gallud Jardiel

SHIVA: EL DIOS DE LA DESTRUCCIÓN

Esta es una de las denominaciones que tiene el Dios Shiva. Es alguien generoso, que por causa de aquello, es engañado por sus pares. A pesar de que es poco citado en el rigveda pasó a ser el Dios supremo perteneciente a la trinidad, en donde se encuentra el Dios Brahma, (creador del universo); Vishnú (preservador de la creación de Brahma); y finalmente Shiva (el Dios de la destrucción). Tanta importancia ha tomado su imagen, que se ha creado una especie de Brahamismo llamado Saivismo. 
 
Él es el que destruye el tiempo, es el dios de la muerte que cambia y de la vida que se regenera. Extermina para que se vuelva a crear. 
 
Es quien regula las estaciones y hace fructificar los campos. Pero no por ser el dios destructor, significa que sea malvado. El trabajo de Él es mucho más trascendental: sin destrucción, no hay creación ya que Él, a su vez, representa la ley negativa; es por esto que su papel es tan fundamental. Es envidiado por el resto de los dioses, ya que es fecundador de la vida nueva. Es el dios de la totalidad y el principio de su religión es que nada existe en el universo que no forme parte del cuerpo divino. 
 
Extracto. Artículo de Luz Denisse A. Vásquez publicado en/ugm.cl/2014

 

Shiva, dios de la destrucción y el renacimiento

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SHIVA, EL DIOS DE LOS MIL NOMBRES

Por Enrique Gallud Jardiel

 

 “El politeísmo del hinduismo no es sino aparente. Los treinta y tres millones de dioses a los que los textos hacen referencia no son sino aspectos múltiples de un Absoluto que lo es todo, fuera del cual no hay existencia ni esencia. Este férreo monismo nos indica que los dioses, con sus particularidades, son sólo variedades de lo divino, caminos estéticos para que el devoto se acerque a la realidad última. El hindú, sin un culto impuesto desde fuera —ya que no existe una iglesia que ordene ni otra obligatoriedad aparte de la que uno mismo se imponga—, elige la forma de lo divino más acorde con su gusto y pensamiento. Los dioses tienen, pues, trascendencia no tanto por ellos sino por los que los adoran”.  

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El hinduismo no tiene fundador, ni un origen histórico conocido, ni una iglesia, ni una autoridad central. Son sus conceptos filosóficos, sus símbolos, sus mitos, su tradición y su culto los que unen a sus seguidores y lo distinguen de cualquier otra fe y otras creencias. Y entre estos principios unificadores cuyo origen se pierde en el tiempo destaca por su fuerza y su perduración el del dios Shiva. El shivaísmo es la religión más antigua del mundo, de las que aún existen en la actualidad.

 

EL SHIVAÍSMO ES LA RELIGIÓN MÁS ANTIGUA DEL MUNDO

Esta noción mítico-filosófica es uno de los tres aspectos de la trimûrti o trinidad hindú. Junto con Brahmâ, el dios creador, y Vishnu, el dios protector, Shiva cumple su función de elemento regenerador de la cosmología hindú. Pero es mucho más. Sobre ello dice un himno del Shivamahimnastava:

Tú eres el sol, Tú eres la luna; Tú eres el aire; Tú eres el fuego; Tú eres el agua, el éter y la tierra; Tú eres el Yo. Así es como te describen, restringiendo tu naturaleza. Pero no sabemos de ningún principio o elemento que no seas Tú.

 

Junto con Brahmâ, el dios creador, y Vishnu, el dios protector, Shiva cumple su función de elemento regenerador de la cosmología hindú.

 

Shiva es el dios de la naturaleza. Es quien domina y controla los elementos y, como ellos, puede ser benéfico o maléfico. Es quien establece una coordinación realista entre los seres sutiles y los seres vivos.

Shiva es el dios del misterio. Es Él quien dirige los más altos grados de iniciación y quien domina las fuerzas sobrenaturales y desconocidas del cosmos. Él simboliza los aspectos terribles, esotéricos y no dominados del mundo natural. Todos los cultos mistéricos y mágicos son de carácter shivaíta. Él es el señor del Tantra y del Yoga.

Shiva es el dios del caos. Es símbolo de todo lo que no es razonable, de lo que no se puede clasificar, de lo peligroso, de lo inesperado, de aquello que escapa a la razón humana y sólo puede atribuirse a la impredictible acción de los dioses.

Shiva es el dios del tiempo que destruye, de la muerte que cambia y de la vida que se regenera. Él ha de destruir para que se pueda volver a crear. Es el que hace renacer. Es quien regula las estaciones y hace fructificar los campos.

Shiva es el dios de los animales. Protege a las bestias y realza la naturaleza divina de éstas. Significa la unidad en la multiplicidad de las formas vivas y es el ecólogo supremo, que hace respetar la creación por la divinidad que entraña.

Shiva es el dios de la embriaguez. Es la deidad protectora de los cultos dionisíacos, de la alegría, de la fiesta y la orgía, del mundo de lo lúdico, del erotismo, el placer sexual y el desenfreno.

Shiva es el dios de la aceptación. El shivaísmo no tiene dogmas rigurosos de obligado cumplimiento. Es un concepto universal y, como lo es todo, puede ser adorado bajo cualquier forma, nombre o representación. Es un dios abierto que incluye en el suyo todos los demás cultos.

Shiva es el dios del conocimiento. Es a quien se adora para conseguir aprendizaje y enseñanza. Es quien revela las verdades más secretas e inspira a los maestros y filósofos. Para alcanzarle no es suficiente la devoción, si ésta no va acompañada del estudio y el conocimiento.

Shiva es el dios de la abnegación y el sacrificio. Su nombre significa “el benevolente” y con este carácter se sacrifica por los devotos y por el mundo con rasgos extraordinarios de compasión. Es el médico que cura, el que hace el milagro y se compadece de los sufrimientos de las criaturas.

Shiva es el dios del ascetismo. Simboliza el control total sobre uno mismo. Preconiza para los iniciados la soledad, la vida retirada en el bosque, el vagabundeo y el alejamiento de la ciudad que permiten la austeridad, la reflexión y la introspección.

Shiva es el dios de los marginados. Es la deidad preferida de los humildes y los dominados. Es la deidad protectora de los oficios sencillos, de artesanos, cazadores, leñadores y soldados, así como de mercenarios, bandidos, hetairas y todos aquellos que por diversas razones son en esencia distintos, no llevan una vida normal o se hallan fuera de la ley.

Shiva es el dios de la representación. Todas las artes codificadas –música, teatro, danza, etc.– están bajo su protección y se le invoca antes de iniciarlas. Es el protector de artistas y de todos los que en los templos o fuera de ellos se dedican a recrear el universo con su arte.

Shiva es, en fin, el dios de la totalidad; y el principio de su religión es que nada existe en el universo que no forme parte del cuerpo divino.

 

VISHNU, EL DIOS PROTECTOR

«A fin de redimir a los piadosos, aniquilar a los malvados y restablecer los principios de la religiosidad, yo me encarno en todas las eras del mundo».

Bhagavad Gîta, IV, 8.

 

En el hinduismo, Vishnu es uno de los tres aspectos de la trimûrti o trinidad hindú, el principio regenerador y el protector por antonomasia.

 

El politeísmo del hinduismo no es sino aparente. Los treinta y tres millones de dioses a los que los textos hacen referencia no son sino aspectos múltiples de un Absoluto que lo es todo, fuera del cual no hay existencia ni esencia. Este férreo monismo nos indica que los dioses, con sus particularidades, son sólo variedades de lo divino, caminos estéticos para que el devoto se acerque a la realidad última. El hindú, sin un culto impuesto desde fuera —ya que no existe una iglesia que ordene ni otra obligatoriedad aparte de la que uno mismo se imponga—, elige la forma de lo divino más acorde con su gusto y pensamiento. Los dioses tienen, pues, trascendencia no tanto por ellos sino por los que los adoran.

Entre las múltiples deidades de ese segundo escalón de la realidad, Vishnu es el dios indudablemente más querido por los hindúes. Destaca entre muchas otras deidades por su fuerza y su perduración. El vishnuismo es la variedad religiosa más extendida en la India y la que goza de más adeptos y seguidores en la actualidad.

Vishnu es uno de los tres aspectos de la trimûrti o trinidad hindú, que se completa con Brahmâ, el dios creador, y Shiva, el dios transmutador. Vishnu es el principio regenerador de la cosmología hindú. Es el protector por antonomasia. En la Bhagavad Gîta leemos:

Siempre que el bien decae y el mal prevalece, entonces, ¡oh, descendiente de Bharata!, yo desciendo al mundo. A fin de redimir a los piadosos, aniquilar a los malvados y restablecer los principios de la religiosidad, yo me encarno en todas las eras del mundo”.

 

Vishnu es el dios de sociedad y la civilización. Es quien dicta las normas de convivencia y vela por su cumplimiento. Es quien hace posible el desarrollo y el progreso de las virtudes individuales.

Vishnu es el dios del rito y de la adoración. Es Él quien controla los sacrificios y mantiene la fe de los devotos en el buen funcionamiento del universo. Él simboliza los aspectos benéficos de la devoción y los principios de pureza y restricción del mundo.

Vishnu es el dios del orden. Simboliza lo razonable, lo justo, lo comedido, lo sensato, la noción de que el universo está regido por la ley eterna de la causa y el efecto.

Vishnu es el dios de la bondad. Nada hay para él más querido que sus devotos. Abandona su cielo para protegerlos. Encarna una y otra vez para erradicar el mal del mundo y para dar a las criaturas su ejemplo y enseñanzas filosóficas que les ayuden en su camino y progreso espiritual.

Vishnu es el dios de los elementos naturales. Se halla especialmente vinculado a los ríos, los montes, las nubes benefactoras y aquellos aspectos de la naturaleza que contribuyen al bienestar de todos los seres.

Vishnu es el dios de la pureza. Es el símbolo apolíneo de la claridad mental, del autocontrol, de la serenidad, de la ecuanimidad, de la justicia y del amor. Es el dios de la salud y de la higiene.

Vishnu es el dios de la devoción. Exalta el amor a Dios en el amor a las criaturas y al universo todo. Es un ser alegre, fácil de contentar, cercano a sus seguidores, que muestra siempre los aspectos positivos y optimistas del mundo.

Vishnu es el dios del goce y el disfrute. Se halla vinculado a la música, al baile, a la fiesta, al amor y a los placeres eróticos. Es el dios del juego, del concepto lúdico del universo.

Vishnu es el dios de la protección, quien conserva y cuida al universo, por lo que encarna en la tierra, siendo por ello el más querido de todos los dioses.

Vishnu es el dios de los puros. Insiste en la superación espiritual, en el mantenimiento de las tradiciones. Es la deidad protectora de los oficios intelectuales.

Vishnu es todo esto y todo lo contrario. No es un dios sectario y sus símbolos y mitos siempre nos recuerdan que todo el panteón de dioses de la India se halla formado, en definitiva, por aspectos varios del Absoluto, porque en el hinduismo todo es uno y lo mismo.

 

¡Gloria al inmutable, santo, eterno y Supremo Vishnu, de naturaleza universal, poderoso sobre todos; a Él, que es Hiranyagarbha, Hari y Shankara (Brahmâ, Vishnu y Shiva), el creador, el preservador, y el destructor del mundo; a Vâsudeva, el liberador de sus devotos; a Él, cuya esencia es a la vez simple y múltiple, que es a la vez sutil y corpóreo, manifestado y no manifestado; a Vishnu, causa de la liberación final, causa de la creación, la existencia y el final del cosmos; a aquel que es la raíz del mundo y en quien el mundo consiste!

(Vishnu Purâna)

 

"Shiva, el dios de los mil nombres"; por Enrique Gallud Jardiel

 

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ENRIQUE GALLUD JARDIEL, escritor e indólogo. Filosofía Digital, 2008.

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LA MEDITACIÓN, «Canto del Señor» (Bhagavad-Gita)

 

 

 


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