EL PERFECTO Y VERDADERO HOMBRE, por Ludwig Feuerbach
“Arte, religión, filosofía o ciencia no son más que fenómenos o revelaciones de la verdadera esencia humana. Hombre, perfecto y verdadero hombre, sólo es aquél que tiene sentido estético o artístico, religioso o moral, filosófico o científico; sólo es hombre, en general, aquel que no excluye de sí nada que sea esencialmente humano. Homo sum, humani nihil a me alienum puto (“Soy hombre, nada humano me es ajeno”): esta proposición, considerada en su significado más universal y supremo, es el lema del nuevo filósofo.”
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El perfecto y verdadero hombre
Arte, religión, filosofía o ciencia no son más que fenómenos o revelaciones de la verdadera esencia humana. Hombre, perfecto y verdadero hombre, sólo es aquél que tiene sentido estético o artístico, religioso o moral, filosófico o científico; sólo es hombre, en general, aquel que no excluye de sí nada que sea esencialmente humano. Homo sum, humani nihil a me alienum puto (“Soy hombre, nada humano me es ajeno”): esta proposición, considerada en su significado más universal y supremo, es el lema del nuevo filósofo.
Soledad y comunidad
La soledad es finitud y limitación; la comunidad es libertad e infinitud. El hombre para sí es hombre (en el sentido usual); el hombre con el hombre -la unidad del Yo y del Tú- es Dios.
La verdadera filosofía es en verdad religión
La vieja filosofía posee una doble verdad, la verdad para sí misma que no se preocupa por el hombre -la filosofía- y la verdad para el hombre -la religión-. La nueva filosofía, por, el contrario, en tanto que filosofía del hombre, es también y esencialmente la filosofía para el hombre…; ella posee esencialmente una tendencia práctica, a saber, práctica en el sentido más elevado; ella se presenta en el lugar de la religión, ella posee en sí misma la esencia de la religión, ella misma es en verdad religión.
El dolor es la fuente de la poesía
La creencia en el más allá es una creencia absolutamente apoética. El dolor es la fuente de la poesía. Sólo el que siente la pérdida de un ser finito como una pérdida infinita posee la fuerza y el ardor líricos. El solo estímulo doloroso del recuerdo de lo que “ya no es”, es el primer artista, el primer idealista, en el hombre. La creencia en el más allá, sin embargo, convierte cada dolor en apariencia, en falsedad.
La honestidad siempre es provechosa
La honestidad y la honradez son provechosas para todas las cosas, y también lo son para la filosofía. La veracidad, la sencillez y la exactitud son los signos formales de la filosofía real.
Pensamiento e intuición
Los instrumentos, los órganos esenciales de la filosofía son la cabeza, fuente de la actividad, de la libertad, de la infinitud metafísica, y el corazón, fuente del padecimiento, de la finitud, de la necesidad, del sensualismo -o formulado teóricamente-: pensamiento e intuición; pues, el pensar es la necesidad de la cabeza; y la intuición, el sentido, la necesidad del corazón.
La intuición proporciona la esencia inmediatamente idéntica con la existencia; el pensamiento proporciona la esencia mediatizada por la diferenciación, por la separación, por la existencia. Por consiguiente, sólo donde la existencia se une con la esencia, la intuición con el pensamiento… sólo allí hay vida y verdad.
La escisión entre la cabeza y el corazón
Hasta ahora la filosofía ha considerado el corazón como bastión de la teología. Pero precisamente el corazón es el principio más antiteológico, y el más incrédulo y ateo, en el sentido de la teología, que existe en el hombre.
El teísmo reposa en la escisión entre la cabeza y el corazón; el panteísmo es la supresión de esta escisión en el seno mismo de la escisión -pues sólo hace inmanente al ser divino en tanto que trascendente-; el antropoteísmo es esta misma supresión sin escisión. El antropoteísmo es el corazón convertido en entendimiento; sólo le dice razonablemente a la cabeza lo que el corazón le cuenta a su manera.
La religión sólo es afecto, sentimiento, corazón, amor, es decir, negación, disolución de Dios en el hombre. El antropoteísmo es la religión autoconsciente, la religión que se comprende a sí misma. La teología, por el contrario, niega a la religión bajo la apariencia de ponerla.
La verdad absolutamente independiente y transparente
La nueva filosofía es la negación tanto del racionalismo cuanto del misticismo; tanto del panteísmo cuanto del personalismo; tanto del ateísmo cuanto del teísmo; ella es la verdad de todas estas verdades antitéticas, en tanto que verdad absolutamente independiente y transparente.
Carácter, verdad y religión
Quien concentra el espíritu y el corazón únicamente en lo material, en lo sensible, niega de hecho la realidad de lo suprasensible. “Aquello que no sé, me deja indiferente”. El aserto de que nada puede saberse de lo suprasensible no es más que una evasiva. De Dios y las cosas divinas tan sólo no se sabe nada cuando no quiere saberse de ellas. Para aquello por lo que uno se interesa también se es capaz. Aquello a lo que se abre el corazón no constituye ningún secreto para el entendimiento. Pero sólo allí donde la teoría no desmiente la praxis, ni la praxis la teoría, hay carácter, verdad y religión.
Libertad de los prejuicios, la última libertad
En la medida en que aprende las cosas desde lo más profundo, la cabeza es también la que más tarda en liberarse. La libertad teórica es, al menos respecto de muchas cosas, la última libertad. Cuántos hay que son republicanos de corazón, por convicción, pero en su mente no pueden rebasar la monarquía; su corazón republicano sucumbe a las objeciones y dificultades que le pone el entendimiento.
El hombre no es un animal
El hombre no se distingue de ningún modo del animal solamente por el pensar. Todo su ser constituye más bien su diferencia con respecto al animal. Ciertamente, quien no piensa, no es hombre; mas no porque el pensar sea la causa del ser, sino únicamente porque es un efecto y una particularidad necesaria del ser humano.
Si nada amas, nada eres
Lo que no puede ser amado, tampoco puede ser adorado. Sólo lo que puede ser objeto de la religión, es objeto de la filosofía. Pero no sólo objetiva, sino también subjetivamente es el amor el criterio del ser: el criterio de la verdad y la realidad. Donde no hay amor, no hay tampoco verdad. Y sólo es algo lo que algo ama: no ser y no amar son idénticos. Cuanto más uno es, tanto más ama, y a la inversa.
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«Tesis sobre Feurbach» (once breves notas filosóficas)
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LUDWIG FEUERBACH, Tesis provisionales para la defensa de la filosofía y Principios de la filosofía del futuro. Orbis, 1984. [FD, 16/06/2006]
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