UN DESPERTAR DENTRO DEL ESPÍRITU
Khalil Gibran
La noche desplegaba su negra vestimenta sobre aquellos valles, la tempestad aullaba inquieta y la lluvia se hacía más fuerte. Comencé a imaginarme que el diluvio bíblico volvía, para abolir la vida y limpiar la tierra de Dios de la suciedad del hombre.
«La civilización es vanidad y todo en ella es vanidad. Y aquellas estructuras y teorías que el hombre llama conocimiento y arte no son más que grilletes y cadenas doradas que el hombre arrastra, y él se regocija con sus reflejos brillantes y sus sonidos metálicos.
Son jaulas fuertes y el hombre comenzó a fabricar sus barrotes hace siglos, sin darse cuenta de que estaba construyendo desde adentro y de que pronto se convertiría en su propio prisionero por toda la eternidad.
Y entre todas las vanidades de la vida, hay una sola cosa que el espíritu ama y desea. Es un despertar dentro del espíritu; aquel que lo sabe es incapaz de revelarlo en palabras; y aquel que no lo sabe, nunca pensará en el dominante y hermoso misterio de la existencia».
Filosofía Digital, 2007
La noche desplegaba su negra vestimenta sobre aquellos valles, la tempestad aullaba inquieta y la lluvia se hacía más fuerte. Comencé a imaginarme que el diluvio bíblico volvía, para abolir la vida y limpiar la tierra de Dios de la suciedad del hombre.
ESTAR LEJOS DE LA GENTE NO ES AUSENTARSE DE LA VIDA
Parecía que la revolución de los elementos había creado en el corazón de Yusif una tranquilidad que a menudo surge como una reacción al temperamento y convierte la soledad en convivencia. Encendió dos velas, y luego puso delante de mí una gran bandeja conteniendo pan, queso, aceitunas y algunas frutas secas. Luego se sentó cerca de mí, y después de disculparse por la poca cantidad -pero no por la simplicidad- de la comida, me invitó a que lo acompañara.
Compartimos la comida en un silencio comprensivo, escuchando los gemidos del viento y el llanto de la lluvia, y al mismo tiempo yo contemplaba su rostro y trataba de desenterrar sus secretos, meditando los posibles motivos que yacían bajo su inusual existencia. Al terminar, tomó una olla de cobre del fuego y sirvió café puro y aromático en dos tazas; luego abrió una caja pequeña y me ofreció un cigarrillo llamándome hermano. Tomé uno mientras bebía mi café, sin poder creer lo que mis ojos veían. Me miró sonriente y luego de haber inhalado profundamente de su cigarrillo y de haber bebido algo de café, dijo:
–Estás pensando, sin duda, sobre la existencia aquí de vino y tabaco y café, y también te preguntarás sobre mis alimentos y comodidades. Tu curiosidad está justificada en todos los aspectos, pues tú eres uno de los muchos que cree que al estar lejos de la gente uno está ausente de la vida, y debe abstenerse de todas sus diversiones.
Asentí rápidamente.
–Sí, cuentan los sabios que aquél que abandona el mundo con el propósito de adorar sólo a Dios, deberá dejar atrás toda la diversión y abundancia de la tierra contentándose solamente con los simples productos de Dios y subsistiendo con plantas y agua.
Luego de una pausa cargada de pensamientos, musitó:
– Hubiera adorado a Dios mientras vivía entre sus criaturas, pues la adoración no requiere soledad. No abandoné a la gente para ver a Dios, pues siempre lo había visto en la casa de mis padres. Deserté de la gente porque sus naturalezas estaban en conflicto con la mía, y sus sueños no estaban de acuerdo con mis sueños… Dejé al hombre porque descubrí que la rueda de mi alma giraba hacia un lado y rozaba ásperamente la rueda de otras almas que giraban en la dirección opuesta. Dejé la civilización porque vi que era un árbol viejo y corrupto, fuerte y terrible, cuyas raíces están encerradas en la oscuridad de la tierra, y cuyas ramas llegan más allá de las nubes; pero sus flores son de avaricia y maldad y crimen, y sus frutos son de desgracia, miseria y miedo. Los Cruzados se habían comprometido a introducir bondad en ella y cambiar su naturaleza, pero no tuvieron éxito. Murieron desilusionados, perseguidos y deshechos.
LOS SECRETOS DEL UNIVERSO SE APRENDEN EN LA SOLEDAD
Yusif se inclinó hacia el lado de la chimenea como esperando la impresión que sus palabras habían producido en mi corazón. Pensé que era mejor permanecer escuchando.
–No, no busqué la soledad -continuó-, para rezar y llevar una vida de ermitaño… porque la oración, que es el canto del alma, llegará a los oídos de Dios aun cuando esté mezclada con el grito y el llanto de miles de voces. Vivir la vida de un recluso es torturar el cuerpo y el alma y matar las inclinaciones, una clase de existencia que me es repugnante porque Dios ha erigido los cuerpos como templos del espíritu, y es nuestra misión merecer y mantener la confianza depositada en nosotros por Dios.
«No, mi hermano, no busqué la soledad con fines religiosos, sino sólo para evitar a la gente y sus leyes, sus enseñanzas y sus tradiciones, sus ideas y sus clamores y sus lamentos.
«Busqué la soledad para no ver los rostros de hombres que se venden al mismo precio con el que compran, y que es más bajo que ellos mismos, espiritual y materialmente.
«Busqué la soledad para no encontrarme con mujeres que caminan orgullosas, con mil sonrisas en sus labios, mientras en lo profundo de sus corazones hay un solo propósito.
«Busqué la soledad para esconderme de aquellos individuos autosatisfechos que ven el espectro del conocimiento en sus sueños y creen que han alcanzado su meta.
«Huí de la sociedad para evitar a aquellos que sólo ven el fantasma de la verdad al despertar, y gritan al mundo que han adquirido completamente la esencia de la verdad.
«Deserté del mundo y busqué la soledad porque me cansé de rendir pleitesía a aquellas multitudes que creen que la humildad es una especie de debilidad, y la misericordia una especie de cobardía, y el esnobismo una forma de fuerza.
«Busqué la soledad porque mi alma se cansó de asociarse con aquellos que creen sinceramente que el sol y la luna y las estrellas no salen sino de sus arcas, y no se ponen sino en sus jardines.
«Huí de los buscadores de oficios que destrozan el destino terrenal de la gente mientras arrojan a sus ojos el polvo dorado y llenan sus oídos con habladurías sin sentido.
«Dejé a los ministros que no viven de acuerdo con sus sermones y que exigen de la gente lo que no se piden a sí mismos.
«Busqué la soledad porque desprecio aquella gran y terrible institución que la gente llama civilización… aquella monstruosidad simétrica erigida sobre la perpetua miseria de las clases humanas.
«Busqué la soledad porque en ella hay una vida plena para el alma y para el corazón y para el cuerpo. Encontré las interminables praderas donde la luz del sol descansa, y donde las flores exhalan sus fragancias al espacio, y donde los arroyos cantan su camino hacia el mar. Descubrí las montañas donde encontré el fresco despertar de la primavera, y la colorida ansiedad del verano y los exquisitos cantos del otoño, y la hermosa miseria del invierno. Vine a este lejano rincón del dominio de Dios porque anhelaba aprender los secretos del Universo y acercarme más al trono de Dios».
Yusif respiró profundamente, como si se hubiera aliviado de una pesada carga. Sus ojos brillaron con extraños y mágicos rayos, y sobre su radiante rostro aparecieron los signos de orgullo, voluntad y satisfacción.
Pasaron unos pocos minutos, y yo lo observaba plácidamente, reflexionando sobre la revelación de aquello que había estado oculto de mí. Luego le hablé, diciendo:
–Sin duda tienes razón en muchas de las cosas que has dicho, pero a través de tu diagnóstico de las cosas humanas, pruebas al mismo tiempo que eres un buen médico. Creo que la sociedad enferma tiene una angustiosa necesidad de semejante facultativo, que debería curarla o matarla. ¿Es justo o misericordioso abandonar al paciente enfermo, y negarle tu beneficio?
¿Es justo o misericordioso abandonar al paciente enfermo, y negarle tu beneficio?
Me miró pensativo, y luego dijo fútilmente:
–Desde los comienzos del mundo, los médicos han tratado de salvar a la gente de sus desórdenes; algunos usaron cuchillos, mientras otros usaban pociones, pero la pestilencia se esparcía sin esperanza. Es mi deseo que el paciente se conforme con permanecer en su sucia cama, meditando sobre sus largos y continuos dolores; pero, en cambio, alarga sus manos desde abajo de su manto, y aprieta el cuello de cada uno que viene a visitarlo, estrangulándolo hasta morir. ¡Qué ironía! El paciente malvado mata al médico, y luego cierra los ojos y dice: «Era un gran médico». No, hermano, nadie en la tierra puede beneficiar a la humanidad. El sembrador, aunque sea sabio y experto, no puede hacer que el campo brote en invierno.
Es mi deseo que el paciente se conforme con permanecer en su sucia cama, meditando sobre sus largos y continuos dolores; pero, en cambio, alarga sus manos desde abajo de su manto, y aprieta el cuello de cada uno que viene a visitarlo, estrangulándolo hasta morir
–El invierno de la gente pasará, y luego llegará la hermosa primavera, y las flores seguramente florecerán en los campos, y los arroyos brincarán nuevamente en las calles -discutí.
Frunció el ceño, y dijo agriamente:
–¡Ay! ¿Es que Dios ha dividido la vida del hombre -que es toda la creación- en estaciones como aquellas del año? ¿Deseará alguna tribu de seres humanos, viviendo ahora en la verdad y el espíritu de Dios, reaparecer sobre la faz de la tierra? ¿Llegará alguna vez el momento en que el hombre se establezca y viva sobre el lado bueno de la vida, gozando con la brillante luz del día y el pacífico silencio de la noche? ¿Podrá ese sueño hacerse realidad? ¿Podrá materializarse después que la tierra haya sido cubierta con carne humana y empapada con la sangre del hombre?
Yusif se paró y levantó su mano hacia el cielo, como señalando hacia un mundo diferente, y continuó:
–Esto no es más que un sueño vano para el mundo, pero estoy logrando su cumplimiento para mí mismo, y lo que estoy descubriendo aquí ocupa cada espacio en mi corazón y en los valles y las montañas -elevó ahora su intensa voz-. Lo que realmente sé que es verdad es el grito de mi ser interior. Estoy aquí, viviendo, y en las profundidades de mi existencia hay sed y hambre, y encuentro gozo al tomar el pan y el vino de la Vida de las vasijas que yo hago y modelo con mis propias manos. Por esta razón abandoné la mesa de la gente y vine a este lugar, y permaneceré aquí hasta el Fin.
Esto no es más que un sueño vano para el mundo, pero estoy logrando su cumplimiento para mí mismo.
Lo que realmente sé que es verdad es el grito de mi ser interior.
–Sostengo la máxima consideración por tu opinión y tus intenciones, y envidio y respeto tu soledad, pero sé que esta miserable nación ha sufrido una gran pérdida con tu expatriación, pues ella necesita de un comprensivo curador que la ayude en sus dificultades y que despierte su espíritu.
Continuó caminando con agitación hacia adelante y hacia atrás por la habitación, mientras yo pensaba sobre sus dichos y meditaba sobre la descripción de las heridas abiertas de la sociedad. Aventuré nuevamente una causa crítica.
LA ESCLAVITUD SEGUIRÁ SIENDO ESCLAVITUD AUNQUE SE LLAME A SÍ MISMA LIBERTAD
Negó con la cabeza lentamente y dijo:
–Esta nación es como todas las naciones. Y las personas están hechas del mismo elemento, y no varían excepto en su apariencia exterior, que no tiene importancia. La miseria de nuestras naciones orientales es la miseria del mundo, y lo que tú llamas civilización en el Oeste es nada más que otro aspecto de los muchos fantasmas de trágica decepción.
«La Hipocresía permanecerá siempre aun cuando sus uñas estén pintadas y lustradas; y el Engaño nunca cambiará, aunque su tacto sea suave y delicado; y la Falsedad nunca se volverá Verdad aunque se vista con ropas de seda y se encuentre en un palacio; y la Codicia no se convertirá en Satisfacción; ni el Crimen se volverá Virtud. Y la Eterna Esclavitud a las enseñanzas, a las costumbres y a la historia permanecerá Esclavitud aunque se pinte el rostro y disfrace su voz. La Esclavitud permanecerá Esclavitud en toda su horrible forma, aunque se llame a sí misma Libertad.
«No, mi hermano, el Oeste no es mejor que el Este, ni es el Oeste peor que el Este, y la diferencia que hay entre ambos no es más grande que la diferencia entre el tigre y el león. Hay una ley justa y perfecta que he encontrado detrás del exterior de la sociedad, y que iguala miseria, prosperidad e ignorancia; no prefiere una nación a la otra, ni oprime a una tribu para enriquecer a otra.
Hay una ley justa y perfecta que he encontrado detrás del exterior de la sociedad, y que iguala miseria, prosperidad e ignorancia; no prefiere una nación a la otra, ni oprime a una tribu para enriquecer a otra
–Entonces -exclamé- la civilización es vanidad y todo es vanidad.
Respondió rápidamente:
–Sí, la civilización es vanidad y todo en ella es vanidad.
Las invenciones y descubrimientos no son más que la diversión y la comodidad del cuerpo cuando está cansado y aburrido. La conquista de la distancia y la victoria sobre los mares son frutos falsos que no satisfacen al alma, ni alimentan el corazón, ni elevan el espíritu, pues están lejos de la naturaleza. Y aquellas estructuras y teorías que el hombre llama conocimiento y arte no son más que grilletes y cadenas doradas que el hombre arrastra, y él se regocija con sus reflejos brillantes y sus sonidos metálicos.
Son jaulas fuertes y el hombre comenzó a fabricar sus barrotes hace siglos, sin darse cuenta de que estaba construyendo desde adentro y de que pronto se convertiría en su propio prisionero por toda la eternidad. Sí, vanos son los actos del hombre, y vanos son sus propósitos, y todo es vanidad sobre esta tierra -hizo una pausa, luego agregó lentamente-. Y entre todas las vanidades de la vida, hay una sola cosa que el espíritu ama y desea. Una sola y enceguecedora cosa.
Son jaulas fuertes y el hombre comenzó a fabricar sus barrotes hace siglos, sin darse cuenta de que estaba construyendo desde adentro y de que pronto se convertiría en su propio prisionero por toda la eternidad
–¿Qué es? -pregunté con voz temblorosa.
Me miró durante un largo minuto y luego cerró los ojos. Puso las manos sobre su pecho, mientras su rostro se iluminaba y con voz sincera y serena dijo:
–Es un despertar en el espíritu, es un despertar en las profundidades del corazón; es un poder abrumador y magnífico que desciende súbitamente sobre la conciencia del hombre y abre sus ojos, con lo cual ve la Vida en medio de una inquietante lluvia de brillante música, rodeada de un círculo de fuerte luz, con un hombre erguido como pilar de belleza entre la tierra y el firmamento. Es una llama que repentinamente se enfurece dentro del espíritu y seca y purifica el corazón, ascendiendo sobre la tierra y revoloteando en el amplio cielo. Es una bondad que envuelve el corazón del individuo y por la cual aturdiría y rechazaría a todos los que se le opusieran, y se rebelaría contra todos los que rehusaron entender su gran significado. […]
–Es un despertar dentro del espíritu; aquel que lo sabe es incapaz de revelarlo en palabras; y aquel que no lo sabe, nunca pensará en el dominante y hermoso misterio de la existencia.
Es una llama que repentinamente se enfurece dentro del espíritu y seca y purifica el corazón, ascendiendo sobre la tierra y revoloteando en el amplio cielo.
Es una bondad que envuelve el corazón del individuo y por la cual aturdiría y rechazaría a todos los que se le opusieran, y se rebelaría contra todos los que rehusaron entender su gran significado
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KHALIL GIBRAN, Entre noche y día, Fragmento de La Tempestad. Obras Completas, Ediciones Bosmar, 1980. [Filosofía Digital, 23/04/2007]