DIGNIDAD, por Nicolás Redondo Terreros

Dignidad

Socialista histórico

Por Hughes

Ideas, 15 DE SEPTIEMBRE DE 2023

 

El PSOE justificó la expulsión de Nicolás Redondo Terreros «por el desprecio a las siglas», lo único que no criticaba Redondo, que parecía seguir ahí precisamente por eso, por las siglas.

Su expulsión ha sido una de esas cosas que sorprenden, no por raras, sino porque ya se dan por hechas.

En la izquierda no tendrá efecto alguno, pero la expulsión toca el corazón de cierto peperismo predecible, valga la redundancia. Esas tribunas de don Nicolás, esas entrevistas en las radios matutinas… «El histórico del PSOE», «el sentido común que debe imperar en el PSOE», o, sencillamente, como dicen en Twitter, el PSOE bueno.

Ahora, pensando en esto, me tengo que ir a Google. ¿Sigue Leguina? ¿Sigue Paco Vázquez? Alguien contó que ayer almorzaron Redondo, Aznar y el mencionado Leguina. Tres hombres con sentido de Estado alrededor de una mesa. Todo a la plancha, gravedad, yo ya lo vengo diciendo… 

La función de don Nicolás no era pequeña: ser socialista histórico, hacer creer a los de fuera en una reacción en el PSOE, pero ignoramos qué función cumplía para los de su partido.

Era uno de esos fusibles, una de las capas de la cebolla cuando las cosas se pongan feas: los barones del PSOE, los socialistas históricos, Guerra (jaja)la solidez de nuestras instituciones, el 155, el Constitucional, la mani en Colón, la Gran Coalición, Europa y… el Rey. Pero un Rey ya no tan simbólico. En este asunto se dividen los constitucionalistas: los que lo son de verdad, hasta el final, que morirían agarrados a la-que-entre-todos, y el resto, la mayoría, que son de un constitucionalismo raro que consiste en serlo pensando que la Constitución tiene una especie de comodín que en el último momento se desplegará como un paracaídas y permitirá saltársela: el 155, la Gran Coalición o el Rey insumiso.

El PSOE de Redondo Terreros quizás no existió nunca, pero llena de nostalgia. Una nostalgia como de los 90: el indie, fumar en los sitios, las cazadoras vaqueras con borreguillo o el corrillo de la Campos. Aquel PSOE (la dichosa margen izquierda) se echó al monte, pero no a cualquier monte: a uno en el que no se iba a setas sino a rólex (etarras). Ahora esos pistoleros de nucas salen en los medios con el claroscuro puesto. La iluminación que los socialdemócratas (por llamarles algo) reservan a los amigos. ¿Recuerdan las fotos que le hacían a Tamames? Retratos sin clemencia: luz de ascensor, todas las arrugas, las pantuflas… Hasta las pelotillas del suéter le sacaban.  

Pues a Ternera no, a Ternera los de El País lo pintan de galán. Igual a las Marujas Torres se les dispara la hibristofilia.

El PSOE, partido franquicia, Kentucky del pollo frito alemán, engañó siempre. Felipe González ya cantinfleaba, Zapatero retorció las palabras y Sánchez ha decidido pasar, lanzarse al cinismo de cabeza. Lo siguiente puede ser hablar con IA.

La sensación es que Redondo pagaba su cuota de afiliado sólo para darse el gustazo de ser «conciencia crítica». Pero al hacerlo, al estar treinta años ejerciendo de eso, contribuyó a la idea de que tal cosa era posible. El PSOE ha tenido el detalle de cortar la relación y despejar cualquier duda.

 

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Dignidad

 Pueden pintarlo como quieran, pero la aprobación de una amnistía hoy será la liquidación del abrazo de la nación del que nació el sistema del 78

Por Nicolás Redondo Terreros

Lunes, 4 de septiembre 2023

 

«Nosotros afirmamos desde esta tribuna que ésta es la amnistía que el país reclama y que, a partir de ella, el crimen, el robo no pueden ser considerados, se cometan desde el ángulo que se sea, como actos políticos» . «… En la esperanza de que el pasado que hoy empezamos a enterrar nunca jamás vuelva a repetirse en este país y nadie pueda ser perseguido por sus convicciones políticas…» . Son breves retazos de las intervenciones de Marcelino Camacho y Txiki Benegas en el debate sobre la ley de amnistía. Arias Salgado intervino, representando al gobierno de la UCD, en términos muy parecidos. Aquel día, en sesión solemne de Congreso de los Diputados, se puso la primera piedra del sistema democrático del 78. Los españoles decidimos darnos una nueva oportunidad para ser iguales, parecidos, a los ciudadanos de los países libres de occidente.

Aquella ley, sin embargo, fue la representación simbólica de la reconciliación de los españoles después de una dramática guerra civil y cuarenta años de ominosa dictadura franquista. Prácticamente suponía el abrazo fraternal de la inmensa mayoría de los españoles, simbólicamente representaba la voluntad de dejar de ser una excepción en Europa. Queríamos libertad, democracia, ser iguales a nuestros vecinos. Todos los países tienen textos más o menos ‘sagrados‘, los nuestros, el de una España que empieza a ser descreída y a perder la esperanza, son ley de amnistía y la Constitución del 78. Políticos que venían del régimen franquista, políticos que venían del ostracismo, las cárceles o el exilio, se fundieron en un abrazo solemne, decididos a vivir en paz, democráticamente y en libertad.

 

Políticos que venían del régimen franquista, políticos que venían del ostracismo, las cárceles o el exilio, se fundieron en un abrazo solemne, decididos a vivir en paz, democráticamente y en libertad

 

La España negra, inquisitorial, empezaba a desaparecer. Aquel bello acontecimiento histórico lo protagonizaron políticos que deseaban ser protagonistas de la historia de España, desdeñando el papel de víctimas rencorosas y plañideras, secuestradas por el pasado. Pero esta clase de acontecimientos, históricos, germinales y magnánimos, son de una máxima excepcionalidad y se realizan en circunstancias muy determinadas: en momentos en los la historia nacional se detiene y empieza un nuevo tiempo.

 

 

Durante estos últimos años de degradación y decadencia se ha puesto en cuestión por los nuevos profetas de la política la ley de amnistía del 77, porque poniendo en entredicho dicha ley sabían que cuestionaban los fundamentos políticos del sistema del 78.
 
Durante estos últimos años de degradación y decadencia se ha puesto en cuestión por los nuevos profetas de la política la ley de amnistía del 77, porque poniendo en entredicho dicha ley sabían que cuestionaban los fundamentos políticos del sistema del 78.
 

Hoy se habla, con el desparpajo de los irresponsables, de una nueva amnistía para los que promovieron y realizaron un pronunciamiento, de clara inspiración integrista, con la clara y proclamada intención de demoler justamente el sistema que nació aquel mes de octubre del 77. Las crisis de envergadura suelen tener el mal gusto de expresarse a través de grandes paradojas: la amnistía del 23, con la única voluntad de obtener unos votos para formar gobierno, se llevará por delante la del siglo XX.

 

Las crisis de envergadura suelen tener el mal gusto de expresarse a través de grandes paradojas: la amnistía del 23, con la única voluntad de obtener unos votos para formar gobierno, se llevará por delante la del siglo XX

 

La formación de ningún gobierno merece el sacrificio de lo más apreciable que tenemos

 

Pueden pintarlo como quieran, pero, la aprobación de una amnistía hoy, será la liquidación del abrazo de la nación del que nació el sistema del 78. ¡Viva la amnistía nueva, muera la anterior! Una vez comprometida la nueva amnistía para los integristas catalanes, todo quedará en entredicho y, como decía el político de la Grecia antigua, «…La ciudad –leamos la democracia española– está en manos de desvergonzados y pillos», y ahora sabemos que de delincuentes.

Es una aberración jurídica, pero sobre todo es el mayor atentado político a la democracia del 78. «…Desde su aprobación ningún delito podrá ser considerado político», decían los protagonistas de la Transición. Aprobando una nueva ley de amnistía impugnan el carácter delictivo de lo que sucedió en Cataluña el 1 de octubre de 2017, lo convierten en un simple ejercicio de libertad de expresión. Desautorizan las acciones de las fuerzas de seguridad, deslegitiman las resoluciones judiciales, convierten en papel mojado los posicionamientos del Congreso de los Diputados y del Senado. En fin, darán, si se aprueba esa amnistía, legitimidad a un nuevo tiempo político que no tendrá nada que ver con los principios inspiradores de la Constitución del 78, ni con aquella concordia mínima en la se basó la política de aquel tiempo… como tantas otras veces en nuestra historia, incapaces para reformar preferimos empezar de cero.

 

Esta amnistía, que con un gran sentido de humor negro han dado en calificar como alivio judicial, no saldrá adelante con la determinación de buscar la reconciliación entre españoles sino para obtener unos cuantos votos en el parlamento e ir tirando. ¡Un gobierno bien vale una amnistía!

 

Esta amnistía, que con un gran sentido de humor negro han dado en calificar como alivio judicial, no saldrá adelante con la determinación de buscar la reconciliación entre españoles sino para obtener unos cuantos votos en el parlamento e ir tirando. ¡Un gobierno bien vale una amnistía! No importa lo que en realidad esa decisión suponga, pocas veces he visto que se destruya tanto por conseguir tan poco.

 

El Gobierno es el Partido; lo que viene a significar (más aún en estos tiempos de corrupción generalizada), que el Gobierno «sólo beneficia a los que mandan, a sus allegados, a la burocracia y a las clientelas«.

 

En otra contorsión paradójica de nuestra historia, el responsable de poner en paréntesis el periodo político más brillante de nuestra historia contemporánea es el PSOE. Porque no será solo Sánchez ni su camarilla; será el PSOE, todo y completo, el que en ese salto acrobático destruya lo que protagonizó.

 

Porque no será solo Sánchez ni su camarilla; será el PSOE, todo y completo, el que en ese salto acrobático destruya lo que protagonizó

 

Si al final, la llamen como la llamen, se aprueba la despenalización de todo lo que ocurrió aquellos lamentables días en Cataluña, se llevarán por delante, como decía, la legitimidad de las fuerzas de seguridad, la de los jueces y magistrados y también el periodo más brillante de la historia del PSOE. Seguirá llamándose PSOE, pero desde luego no será el partido de los años finales del siglo pasado. No puedo decir si seguirá siendo o no el partido de figuras socialistas significativas de aquel tiempo, pero desde luego el mío no. Aguanté, criticando acerbamente y con razones de peso, el cambio a la carta del Código Penal, pero la aprobación de una resolución jurídica de esta naturaleza, para políticos fugados de la justicia española, convierte en irreconocible el partido al que me afilie hace más de cuarenta años. Ni me deben, ni les debo. Y con la libertad de tener la cuenta saldada puedo decir sin que me tiemble la voz que la formación de ningún gobierno y menos las pretensiones de ninguna persona merecen el sacrificio de lo más apreciable que tenemos cada uno de nosotros: la dignidad.

 

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¿HA EXISTIDO ALGUNA VEZ LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN EL PSOE? «CULPABLE ME DECLARO…», por Susana Pérez-Alonso. “¿Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”

‘Rebeldes con causa’, por Víctor Trimiño (Secretario General de las Juventudes Socialistas del País Vasco)