FILOSOFÍA, por Jesús Nava

Mª Dolores: 21 de junio de 2008:

“Gracias, don Jesús, por desvelarnos a Spinoza y a usted mismo.

Me gustaría leer algún libro de Spinoza acerca de filosofía y que fuese asequible de entender. ¿Podría aconsejarme alguno?

Saludos cordiales”.

Jesús Nava: 21 de junio de 2008:

“Spinoza es, Mª Dolores, un filósofo difícil de abordar, porque emplea el lenguaje escolástico y cartesiano del siglo XVII. Además, no hace concesión alguna al sentimentalismo y a la imaginación popular, por lo que sólo puede ser apreciado por quien busca la verdad con pasión y se deleita con cada rayo de luz que de ella se desprende.

Creo, por lo poco que sé de ti, sin conocerte, que tú perteneces a esa minoría de espíritus sensibles que tienden constantemente hacia la bondad, la belleza y la verdad. Puedes acercarte, pues, a Spinoza, sin rodeos, a través de su obra cumbre: la Ética, síntesis madura de todas sus reflexiones filosóficas, que le llevó quince años redactar y que no pudo publicar en vida.

No obstante, como su exposición -después de ensayar el método dialogado, al estilo de Platón, y descartarlo- sigue un orden geométrico basado en axiomas, postulados, demostraciones y escolios suele hacer recular al más decidido. Hoy ya nadie escribe de filosofía al estilo de Euclides, el matemático. Y es una pena, francamente, porque así sabríamos que es lo que saben los filósofos y profesores de filosofía, que en la mayoría de los casos se limitan a opinar y comentar los pensamientos de otros.

Te aconsejo, pues, que empieces cada capítulo de la Ética por el final, es decir, por los apéndices. Están escritos en lenguaje informal y son mucho más comprensibles para el lector moderno que no sea profesional de la filosofía. Cada vez que encuentres algún término extraño, como sustancia, atributo, modo, esencia, etc. acude a las definiciones de los preámbulos y en las que explica el sentido que les da.

Si te resulta difícil la Ética -y es realmente difícil tratar de ver o comprender las cosas con el entendimiento puro, sin imágenes poéticas ni frases bellas-, tal vez puedas adentrarte en el corazón y la mente de Spinoza leyendo, casi al azar, la correspondencia. Es muy interesante. Porque presenta al Spinoza de carne y hueso, oculto tras la aparente imperturbabilidad de las demostraciones de su Ética, y revela sus sentimientos, además de sus ideas.

Tanto la Ética como la Correspondencia, junto con el resto de sus obras, las puedes encontrar en Alianza Editorial, a un precio muy asequible.

Si te decides, tenme al tanto. Será un placer ayudarte a interpretar el mapa filosófico que lleva hasta la isla del tesoro, aquella donde reina la verdad. No es un camino fácil -él mismo lo advirtió-, pero es posible recorrerlo hasta el final, siempre que no flaqueen nuestras fuerzas espirituales.

Un cordial saludo”.

Mª Dolores: 21 de junio de 2008:

“Gracias, don Jesús, por sus amables palabras; créame que me sobreestima (no soy gran cosa). Pero sobretodo muchas gracias por la valiosa información que me ha dado. Me adentraré en la aventura de leer, e “intentar comprender” los pensamientos de Spinoza a través de los dos libros que me ha recomendado, espero que las entendederas me lleguen para ello.

Siempre he sido una buscadora de “tesoros” preciosos y extraños, así que no hay mayor estímulo para mí que el de buscar: “El mapa filosófico que lleva hasta la isla del tesoro, aquella donde reina la verdad”. (Dicho así suena fascinante).

No sé si seré capaz de interpretarlo, pero lo intentaré. Y le agradezco y acepto la ayuda que me brinda para ello, le tendré al tanto.

Muchas gracias y saludos cordiales”.

 

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No presumo de haber hallado la mejor filosofía, pero sé que entiendo la verdadera” (Spinoza).

 

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Diagrama metafisica de Spinoza

 

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Muchos pensadores han hablado de la sabiduría con desigual fortuna y han señalado el camino empinado que conduce hasta ella. Pero sólo uno entre mil he hallado que, con benevolencia y dulzura, dirija a sus lectores un solícito “ruego” de “avanzar” con él “a paso lento”, por la vía del entendimiento, hacia el conocimiento del alma humana y su suprema felicidad.

EL CRISTO DE LOS FILÓSOFOS

Quien tenga el coraje de acompañar a este hombre, por el camino interior que él transitó primero, no sólo logrará conocerse, sino que podrá sentir y experimentar con absoluta certeza que somos eternos. Su nombre: Baruch de Spinoza.

 

 

En ninguna otra filosofía hay salvación. El es el Cristo de los filósofos, según Gilles Deleuze, y el Moisés de los librepensadores, a juicio de Feuerbach. A sus pies he educado mi mente y gracias a él he aprendido casi todo lo que sé. Si alguna inteligencia espiritual he llegado a alcanzar, se la debo a Spinoza, aunque sea íntegramente mía la responsabilidad por toda la ignorancia en que aún yazgo.

En cierto modo, estas páginas constituyen mi modesto pero agradecido homenaje al amable restaurador de la “antigua y verdadera filosofía”, que si bien nunca presumió de haber elaborado la mejor filosofía,  afirmó saber que entendía la verdadera. En palabras de Lessing: “No hay más filosofía que la de Spinoza”. O como reconoció Bergson“Todo filósofo tiene dos sistemas, el suyo propio y el de Spinoza”. De todo ello quiero dar fe aquí.

FILOSOFÍA Y RELIGIÓN

La filosofía profunda es, en el fondo, verdadera religión; y la auténtica religión no es otra cosa que filosofía pura. El ámbito natural de la verdadera filosofía es el estudio y conocimiento de las cosas perennes o eternas.

En esto se distingue de manera fehaciente de la ciencia o del arte, manifestaciones del espíritu a las que sirve de inspiración, pero con las que no debe ser confundida en modo alguno. El arte aporta belleza y placer; la ciencia, conocimiento y progreso; la espiritualidad filosófica, alegría y libertad.

Abogo, pues, abiertamente por una filosofía religiosa y una religión filosófica. Que yo distinga la religión, como es obligado hacerlo, de las confesiones religiosas que la falsean o corrompen, y procure diferenciar la filosofía de las escuelas filosóficas que la complican o confunden, no resta ni un ápice de certeza a mi convicción de que, sin la unión con lo divino, la mente humana no alcanzará jamás la dicha inefable de la libertad completa y que, sin racionalidad filosófica, la religión derivará siempre en vano misticismo o peligrosa superstición.

ÉTICA, POLÍTICA Y FELICIDAD

Es más, sólo bajo la guía e inspiración de una sana espiritualidad podremos encontrar los sabios preceptos de una ética racional y las reglas prudentes de una política realista que nos alumbren el camino hacia una nueva sociedad; aquella que todas las almas nobles presienten como posible, y anticipan como real, cuando son capaces de vivir felices, entre otros hombres, obrando con generosidad, justicia y lealtad.

Es cierto que el camino que lleva a la verdadera felicidad es muy difícil de alcanzar; pero, si raramente se encuentra, y no se consigue sin “gran trabajo”, es posible hallarlo, sin embargo.

Aunque entrar por esta estrecha vereda es decisión de cada particular, podemos lograr una sociedad, organizada de tal modo, que facilite la consecución de tan alto grado de perfección para el mayor número posible de individuos. Se trata, pues, de poner la política y todas las ciencias al servicio de la felicidad.

Una sociedad así es posible para los hombres, si se les da la oportunidad de vivir bajo un régimen político benigno que garantice la libertad individual y colectiva, asegure la concordia social mediante leyes justas e iguales para todos, les procure una buena educación que les sirva de timón en la vida, y siembre en sus mentes consejos fraternales que sean como semillas de unas buenas costumbres.

Entonces, si no todos, al menos los más sensatos, bajo la guía de su propio juicio, podrán llevar libremente la forma de vida que más les plazca y hacer honestamente lo que sienten que es mejor.

EL CAMINO QUE LLEVA A LA LIBERTAD

De estos temas, y otros semejantes, trataremos en esta bitácora. No soy profesional de la filosofía, la política o la religión, ni estoy adscrito a ninguna institución académica, partido político o grupo religioso. Ni siquiera simpatizo con ellos, por muy necesarios que sean considerados.

Mucho me temo que los más, esto es, la desdichada mayoría, apenas encontrarán aquí algo que les agrade por algún motivo; los menos, o sea, la dichosa minoría, casi nada que no sepan ya. Escribo sobre estos temas porque necesito hacerlo y porque considero necesario que se haga. Eso es todo.

Aunque me esforzaré por expresar mis ideas con palabras adecuadas, que no ofendan a nadie, no es agradar lo que busco, sino hablar claro y decir la verdad. Espero, de esta manera, animar a cualquiera que necesite alcanzar la excelencia y esté dispuesto a adentrarse sin temor por el camino que lleva a la libertad.

Si lo consiguiere, siquiera en parte, lograría mi propósito; y esa sería mi recompensa. Si no, me habré limitado a cumplir con mi deber; y esa es toda la gloria a que aspiro.

Vale.

Filosofía Digital, 25/11/2005

 


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