LO QUE SE HACE POR AMOR ESTÁ BIEN HECHO, por Vincent Van Gogh

“Muchas son las heridas y cicatrices que la resistencia ante la Injusticia y la Opresión han dejado a lo largo de la historia de la Humanidad. Siento que ninguna de ellas lo ha sido en vano. Esas cicatrices y heridas son mucho más que una semilla. Son un verdadero Granero de Humanidad a la espera de florecer. Como los días de otoño, cuando tras la lluvia nace el Sol, el campo se ilumina de maravillosos Hongos, de exquisitas setas, también la Humanidad habrá de ver días soleados en el futuro. Y será gracias a los “mitelios” (raíces de los Hongos, generadoras de vida que, enterradas e invisibles, producirán nuevas eclosiones, cada vez más numerosas, el próximo día de sol) que esas heridas y cicatrices han dejado, indeleblemente escritas en nuestra Historia, las que florecerán, tras nuestra marcha, dando lugar a la realización de nuestros sueños de libertad y felicidad, en nuestros descendientes. Es por ellos, no por nosotros, que nunca hemos de darnos por vencidos”.

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He seguido reflexionando sobre el tema de nuestra conversación e involuntariamente he pensado en las palabras “somos hoy lo que éramos ayer”. Esto no significa que se deba marcar el paso y no tratar de desarrollarse, al contrario, hay una razón imperiosa para hacerlo y encontrarlo. Pero para seguir fiel a esta palabra, no se puede retroceder, y cuando se ha empezado a considerar las cosas con una mirada libre y confiada no se puede volver atrás y claudicar.

SE OBRA BIEN CUANDO SE CREE QUE ES PRECISO, PARA ELLO, SER HOMBRE INTERIOR Y ESPIRITUAL

Los que decían: “Somos hoy lo que éramos ayer”, eran “hombres honrados”, lo que resulta claramente de la constitución que han redactado, que subsistirá en todo tiempo y de la cual se ha podido decir que había sido escrita “con el rayo de lo alto” y “un dedo de fuego”. Es bueno ser “hombre honrado” y tratar de serlo más y más, y se obra bien cuando se cree que es preciso, para ello, ser “hombre interior y espiritual”.

Si se tuviera la convicción de pertenecer a esta categoría, se avanzaría por el camino con calma y confianza, sin dudar del buen resultado final. Había un hombre que una vez entró en una iglesia y preguntó: “Es posible que mi fervor me haya engañado, que haya tomado el mal camino y que siga mal, ¡ay de mí! Si me librara de esta incertidumbre y si tuviera la firme convicción de que terminaré por tener éxito y vencer…” Y una voz entonces le contesta: “Y si tuvieras la certidumbre, ¿qué harías? Haz como si estuvieras seguro y no serás confundido.” El hombre entonces continuó su camino, ya no incrédulo sino creyente, y continuó la obra sin dudar ni vacilar más.

Por lo que respecta a ser “hombre interior y espiritual”, ¿no se podría desarrollar este estado en uno mismo por el conocimiento de la historia en general y de personalidades determinadas de todos los tiempos en particular, desde la historia sagrada hasta la de la Revolución, y de la Odisea hasta los libros de Dickens y Michelet? ¿Y no se podría sacar alguna enseñanza de la obra de hombres como Rembrandt o de las Malas hierbas de Bretón, o Las horas de la jornada de Millet, o la Benedicite de De Groux o Brion, o El recluta de De Groux ( o si no de Conscience) o los Grandes Robles de Dupré, o los molinos y las llanuras de arena de Michel?

Hemos hablado mucho de lo que es nuestro deber y cómo podríamos llegar a algo bueno, y hemos llegado a la conclusión de que nuestro fin en primer término debe ser el de hallar un lugar determinado y un oficio al cual podamos consagrarnos enteramente. Y, creo que estábamos igualmente de acuerdo sobre este punto, que hay, sobre todo, que encarar el fin, y que una victoria lograda después de toda una vida de trabajos y de esfuerzos, vale más que una victoria lograda más temprano.

LOS PORTADORES DE UN VALOR SUPERIOR LLEVAN UNA VIDA DE LUCHA SOSTENIDA SIN DOBLEGARSE JAMÁS: HAY QUE ESFORZARSE POR PARECERSE A ELLOS

El que vive sinceramente y encuentra penas verdaderas o desilusiones, que no se deja abatir por ellas, vale más que el que tiene siempre el viento de popa y que sólo conocería una prosperidad relativa. Porque en quienes se comprueba de la manera más visible un valor superior son aquéllos a quienes se aplican las palabras: “Trabajadores, vuestra vida es triste; trabajadores, vosotros sufrís en la vida; trabajadores, vosotros sois felices”, son aquéllos que llevan los estigmas de “toda una vida de lucha y de trabajos sostenida sin doblegarse jamás”. Es necesario hacer esfuerzos para semejarse a ellos.

Avanzamos entonces sobre nuestro camino con el infatigable favor de Dios. En lo que me concierne, debo tornarme un buen predicador, que tenga algo bueno que decir y que pueda ser útil en el mundo, y tal vez me convendría conocer un período de preparación relativamente largo que quedara sólidamente confirmado en una firme convicción antes de ser llamado a hablar a otros…

Desde el momento en que nos esforzamos en vivir sinceramente, todo será para buen fin, hasta si debemos inevitablemente tener penas sinceras y verdaderas desilusiones; cometeremos también gruesas faltas y haremos malas acciones, pero es verdad que es preferible tener el espíritu ardiente, aunque se deban cometer más faltas, que ser mezquino y demasiado prudente.

Es bueno amar tanto como se pueda, porque ahí radica la verdadera fuerza, y el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz, y lo que se hace por amor está bien hecho. Cuando quedamos impresionados por uno u otro libro, es porque han sido escritos con el corazón, en la simplicidad y la pobreza del espíritu. Si se tuvieran que pronunciar algunas palabras, pero con un sentido, sería mejor que pronunciar muchas que no serían más que sonidos huecos y no costaría nada pronunciarlas por la escasa utilidad que tendrían.

SI SE AMA SINCERAMENTE LO QUE ES DIGNO DE AMOR, Y NO SE DERROCHA EL AMOR EN COSAS INSIGNIFICANTES, SE LOGRARÁ, POCO A POCO, MÁS LUZ Y SE LLEGARÁ A SER MÁS FUERTE

Si se continúa amando sinceramente lo que es en verdad digno de amor y no se derrocha el amor en cosas insignificantes y nulas e insípidas, se logrará, poco a poco, más luz y se llegará a ser más fuerte. Cuanto más rápido trata de distinguirse uno en el dominio de alguna actividad y en algún oficio, y se adopta una manera de pensar y de obrar relativamente independiente, y más se sujeta a reglas fijas, más firme se hará el carácter y no habrá por ello que sentirse disminuido. Hacer esto es de sabios, porque la vida es corta y el tiempo pasa ligero; si nos perfeccionamos en una sola cosa y la comprendemos bien, adquirimos por añadidura la comprensión y el conocimiento de muchas otras cosas.

A veces conviene ir hacia el mundo y frecuentar a los hombres, pues uno se siente allí obligado y llamado; pero el que prefiere permanecer solo y tranquilamente en la obra, y sólo quisiera tener muy pocos amigos, es el que circula con más seguridad entre los hombres y en el mundo. No hay que fiarse jamás al hecho de no tener dificultades y preocupaciones y obstáculos de ninguna naturaleza, pues no hay que hacerse la vida demasiado fácil. Y hasta en los ambientes cultivados y en las mejores sociedades y en las circunstancias más favorables, hay que conservar algo del carácter original de un Robinson Crusoe o de un hombre de la naturaleza, y jamás dejar apagar el fuego de su alma, sino avivarlo.

Y el que continúa guardando la pobreza para sí y la ama, posee un gran tesoro y oirá siempre con claridad la voz de su conciencia; el que escucha y siga esta voz interior, que es el mejor don de Dios, concluirá por encontrar en ella un amigo y no estará jamás solo…

Que esté allí nuestro destino, muchacho, que tu camino sea próspero y que Dios esté contigo en todas las cosas y te haga triunfar, es lo que te desea con un cordial apretón de manos en tu partida, tu hermano que te quiere, VINCENT.

Amsterdam, 3 de abril de 1878.

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VINCENT VAN GOGH, Cartas a Théo. Idea Books, Barcelona 2007. Traducción: Francisco de Oraa, Instituto del Libro, Cuba. Filosofía Digital 2008