LA DEMAGOGIA DE LA DERECHA
Tabla de contenidos
- 1 CARTA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESPAÑOL, EL EXCMO. SR. DON PEDRO SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN, A LA CIUDADANÍA
- 2 LA DEMAGOGIA DE LA DERECHA
- 3 JUAN CARLOS PEINADO: EL JUEZ QUE HABRÍA INCOADO LO QUE PARECEN SER UNAS INCONSTITUCIONALES «DILIGENCIAS INDETERMINADAS» POR DENUNCIA DE UNA ASOCIACIÓN CONTRA BEGOÑA GÓMEZ (mera denunciada, señalada falsamente como imputada)
- 4 TRÁFICO DE INFLUENCIAS EN EL CORAZÓN DE LA MONCLOA: «Bego; Conseguidora de fondos»
CARTA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESPAÑOL, EL EXCMO. SR. DON PEDRO SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN, A LA CIUDADANÍA
Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor.
Todo ello me lleva a decirle que seguiré trabajando, pero que cancelaré mi agenda pública unos días para poder reflexionar y decidir qué camino tomar. El próximo lunes, 29 de abril, compareceré ante los medios de comunicación y daré a conocer mi decisión.
Madrid, 24 de abril de 2024
Carta a la ciudadanía:
No suele ser habitual que me dirija a usted a través de una carta. Sin embargo, la gravedad de los ataques que estamos recibiendo mi esposa y yo, y la necesidad de dar una respuesta sosegada, me hacen pensar que esta es la mejor vía para expresar mi opinión. Le agradezco, por tanto, que tome un poco de su tiempo para leer estas líneas.
Como ya sabrá, y si no le informo, un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas contra mi mujer, Begoña Gómez, a petición de una organización ultraderechista llamada Manos Limpias, para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios.
Por lo que parece, el juez llamará a declarar a los responsables de dos cabeceras digitales que han venido publicando sobre este asunto. En mi opinión, son medios de marcada orientación derechista y ultraderechista. Como es lógico, Begoña defenderá su honorabilidad y colaborará con la Justicia en todo lo que se la requiera para esclarecer unos hechos tan escandalosos en apariencia, como inexistentes.
En efecto, la denuncia de Manos Limpias se basa en supuestas informaciones de esa constelación de cabeceras ultraconservadoras arriba referida. Subrayo lo de supuestas informaciones porque, tras su publicación, hemos ido desmintiendo las falsedades vertidas al tiempo que Begoña ha emprendido acciones legales para que esos mismos digitales rectifiquen lo que, sostenemos, son informaciones espurias.
Esta estrategia de acoso y derribo lleva meses perpetrándose. Por tanto, no me sorprende la sobreactuación del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal. En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista y la organización Manos Limpias. De hecho, fue el Sr. Feijóo quien denunció el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses, pidiendo para mí de 5 a 10 años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público.
La denuncia fue archivada doblemente por dicho organismo, cuyos funcionarios fueron descalificados posteriormente por la dirigencia del PP y de Vox. Seguidamente, instrumentalizaron su mayoría conservadora en el Senado, impulsaron una comisión de investigación para, según dicen, esclarecer los hechos relacionados con este asunto. Como es lógico, faltaba la judicialización del caso. Es el paso que acaban de dar.
En resumen, se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire, para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa.
No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente de que los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que represento: una opción política progresista, respaldada elección tras elección por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática.
Esta lucha comenzó hace años. Primero, con la defensa que hicimos de la autonomía política de la organización que mejor representa a la España progresista, el Partido Socialista. Pugna que ganamos. Segundo, tras la moción de censura y las sucesivas victorias electorales de 2019, el sostenido intento de deslegitimación del gobierno de coalición: progresista al calor del ignominioso grito de que te vote Txapote. Tampoco pudieron quebramos.
El último episodio fueron las elecciones generales del 23 de julio de 2023. El pueblo español votó mayoritariamente por el avance, permitiendo la reedición de un gobierno de coalición progresista, en contra del gobierno de coalición del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal que auguraban las baterías mediáticas y demoscópicas conservadoras.
La democracia habló, pero la derecha y la ultraderecha, nuevamente, no aceptaron el resultado electoral. Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente y ahora han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal.
Sin ningún rubor, el Sr. Feijóo y el Sr. Abascal, y los intereses que a ellos les mueven, han puesto en marcha lo que el gran escritor italiano, Umberto Eco, llamó la «máquina del fango». Esto es, tratar de deshumanizar y deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas.
Esta es mi lectura de la situación que vive nuestro querido país: una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que no toleran la realidad de España, que no aceptan el veredicto de las urnas, y que están dispuestos a esparcir fango con tal de: primero, tapar sus palmarios escándalos de corrupción y su inacción ante los mismos; segundo, esconder su total ausencia de proyecto político más allá del insulto y la desinformación: y tercero, valerse de todos los medios a su alcance para destruir personal y políticamente al adversario político. Se trata de una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas que se extiende a lo largo y ancho de las principales democracias occidentales, y a las que, le garantizo, responderé siempre desde la razón, la verdad y la educación.
Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día si y día también.
Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor. A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo. Sí lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos, hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero.
Todo ello me lleva a decirle que seguiré trabajando, pero que cancelaré mi agenda pública unos días para poder reflexionar y decidir qué camino tomar. El próximo lunes, 29 de abril, compareceré ante los medios de comunicación y daré a conocer mi decisión.
Gracias por su tiempo.
Atentamente, Pedro Sánchez
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LA DEMAGOGIA DE LA DERECHA
“La monarquía franquista, reformada, hizo sitio a los partidos de izquierdas, ávidos de poder, legalizándolos y ofreciéndoles un reparto de escaños, mediante el antidemocrático sistema proporcional, que les garantizaba una presencia permanente en las instituciones del Estado.
A cambio, los socialistas y los comunistas renunciaron a la república; al restablecimiento de los Estatutos republicanos de Autonomía para Cataluña, País Vasco y Galicia; y a una auténtica democracia representativa, que ellos, en el fondo, tampoco querían.
Si de veras la izquierda y la derecha fueran demócratas, hubieran introducido en la Constitución, durante los últimos treinta años, los cambios necesarios para hacerla democrática. Naturalmente, los partidos no lo harán.
El poder político está en sus manos. No lo soltarán por las buenas.
Cuando el Estado de Derecho es democrático, el individuo es más libre en sociedad, donde se somete voluntariamente a todo cuanto se decide por unánime acuerdo de los ciudadanos, que en la soledad, donde sólo se obedece a sí mismo”
Por Oliver del Valle, 2006
“España será lo que quieran los españoles y no cinco señores reunidos”, ha dicho Mariano Rajoy, máximo dirigente del Partido Popular. Este es un ejemplo típico de la demagogia de la derecha, que apela al sentimiento nacional, y al pueblo español, sólo cuando conviene a sus intereses.
Si me ocupo más de la izquierda, en esta sección, es sencillamente porque está gobernando, ¡y con qué maneras! Pero yo no olvidaré jamás -y conmigo, estoy seguro, miles de españoles lúcidos-, que durante la transición de la dictadura a la monarquía, siete señores reunidos (en realidad, sólo dos), se compincharon para elaborar en secreto la Constitución de 1.978, convirtiendo el Estado español en lo que a ellos les dio la gana, y no en lo que quisieron los españoles.
durante la transición de la dictadura a la monarquía, siete señores reunidos (en realidad, sólo dos), se compincharon para elaborar en secreto la Constitución de 1.978, convirtiendo el Estado español en lo que a ellos les dio la gana, y no en lo que quisieron los españoles
Cuando en un régimen parlamentario, las Cortes elegidas para gobernar, sacan de la manga una Constitución, sin mandato alguno de los electores, están dando un golpe de Estado constitucional. Es cierto que el texto de la Constitución de 1.978, fue sometido a referéndum y respaldado por una famélica mayoría de españoles. Pero aunque un golpe de Estado cuente con el respaldo hegemónico de la sociedad civil, y pase el trámite de las urnas, nunca conseguirá sacudirse la ignominia de ser un golpe de Estado.
Para cubrir las apariencias, usaron a unos cuantos correveidiles de los principales partidos, indignamente
llamados padres de la Constitución; pero fueron Abril Martorell, representando a la derecha franquista, y Alfonso Guerra, en nombre de la izquierda socialista, quienes pactaron la parte más sustanciosa del texto constitucional. No me sorprende que ambos se hicieran buenos amigos. La política conspiratoria, tramada a escondidas, en algún rincón, hace extraños compañeros de viaje.
El resultado está a la vista de todos. La monarquía franquista, reformada, hizo sitio a los partidos de izquierdas, ávidos de poder, legalizándolos y ofreciéndoles un reparto de escaños, mediante el antidemocrático sistema proporcional, que les garantizaba una presencia permanente en las instituciones del Estado. A cambio, los socialistas y los comunistas renunciaron a la república; al restablecimiento de los Estatutos republicanos de Autonomía para Cataluña, País Vasco y Galicia; y a una auténtica democracia representativa, que ellos, en el fondo, tampoco querían.
Para ocultar esta traición, los partidos, arropados por la prensa, se presentaron a los españoles con el dilema: o aprobáis esta Constitución o vuelve la dictadura. La propaganda fue implacable. Los que a pesar de nuestra juventud e ignorancia, aspirábamos a gozar de las libertades democráticas, pero no militábamos en ningún partido, nos quedamos confundidos y desorientados, por el cambio de discurso de las izquierdas.
Las pocas voces independientes, dentro de la oposición activa al franquismo, que no seguían las consignas partidistas, fueron silenciadas. El mismo Antonio García-Trevijano Forte, coordinador de la Platajunta, tan firme defensor de la transición a la democracia como enemigo de pactar una reforma del régimen franquista, fue encarcelado por Manuel Fraga y retenido en ella por Felipe González. Fue así como las izquierdas y las derechas, sumisas a las presiones de Henry Kissinger y Willy Brandt, traicionaron el ideal de la democracia y, de paso, a toda la nación.
Si de veras la izquierda y la derecha fueran demócratas, hubieran introducido en la Constitución, durante los últimos treinta años, los cambios necesarios para hacerla democrática: separación de poderes en el Estado; elección de diputados mediante candidaturas uninominales por distritos; elecciones presidenciales por sufragio universal; implantación del juicio por jurado y control democrático de los jueces y otros cargos públicos; y limitación drástica del poder del gobierno nacional y autonómico, descentralizándolo a favor de los municipios, donde se podría introducir una democracia casi directa.
Si de veras la izquierda y la derecha fueran demócratas, hubieran introducido en la Constitución, durante los últimos treinta años, los cambios necesarios para hacerla democrática: separación de poderes en el Estado; elección de diputados mediante candidaturas uninominales por distritos; elecciones presidenciales por sufragio universal; implantación del juicio por jurado y control democrático de los jueces y otros cargos públicos; y limitación drástica del poder del gobierno nacional y autonómico, descentralizándolo a favor de los municipios, donde se podría introducir una democracia casi directa.
Naturalmente, los partidos no lo harán. El poder político está en sus manos. No lo soltarán por las buenas. Sólo se me ocurre una vía, dada la pasividad de la mayoría de los españoles frente al poder: la abstención electoral consciente y crítica. Cuando ésta supere el cincuenta o el sesenta por ciento, tal vez el régimen de partidos o partitocracia, entre en crisis y, en ese caso, los políticos no tendrán más remedio que introducir reformas democráticas.
Entonces, España será lo que quieran los españoles y no, como ahora, lo que deciden cinco señores. Entre ellos, el señor Rajoy.
Pero, una duda me asalta: ¿querrán los españoles ser libres de verdad?
Cuando el Estado de Derecho es democrático, el individuo es más libre en sociedad, donde se somete voluntariamente a todo cuanto se decide por unánime acuerdo de los ciudadanos, que en la soledad, donde sólo se obedece a sí mismo
Olvidemos el republicanismo, y leamos o releamos a los clásicos de la democracia, directamente en sus obras; siempre ha sido duro trabajo pensar para saber, como lo es también encontrar y recorrer el camino de la libertad individual y colectiva.
Hay cuestiones que autores como Jefferson, Paine, Tocqueville, Montesquieu, o incluso, otros como Maquiavelo o Robespierre, han contestado con todo lujo de detalles. No se tiene por qué estar de acuerdo con ellos, pero esta sería su respuesta a algunas de estas cuestiones:
¿Cuál es la medida del carácter democrático de un Gobierno?
“Si hubiera de asignar a esta palabra una idea precisa y definida, diría, pura y simplemente, que significa un gobierno por la masa de los ciudadanos, actuando directa y personalmente, conforme a las normas establecidas por la mayoría; y que todo gobierno es más o menos republicano en la medida en que contenga en su composición una cantidad mayor o menor del ingrediente de la acción directa de los ciudadanos. Cuanto más lejos del control constante y directo de los ciudadanos, menos ingrediente republicano tiene el gobierno; evidentemente, ninguno donde las autoridades son hereditarias, o autoelegidas; y poco cuando son de por vida, en la medida en que la vida continúe tras el acto de elección”.
“Por consiguiente, si la fiscalización popular de los órganos de gobierno da la medida de su republicanismo, y confieso que no conozco otra medida, habrá que reconocer que nuestros gobiernos son mucho menos republicanos de que cabía esperar; en otras palabras, que el pueblo ejerce sobre sus agentes un control más irregular del que sus derechos e intereses exigen«.
“Y esto lo atribuyo no a la falta de espíritu republicano de quienes elaboraron estas Constituciones, sino la sumisión de los verdaderos principios a las autoridades europeas, a quienes especulan con el gobierno, cuyo temor al pueblo se inspira en el populacho de sus propias urbes y se ha extendido injustamente a los ciudadanos independientes, felices, y por consiguiente, ordenados de los Estados Unidos. Mucho me temo que se ha perdido una oportunidad de oro para reformar esas herejías”.
¿Tiene España Constitución?
“Un pueblo cuyos mandatarios no deben dar cuenta de su gestión a nadie, no tiene constitución. Un pueblo cuyos mandatarios sólo rinden cuentas a otros mandatarios inviolables, no tiene constitución, ya que depende de éstos traicionarlo impunemente y dejar que lo traicionen los otros. Si éste es el sentido que se le confiere al gobierno representativo, confieso que adopto todos los anatemas pronunciados contra él por Jean-Jacques Rousseau. Por otra parte, esta es una palabra que debe ser explicada, al igual que otras. O mejor, se trata menos de definir el gobierno francés que de constituirlo.
En todo Estado libre, los crímenes públicos de los magistrados deben ser castigados tan severa y fácilmente como los crímenes privados de los ciudadanos. Y el poder de reprimir los atentados del gobierno debe retornar al soberano”.
El propósito de una Constitución es prevenir el gobierno de partido
“Todas estas cosas han sucedido por la falta de una Constitución; porque la naturaleza y el propósito de una Constitución es prevenir el gobierno de partido, estableciendo un principio común que limite y controle el poder y el impulso del partido; y que diga a los partidos: hasta aquí habrás de llegar y no más allá. Sin embargo, en ausencia de una Constitución, los hombres dependen enteramente del partido; y, en lugar de gobernar el principio al partido, el partido gobierna al principio”.
Y así podríamos seguir. Pero, insisto, zambúllanse en los textos, piensen por sí mismos, y estoy seguro de que llegarán a conclusiones similares a los autores citados.
El filósofo suizo AMIEL, dejó escrito que:
“Aquí casi nadie comprende la imparcialidad, la necesidad relativa del antagonismo, el bien del partido contrario. Deberás combatir el exclusivismo, pero también el doctrinarismo. Las formulas nunca salvarán a un pueblo. No se pueden implantar leyes, ni siquiera excelentes, prematuramente; las naciones, lo mismo que los individuos, son asimilables sólo por medio de su cultura; y más allá de sus necesidades, las mejores medidas o determinaciones de gobierno les resultan del todo inútiles. No se logrará que beban más de lo que lo hace un asno sin sed, y todo el trabajo empleado en ello es superfluo. En los revolucionarios, lo mismo que en los revoltosos, veo unos hombres que mezclan en proporciones diferentes el error y la verdad, el egoísmo y la justicia, impulsados por móviles morales bastante confusos, y guiados por maneras de ver imperfectas; y todos ellos trabajando, cada uno por su lado, en un fin común, superior a su alcance y a sus deseos. Lo que me interesa y me ocupa es la vida nacional histórica, que agrupa todos esos antagonismo interiores. Aquí soy observador, y no agente, limitándome además al terreno científico y moral, fuera del campo odioso de la política; no debes dejarte arrastrar y desviar, antes de que te llegue el momento. Tienes que agrupar y ampliar el partido de los independientes y del futuro. Conclusión: en nuestros radicales, no me gustan las personas ni las teoría; y en los conservadores, aprecio las personas, pero poco las máximas. ¿Cómo hacer? Respetar a los hombres; combatir las ideas”.
“Tienes que agrupar y ampliar el partido de los independientes y del futuro” (Amiel). Ese partido es el de los patriotas, el de la gente honrada, el de los independientes que saben que si no nos asociamos y no hacemos nada, nada se logrará. Eso es precisamente lo que todos los tiranos, déspotas y ambiciosos están deseando que hagamos: dejarlos hacer a ellos.
Citaré de nuevo a AMIEL: “En nuestros radicales, no me gustan las personas ni la teoría; y en los conservadores, aprecio las personas, pero poco las máximas”.
Por lo cual, respetando a las personas, pero combatiendo las ideas, debo decir que yo no puedo estar con las izquierdas, porque soy demócrata; ni con los conservadores, porque soy radical. No se trata de confiar en nada más que en los principios racionales, universales y perennes, que causan la libertad y la felicidad, sea de los individuos, sea de los pueblos.
Para mí, como para Spinoza, el derecho es el poder. Y un individuo, en el estado natural, tiene derecho a hacer todo aquello para lo que la naturaleza le ha dado poder. Por eso, en el estado natural, no hay delito, ni justicia, ni se puede hablar de mío o tuyo, pues todo es de todos, es decir, del primero que se lo apropie. O sea, que los derechos naturales del hombre no van más allá del derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad, y todo ello en la medida en que pueda hacer valer sus derechos.
Por eso, efectivamente, porque el derecho de uno no es derecho alguno, el fin del Estado es asegurar los derechos naturales del individuo, y ampliarlos con los derechos políticos del ciudadano, pero a cambio de ceder la autoridad para regular esos derechos a la sociedad en pleno, que los hará valer no mediante la persuasión o la razón, sino mediante la coacción del Estado.
El resultado es que, cuando el Estado de Derecho es democrático, el individuo es más libre en sociedad, donde se somete voluntariamente a todo cuanto se decide por unánime acuerdo de los ciudadanos, que en la soledad, donde sólo se obedece a sí mismo.
Pero ¿cómo conseguir que las muchedumbres entren en razón y se decidan a ampliar las libertades y la prosperidad general de que ahora gozan, aunque con inseguridades y recortes constantes, tomando las riendas de su propio gobierno? La respuesta de Spinoza fue: “No es fácil verlo, y algunos dicen que es imposible”.
No digo que vaya a tomar la iniciativa política de fundar una asociación o partido por la democracia, sino que debería fundarse, si se quiere hacer algo efectivo en la vida pública: por ejemplo, conseguir una reducción drástica de los impuestos, acabar con la corrupción política, y reducir la Administración a su mínima expresión y ponerla al servicio del ciudadano. Sólo para eso, hay que asociar a los ciudadanos conscientes y responsables. Todo lo demás, como la lucha en solitario del ciudadano independiente contra el Estado, es tan inútil como rezar jaculatorias y darse cabezazos ante el muro de las lamentaciones.
El muro del Poder no caerá, aunque tengamos una fe en nuestra dignidad humana capaz de mover montañas. El muro de la vergüenza, en Berlín, acabó siendo formalmente derribado por un cambio político y fue materialmente retirado a mazazos y martillazos.
Filosofía Digital, 22/06/2006
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JUAN CARLOS PEINADO: EL JUEZ QUE HABRÍA INCOADO LO QUE PARECEN SER UNAS INCONSTITUCIONALES «DILIGENCIAS INDETERMINADAS» POR DENUNCIA DE UNA ASOCIACIÓN CONTRA BEGOÑA GÓMEZ (mera denunciada, señalada falsamente como imputada)
NOTICIA DE 2019: «EL MAGISTRADO QUE IMPUTA A 12 PERIODISTAS»Poco amigo de periodistas, pasivo y con aspiraciones: así es el juez Peinado
Raúl González Blanco, PDVSA, el triple crimen de Usera, el fraude en el cine o las grabaciones de directivos de El Corte Inglés, los otros casos que ha llevado
Por Roberto R. Ballesteros
El magistrado Juan Carlos Peinado no parece muy amigo de los periodistas. El titular del Juzgado 41 de Madrid acaba de imputar a una docena de ellos de ocho medios de comunicación (entre ellos, El Confidencial) por una supuesta revelación de secretos del sumario de los CDR. La investigación no tiene pinta de prosperar por la vía que dibuja el instructor, no solo porque este delito afecta solo a funcionarios, que deben proteger la información que manejan, y no a los periodistas, que por el contrario tienen la obligación de publicarla si esta es veraz y tiene interés público. El juez, además, ha tomado la decisión de citar a declarar a los 12 profesionales sin haber practicado diligencia alguna ni haber requerido la opinión de la Fiscalía, que para más inri ya ha anunciado que se opondrá a esta línea de actuación.
Para los que trabajan en plaza de Castilla, e incluso en el juzgado del propio Peinado, la decisión no es sorprendente. Todos saben que el magistrado «va por libre», según explica un empleado de los tribunales madrileños. «Siempre se niega a dar explicaciones a la prensa», apunta otro funcionario, que recuerda lo que pasó en el caso PDVSA. En esta última causa, el juez rastrea el desvío de fondos por parte de altos cargos de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro desde la petrolera estatal PDVSA hasta España y se ha negado siquiera a dar explicaciones de en qué punto está el procedimiento a los numerosos medios venezolanos que durante los últimos meses han llamado para interesarse.
Es un declarado enemigo de las filtraciones y en privado las critica con dureza. De ahí que haya cogido con ganas la citada denuncia interpuesta por las defensas de los CDR detenidos, que se quejaron de la publicación masiva de información del sumario. Peinado, de hecho, ya había protestado antes a puerta cerrada por noticias publicadas en la prensa sobre asuntos que él coordinaba, como el mencionado caso PDVSA, que reveló El Confidencial, o el que investigó el triple asesinato de Usera, que también contó este periódico. El magistrado se limitó a leer en los medios lo que ocurría en su juzgado, que por otra parte tampoco era demasiado.
Las pesquisas emprendidas en el citado caso PDVSA, por ejemplo, apenas avanzaron desde que fueron abiertas. La Fiscalía, de hecho, pidió que las diligencias fueran derivadas a la Audiencia Nacional, que se declaró competente y se hizo cargo de las mismas hace ahora casi seis meses. A pesar de este requerimiento, la causa continúa a día de hoy en el Juzgado 41 porque Peinado no se decide a remitirla. Fuentes jurídicas explicaron a El Confidencial que el juez todavía tiene que resolver algunos recursos pendientes, una gestión para la que se toma tiempo.
Esta pasividad la han podido observar también las diferentes partes que conformaron el procedimiento abierto por el triple asesinato de Usera, que tuvo lugar en 2016. Un exmarine americano que residía en Alemania viajó a Madrid para matar al abogado que, según sus sospechas, había empezado a salir con su expareja. El letrado no estaba en el bufete cuando el asesino se personó, lo que le libró de ser acuchillado. No corrieron la misma suerte dos empleadas del despacho y un cliente al que el visitante confundió con su objetivo. La Policía descubrió pronto la identidad del asesino y se puso en contacto con las autoridades de Alemania, adonde este había regresado la misma noche del crimen para ocultarse.
El magistrado, sin embargo, decidió irse de vacaciones y no tramitar con la celeridad que pedía la Policía las comisiones rogatorias que permitirían poner en marcha la orden de búsqueda y detención del sospechoso. Este último, entonces, aprovechó el momento para huir a Venezuela, el único lugar en el que podía refugiarse, ya que él había nacido allí y las autoridades bolivarianas no extraditan a sus compatriotas. Entró por Colombia y se quedó hasta que meses después fue detenido. Los tribunales de Venezuela han requerido al juez Peinado para que entregue la causa.
El magistrado también ha llevado asuntos como la denuncia de Manos Limpias contra los concejales del Ayuntamiento de Madrid Pablo Soto y Guillermo Zapata a cuenta de unos tuits ofensivos que ya estaban siendo juzgados por la Audiencia Nacional o las denuncias del Ministerio de Cultura contra las productoras que habían inflado la taquilla para recibir subvenciones, entre otros. Peinado se llevó un varapalo en la investigación que coordinaba contra el exfutbolista del Real Madrid Raúl González Blanco. El juez tenía la intención de acabar con la causa, pero la Audiencia Provincial de Madrid le obligó a continuar la instrucción contra la leyenda blanca por vaciar supuestamente una de sus empresas para evitar pagar una deuda de 7,17 millones de euros que le requería otra sociedad. «No corresponde al instructor pronunciarse sobre si está acreditada o no la perpetración de hechos delictivos», censuró el alto tribunal al magistrado, que también llevó el caso de la grabación de una conversación entre los directivos de El Corte Inglés Florencio Lasaga y Carlos Martínez Echavarría que desvelaba unas presuntas irregularidades en la sucesión de Isidoro Álvarez. El magistrado archivó el procedimiento, que ahora se encuentra recurrido ante el Tribunal Constitucional.
Peinado, que también ha sido profesor asociado en la Universidad Complutense de Madrid, no quiere perpetuarse en el Juzgado 41 de Madrid. De hecho, le cuesta desprenderse del citado caso PDVSA, según algunos allegados, porque el asunto podría haberle dado notoriedad. La Fiscalía Anticorrupción, sin embargo, frustró sus planes y derivó la causa a la Audiencia Nacional, donde el magistrado aspira hacerse un hueco. De momento, sus anhelos no han sido cumplidos. Peinado se presentó a cubrir la plaza de refuerzo del Juzgado Central 6 que había salido para ayudar al juez Manuel García-Castellón en la multitud de casos que este tiene abiertos. Finalmente, sin embargo, no fue el elegido para ocupar un cargo que le hubiera dado mucha más visibilidad.
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TRÁFICO DE INFLUENCIAS EN EL CORAZÓN DE LA MONCLOA: «Bego; Conseguidora de fondos»
Artículo 429 del Código Penal español
«El particular que influyere en un funcionario público o autoridad prevaliéndose de cualquier situación derivada de su relación personal con éste o con otro funcionario público o autoridad para conseguir una resolución que le pueda generar directa o indirectamente un beneficio económico para sí o para un tercero, será castigado con las penas de prisión de seis meses a dos años, multa del tanto al duplo del beneficio perseguido u obtenido, y prohibición de contratar con el sector público, así como la pérdida de la posibilidad de obtener subvenciones o ayudas públicas y del derecho a gozar de beneficios o incentivos fiscales y de la Seguridad Social por tiempo de seis a diez años. Si obtuviere el beneficio perseguido, estas penas se impondrán en su mitad superior».