Con todas las acusaciones sobre un grupo de hombres no electos que toman decisiones que impactan al resto del país, queríamos profundizar en los documentos y hablar con expertos para encontrar la verdad. ¿Existe un Estado profundo? Y si es así, ¿a qué profundidad llega?
Cada cierto tiempo, Estados Unidos nos recuerda que él es el matón del patio del colegio. Anónimo García repasa un triste episodio con Guatemala, protagonizado por Edward Bernays, el padre de las relaciones públicas.
Sigmund Freud y su sobrino Edward Bernays, desconocido para el gran público pero muy influyente
¿Conoces a Edward Bernays? Es como una araña grande y peluda, que da repelús pero es hermosísima. Bernays elaboró y puso en práctica las primeras teorías modernas de manipulación de masas, a la que llamó “ingeniería del consentimiento”, y que es el núcleo de la cara amable del imperialismo estadounidense. Veamos en qué consiste con un par de ejemplos.
Bernays comenzó como propagandista en la Primera Guerra Mundial para el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson. En un principio, Wilson mantuvo al país fuera de la contienda pero, cuando en 1917 su posición cambió debido a ciertos intereses comerciales, había que contarle una nueva milonga al público. Esa milonga tenía que alinearse con los valores del país para ser convincente: América entraba en la guerra no para restaurar los imperios europeos, sino para llevar la democracia al viejo continente. Retrataron a Wilson como un libertador, el hombre que había hecho posible un mundo en el que el individuo podía ser libre. El joven Bernays se quedó impresionado del poder de la comunicación pública para moldear el sentir popular.
Pero este era solo un pequeño ejemplo de manipulación en tiempos de guerra. ¿Podrían emplearse esos métodos de persuasión también en tiempos de paz? Su contribución clave fue incluir los análisis de Sigmund Freud, su tío por partida doble, y apenas conocido en Estados Unidos por entonces, a la esfera de la comunicación pública. Las pulsiones inconscientes fuera de control llevan a los individuos y sociedades al caos y pueden generar turbas capaces de derrocar gobiernos, como había pasado en Rusia en 1917. Vincular esas fuerzas a productos de consumo ayudaría a mantenerlas bajo control y a aprovecharlas para fines productivos y de desarrollo. Bernays se puso manos a la obra.
Antorchas de libertad
A principios del siglo XX en Estados Unidos estaba mal visto que las mujeres fumaran. Las que lo hacían eran tomadas por inmorales y prostitutas. Algunos estados incluso elevaban la moral a ley, y lo prohibían explícitamente. Ante este gran segmento de mercado intocable, la industria tabaquera sufría como el pobre Tántalo: rodeado de abundante agua y comida que se alejaban cuando las intentaba alcanzar. Las compañías de cigarros lanzaron algunos anuncios dirigidos a mujeres, pero la publicidad por aquel entonces era rudimentaria, no pasaba de enumerar las cualidades de tal o cual producto y esperar una respuesta lógica en el receptor. Era imposible que traspasara las barreras morales.
Bernays hizo posible el salto cualitativo: apelar a las fuerzas largamente despreciadas del inconsciente. La American Tobacco Co. le fichó en 1929, y difundió a la prensa que un grupo de sufragistas iba a hacer una protesta en una celebración multitudinaria en Nueva York. Las “sufragistas” eran jóvenes que él había contratado, a las que vistió con estilo pero sin que parecieran modelos, y a las que dirigió para que en el momento oportuno encendieran ante las cámaras sus “antorchas de libertad”, es decir, unos cigarrillos. La subversión era tan aplastante, la asociación tan potente, y los medios tan efectivos, que trituraron el tabú anterior. Para las mujeres, fumar pasó a considerarse símbolo de rebeldía antipatriarcal. Magnífico y descabellado: hacer creer a la gente que camina hacia su liberación cuando se dirige, en realidad, a su sometimiento. La “ingeniería del consentimiento” toma forma. Pasado el tiempo lo vemos claro, pero hemos de reconocer que entonces, con alta probabilidad, hubiéramos seguido la corriente de la “liberación”, porque las herramientas y datos para resistir no son tan evidentes; no se muestran mágicamente ante nuestros ojos como las que nos sugieren “consentir”.
Ahí está el germen de toda la propaganda y la publicidad modernas. Estados Unidos aprendió a manejar el mecanismo que hace potentes a los símbolos, y lo ha sabido aplicar con orfebrería fina a los nuevos medios de comunicación de masas, desde el incipiente cine en la época hasta las apps del móvil en los últimos años. Inauguró así una nueva forma de imperialismo amable en la que nos roba el bocadillo sin tener que levantar el puño. Solo si chistamos saca la mano del bolsillo para recordarnos que sigue siendo el matón del planeta.
La liberación de Guatemala
Un episodio más dramático, que me sirve de excusa para recordar la figura de Bernays, fue el golpe de estado de Guatemala en 1954. Nuestro hombre ya era un reputado asesor de comunicación corporativa, y uno de sus clientes en aquella época era United Fruit Co. (UFCo en adelante), una gigantesca compañía que tenía grandes plantaciones de plátanos en el país centroamericano, era propietaria de sus infraestructuras críticas como puertos y líneas de ferrocarril y mantenía buenas relaciones con los caciques locales. La empresa controlaba de facto la política y economía de Guatemala, lo que convertía al país en el paradigma de una “república bananera”.
Sin embargo, la Revolución de Octubre de 1944 supuso un cambio de rumbo en el país: introdujo la democracia y promovió subidas salariales. En 1950 un nuevo presidente, Jacobo Árbenz, continuó las reformas y, entre otras medidas, impulsó la transferencia de las tierras en manos muertas de UFCo a la población rural. Tras una serie de disputas legales, la compañía concluyó que no podía “cooperar” con el gobierno de Árbenz y decidió hacer de sus problemas en Guatemalaun asunto público.
Llamó a Bernays.
Pregunta: ¿Cómo hacer que el Gobierno de Estados Unidos actúe a favor de los intereses de UFCo?
Respuesta: Cuando la opinión pública tenga el asunto entre sus preocupaciones.
Pregunta: ¿Cómo crear las condiciones para que el público tenga el asunto entre sus preocupaciones?
Respuesta: Hacer coincidir el problema con la intuición moral general.
Solución: Difundir la idea de una amenaza comunista a unos pocos cientos de millas de Nueva Orleans.
Medios: Creó una agencia de noticias sobre América Central, inundó las redacciones de los periódicos con informes, y organizó cinco viajes, pagados por la platanera, para que los periodistas pudieran “ver” con sus propios ojos la amenaza del comunismo. Los viajes incluían entrevistas con políticos cuidadosamente seleccionados, e incluso alguna manifestación “antiestadounidense” financiada por la propia empresa.
Resultado: En la prensa estadounidense el presidente guatemalteco fue retratado como un títere de Moscú. Guatemalaera el primer paso para “crear un serio problema a Estados Unidos en tiempos de guerra”, y las reformas agrarias quedaron descritas como “un alarmante ejemplo de acciones de corte ruso en el hemisferio occidental”. UFCo estaba siendo maltratada por Árbenz a pesar de ser un “ejemplo modélico de empleo en el Caribe”. Los periódicos hacían todas estas aseveraciones sin explicitar de dónde venía la información y, en la mayoría de los casos, sin molestarse a dar la versión del Gobierno guatemalteco. En las pocas ocasiones en las que lo hicieron, era para ponerla en duda.
Bernays se había encargado de hacer fácil el trabajo de los periodistas, y estos estaban encantados: solo tenían que copiar esas fuentes oficiales que no hacía falta contrastar e irse a casa a comer. Es algo que más adelante Mark Fishman llamaría el principio de afinidad burocrática:
“Los trabajadores informativos están predispuestos a considerar objetivos los relatos burocráticos, puesto que ellos mismos participan en el apoyo a un orden normativo de expertos autorizado socialmente. […] Identificarán la declaración de un funcionario no solo como una afirmación, sino como un fragmento de conocimiento verosímil y creíble”.
A las instituciones les viene bien la prensa para difundir su propaganda, a la prensa le vienen bien las instituciones para llenar los periódicos sin esfuerzo.
No toda la prensa, claro, pero hay asuntos más difíciles de desmentir que otros. En este caso, unos pocos reporteros sí ofrecieron una versión más completa y cuestionaron el vínculo de Guatemalacon la Unión Soviética. Tuvieron que dedicar mucho más esfuerzo, investigación, e incluso riesgo personal: eran los años duros del macartismo, y el anticomunismo estaba tan imbricado en el ambiente moral estadounidense que cualquier duda era peligrosa. Como suele ocurrir en estos casos, se trató de iniciativas individuales de los periodistas, no de una línea editorial de ningún medio. Pero este era uno de esos casos difíciles de desmentir, y su buen trabajo estuvo lejos siquiera de encender la mecha del debate público, no digamos ya de propagar la verdad.
El desenlace es el esperado. La CIA encargó un informe sobre Guatemala, que por diversos motivos incidió en el vínculo soviético de Árbenz. Entrenó una guerrilla de 480 hombres y lanzó una campaña de propaganda que abultaba su capacidad y poder. Árbenz podría haber vencido a las escuetas milicias con los efectivos del Estado, pero no pudo vencer a la poderosa campaña de propaganda. No quiso sumir al país en una guerra civil, y dimitió.
Aquí no había reySalomónque intercediera por Árbenz, y este pasó el resto de su vida en el exilio. La campaña de desprestigio le persiguió el resto de su vida, y fue presa fácil de diversas burlas y escrutinios morales por parte de la prensa allí donde se afincaba. La vida errante y cruda lo sumió en la depresión y el alcoholismo y causó estragos su entorno cercano, como el suicidio de su hija en 1965. El expresidente murió por fin en 1971, y solo así pudo alcanzar el sosiego.
Qué más da. Es el daño colateral de un episodio más del caciquismo local en Guatemala, de la injerencia estadounidense en América Latina y de los peligros de la moralidad. Pero lo importante es que UFCo pudo seguir vendiendo plátanos y, seguramente, hubiera contado con mi consentimiento.
Jacobo Árbenz
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Autor
Anónimo García
Anónimo García es ultrarracionalista. Fundó el colectivo Homo Velamine.
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Edward Bernays, el hombre que cambió el mundo (Video)
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EL ESTADO PROFUNDO NORTEAMERICANO
En virtud de los términos de la guerra global contra el terrorismo, una infusión masiva de casi un billón de dólares al Departamento de Seguridad Nacional, las 17 agencias de la llamada comunidad de inteligencia, más la considerable expansión del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, es la integración permanente de las Fuerzas Armadas con Agencias de seguridad, conforman un aparato de seguridad secreto.
El Estado profundo (deep state) es aquel grupo de funcionarios gubernamentales y militares no electos que manipulan o dirigen secretamente la política nacional
El Estado profundo (deep state) es aquel grupo de funcionarios gubernamentales y militares no electos que manipulan o dirigen secretamente la política nacional. El Oxford English Dictionary define “Estado profundo” como aquel
“cuerpo de personas, típicamente miembros influyentes de agencias gubernamentales o militares, que se cree que están involucrados en la manipulación secreta o el control de la política gubernamental”.
Operan de manera conspirativa mediante redes de grupos de poder en la sombra que establecen una agenda en común y objetivos y en paralelo al gobierno legítimo elegido democráticamente. Ejemplos de los órganos del Estado que son utilizados para estos fines son las Fuerzas Armadas o autoridades civiles (Servicios de inteligencia, Agencias gubernamentales y de la Administración Pública).
Dependiendo a quién le preguntes, The New York Times y The New Yorker dicen que no existe tal cosa y denuncian el término como una teoría de la conspiración. Pero otros, han hecho referencia a su existencia incluidos el fundador de The Weekly Standard, Bill Kristol y The Economist: “Los expertos estadounidenses han utilizado a menudo el término ‘Estado profundo’ como sinónimo de burocracias militares y agencias de espionaje, especialmente aquellas que filtran información”, han hecho referencia a su existencia.
El Secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, en una conferencia de prensa no rechazó el concepto: “Creo que no hay duda de que, cuando un partido lleva ocho años en el poder, hay gente que se queda en el gobierno y sigue defendiendo la agenda de la administración anterior”, afirmó. “Por eso, no creo que deba sorprendernos que haya gente que se haya metido en el gobierno durante los ocho años de la última administración y que haya creído en esa agenda y que siga intentándola”, añadió. “No creo que eso deba sorprendernos”.
Según Mike Lofgren, ex asistente republicano del Congreso de Estados Unidos, el Estado profundo se define como una “asociación híbrida de elementos del gobierno y partes de las finanzas y la industria de alto nivel que es efectivamente capaz de gobernar Estados Unidos sin referencia al consentimiento de los gobernados expresado a través del proceso político formal”.
Ryan Gingeras recopila cómo el término se convirtió en parte del léxico estadounidense. Hans Morgenthau en un artículo “The Impact of the Loyalty-Security Measures on the State Department” publicado en el Bulletin of the Atomic Scientists de 1955 había denominado anteriormente el “Estado dual” moderno, como una entidad separada del Estado “democrático” que históricamente representó coaliciones dentro del gobierno que trabajan para “vetar” o “afinar” políticas relacionadas con la seguridad nacional.
El diplomático canadiense Peter Dale Scott en su libro “The Road to 9/11: Wealth, Empire, and the Future of America” realiza un análisis minucioso de cómo la política exterior estadounidense desde los años 60 ha llevado a encubrimientos parciales o totales de actos criminales internos pasados.
Michael Glennon en “National Security and Double Government”(2014) propuso el término “doble gobierno” al analizar las instituciones de seguridad nacional en las que rastrea la historia del doble gobierno hasta las primeras etapas de la Guerra Fría y que perduraron durante las administraciones de Bush y Obama. Lo asocia con la autoridad ampliada ejercida por los militares y la comunidad de inteligencia durante ese periodo. Las continuidades entre Bush y Obama demostrarían que el país había
“pasado de una mera presidencia imperial a un sistema bifurcado –una estructura de doble gobierno– en el que incluso el presidente ahora ejerce poco control sustancial sobre la dirección general de la política de seguridad nacional estadounidense”.
La burocracia de Seguridad nacional.
Se remonta a 1947, a los tiempos del presidente Harry Truman cuando firmó el Acta de Seguridad Nacional que facultó la creación de instrumentos clave del ejercicio del poder global de EE.UU.: el Departamento de Defensa, el Consejo de Seguridad Nacional, el Estado Mayor Conjunto y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) lo que facilitó que un grupo de funcionarios no electos pudiera dirigir en secreto la política gubernamental.
Durante la Guerra Fría, funcionarios como Allen Dulles, director de la CIA y Jay Edgar Hoover el director del FBIreclutaron a por lo menos mil ex agentes nazis para trabajar como espías e informantes estadounidenses.
Durante la Guerra Fría, funcionarios como Allen Dulles, director de la CIA y Jay Edgar Hoover el director del FBI reclutaron a por lo menos mil ex agentes nazis para trabajar como espías e informantes estadounidenses
Truman lo lamentó posteriormente, escribió en el Washington Post el 22 de diciembre de 1963:
“Nunca pensé que cuando establecí la CIA, ésta sería inyectada con operaciones clandestinas en tiempos de paz. Algunas de las complicaciones y la vergüenza que creo que hemos experimentado, son en parte atribuibles al hecho de que este silencioso brazo de inteligencia del presidente ha quedado tan alejado de su papel previsto, que está siendo interpretado como símbolo de la siniestra y misteriosa intriga extranjera, y un tema para la propaganda enemiga de la Guerra Fría”.
La División de Inteligencia General del FBI solía espiar a los estadounidenses, su jefe de la División, Hoover, ayudó a ejecutar las «redadas Palmer» que se utilizaron para perseguir a los estadounidenses contrarios a las políticas de seguridad nacional de la administración Wilson. Con el tiempo, Hoover trabajaría incansablemente para convertir al FBI en un órgano autónomo usándola para chantajear a políticos, acosar a estadounidenses, torcer la ley y el sistema político estadounidense en general para beneficiar al propio Hoover, a sus secuaces y al propio FBI.
El gobierno permitió que la CIA siguiera operando con una supervisión insignificante e independencia considerable, hasta el punto de asesinar a líderes extranjeros y monitorear ilegalmente las comunicaciones de los ciudadanos estadounidenses, incluyendo incluso al presidente de EE.UU. como el caso Moore-Redford en 1971, la junta del Estado Mayor estaba espiando ilegalmente a su Comandante en jefe.
El presidente Bush firmó una orden ejecutiva en 2002 que autorizaba a la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) a espiar a ciudadanos estadounidenses y extranjeros si el gobierno sospecha que tienen vínculos con terroristas.
A pesar de que el presidente Obama prometió limitar la recopilación de datos de ciudadanos estadounidenses, expandió en gran medida el poder de vigilancia estatal de la nación. Durante su administración, agentes de inteligencia vigilaron ilegalmente a periodistas, miembros del Congreso, la campaña presidencial de Trump y a millones de ciudadanos estadounidenses.
Con el tiempo, estas organizaciones civiles se entrelazaron cada vez más con los crecientes brazos de «operaciones especiales» del Departamento de Defensa. Una de las principales recomendaciones del Informe de la Comisión del 11-S, presentado en 2004, fue que el Departamento de Defensa debía asumir la responsabilidad principal de las actividades paramilitares del gobierno estadounidense que le correspondían a la CIA. El Pentágono desarrollaría «sus propias capacidades de inteligencia clandestina» y se haría cargo de muchas de las «actividades paramilitares encubiertas y de la guerra no convencional» que antes dirigía la CIA.
Una misión central del Comando de Operaciones Especiales de EE.UU. (USSOCOM) es la “guerra no convencional”, que la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) de 2016 define como
“actividades realizadas para permitir que un movimiento de resistencia o insurgencia coaccione, perturbe o derroque a una potencia o gobierno ocupante operando a través o con una fuerza subterránea, auxiliar o guerrillera en una zona denegada”.
El historiador Alfred McCoy describe el poder global de EE.UU. que ha sostenido la hegemonía de Washington durante los últimos 70 años, su dependencia de métodos encubiertos. En virtud de los términos de la guerra global contra el terrorismo, una infusión masiva de casi un billón de dólares al Departamento de Seguridad Nacional, las 17 agencias de la llamada comunidad de inteligencia, más la considerable expansión del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, es la integración permanente de las Fuerzas Armadas con Agencias de seguridad, conforman un aparato de seguridad secreto.
La cuarta rama del Gobierno, el estado administrativo.
El Estado profundo no sólo consiste en las agencias de inteligencia y la burocracia de la Seguridad nacional, es mucho más grande que eso. A expensas de la autoridad legislativa del Congreso, la gran mayoría de las “leyes” que gobiernan a los EE.UU. no son aprobadas por el Congreso, sino emitidas como reglamentos, elaborados en gran medida por miles de burócratas anónimos e inaccesibles.
La gran mayoría de las “leyes” que gobiernan a los EE.UU. no son aprobadas por el Congreso, sino emitidas como reglamentos, elaborados en gran medida por miles de burócratas anónimos e inaccesibles
Un estudio encontró que los legisladores electos en el Congreso promulgaron 138 leyes públicas en 2007, mientras que los burócratas federales no electos establecieron 2.926 reglamentos. Un estudio similar encontró que los jueces federales realizan aproximadamente 95.000 procedimientos cada año, en comparación con 939.000 casos juzgados por “tribunales” administrativos vinculados a las agencias federales individuales en la rama ejecutiva. Al minar la separación de poderes establecidos en la Constitución, muchas burocracias federales poseen los tres poderes de la legislatura (reglamentos), el poder judicial (“tribunales” administrativos) y el ejecutivo (ejecución por parte de agentes armados).
El complejo militar industrial lobbista.
En 1961, el presidente Eisenhower advirtió en su último discurso del complejo militar industrial, aplicado a los intereses económicos de la industria militar, la relación entre el ejército de un país y la industria de defensa que lo suministra, como un interés creado en mantener la carrera armamentística y que influye en las políticas públicas. Esta relación de intereses se conoce como «Triángulo de hierro» conformado por el Pentágono, el Congreso y el Gobierno federal. En el que se integraron con el Ejército de EE.UU. a la investigación científica, la investigación básica en las universidades y corporaciones privadas, y luego docenas de contratistas de defensa y lobbistas que tienen contratos más o menos permanentes para mantener su establecimiento de investigación y producción.
Su inserción en la estructura productiva nacional se consigue a través de la colonización de los reductos estratégicos del sistema estatal por parte de directivos de empresas y/o representantes corporativos a partir de la ocupación de cargos públicos desde los cuales recoger demandas sectoriales o particulares para vehiculizar su traducción en política pública. Los contratistas estadounidenses que integran el complejo industrial-militar concentran el 39% del comercio internacional de armas, siendo sus principales compañías fabricantes de armamento: Lockheed Martin, Raytheon Technologies, Northrop Grumman y General Dynamics.
La convergencia de las agendas neoconservadoras.
El neoconservadurismo es una ideología fundamentalista bipartidista (republicanos y demócratas). Los académicos-burócratas bajo la denominación de «neocons» fueron inspiradores ideológicos, junto al complejo militar industrial estadounidense estaban intrínsecamente relacionados a través de sus intereses compartidos en la política exterior y la defensa nacional.
Paul Wolfowitz desempeñó un papel fundamental en la consolidación de los neoconservadores y en la promoción de su agenda dentro de la política exterior de Estados Unidos. Su influencia es particularmente notable durante las décadas de 1980 y 2000. Uno de los aportes más influyentes de Wolfowitz fue la formulación de la doctrina que lleva su nombre, en 1992, que proponía un enfoque unilateral en la política exterior estadounidense. Este documento, oficialmente conocido como «Defense Policy Guidance», abogaba por una estrategia de «Pax Americana» donde Estados Unidos debía asegurar su dominio global a través de la disuasión militar, sin depender de instituciones internacionales o alianzas que pudieran limitar su capacidad de acción.
Mark Lessereaux, columnista sobre temas de sociedad y política estadounidense señala en la década de 2020, la neoconización de la posición del Partido Demócrata en materia de política exterior:
“En las últimas dos décadas, liderados por ideólogos neoconservadores como los republicanos Donald Rumsfeld, Dick Cheney, y los demócratas Hillary Clinton y Victoria Nuland, EE.UU. ha eliminado en gran medida la diplomacia de su enfoque de la política exterior en favor de la retórica supremacista, la propaganda polarizadora de los medios tradicionales y las amenazas de intervención económica y/o militar”.
Su apogeo durante las administraciones de Ronald Reagan y George W. Bush. Reagan, por ejemplo, adoptaron muchas de las ideas neoconservadoras, incluyendo el incremento del gasto militar y la intervención en conflictos extranjeros para contrarrestar la influencia soviética. Sin embargo, fue durante el mandato de George W. Bush cuando el neoconservadurismo realmente definió la política exterior de Estados Unidos.
Los think tanks.
Los postulados «neocons» a través de instituciones que, en principio, formulan sus análisis a través del método científico, por lo tanto analizando datos y hechos, llegando así a conclusiones. Materializan nuevas amenazas y formulan estrategias políticas concretas, para que cuando se presente el momento de la crisis, haya un plan preparado para rescatar y salvaguardar los intereses de EE.UU.
Valentina Saini describe 3 think tanks estadounidenses financiados por contratistas del Pentágono como la Heritage Foundation, el Center for Strategic and International Studies CSIS y la Brookings Institution.
Según la clasificación de Weaver (1), existen esencialmente tres tipos de think tanks:
A) Las “Universidades sin estudiantes”. Es un tipo de think tank que dispone de un gran número de personal académico e investigador, y que se caracteriza por la gran cantidad de publicaciones que produce. Suele ser no partidistas y financiado prevalentemente por fondos privados, tanto de personas particulares como de otros entes, empresas, industrias etc. El objetivo es normalmente conseguir influir en el clima de opinión de las élites de la política norteamericana.
B) Las “Organizaciones de investigación por contrato”. Este tipo de think tank escribe sobre todo informes por encargo de agencias gubernamentales específicas. Estos estudios no suelen ser accesibles a la opinión pública, al no ser que la agencia gubernamental en cuestión, decida permitirlo. Por esto, su agenda es claramente dictada por los intereses de las agencias que encargan los informes.
C) Los “Advocacy tanks”. Por su explícito sesgo político y/o ideológico, el trabajo de este tercer tipo se parece al de los grupos de presión. Tiene una voluntad clara y agresiva de influir en el debate político, y suele adaptar sus productos a esta exigencia, escribiendo sobre todo memos breves, esquemáticos, fáciles de leer, ya que difícilmente un político se dedicará a la lectura detenida de un estudio largo y detallado sobre una determinada cuestión. De esta manera, también se asegura su comprensión por parte de un mayor número de personas.
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DESINFORMACIÓN Y PROPAGANDA: CASO PRÁCTICO
USAID financió a un grupo ucraniano que difamó al vicepresidente Vance como «propagandista» prorruso
El presidente estadounidense Donald Trump ha criticado duramente a USAID por gastos absurdos en el extranjero.
Sin embargo, Trump ha omitido quizás la operación más escandalosa: en Ucrania, Estados Unidos financió a grupos que difamaron al vicepresidente, a miembros del Congreso y a periodistas estadounidenses como «propagandistas extranjeros», mientras entrenaban a ucranianos en tácticas de «operaciones psicológicas»
Por Wyatt Reed
El gobierno de Estados Unidos financió una empresa de inteligencia militar ucraniana que difamó al vicepresidente estadounidense J.D. Vance, al director antiterrorista estadounidense Joe Kent y al representante Thomas Massie como “propagandistas extranjeros de la Federación Rusa”.
Hasta el día de hoy, la lista negra en línea publicada por el grupo ucraniano financiado por USAID, conocido como Molfar, incluye a Vance, Massie y Kent como “propagandistas extranjeros” alineados con el gobierno ruso, y exige su “destitución de cargos públicos, la introducción de sanciones e investigaciones sobre su participación personal en delitos”.
“Estos individuos representan una amenaza para la seguridad nacional de los países que no apoyan la política terrorista de la Federación Rusa”, afirma Molfar.
El sitio web de Molfar condena a Vance por haber «comparado la democracia ucraniana con la de Afganistán» y afirmar que «sigue oponiéndose a seguir financiando esta guerra«. Quizás lo peor de todo, a ojos de los guerreros de la información ucranianos, fue su postura sobre las aspiraciones de Ucrania a la OTAN: «Declaró que Ucrania no debería unirse a la OTAN, porque supuestamente significaría ‘invitar a la nación estadounidense a la guerra‘».
En 2022, un representante de Molfar fue citado en CNN acusando al presidente Trump de un comportamiento “absolutamente pro-Kremlin” porque “Trump dijo que Crimea es rusa, porque la gente habla ruso”.
Molfar, término ucraniano para hechicero o mago, se describe a sí misma como una agencia de inteligencia de código abierto que «recopila listas de enemigos ucranianos para llevar a los criminales de guerra ante la justicia». Su sitio web ya había nombrado a USAID y al Fondo de Investigación y Desarrollo Civil de Estados Unidos (CRDF) como «socios». La legalidad de que agencias estadounidenses patrocinen a grupos extranjeros para difamar a los estadounidenses e inmiscuirse en la política estadounidense es, en el mejor de los casos, cuestionable.
Un informe con el logo de USAID, que fue publicado un año después de la invasión de Rusia por el Centro Nacional de Coordinación de Seguridad Cibernética de Ucrania (NCSCC), señaló que Molfar había ayudado a capacitar a miles de empleados del gobierno en tácticas de desprestigio y estaba brindando instrucción sobre guerra cibernética, incluidas técnicas de PSYOP, a trabajadores públicos con la asistencia directa del gobierno de Estados Unidos.
“El NCSCC, con el apoyo del Fondo de Investigación y Desarrollo Civil de Estados Unidos (CRDF Global) y el Departamento de Estado de Estados Unidos, realizó la capacitación en línea de tres días <OSINT: inteligencia utilizando fuentes abiertas>”, indicó el informe.
Junto con los principales investigadores prácticos de la empresa ucraniana Molfar, más de 2.000 trabajadores públicos realizaron tareas prácticas sobre los siguientes temas: búsquedas de código abierto, búsqueda de contactos, uso de bots de Telegram, PSYOP y su uso como método de guerra de información, análisis de imágenes e inteligencia humana (HUMINT) o ingeniería social.
En total, “USAID dijo que asignará 60 millones de dólares” para “fortalecer la ciberseguridad de Ucrania”, escribieron los autores del informe.
Al difamar a líderes políticos estadounidenses, Molfar ha atacado a numerosos periodistas estadounidenses, incluyendo al editor jefe de TheGrayzone, Max Blumenthal, a quien prometió desenmascarar como agente ruso en un mensaje a cientos de contactos de medios. Un correo electrónico masivo enviado por la directora de asuntos públicos de Molfar, Daria Verbytska, acusó falsamente a Blumenthal de «adaptarse a las narrativas rusas tras una expansión mágica de ingresos«, al tiempo que prometía entregar un informe sobre sus «ingresos aproximados, sus fuentes, información falsa sobre su currículum, cooperación con otros propagandistas, pruebas, información negativa, conexiones con personas de todo el mundo, familia, contactos, propiedades e información adicional«.
El informe de Molfar se redujo a una colección poco coherente de afirmaciones falsas, casi difamatorias, que acusaban a Blumenthal de difundir noticias falsas por hacer afirmaciones objetivamente ciertas como: «Estados Unidos y la OTAN patrocinan la guerra en Ucrania». Sin embargo, el expediente contenía su domicilio particular, el de sus familiares e incluso el de sus compañeros de trabajo. Por lo tanto, USAID había patrocinado una operación de doxing que puso en peligro a ciudadanos estadounidenses por criticar al gobierno ucraniano y que perseguía a otros simplemente por su vínculo con la familia de Blumenthal.
En un informe para el diario británico Morningstar Online, el periodista Steve Sweeney documentó cómo Molfar estaba “poniendo en peligro vidas de manera imprudente al publicar una lista de ‘traidores’ con datos personales, fotografías e incluso detalles familiares de supuestos colaboradores rusos, incluidos niños”.
Otros objetivos de Molfar incluyen al magnate tecnológico Elon Musk, a los periodistas Glenn Greenwald, Tucker Carlson y AaronMaté de The Grayzone, así como al economista y comentarista geopolítico Jeffrey Sachs.
Sorprendentemente, Molfar no fue el único grupo que recibió financiación del gobierno de Estados Unidos para crear una lista negra que acusaba a los estadounidenses de supuestos delitos de pensamiento.
Sorprendentemente, Molfar no fue el único grupo que recibió financiación del gobierno de Estados Unidos para crear una lista negra que acusaba a los estadounidenses de supuestos delitos de pensamiento.
Vox populi, Vox Ucrania
La información revisada por The Grayzoneindica que al menos otros dos grupos ucranianos que atacaron y difamaron a periodistas destacados y altos funcionarios de Trump fueron subsidiados directamente por los contribuyentes estadounidenses: VoxUkraine, un destacado grupo de expertos y «verificador de hechos» ucraniano, y el Centro para Contrarrestar la Desinformación, un apéndice oficial del consejo de seguridad nacional de Ucrania.
Quienes visitan la página de “historia” de VoxUcrania se encuentran con la siguiente pregunta: “¿Cómo se ha transformado Vox Ucrania de un blog dirigido por unos pocos entusiastas a un think tank que influye en millones de ucranianos?”. La respuesta, resulta ser, millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses.
Formada en medio del golpe de Estado en Ucrania en 2014, respaldado por Estados Unidos, VoxUkraine afirma que comenzó como un grupo de «cuatro economistas ucranianos» que simplemente buscaban «elevar el nivel del discurso económico en Ucrania«. Sorprendentemente, tan pronto como se constituyó formalmente en 2015, lograron recaudar casi 2 millones de dólares. El informe anual del grupo señaló que el 42 % de los ingresos de VoxUkraine ese año provino de un solo donante: la Fundación Nacional para la Democracia (NED).
Desde entonces, VoxUcrania ha experimentado una expansión masiva, con el apoyo de la NED (organización nacional para el desarrollo) y la USAID (organización financiada por Estados Unidos). Hoy en día, su sitio web identifica su autoproclamada operación de verificación de datos, VoxCheck, como su proyecto más destacado.
Como miembro oficial de la denominada «Red Internacional de Verificación de Datos«, cuya empresa matriz, Poynter, recibe una financiación sustancial de la NED, VoxCheck ha tenido un papel destacado en la cobertura de los principales medios de comunicación sobre la supuesta propaganda rusa. El sitio web de VoxCheck, que enumera a 23 empleados, revela que recibió financiación de la NED, la Embajada de Estados Unidos y también de Facebook, que encargó al grupo como socio oficial de verificación de datos de Meta en 2020. Los informes anuales muestran que, en 2021, dependían casi por completo del dinero de Facebook, que representaba el 61 % de sus ingresos. Con el estallido de la guerra en 2022, esa cifra se redujo a tan solo el 6 %, y la financiación volvió a fluir de USAID y la NED, que en conjunto aportaron el 28 % del presupuesto de VoxUcrania.
Además de usar el dinero de los contribuyentes y censurar las publicaciones de estadounidenses en redes sociales, VoxCheck también colaboró con el Centro para la Lucha contra la Desinformación de Ucrania para compilar otra lista negra diseñada para acusar a ciudadanos estadounidenses de ser agentes de Rusia. En febrero de 2024, VoxUcrania y el CCD declararon conjuntamente que habían analizado las publicaciones y discursos de 26 «expertos» occidentales y que sus actividades presentaban indicios de una red.
Entre otros, la supuesta «red» incluía a periodistas estadounidenses, entre ellos este autor, Max Blumenthal de The Grayzone, el juez Andrew Napolitano, Tucker Carlson, Glenn Greenwald, Jimmy Dore, Clayton Morris, Brian Berletic, Douglas Macgregor y los principales expertos académicos Jeffrey Sachs, John Mearsheimer y Richard Sakwa.
USAID patrocina operación de información censurable en Ucrania.
El Centro para la Lucha contra la Desinformación (CCD) de Ucrania se une a VoxUcrania en la guerra informativa oficial de Kiev. Fundado bajo el mandato de Zelenski en 2021 y operado bajo los auspicios del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, el CCD se presenta como una iniciativa respaldada por el gobierno para prevenir la propagación de «desinformación destructiva» y la «manipulación de la opinión pública«.
Tan solo un año después de su fundación, ya se dedicaba a desprestigiar a la actual directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, acusándola de estar «a sueldo del Kremlin«. En una publicación de Telegram sobre Gabbard en abril de 2022, el CCD declaró que «el enemigo [Rusia] sigue difundiendo desinformación utilizando políticos estadounidenses reclutados«.
Ese julio, el grupo oficial ucraniano volvió a demonizar a los funcionarios estadounidenses, calificándolos de agentes extranjeros casi foráneos, y publicó una lista negra que incluía tanto a Gabbard como al senador Rand Paul, titulada «Oradores que promueven narrativas que se alinean con la propaganda rusa». Aunque el CCD se negó a responder a las preguntas de los medios estadounidenses que respondieron, eliminó discretamente la lista a mediados de agosto.
Una semana después de la elección de Trump en noviembre de 2024, el CCD eliminó su publicación original sobre Gabbard. Poco después, el grupo intentó retractarse, culpando a un empleado no identificado del CCD de que el sitio web difamara a un funcionario estadounidense de alto rango durante más de dos años, y afirmando haber despedido al responsable. «Las publicaciones sobre Tulsi Gabbard no cumplieron con los estándares del Centro, ya que se publicaron sin la debida verificación de la información… Dado que las publicaciones se publicaron en 2022 y los responsables fueron despedidos entre 2023 y enero de 2024, el Centro se ve privado de la oportunidad de exigir responsabilidades a estos individuos».
Los grupos ucranianos que utilizan fondos públicos estadounidenses para difamar a políticos estadounidenses a menudo solapaban sus actividades y, en ocasiones, se coordinaban formalmente. En octubre de 2024, el Centro para la Lucha contra la Desinformaciónreveló la firma de un memorando de cooperación con VoxUcrania, tan solo ocho meses después de anunciar que había llegado a un acuerdo similar con Molfar para fortalecer la lucha contra la desinformación.
Molfar ataca a los rusos sobre el terreno, lo que agrava el saldo humano.
Aunque conocida en Occidente por denigrar a quienes se oponen a la guerra con Rusia, Molfar tiene una reputación distinta en Ucrania, donde cobró reconocimiento por rastrear fotos de tropas rusas y geolocalizar sus posiciones. Dirigida por un director ejecutivo formado en el neoliberal Instituto Aspen y otro oficial jefe que es Embajador Honorario de TI de Ucrania, Molfar se convirtió rápidamente en uno de los primeros contratistas militares privados digitales con un billete para la guerra indirecta, ya que la inteligencia ucraniana le solicitó que rastreara las redes sociales en busca de pistas sobre el paradero de los soldados rusos.
Un perfil adulador de Foreign Policy publicado en 2023, que atribuía a Molfar el mérito de ser pionero en nuevas formas de usar inteligencia de código abierto para «matar proactivamente a las fuerzas enemigas y destruir el hardware enemigo en el propio campo de batalla«, señaló que el director ejecutivo de Molfar «se puso en contacto por primera vez con la inteligencia ucraniana antes de la guerra» en una conferencia de seguridad anónima donde Molfar fue «invitado a capacitar a nuevos reclutas del SBU [Servicio de Seguridad de Ucrania] en técnicas OSINT«.
“Me dijeron que dos semanas después de nuestro seminario ya habían logrado localizar a los militares rusos y atacarlos”, se jactó Starosiek.
Para el verano de 2022, Molfar puso en práctica estas habilidades al proporcionar al ejército ucraniano las coordenadas exactas de un supuesto grupo de soldados chechenos en la ciudad de Rubizhnoye. Según la empresa, esa información se utilizó posteriormente para lanzar un ataque HIMARS.
Con frecuencia, hay un terrible coste humano al otro lado del misil. A finales de 2022, esta periodista habló con una anciana sobreviviente en Rubizhnoye, cuyo apartamento fue diezmado por un ataque HIMARS en las semanas posteriores a la información de Molfar. Un enorme cráter frente a su ventana del segundo piso se alzaba como vestigio de la masacre, mientras que el interior de su casa estaba cubierto por una gruesa capa de polvo y cristales rotos. Los gélidos vientos de octubre azotaban los huecos donde antes había ventanas. Separada de sus hijos por la guerra, dijo que lloraba por ellos cada noche. La anciana condenó a los «fascistas» ucranianos y dijo que los estadounidenses que suministraron el misil HIMARS que se lo llevó todo «no deben ser humanos«.
No era el primer encuentro de este periodista con armas de fabricación occidental. A las dos horas de su llegada al emblemático hotel Donbass Palace de Donetsk una semana antes, el edificio fue bombardeado por Ucrania. ¿Podría la inteligencia de Molfar, o de una agencia similar respaldada por EE. UU., haber influido también en el ataque contra un periodista estadounidense?
Grupos ucranianos financiados por el gobierno estadounidense supervisan la censura de las voces contra la guerra
Después de que estallara la guerra por poderes en febrero de 2022, semanas después de que el ex secretario de Estado Antony Blinken rechazara de plano las propuestas rusas de limitar la expansión de la OTAN, los principales medios de comunicación se unieron a la administración Biden y a los líderes de la UE para animar a los valientes ucranianos.
Pero el dominio total del espacio informativo nacional aparentemente no fue suficiente para los líderes occidentales, quienes estaban decididos a erradicar cualquier posible vector de la narrativa rusa, empezando por los medios estatales. Tras las sanciones a la dirección de RT, el canal fue desterrado de las ondas estadounidenses y se bloqueó por completo el acceso a su sitio web a los lectores en Europa. Las grandes tecnológicas intervinieron para eliminar cualquier perspectiva restante que no se alineara con los objetivos de la guerra indirecta. Los comentaristas que coincidían con las críticas al expansionismo de la OTAN vieron sus publicaciones limitadas algorítmicamente por Facebook y Twitter (ahora X), mientras que los motores de búsqueda se comprometieron a desautorizar los vídeos y artículos que no se correspondían con las posturas del gobierno ucraniano.
Las grandes tecnológicas intervinieron para eliminar cualquier perspectiva restante que no se alineara con los objetivos de la guerra indirecta.
Los comentaristas que coincidían con las críticas al expansionismo de la OTAN vieron sus publicaciones limitadas algorítmicamente por Facebook y Twitter (ahora X), mientras que los motores de búsqueda se comprometieron a desautorizar los vídeos y artículos que no se correspondían con las posturas del gobierno ucraniano
En muchos casos, parece que el CCD estuvo detrás de estos esfuerzos. Dos comunicados de prensa casi idénticos emitidos por el CCD tras reuniones con representantes de Google en 2023 y 2024 agradecen al gigante tecnológico por «aumentar el nivel de educación mediática de los empleados públicos, identificar y bloquear canales hostiles de YouTube financiados por Rusia que difunden desinformación en Ucrania y en el extranjero, [y] apoyar a las organizaciones de verificación de datos en Ucrania, etc.». Juntos, el CCD y Google se comprometieron a «implementar nuevas soluciones innovadoras para combatir la desinformación, así como a intensificar el trabajo para aumentar la alfabetización mediática y la resistencia de los empleados públicos y el público a la desinformación».
En septiembre de 2024, Google patrocinó una conferencia de verificación de datos en Ucrania que contó con oradores de los tres grupos (Molfar, CCD y VoxUkraine), que produjeron listas negras de estadounidenses con fondos estadounidenses.
Un panel en una conferencia de «verificación de hechos» de septiembre de 2024 patrocinada por Google, en la que participaron Molfar, el CCD y VoxUkraine.
A pesar de la abrumadora censura digital, un puñado de periodistas independientes han persistido en transmitir desde Rusia al público occidental en línea. Y con el apoyo del gobierno estadounidense, grupos ucranianos como Molfar han intentado castigarlos por ello.
Molfar defiende a una unidad neonazi contra un periodista estadounidense y luego se asocia con ella
Uno de los pocos periodistas que ofreció al público de habla inglesa una visión de la vida en las zonas del Donbass bombardeadas por armas suministradas por Estados Unidos fue el periodista independiente estadounidense Patrick Lancaster.
Lancaster era un exoficial de inteligencia de la Marina estadounidense que vivía cerca del frente en febrero de 2022, en una posición privilegiada para informar sobre el conflicto. Un mes después, en una base militar ucraniana abandonada en Mariupol, el periodista grabó algunas de las imágenes más perturbadoras vistas desde el estallido de la guerra: el cadáver de una mujer aparentemente violada por fuerzas nacionalistas ucranianas, con una esvástica grabada a fuego en el estómago.
Las imágenes de la atrocidad, probablemente cometida por el notoriamente pronazi Batallón Azov, con sede en Mariupolantes de su captura por Rusia, se difundieron ampliamente en redes sociales. Mientras tanto, los medios occidentales difundieron la historia de un legislador ucraniano infamemente mentiroso, quien presentó las imágenes de Lancaster como obra de los rusos ante docenas de reporteros crédulos. Fue entonces cuando la red de verificadores de hechos ucranianos, financiada por Estados Unidos, entró en acción.
A los pocos días, apareció un artículo en VoxUkraine, financiado por Estados Unidos, con el titular: «FALSO: Una foto de una niña marcada con una esvástica en Mariupol prueba los crímenes de Azov«. La publicación, que indica en letra grande que VoxUkraine realiza una «Verificación» como parte del «Programa de Verificación de Datos de Terceros de Meta«, no refutó en absoluto la afirmación de responsabilidad ucraniana. En cambio, simplemente alegó que las imágenes de video de Lancaster «aparecen a menudo en canales de propaganda rusa» y que «Lancaster repite a menudo narrativas de propaganda rusa«.
Semanas después, un artículo sensacionalista en Vice News, la antigua revista hipster propiedad de Soros Fund Management, pareció confirmar que el objetivo había cambiado de refutar la afirmación a atacar a Lancaster. Su autor, el autoproclamado reportero de «desinformación» David Gilbert, inició el artículo afirmando que «la evidencia sugiere que los soldados que pintaron la esvástica en el cuerpo de la mujer eran rusos«, pero no aportó ninguna prueba. Incapaz de fundamentar su afirmación, se centró en la vida personal de Lancaster, que parecía modesta y relativamente normal. Estos detalles se obtuvieron mediante la vigilancia de las redes sociales de Lancaster y de su familia. Según Vice, ahí fue donde intervino Molfar.
Las publicaciones en redes sociales revisadas por Molfar muestran que la esposa de Lancaster se negó inicialmente a abandonar Donetsk al estallar la guerra, pero el 14 de marzo se mudó a Rusia con sus dos hijos. Lancaster la visitó allí en abril, según una foto publicada en las redes sociales de su esposa. En otra publicación en la página de Molfar, escribieron que las publicaciones de Lancaster «reflejan la postura de la propaganda rusa».
La admiración de Molfar por Azov no ha disminuido considerablemente. Meses después de atacar a Lancaster por atribuir los horribles crímenes de Mariupola los militantes fascistas, Molfar publicó un artículo titulado «Por qué los Azov son héroes, no terroristas: Tres explicaciones que incluso los rusos entenderán«. En el artículo, Molfar elogió a los neonazis declarados como «patriotas altamente motivados» a quienes llamó «los verdaderos héroes de Ucrania«. En Mariupol, donde el grupo cometió horrores bien documentados contra la población civil, insisten en que Azov «solo se defendió y se retiró«.
En 2024, cuando los funcionarios ucranianos decidieron fomentar el nacionalismo en las aulas ucranianas, el Ministerio de Transformación Digital presidió una asociación formal entre Molfar y Azov.
Citando al jefe del Ministerio de Transformación Digital, Mykhailo Fedorov, un medio ucraniano escribió: “Según él, el Ministerio de Educación y Ciencia desarrolló el programa para formadores [de docentes] junto con las organizaciones militares y de la sociedad civil, en particular, el ejército de Azov, [y] la agencia OSINT más grande de Ucrania, Molfar”.
A pesar de la colaboración de Molfar con una unidad neonazi del ejército ucraniano, anteriormente proscrita por el Congreso estadounidense, USAID continuó subsidiando las actividades del grupo. En agosto de 2024, cuando USAID patrocinó un hackatón en Ucrania, recurrió al director ejecutivo de Molfar, Artem Starorsiek, para que fuera el juez del concurso.
Durante más de dos años, USAID patrocinó a organizaciones con sede en Kiev como Molfar, CCD y VoxUkraine en su intento de destruir la reputación de políticos estadounidenses. Ahora que estos funcionarios ocupan puestos clave de seguridad nacional en la administración Trump, además de la vicepresidencia, ¿es de extrañar que estén decididos a desmantelar el aparato de guerra informática que los difamó como agentes extranjeros?
Bandera nazi Hakenkreuz ondeada por un equipo de combatientes del Batallón Azov de Ucrania (Fuente de la imagen: Twitter)
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Nota
(1) Weaver, R.K. (1989). “The changing world of think tanks”. PS: Political Science and Politics, septiembre, pp. 563-578.
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