EL FUEGO Y LA PALABRA («Elmer Gantry»)
Tabla de contenidos
- 1 El fuego y la palabra
- 2 EL FUEGO Y LA PALABRA («Elmer Gantry»), Película de Richard Brooks (1.960)
- 3 ELMER GANTRY, UN PASTOR DE ALMAS DESCARRIADO A NO IMITAR
- 3.1 El premio Nobel de Literatura
- 3.2 Lewis, un rebelde y crítico mordaz de la sociedad de EE.UU. de una época difícil
- 3.3 Sinclair Lewis un verdadero profeta
- 3.4 La novela Elmer Gantry, Harcourt Ed.1926, 427 p.
- 3.5 Algunas frases punzantes en Elmer Gantry
- 3.6 La película Elmer Gantry, 1960 ganadora del Oscar a la mejor película
- 3.7 El Director Richard Brooks (1912-1992)
- 3.8 Burt Lancaster (1913-1994) es Elmer Gantry
- 3.9 Jean Simmons (1929-2010) es Sharon Falconer
- 3.10 Shirley Jones (1934- ) es Lulú Baines
- 3.11 Arthur Kennedy (1914-1990) es Jim Lefferts
- 3.12 Las sectas religiosas
- 3.13 La posición de los científicos sociales sobre las sectas religiosas
- 3.14 La secta de Sharon Falconer
- 3.15 Iglesias y sectas religiosas de Colombia
- 3.16 Lo terrenal de las sectas religiosas
- 3.17 El creciente interés universal por el fenómeno de las sectas religiosas
El fuego y la palabra
‘El fuego y la palabra’ (Elmer Gantry, 1960), de Richard Brooks, es una corrosiva, y exultante, obra que pone en cuestión la condición escénica de las religiones, a través de la hipérbole de las escenificaciones religiosas, entre la convicción y la farsa, de las iglesias ambulantes, en carpas, ejemplificadas en el fundamentalismo evangelista a finales de los años 20.
Por Alexander Zárate
Brooks quería llevar a cabo ya desde 1945 la adaptación de la novela escrita por Sinclair Lewis en 1927. De hecho, se lo había ya comentado al escritor, premio nobel de literatura en 1930, quien le apoyó cuando publicó su primera novela, ‘The brick foxhole’ (1945), que sería adaptada al cine en 1947, ‘Encrucijada de odios’, de Edward Dmytryk, con el cambio de la condición de la víctima: en la novela era asesinado por ser homosexual, en la película por ser judío (por aún ser tabú la homosexualidad).
El apoyo de Lewis fue doble. Elogió la novela en su crítica en el ‘Esquire’. Y fue uno de los intelectuales que firmó para interceder a favor de Brooks cuando fue amenazado por las instancias militares con ser llevado ante un tribunal castrense por el hecho de haber publicado la obra sin su aprobación de los superiores, como exigía el reglamento. Cuando Brooks compartió su interés en adaptar su novela, Lewis le indicó que podía modificarla todo lo que quisiera, e incluso que leyera los cuestionamientos que recibió cuando fue publicada, aunque fuera un gran éxito de ventas, para así mejorar su versión cinematográfica.
Pero pocas productoras parecían dispuestas a financiar tal proyecto por su controversia y la acidez sacrílega de su discurso. Fue decisiva la intervención de Lancaster para conseguir que ‘despegara’, creando una productora conjunta, con la que encontraron el apoyo de United Artists. Brooks ya le había comentado durante el rodaje de ‘Fuerza bruta’ (1947), de Jules Dassin, de la que Brooks era guionista, su propósito de llevar a la pantalla esta obra. Lancaster se involucró plenamente. Participó de modo activo en la reelaboración del guión, durante siete meses. Influyó en la reducción de su extensión, sugiriendo que se suprimieran los pasajes relacionados con su juventud (la adaptación acabó centrándose en 76 de las 432 páginas totales de la novela). Así como en la redefinición de su personaje, no un sólo un arribista y farsante, sino dotándole de más contradicciones y matices. Aparte, para superar los códigos de censura, Brooks eliminó la condición de ministro de la iglesia de Gantry.
El trayecto dramático se construye o trama sobre el contraste entre tres personajes, o actitudes: la convicción de aquella que cree, y es centro, y modelo referencial, de esa representación religiosa, la hermana Sharon (Jean Simmons). La convicción de aquel que no cree, el ateo, el escéptico, crítico periodista de mentalidad progresista, Lefferts (Arthur Kennedy). Y la convicción del embaucador, del actor que domina esa escenificación, como farsa, aunque no deje de creer pese a que no siga muy ‘religiosamente’ lo que predica, Elmer Gantry (Burt Lancaster). Este, centro neurálgico de la obra, es un personaje tan contradictorio como paradójico, un pícaro cautivador y un farsante con ciertos anhelos de notoriedad.
Ya en el prólogo nos es presentado admirablemente con el relieve de los matices. Primero, fascinando, como puro ‘entertainer’, y engatusando, con su elocuente y desenvuelto dominio del verbo, a los asistentes en un bar. Segundo, tras una noche de intensa borrachera, y despertar junto a una mujer que en esa secuencia había ‘embelasado’, conversa con su madre por teléfono, lamentando el que no pueda de nuevo visitarla. Sus gestos ya no son los mismos. La gestualidad exuberante y exagerada cuando ‘actúa’ ante los demás deja traslucir otras emociones, más auténticas (que le dotan de vulnerabilidad), que a lo largo de la película siempre estarán sugeridas, frente a la explicitud desbordante de sus representaciones farsescas, a través de las expresiones y acciones de Gantry, en soledad, o cuando deja entrever tras la máscara emociones más frágiles (como el hastío y la vacuidad de su vida como comercial, en su primera conversación con la hermana Sharon).
La hermana Sharon representa lo que él quisiera representar, significar, y cómo quisiera sentirse. Se advierte una fuerte atracción que es a la vez admiración (probablemente ve en ella lo que le falta a él, figura errante en una vida sin grandeza en la que se dedica a vender sueños, como comercial de ciudad en ciudad, pero que sólo es engaño). A la vez, representa una oportunidad de poder alcanzar, al conseguir ser parte integrante, y protagonista como predicador, de ese circo ambulante religioso, esa notoriedad o sentimiento de grandeza que anhela.
El periodista, Lefferts, es una combinación de varios personajes de la novela, no sólo el que lleva su nombre (compañero de seminario de Gantry y luego abogado, se fusiona con otros dos personajes, un reportero crítico y un personaje agnóstico). Representa la voz dentro del relato del liberal Brooks, un periodista de una estirpe casi mítica (por excepcional) como la que representaba el personaje de Bogart en una obra precedente, ‘El cuarto poder’ (1952): el periodista que busca ante todo la verdad y no el titular más espectacular que propicie las ventas (de ahí que rechace escribir cierta noticia, porque no cree que posea la suficiente credibilidad, aunque implicaría un espectacular titular de primera página). Por añadidura, se crea una singular, y hermosa, relación de amistad con Gantry, aunque ambos tengan actitudes tan disimiles, incluso tras que Lefferts, que ha seguido los viajes de ese circo religioso, escriba un demoledor artículo sobre su condición farsesca, cuestionando sus inconsistencias.
RICHARD BROOKS
De todos modos, Sharon nos es presentada como alguien que cree en lo que hace, alguien con una capacidad de entrega verdadera, que no pretende engañar a nadie, lo que amplifica los matices y complejidad de la película (cualidad que inspira incluso la atracción y sentimiento de Gantry, como si pudiera ser como ella amándola). En cambio, Brooks lanza ácidas invectivas contra la doblez o hipocresía, como el personaje de Babbit (Edward Andrews), que centraría una de las grandes novelas de Lewis, ‘Babbit’ (1922). Babbit ve en el éxito de la hermana Sharon una forma de ascender en los poderes fácticos de la ciudad (cuando además, sus acciones, clandestinas, poco tienen que ver con lo que predica).
También Brooks pone en cuestión la zafia incultura de los que se dejan embaucar o sugestionar, lo que implica una vitriólica consideración de la ignorancia que define a los habitantes tanto de los pueblos como de las ciudades. O cómo son fácilmente sugestionables, y a la vez qué volubles (cómo pasan de un extremo a otro, de la adoración al rechazo). A este respecto, se arremete contra esos estigmas y anatemas que genera la cuestión de el ‘buen nombre’, o ‘valor de imagen’, y que Gantry sufrirá en sus carnes cuando su imagen se vea deteriorada por un frustrado intento de chantaje que se convertirá en despechado escarnio público a través de la prensa. El mismo final ejemplifica la falta de maniqueismo de la obra, y más bien cómo alienta los interrogantes y los matices: se combinan un posible milagro con un fortuito accidente que determina una tragedia. Y como poso la puerilidad, o inmadurez, inherente en las mentes de los acólitos (como si el niño no creciera, o no madurara, como apunta con ironía Gantry).
Las frases finales que se intercambian Lefferts y Gantry, en las que se conjugan el sarcasmo con la complicidad, son memorables (las cuáles se intentaron censurar; de hecho, hay copias sin estas frases): Lefferts le dice a Gantry, ‘Te veré por ahí, hermano’, a lo que el segundo replica, ‘Te veré en el infierno, hermano’.
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EL FUEGO Y LA PALABRA («Elmer Gantry»), Película de Richard Brooks (1.960)
Elmer Gantre es una novela escrita por Sinclair Lewis en el año 1926. La obra fue publicada en 1927 y Lewis se la dedicó al periodista H. L. Mencken. Posiblemente el mejor estudio sobre la hipocresía desde Voltaire. Narra la historia de un evangelista de fácil palabra que vive una vida de hipocresía y sensualidad, y cuya auto-indulgencia es también la crónica del reinado de la vulgaridad, que si no fuera por Lewis, no habría dejado ningún registro de sí mismo.
Novela escrita por Sinclair y publicada en 1927 en la cual hace una fuerte crítica a todas las religiones y a sus representantes terrenales, su novela no ha «envejecido» ya que en los momentos actuales tiene una gran vigencia ante tantos funcionarios eclesiásticos corruptos y de su carácter eminentemente mercantilista y ni que decir de los sacerdotes pederastas. El autor nos devela que todos los centros de adoración son simplemente un negocio.
En el año 1960 fue estrenada la película El fuego y la palabra (en España); Ni bendito ni maldito (en Chile) basada en la obra de Sinclair, la misma fue dirigida por Richard Brooks y con Burt Lancaster en el papel de Elmer Gantry. Siendo difícil que alguien financiara la película por su temática Brooks y Lancaster fundaron una empresa independiente para elaborar el film.
Aunque hay un gran cumulo de modificaciones de la película con respecto a la novela esta conserva el espíritu lewisiano. El film fue un éxito y gano cantidad de premios:
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Ficha Técnica: El Fuego y la Palabra, de Richard Brooks
(Elmer Gantry); 1960
Lecturas errantes 2010
Director: Richard Brooks
Guión: Richard Brooks, basado en la novela de Sinclair Lewis.
Intérpretes: Burt Lancaster (Elmer Gantry), Jean Simmons (Hermana Sharon Falconer, nacida Katie Jones), Arthur Kennedy (Jim Lefferts), Shirley Jones (Lulu Bains), Dean Jagger (William L. Morgan), Edward Andrews (George F. Babbitt), Patti Page (Hermana Rachel), John McIntire (Rev. John Pengilly).
Dir. de fotografía: John Alton.
Música: André Previn.
Dir. Artística: Edward Carrere.
Se pueden decir muchas cosas sobre la sociedad norteamericana, pero no se puede negar que dentro de todas sus contradicciones, las industrias culturales gozan de una admirable libertad para expresar sus opiniones. Tal vez no existe país en el mundo que tenga tanto respeto por la libertad religiosa (no del todo, de acuerdo; habría mucho que decir sobre las religiones no cristianas y sobre el ateísmo. Pero permítanme esta leve simplificación hoy); pero dentro de este clima liberal en cuestiones de fe, la cinematografía no ha tenido empacho en denunciar a los estafadores religiosos y otros chanchullos del mismo estilo.
En este caso se trata de denunciar los engaños de Elmer Gantry, un evangelista de los años veinte (invención del novelista Sinclair Lewis, pero símbolo y arquetipo de la miríada de estafadores que proliferan y pululan por la sociedad americana). Por supuesto, al estilo Hollywood, es decir, incorporando un melodrama al argumento. Pero así hacen las cosa y, reconozcámoslo, muchas veces lo hacen muy bien.
Es mérito del director/guionista que esta película interese tanto como lo hace, con un equilibro logrado entre la tensión dramática y la denuncia de la comercialización religiosa, entre el argumento, la narrativa, y la fe y sus trampas.
Efecto al que contribuyen e incrementan unas magníficas interpretaciones por parte de Burt Lancaster y Shirley Jones, por encima de la media, y del resto del cuerpo actoral encabezado por Jean Simmons.
Una película sin fecha de caducidad, disfrutable hoy tanto como hace cincuenta años.
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ELMER GANTRY, UN PASTOR DE ALMAS DESCARRIADO A NO IMITAR
La linterna azul, 14/06/2024
Por Orlando Solano Bárcenas
Sinclair Lewis (1885-1951) ganó el primer premio Nobel de literatura para Estados Unidos en 1930. En 1960 Richard Brooks filmó la película Elmer Gantry, ganadora de varios premios de las academias especializadas en el Séptimo Arte. En ambas obras se analiza un fenómeno de actualidad universal: Las iglesias y los pastores protestantes, de diferentes confesiones del cristianismo. Ambos abundantes y de diferentes matices, calidades y realizaciones. De todo hay en la Viña del Señor, es bien sabido. Analizaremos la novela y la película en este ensayo, bajo esta pregunta: ¿Hicieron Lewis y Brooks una profecía de lo que pasaría más tarde con los fenómenos de sectas y pastores más dados a lo terrenal que a lo espiritual? Sí, como lo demuestra el arrollador avance de algunas de estas deformaciones en Colombia, América Latina y países de los Tres Mundos del desarrollo socioeconómico.
El premio Nobel de Literatura
Es uno de los cinco que entrega cada año el Comité del Nobel, en consideración a “A quien hubiese producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal”. En la década de 1930, “el mayor beneficio para la humanidad” se interpretó como de escritores “al alcance de todos”. Se le adjudicó a Sinclair Lewis: “Por su arte vigoroso, gráfico y plástico en la descripción y habilidad en la construcción —con ingenio y humor— de nuevos tipos y caracteres de personajes”. Sobre la novela Elmer Gantry, se dijo que es posiblemente el mejor estudio sobre la hipocresía desde Voltaire porque en su examen satírico de la religión evangélica, Lewis captura la creciente tensión cultural y política durante la década de 1920 entre las fuerzas del secularismo y el fundamentalismo.
Lewis, un rebelde y crítico mordaz de la sociedad de EE.UU. de una época difícil
Increyente, practicó la sátira social sobre la religión, los hombres de negocio, la burguesía del Medio Oeste y los desposeídos en las novelas Calle Mayor,1920; Babbit, 1922 y Elmer Gantry, 1927. Egresado de Yale. Novelista, dramaturgo, periodista y escritor del movimiento del Realismo. Miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras. Ganador de varios premios. Desde muy joven empezó a redactar un diario. A los trece años se escapó de su casa para intentar enrolarse como tambor en la Guerra hispano-estadounidense. Viajó a través del país hasta 1915. Escribió poemas y relatos cortos con trabajos ocasionales como periodista y corrector de pruebas. En 1926 rechazó el Premio Pulitzer. John Ford filmó su novela Arrowsmith, 1925. Varias de sus obras han sido llevadas al teatro, la radio y la televisión.
En 1935 publicó la novela It Can’t Happen Here donde describió a un dictador fascista que llega al poder democráticamente en los Estados Unidos, considerada por algunos como una profecía de la elección de Donald Trump, el mesías de América again. Wells, su hijo, fue muerto por un francotirador alemán durante la Segunda Guerra Mundial. Murió en Roma en 1951 por avanzado alcoholismo. Sus restos están en su ciudad natal (Sauk Center, Minnesota). Dejó unas 22 obras literarias. Ha sido considerado la conciencia de su generación durante la década de 1920 y la Gran Depresión, junto a John Steinbeck y las historias del condado de Yoknapatawpha en Las uvas de la ira, 1939. El realismo social y político de Lewis es feroz.
Sinclair Lewis un verdadero profeta
En Elmer Gantry previó el avance de las religiones fundamentalistas que se irían apropiando de las mentes de los provincianos de gran parte del país, lo que trajo grandes preocupaciones y controversias. En esta novela analiza las diferentes vertientes del evangelismo de Estados Unidos, la nación con mayor diversidad religiosa del mundo (1.500 cuerpos y sectas religiosas, unas 75 variedades de bautistas). Las cifras: Protestantismo (42%); Catolicismo (21%); Irreligión (18%); Agnosticismo (6%); Ateísmo (5%); Mormonismo (2%).
El Protestantismo está representado por las iglesias evangélicas del presbiterianismo/calvinismo y el metodismo, identificadas con la Reforma Protestante (luteranos, anglicanos, bautistas, metodistas, adventistas, congregacioncitas, amish, menonitas, pentecostales y otras); grupos que basan la autoridad religiosa de forma exclusiva en la Biblia y no en lo apostólico, como el catolicismo. Postulados básicos: “Solo por medio de la Sagrada Escritura”; “Solo por la fe”; “Solo por la gracia”; “Solo a través de Cristo” y “Solo para la gloria de Dios”. El encuentro con Jesús, el Espíritu Santo y Dios es personal. No hay papado, ni culto a los santos ni a la Virgen María. Son dados a los “avivamientos”, los carismas, la Teología de la prosperidad (que considera el éxito económico y la vida cotidiana mundana como resultado de un vínculo “aquí y ahora con Dios”), a hablar en lenguas extrañas (Glosolalia), el boca a boca, las redes, los espacios televisivos o “iglesia electrónica” de pastores showman, la cura de enfermedades, el sacerdocio y el pastoreo.
Tanto en la novela (no sin sorna) como en la película (con cierta simpatía de Brooks) aparecen mencionados muchos de estos grupos en su faccionalismo. Lewis profetizó el arrollador avance de casi todas estas tendencias y sectas: 360.000 iglesias, mezquitas y sinagogas protegidas por la completa separación entre la Iglesia y el Estado requerida por la Primera Enmienda de la Constitución y la Cláusula de Establecimiento y Libre Ejercicio, que la garantizan. Analicemos primero la novela y luego la película. La vi —estupefacto— en el año de su estreno. Todavía lo estoy.
La novela Elmer Gantry, Harcourt Ed.1926, 427 p.
Fue dedicada con admiración al periodista y escritor satírico H.L. Mencken. Es un icono de la crítica social y el realismo literario. Luego de hablar Lewis con varios predicadores de Kansas City narró la historia de un joven atleta universitario, narcisista y mujeriego que abandona los estudios de derecho para asistir a un seminario bautista, donde es ordenado Ministro. Mujeriego y bebedor, es expulsado del seminario antes de completar su licenciatura, que se recicla durante algunos años como vendedor ambulante de equipos agrícolas (en la película Elmer Gantry será un vendedor de brilladoras y licuadoras eléctricas).
Luego conoce a la popular pastora motivacional y evangelista de iglesias de carpas de circo, Sharon Falconer, con quien se involucra sentimentalmente y logrará, gracias a su oratoria y teatralidad, aumentar la colecta de diezmos y la construcción de un templo de mampostería a orillas del mar. Para este personaje femenino, Lewis se inspiró en Aimee Semple McPherson, fundadora en 1927 del evangelismo radial pentecostal de la Iglesia Internacional Cuadrangular del Evangelio. La hermana Falconer morirá en un inesperado incendio el día de la consagración del templo junto a varios fallecidos, en medio del éxtasis del fuego ella parece entregarse al martirologio.
Elmer sigue su vida en calidad breve de Evangelista del Nuevo Pensamiento. Finalmente se convierte en ministro metodista y se casa con una de sus feligresas, pero sigue en su vida de conquistas amorosas. Años más tarde y gracias a su liderazgo religioso le conceden la congregación más grande de la ciudad de Zenith, inventada por Lewis. Arranca una carrera veloz que le permite manipular la política local, estatal y nacional. Para esto, organiza grupos de feligreses fanáticos que organizan razzias contra bares, prostíbulos y los clientes. Hambriento de poder y aferrado a la corrupción persigue a personas que no le siguen el juego, una de ellas es su antiguo amigo Frank Shallard, un ministro sincero y cercano a la increencia que no participa del propósito moral de la iglesia evangélica. Shallard es casi linchado por un escuadrón de incondicionales de Gantry, lo que no deja de recordar al KKK.
Elmer hace figura de hipócrita en varios aspectos: predica el amor en sus sermones y es infiel, condena la ambición y es fundamentalmente ambicioso, vocifera en el púlpito contra la lujuria y lo es en plenitud. Pero, un día aparece una chica de su pasado de seductor que le monta un escenario de chantaje y denuncia de su vida desordenada. Ayudado por un amigo, un abogado poderoso y una agencia privada de detectives logra evitar su caída. Anuncia que ha escarmentado y jura renunciar a su vida de pecado. Empero pocos días después durante un sermón observa la belleza de una joven feligresa y…
El libro fue recibido con mucha polémica. Hizo furor en las huestes cercanas al laicismo y desató la furia de los creyentes de casi todas las iglesias y sectas del momento. Fue prohibido nada menos que en la culta Boston y en ciudades del Deep South. Los púlpitos clamaron al cielo. Un alto clérigo sugirió que Lewis debía ser encarcelado cinco años y le llamó “la cohorte de Satanás”. Otro clérigo lo «invitó» a una celda en la cárcel de New Hampshire y a su linchamiento en Virginia. También hubo amenazas contra su vida. En realidad el libro fue un éxito comercial, como la obra de ficción más vendida en Estados Unidos en 1927. Algún crítico dijo que el libro era solo una sátira de la actividad religiosa de Estados Unidos. Sin embargo, H.G. Wells escribió que era una verdadera observación válida de la cultura estadounidense.
La temática de la novela gira sobre la crítica social a la “complacencia estadounidense” con ciertas sectas religiosas que abusan de Dios y de los bolsillos de sus rebaños y a quienes les proponen el fuego eterno del infierno si se retiran de la secta o no diezman. En la obra, Falconer y Gantry ofrecen a sus seguidores —el rebaño— un futuro mejor en otra vida, pero con avidez de personas dadas al negocio. Elmer inicia una serie de innovaciones técnicas propias del márquetin, el espectáculo y la radio donde lo religioso resultará siendo un gran circo de grandes, vivos y entusiastas espectáculos en los que el público participará activamente en el ruido del delirio religioso, del frenesí mediático del sensacionalismo, de vítores y abucheos de: ¡Gloria Gloria Aleluya!, con tal profusión que produce mareo.
En la película la hermana Falconer será presentada como más espiritual y Elmer como menos ambicioso. Seducida Sharon por la labia de Elmer, este tiene una momentánea caída por la venganza de Lulú Baines, la hija de un pastor a quien había igualmente seducido en el pasado. Así mismo, por obra de un periodista ateo y escéptico —Jim Lefferts— que intuye en Gantry un embaucador. Luego de chantajes y arreglos económicos, Elmer logra salir adelante y recupera a Sharon, quien pronto morirá por el fuego desatado incidentalmente en su templo ahora de mampostería y no de toldas y carpas.
Las experiencias de reportero de Sinclair Lewis le ayudaron a captar una Norteamérica profunda en sus acentos locales, costumbres, maneras de ser y los servicios sociales en una sociedad capitalista, todo en tono de sátira hacia los pueblerinos, pero también a los intelectuales que los miraban por encima del hombro y con desprecio. Esta obra representa la gran novelística sobre el “provincianismo estadounidense” de las numerosas y agresivas entre sí sectas religiosas, los rotarios, el ideal del triunfo por el pequeño comercio, los clubes sociales de pueblo, en general sobre el conformismo generalizado de los hombres de negocios, médicos de mediana edad, optimistas y autocomplacientes, cuyos horizontes estaban limitados por los límites de su aldea, como ya lo había hecho en Arrowsmith, 1925.
En la novela Lewis es militante anticristiano, progresista. En la película —donde es coguionista de Brooks— se ve un Gantry menos truculento, pícaro, ebrio, jugador o infiel, pero hasta agradable y digno de la redención, no se sabe si por ser el director un creyente o por la necesidad de superar los códigos de la censura.
Elmer Gantry, es una novela que continúa la sátira social de Lewis contra las capas bajas de la clase media, la anatomía social, la situación de la mujer, la protesta social, el sistema social y económico moderno, la política, el poder, la pequeña corrupción, el consumismo, la publicidad la comedia negra de un mundo inhumano y brutal y sus efectos deprimentes, el mal gusto de la cultura de masas y la burla del patetismo del sueño americano. Es una literatura de la desilusión existencial de la Lost Generation. Sinclair Lewis es un observador indignado (como su alter ego, Jim Lefferts). Su progresismo es relacionado con su segunda esposa —Dorothy Thompson— periodista de avanzada, feminista, sufragista e hija de un pastor metodista.
Algunas frases punzantes en Elmer Gantry
«Él nació para ser senador. Nunca dijo nada importante, y siempre lo dijo sonoramente».(I-1); «De hecho, lo había obtenido todo de la iglesia y de la escuela dominical, excepto, quizás, cualquier anhelo por la decencia, la bondad y la razón».(II-1); «Frank… hizo del templo de Salomón no solo un objeto deprimente…, sino un santuario real en el que moraba un dios activo y aterrador». (VII-2); «¿Qué había aprendido?… La teoría de que India y África tienen problemas porque no están cristianizados, pero que Bangor y Des Moines cristianizados tienen problemas porque el diablo, un ser obviamente más poderoso que Dios omnipotente, se cuela para contrarrestar el trabajo de los predicadores bautistas… Y había aprendido que la pobreza es una bendición, pero que los banqueros son los mejores diáconos». (XVII-1); «El Creador del universo con estrellas a cien mil años luz de distancia estaba interesado, furioso y muy personal acerca de si un niño pequeño jugaba béisbol un domingo por la tarde». (XVII-1);
«Todavía no estaba del todo seguro de estar haciendo algo bueno, aparte de proporcionar la droga de la esperanza religiosa a la gente timorata temerosa del fuego del infierno y temerosa de caminar sola». (XXIV-2); «Me criaron para creer que el Dios cristiano no era un servidor público asustado y comprometido, sino el creador de toda la verdad despiadada, y creo que ese entrenamiento me echó a perder. ¡De hecho, tomé en serio a mis maestros!» (XXVIII-1); “Una escuela apropiada no debería enseñar nada más que teneduría de libros, agricultura, geometría, lenguas muertas hechas muertas al dejar de lado toda la literatura divertida, y la Biblia hebrea interpretada por hombres magníficamente entrenados para ignorar las contradicciones, hombres técnicamente llamados ‘Fundamentalistas’”. (XXIX-9).
El libro Elmer Gantry: La religión industrializada en los Estados Unidos de Sinclair Lewis tr. de Carlos de Onís Editorial Cenit, Madrid, 1935 se puede leer gratis en internet.
La película Elmer Gantry, 1960 ganadora del Oscar a la mejor película
Dirigida por Richard Brooks. Titulada en España El fuego y la palabra. 1960 fue un año de grandes películas. Destaca la obra maestra de Stanley Kramer Inherit the Wind (Heredarás el viento). Corresponde a una época en que Hollywood estaba comenzando a analizar los peligros del fundamentalismo religioso, que sigue siendo poderoso en Estados Unidos hoy en día. El guion del dueto Brooks-Lewis es una obra de gran teatralidad, el formato que quisieron darle.
Puede ser resumida así: Un vendedor ambulante de hablar rápido, encantador y locuaz (Burt Lancaster= Elmer Gantry, premio Oscar al mejor actor en 1960), convence a una evangelista sincera (Jean Simmons= Sharon Falconer) de que puede ser un predicador eficaz para su causa. Ganó 3 premios Óscar, 11 premios y 14 nominaciones en total. Todavía ofrece una gran actualidad. Siendo difícil que alguien financiara la película por su temática Brooks y Lancaster fundaron una empresa independiente para elaborar el film.
Aunque hay un gran cumulo de modificaciones de la película con respecto a la novela esta conserva el espíritu crítico de Lewis. Entonces, el realismo extremo de la novela es suavizado un poco o un mucho en la filmación, lo que depende de la óptica que se le aplique. Eran tiempos todavía del Código Censor y del Macartismo. El Elmer de Lancaster es un personaje más simpático y atractivo que el original del libro. Ya no es un ministro del culto, sino un culebrero vendedor de electrodomésticos, siempre sin dinero y ebrio. Sus trucos de vendedor ambulante los pone al servicio de Dios o de la religión, para aumentar la colecta de diezmos para la pastora Sharon Falconer (quien no tiene estudios ni títulos que mostrar en esta materia o profesión).
Durante un “avivamiento” ve a la pastora y queda prendado. Elmer llega a ella con cupidez, pero el amor lo ablanda un tanto y hasta espera que este sentimiento o ella lo rediman. Su retórica le permite dialogar con cierta solvencia frente al crítico y ácido periodista Jim Lefferts (Arthur Kennedy); en realidad ambos parecen admirarse mutuamente y a ratos parecen amigos.
Luego reaparece en su vida una hermosa prostituta hija de un diacono llamada Lulu Baines (Shirley Jones, premio Oscar a la Mejor actriz de Reparto) a quien había seducido y abandonado. Se inician los problemas para Elmer, sometido por ella a chantaje por venganza mediante fotos en escenas de amor prohibido para un pastor de almas supuestamente ejemplar. La multitud de fieles lo insulta, escupe y llena de basuras. La carpa-templo es destruida.
Sharon le perdona la infidelidad. Viene la gran inauguración del templo de mampostería construido con los diezmos aumentados por la labia de Elmer, pero un fuego incidental lo quema. Sharon se abandona al fuego y muere. Elmer trata de salvarla pero no puede, porque la multitud no le dejó llegar a su lado. Gantry recibe la oferta de seguir con la iglesia de Sharon, pero no acepta. Prefiere irse, sin saberse hacia dónde. En la novela Lefferts le dice “Hasta la vista, hermano” y Gantry le responde enfáticamente “Hasta el infierno, hermano”. Genio y figura. Pero, esto fue censurado en la película porque mostraría que no se habría «reformado» realmente.
En el filme Elmer figura como un pecador algo arrepentido, sin que se den más detalles. Carencia que ha dado lugar a mucha controversia sobre si Brooks quiso hacer obra religiosa o esquivar la censura. El Gantry de la novela, parece ser condenado; el de la película, parece redimido por Brooks (sin olvidar que Lewis participó en el guion).
La película, como el libro, también pudo enviar un mensaje a ciertos predicadores evangelistas de conductas dudosas, muy dados al tele evangelismo, cadenas radiales, avivamientos, jornadas de sanación, teologías del evangelio de la prosperidad, universidades, parques temáticos, bandas de rock cristiano, aviones, lujos y ciertas investigaciones judiciales por inmoralidad sexual y fraudes y evasión de impuestos.
Algunas películas había y han expuesto estos hechos y situaciones. Lo hizo Frank Capra con La mujer milagrosa, 1932; de Stanley Kramer Heredarás el viento (sobre el Juicio del mono o Juicio de Scopes y las teorías de la evolución de Charles Darwin); de Richard Pearce Salto de fe (Leap of Faith, 1992). A partir de La noche del cazador, 1955 de Charles Laughton se hicieron varias películas sobre el predicador tramposo o dudoso.
Enfrentarse Brooks en 1960 a los “revivalistas” también fue un acto valiente. En efecto, muchos cines se negaron a mostrarla. Para algunos es profética porque previó el fundamentalismo religioso moderno, como lo haría nuevamente en 1972 el documental de Marjoe, de Howard Smith y Sarah Kernochan, mucho más realista y relevante al versar sobre el hecho real de un niño evangelista que deviene en predicador ambicioso y corrupto.
El Director Richard Brooks (1912-1992)
Conductor de grandes películas como A sangre fría (1967), La gata sobre el tejado de zinc (1958), Los profesionales,1966 y Elmer Gantry (1960). Casado posteriormente con Jean Simmons (Sharon Falconer), con Elmer Gantry demostró una gran capacidad narrativa y pericia para escoger un excelente elenco y camarógrafos expertos en cine negro; también en la selección de la música de André Previn, ganadora del Oscar a la Mejor Música. Es otra buena adaptación de obras literarias conocidas al cine, un clásico. Novela profética porque Elmer Gantry sigue vivo y más duro de matar que Bruce Willys, como ciertos pastores que campean en países de América Latina y de los Tres mundos…
Burt Lancaster (1913-1994) es Elmer Gantry
Jugó el rol de su vida. Hay consenso, él es el Gantry que grita: “ ¡Pecado, pecado, pecado! ¡Todos ustedes son pecadores! ¡Estáis todos condenados a la perdición y se quemarán en el infierno!” Difícil saber si Gantry es veraz o mentiroso. Elmer es todo fuego, azufre y miedo. Dientes brillantes, energía atlética, carisma y cabello salvaje, utiliza su propia destreza física para una gran ventaja (había sido acróbata de circo antes de ser actor). Lancaster interpreta al antihéroe como un pícaro de tal encanto que casi se llega a querer.
Una de las mejores actuaciones cinematográficas de todos los tiempos. El Oscar le fue entregado porque es Gantry, un salvador de almas el domingo y un gran generador de dinero el lunes. De su actuación dijo: “Esta fue la mejor parte de mi vida, porque siempre preferí interpretar un papel tan emocionante y vital como Elmer Gantry y no el de una docena de esos grandes y guapos héroes que siempre consiguen a la chica hermosa”. Superó en el Oscar de ese año nada menos que a Spencer Tracy, Laurence Olivier, Trevor Howard y Jack Lemmon.
Jean Simmons (1929-2010) es Sharon Falconer
En la película la hermana Falconer es una verdadera creyente, no en la novela donde figura como una mujer ambiciosa de riquezas y presume de alcurnia. Inspirada en Aimee Semple McPherson, una evangelista episcopal, celebridad mediática muy influyente entre 1920-1930 y fundadora de la Iglesia Cuadrangular, según algunos comentaristas, de vida con episodios dudosos. Jean Simmons fue la elección perfecta para este papel, al igual que Lancaster para el suyo. Como Sharon es dominante, espiritual, espeluznante y lujuriosa, por turnos. Una especie de Juana de Arco evangélica. Una actuación luminosa, toda fragilidad y sexualidad reprimida que mereció el tercer Oscar para la película en opinión de muchos.
Shirley Jones (1934- ) es Lulú Baines
Recibió el Oscar a la Mejor Actriz de Reparto. Sorprendida por su padre en situación embarazosa con Elmer narra a sus amigas del burdel, riendo alegremente mientras baila: «Oh, él me dio instrucciones especiales en el púlpito la víspera de Navidad. Llegó a aullar ¡Arrepiéntete! ¡Arrepiéntete! y yo me puse a gemir ¡Sálvame! ¡Sálvame! y lo primero que supe fue que me infundió el temor de Dios tan rápido que nunca escuché los pasos de mi viejo» (armado). Parlamento divertido y magistral actuación posterior al momento de seducir y chantajear a Elmer, que al parecer le merecieron el Oscar.
Arthur Kennedy (1914-1990) es Jim Lefferts
Es el reportero de investigación, quien —desde su perspectiva— parece narrar la película. Es la voz de la razón, de la verdadera compasión, de la verdad. Para algunos críticos es de hecho la voz del propio Sinclair Lewis. Como Jean Simmons, también mereció un Oscar por encarnar al auténtico periodista escéptico, increyente, hombre de razón en medio del enorme ruido de las carpas de avivamiento. Afilando un lápiz con delectación le dicta a su secretaria —con gran actuación actoral esta frase: «¿Es una iglesia, es una religión o es un espectáculo de circo completo con monstruos, magia y chusma?”.
Más adelante asume una posición crítica cuando expresa en este parlamento: «A las turbas no les gusta que sus dioses sean humanos». Lefferts es un personaje basado en Henry Louis Mencken, otro escéptico, libertario, satírico crítico cultural y académico —como Sinclair Lewis— quien describió notablemente a los feligreses de los avivamientos de Tennessee. Entonces, si Jim Lefferts es Mencken, Sinclair Lewis es H.L. Mencken. Dado que la novela trata de las sectas religiosas, es el momento de estudiar qué son estas.
Las sectas religiosas
Una secta (del latín sequi o “seguir,” y secare o “cortar”, “separar”) es una organización, generalmente ideológica, cultural, política o religiosa concreta que —como una sección o sector se “aparta”— separa, desgaja, desprende o se escinde de las doctrinas tradicionales u oficiales de un conjunto mucho más amplio (como una contracultura). Estrategia en la que suele adoptar un carácter secreto para los que no pertenecen a ella como resultado de la división, generalmente encabezada por un líder que los arrastra y suelen ser narcisistas, carismáticos, dominantes, buenos oradores, paranoides, megalómanos, con delirios de grandeza, generadores de fanatismo y algunos con tendencias psicóticas.
Ciertas sectas pueden ser especialmente alienantes, destructivas o violentas hasta con sus propios seguidores o sus familiares por ejercer un control psicológico o físico muy coercitivo sobre los miembros. En ocasiones se les tilda peyorativamente de “herejías” con relación al grupo original. Hoy en día se les llama con mayor tolerancia «nuevos movimientos religiosos». Generan tensión con el grupo de origen u otros grupos. Algunas se crean para gozar de exenciones tributarias o fraude al fisco sobre los dineros del diezmo. Amnistía Internacional reserva el término “secta” para grupos religiosos minoritarios y comprobadamente violentos.
A una secta se “llega”, pero la aceptación suele estar condicionada a lealtades sin matices para con líderes carismáticos. Igualmente se puede arribar por la atracción que ejerce lo mágico-religioso. En cambio, a las iglesias se suele llegar por herencia del grupo familiar, por la cultura o atracción de lo sobrenatural, lo terrenal-mundano y hasta por donaciones de consuelo (Max Weber). Las sectas procuran cierta colaboración mutua, una firme adhesión ideológico-religiosa, alguna filosofía y mucho adoctrinamiento ideológico que permita calificar a los miembros del grupo de base abandonados de “blasfemos” o “herejes”.
Sobre ellas existen variadas tipologías: sectas de “rechazo”, de “afirmación” de la sociedad, “acomodaticias”, del “despertar,” de “sanadores”, “orientalistas”, “esotéricas”, de “gnosis”, del “potencial humano”, “conversionistas”, “políticas”, “introversionistas”, “peligrosas”, “manipulacionistas”, “taumatúrgicas”, “reformistas”, “utópicas”.
En muchas ven los estudiosos un empleo indebido y hasta peligroso de ciertas técnicas de persuasión coercitiva, manipulación y explotación que pueden producir daño a la personalidad previa del afiliado, sobre todo de aquellos jóvenes alejados de la realidad que han perdido la conciencia. Los feligreses de Sharon Falconer-Gantry tenían características de secta.
La secta de Sharon Falconer
La hermana Falconer reclutaba fieles que debían dar el diezmo a cambio de felicidad espiritual. No contaba el grupo todavía con gente famosa, salvo unos pocos “notables” provincianos (varios disolutos o corruptos). Ella no gozaba de gran entrenamiento teológico, pero sí de cierta capacidad de manipulación psicológico-religiosa en pro de acrecentar una secta en formación. No se trata de un grupo “destructivo de control” de tipo religioso. Sin embargo, sí hubo un episodio violento de orden público contra la carpa y otro contra el propio Elmer Gantry, también se dio el caso de suicidio místico por el fuego de Sharon.
El principal método de seducción empleado por el dueto es la capacidad oratoria y actoral de Elmer, así como la dulzura y arrobamiento de Sharon, sin olvidar el rol del coro y la música de avivamiento de la hermana Rachel. No existe una evidente jerarquía piramidal de orden en la secta sino el carisma de Elmer, quien juega con el terrible estado anímico pre-Gran Depresión (es 1927), el Prohibicionismo, el provincialismo de la región y la rivalidad entre iglesias y sectas típicas del faccionalismo religioso protestante; igualmente la secta de Falconer se pone del lado del puritanismo anti alcohol, anti juego y prostitución, en cuya represión Elmer sustituye a las autoridades de policía con particular violencia.
Juntos, Falconer y Gantry logran cierto control mental a través del miedo a la condenación eterna en el infierno; es decir, el clásico discurso “demonizador del mundo”, acompañado de mimetismo y señuelos. El liderazgo inicial de Sharon pronto es asumido por Elmer, con desplazamiento de Morgan, secretario titular. El diezmo es exigido con pericia, lo que permitió el rápido paso de la carpa al templo de mampostería, gracias al carisma, teatralidad y labia de Elmer. El fenómeno de sectas religiosas y de otros tipos es frecuente en el mundo y Colombia no es la excepción.
Iglesias y sectas religiosas de Colombia
La gran mayoría de la población sigue siendo católica, pero existen tendencias indígenas, del propio catolicismo y el protestantismo (evangélicas, pentecostales, anglicanas, bautistas, mormones, adventistas, testigos de Jehová y otras con más de mil pastores). El cristianismo es mayoría y dentro de este las iglesias evangélicas crecen rápidamente. También aumentan los Sin religión y las personas que prefieren No decirlo.
Existe hoy en día separación Iglesia-Estado. Antes hubo un Concordato (1887) con el catolicismo como la religión oficial, que fue reformado en 1973. El Protestantismo llegó a mediados del siglo XIX a través de la Iglesia Presbiteriana. A comienzos del siglo XX llegaron otras iglesias protestantes históricas, como los bautistas, los menonitas y los evangélicos. Entre 1932 y 1945 ingresaron los pentecostales, que en ocasiones fueron parcialmente perseguidos. A partir de los años 60, el panorama religioso comienza a cambiar visiblemente en favor de varios grupos protestantes (pentecostalismo fundamentalista y proselitista, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los Adventistas, los Testigos de Jehová y otros).
A finales del siglo XX surgen otras denominaciones así como las megaiglesias cristianas de corte evangélico, por obra de la Constitución de 1991, que garantiza la plena libertad de cultos. El Ministerio del Interior en 2015 reportó la existencia de 5.375 iglesias con personería jurídica. En 2019 se reportaron más de 6.000 iglesias cristianas registradas legalmente en todo el territorio nacional.
Las iglesias colombianas iniciaron desde hace ya un tiempo una participación en política, que antes fluctuó mayoritariamente entre el Partido Conservador (en favor del catolicismo) y menos en el Liberal (con mayoritaria aproximación del protestantismo).
A partir de 1991 el cristianismo protestante —confesional y no confesional— ha participado activamente en política, al comienzo junto al Partido Liberal Colombiano y luego con vuelo propio. En esta tarea o empresa ha llegado a situar a importantes cantidades de sus pastores y/o representantes en el Congreso de la República, las Asambleas departamentales y los Concejos municipales. Es así como en 2018 se llegó a conformar un partido cristiano protestante. En 2021 se formó la primera coalición entre dos partidos cristianos a fin de participar en las elecciones legislativas de 2022.
Hoy en día existe en Colombia un fuerte proceso de internacionalización de algunas organizaciones cristianas (en 2006 más de 10.000 pastores se reunieron en Bogotá en congreso internacional). El 4 de julio de 2016 se decretó ese día de cada año como Día Nacional de la Libertad Religiosa y de Cultos. Gracias a la Constitución de 1991 Colombia goza de una educación aconfesional, que prohíbe a todo establecimiento educativo del gobierno dar muestras de inclinación hacia una religión específica. Se ha observado que, un aspecto crítico en materia de sectas es, el “terrenal.
Lo terrenal de las sectas religiosas
Todas parecen tener —pese a su heterogeneidad— determinantes comunes. Por ejemplo, compiten por “capitales” simbólicos en el mercado religioso (que suelen ser privilegios, autoridad, prestigio y riquezas) no sin chocar en ocasiones entre sí por la apropiación, monopolización o desmonopolización. Políticamente las sectas contribuyen al sostenimiento del orden, la legitimación y perpetuación de las estructuras política según el mandato bíblico de: “Dad a Dios lo que es Dios y al César lo que es del César”. General y estratégicamente evitan ellas confrontar las políticas del respectivo Estado (a lo que responden algunos grupos armados con acciones violentas de “objetivo militar” en contra de ministros de religiones y ciertos cuestionamientos de la Teología de la Liberación). El pluralismo les permite, incita a retener o aumentar sus membresías no siéndoles extrañas las estrategias de marketing de reclutamiento de jóvenes y profesionales en competencia a veces ardua y hasta acrimoniosa.
Los fieles entregan —en do ut des— sus capitales humanos, energías de trabajo, voluntad y el valioso diezmo, siguiendo los postulados de la “teología de la prosperidad” y la “súper fe”. Según esta, el dar es como la siembra, el que lo hace con prolijidad cosechará con abundancia y de carambola garantizará para sí la bendición divina. Por otro lado, reciben a cambio: promesas de compensación futuras o trascendentales como sanaciones, milagros y desmayos y hasta disfrutar del cielo; beneficios de membresía como privilegios, contraprestaciones, acceso a capitales sociales y beneficios de sus dinámicas solidarias; así mismo reciben otros servicios como bautismos, matrimonios, funerales, visitas a enfermos y consejerías; no siendo extrañas ciertas actividades colectivas o bienes comunitarios cuales cultos, coros religiosos, oraciones comunitarias, fiestas religiosas, avivamientos; servicios caritativos a los sectores vulnerables; estatus beneficios económicos y simbólicos para alcanzar puestos de prestigio, influencia o autoridad dentro del grupo religioso.
La colecta del diezmo es lo que más las favorece, pero también les trae toda suerte de críticas: De no tributación o muy laxa al Estado (preocupación de la DIAN en Colombia y de ciertas tendencias progresistas en el mundo de las ideologías); por casos escandalosos de enriquecimiento desmedido de ciertos líderes, lo que ha llevado a que se hable de “empresas y proyectos religiosos” con ánimo de lucro (casos de las megaiglesias movilizadoras de fieles y de los templos millonarios).
También hay cierto temor de parte de los líderes y partidos políticos colombianos al costo político de pedir a los grupos religiosos no católicos el pago de un impuesto para la paz que —en opinión de algunos— podría ser considerado como una contraprestación de ellos al Concordato Evangélico o Decreto 354 de 1998 y a los privilegios que se les otorgó en varias materias. Empero, de acuerdo a la libertad constitucional de cultos todas las demás iglesias reciben el mismo trato de la Iglesia católica que es declarante, pero no contribuyente, condición que ella tampoco aceptaría.
El creciente interés universal por el fenómeno de las sectas religiosas
Es interés de los medios de comunicación, academias, asociaciones culturales o de familia y hasta de los partidos políticos seculares. En el caso del cine y de las llamadas “docuseries” hay varias producciones que muestran o denuncian casos de sectas religiosas que abusan de los derechos humanos y la libertad de conciencia de sus miembros. Por ejemplo, en Netflix algunos documentales han hecho importantes denuncias. Es el caso de Cómo se convirtieron en líderes de sectas, que versa sobre seis personajes polémicos de la historia que se convirtieron en peligrosos líderes sectarios, todos ellos hábiles manipuladores de la mente de sus rebaños, inmensamente ricos, depredadores sexuales que han engañado bajo la promesa de la eternidad, de cultivar una buena imagen o de alcanzar algún tipo de inmortalidad.
En João de Deus. Curandero y criminal, un médium cosecha fama internacional de hacer sanaciones y avivamientos, hasta que los sobrevivientes, fiscales y la prensa revelan sus terribles abusos en diezmos, sexo y estafas. En el nombre de Dios. Sagrada traición, se muestra el lado oscuro de la fe incondicional a través de las escalofriantes y reales historias de sexo, crueldad y diezmos de cuatro supuestos profetas coreanos. La docuserie Colonia Dignidad. Una secta alemana en Chile, muestra una liderada por un pastor carismático refugiado de Alemania, que se convierte en cómplice de la dictadura de Pinochet. La película Elmer Gantry puede verse completa en español Latino y gratis en internet.
En el prefacio de la edición francesa, 1932, el ensayista americano H. L. Mencken declara que a su juicio Elmer Gantry es la mejor obra de Lewis, y añade: “La recomiendo a los franceses quizá como el mejor cuadro de la vida americana que jamás haya sido proyectado sobre el papel; un cuadro espantoso, pero verdadero”.
Para otros Gantry es una mezcla de Gil Blas y Tartufo. Ciertamente, la sátira de Lewis no solo era necesaria en esa época sino que lo es todavía en este siglo XXI donde la hipocresía y escándalos de ciertas sectas pseudorreligiosas ofenden sentimientos democráticos y tienen un efecto perverso de manipulación de las conciencias si se tiene en cuenta que los bienes religiosos que suelen ofrecer Iglesias serias y respetables tienen valor para legiones de feligreses que han encontrado en ellos cierto sentido de grupo familiar de apoyo o terapéutico —no estatal— que crea las solidaridades y los beneficios que cada uno puede y debe valorar en la intimidad de su conciencia.
Es decir, lo que protege el núcleo de derechos garantizados en Colombia por la combinación de los artículos 18 y 19 de la Constitución Política, textos que son violados sin misericordia ni piedad alguna por epígonos descarriados de Elmer Gantry.