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¿ES POSIBLE UN COMUNISMO NEOLIBERAL?- «CHINA – La vigilancia absoluta» (DW Documental) // «CRÉDITO SOCIAL», caminando hacia el Control Social Total

"CHINA - La vigilancia absoluta" (DW Documental)

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Cuatro años de cárcel para una bloguera china por informar sobre el coronavirus en Wuhan

Zhang Zhan, la bloguera de Wuhan, fue condenada a cuatro años de cárcel

Fue hallada culpable de crear “desórdenes”, por informar sobre la emergencia desatada en Wuhan, a raíz de la pandemia. Su abogado sostiene que la periodista sufrió torturas en la cárcel. Muchos reporteros fueron perseguidos por informar sobre la emergencia sanitaria. Se registran nuevos casos de contagio: las autoridades reintroducen las restricciones para los festivos.

AsiaNews.it
28/12/2020
 

 

Shanghái (AsiaNews/Agencias) – La Corte del distrito de Pudong condenó a la periodista independiente Zhang Zhan a cuatro años de prisión. La bloguera de 37 años fue hallada culpable de "crear disturbios". Detenida en mayo por informar sobre la emergencia del Covid-19 en Wuhan (Hubei), el epicentro de la pandemia, la reportera asistió al juicio en una silla de ruedas.  Según su abogado, su precario estado de salud se debe a las torturas sufridas en la cárcel.

Zhang Zhan rechazó todos los cargos en su contra. En el mes de septiembre comenzó una huelga de hambre y según su abogado, la mujer está siendo alimentada a la fuerza por medio de una sonda gástrica. Para evitar que se arranque la sonda, la encadenan y la atan a la cama, incluso las 24 horas del día, según explicó la periodista a Zhang Keke. 

En su última transmisión en vivo a través de YouTube, el 13 de mayo, Zhang habló de la pérdida de puestos de trabajo en Wuhan. Se refirió especialmente a la difícil situación de los taxistas locales por la falta de clientes y a las intimidaciones que recibía la población de parte de la policía urbana (Chengguan).

En sus posts, la bloguera criticó al gobierno en muchas oportunidades, por su gestión de la crisis sanitaria. Para los investigadores, la información que Zhang brindó respecto al coronavirus es falsa. La mujer difundió sus reportes sobre el coronavirus a través de plataformas web como WeChatTwitter YouTube, y aceptó entrevistas con medios extranjeros, para hablar sobre el tema. 

Zhang también contó las historias de otros periodistas independientes arrestados en Wuhan. Según Reporteros sin Fronteras y el Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, el gobierno chino es el que más periodistas ha encarcelado a lo largo de este año. Para los investigadores, el agravamiento de la situación en China se debe a la adopción de leyes de emergencia contra la pandemia, que han restringido aún más la libertad de prensa. 

Varios gobiernos extranjeros y numerosos observadores han cuestionado la transparencia del régimen chino en lo que respecta al origen y desarrollo del coronavirus. Durante meses, las autoridades locales afirmaron que habían ganado la batalla contra la pandemia, ensalzando la recuperación económica del país. Sin embargo, en los últimos días se han producido nuevos casos de Covid-19 en algunas provincias y en Beijing. Los ciudadanos han recibido la orden de no desplazarse durante las vacaciones de fin de año y del Año Nuevo Lunar, a celebrarse el mes que viene. También se han introducido restricciones para el uso del transporte público.

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Crédito Sesamo: ¿China dará el primer paso en la esclavitud social?

En el año 2020 la población de China será juzgada según la puntuación que tengan en la nueva herramienta de medición social llamada «Crédito Sesamo». Y según sea su puntaje podrá afectar cada área de sus vidas.

Imagina un mundo donde un gobierno autoritario monitorea todo lo que haces, recopila una inmensa cantidad de información de casi toda la interacción que haces, y te otorga premios dependiendo de cuan confiable y buen ciudadano según el gobierno considere que seas.

Por Jorge Luís Valenzuela Vega

El Partido Comunista quiere fomentar el «buen comportamiento» marcando a toda su gente utilizando su información en línea. Aquellos cuyos puntajes sea bajo se les negarán libertades básicas como préstamos o viajes

 

Como ha destacado The Independent, China está planteando un escenario en el que existirá un sistema de puntuación social en 2020. Esta puntuación, según el Partido Comunista de China, sería para crear “una cultura de sinceridad y una sociedad socialista armoniosa”. Y, para crear esta puntuación, China quiere usar todos los datos a su alcance. Incluyendo datos como la actividad social en Internet.

El gobierno Chino no ha anunciado los detalles de cómo funcionará este sistema de puntuación, aunque los partidarios ya le han puesto el nombre de ‘Internet Plus’. Los detractores prefieren llamarlo un estado policial del siglo XXI. Además de los ciudadanos, profesionales que trabajan de cara al público -como profesores, médicos, negocios o funcionarios- también podrían ser valorados en el ejercicio de sus funciones.

 

China quiere poner una puntuación a cada ciudadano.

La excusa para crear un sistema de puntuación es económico en parte. En China poca gente tiene una tarjeta de crédito, poca gente pide dinero prestado a los bancos. Así que los bancos y el gobierno tienen poca o ninguna información sobre la solvencia de los ciudadanos. La idea de China es hacer algo como el FICO estadounidense, el cual evalúa el riesgo que implica darle un crédito a alguien con una puntuación estándar.

Pero el motivo económico no es el único. La República Popular de China no es una región donde se den muchos derechos a los ciudadanos, la censura es utilizada de manera abierta para callar las críticas al gobierno. China quiere mantener a raya a sus ciudadanos, y una forma de hacerlo es con este sistema.

Este sistema de crédito social traería castigos, como no poder acceder a clases de un tren, no poder viajar al extranjero, o no poder enviar a tus hijos a las mejores escuelas, a aquellos que tengan una puntuación baja. Personas como Murong Xuecun, críticos con el gobierno chino, podrían tener serios problemas con un sistema así vigente.

 

 

El gobierno Chino ya lo ha intentado en diversas ocasiones

La cuestión es que no es la primera vez que China ha intentado aplicar algo así. Ya lo intentaron en Jiāngsū en 2010, con un sistema que daba puntos a los ciudadanos por buen comportamiento. Cada ciudadano podía tener hasta 1.000 puntos, pero saltarse un semáforo te quitaba 50 puntos, participar en un culto otros 50, y “usar Internet para acusar falsamente a alguien” 100 puntos.

En base a esta puntuación, China daba una puntuación a cada ciudadano. Una ‘A’ te daba ayuda del gobierno al empezar un negocio, y preferencia en el ejército, gobierno y partido. Una ‘D’, el grado más bajo, te excluía por completo de recibir ayudas gubernamentales o incluso empleo.

El experimento fue un desastre. El gobierno local decidió mantener las puntuaciones eliminando la clasificación A-D, y mantienen silencio sobre qué hacen con estas puntuaciones. A pesar de este desastre, el gobierno chino está decidido a seguir adelante.

 

China ya intentó hacer algo así, y demostró ser un desastre

 

Crédito Sesamo, sistema de puntuación social

Además de los sistemas inventados por el gobierno chino, también hay empresas privadas chinas que lo están intentando. Son ocho proyectos piloto -aprobados por el gobierno chino- que han creado bases de datos de crédito, las cuales reúnen información financiera, legal y online. Y podemos contar con que el gobierno chino está siguiendo de cerca la evolución de estos proyectos.

Crédito Sesamo o Sesame Credit, el sistema de crédito social más popular en la actualidad es parte del gigante Alibaba (AliExpress). Este sistema ya funciona para, quien lo use de forma voluntaria, alquilar vehículos sin depositar una fianza o incluso saltarse las colas del hospital aplazando el pago de las cuotas. Incluso el sitio de citas más grande de China permite integrar tu puntuación en tu perfil. El 15% de usuarios mira que su potencial pareja sea “una persona de bien”.

 

 

Sesame Credit determinará la puntuación personal de los chinos basándose en aspectos marginales a sus finanzas. Por ejemplo, si alguien emite una opinión contraria a la versión oficial del gobierno en algún foro público (como criticar la actuación del régimen en Tiananmen), su puntuación se reducirá. Si difunde noticias sin la autorización del gobierno, sucederá lo mismo. Y lo que es peor: su credit score también quedará determinado por el credit score de sus amigos o familiares cercanos.

De modo que a la hora de acceder a un crédito, y por tanto de realizar una vida más o menos normal, los chinos tendrán que reprimir de forma automática sus preferencias políticas o sus opiniones político-sociales para con su entorno. La publicidad de sus puntuaciones y el hecho de que estén ligadas a las de su entorno cercano pueden crear un estado de presión social inmediato. Si un ciudadano observa que la puntuación de un amigo suyo es baja y está afectando a la suya propia, tendrá el incentivo de tratar de reprimir su comportamiento subversivo. Porque le perjudica.

Qué objetos se compran también juegan un papel relevante. ¿Videojuegos? Recorte a la baja de tu puntuación. ¿Bienes de consumo convencionales? Al alza. El gobierno tiene una herramienta, además, para modificar el mercado a su antojo. De forma paralela, se incluyen beneficios que poco tienen que ver con cuestiones financieras. Por encima de los 700 puntos, al parecer, se obtiene un visado para viajar a Singapur. Por encima de los 750, uno más perfeccionado y útil.

El Occidente no está muy lejos

Los riesgos de un sistema de crédito basado en nuestras cada vez más públicas preferencias sociales o de consumo no es algo exclusivo de China. Allí el gobierno ha optado por un método abierto y público para la vigilancia y control ciudadano, pero en los países occidentales ya existen herramientas semejantes. The New York Times publicaba en 2009, antes de la eclosión total del big data y las redes sociales, un artículo en el que revelaba cómo bancos y entidades financieras utilizaban el credit score para incentivar o retraer la compra de determinados bienes.

 

Facebook y las redes sociales, además de nuestras preferencias de compras que dejamos en la red, son una herramienta informativa muy útil para gobiernos, bancos y entidades financieras de todo tipo

 

Y tanto en Estados Unidos como en otros países de Europa ya hay compañías que evalúan tu propensión al impago en función de tus amigos de Facebook o de otras preferencias manifestadas en la red, como explica este reportaje de CNN Money. El qué compramos frente a cuánto o por cuánto lo compramos es cada vez más relevante, y no sólo en China. Y quizá el proceso no haya hecho más que empezar, aunque los métodos de vigilancia en Occidente no sean tan, tan evidentes.

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Referencias

David Perez. (2016). China está más cerca que nunca de ser como Black Mirror. 14/02/2017, de omicrono.elespanol Sitio web: http://omicrono.elespanol.com/2016/10/china-credito-social-black-mirror/

magnet.xataka. (2017). ¿Está China midiendo el credit score de sus ciudadanos en función de sus opiniones políticas?. 14/02/2017, de magnet.xataka Sitio web: https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/esta-china-midiendo-el-credit-score-de-sus-ciudadanos-en-funcion-de-sus-opiniones-politicas

Simon Denyer. (2016). China wants to give all of its citizens a score – and their rating could affect every area of their lives. 14/02/2017, de independent.co.uk Sitio web: http://www.independent.co.uk/news/world/asia/china-surveillance-big-data-score-censorship-a7375221.html

noticias.planetarios.com

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"CHINA - La vigilancia absoluta" (DW Documental) 

 

 

China pretende introducir un 'sistema de crédito social' con el que valorar a sus ciudadanos. Con puntos de recompensa y de penalización: quien cruce un semáforo en rojo o agite contra el Gobierno pierde puntos y debe asumir las consecuencias.

Retrasarse en el pago de las facturas, beber demasiado alcohol: este tipo de infracciones conllevan puntos de penalización y pueden traer consecuencias como, por ejemplo, la pérdida de capacidad crediticia y de viajar libremente. El que se comporte convenientemente recibe puntos de bonificación con los que puede acceder a descuentos en reservas de hotel o de alquiler de autos. Millones de cámaras desplegadas en las calles de China permiten una vigilancia completa, que se combina con sistemas modernos de reconocimiento facial y de análisis de las huellas digitales y perfiles de comportamiento en la red.

El controvertido sistema de crédito social se encuentra actualmente en fase de pruebas. A partir del año que viene será introducido en la capital, Pekín. Dos ejemplos: una joven gerente de marketing está orgullosa de su buena puntuación. Gracias a ello, su hijo pequeño tiene más posibilidades de ingresar en una escuela de élite. En cambio, un periodista que ha informado sobre corrupción recibe una valoración negativa y debe afrontar las consecuencias: su cuenta de redes sociales fue cancelada y se le prohíbe volar.

Los afectados de forma más drástica son los miembros de la minoría uigur. Viven en la región noroccidental de Xinjiang y profesan mayoritariamente la fe islámica.

DW Documental

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Así es el sistema con el que China puntúa a sus ciudadanos y les asigna castigos y recompensas

Por Isabel Rubio
 
 

Cada día realizamos decenas de acciones que se quedan registradas en la red. Todo lo que compramos, qué lugares frecuentamos, quienes son nuestros amigos, cómo interactuamos con ellos, cuánto tiempo pasamos viendo series en streaming o jugando a videojuegos o las facturas que pagamos. Gigantes tecnológicos como Facebook, Google o Amazon y las decenas de aplicaciones que tenemos instaladas en el móvil recopilan cada paso que damos. Pero, ¿y si usaran toda esa información sobre nuestros comportamientos para calificarnos y determinar si somos ciudadanos de confianza? ¿Y si nos dieran recompensas o castigos en base a nuestra puntuación?

Pese a que la idea puede recordar a ficciones como la serie Black Mirror o el libro 1984 de George Orwell, esto es lo que ocurre en algunos lugares de China. El sistema de crédito social es un instrumento que utiliza el big data para calificar el civismo de los usuarios y empresas y la confianza que merecen. Se trata de una especie de carnet por puntos que los ciudadanos ganan o pierden en función de si cumplen las normas establecidas y de su comportamiento en la sociedad.

 
 
 
“El objetivo principal estriba en vigilar los potenciales riesgos de desestabilidad social”, explica David Doncel, director del máster de Asia Oriental de la Universidad de SalamancaPara establecer el crédito social de cada persona se tienen en cuenta aspectos como los antecedentes penales, el comportamiento en las redes sociales o las compras en línea. Los ciudadanos chinos pueden ser penalizados y perder puntos, por ejemplo, al no pagar deudas, contaminar o deslegitimar al Gobierno.

El profesor de la USAL explica que este sistema pretende “extender la confianza a lo largo de toda la nación y crear una cultura de la sinceridad”: “La particularidad cultural que alberga el concepto de crédito es que no sólo hace referencia al perfil financiero del individuo, sino aborda también su sinceridad, honestidad e integridad como ciudadano”.

Dependiendo de la puntuación, los ciudadanos “obtienen beneficios o castigos”: “Por ejemplo, pueden conseguir acceso a préstamos o a servicios públicos como la educación o privilegios para viajar”. O al contrario, se les puede castigar con velocidades de internet más lentas, acceso restringido a restaurantes o impidiendo que puedan viajar al extranjero. De hecho, desde el pasado 1 de mayo, las personas con bajo crédito social tienen prohibido adquirir billetes de tren y de avión durante al menos un año incluso si necesitan salir del país por alguna emergencia o razones laborales

¿Cuándo estará el sistema de crédito social implantado en todo el país?

El Gobierno chino anunció la intención de crear este sistema en 2014 y pretende implantarlo en todo el país en 2020. La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y la Asociación China de Industrias de la Información son las encargadas de implementar el proyecto, según explica el director del Observatorio de la Política China, Xulio Ríos. “Su primera batalla es lograr que los registros se hagan con nombre real en todos los ámbitos, ya sea en Internet, en servicios públicos de todo tipo o en la apertura de cuentas financieras”, afirma Ríos, que acaba de publicar el libro La China de Xi Jinping.

Ya se han puesto en marcha algunos proyectos tanto desde instituciones públicas como desde empresas tecnológicas privadas a las que el presidente Xi Jinping ha autorizado realizar pruebas piloto. Doncel pone como ejemplo el caso de un sistema lanzado en Suining, una ciudad en la provincia de Sichuan —en el centro de China—, que se llama Mass credit. Cualquier ciudadano, según explica Doncel, suele comenzar con 1.000 puntos y pierde 50 puntos si le multan por conducir bajo los efectos del alcohol o por vender productos falsificados. Al contrario, puede ganar 35 puntos si cumple las leyes de planificación familiar.

Este es solo uno de los proyectos que ya funcionan en China. Empresas como Alibaba o Tencent utilizan el sistema de crédito social para evaluar la confianza comercial que pueden tener en los ciudadanos. Por ejemplo, en Miranda Zhao, una estudiante china, de 24 años que cursa un máster en Derecho en Beijing. Esta joven es usuaria del sistema lanzado por Alibaba: el Zhima credit.

 
 
 

El gigante chino del comercio en línea, además de controlar Taobao —la página más grande de compras en internet—, es propietaria de la aplicación Zhifubao, que permite comprar entradas de cine, billetes de tren o avión, pagar la factura del agua, solicitar un taxi o pedir comida a domicilio. “Tiene todos los datos de nuestras costumbres de consumo y con ellos calcula nuestro crédito social”, afirma Zhao.

Después cada ciudadano, dependiendo de la puntuación que obtenga, puede tener ciertos privilegios: “A mí me prestan 500 euros al mes para gastar y puedo devolverlos el siguiente mes, pero tengo una amiga que solo puede sacar 300. Además, puedo alquilar bicicletas sin pagar ningún tipo de fianza”. Zhao considera que este sistema “puede ayudar a mejorar la sociedad y a evitar los engaños y fraudes porque penaliza a quienes no devuelven el dinero o tienen mal comportamiento en sitios públicos”.

Pese a que este sistema pretende “promover la educación cívica”, Doncel reconoce que existe un riesgo de que los ciudadanos estén demasiado controlados por el Gobierno. “La idea de que la acción social sea monitoreada y controlada por algoritmos matemáticos muestra una imagen de ausencia de espontaneidad del comportamiento”, explica. Uno de los eslóganes del sistema de crédito social afirma que “si rompes la confianza en algún lugar, sufrirás restricciones allá donde vayas”.

¿Funcionaría el sistema fuera de China?

Los expertos consultados coinciden en que este proyecto, tal y como se encuentra concebido en China, no sería aplicable en otros países como España. “Provocaría un amplio rechazo ciudadano y podría atentar contra varias normas en vigor de protección de datos y de la privacidad”, afirma Ríos. Pero señalan que en España algunos modelos guardan cierta similitud con el sistema chino. Por ejemplo, la tarjeta del supermercado que te permite obtener puntos si eres un cliente fiel o los puntos del carnet de coche.

Doncel explica que en el sistema chino la frontera que establece hasta dónde puede llegar el estado a evaluar la actividad individual es mucho más difusa que en occidente: “En España, la esfera individual privada se encuentra mejor delimitada y cubierta por derechos individuales frente a la acción del estado que en China”.

Pese a que el sistema puede parecer bastante novedoso, Doncel asegura que los principios que lo sustentan están arraigados en el pensamiento social chino desde hace mucho tiempo. “La novedad ahora estriba en las nuevas tecnologías y en que China está en camino de desarrollar un sistema de gestión ciudadana asentado en el big data”, afirma. La tradición política china se basa en el principio de que la armonía y la paz social solo se alcanza si todos se los ciudadanos se comportan de un modo apropiado: “El sistema de crédito es una solución del siglo XXI a una filosofía política milenaria”.

https://www.xataka.com/privacidad/asi-sistema-que-china-puntua-a-sus-ciudadanos-les-asigna-castigos-recompensas

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El estado de vigilancia de alta tecnología de China: un «despotismo digital»

Por Paul Crespo

 

(Tomada de Internet)

 

Skynet, Ojos de Lince, Operación Llamando a las Puertas, Soldado de Limpieza de la Red, estos son solo algunos de los términos utilizados por la seguridad de estado de China para describir los draconianos sistemas de vigilancia utilizados para identificar, monitorear, rastrear y perseguir a decenas de millones de ciudadanos chinos, especialmente a minorías étnicas y grupos religiosos.

Las tecnologías y sistemas de vigilancia de alta tecnología de China emplean Inteligencia Artificial (IA) avanzada para procesar y analizar grandes cantidades de datos recopilados mediante reconocimiento facial, muestreo de ADN, biometría, GPS, cámaras CCTV de alta resolución colocadas en todas partes, aplicaciones de teléfonos móviles intrusivas, software de computadoras de escritorio, televisores inteligentes y drones. No obstante, estas capacidades de alta tecnología también son combinadas con anticuadas redes de informantes, presencia policial constante e invasiva, puestos de avanzada y patrullas, todo integrado en enormes bases de datos computarizadas.

«[China ha] adoptado el sistema de vigilancia más invasivo del mundo, y no solo utiliza nuevas tecnologías para vigilar, sino también para vincular a las personas con su registro policial, su información social, su nombre y su número de identidad», afirmó James Andrew Lewis, un experto en tecnología del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés). «Es la combinación de macrodatos, reconocimiento facial y vigilancia generalizada lo que hace que el mismo sea la cosa más intrusiva que alguien haya visto».

Tres ejes para controlar

Este sistema de vigilancia está compuesto principalmente por tres ejes: 1) recopilación masiva y sin precedentes de datos personales; 2) vigilancia casi total a través de medios técnicos y humanos, y 3) análisis y gestión de datos a través de operaciones avanzadas de IA y de coordinación de tipo militar. El objetivo final es una sofisticada base de datos nacional que les permite a las fuerzas de seguridad rastrear, analizar y controlar a cada individuo existente en China en tiempo real, o casi en tiempo real.

Mientras que muchos aspectos de estos sistemas de vigilancia están siendo implementados en toda China, la Región Autónoma de Sinkiang, situada en el noroeste de China, hogar de la mayor parte de la población musulmana uigur del país, ha estado sirviendo como campo de pruebas o laboratorio para algunas de las técnicas más intrusivas y represivas. En el año 2017, el presidente Xi Jinping declaró que estaba creando un «muro de acero» alrededor de la región. Una vez probados en Sinkiang, estos sistemas de vigilancia son frecuentemente implementados en otras regiones de China.

Fergus Ryan, analista y experto en China perteneciente al Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI, por sus siglas en inglés), afirmó que la tecnología había sido implementada como «parte de la represión llevada a cabo por Pekín contra uigures, kazajos y otras minorías étnicas», y que Sinkiang fue «un gran campo de pruebas para este tipo de tecnologías de vigilancia».

Recopilación masiva de datos

China se ha convertido en el infame líder mundial en lo que respecta a recopilación de datos extremadamente confidenciales y personales de sus ciudadanos. Según la ONG Human Rights Watch, en Sinkiang, las autoridades chinas están recolectando una gama completa de datos biométricos entre los que se incluyen muestras de ADN, huellas dactilares, escaneo de iris y grupo sanguíneo de todos los residentes de la región que tengan entre 12 y 65 años de edad, a fin de construir una base de datos biométrica a nivel regional.

Esta recolección de datos se realiza principalmente a través de una aplicación móvil especialmente diseñada, mientras que las muestras de ADN y los grupos sanguíneos se recolectan a través de un programa anual de exámenes físicos gratuito denominado «Exámenes físicos para todos». En el año 2016, las agencias de policía de Sinkiang también comenzaron a recopilar muestras de voz de los residentes para una base de datos de voz a nivel nacional que podría ser utilizada, por ejemplo, para identificar cualquier voz durante conversaciones telefónicas grabadas.

En lo que respecta a las personas designadas como «personas de interés«, o «individuos clave», se deberán tomar muestras biométricas completas independientemente de la edad de los mismos. Estas «personas importantes que deben ser controladas» son aquellas personas que las autoridades chinas consideran una amenazan para la estabilidad del régimen —y sus familiares— siendo generalmente miembros de minorías étnicas tales como uigures y grupos religiosos «ilegales».

Según la ONG Human Rights Watch, este esquema de recopilación biométrica se encuentra detallado en un documento oficial denominado «Directrices de trabajo de la Región [Autónoma Uigur de Sinkiang] relacionadas con el registro preciso y la verificación de la población» («Programa de registro de la población»).

Tal y como Bitter Winter informó anteriormente, una parte importante de la iniciativa de recopilación de datos desarrollada por el Gobierno chino también incluye la expansiva y de estilo emboscada «Operación Llamando a las Puertas«, puesta en marcha en todo el país a principios del año 2017. Esta operación envía a agentes de policía a investigar y fotografiar a creyentes religiosos utilizando pretextos falsos, lo cual forma parte de un sistema de vigilancia más amplio desarrollado para rastrear de manera específica a personas religiosas en todo el país.

La operación recopila información sobre las actividades de los grupos religiosos catalogados como xie jiao y lleva a cabo vigilancia en red de cada creyente. Los datos son almacenados en computadoras destinadas a tal fin pertenecientes a la Agencia de Protección y Seguridad Nacional. Los investigadores también buscan pruebas que demuestren que los individuos están promoviendo la religión. Si se llegara a descubrirse tal hecho, se continuarán realizando más investigaciones. Posteriormente, estas investigaciones desembocan en una vigilancia exhaustiva y continua de los individuos a través de los proyectos «Ojos de Lince» y «Skynet», así como también por medio de otros sistemas de monitoreo electrónico.

La misma es una vigilancia total

Tal y como señaló el periódico Los Angeles TimesChina ha instalado 176 millones de cámaras de vigilancia públicas y privadas para sus 1400 millones de personas, incluidas algunas en cada manzana de su capital, Pekín. No obstante, China planea tener 626 millones de cámaras instaladas por todo el país para el año 2020. A medida que se instalen más cámaras CCTV en áreas rurales y que cada vez más incorporen reconocimiento facial avanzado y el más reciente reconocimiento de «marcha» (estilos de caminata), China muy pronto se convertirá en la sociedad más monitorizada del mundo.

Según un informe elaborado por Radio Free Asia, la empresa detrás del programa Ojos de Lince afirma haber desarrollado los sistemas utilizando televisores y teléfonos inteligentes para llevar la videovigilancia a los hogares de las personas. A partir del año 2016, la policía de Sinkiang también comenzó a utilizar dispositivos de escaneo portátiles o de escritorio que pueden ingresar a los teléfonos inteligentes y extraer y analizar toda la información contenida en los mismos. En la actualidad, estas tecnologías de vigilancia se están extendiendo silenciosamente por toda China. Reuters informó que esta tecnología ahora está invadiendo ciudades tales como Shanghái y Pekín.

Los residentes de Sinkiang también se ven obligados a instalar dispositivos de seguimiento GPS en sus vehículos, y los que se nieguen a hacerlo no podrán comprar combustible para los mismos. Las autoridades locales incluso han establecido sistemas de reconocimiento facial que los alertarán cuando individuos fijados como objetivo se desplacen más de 1000 pies lejos de su hogar o de su lugar de trabajo.

Además, desde el año 2017, los residentes de Sinkiang deben instalar una aplicación denominada Jingwangweishi, «Soldado de limpieza de la red» para ayudar a las autoridades a monitorear los teléfonos móviles. Todos los residentes chinos están siendo cada vez más vigilados por el Estado a través de una puerta trasera existente en la abrumadoramente popular aplicación de redes sociales WeChat.

Coordinación de estilo militar

Una vez recopilados los datos de cada aspecto y movimiento de una persona, se necesita inteligencia artificial para procesar el vasto volumen de información perteneciente a cientos de millones de chinos. La IA puede rastrear patrones, mapear relaciones y notar desviaciones. Según Dean Cheng, un experto en China perteneciente a la Fundación Heritage, esto hace que sea difícil para los líderes de Iglesias domésticas, organizar, celebrar servicios en secreto, o informar a los forasteros cuando ocurre una persecución.

Para administrar y analizar la enorme cantidad de información procedente de tantas fuentes, las autoridades chinas están implementando una «Plataforma de Operaciones Conjuntas Integradas» de estilo militar para datos globales sobre personas que «detecta desviaciones de lo que las autoridades consideran ‘normal’”, afirma Human Rights Watch. El programa genera listas de sujetos para que la policía los reúna e interrogue, y muchos de ellos son detenidos y posteriormente enviados a campamentos de transformación por medio de educación.

Las operaciones conjuntas integradas forman parte de una nueva doctrina del Ejército Popular de Liberación (EPL), y dependen de un «sistema de sistemas” de alta tecnología denominado C4ISR (comando, control, comunicaciones, computadoras, inteligencia, vigilancia y reconocimiento). La aplicación de esta doctrina militar llevada a cabo por China y la tecnología de vigilancia policial a civiles demuestran hasta qué punto se está militarizando la vigilancia en Sinkiang.

Rastrear y reprimir

En última instancia, toda esta vigilancia y recopilación de datos fue diseñada para lograr un propósito. A pesar de que las autoridades chinas afirman que la vigilancia, el seguimiento y el monitoreo sin precedentes son utilizados para prevenir el crimen, mejorar la salud, u otros propósitos benignos, su principal objetivo es controlar y reprimir al pueblo, especialmente a los uigures y a los grupos religiosos.

Esto fue destacado de manera sorprendente recientemente cuando un experto cibernético holandés descubrió una enorme e insegura base de datos china en línea que mostraba que China está utilizando lo que se conoce como un «rastreador musulmán» para monitorear de cerca a más de 2,5 millones de personas, principalmente uigures que viven en la región de Sinkiang. El canal ABC News de Australia informó que Victor Gevers, investigador de la fundación GDI.fundation, descubrió nombres, números de tarjetas de identificación, fechas de nacimiento, empleadores y localizaciones en una base de datos no protegida operada por SenseNets, una empresa china contratada por la policía china.

Los informes mostraron que la base de datos incluía detalles de 2 565 724 personas y 6,7 millones de coordenadas geográficas que muestran las localizaciones de cada uno de estos ciudadanos durante las últimas 24 horas. Según Gevers, los datos fueron etiquetados con descripciones tales como mezquita, hotel, cibercafé, restaurante, estación de policía y otros lugares donde se encontraban a menudo cámaras de vigilancia. Aparentemente, las localizaciones eran registradas a medida que las personas pasaban por delante de cámaras situadas en posiciones fijas que proporcionaban una entrada de video para reconocimiento facial.

«Esta insegura solución de reconocimiento facial/verificación personal fue desarrollada y funciona para lograr un único objetivo», escribió en Twitter: «Es un ‘rastreador musulmán’ financiado por las autoridades chinas en la provincia de Sinkiang para realizar un seguimiento de los musulmanes uigures». Para el año 2020, China planea utilizar estos sistemas de vigilancia integral para rastrear a todo el pueblo chino. No obstante, el Gobierno chino podría no limitar su monitoreo de personas a China. Tal y como informó Bitter Winter, el reciente arresto llevado a cabo en Vancouver, Canadá, de Meng Wanzhou, vicepresidenta de la junta y directora financiera de la mayor empresa privada China, Huawei Technologies Co. Ltd ha aumentado la preocupación de que China pretende difundir sus técnicas de vigilancia por todo el mundo, mucho más allá de China, a través de compañías tales como Huawei, incluso apropiándose potencialmente de la red mundial 5G de última generación para lograr dichos fines.

Censura digital y adoctrinamiento

Para completar la imagen orwelliana en China, gigantes tecnológicos occidentales tales como Apple son cómplices de dicho país en su represión, al censurar sitios web y aplicaciones relacionadas con los derechos humanos y la libertad religiosa, entre los que se incluye Bitter Winter. Además, en enero de 2019, el Partido Comunista Chino (PCCh) lanzó una nueva aplicación disponible para las plataformas Apple y Android, “Xi Study (Xue Xi) Strong Nation” (Estudio de Xi, Nación Fuerte), que puede descargarse en el sitio web xuexi.cn. Esta aplicación, proporcionada por el Centro de Investigación de Propaganda y Opinión Pública del Departamento Central de Propaganda del PCCh, es obligatoria para todos los cuadros y miembros del PCCh.

Tal y como se señaló en Bitter Winter, el nombre de la aplicación incluye un juego de palabras en chino. “Xi” es el apellido del presidente, pero también es el segundo carácter de la palabra china xuexi, que significa “estudiar”. La implicación es que el estudio de las declaraciones del presidente es el estudio más importante de todos. Apple, quien censura otras aplicaciones, rápidamente complació al PCCh, al igual que otras plataformas y, en la actualidad, la aplicación «Xi Study» (Estudio de Xi) está funcionando a toda velocidad.

En China, «distopía orwelliana» podría ser un término demasiado monótono para describir su despotismo digital en constante expansión.

Corrección (22 de marzo de 2019): El nombre de la empresa que desarrolló la tecnología Ojos de Lince fue mal citado en el texto original. No se trata de Bell New Vision Co., sino de Aebell Technology Corporation, con sede en la provincia de Cantón.

https://es.bitterwinter.org/

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Paul Crespo es un experto estadounidense en relaciones exteriores y seguridad internacional, escritor y consultor de medios, con casi treinta años de experiencia trabajando para el Gobierno estadounidense, así como también para organizaciones corporativas y sin fines de lucro. Exoficial de la Infantería de Marina de los EE. UU., se desempeñó como agregado militar en varias embajadas de los EE. UU. emplazadas por todo el mundo. También se ha desempeñado como profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad de Miami y como miembro de la junta editorial del Miami Herald. Posee títulos expedidos por las universidades de Georgetown, Londres y Cambridge. Él es director general de SPECTRE Global Risk, una consultora de seguridad, y colaborador de Bitter Winter.
 
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Occidente tiene su propio sistema de crédito social... Y sí, ya lo estamos sufriendo todos aunque ni lo sepamos

 

 

Se han escrito ríos de tinta (y de bits) sobre ese distópico sistema de crédito social chino, que puntúa incluso opiniones políticas, y en base a la puntuación con la que se cataloga a los ciudadanos de aquel país incluso se les impide viajar por el país, acceder a una promoción laboral, o conseguir el colegio que querían para sus hijos.

Igualmente, luego viene el sistema de crédito social chino a las empresas, por el cual ponen trabas y "castigan" a empresas internacionales que no sigan los dictados polítcos del gigante comunista, habiendo llegado por ejemplo a forzar a las compañías aéreas que la denominada por Pekín "isla rebelde" de Taiwan aparezca en los mapas de determinada manera, y promete con hacer lo propio con innumerables designios tan arbitrarios como cualquier poder político (también el comunista).

Pero como una nueva demostración del talante no sólo crítico de estas líneas, sino también profundamente auto-crítico, hoy les analizamos cómo en Occidente ya tenemos igualmente a día de hoy una suerte de sistema de crédito social occidental. Y sí, lo estamos sufriendo ya desde hace algún tiempo en primera persona, aunque no acabemos de ser conscientes de ello.

 

Realmente, este sistema de crédito social occidental no es nada nuevo

 

Por ponerles en antecedentes, este nuevo sistema de crédito social occidental es algo que les venimos anticipando desde hace años desde estas líneas. De hecho, el advenimiento de un sistema de castas a la occidental es un riesgo sobre el que les advertimos, y que ya está finalmente aquí. Según lo previsible, este sistema nos está segmentando comercialmente con diferencias ostensibles a nivel "marketiniano" y socioeconómico entre los más favorecidos y los menos.

Es otra forma de tomar cuerpo esa plutocracia que da más poder socioeconómico al que más tiene, y sobre la que también les advertimos hace otros tantos años. Pero más allá de predicciones a futuro, la llegada de esta distópica realidad a Occidente no ha sido algo súbito ni repentino. En realidad, la realidad a cuyo nacimiento asistimos ha sido fruto de un largo proceso de adopcion, que tuvo como origen de todo la llegada de la economía del dato.

Pero el tema es todo que lo que esa economía del dato ha acabado resultando ser en la práctica, y lo que en última instancia representa a nivel socioeconómico, ante la (casi) total inacción de buena parte de las autoridades competentes. La que podía haber sido una auténtica "economía del dato" en su máximo esplendor y para beneficio de todos, ha degenerado en un auténtico sistema de "mercadeo del dato", por el que somos más un producto que ciudadanos que articulan un nuevo tejido socioeconómico ejerciendo los derechos sobre los que, al fin y al cabo, son sus datos, muchas veces hasta personales y en una dimensión que realmente desconocen.

Pero ahora Occidente va un significativo paso más allá, y todos pasamos a estar "fichados" por el sistema

 

Ante todo lo analizado en los enlaces anteriores, era cuestión de tiempo que acabase emergiendo ya ese auténtico Gran Hermano comercial y del marketing que hace tiempo que les anticipamos. Efectivamente, un paso más allá ha sido el poder generar y tener acceso al perfil y a la puntuación ad-hoc sobre un individuo concreto y bajo petición según publica el New York Times. Esto supone un preocupante nuevo salto cualitativo que bien nos debe hacer reflexionar profundamente sobre el hecho de que, muy probablemente, en Occidente ya tenemos nuestro propio sistema de crédito social, aunque debemos matizar que no es menos cierto que (por ahora) lleva por segundo apellido un "comercial", lo cual marca una significativa diferencia con respecto a esos otros sistema de marcados tintes políticos e ideológicos.

Como podrán leer y como les decíamos al principio de este artículo, esto no son futuribles, sino que ya a día de hoy hay unas cuántas empresas de primer nivel, y muy conocidas por todos, que utilizan ese sistema para catalogar y segmentar a sus clientes. Entre ellas están Airbnb, Yelp, Coinbase y otras tantas, que además alimentan el sistema con los propios datos de sus usuarios y clientes. Y las consecuencias ni son pocas ni son poco importantes. Así, como explicaba el New York Times, por ejemplo, cuando uno llama a uno de los call centers de estas compañías, el tiempo de espera viene determinado por esa puntuación social que cada uno de sus clientes tenemos asignada. Igualmente se utiliza esta puntuación personal para determinar el servicio que nos dispensarán, o qué podemos y qué no podemos devolver en los puntos de venta. Vamos, no sólo es diferenciación a nivel individual y con una granularidad nunca antes vistas, es literalmente una segregación de los derechos que tenemos como consumidores.

Hemos pasado del "tanto tienes, tanto vales" al "tanto vales, tantos derechos tienes en el sistema". Vamos, lo que les decía hace años: un sistema de castas a la occidental en toda regla. Y un grado de gravedad añadida no es sólo el desconocimiento de lo que ocurre entre bastidores por parte del público en general, sino que el propio sistema es mayormente de una transparencia que brilla por su ausencia, y que es mayormente una invisibilidad, en la cual toman parte los siempre existentes intereses creados, que (por ahora) son empresariales. Pues bien, sepan que desde hace unos meses, ustedes mismos pueden acceder al perfilado que han hecho sobre los usuarios y clientes de sus empresas asociadas (el New York Times enumeraba algunos de los servicios disponibles para tal efecto). Y resulta bastante chocante comprobar de primera mano hasta qué punto pueden saber cosas de (casi) todos nosotros, y para lo que las están acabando por utilizar.

Las comparaciones son odiosas, pero a veces son muy procedentes

 

Pero a pesar de lo intranquilizador que para cualquier occidental que valore su privacidad puede resultar el que inexorablemente vayamos perdiendo intimidad y democracia digital, el hecho incuestionable es que aquí hay ya sistemas de crédito social prácticamente en todas las superpotencias. La diferencia real estriba en para qué lo acaba utilizando cada una, lo cual revela la naturaleza de fondo de cada una de estas superpotencias. En última instancia, en Occidente lo utilizan (por ahora) para que compremos el máximo posible, mientras que en otros lugares los usan para que no se les ocurra ni opinar sobre democracia, y con castigos infinitamente más severos.

Personalmente, y puestos a evaluar perjuicios resignándose a ponerse en el caso "menos peor", un servidor ve menos dramático que a uno le hagan esperar más en un call center por no tener mucho poder adquisitivo a que, como en China, a uno ni le dejen viajar por el país, le impidan una promoción en el trabajo, o le denieguen el colegio de sus hijos por el mero hecho de haber reclamado derechos democráticos básicos.

Pero ahora bien, tengan en cuenta que el sistema de crédito social occidental está ya creado, establecido y en funcionamiento. Es efectivamente una simple herramienta, y como toda herramienta su impacto socioeconómico último depende del uso que se le dé. Y el hecho es que no sabemos para qué puede acabar siendo utilizado en un futuro una vez instaurada, máxime en un entorno de socioeconomías occidentales con valores democráticos en franco retroceso. En temas de futuro, tengan en cuenta que la realidad siempre acaba superando a la ficción, y el que gobierna a los ciudadanos. Las herramientas de las que disponga para ello, determinarán nuestros derechos y libertades en un futuro que, más que distopía, ya es realidad.

 
 
 
 

 

 


1 Comment

  1. China 1901-1904

    Curiosamente esta película parece ser la inspiración o la referencia de «Tintín y el loto azul», la tira cómica de Hergé. El Loto Azul es una casa de opio como la representada a partir del 35′. El Port de l’Est (41′) también figura en el relato; Tintín lo atraviesa disfrazado de campesino. No sólo las imágenes son exactamente iguales, sino que el tipo de la espada del 41′ es un personaje de la trama (Didi, víctima del pérfido Mitsushirato). El libro se publicó en 1935, época en la que no había demasiadas fuentes de imágenes de un lugar tan lejano como China (de Bélgica, donde vivía Hergé), por lo que es plausible creer que de una forma u otra esta película protagonizó una parte en la producción del libro.

    https://www.youtube.com/watch?v=1P1iRSEVs9Q

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