‘Fahrenheit 451’: 55 años de una película vigente sobre un mundo que prohíbe los libros
Ray Bradbury escribió una novela inquietante que François Truffaut popularizó en el cine. Es una advertencia latente sobre los enemigos de la cultura y los libros y una reivindicación sobre la importancia de la lectura
Una de las novelas más inquietantes y vigentes sobre la amenaza latente sobre la cultura es Fahrenheit 451, de Ray Bradbury (1929-2012). El escritor estadounidense advierte, a través de una historia distópica, sobre los enemigos de los libros y la lectura, sobre cómo sería una sociedad donde se prohíbe leer, a la vez que reivindica el amor y la importancia de la lectura y la literatura. La novela fue publicada en 1953 y alcanzó la popularidad global con el estreno de su adaptación al cine en 1966 bajo la dirección de François Truffaut (1932-1984).
Incluida en la ciencia ficción distópica, Fahrenheit 451 es la historia de una pesadilla, el título corresponde a la temperatura a la que arde el papel, pues narra la persecución que sufren las personas que leen y sus viviendas son asaltadas por cuadrillas de bomberos cuya misión es quemar los libros con un lanzallamas. El argumento es que la lectura propicia la infelicidad porque genera angustia por el hecho de ayudar a pensar, imaginar, despertar la curiosidad, generar preguntas e impartir conocimiento y entretenimiento a la vez; en suma, ayuda a ser críticos y tener argumentos para no ser unas marionetas de nada ni de nadie, a no ser conformistas.
El final de esta distopía muestra que a pesar de las adversidades y enemigos oficiales de los libros, sus contenidos e historias y la lectura se abren paso como la vida misma a través de personas que se resisten y se convierten en hombres y mujeres libro que se saben y recitan sus páginas.
‘Fahrenheit 451’, de Bradbury, hace pensar en el cine desde 1966
El libro
Ray Bradbury (1929-2012) publicó Fahrenheit 451 por entregas en la revista Playboy en 1953. Lo hizo en pleno macartismo como una denuncia a la censura y persecuciones que vivía su país en aquellos años, a los sistemas totalitarios y como crítica social. A partir de esta amenaza que Bradbury ve escribe esa historia que rinde homenaje y reivindica la lectura.
El título original era El bombero y es la suma de cuatro relatos: El peatón, Los exiliados, Usher II y Pilar de fuego, y un episodio que el escritor vivió una noche de 1950. Bradbury cuenta que iba caminando con un amigo por la avenida Wilshire de Los Ángeles cuando una patrulla de la policía los detuvo y les preguntó que estaban haciendo. El desconcierto fue tal que simplemente contestó: «Poner un pie delante del otro».
En la introducción de la versión grafica que hizo Tim Hamilton Bradbury hace una invitación:
“Me gustaría que todo aquel o aquella que lea esta introducción se tome un tiempo para escoger el libro que más le gustaría memorizar y proteger de cualquier censor o ‘bombero’. Y no sólo escogerlo, sino dar las razones de por qué querría memorizarlo y de cuál es el valor por el que debería recitarse y recordarse en el futuro. Creo que si mis lectores se reúnen y hablan de los libros que han escogido y memorizado pueden producirse encuentros muy entretenidos».
La novela tiene como eje central la historia del bombero Guy Montag que termina por descubrir el valor de los libros no solo como entretenimiento sino como recipientes y transmisores de conocimiento e intelecto y termina unido a un grupo de resistencia que memoriza obras literarias y las comparte de viva voz.
La película
En el esplendor de la Nouvelle vague, François Truffau (1932-1984) estrenó en 1966 la versión de Fahrenheit 451, basada en la obra de Bradbury. La película se rodó a mediados de los años sesenta en plena Guerra fría, después de la crisis de los misiles de Cuba, con el muro de Berlín ya avanzado y algunas sombras amenazantes sobre la libertad y la democracia.
El gran cineasta francés sitúa la historia en la segunda década del siglo XXI cuando los gobiernos quieren controlar las fuentes de conocimiento de la gente y prohíben los libros. Estos, argumenta, generan preocupaciones, angustias, tristezas porque ayudan a pensar, a cuestionar, a no ser seres pasivos. Al final Montag, el bombero, descubrirá que la infelicidad no es leer sino todo lo contrario.
La película es protagonizada por Oskar Werner, Julie Christie y Cyril Cusak. Fue la única película que Truffaut rodó en inglés.
En 2018 se estrenó una nueva versión de Fahrenheit 451 escrita y dirigida por Ramon Bahrani con una aceptación regular.
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FAHRENHEIT 451 (Película de François Truffaut)
Fahrenheit 451 es una película de ciencia ficción dirigida por François Truffaut, estrenada en 1966 y protagonizada por Oskar Werner, Julie Christie y Cyril Cusack.
Está basada en la novela homónima de Ray Bradbury y el argumento se desarrolla en una sociedad controlada en un futuro opresivo, en el que el gobierno envía bomberos para destruir toda la literatura para impedir la revolución y el pensamiento.
En un país indefinido, en una época indeterminada, la lectura ha sido rigurosamente prohibida, ya que impedía que la gente fuera feliz.
La brigada de bomberos tiene como única misión localizar a las personas que posean libros y reducir estos a cenizas.
Guy Montag, bombero devoto de su trabajo y ciudadano respetuoso de las instituciones, conoce a Clarisse, una joven maestra que le hará poner en duda su misión.
Poco a poco, él también se verá conquistado por el amor a los libros.
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CITAS DE LA NOVELA DE RAY BRADBURY «FAHRENHEIT 451»
Sobre la quema y la censura
«Era un placer quemar.» (La icónica frase inicial de la novela, describiendo la perspectiva de Montag al principio).
«Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma.» (La justificación de Beatty para la censura).
«No pedimos que nos hagan la competencia. Todos deben ser iguales. No todos nacen libres e iguales… sino que se les hace iguales.» (Beatty explicando la filosofía de la sociedad).
«Si no quieres que un hombre sea infeliz políticamente, no le des dos lados de una cuestión para que se preocupe; dale uno.» (Beatty sobre la felicidad forzada).
«Dales a los hombres concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares… No les des cosas resbaladizas como filosofía o sociología.» (Beatty sobre el entretenimiento vacío).
«El saber es una cosa peligrosa. No necesitamos filósofos, sino bomberos.»
Sobre la conciencia y el despertar
«¿Es usted feliz?» (La simple pregunta de Clarisse que lo cambia todo para Montag).
«A veces me pregunto si los conductores saben qué es la hierba o las flores, porque nunca las ven lentamente.» (Clarisse, observando la velocidad y la desconexión del mundo).
«Tengo miedo de los niños de mi edad. Se matan entre ellos.» (Clarisse sobre la violencia de su sociedad).
«Debe haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar, para hacer que una mujer permanezca en una casa que arde.» (Montag, tras presenciar el suicidio de una mujer con sus libros).
«No hablamos de nada. Solo nombres, ropa, coches, piscinas…» (Montag, dándose cuenta de la vacuidad de las conversaciones, incluso con su esposa Mildred).
Sobre el conocimiento y la esperanza
«No son libros lo que usted necesita, sino algunas de las cosas que en un tiempo estuvieron en los libros.» (La gran revelación del Profesor Faber).
«Los libros eran solo un tipo de receptáculo donde almacenábamos muchas cosas que temíamos olvidar.» (Faber explicando el valor de lo que contienen los libros).
«Tenemos todo lo necesario para ser felices, pero no lo somos.» (Faber sobre la infelicidad de una sociedad que lo tiene todo materialmente).
«La gente buena comete errores, y el hombre inteligente aprende de ellos.»
«Si te dan papel rayado, escribe por el otro lado.» (Una frase de desafío y adaptación).
«No juzgues un libro por su cubierta.» (Usado literalmente por Granger al referirse a las «personas-libro»).
«No importa lo que hagas… sino que hagas algo que transforme las cosas. Algo en lo que puedas ver tu mano al final del día.»
«Y cuando nos pregunten qué estamos haciendo, podremos decir: Estamos recordando.» (Granger, sobre la misión de preservar el conocimiento).
«Llena tus ojos de asombro, vive como si fueras a caer muerto en diez segundos. Ve el mundo. Es más fantástico que cualquier sueño.» (El consejo final de Granger/Faber a Montag).
Detalle de la portada de ‘Fahrenheit 451’, de Ray Bradbury (Debolsillo). /WMagazín
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FAHRENHEIT 451 (FRANÇOIS TRUFFAUT, 1966): SOBRE LA SOCIEDAD DE LA DEFLEXIÓN Y UNA LECTURA JUNGUIANA.
Fahrenheit 451 (temperatura a la cual el papel se inflama y arde, equivalente a los 232,8 grados Celsius), es una película dirigida por François Truffaut en 1966 que parte de la novela distópica de Ray Bradbury del mismo título (1953). Protagonizada en sus principales papeles por Julie Christie (en el doble papel de Linda Montag y Clarisse McClellan) Oskar Werner (en el del bombero Guy Montag) y Ciryl Cusak (en el del Capitán de bomberos Beatty), la película nos traslada a un mundo en el cual la función de los bomberos no es apagar el fuego sino, todo lo contrario, utilizarlo para quemar libros (la referencia a la quema de libros par parte de los nazis se hace inevitable), ya que el gobierno de la tierra considera que estos son los responsables de traer infelicidad a los seres humanos, reduciendo el concepto de felicidad a llevar una vida sin cuestionamientos y asumiendo un papel puramente pasivo en su sociedad, un objetivo que hoy en día podemos observar en las aspiraciones que el capitalismo espera lograr con el control de los individuos de distintas maneras.
Recuerdo que vi la película cuando tenía quince o dieciséis años por televisión. Me impresionó tanto que me compré el libro, que aun me impresionó más, a parte de conocer la obra de Ray Bradbury. Me acompañaron entonces lecturas ya clásicas como «Crónicas Marcianas«, «El hombre ilustrado» o «El ruido del trueno«. Pasados los años, y vistos los tiempos que corren, me asombra el poder visionario de Bradbury expresado en Fahrenheit 451.
Hay que citar que hay una versión moderna de esta película dirigida por Ramin Bahrani, estrenada en el 2018 y que, curiosamente, se caracteriza por ser una perversión de la película de Truffaut, o del libro de Bradbury, y donde el elemento reflexivo que ofrecen estos queda reducido al típico espectáculo de Hollywood de ofrecer una película de acción con un planteamiento muy superficial de la temática que, salvo por alguna excepción, queda reducida en un festival de fuegos.
Linda y Montag.
I. FAHRENHEIT 451: LA SOCIEDAD DE LA DEFLEXIÓN.
Es muy difícil trasladar un libro como Fahrenheit 451 a la gran pantalla en 1 hora y 45 minutos. Hay muchas cosas que el director debe intentar sugerir no tanto con las palabras como con las imágenes. He elegido, para transmitir un poco la sociedad que Fahrenheit 451 propone, y que la película de Truffaut pretende mostrarnos a través de sus personajes e imágenes, unas palabras de Clarisseen las que dice:
Creen que soy insociable. No me adapto. Es muy extraño. En el fondo, soy muy sociable. Todo depende de lo que se entienda por ser sociable, ¿no? Para mí, representa hablar de cosas como éstas. —Hizo sonar unas nueces que habían caído del árbol del patio—. O comentar lo extraño que es el mundo.
Estar con la gente es agradable. Pero no considero que sea sociable reunir a un grupo de gente y, después, no dejar que hable. Una hora de clase TV, una hora de baloncesto, de pelota base o de carreras, otra hora de transcripción o de reproducción de imágenes, y más deportes.
Pero ha de saber que nunca hacemos preguntas, o por lo menos, la mayoría no las hace; no hacen más que lanzarte las respuestas izas!, izas!, y nosotros sentados allí durante otras cuatro horas de clase cinematográfica. Esto no tiene nada que ver con la sociabilidad.
Hay muchas chimeneas y mucha agua que mana por ellas, y todos nos decimos es vino, cuando no lo es. Nos fatigan tanto que al terminar el día, sólo somos capaces de acostarnos, ir a un Parque de Atracciones para empujar a la gente, romper cristales en el Rompedor de Ventanas o triturar automóviles en el Aplastacoches; con la gran bola de acero.
Al salir en automóvil y recorrer las calles, intentando comprobar cuán cerca de los faroles es posible detenerte, o quien es el último que salta del vehículo antes de que se estrelle. Supongo que soy todo lo que dicen de mí, desde luego. No tengo ningún amigo.
Esto debe demostrar que soy anormal. Pero todos aquellos a quienes conozco andan gritando o bailando por ahí como locos, o golpeándose mutuamente. ¿Se ha dado cuenta de cómo, en la actualidad, la gente se zahiere entre sí? [1]
Efectivamente, la sociedad que nos presenta Fahrenheit 451 es la de la sociedad de la uniformidad, la sociedad del pensamiento único, y una sociedad cuya premisa fundamental es: NO PENSÉIS, disimulada en una especie de ley que podríamos enunciar como: SÉ FELIZ Y NO PIENSES.
Una sociedad en la que apelando a un mecanismo de defensa psíquico llamada «deflexión«, pretende que sus individuos minimicen lo importante y lo significativo, ofreciéndoles opciones cuyo único fundamento es evitar el cuestionamiento y el conflicto. Dado el momento histórico en el que esta obra fue escrita, Bradbury recurre a la televisión como el objeto inductor de esta deflexión.
La substitución del contacto realmente humano por un contacto puramente superficial y por la perversión de lo real a través de la construcción de una realidad basada en lo que hoy en día conocemos como «posverdad» o las «fake news«. Y, es evidente, la construcción de una realidad de este tipo necesita de que el ciudadano sea basicamente un zombi. Y de la misma manera que se basa en incorporar mentiras que la fundamenten, se trata también de eliminar los inputs que creen ciudadanos más concienciados, capaces de discernimiento y realmente comprometidos.
Y es en ese sentido, y como ya ocurrió desgraciadamente en la Alemania nazi, que la nauseabunda quema de libros deviene como metáfora del no pensar, es decir, NO LEAN, no indaguen en el pensamiento humano, en el mundo de sus sentimientos y emociones. Un mundo reducido a la superficialidad como Beattyle dice a Montagen su discurso previo a la quema de la gran biblioteca donde la mujer que la oculta decide morir quemada junto a sus libros.
La quema de la gran biblioteca
Hay que destacar la gran visión de Bradbury en una obra escita en 1953 al respecto. La única diferencia es que hoy no es la pantalla de TV la protagonista, son las múltiples pantallas que nos rodean (ordenadores, tablets, móviles) y los mass media y las redes sociales a través de las cuales toda esta realidad es continuamente inducida.
Zygmunt Baumann, en una de sus últimas obras ya lo decía con toda claridad refiriéndose al mundo de facebook, WhatsApp, twitter, etcétera:
Porque cuando uno pasa a estar «siempre conectado», puede que nunca esté total y verdaderamento solo. Y si nunca esta solo, entonces (por citar una vez más al profesor Zimmerman), «es menos posible que uno lea un libro por placer, dibuje, se asome a la ventana e imagine mundos distintos de los propios…
Es menos probable que uno se comunique con la gente real del entorno inmediato. ¿Quién quiere hablar con sus familiares si tiene los amigos a un click de distancia?…» Al huir de la soledad, se pierde la oportunidad de disfrutar del aislamiento, ese sublime estado en el que es posible «evocar pensamientos», sopesar, reflexionar, crear y, en definitiva, atribuir sentido y substancia a la comunicación. [2]
En una perversión de la situación Montagle dice a Clarisseen su primer encuentro en el tren: «Los libros distraen a las personas y las hacen insociables».
Esta es la base del éxito de Donald Trump en las últimas elecciones de USA, o la base sobre la que se fundamenta la reciente película de BREXIT (2019), dirigida por Toby Haynes e interpretada, en su papel principal, por Benedict Cumberbatch, así como del ascenso de la extrema derecha en Europa y sudamérica.
Es lo que Françaois Truffaut, como Ray Bradbury, intenta describir a través de los cuatro personajes sobre los que la película se sostienen: Montag, Linda, Clarissey el capitán Beatty.
Los bomberos de Fahrenheit 451
II. EL DESPERTAR DE MONTAG: La aparición de la ánima.
En una anterior entrada de este blog dedicada a la película «Están vivos«, de John Carpenter (1988), el filósofo lacaniano Slavoj Zizek nos habla del dolor del despertar, y en su documental «Guia ideológica para perversos», nos dice hablando de una escena de la película:
Salir de la ideología hace daño, es una experiencia dolorosa. Debes forzarte a hacerlo […] Puede parecer irracional… ¿por qué este tipo [John Armitage] rechaza tan violentamente ponerse las gafas?
Es como si estuviera al tanto de vivir naturalmente en una mentira, que las gafas le harán ver la verdad, pero que esta verdad puede ser dolorosa, puede destrozar muchas de sus ilusiones. Esta es una paradoja que tenemos que aceptar.
La extrema violencia de la liberación, debes ser forzado para ser libre. Si confias simplemente en tu espontáneo sentido del bienestar o lo que sea, nunca conseguirás liberarte […]
La libertad duele.
Este es el papel que Clarisse(en el libro una joven de diecisiete años) representará para Montag, aquello que en términos junguianospodríamos definir como la llamada de la ánima.
Clarisseparece captar que en Montaghay un bombero en crisis y le interpela a que se haga preguntas, a que se cuestione. Conforme ambos van coincidiendo, Clarissepercibe que Montagno es un bombero a la usanza. En el libro le dice:
Usted no es como los demás. He visto a unos cuantos. Lo sé. Cuando hablo, usted me mira. Anoche, cuando dije algo sobre la luna, usted la miró. Los otros nunca harían eso. Los otros se alejarían, dejándome con la palabra en la boca. O me amenazarían.
Nadie tiene ya tiempo para nadie. Usted es uno de pocos que congenian conmigo. Por eso pienso que es tan extraño que sea usted bombero. Porque la verdad que no parece un trabajo indicado para usted. [3]
Clarisse y Montag
Bajo su influencia, Montagva cuestionándose, y cuestionando su vida lo que, obviamente, conlleva cuestionar la sociedad en la que vive hasta caer en la tentación de leer un libro. El episodio de la mujer que se deja quemar junto a sus libros le impresiona vivamente.
Es muy acertado, en la película de Truffaut, que los papeles de Linda Montag y Clarisse sean interpretados por la misma actriz, Julie Christie.
Esto permite mostrar un claro contraste entre la espontaneidad, sensibilidad y la vivacidad de Clarissefrente a la superficialidad, vaciedad e insensibilidad de Linda, quien ejemplar ciudadana-zombi, simplemente está pendiente de «la familia«, una especie de programa televisivo que mantiene distraídos a los ciudadanos.
Lindaes el perfecto ejemplo de la identificación más extrema del individuo con el arquetipo de la persona, entendido en este caso como la dilución del yo y el individuo en lo colectivo y que, como Linda, acaba siendo una figura encartonada. Linday Clarisseson los dos extremos entre los cuales se halla Montag, entre formar parte de un sistema basado en la uniformidad o elegir el camino de la individuación.
Esta tensión entre los dos mundos estalla fundamentalmente en Montagen la reunión de amigas de Linda– todas una copia del mismo estilo de mujer -, y cuando ante las noticias de la televisión se destaca el éxito de la incineración de la biblioteca en la cual muere la mujer con sus libros – sin mencionar este detalle -:
No sóis más que robots todas vosotras, igual que vuestros maridos. No os interesáis ya por nada en absoluto. No vivís, tan sólo matáis el tiempo [ante su sorpresa Montag aparece con un libro y las obliga a sentarse y lee un texto altamente emotivo de una novela. Las amigas de Linda se van afectadas por esa lectura.
Linda dice: «Ya no volverán. Estaré siempre sola y ya no seré sociable. Ya no me llamarán para actuar en la familia»]
No vivís, tan sólo matáis el tiempo
Cito una vez más a Baumann:
Para los jóvenes, el principal atractivo del mundo virtual proviene de la ausencia de contradicciones y malentendidos que caracterizan la vida offline. A diferencia de la alternativa offline, el mundo online hace concebible – es decir, posible y viable -la multiplicación infinita de contactos.
Lo logra mediante la mengua de la duración y, en consecuencia, el debilitamiento de los vínculos que propician y refuerzan la duración, en marcado contraste con el mundo offline, que se caracteriza por el continuo afán de reforzar los vínculos, limitando severamente el número de contactos al tiempo que se amplían y se profundizan. [4]
En el libro de Bradbury aparecen unas frases pronunciadas por el capitán Beattyque explica las ventajas de la «sociedad uniforme o de pensamiento único – o de no pensamiento –» que preveía una de las más tremendas verdades de nuestros tiempos actuales, y que se relaciona con una de las bases fundamentales de los ismos, si bien hoy en día, hay que circunscribirlo al «ismo» imperante, el «capitalismo» y su dinámica de los mercados, una dinámica situada por «encima del bien y del mal«.
Dice Beattya Montag:
«Cuanto mayor es el mercado, Montag, menos hay que hacer frente a la controversia, recuerda esto. Todas las minorías menores con sus ombligos que hay que mantener limpios.
Los autores, llenos de malignos pensamientos, cerrar con llave vuestras máquinas de escribir […] La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías, gracias a dios, tiraron adelante este proceso.» [5]
Lo que aquí se describe no es más que el fenómeno del amantelamiento de la política con los mercados a los que hoy en día asistimos con una peligrosa pasividad, producto de la manipulación que el sistema ejerce sobre sus ciudadanos. Poco a poco, y como también indicaba en una entrada dedicada a la película de Hannah Arendt dirigida por Margarethe von Trotta (2012), se está procediendo a la «introyección ciudadana», y en la que decía:
la gestión de los intereses políticos y económicos se gesta en muchos mensajes, más o menos grotescos, más o menos sutiles, lanzados por los gobiernos y partidos políticos de nuestras flamantes democracias parlamentarias en lo que llamo el proceso de introyección (léase también intoxicación) ciudadana.
Obviamente el proceso de introyección (intoxicación) ciudadana (en el que los mass media y las redes sociales y su propia perversión tienen mucho que ver) tiene un simple y llano objetivo: su manipulación interesada.
En un claro ejercicio de que el fin justifica los medios, sea la captación del voto, la implementación ideológica, o los intereses bancarios y de las multinacionales, se trata de desviar la atención (deflectar) de temas espinosos, o de crear (introyectar) un estado de miedo o de falsa euforia para encaminar la ciudadanía hacia determinadas direcciones.
Por ello, y de la misma manera que ocurre en el proceso psíquico, estas introyecciones cabe considerarlas como verdaderas intoxicaciones.
Lindaes una muestra de la persona perfectamente alineada con la manipulación ideológica que sostiene la sociedad uniforme de Fahrenheit 451, incapaz de toda reflexión y cuestionamiento, y víctima de una pseudofelicidad que se manifiesta en sus tomas de calmantes o somníferos por las que hay que desentoxicarla, o, como se nos muestra en el libro, en la existencia de extraños accidentes y suicidios, o en la participación en juegos o actitudes que permiten la liberación de la violencia latente.
Clarissees su polo opuesto, el camino a la vida, a la sensibilidad, al contacto real y no virtual, el camino que Montagelige finalmente seguir, el camino hacia sí mismo, hacia su individuación y, desde aquí, el desarrollo de la capacidad de reflexionar y cuestionar un sistema altamente tóxico.
La intoxicación de Linda
III. EL CAPITÁN BEATTY: LA SOMBRA IDEOLÓGICA.
La lectura junguianaque nos guía en este comentario nos permite observar un caso que he denominado «sombra ideológica«, una variante de la posesión por identificación con la sombra en la que se sufre una fuerte inyección de energía que se manifiesta como una determinación ciega que se dirige hacia la consecución de sus objetivos, aunque en este caso sean al servicio de la destrucción. También suele ir aparejada de un discurso claramente estructurado y preciso por el que justifica sus acciones.
Este es el caso del Capitán Beatty, que en la película se nos muestra como una especie de mentor de Montaga quien quiere ascender como oficial. Beattyes el clásico hombre abducido por la ideología, de quien se convierte en su brazo ejecutor.
Es el caso del mago Saruman en «El señor de los anillos» (Peter Jackson, 2001-2003), o del clásico coronel Kurtz de Apocalypse Now (F. F. Coppoda, 1979), inspirada en «El corazón de las tinieblas» de Joseph Conrad.
Si bien Lindaes la dimensión de posesión por identificación con la persona, con la dimensión colectiva que aplasta al individuo, y que representa cierta dimensión de Montag; Beattyes justamente lo contrario, es la dimensión más sombría que se oculta tras ese «mundo feliz«, la dimensión violenta que reside tras todo comportamiento basado en la psicología de las masas, y del que un hombre como Beattyes su brazo ejecutor, y del que Montagpodría acabar formando parte a través de su plena identificación con él.
En el discurso de Beattya Montagen el descubrimiento de la gran biblioteca que arderá junto a la mujer que se sacrifica con sus libros, vemos los fundamentos sobre las que se levanta una sociedad uniforme. Veamos:
– Los libros no dicen nada. Mire… todo esto son novelas. Tratan de personas que nunca han existido. Las gentes que las leen quedan descontentas de sus propias vidas y sienten deseos de vivir de otro modo, lo que jamás podrá ser en la realidad.
– Toda esta filosofía hay que hacerla desaparecer. Es aun peor que todas las novelas. Pensadores, filósofos, todos dicen exactamente lo mismo. Solo yo tengo razón, los demás son idiotas […] Es cuestión de modas. La filosofía es falda corta este año, falda corta el año que viene.
– Todo vidas de hombres muertos. Biografías se llaman, y autobiografías. Mi vida, mi diarios, mis memorias, mis memorias íntimas. Naturalmente al empezar sólo les empujaba el deseo de escribir, pero tras el segundo o tercer libro sólo querían satisfacer su vanidad, destacarse de la masa, ser distintos […] Es inútil, compréndalo. Todos hemos de ser iguales. Sólo se alcanza la felicidad estando todo el mundo al mismo nivel.
Es claramente metafórico cuando al finalizar su discurso dice: «por eso hay que quemar los libros, todos los libros» – dice mientras sostiene en la mano un ejemplar de «Mein Kampf» (Mi lucha) de Adolf Hitler -.
Montag y Beatty
Estas palabras, aunque nos aproximan ligeramente, hacen poca justicia al verdadero discurso que encontramos en el libro de Bradbury. De las muchas cosas que en él hallamos me gustaría destacar las siguientes palabras premonitorias del día de hoy:
En cierta época, los libros atraían a alguna gente, aquí, allí, por doquier. Podían permitirse ser diferentes. El mundo era ancho. Pero, luego, el mundo se llenó de ojos, de codos y bocas. Población doble, triple, cuádruple. Films y radios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad.
¿Me sigues? […] Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los más breves, condensaciones. Resúmenes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco. [5]
¿Os resuenan ciertas utilizaciones de facebook, instagram, twitter, whatsApp, la desinformación y la manipulación propagada a través de periódicos, revistas, televisiones y radios?
Las palabras de Beatty nos recuerda otra de las obras fundamentales en la sociedad uniforme, donde la psicología de masas es fundamental en su constitución. Me refiero a la imperdible «Masa y poder» deElías Canetti, que ya utilicé para comentar la película «La Ola» (Dennis Gansel, 2008) – ver acceso al pie de esta entrada – y de la que quiero rescatar el siguiente comentario:
El individuo se manifiesta como el peligro interno de la masa: es la manifestación de la diferencia, de la desigualdad, el representante de la inestabilidad. Las reacciones al individuo que se diferencia de la masa provocan su reacción narcisista, su manifestación de intolerancia y hostilidad.
En ese sentido en el que Canetti destaca que la masa, para conservarse, necesita del «enemigo» (lo vimos en el pasado con Hitler, con Franco o Mussolini, con Stalin, Mao, con todo radicalismo fundamentalista, como lo vemos hoy con DonaldTrump, con Maduro, con Bolsonaro, con Putin, con la extrema derecha cada vez más instaurada en Europa, o con la peligrosa deriva de la derecha española tras el surgimiento de VOX):
La más segura y, a menudo, la unica posibillidad para conservarse es la existencia de una segunda masa con la que compararse. Sea que se enfrenten en el juego y midan fuerzas o que se amenazen seriamente una a la otra, la visión o la representación intensa de una segunda masa no permite que la primera se desintegre […]
El contra-otros influye sobre el nos-otros. La confrontación que en ambos provoca especial alerta, modifica la naturaleza de la concentración dentro de cada grupo. En tanto los otros no se hayan dispersado, uno mismo debe seguir agrupado. La tensión entre ambas turbas se traduce en presión sobre la propia gente […] Pero si los adversarios amenazan y realmente está en juego la vida, la presión se transforma en la coraza de una decidida y unida defensa (o ataque) [5]
IV. LA DIMENSIÓN SÁDICA DE LA LEY.
Efectivamente, una de las dimensiones que fundamenta la sociedad uniforme es lo que podemos llamar la dimensión sádica que en ella adquiere la ley (un tema que vimos en las entradas dedicadas a la película «El proceso» de Orson Welles, basada en la novela de Kafka).
Es decir, que la ley aparece en su reverso obsceno y que, sobre todo, se vierte en toda su violencia. Truffaut nos presenta esta dimensión en una escena donde la policía coge a un chico por llevar el pelo demasiado largo, y en plena calle le afeitan la cabeza mientras la gente a su alrededor se ríe, y la voz que retransmite la noticia dice:
«Algunos muchachos se empeñan aun en boicotear nuestras peluquerías. Vean a nuestra patrulla de higiene ocupándose de uno de estos jóvenes mugrientos y la demostración que el ver cumplir la ley resulta divertido«.
Efectivamente, para la masa, el distinto, el diferente, es enemigo, y como tal no sólo debe ser castigado sino también humillado, y cuanto más mejor.
La ley obscena
De manera parecida vemos esa dimensión obscena en el despido de Clarisse, en la película profesora de escuela, por no seguir «la norma«:
«Nunca me he llevado bien con los otros profesores, no aprobaban mis métodos. Yo no seguía el horario con regularidad, mis clases eran divertidas y no les gustaba».
Cuando Montagla acompaña al colegio para que hable con el director se encuentra con toda evitación de contacto con ella y el rechazo directo de los niños que huyen de ella como almas en pena.
También se nos presenta esta dimensión obscena con «el buzón de informaciones», buzón donde cualquiera puede denunciar a alguien de quien se sepa que tiene libros, cosa que hay que hacer mediante una foto, no por escrito. Clarissele dice: «Entonces es un delator», a lo que Montagla corrige diciendo: «No, no, es un informador» a lo que, curiosamente, y cuando el «informante» tira la «información» en el buzón», Montagdice irónicamente:
«Ya se ha desecho de un vecino ruidoso, o de un cuñado al que envidia o de su propia madre ¿por qué no?».
En estos momentos Montagno se imagina que será Lindaquien le denunciará a él por posesión de libros…
V. FINAL: MUJERES Y HOMBRES LIBRO.
El final de la película se basa en el intento de esclarecimiento de Montagacerca de la desaparición de Clarissey de su distanciamiento cada vez mayor de una sociedad enferma a través de la lectura de libros. Entre los archivos de Beattydescubre que su familia ha sido arrestada y que ella ha podido huir.
Reencontrará a Clarisseen un breve encuentro quien le comunicará que marcha donde los hombres-libro, mujeres y hombres que memorizan cada uno de ellos un libro que pasarán a otra persona para que así no se pierda la sabiduría que se halla en ellos.
Tras ser denunciado Montagpor su propia esposa huirá tras quemar su casa y llegar donde los hombres-libro y reunirse con Clarisse, mientras las noticias televisadas ofrecen una mentira más en la que vemos la policía persiguiéndole y abatirlo desde un helicóptero.
Antes de dar por finalizado el comentario si quisiera poner énfasis en un comentario de Beattyen el libro y en la última versión de la película del 2018, un comentario que nos atañe a todos:
el público, que sabía lo que quería, permitió la supervivencia de los libros de historietas. Y de las revistas eróticas tridimensionales, claro está.
Ahí tienes, Montag. No era una imposición del Gobierno. No hubo ningún dictado, ni declaración, ni censura, no.
La tecnología, la explotación de las masas y la presión de las minorías produjo el fenómeno, a Dios gracias. En la actualidad, gracias a todo ello, uno puede ser feliz continuamente…
¿Es esa la felicidad a la que aspiramos, la felicidad de la uniformidad, del pensamiento único? ¿Es eso lo que realmente queremos?
Recordemos que en España, con el gobierno de Rajoy, se intentó a través de la ley del nefasto ministro Wert, que se dedicara menos tiempos a las humanidades (literatura, filosofía, artes plásticas). Si lo permitimos, Fahrenheit 451, en la versión que se quiera, será lo que finalmente tendremos: una sociedad enferma.
[2] Baumann, Zygmunt.44 cartas desde el mundo líquido. Paidós Estado y Sociedad, pág. 17 [3] Ver nota 1, págs. 31 y 32 [4] Ver nota 2, pág. 23 [5] Canetti, Elias.Masa y Poder. Filosofía, Alianza/Muchnik, págs. 69 y 70.
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