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La doctrina del shock
Un documental de Michael Winterbottom y Mat Whitecross
Basado en el ensayo de Naomi Klein
Título original: The Shock Doctrine
Año: 2009
Duración: 79 min.
País: Reino Unido
Dirección: Michael Winterbottom, Mat Whitecross
Guion: Michael Winterbottom, Mat Whitecross (Libro: Naomi Klein)
Fotografía: Ronald Plante
Productora: Renegade Pictures / Revolution Films
Género: Documental | Política. Propaganda
Sinopsis: Película basada en el célebre ensayo de Naomi Klein sobre el origen de las teorías neoliberales de Milton Friedman, profesor de la Universidad de Chicago, y su puesta en práctica, durante cuarenta años, en países tan dispares como el Chile de Pinochet, la Rusia de Yeltsin, el Reino Unido de Thatcher y, más recientemente, en Afganistán e Irak. Se pone de manifiesto el lado más oscuro de la ideología de Friedman, tan impopular que sólo pudo imponerse mediante la tortura y la represión. Continuación natural del anterior gran éxito de Naomi Klein «No logo».
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‘La doctrina del shock’: a río revuelto, ganancia de pescadores
https://www.espinof.com/criticas/la-doctrina-del-shock-a-rio-revuelto-ganancia-de-pescadores
Con dos años de retraso y probablemente gracias al éxito de ‘Inside Job’, llegó el viernes pasado a las carteleras españolas, ‘La doctrina del shock’ (‘The Shock Doctrine’, 2009), un documental de Michael Winterbottom y Mat Whitecross, cuya idea central es demostrar, como ya lo hace el libro de Naomi Klein —la intérprete principal y guionista de esta película—, que los gobiernos han utilizado la doctrina del shock, un tratamiento psicológico de tortura, para hacer con sus pueblos lo que les convenía, más concretamente imponer un capitalismo desatado. En esos shocks que hemos estado viviendo en las últimas décadas entrarían tanto las guerras, ya fuesen frías o bélicas, como las crisis económicas y los atentados terroristas.
Una estructura muy sencilla y lineal, que expresa las ideas una total claridad, va uniendo imágenes de archivo bajo la voz de Kieran O’Brien, quien nos explica los hechos históricos que los mandatarios han aprovechado o bien provocado para someter a sus pueblos a los regímenes políticos y económicos que les eran propicios. Entre estas imágenes, rescatadas de documentos televisivos o cinematográficos, se articula una conferencia de Klein que sirve como pinceladas a lo que se nos va indicando en off.
El grado de manipulación de ‘La doctrina del shock’ es muy bajo o casi ausente. Es posible no estar de acuerdo en la interpretación de la señora Klein acerca de la explotación de los desastres para imponer el capitalismo, pero ninguno de los puntos concretos citados, ninguno de los datos, ninguna de las informaciones se puede rebatir o, siquiera, discutir. Con ello, por mucho que no se coincida en los métodos, parece no quedar duda sobre las malas artes puestas en marcha por los políticos que se reflejan en el documental y cuyas malas prácticas, todo hay que decirlo, no eran un secreto para nadie.
Recordar hechos como los ocurridos en los años ’70 en Chile y en Argentina llenan de lágrimas los ojos, aunque no se trate de nada que desconozcamos. Curiosamente, sucesos acaecidos más recientemente, habían quedado menos claros en nuestro entendimiento —al menos, en el mío—, como las maniobras de Yeltsin.
No parece que Naomi Klein haya descubierto nada que no supiésemos ya, pues ese refrán que utilizo en el titular, «a río revuelto, ganancia de pescadores», podría servir para simplificar y dejar en la esencia esta teoría: el caos y el desastre pueden servir a los poderosos para imponer sus condiciones y sacar tajada.
Lo que sí supone una ruptura es hacer ver que ese capitalismo que siempre se ha vendido como autorregulador, libre y utópico, casi nunca ha llegado de manera natural y espontánea, sino que ha sido impuesto de forma muy controladora por los gobiernos. Esa falta de injerencia que predicaban Milton Friedman y su escuela de Chicago no era real. Ni siquiera estamos hablando de que fuese necesaria una imposición forzosa al inicio para luego dejarlo volar solo con resultados positivos.
Diferente y complementaria a ‘Inside Job’
Comparada con ‘Inside Job’, ‘La doctrina del shock’ es una película más amplia históricamente, pues se remonta varias décadas para hablar de cómo se empezó a utilizar esta doctrina. Al mismo tiempo, es más limitada en cuanto la explicación de la crisis, pues se refiere únicamente a un aspecto y no a la globalidad de lo que nos ha llevado hasta aquí. No aspira a cubrirlo todo, sino a dar una vertiente, una faceta de esta situación.
Si en ‘Inside Job’ se entrevistaba a parte de los responsables del desplome financiero y se les dejaba en ridículo con claras intenciones, aquí no aparecen entrevistas de ningún tipo. Se incluyen declaraciones, pero hechas antes del documental, es decir, material de archivo. Y si Naomi Klein aparece hablando con personas es más que nada con víctimas.
Otra diferencia con ‘Inside Job’ es que sí da un mensaje final con el que poder ponerse en marcha. Klein invita a salir a la calle. En los dos años que han pasado desde que se hizo el documental, esto ya se ha puesto en práctica —en España tenemos movimientos como el 15M—, aunque no sé si de la forma que ella proclamaba, por lo que se podría decir que está más vigente que nunca o más obsoleta que nunca. Lo que parece quedar claro es que su conclusión de que el shock ya no hace efecto está obsoleta, pues se ha demostrado que el efecto se sigue produciendo tal cual y que reaccionamos a las crisis con resultados de pánico y desesperación, no similares, pero sí equivalentes a los de las décadas pasadas.
Conclusión
No sé si tiene sentido decir que es un documental necesario, comentario habitual ante este tipo de productos, ya que, como también comento siempre, estas cintas o libros predican al converso y su necesidad se pierde un poco cuando quienes lo ven son quienes ya están convencidos. Lo calificaría de necesario, como todos los otros documentales similares, si estuviésemos hablando de que lo fuese a ver alguien que forme parte del problema y no de la solución. Para quienes ya están de parte de Klein, puede ser un buen apunte que encienda un debate a la hora del café o un impulso más para salir a manifestarse. Cinematográficamente, me quedo con que es un film sencillo y lineal y gracias a ello muy claro, y que tiene la capacidad de emocionar en algún momento y de encender en casi todos.
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Los atentados yihadistas cometidos el 11 marzo 2004, tres días antes de las Elecciones Generales, desataron en España un terremoto político cuyas consecuencias aún estamos digiriendo. Tal conmoción llevó a una parte del Gobierno a acusar a la banda criminal ETA. El presidente llamó a directores de periódicos y se precipitó con un telegrama a embajadas y organismos internacionales el mismo día 11, a las 17:30 hrs. Origen y causa de la manipulación mediática que vino después.
Pedro J Ramírez, Casimiro García Abadillo y Jiménez Losantos, con mentiras y medias verdades, acusaron a policías, jueces y fiscales de conspirar para encubrir a terroristas (por ejemplo, «Informe ácido bórico», 2006). Ignoraron y despreciaron las sentencias de Audiencia Nacional (2007) y Tribunal Supremo (2008). Con el apoyo político de Eduardo Zaplana (300 preguntas parlamentarias), Ángel Acebes, Esperanza Aguirre y otros, continuaron con sus “teorías de la conspiración del 11 M” varios años más.
Aún, en junio de 2009, estos periodistas seguían insistiendo en la autoría de ETA con la promoción del libro «Titadyn» (nombre de dinamita utilizada por ETA). García Abadillo lo prologó con una extensa recopilación de las “teorías” difundidas únicamente por El Mundo y la Cope. Ningún otro medio hizo caso a sus alocadas y dañinas especulaciones.
Con su mala praxis periodística dividieron a las victimas y causaron la crispación social y política cuyas secuelas aún están presentes.
Nunca debió de darse esta situación. Los TEDAX, dos horas después de las explosiones y antes de neutralizar dos bombas que no explosionaron (Atocha y El Pozo), observaron que la sustancia explosiva era de color blanco. No de color rojo como la dinamita Titadyn utilizaba ETA. Datos comunicados inmediatamente a las autoridades policiales.
Así consta en página 30 y en documento nº 5 del anexo del libro «Las Bombas del 11-M. Relato de los hechos en primera persona». Acceso gratuito biblioteca universitaria Dialnet:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=561602
En este aniversario se ha estrenado en Netflix una película-documental 11 M (2022) y una serie en Amazon Desafio: el 11 M.
Muchas gracias por la info y por el enlace, rafa.
Pego el resumen del libro que enlazas:
Los beneficios por esta venta serán donados integramente a la Fundación Huérfanos del Cuerpo Nacional de Policía. Tras los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004, que acabaron con la vida de 192 personas, una ejemplar investigación policial y judicial –reconocida a nivel internacional– determinó que un grupo de radicales islamistas habían sido los culpables. Sin embargo, la proximidad de las elecciones generales lo enturbió todo. «Si ha sido ETA, barremos; si han sido los islamistas, gana el PSOE», dijeron los aledaños del poder antes de los comicios. “Alguien hizo la cuenta en escaños”, admitió Casimiro García-Abadillo. Durante tres días, varios miembros del Gobierno se empeñaron en seguir vinculando a ETA cuando todas las pistas ya apuntaban hacia otro lado. Aznar confesó en sus memorias que el CNI desconocía quién había sido el autor. Consultaba el entonces presidente a la fuente equivocada, pues el auténtico manantial de información eran los Tedax, quienes recogían y analizaban los restos de las bombas, única pista sobre la que se podía iniciar una investigación. Miembros del CNI me preguntaban continuamente. En este libro cuento minuto a minuto cómo fuimos descubriendo cada dato y cómo yo personalmente se lo iba comunicando a mis superiores: que los artefactos que no explotaron se componían de dinamita Goma 2 ECO, que de los que sí explosionaron no se pudo determinar la marca y que los detonadores hallados en la Kangoo tampoco apuntaban a ETA. Esa información que yo transmitía, sin embargo, no encajaba con lo que iba trasladando el Gobierno a la opinión pública, ni con la que ofrecía El Mundo, diario que cuestionó repetidamente mi profesionalidad y mi honestidad. Pedí al Ministerio del Interior que respaldara mi trabajo, pero nunca lo hizo. Quizá tampoco le interesaba. La historia la cuentan los datos y no los fabuladores.