Manifiesto Dadaísta, Tristan Tzara
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TRISTAN TZARA Y EL DADAÍSMO
El dadaísmo fue un movimiento cultural e incluso un estilo de vida bohemio que surgió en 1916 en el café Voltaire de Zúrich como reacción contra los convencionalismos del arte burgués. El dadaísmo fue especialmente agresivo contra la razón y su portavoz principal fue nada más y nada menos que el rumano Tristan Tzara.
Animados por sus valores antibelicistas y su profundo sentido crítico social, un grupo de artistas y escritores fundó un movimiento literario y artístico, que expresaba su desacuerdo y decepción frente a la incapacidad demostrada por los discursos oficiales como la ciencia-tecnología, la religión, la filosofía y las ciencias sociales para evitar la destrucción de Europa.
Uno de los principales temas y motivos del movimiento dadaísta fue la crítica social. Los dadaístas eran sustancialmente políticos en sus motivaciones. Ellos rechazaron la concepción modernista de la autonomía del arte.
Aquella joven generación de creadores estaba en contra del caos bélico producido por la guerra de trincheras, a la que interpretaron como un signo de la decadencia de Occidente.
En efecto, lo que lucía como una promesa de desarrollo y progreso durante la segunda revolución industrial, pronto se convirtió en muerte masiva.
Tristan Tzara formo parte fundamental de esta generación de escritores, y se convirtió en autor de una interesante producción literaria que hunde sus raíces en el nihilismo para arremeter contra los valores culturales, estéticos y morales de la sociedad establecida.
Tristan Tzara fue un escritor de origen rumano que se sintió fuertemente atraído por las ideas de Hugo Ball, y que acabó convirtiéndose en la referencia fundamental del dadaísmo literario.
Escribió el que es considerado como verdadero primer manifiesto dadá, en el año 1918, así como los que se desarrollarón después.
Estos escritos significativos para el movimiento vanguardista, en conjunto fueron llamados los siete manifiestos dadaístas.
Además Tristan Tzara fue autor de obras como La primera aventura celeste del señor Antipirina (1916) y Veinticinco poemas (1919).
Después de la muerte de Tristan Tzara en París el el 25 de diciembre de 1963, continua siendo una figura admirable de la literatura digna de estudio gracias a sus aportes.
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Tabla de contenidos
Amiga
Tristan Tzara
Amiga
Mamie, no comprenderás pero escucha
el dolor no me lo puedo llorar en un pañuelo
Las palabras son graves como una procesión de reyes
para tu alma con lagos secos y tristes.
Te he llamado con mucho amor
Tus senos son flores sin tiestos
y punzan frambuesas con sabor de leche
la almohada nube traspasada por la noche
En tu cabello hay cáscaras de naranja, en el deseo manada de caballos
En tus ojos hay sol, en los labios ganas de comer
La carne huele a hierba después de llover
durazno maduro, miel de mayo y frescura
Te compraré sin falta pendientes
de los joyeros judíos
Te daré semillas de flores raras
para enriquecer tus gatos literarios
¿Quieres? Acaríciame, arrúllame
se me ha muerto la novia
Pregúntame quién era
y dime cuándo te vas
Mamie, no comprenderás
pero es cosa bella estar en un poema
Has entrado como un insecto florido en
mi cuerpo con moho y aperos de fragua
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La canción de la novia
Tristan Tzara
Amado mío se acerca el desierto
Aparta resoplando la arena ardiente
Siento cómo se aferran las garras de la quemadura
en el gris de la roca del alma
¡Oh! Amado mío, junta tus manos al rezar
escucha cómo zumba el fin en los oídos
espera que se te escurra la sangre del anochecer de tu boca
y los recuerdos te muerdan el cuerpo
los recuerdos con olor íntimo de escondites remotos
En los llantos del atardecer se ha apagado la luz de tu boca
La sombra del bosque sigue vibrando
Hago del corazón sendero para tus dolores, muñeca
Mi corazón con tantas bellas manchas
Con bordes de heridas como los vestidos de las mozas
y arcoiris de ceniza
La flor de los faroles se ha marchitado
Se le ha doblado el tallo en la humedad de la oscuridad
La luna se ha encerrado por encima de las nubes
como el corazón de la abadesa en la antigüedad de un monasterio
Te he encerrado yo también en la noche del cementerio
donde vuelan pájaros de hierro
frágil amor arrancado en silencio de una lápida de una azucena tímida
los árboles son crisantemos de hielo
y tú te has helado en el cielo al lado de una bella oración.
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Poema mundano
Tristan Tzara
Poema mundano, cómo vivir nuestra vida -pregunta-
Estoy aburrido, soy la tierra rotulada en el otoño
y la literatura es el gusano que roe el camino subterráneo
por donde vendrá el agua para nutrir la cosecha del verano.
Fotografía empolvada sobre el piano y encontrada viva después
en la provincia donde los padres daban clase
para conservar la fe -ha pensado que es mejor venir
a la gran ciudad con fiestas para la enajenación de la conciencia.
Mi alma: una mujer mundana que sale con cualquiera
Las mozas no son fieles, ni los violines son verdaderos
Bailarinas flores derrumbadas bailarinas trasegadas
muéstranos el secreto despojado de las hojas de algodón.
En el escenario silencio mujer desnuda, en la sala embarazo, pero
ni menos un pensamiento que te duela, ni un actor que se muera
El negro de la luna desciende (deleitosamente) como el gorrión sobre un violín
y si lo quieres, amada mía, si lo quieres te pagaré un capricho
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Si hubieses sido costurera o no, esto no me importa
Tristan Tzara
Si hubieses sido costurera o no, esto no me importa
Amor provinciano al tanto con la vida literaria
Tu alma es tan pura y bien informada -esta es
la parte principal para el canto sentimental
Amor repartido entre visitas con discusiones y charlas
Esperaba que te dijera con dicción mi declaración
que encuentre el instante propicio para comparaciones adecuadas
versificadas según antiguas reglas como las flores del jardín
Te has engañado te has engañado, lo esperado no se ha cumplido
Pensabas que me avergüenzo de empezar con un trémolo de mandolinas
Si supieras lo que pasó -estoy enamorado solamente de ti
Nos hemos buscado y estoy muy Contento de habernos amado sin principio y sin fin
La primavera se pasea en carroza, yo vengo a caballo
Cantante de nuevas cuerdas del campo y traigo al perro el ladrillo del atardecer
que recibe a su rey vencedor con flores y mozas
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Poema XIV
Tristan Tzara
Maquillar la vida en el binóculo -frazada de caricias- panoplia para mariposas, –
he ahí la vida de las camareras de la vida.
Acostarse en una navaja de afeitar y sobre pulgas en celo – viajar en barómetro – mear como un cartucho – cometer errores, ser idiotas, ducharse con minutos santos – ser golpeados, ser siempre el último – gritar lo contrario de lo que dice el otro – ser la sala de redacción y de baños de dios que cada día se da un baño en nosotros en compañía del pocero, –
he ahí la vida de las camareras de los dadaístas.
Ser inteligente – respetar a todo el mundo – morir en el campo de honor- suscribirse a la Deida Exterior – votar por Fulano – el respeto por la naturaleza y la pintura – aullar en las manifestaciones dadá, –
he ahí la vida de las camareras de los hombres.
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DESNUDO BAJANDO UNA ESCALERA Nº 2, OLEO DE MARCEL DUCHAMP (1912)
Una de las pinturas más audaces de las primeras vanguardias del siglo XX. Los desnudos bajando una escalera de Duchamp son iconos a medio camino entre el cubismo, el futurismo y el dada, en los que la multiplicación de puntos de vista sugiere una sensación de movimiento nunca vista hasta entonces.
La interpretación del cuerpo humano como una máquina en movimiento es una idea puramente futurista en la que el desarrollo de la cronofotografía y los comienzos de la cinematografía tuvieron mucho que ver. Poco después de estas composiciones, Duchamp comenzaría su periodo más “dada”, con sus “ready-mades” y sus icónicas “fuentes-orinales”.
Texto: G. Fernández, theartwolf.com
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MANIFIESTO DADAÍSTA*
(1918)
Por Tristan Tzara
Nota.— Este manifiesto fue leído por Tristan Tzara el 23 de julio en la Meise (Zurich). – E l D a d a í s m o . Por introducir la idea de un loco transitorio en el escándalo y la publicidad de un nuevo “ismo”, tan banal, con una innata falta de seriedad ante este tipo de manifestaciones, los periodistas nombraron al dadaísmo como la intensidad de un arte nuevo, fue imposible que comprendieran y que pudieran elevarse a la abstracción, la magia de una palabra (DADA), los puso (por su sencillez de no significar nada) como becerros ante la puerta de un mundo presente; realmente demasiada erupción para su hábito de salir de problemas fácilmente.
Para lanzar un manifiesto es preciso querer A.B.C. fulminar contra 1, 2, 3. Impacientarse y aguzar las alas para conquistar y esparcir a grandes y pequeños a, b, c.
Firmar, gritar, jurar, arreglar la prosa a manera de evidencia absoluta, irrefutable, probar su nonplusultra y mantener que la novedad se asemeja a la vida así como la última aparición de una cocotte prueba lo esencial de Dios. Su existencia ya ha quedado probada por el acordeón, el paisaje y la palabra dulce.
Imponer su A.B.C. es algo natural —y por consiguiente lamentable. Todo el mundo lo hace a guisa de cristalbluffmadona, sistema monetario, producto farmacéutico, pierna desnuda que convida a la primavera ardiente y estéril. El amor por la novedad es la cruz simpática, es prueba de un mimportacarajismo ingenuo, signo sin causa, pasajero, positivo. Pero esta necesidad es tan vieja como otras. Al dar al arte el impulso de la suprema simplicidad: la novedad, uno es humano y verdadero respecto de la diversión, impulsivo, vibrante para crucificar al tedio. En la encrucijada de las luces, alerta, atento, al acecho de los años, en el bosque.
Yo escribo un manifiesto y no quiero nada, digo sin embargo ciertas cosas y estoy por principio contra los manifiestos, como también estoy contra los principios (decilitros para el valor moral de toda frase —demasiada comodidad; la aproximación fue inventada por los impresionistas).
Yo escribo este manifiesto para mostrar que pueden ejecutarse juntas las acciones opuestas, en una sola y fresca respiración; yo estoy en contra de la acción; a favor de la continua contradicción, y también de la afirmación, no estoy ni en favor ni en contra y no lo explico porque odio el sentido común.
DADA — ésta es una palabra que lleva a la caza las ideas; cada burgués es un dramaturgo en pequeño, inventa temas diferentes, en vez de colocar a los personajes convenientes al nivel de su inteligencia, crisálidas en las sillas, busca las causas o los fines (siguiendo el método psicoanalítico que él practica) para cementar su intriga, historia que habla y se define.
Cada espectador es un intrigante si trata de explicar una palabra (¡conocer!). Desde el refugio de las complicaciones serpentinas, hace manipular sus instintos. De ahí los infortunios de la vida conyugal.
Explicar: Diversión de los vientresrojos a los molinos de los cráneos vacíos.
☛ Dada no significa nada.
Si a uno le parece fútil y si uno no pierde el tiempo con una palabra que no significa nada… El primer pensamiento que revolotea en esas cabezas es de índole bacteriológica: hallar su origen etimológico, histórico o psicológico, por lo menos. Por los diarios se entera uno que a la cola de una vaca santa los negros Krou la llaman: DADA. El cubo y la madre en cierto lugar de Italia: DADA. Un caballo de madera, la nodriza, doble afirmación en ruso y en rumano: DADA. Hay sabios periodistas que ven en esto un arte para los críos, y otros santos jesúsllamandoalosniñitos del día, el retorno a un primitivismo seco y ruidoso, ruidoso y monótono.
La sensibilidad no se construye sobre una palabra; toda construcción converge en la perfección que aburre, idea estancada de una dorada ciénaga, relativo producto humano. La obra de arte no debe de ser la belleza en sí misma, o está muerta; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, regocijar o maltratar a las individualidades sirviéndoles pasteles de las aureolas santas o los sudores de una carrera arqueada a través de las atmósferas. Una obra de arte jamás es bella, por decreto, objetivamente, para todos. La crítica es por lo tanto inútil, no existe más que subjetivamente, para cada uno, y sin el menor carácter de generalidad. ¿O acaso se ha hallado la base psíquica común a toda la humanidad? Quedan, bajo las alas anchas y benévolas del intento apocalíptico: el excremento, los animales, las jornadas. ¿Cómo es que se quiere ordenar el caos que constituye esa infinita informe variación: el hombre? El principio «ama a tu prójimo» es una hipocresía. «Conócete» es una utopía, pero más aceptable pues hay un contenido de maldad en ella. Ninguna piedad. Luego de la matanza nos queda la esperanza de una humanidad pacificada.
Y hablo todo el tiempo de mí, puesto que no quiero convencer, no tengo derecho a arrastrar a otros en mi corriente, no obligo a nadie a seguirme y todo el mundo hace su arte a su manera, si es que conoce la alegría que sube en flechas hacia las capas astrales, o aquélla que desciende a las minas de flores de cadáveres y de espasmos fértiles. Estalactitas: buscarlas por doquier, en los pesebres agrandados por el dolor, en los ojos blancos como liebres de los ángeles.
Así nació DADA* [*En 1916 en Cabaret Voltaire, Zúrich] de una necesidad de independencia, de desconfianza para la comunidad. Aquellos que nos pertenecen conservan su libertad. No reconocemos ninguna teoría. Estamos hartos de las academias cubistas y futuristas: laboratorios de ideas formales.
¿Es que se hace arte para ganar dinero y acariciar a los gentiles burgueses? Las rimas suenan a la asonancia de las monedas y la inflexión resbala a lo largo de la línea del vientre de perfil. Todas las agrupaciones de artistas han desembocado en este banco cabalgando sobre diversos cometas. La puerta abierta a las posibilidades de revolcarse en los cojines y en la comida.
Aquí echamos el ancla en la tierra aceitosa. Aquí tenemos derecho a proclamar, pues hemos conocido los escalofríos y el despertar. Resucitados ebrios de energía, clavamos el tridente en la carne despreocupada. Nosotros somos corrientes de maldiciones en abundancia tropical de vegetaciones vertiginosas, goma y lluvia son nuestro sudor, nosotros sangramos y consumimos la sed; nuestra sangre es vigor.
El cubismo nació de la simple manera de mirar el objeto: Cézanne pintaba una taza 20 centímetros más bajo que sus ojos, los cubistas la miran desde arriba, otros complican la apariencia al hacer una sección perpendicular y colocándola sensatamente de lado. (No olvido a los creadores, ni las grandes razones de la materia que ellos volvieron definitivas.)
El futurista ve la misma taza en movimiento, una sucesión de objetos uno al lado del otro que maliciosamente hace atractiva con algunas líneas de fuerza. Ello sin perjuicio de que el lienzo sea una buena o mala pintura destinada a la inversión de capitales intelectuales. El pintor nuevo crea un mundo, cuyos elementos son también los medios, una obra sobria y definida, sin argumento. El artista nuevo protesta: ya no pinta (reproducción simbólica e ilusionista) sino que crea directamente en piedra, madera, fierro, estaño, organismoslocomotores a los que pueda voltear a cualquier lado el viento límpido de la sensación momentánea.
Toda obra pictórica o plástica es inútil; que sea un monstruo que asuste a los espíritus serviles, y no dulzona para adornar los refectorios de animales con hábitos humanos, ilustraciones de esta triste fábula de la humanidad. — Un cuadro es el arte de hacer que se encuentren dos líneas geométricamente comprobadas paralelas, en un lienzo, ante nuestros ojos, en la realidad de un mundo transpuesto según nuevas condiciones y posibilidades. Este mundo no está especificado ni definido en la obra, sino que pertenece en sus innumerables variaciones al espectador. Para el autor, ese mundo carece de causa y teoría.
Orden = desorden, yo = no-yo, afirmación = negación: resplandores supremos de un arte absoluto. Absoluto en pureza de caos cósmico y ordenado, eterno en el glóbulo segundo sin duración sin respiración sin luz sin control.
Me gusta la obra antigua por su novedad. Tan sólo el contraste nos enlaza con el pasado. Aquellos escritores que enseñan moral y discuten o mejoran la base psicológica tienen, además de un deseo oculto de ganar, un conocimiento ridículo de la vida, a la que han clasificado, dividido, canalizado; se empeñan en hacer bailar a las categorías al ritmo que ellos tocan. Sus lectores se ríen y prosiguen: ¿y de qué sirve?
Hay una literatura que no le llega a la masa voraz. Obra de creadores, procedente de una verdadera necesidad del autor, y para si mismo. Conocimiento de un supremo egoísmo, donde las leyes se desvanecen.
Cada página debe reventar, ya sea por la seriedad profunda y grave, el torbellino, el vértigo, lo nuevo, lo eterno, por la burla aplastante, por el entusiasmo de los principios o la manera en que queda impresa. Aquí hay un mundo asombroso que se escapa, prometido a las campanas de la gama infernal, aquí está el otro lado: los hombres nuevos.
Yo se los digo: no hay comienzo y nosotros no temblamos, no somos sentimentales. Nosotros desgarramos, viento furioso, la ropa de las nubes y de las plegarias, y preparamos el gran espectáculo del desastre, el incendio, la descomposición. Preparémonos para la supresión del duelo y reemplacemos las lágrimas con sirenas tendidas de un continente a otro. Pabellones de júbilo intenso y viudos de la tristeza del veneno. DADA es la insignia de la abstracción; la publicidad y los negocios también son elementos poéticos.
Destruyo las gavetas del cerebro y las de la organización social: desmoralizar por todas partes y echar la mano del cielo al infierno, los ojos del infierno al cielo, para restaurar la rueda fértil de un circo universal.
La filosofía es la pregunta: de qué lado empezar a mirar la vida, dios, la idea, o cualquier otra cosa. Todo lo que miramos está mal. El resultado relativo no me parece más importante que escoger entre pastel y cerezas para el postre. La manera de mirar rápidamente el otro lado de una cosa, a fin de imponer su opinión indirectamente, se llama dialéctica, es decir, regatear el espíritu de las papas fritas bailando el método a su alrededor.
Si yo grito:
Ideal, ideal, ideal
Conocimiento, conocimiento, conocimiento
Bumbum, bumbum, bumbum
he registrado con bastante exactitud el progreso, la ley, la moral y todas las otras bellas cualidades que diferentes personas muy inteligentes han discutido en tantos libros, para llegar, a final de cuentas, a decir que a pesar de todo cada quien ha bailado según su bumbum personal, y que tiene razón en lo que toca a su bumbum, satisfacción de la curiosidad enfermiza; timbre privado para necesidades inexplicables; baño; dificultades pecuniarias; estómago con repercusión en la vida; autoridad de la vara mística formulada en grupo de orquesta-fantasma con arcos mudos, engrasados con pociones a base de amoníaco animal. Con los lentes azules de un ángel han excavado el interior por veinte centavos de unánime reconocimiento.
Si todos tienen razón y todas las píldoras no son solo de color rosa, por una vez intentemos estar equivocados.
Uno cree poder explicar racionalmente, mediante el pensamiento, lo que uno escribe. Pero es muy relativo. El psicoanálisis es una enfermedad peligrosa, adormece las inclinaciones anti-reales del hombre y sistematiza la burguesía. No hay una Verdad última. La dialéctica es una máquina divertida que nos conduce / de una manera banal / a las opiniones que hubiéramos tenido de todas maneras. ¿O es que se cree que, mediante el refinamiento minucioso de la lógica, se ha demostrado la verdad y establecido la exactitud de nuestras opiniones? La lógica ceñida por los sentidos es una enfermedad orgánica. A los filósofos les gusta agregar el siguiente elemento: El poder de observación. Pero precisamente esta magnífica cualidad de la mente es la prueba de su impotencia. Uno observa, uno mira de uno o de muchos puntos de vista, uno los escoge entre los millones que existen. También la experiencia es un resultado del azar y de las facultades individuales.
La ciencia me repugna en cuanto se vuelve un sistema especulativo, pierde su carácter utilitario —tan inútil— pero por lo menos individual. Odio la objetividad grasa y la armonía, esa ciencia que encuentra que todo está en orden. Continúen, hijos míos, humanidad… Dice la ciencia que somos los servidores de la naturaleza: todo está en orden, hagan el amor y rómpanse la cabeza. Continúen, hijos míos, humanidad, gentiles burgueses y periodistas vírgenes…
Estoy contra los sistemas, el más aceptable de los sistemas es no tener, por principio, ninguno. Completarse, perfeccionarse en su propia pequeñez hasta llenar el vaso de su yo, coraje para combatir por y contra el pensamiento, el misterio del pan desencadenado desencadenando súbitamente una hélice infernal en lirios económicos:
La espontaneidad dadaísta.
Llamo mimportacarajismo al estado de una vida en que cada uno conserva sus propias condiciones, sin embargo, sabiendo respetar las otras individualidades, si no se defiende, los dos pasos se convierten en un himno nacional, tienda de segunda mano, T.S.F. teléfono inalámbico transmitiendo fugas de Bach, anuncios luminosos y afiches de burdeles, el órgano difundiendo claveles para Dios, todo eso junto, y realmente, reemplazando a la fotografía y al catecismo unilateral.
La simplicidad activa.
La impotencia para discernir entre los grados de claridad: lamer las penumbras y flotar en la gran boca llena de miel y de excremento. Medida en la escala de la Eternidad, toda acción es vana —(sí dejamos que el pensamiento tenga una aventura cuyo resultado fuese infinitamente grotesco— dato importante para el conocimiento de la impotencia humana). Pero si la vida es un chiste malo, sin objetivo ni parto inicial, y porque nosotros creemos deber salir adelante limpiamente, como crisantemos lavados, del asunto, hemos proclamado la única base de entendimiento: el arte. El arte no tiene la importancia que nosotros, centuriones de la mente, le prodigamos desde hace siglos. El arte no aflige a nadie y aquellos que sepan interesarse por él recibirán caricias y buena ocasión para poblar el país de su conversación. El arte es algo privado, el artista lo hace para sí mismo; la obra comprensible es producto de periodista, y pues se me antoja en este momento mezclar a ese monstruo con colores de aceite: tubo de papel que imita metal que uno aprieta y automáticamente vierte odio, cobardía, villanía. El artista, el poeta se regocija del veneno de la masa condensada en un jefe de sección de esta industria, se siente feliz al ser insultado: prueba de su inmutabilidad. El autor, el artista alabado por los periódicos, comprueba la comprensión de su obra: miserable forro de un abrigo con utilidad pública; andrajos que cubren la brutalidad, colaborando al calor de un animal que cobija sus bajos instintos. Fofa e insípida carne que se multiplica con la ayuda de los microbios tipográficos.
Hemos empujado la inclinación llorona en nosotros. Toda filtración de esa naturaleza es diarrea confusa. Alentar este arte significa digerirlo. Nos hacen falta obras fuertes, rectas, precisas e incomprendidas para siempre. La lógica es una complicación. La lógica siempre está equivocada. Ella tira de los hilos de las nociones, palabras, en su exterior formal, hacia objetivos y centros ilusorios. Sus cadenas matan, miriápodo enorme que asfixia a la independencia.
Casado con la lógica, el arte viviría en el incesto, engullendo, tragándose su propia cola siempre su cuerpo, fornicándose en sí mismo, y el genio se volvería una pesadilla alquitranada de protestantismo, un monumento, una pila de intestinos grisáceos y pesados.
Pero la soltura, el entusiasmo e inclusive la mejilla de la injusticia, esa pequeña verdad que nosotros practicamos con inocencia y que nos hace bellos: somos finos y nuestros dedos son maleables y resbalan como las ramas de esa planta insinuante y casi líquida; ella precisa nuestra alma, dicen los cínicos.
También ése es un punto de vista; pero no todas las flores son santas, por fortuna, y lo que es divino en nosotros es el despertar de la acción antihumana. Esta es una flor de papel para el hojal de los señores que frecuentan el baile de la vida enmascarada, la cocina de la gracia, primos blancos suaves o gordos.
Ellos están negociando con lo que nosotros hemos seleccionado.
La contradicción y unidad de los polares en un solo chorro puede ser verdad. Eso si uno insiste en pronunciar esa banalidad, apéndice de una moralidad libidinosa, maloliente. La moral atrofiada, como todo flagelo, produce inteligencia. El control de la moral y de la lógica nos han hecho impasibles ante los oficiales de policía —la causa de la esclavitud—, ratas pútridas de las que está repleto el vientre del burgués, y que han infectado los únicos corredores de vidrio claros y limpios que permanecían abiertos para los artistas.
Que grite cada hombre: hay un gran trabajo destructivo, negativo, por cumplir. Barrer, asear. La limpieza del individuo se afirma después del estado de locura, de locura agresiva, completa, de un mundo dejado en manos de bandidos que desgarran y destruyen los siglos. Sin fin ni designio, sin organización: la locura indomable, la descomposición. Los fuertes por la palabra o por la fuerza sobrevivirán, ya que están vivos en defensa, la agilidad de los miembros y de los sentimientos chamusca sus flancos labrados.
La moral ha determinado la caridad y la piedad, dos bolas de sebo que han crecido como elefantes, planetas, y que consideramos buenas. No tiene nada de bondad. La amabilidad es lúcida, clara y decidida, despiadada hacia el compromiso y la política. La moralidad es la infusión de chocolate en las venas de todos los hombres. Esta tarea no fue ordenada por una fuerza sobrenatural, sino por la confianza de los comerciantes de ideas y los acaparadores universitarios.
Sentimentalismo: viendo a un grupo de hombres que se pelean y se aburren, inventaron el calendario y la sabiduría de la medicina. Pegando etiquetas, se desató la batalla de los filósofos (mercantilismo, equilibro, medidas meticulosas e insignificantes) y se entendió una vez más que la piedad es un sentimiento, como la diarrea, en relación con el asco que arruina la salud, la asquerosa tarea de las carroñas de comprometer al sol.
Yo proclamo la oposición de todas las facultades cósmicas a esta blenorragia de un sol pútrido que emerge de las fábricas del pensamiento filosófico, la lucha encarnizada, con todos los medios del
Asco dadaísta.
Cualquier producto de disgusto que pueda convertirse en una negación de la familia, es dada; protesta con los puños de todo su ser en acción destructiva: dada; conocimiento de todos los medios hasta ahora rechazados por el sexo público del compromiso cómodo y la cortesía: dada ; abolición de la lógica, danza de los impotentes de la creación: dada ; de toda jerarquía y ecuación social instalada para los valores por nuestros lacayos: DADA; cada objeto, todos los objetos, los sentimientos y las oscuridades, las apariciones y el choque preciso de las líneas paralelas, son medios para el combate: DADA; abolición de la memoria: DADA; abolición de la arqueología: DADA; abolición de los profetas: DADA; abolición del futuro: DADA; creencia absoluta indiscutible en cada dios producto inmediato de la espontaneidad: DADA; salto elegante y sin perjuicio de una armonía a la otra esfera; trayectoria de un discurso descartado como un grito; respetar todas las individualidades en su locura del momento: seria, temerosa, tímida, ardiente, vigorosa, decidida, entusiasta; pelar su iglesia de todo accesorio inútil y pesado; escupir como una cascada luminosa el pensamiento despectivo o amoroso, o mimarla —con la viva satisfacción de que da igual— con la misma intensidad en el monte, pura de insectos para la sangre bien nacida, y dorada de cuerpos de arcángeles, de su alma. Libertad: DADA DADA DADA, aullido de los dolores crispados, entrelazamiento de los contrarios y de todas las contradicciones, los grotescos, las inconsecuencias: LA VIDA.
Imagen Portada:
En este óleo, Retrato de Tristan Tzara, Robert Delaunay representa al creador del movimiento dadaísta, que fue gran amigo de la pareja formada por el propio Robert y su esposa Sonia. La obra pertenece al período en que el pintor vuelve a la figuración, antes de abandonarla definitivamente a partir del año 1930. La figura del modelo, que lleva una bufanda como las que diseñaba Sonia, se resuelve mediante amplias pinceladas, de acuerdo con la técnica simultaneísta. Aunque este lienzo no encaja exactamente en los parámetros del orfismo, podría considerarse, sin embargo, heredero de esa corriente, ya que posee todavía las constantes del período más característico de Robert Delaunay, basado en el protagonismo del color y en la aplicación de la ley de los contrastes simultáneos. En efecto, junto a una serie de figuras geométricas, que apuntan ya a la abstracción, y que se utilizan a modo de motivos decorativos en el foulard, el rostro del retratado acusa todavía un tratamiento cromático que habla de la importancia que Delaunay concedía a este elemento en el contexto del orfismo.
Paloma Esteban Leal
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