«RUBAIYAT», de Omar Khayyám (y Parte 2). «¡Oh, amor mío!, llena la copa que libera el presente de remordimientos pasados y temores futuros».

«RUBAIYAT», de Omar Khayyám (Parte 1).

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"RUBAIYAT"

Omar Khayyám 

(y Parte 2)

Omar Khayyám

 

V. La magia de la viña

55

¡Oh!, no más te atormente lo humano o lo divino, y que el mañana solo desate su madeja: ¡Hunde tus dedos muelles en el ébano fino de las trenzas de alguna flexible Hada del vino!

56

Y tu hora no malgastes, ni en la conquista ociosa de este o aquel engaño te empeñes ni disputes: Alégrate más bien con la uva generosa, que ir en pos de una fruta, o ausente, o venenosa.

57

Y bien sabéis, amigos, con cual altivo porte de mi nuevo himeneo celebré el festival, La Razón repudiando de mi lecho y mi corte, y a la Hija de la Viña tomando por consorte.

58

Si al «es» como al «no es», en cierta ley y norma, y el «abajo y «arriba» con lógica defino, de todo lo que he visto en la sensible forma, lo más hondo es el vino que en su alma se transforma.

59

Mas mis computaciones -se dice- punto a punto, han ajustado el año a la humana medida; y si es así, arranca, de un golpe y todo junto, EL «mañana» aun innato y el «ayer» ya difunto.

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Y poco ha en la Taberna, por la puerta fluía, filtrándose en la sombra, una silueta de Ángel: una pintada cuba en su espalda traía; La gusté, y de la uva el sabor trascendía.

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La uva, sí, que puede con lógica absoluta las setenta y dos sectas rivales confundir Con su Alquimia, que al plomo de nuestra vida bruta en un tris de maniobra en oro lo transmuta.

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Y el potente Mahmoud que aliento de Allah aspira, la tenebrosa turba, la temerosa horda de espantos y tristezas, que nuestra alma transpira.

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Y si esta esencia fuese de Dios un atributo, ¿Quién blasfemar osara de la vid como un lazo ? Y si es un crimen ¿quién nos mandó su tributo? Antes, pues, como gracia gustemos de su fruto.

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Debo abjurar del Bálsamo de vida, sí, ya es hora; Antes que nuevas tasas pague mi fe sincera, O, yendo en pos de alguna bebida redentora, mi vaso caiga al polvo que todo lo devora.

65

Si la secta de abstemios del amor y del vino sola es llamada al goce del Edén del Profeta, ¡Ay! temo que el Paraíso, con su encanto divino, Vaya a quedar desierto, sin fieles ni destino!

66

¡Amagos del infierno! ¡Promesas del Paraíso! sólo es cierta una cosa -que nuestra vida vuela! Sólo es cierta una cosa, -lo demás falso viso-: «La flor que un día abriera, por siempre se deshizo»

* * *

 

VI. El vuelo del alma

67

Y caso extraño ¿no? De las vidas aquéllas que primero pasaron tras la cortina oscura, ninguna aquí retorna a mostrarnos sus huellas, para abrir nuevas rutas por entre las estrellas.

68

Y las revelaciones del sabio y del devoto, que profetas ungidos en llamas difundieron, ¿qué son sino consejos de un ensueño remoto, dichos y al punto vueltos a su dormir ignoto?

69

Porque si el alma puede dejar su polvo turbio, y cabalgar desnuda por los aires del cielo ¿No es, acaso, vergüenza, no es un fatal disturbio habitar por más tiempo en este vil suburbio?

70

Y éste es sólo una tienda donde un sultán reposa mientras va de camino al reino de la muerte: Sale el sultán, y al punto, un hosco peón de fosa la alza, y para otro huésped la adereza lujosa.

71

Y yo envié mi alma tras lo Invisible eterno, del más allá una carta buscando descifrar; tras una larga angustia de mi conflicto interno, vuelve y me lee: -«Mira: yo soy Cielo e Infierno».

72

Cielo es sólo visión del Deseo cumplido y el Infierno la sombra de un alma de ansia presa, lanzada a esta tiniebla donde, apenas surgido, el hombre ha de quedar en polvo convertido.

73

Y al fin no somos más que una movible fila de fantásticas formas que vienen y que van en torno a esta Linterna del Sol, que alumbra, oscila, y el Maestro abre y cierra cual mágica pupila.

74

Nosotros, piezas mudas del juego que Él despliega sobre el tablero abierto de noches y de días, aquí y allá las mueve, las une, las despega, y una a una en la Caja, al final, las relega.

75

La bola nada inquiere de sí, ni no, ni modo, y el jugador doquiera de un lado al otro corre: pero él, que los echara en el campo de lodo, todo de ellos lo sabe, ¡oh, todo, todo, todo!

76

Su índice el fallo escribe: si tu piedad impetra, si tu ingenio excogita, si tu fe intercede por borrar una línea, tu voz nunca penetra; ni tus lágrimas juntas lavarán una letra.

* * *

 

VII. Predestinación

77

Que el Doctor y el Filósofo sigan en su faena de hablar de lo que quieran y de lo no pensado: Todo no es más que un tramo de infinita cadena que nadie mueve, corta, ni hace girar , ni enfrena.

78

Y esa crátera inversa del cielo que te escuda, bajo la cual rampantes vivimos y morirnos, no le tiendas tu mano en súplica de ayuda, pues, ¡como tú y yo gira tan impotente y muda!

79

Del primitivo barro se hizo el hombre primero, y se echó la semilla de la última cosecha; y la primera aurora dejó escrito el letrero que leerá la última de aquel Juicio postrero.

80

El ayer ya dispuso del hoy la suerte triste, y el silencio y el triunfo y el dolor del mañana: ¡Bebe! pues que no sabes cuándo y porqué viniste e ignoras porqué y dónde predestinado fuiste.

81

Cuando el corcel flamígero de estrellas fue domado y fijos los destinos de Parwin y Mushtari, mi sino así fue escrito dentro del desmedrado grumo de polvo y alma para mí prefijado.

82

Brotó la vid, y mi alma de su esencia fue ungida y aunque ría el Derviche, de mi metal plebeyo puedo forjar la llave para darle subida, cuando aúlle a la puerta su alma despavorida.

83

Y esto más sé: ya sea que la luz verdadera en amor me deleite o en ansia me consuma. Un solo rayo suyo que en mi copa encendiera es mejor que en el templo perderla toda entera.

84

Por cierto que más vale desde la innocua Nada hacer vivir un algo de conciencia o sentido, que soportar el yugo de la dicha vedada, con penas infinitas si la ley es violada.

85

¡Cómo! ¡Ser resarcido por la inmane criatura, en oro vivo, de eso en vil mezcla prestado; por deuda no debida ser juzgada perjura, sin poder contestar! -¡Oh, mercancía impura!

86

No será por temer su mirada severa: no confundir os juro su gracia y su injusticia; y al cobarde que tales confesiones hiciera, de la Taberna echáranle por la ventana afuera.

87

¡Oh, Tú! que de mil lazos y pozos sin medida de mi paso errabundo sembraste el derrotero, ¿No harás que un mal prefijo mi marcha enrede e impida, e impute luego a crimen mi segura caída?

88

¡Oh, Tú! que al hombre hiciste de la arcilla más vil, y en el Edén, oculto, lo pusiste al reptil, de toda humana falta que su vida mancilla, dale el perdón y el suyo recibe Tú... ¡es gentil!

* * *

 

VIII. El coloquio de las ánforas

89

Oye más: una noche, entre el rumor postrero del Ramazán, y antes que la luna se alzara, quedéme solo dentro de un taller de alfarero, por su pueblo de arcilla rodeado y prisionero.

90

Y esta vez, entre todos, la voz desvanecida circula cual si fuese el chirrido medroso de cenizas de alguna lengua ha tiempo extinguida, que mi oído excitado devolviese a la vida.

91

Entonces uno dijo: -«No fue vano el intento de amasar mi substancia con la más vil materia: El que, sutil, me diera la forma que hoy ostento, podrá tornarme en tierra informe en un momento».

92

Y otro replica: -«¿Y qué? ¿Acaso no podría un niño que en la copa escanció con deleite, romperla, y el que la hizo de amor y fantasía, no la quebrara, acaso, de cólera algún día ?»

93

Nadie dio la respuesta; pero tras breve pausa, otro vaso de menos arrogante figura, -«Me burlan -dice- por mi menguada apostura; ¿la mano del artista tembló, pues, por mi causa?»

94

Con la muerte y la vida el mismo qué inquiero; el porqué siempre listo, pero no el por tanto; y así otro vaso anónimo interroga certero: -«¿Quién aquí es la vasija y quién el alfarero?»

95

Dijo uno: -«Todos hablan de un Señor inmutable, y su rostro le tiznan con humo del Infierno, y también de un juicio último de rigor implacable... mas es buen camarada y todo irá admirable».

96

-«Bien -otro habló-; si así es, probémoslo conmigo: mi arcilla, por olvido del Maestro, se ha secado; mas llenadme de nuevo del viejo vino amigo ¡y veréis con qué gracia mi frescor os prodigo!»

97

Y mientras que los vasos van así departiendo, otro espiaba hacia afuera la luna en el creciente: y habló: -«¡Hermano, hermano! -el Shawwal presintiendo,- ¡ya el nudo de la bolsa se abre, ya está crujiendo!»

* * *

 

IX. El ocaso del astro

98

Ah! reanimad con la uva mi marchitada vida; ungidme en sus aromas si es ya mi último sueño; y envuelto de hojas frescas en túnica florida dejadme entre las frondas de una huerta escondida;

99

Para que, reviviendo por la vernal tibieza, pueda enviar mis adioses a los viejos amigos, en la rama que al muro se inclina y se adereza para verter sus flores por sobre su cabeza;

100

Para que mis cenizas, como el vástago altivo de la viña, el espacio en espiral escalen, y así, el buen creyente, si pasa pensativo, no quedará enredado por absorto o esquivo.

101

¡Ah! y en verdad los ídolos que yo amé con pasión mucho daño me hicieron a los ojos del mundo: En frágil copa ahogaron mi gloria y mi ambición y mi fama vendieron por una ruin canción.

102

Es cierto, sí, es cierto: Yo prometí enmendarme; lo juré, ¿mas estaba en mi juicio al jurarlo? La Primavera vino sus rosas a ofrendarme... y de mi contrición la túnica a rasgarme.

103

Y aunque el vino el sainete del infiel me jugara, y aunque me despojase de mi traje de honor, yo admiro siempre cómo el viñador comprara tal merca por venderla la mitad menos cara.

104

¡Ah, y esta Primavera marchitará sus rosas! Se cerrará este escrito de juvenil perfume; y el Bulbul que en sus frondas ritmó piedras preciosas, ¿dónde tendió -quién sabe- sus alas misteriosas?

105

¡Si al menos de la Fuente del Desierto surgiese una vaga vislumbre que el rumbo revelase! El caminante exánime al frescor reviviese cual la hierba del campo que el rocío reverdece.

106

¡Ah! si fuese posible rehacer el Universo, cerrar a nuestro antojo el Libro del Destino; el Autor en un folio más sonrosado y terso grabara nuestros nombres, ¡o borrara su verso!

107

¡Oh Amor, si pudiéramos con ayuda del Hado tachar de un rasgo solo todo este embrión de cosas! Vuelto de nuevo a polvo, lo habríamos forjado más cercano a la forma que hubiésemos soñado.

108

¡Cuánto mejor no fuera del catálogo arcano borrar del Universo toda alma infortunada, que engrosar gota a gota del infortunio humano los ríos que se llevan al Infinito Océano!

109

Mas la luna del cielo, al subir en Creciente, nos mira, oh dulce amada, tras el trémulo llano: ¡Cuántas veces, más tarde, me buscará impaciente, entre estas mismas hojas, y vana, vanamente!

110

Y cuando el pie de nácar Tú deslices un día por las tumbas dispersas sobre esta hierba mustia, y en tu vagar abstracto llegues hasta la mía, ¡vuelca tu copa y, quede para siempre vacía!

Así sea.

 

 

Los versos han sido tomados de la obra «Rubaiyat» en la versión de Joaquín V. González, de la versión inglesa de Edward Fitzgerald. (Texto íntegro, de acuerdo con el original).

amediavoz.com

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Biografía de Omar Al-Khayyam

Nitum

 

Ghiyath al-Din Abul Fateh Omar Ibn Ibrahim al-Khayyam nació en Nishapur, la capital provincial de Khurasan alrededor de 1044 EC (c. 1038 a 1048). Matemático, astrónomo, filósofo, médico y poeta persa, comúnmente se le conoce como Omar Khayyam. Khayyam significa el fabricante de tiendas de campaña, y aunque generalmente se lo considera persa, también se ha sugerido que podría haber pertenecido a la tribu Khayyami de origen árabe que podría haberse establecido en Persia. Poco se sabe sobre su vida temprana, excepto por el hecho de que fue educado en Nishapur y vivió allí y en Samarqand durante la mayor parte de su vida. Fue contemporáneo de Nidham al-Mulk Tusi. Contrariamente a las oportunidades disponibles, no le gustaba trabajar en la corte del rey y llevaba una vida tranquila dedicada a la búsqueda del conocimiento. Viajó a los grandes centros de aprendizaje, Samarqand, Bukhara, Balkh e Isphahan para seguir estudiando e intercambiar puntos de vista con los eruditos allí. Mientras estaba en Samarqand, fue patrocinado por un dignatario, Abu Tahir. Murió en Nishapur en 1123-24.

El álgebra parecería ocupar el primer lugar entre los campos en los que contribuyó. Intentó clasificar la mayoría de las ecuaciones algebraicas, incluidas las de tercer grado y, de hecho, ofreció soluciones para varias de ellas. Esto incluye soluciones geométricas de ecuaciones cúbicas y soluciones geométricas parciales de la mayoría de las otras ecuaciones. Su libro Maqalat fi al-Jabr wa al-Muqabila es una obra maestra sobre álgebra y tiene gran importancia en el desarrollo del álgebra. Su notable clasificación de ecuaciones se basa en la complejidad de las ecuaciones, ya que cuanto mayor es el grado de una ecuación, más términos o combinaciones de términos contendrá. Por lo tanto, Khayyam reconoce 13 formas diferentes de equatlón cúbico. Su método para resolver ecuaciones es en gran parte geométrico y depende de una ingeniosa selección de cónicas adecuadas. También desarrolló la expansión binomial cuando el exponente es un número entero positivo. De hecho, se le ha considerado el primero en encontrar el teorema del binomio y determinar los coeficientes binomiales. En geometría, estudió las generalidades de Euclides y contribuyó a la teoría de las líneas paralelas.

El Sultán Saljuq, Malikshah Jalal al-Din, lo llamó al nuevo observatorio en Ray alrededor de 1074 y le asignó la tarea de determinar un calendario solar correcto. Esto se había hecho necesario en vista de la recaudación de ingresos y otros asuntos administrativos que debían realizarse en diferentes épocas del año. Khayyamin presentó un calendario que era notablemente preciso y fue nombrado como Al-Tarikh-al-Jalali. Tenía un error de un día en 3770 años y, por lo tanto, era incluso superior al calendario georgiano (error de 1 día en 3330 años).

Sus contribuciones a otros campos de la ciencia incluyen un estudio de las generalidades de Euclides, el desarrollo de métodos para la determinación precisa de la gravedad específica, etc. En metafísica, escribió tres libros Risala Dar Wujud y el recientemente descubierto Nauruznamah. También fue un reconocido astrónomo y médico.

 

 


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