Andrés Rábago recibe la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes: “El Roto es un pensamiento colectivo”
El dibujante, viñetista y pintor es reconocido a sus 78 años por su crítica sobre la sociedad y la política española, lo que él considera un servicio público
El dibujante, viñetista y pintor Andrés Rábago recibe la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Nacho Martín
Las luces se apagaron este lunes por la tarde en la Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes y dieron play a La edad del silencio, un cortometraje donde Andrés Rábago —OPS en ese entonces— fue el guionista.
En la cinta un hombre intenta gritar, pero es amordazado una y otra vez, para luego abrirle la cabeza, sacarle el cerebro y meterle un puñado de objetos variopintos. Termina la proyección, tan vigente hoy, y resuenan los aplausos en un salón lleno para ir a celebrar la Medalla de Oro que recibe el dibujante, viñetista y pintor. OPS, El Roto, Andrés Rábago.
Tres nombres para referirse al pintor y dibujante galardonado por el Círculo de Bellas Artes que, confiesa ante los asistentes, ha hecho un trabajo que considera un servicio público a través de personajes que reflejan un pensamiento colectivo.
Juan Miguel Hernández, el presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid, le ha dedicado unas palabras antes de entregarle la medalla de la casa. Alabó el arte de Rábago “para criticar la hipocresía del sistema” y la vigencia que siguen teniendo dibujos hechos hace décadas por el viñetista.
El premiado subió al escenario y recibió el premio con una sonrisa algo tímida, para luego sentarse en un sofá a conversar con el periodista Jesús Ruiz Mantilla, quien lo llamó “un barrendero con lápiz o pincel”, tras las palabras de Rábago: “Como un barrendero, lo que hago es limpiar lo que es un asco, rebajar el nivel de mentiras y sacar a la luz lo injusto”.
El madrileño de 78 años no recuerda el momento exacto en el que supo que había sido premiado con una de las principales condecoraciones que existen para un artista en España, pero reconoce a EL PAÍS, a través del teléfono, que la Medalla de Oro es algo “agradable y significativo”.
Aunque cree que aún le queda camino profesional por recorrer, últimamente se ha dado el tiempo de mirar hacia atrás, hacia un trabajo de casi seis décadas que considera muy denso, con mucha obra. Ha intentado hacer lo mejor, dice, a pesar las deficiencias que puede encontrar en sus obras. “Mi esperanza es poder seguir trabajando y mejorando en aquello que hago”, sostiene.
Fue un autodidacta. Rábago publicó sus dibujos por primera vez en La Estafeta Literaria, a mediados de los sesenta, en plena dictadura franquista. Sus primeros trabajos, dibujos sin texto, los firmó encarnando el seudónimo de OPS, con el que hizo humor en publicaciones como Hermano Lobo, La Codorniz, Triunfo, Cuadernos para el diálogo o Madriz.
Con la transición a la democracia, OPS transitó hacia El Roto: “OPS era demasiado críptico y la sociedad ya estaba preparada para decir las cosas con palabras”, ha contado en el acto de entrega. Publicó primero en Diario 16 y El Independiente, para a comienzos de 1996 debutar en EL PAÍS, su casa hasta hoy, de la que se siente parte y no un outsider, asegura.
En la piel de El Roto, Rábago ha vivido amarrado a lo que pasa en el mundo. En su mirada hacia el pasado, ha reflexionado en torno a cosas que dijo hace 40 o 50 años: “Me di cuenta de que tampoco ha cambiado tanto todo, pues hay cosas que dije en aquella época que hoy son perfectamente válidas”.
Se ha sorprendido, dice el hombre que ha dibujado los grandes problemas, vicios y acontecimientos de España y el mundo. “Seguimos todavía intentando avanzar, pero con enormes dificultades”, lamenta.
Pero no todo ha sido bonito en su relación con instituciones culturales de renombre. En abril de este año, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Rabasf) se negó a que Rábago ocupara una vacante en la sección de Pintura.
Quienes lo avalaron, como lo piden los estatutos, fueron el escultor y arquitecto Juan Bordes, el director del Museo del Prado e historiador del arte Miguel Falomir, y el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón.
Consiguió 16 votos, de los 20 que necesitaba para quedar dentro. Cuatro académicos confirmaron que, durante los días previos a la votación, había habido llamadas a miembros de la institución en contra de su incorporación.
No tiene proyectos venideros porque va haciendo lo que surge en su cabeza, aunque en la Sala de las Columnas ha adelantado que pronto habrá una continuación de su libro Parpadeos. Tampoco sabe cuál será su legado para las próximas generaciones; lo deja en manos del tiempo.
Lo que sí sabe es que quiere seguir con la pintura y la viñeta, asegura a este periódico:
“Rábago y El Roto son un camino paralelo, son dos lados. Es como ir en un tren y cada uno de estos heterónimos ve un lado distinto de la carretera. Y cada uno trabaja sobre ese lado”.
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Andrés Rábago García, «El Roto»
Andrés Rábago García, conocido artísticamente como ‘El Roto’, es un aclamado pintor, dibujante e ilustrador nacido en Madrid en 1947. Considerado uno de los humoristas gráficos más importantes de España, su carrera se ha desarrollado bajo tres heterónimos que reflejan distintas facetas de su obra.
Inició su trayectoria en los años 70 y 80 con el seudónimo ‘OPS’ en revistas como Hermano Lobo y La Codorniz. En esta etapa, su estilo se caracterizaba por un dibujo cercano al surrealismo y al dadaísmo, a menudo sin texto, con el que retrataba el inconsciente colectivo de la España tardofranquista.
Con la llegada de la democracia, surgió ‘El Roto’, su firma más reconocida. A través de una afilada sátira social y un potente lenguaje visual, sus viñetas, publicadas en medios como Diario 16 y, desde hace décadas, en El País, denuncian los abusos de poder y las contradicciones de la sociedad contemporánea.
Paralelamente, bajo su nombre real, Andrés Rábago, ha desarrollado una obra pictórica más íntima y espiritual.
A lo largo de su carrera ha recibido numerosas distinciones, entre las que destacan el Premio Francisco Cerecedo en 1993, el Premio Nacional de Ilustración en 2012 y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2017. Su vasta obra gráfica y pictórica ha sido recopilada en una treintena de libros.
El Roto
A su extensa lista de galardones se han sumado en los últimos años la Medalla de Oro de la Ciudad de Madrid en 2019 y el prestigioso Premio de Periodismo ‘Diario Madrid’ en 2025, que reconoce su trayectoria ejemplar y su influencia en el periodismo gráfico a lo largo de medio siglo.
Su faceta como pintor, firmada como Andrés Rábago, se distancia de la sátira de actualidad para adentrarse en un territorio más profundo y espiritual. Su pintura, de gran intensidad cromática y contraste de volúmenes, explora temas que transcienden la conciencia individual, buscando una dimensión más simbólica y reflexiva de lo humano.
Esta vertiente de su trabajo ha sido objeto de importantes exposiciones retrospectivas, como la organizada en el Círculo de Bellas Artes, donde su obra pictórica dialoga con la de ‘OPS’ y ‘El Roto’, ofreciendo una visión completa de su complejo universo artístico. Sus lienzos rehúyen la retórica plástica para crear un mundo propio, de aparente simplicidad, pero cargado de referencias culturales y una atmósfera contemplativa y silenciosa.
MESA JUNTO A VENTANA, Andrés Rábago, 2015
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La rebeldía tácita de El Roto
Andrés Rábago (El Roto) ha dibujado y escrito algunas de las opiniones más pertinentes, crudas y memorables de la prensa española en el último medio siglo. El Premio de Periodismo Diario Madrid , que se ha entregado esta semana, reconocía su trayectoria.
Andrés Rábago, El Roto, OPS, Jonás, Ubú (este último un viejo heterónimo que usó haciendo un guiño al personaje de Jarry en tiempos de dictadura)… ¿De quién hablamos? Del discreto, enigmático y brillante autor de algunas de las opiniones más pertinentes, crudas y memorables que ha recogido la prensa española desde hace más de cincuenta años. Esas opiniones, observaciones y comentarios afilados parten de la actualidad pero no dependen de ella: la perforan. Por eso las viñetas de Andrés Rábago y sus firmas (tan notables como las de Pessoa, aunque menos numerosas) nunca pierden vigencia; su blanco y negro nunca queda desvaído.
Su carrera arrancó con un primer dibujo que publicó en la Estafeta Literaria, la publicación del Ateneo cuando la dirigía Eladio Cabañero. Se trataba de una viñeta, no de una ilustración, y en eso sigue hasta el día de hoy. Sin periodos intermedios. Porque el dibujante Andrés Rábago hace viñetas, sus viñetas, un género del que no se ha movido: chistes con un pequeño texto, sin bocadillo, trazados sobre un Dina 3, con Rotring antaño, luego con rotulador, y desde hace unos años, tras su trabajo sobre Goya en el Museo del Prado, con aguada y pincel.
Cuenta que en los años de la dictadura, cuando el Diario Madrid estaba en los quioscos, usó a OPS para trabajar sobre el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. Esa “basura acumulada durante el franquismo” la iba sublimando con un lenguaje pictórico: por eso OPS era mudo y su idioma era el silencio. Pero, cuando el dictador murió, no había ya motivo, ni margen para esos dibujos: la sociedad estaba desamordazada, y la palabra, en democracia, mandaba. Fue entonces cuando Andrés Rábago decidió saltar a la calle, con El Roto. Cambió de piso, bajó a ras de suelo, y ese espacio público queda plasmado en unos dibujos que no buscan, según él explica, ni escandalizar ni adoctrinar, sino que pretenden señalar y estimular una toma de conciencia, un ejercicio básico en las democracias que tratan a sus ciudadanos como adultos. ¿Cuántas ideas caben ahí? Basta con mirar la viñeta diaria del Roto para constatar que caben muchas más que en largos tratados de filosofía o sesudos análisis periodísticos que se afanan por conectar los puntos de un dibujo que en esas largas diatribas nunca acaba de cuadrar.
A mí me gusta pensar en el trabajo de Andrés Rábago como en una peculiar forma de aforismo gráfico y escrito. Me fascina su tácita rebeldía. Su carácter tranquilo, su falta de aspaviento y la contundencia innegociable de su trabajo.
El campo de batalla de Andrés Rábago son esos 29,7 por 42 centímetros, un espacio en el que desde el principio apostó por un humor que no era blanco y por un dibujo no costumbrista. El Roto reivindica que hay ideas detrás del ruido cotidiano, y busca la permanencia en un género, el de los periódicos, que se sustenta en la caducidad imparable de sus contenidos. Sin grandes aspavientos ni pomposidades, desde la elegante e inteligente discreción que le caracteriza y sin moverse ni transigir un ápice para rendir ningún tipo de pleitesía al poder, Andrés Rábago trata, como él dice, “temas de fondo”, y se dedica a sus ideas, no a las de otros. Ese trabajo es el que hoy se premia.
La revista Triunfo, donde también trabajó su hermano Joaquín como periodista, el semanario Hermano Lobo, Cuadernos para el Diálogo, Diario 16, Cambio 16, El Independiente, El Periódico de Cataluña, forman parte de la larga lista de medios en los que ha publicado su trabajo, que desde 1990 aparece en las páginas de El País. De lunes a viernes 11 meses al año El Roto emplea ese lenguaje nuevo de la sátira que él ha creado, esos dibujos con texto que, con frecuencia, nos congelan la sonrisa. “Mínimo de elementos para llegar al máximo, y que el dibujo tenga la misma dureza que las palabras del texto”, esto resume su poética.
Observador insobornable, la curiosidad y el compromiso ético alimentan, desde hace décadas, la opinión de este dibujante, pintor, editorialista, y artista que ha fijado su mirada en el mundo, y que no se distrae en celebrar su belleza o en adornarlo. Y da igual cuán oscura sea esta época, Andrés Rábago y El Roto sabrán alumbrar la corriente submarina que mueve los titulares.
Versión adaptada de la laudatio pronunciada en la entrega del XXI Premio de Periodismo Diario Madrid, celebrada el 30 de septiembre en la Fundación Diario Madrid.
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