
Poemas de William Blake
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William Blake: El Árbol Envenenado
Trianarts, 24 MAYO 2025
William Blake
William Blake nació en Londres, el 28 de noviembre de 1757.
Poeta, místico y grabador que fue prácticamente desconocido durante su vida es hoy altamente valorado.
Se le puede considerar un artista al completo dada la relación entre su pintura y sus poemas. Según el periódico The Guardian, William Blake es con gran margen el mayor artista que Gran Bretaña ha producido.
Blake consideraba la poesía y la pintura como dos medios de un esfuerzo espiritual unificado, y no se pueden separar para entender su obra. Las ediciones ilustradas por él de su obra son altamente valoradas en el pasado y los avances en la impresión han favorecido su difusión y por tanto aumentado su fama.
Desde una edad temprana Blake tuvo visiones, la más precoz fue cuando, en Peckham Rye, teniendo alrededor de nueve años vio un árbol lleno de ángeles adornando con destellos, como estrellas, cada rama.
De acuerdo con el biógrafo victoriano de Blake, Alexander Gilchrist, después de tener la visión regresó a su casa y lo comentó, escapando de una paliza de su padre por la intervención de su madre. Aunque todas las evidencias sugieren que los padres apoyaban a Blake y eran de tendencia muy liberal, su madre parece que fue especialmente defensora; varios dibujos y poemas primerizos de Blake decoraban las paredes de su habitación.
La marcada tendencia mística en su obra, producto de sus alucinaciones, quedó manifiesta en su obra pictórica y poética, como se puede observar en su primera colección de poemas publicados en 1783: Poetical Sketches.
Murió en Londres el 12 de agosto de 1827

El Árbol Envenenado
Estaba enfadado con mi amigo;
le conté mi enojo, y mi enojo terminó.
Estaba enfadado con mi enemigo:
no lo dije, y mi enojo creció.
Y lo regué con miedo,
noche y día con mis lágrimas:
y lo asoleé con sonrisas,
con suaves y embusteros engaños.
Así creció noche y día,
hasta que dio luz a una manzana brillante.
Y mi enemigo contempló su brillo,
y comprendió que era mía.
Y se entrometió en mi jardín,
cuando la noche cubría el polo;
y por la mañana estuve contento de ver
a mi enemigo extendido bajo el árbol.
William Blake
De: Songs of Innocence and of Experience, 1794
Traducción de Juan Arabia

Poema original en inglés
«A Poison Tree»
I was angry with my friend;
I told my wrath, my wrath did end.
I was angry with my foe:
I told it not, my wrath did grow.
And I waterd it in fears,
Night & morning with my tears:
And I sunned it with smiles,
And with soft deceitful wiles.
And it grew both day and night.
Till it bore an apple bright.
And my foe beheld it shine,
And he knew that it was mine.
And into my garden stole,
When the night had veild the pole;
In the morning glad I see;
My foe outstretched beneath the tree.
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Poemas de William Blake
(1757–1827)

William Blake
1757–1827
Poeta, pintor y filósofo inglés nacido en Londres en 1757.
Desde muy pequeño tomó cursos de dibujo y grabado en las escuelas de Henry Pars y James Basire, explorando al mismo tiempo el campo literario con la lectura de grandes poetas y escritores de la época.
La marcada tendencia mística, producto de sus alucinaciones,
quedó claramente expresada en su obra pictórica y poética,
tal como se observa en su primera colección de poemas publicados en 1783 como «Poetical Sketches».Con la «Canción de inocencia» en 1789 y «Canciones de experiencia» en 1794, el poeta quiso reafirmar su creencia sobre la fuerza creativa de la imaginación humana frente a la razón.
Entre 1793 y 1818, escribió un conjunto de poemas breves y una obra satírica, «Una isla en la luna», referente a su niñez.
Falleció en medio de la pobreza en agosto de 1827

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Augurios de inocencia

Ver un Mundo en un Grano de Arena
y un Cielo en una Flor Silvestre;
tener el Infinito en la palma de tu mano
y la Eternidad en una hora.
Un Petirrojo en una Jaula
pone furioso a todo el Cielo
Un palomar repleto de Palomas
estremece las regiones del Infierno.
Un perro hambriento a la Puerta de su Amo
predice la ruina de la Hacienda.
Un Caballo maltratado en el Camino
clama al Cielo pidiendo sangre Humana.
Cada grito de la Liebre cazada
rasga una fibra del Cerebro.
Una calandria herida en el ala
y un Querubín depone su canto.
El Gallo entrenado para la Lucha
al Sol Naciente atemoriza.
El aullido de cada Lobo y cada León
Recluta en el infierno un Alma Humana.
Los ciervos que vagan de un lado a otro
mantienen libre de inquietud el Alma Humana.
La oveja maltratada engendra Lucha pública
y perdona no obstante al Cuchillo del Carnicero.
El Murciélago que revuela al Atardecer
ha dejado el Cerebro que no quiere Creer.
El Búho que ulula en la Noche
pronuncia el temor del no Creyente.
Quien haga daño al Reyezuelo
jamás tendrá el afecto de los Hombres.
Quien despierte la cólera del Buey
jamás tendrá el amor de una Mujer.
El Muchacho travieso que a la Mosca derriba
sentirá que la Araña le es hostil.
Quien atormente al duende del Abejorro
un Emparrado teje en la infinita Noche.
La Oruga en la Hoja
repite para ti la pena de tu Madre.
No mates Mariposas ni Polillas,
pues el Juicio Final ya se aproxima.
Quien entrene al Caballo para la Guerra
jamás ha de cruzar la Puerta del Norte.
El Perro del Mendigo y el Gato de la Viuda:
aliméntalos y engordarás.
El Mosquito que canta su canción Estival
consigue su Veneno en la lengua de la Calumnia.
El veneno del Tritón y la Serpiente
es el sudor en el Pie de la Envidia.
El Veneno de la Abeja melífera
son los Celos del Artista.
Los Ropajes del Príncipe y los Andrajos del Mendigo
son Hongos en la Bolsa del Avaro.
Una verdad contada con mala intención
puede con todas las Mentiras que puedas inventar.
Es justo que así sea:
El Hombre fue hecho para la Alegría y la Tristeza,
y cuando esto bien aprendemos
por el Mundo seguro caminamos.
Alegría y Tristeza enlazadas están,
un Ropaje para el Alma divina;
debajo de cada pena y cada anhelo
discurre una alegría con hilo de seda.
El niño es más que mantas y Pañales;
a través de las Tierras de los Hombres.
Las herramientas se hicieron, y las manos nacieron,
es algo que todo granjero comprende.
Cada Lágrima de Cada Ojo
se convierte en un Niño en la Eternidad;
y radiantes Mujeres lo recogen
y su propio deleite lo devuelven.
El Balido, el Ladrido, el Grito y el Rugido,
son Olas que Golpean en la Orilla del Cielo.
El Niño que solloza bajo la firme Vara
Venganza escribe en los dominios de la muerte.
Los andrajos del Mendigo, ondeando en el Aire,
a Andrajos reducen el Cielo.
El Soldado, de Espada y Rifle armado,
golpea impotente el Sol de Verano.
El Penique del Pobre vale más
que todo el oro en las costas de África.
Una moneda arrancada de las manos del Labrador
comprará y venderá las Tierras del Avaro,
o si lo protegen desde lo alto
compra y vende la Nación entera.
Quien se burle de la Fe de un Niño
de burlas será objeto en su Vejez y Muerte.
Quien enseñe a un Niño a Dudar
jamás saldrá de su tumba corrupta.
Quien respeta la fe de un Niño
triunfa sobre el Infierno y la Muerte.
Los Juguetes del Niño y las Razones del Viejo
son los frutos de las Dos estaciones.
El interrogador que con astucia siéntase
jamás sabrá cómo responder;
quien responde a palabras de Duda
apaga la Luz del Conocimiento.
El Veneno más Fuerte conocido
vino de la Corona del Laurel del César.
Nada puede deformar la Raza Humana
como la abrazadera de hierro de la Armadura.
Cuando el oro y las Gemas adornen el Arado
la envidia se inclinará ante las Artes pacíficas.
Un Enigma o el Canto del Grillo
es buena Respuesta a la Duda.
La pulgada de la hormiga y la milla del Águila
hacen sonreír a la coja filosofía.
Quien duda de lo que ve
jamás ha de creer, no importa lo que hagas.
Si el Sol y la Luna dudaran,
de inmediato se extinguirían.
Para sentir Pasión el Bien puedes hacer,
mas el bien no harás si la Pasión te habita.
La Puta y el Jugador, por el Estado
autorizados, construyen el Destino de la Nación.
El grito de la Ramera, de Calle a Calle,
ha de tejer el Sudario de la Vieja Inglaterra.
El Grito del Vencedor, la Maldición del Perdedor,
bailan ante la Carroza Fúnebre de la muerta Inglaterra.
Cada Noche y cada Mañana
algunos Nacen a la Miseria.
Cada Mañana y cada Noche
algunos Nacen al dulce deleite.
Algunos Nacen al dulce deleite
algunos Nacen a la Noche sin Fin.
Se nos conduce a Creer una Mentira
cuando no vemos a Través del Ojo,
que Nació en una Noche para morir en una Noche,
cuando el Alma Dormía entre Rayos de Luz.
Dios Aparece y Dios es Luz
a aquellas pobres Almas que habitan en la Noche,
pero Despliega Forma Humana
a aquellos que Habitan los Dominios del día.
William Blake
De: «Manuscrito de Pickering», 1803
Traducción de: Jordi Doce

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A la estrella nocturna
¡Tú, ángel rubio de la noche,
ahora, mientras el sol descansa en las montañas, enciende
tu brillante tea de amor! ¡Ponte la radiante corona
y sonríe a nuestro lecho nocturno!
Sonríe a nuestros amores y, mientras corres los
azules cortinajes del cielo, siembra tu rocío plateado
sobre todas las flores que cierran sus dulces ojos
al oportuno sueño. Que tu viento occidental duerma en
el lago. Di el silencio con el fulgor de tus ojos
y lava el polvo con plata. Presto, prestísimo,
te retiras; y entonces ladra, rabioso, por doquier el lobo
y el león echa fuego por los ojos en la oscura selva.
La lana de nuestras majadas se cubre con
tu sacro rocío; protégelas con tu favor.
Versión de E. Caracciolo

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Alegría
«No poseo nombre:
pero nací hace dos días.»
¿Cómo te llamaré?
«Soy feliz.
Me llamo alegría.»
¡Que el dulce júbilo sea contigo!
¡Bonita alegría!
Dulce alegría, de apenas dos días,
te llamo dulce alegría:
así tú sonríes,
mientras yo canto.
¡Que el dulce júbilo sea contigo!
Versión de Antonio Restrepo

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Canto del reír
Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo,
y el arroyo encrespado se desplaza riendo;
cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,
y la verde colina ríe del estrépito que hacemos;
cuando los prados ríen con vívidos verdes,
y ríe la langosta ante la escena gozosa;
cuando Mary y Susan y Emily
cantan «¡ja, ja, ji!» con sus dulces bocas redondas.
Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra
donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces,
acercaos y alegraos, y uníos a mí,
para cantar en dulce coro el «¡ja, ja, ji!»
Versión de Antonio Restrepo

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Canto para acunar
Dulces sueños, formad una pantalla
Sobre la linda cabeza de mi niño;
dulces sueños de agradables corrientes
bajo rayos de luna felices y silenciosos.
Dulce sueño, que tus cejas tejan
con suave felpa una corona infantil;
dulce sueño, Ángel terso,
fluctúa sobre mi niño dichoso.
Dulces sonrisas, durante la noche
meceos sobre mi encanto;
dulces sonrisas, sonrisas de Madre,
cautivad la noche interminable.
Dulces lamentos, suspiros de paloma,
no alejéis el letargo de tus ojos,
dulces lamentos, sonrisas aún más dulces,
cautivad todos los lamentos de paloma.
Duerme, duerme, niño afortunado,
que toda la creación duerme y sonríe;
duerme, duerme felices sueños,
mientras tu madre llora sobre ti.
Dulce bebé, en tu rostro
puedo discernir la santa imagen;
dulce bebé, otrora como tú
yacía tu hacedor y lloraba por mí.
Lloró por mí, por ti, por todos
cuando era apenas un pequeñito.
Su imagen siempre verás,
rostro celestial que sobre ti sonríe,
A ti, a mí, a todos les sonríe;
quien se volvió un pequeñito.
Las sonrisas infantiles son sus mismas
sonrisas;
y cautivan con paz el cielo y la tierra.

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El pastor
¡Qué dulce es la dulce fortuna del Pastor!
Deambula desde el alba hasta el atardecer;
debe seguir a su rebaño el día entero,
y su lengua se embeberá con alabanzas.
Pues oye el inocente llamado del borrego,
y escucha la tierna respuesta de l a oveja;
vigila mientras permanecen en calma
pues saben cuándo está próximo su Pastor.
Versión de Antonio Restrepo

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El tigre
Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?
Versión de Antonio Restrepo

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El viajero mental
He viajado a través de un país de hombres,
un país de hombres y también de mujeres,
y he oído y visto tan horrendas cosas
como nunca los caminantes de la fría Tierra han conocido.
Porque allí nace en la alegría el niño
que en el atroz dolor fue concebido,
tal como en la alegría cosechamos el fruto
que fue sembrado en lágrimas amargas.
Y si el recién nacido es un varón,
es entregado a una mujer anciana
que lo clava tendido en una roca
y en copas de oro coge sus lamentos.
Con espinas de hierro cierne su cabeza,
y agujerea sus pies y sus manos,
corta su corazón y lo desprende
para hacerle sentir calor y frío.
Sus dedos enumeran cada nervio
como un avaro contando su oro,
y de lamentos y gritos se nutre,
y él envejece, y ella se hace joven.
Hasta que convertido en un joven sangriento,
y ella mudada en espléndida virgen,
destroza sus cadenas, y la amarra
a ella a la Tierra para su placer.
Se planta él mismo en lo nervios de ella
como un labriego planta en su terreno,
y ella se convierte en su morada
y en jardín que le rinde setenta veces frutos.
Pronto se torna envejecida sombra
vagando alrededor de una cabaña terrestre,
llena de pedrerías y de oro
que ganó su trabajo.
Y éstas son las pedrerías del alma humana,
los rubíes y las perlas de un ojo enfermo de amor,
el oro innumerable del corazón que sufre,
el gemido del mártir y el suspiro del enamorado.
Son su alimento y su bebida,
mantiene a los mendigos y a lo pobres,
y para el caminante en viaje siempre
su puerta permanece abierta.
Su pena es alegría eterna en ellos;
hacen resonar los techos y los muros
hasta que de la lumbre del hogar
una pequeñuela emerge de pronto.
De fuego sólido ella es,
y pedrerías y oro, en tal manera
que nadie osa tocar su infantil forma
o envolverla en pañales.
Pero ella llega donde el que ama,
joven o viejo o rico o pobre;
muy pronto expulsan al anciano huésped
que se va mendigando por puertas ajenas.
Va llorando errante, muy lejos,
hasta que alguien admita hospedarle,
a menudo ciego por la edad, desesperado,
hasta que puede ganar una doncella.
Y para consolar su edad helada
en sus brazos la toma el pobre hombre.
La cabaña desaparece de su vista
y también el jardín con sus dulces encantos.
Los huéspedes están esparcidos por toda la región,
porque el ojo alterado altera todo.
Los sentidos se enrollan en sí mismos, con miedo,
y la Tierra plana se convierte en una pelota.
Las estrellas, el Sol, la Luna, todo huye.
Un vasto desierto sin límites,
y no queda nada de comer o beber,
y alrededor sólo el desierto oscuro.
La miel de sus labios de niña,
el pan y el vino de su dulce sonrisa,
el juego desordenado de su ojo vagabundo
a una ilusoria infancia le conducen.
Porque a medida que come y bebe se transforma
haciéndose más joven cada día,
y ambos, en el salvaje desierto
van errantes llenos de terror y congoja.
Ella huye como cierva salvaje,
su temor planta muchos matorrales salvajes,
mientras él la persigue de noche y de día,
por artificios de amor conducido.
Por artificios de amor y de odio
hasta que el salvaje desierto entero está plantado
con laberintos de díscolo amor
donde vagan el león, el lobo y el oso,
hasta que él se convierte en un díscolo niño
y ella en una llorosa mujer envejecida.
Van a vagar allí, entonces, muchos enamorados.
El Sol y las estrellas aproximan su curso.
Dulce éxtasis los árboles producen
para todos los que vagan en el desierto,
hasta que más de una ciudad allí es alzada
y más de una agradable cabaña de pastor.
Pero cuando hallan al colérico niño
el terror cunde en la extensa región:
gritan ¡El niño, el niño ha nacido!
y huyen en todas direcciones.
Porque hasta la raíz se seca el brazo
de aquel que osó tocar la colérica forma:
osos, leones, lobos, todos huyen aullando,
y todo árbol arroja sus frutos.
Y nadie puede tocar esa forma colérica
a menos que lo haga una mujer anciana.
Ella al niño tendido clava sobre la Tierra
y todo pasa como ya lo he dicho.
Versión de Luis Oyarzún

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Eternidad
Quien a sí encadenare una alegría
malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besare en su aleteo
vive en el alba de la eternidad.
Versión de Màrie Montand

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La noche
Desciende el sol por el oeste,
brilla el lucero vespertino;
los pájaros están callados en sus nidos,
y yo debo buscar el mío.
La luna, como una flor
en el alto arco del cielo,
con deleite silencioso,
se instala y sonríe en la noche.
Adiós, campos verdes y arboledas dichosas
donde los rebaños hallaron su deleite.
Donde los corderos pastaron, andan en silencio
los pies de los ángeles luminosos;
sin ser vistos vierten bendiciones
y júbilos incesantes,
sobre cada pimpollo y cada capullo,
y sobre cada corazón dormido.
Miran hasta en nidos impensados
donde las aves se abrigan;
visitan las cuevas de todas las fieras,
para protegerlas de todo mal.
Si ven que alguien llora
en vez de estar durmiendo,
derraman sueño sobre su cabeza
y se sientan junto a su cama.
Cuando lobos y tigres aúllan por su presa,
se detienen y lloran apenados;
tratan de desviar su sed en otro sentido,
y los alejan de las ovejas.
Pero si embisten enfurecidos,
los ángeles con gran cautela
amparan a cada espíritu manso
para que hereden mundos nuevos.
Y allí, el león de ojos enrojecidos
vertirá lágrimas doradas,
y compadecido por los tiernos llantos,
andará en torno de la manada,
y dirá: «La ira, por su mansedumbre,
y la enfermedad, por su salud,
es expulsada
de nuestro día inmortal.
Y ahora junto a ti, cordero que balas,
puedo recostarme y dormir;
o pensar en quien llevaba tu nombre,
pastar después de ti y llorar.
Pues lavada en el río de la vida
mi reluciente melena
brillará para siempre como el oro,
mientras yo vigilo el redil.

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La primavera
¡Que resuene el flautín
que ahora está callado!
Delicia de las aves
de día y de noche;
el ruiseñor
en la quebrada,
la alondra en el cielo,
festivamente,
festivamente, festivamente,
para darle la bienvenida al año.
El muchachito,
repleto de gozo;
la muchachita,
dulce y diminuta;
el gallo canta
como tú lo haces;
voz alborozada,
barullo infantil,
jubilosamente,
jubilosamente,
para darle la bienvenida al año.
Corderito,
aquí estoy;
acércate y lame
mi blanco cuello;
deja que tironee
tu lanilla suave;
déjame besar
tu suave rostro:
jubilosamente,
jubilosamente,
para darle la bienvenida al año.
Versión de Antonio Restrepo

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La rosa enferma
estás enferma, ¡oh rosa!
El gusano invisible,
que vuela, por la noche,
en el aullar del viento,
tu lecho descubrió
de alegría escarlata,
y su amor sombrío y secreto
consume tu vida.
Versión de Màrie Montand

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Nueva Jerusalén
Del poema «Milton»
¿Y hollaron esos pies, antaño,
los verdes montes de Inglaterra?
¿Y viose el sacro Cordero de Dios
por los pastos ingleses, placenteros?
Resplandeció el divino rostro
sobre nuestras colinas nubladas?
¿Y edificose una Jerusalén
en medio de esos negros, satánicos molinos?
¡Dadme mi arco de oro ardiente!
¡Dadme mis flechas de deseo!
¡Traed mi lanza! ¡Abríos, oh nubes!
¡Traedme mi carro de llama!
No cejará en mi espíritu la lucha
ni ha de dormirse en mi mano la espada,
hasta que levantemos otra Jerusalén
en el solar verdeante y dulce de Inglaterra.
Versión de Màrie Montand

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Un sueño
Cierta vez un sueño tejió una sombra
sobre mi cama que un ángel protegía:
era una hormiga que se había perdido
por la hierba donde yo creía que estaba.
Confundida, perpleja y desesperada,
oscura, cercada por tinieblas, exhausta,
tropezaba entre la extendida maraña,
toda desconsolada, y le escuché decir:
«¡Oh, hijos míos! ¿Acaso lloran?
¿Oirán cómo suspira su padre?
¿Acaso rondan por ahí para buscarme?
¿Acaso regresan y sollozan por mí?»
Compadecido, solté una lágrima;
pero cerca vi una luciérnaga,
que respondió: «¿Qué quejido humano
convoca al guardián de la noche?
Me corresponde iluminar la arboleda
mientras el escarabajo hace su ronda:
sigue ahora el zumbido del escarabajo;
pequeña vagabunda, vuelve pronto a casa.»

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Una imagen divina
La crueldad tiene corazón humano
y la envidia humano rostro;
el terror reviste divina forma humana
y el secreto lleva ropas humanas.
Las ropas humanas son de hierro forjado,
la forma humana es fragua llameante,
el rostro humano es caldera sellada
y el corazón humano, su gola hambrienta.
Versión de Antonio Restrepo

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WILLIAM BLAKE, GRABADOS E ILUSTRACIONES
Poesía y Arte
Por Miguel Calvo Santos

Poesía y arte. Para William Blake estas disciplinas eran complementarias, por lo que siempre que pudo las fusionó. Fue de estos artistas visionarios que se adelantó al romanticismo y al simbolismo (algunos dirían que también al surrealismo, por su uso del delirio y el sueño) creando una mitología propia basada en su extraordinaria espiritualidad y un misticismo muy cercano al ámbito esotérico. Quizás por eso fue considerado un artista maldito, un loco que sólo sería comprendido y apreciado años después.

Blake tuvo visiones desde la infancia: Ángeles y presencias que nadie más podía percibir y que influirían en su arte posterior.
Se inició en el grabado a los 14 años y se centró en la historia y las leyendas, despreciando las modas neoclásicas de la época y el pensamiento racionalista imperante. Admiraba a Miguel Angel, un artista muy impopular en esos años, y usaba su mente (incluídos sus sueños) como lugar de inspiración.
Para Blake no había nada más sublime que la imaginación, que era «inmortal, eterna e inagotable» y a ella consagró todo el arte que realizó hasta su muerte. Esto chocaría con sus contemporáneos, que todavía no estaban preparados para esa corriente pre-romántica, por lo que sería rechazado y tachado de excéntrico.
Para Blake, el artista (o su sinónimo, el profeta) interpreta la realidad mediante una obra simbólica que el público debe interpretar. Un ser de espíritu libre que ilustra su mundo interior y por lo tanto evoca lo enigmático y fantasioso, más que lo bello y lo armonioso.
El artista fusiona las formas neoclásicas (que ya estaban agotándose) con las búsquedas románticas (lo incomprensible, lo inconmesurable: lo sublime) que surgirían unos años después y con ello se convierte en el paradigma del artista visionario, un adelantado a su época que gozaría del respeto de las generaciones posteriores, desde los simbolistas hasta grupos de rock como The Doors, bautizados así por un poema de Blake:
Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es: infinito.
***
1794
El Anciano de los días
Cuenta la leyenda que Blake tuvo esta visión en realidad

Todos sabemos que William Blake no estaba muy bien de la cabeza, o al menos eso opinaban sus contemporáneos. Totalmente incomprendido, se ganó la vida principalmente como grabador e ilustrador de los poemas que él mismo escribía.
Admirador de Miguel Ángel, su obra se alejaba de la de este ya que en lugar de centrarse en figuras bíblicas apostaba más por lo fantasioso. Vamos, que se metía a saco con la cultura mitológica británica para luego adaptarla y convertirla en una cosmología mucho más personal.
Sin embargo, en esta imagen nos muestra a un personaje creado por él mismo al que llamó Urizen, y que para él era el creador del mundo. Según sus propias creencias, porque recordemos que todo esto se lo sacaba de la manga. Este personaje tenía cierto carácter maligno, algo que quiso plasmar con esa atmósfera de pesadilla que envuelve a la figura, para que nos enteremos bien del malrollismo que impera en la escena.
Cuenta la leyenda, una de las tantas que circulan sobre él, que la visión de este ancianete midiendo el globo terráqueo con un compás la vio en la realidad… pues OK.
Independientemente de su más que destacable maestría con los lápices y pinceles, la temática de su obra es completamente incomprensible si no se atiende a sus textos y explicaciones. Y en este caso, según las explicaciones, el compás que vemos en la imagen es más que un instrumento de sabiduría y de medición, viniendo a ser una especie de símbolo de un relámpago de luz capaz de iluminar un mundo sumido en un estado de noche oscura y tormentosa.
Al tratarse de un pintor que basaba sus obras en visiones y ensueños personales, jamás copiaba del natural, de ahí que en sus cuadros e ilustraciones sean muy habituales las incorrecciones en el dibujo y en las formas, algo que para él carecía de la menor importancia.
***
1800
Vírgenes sabias y tontas
No dejar las cosas a última hora, por favor
Según Mateo 25:1–13, Jesús contó una parábola de lo más extraña a sus discípulos. Trataba sobre diez vírgenes, cinco sabias y cinco insensatas que tomaron sus lámparas para esperar a su novio (!). Las cinco más prudentes llevaban aceite en sus lámparas. Las otras se olvidaron.
Las que se olvidaron fueron a comprarlo y justo cuando estaban fuera llegó el novio y cerró las puertas. Cuando llegaron las cinco vírgenes gritaron que les abrieran, pero el novio dijo: «pero si no os conozco…».
La parábola acaba con las palabras: «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».
¿Qué nos quiere decir este Evangelio? Pues en definitiva a estar preparados para el encuentro con Él. Ya sabéis que muchos creen que va a haber la Segunda Venida de Jesucristo (y por tanto el Juicio Final). Y para los más ateos, el cuento también tiene moraleja: no dejar las cosas a última hora.
Aquí el muy místico William Blake interpreta la parábola con una de sus maravillosas acuarelas, con las cinco vírgenes sabias a la izquierda, más elegantes, más luminosas, unidas como un bajorrelieve grecorromano; y las cinco tontas más oscurecidas, haciendo aspavientos, agitadas y caóticas… ¡no es para menos ya que se quedan sin marido!
Arriba, un ángel toca la trompeta anunciando el Juicio Final.
Una vez más, el artista fusiona formas neoclásicas con búsquedas románticas que surgirían unos años después (lo incomprensible, lo inconmesurable: lo sublime) y con ello se convierte en el paradigma del artista visionario, un adelantado a su época que gozaría del respeto de las generaciones posteriores, desde los simbolistas hasta grupos de rock como The Doors, bautizados así por un poema de Blake:
Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es: infinito.
***
1805
El Gran Dragón Rojo y la Mujer revestida en Sol
“Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es: infinito”

William Blake pinta aquí una visión apocalíptica de la biblia:
Luego apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo que tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo, y las lanzó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo tan pronto como naciera…
Ap 12: 3–4
Como vemos, el bicho de espaldas (para dar más miedo) tiene cierta apariencia humana y está a punto de devorar a la mujer luminosa. Tampoco es excesivamente rojo, pero encajaría a la perfección en una portada de Slayer.
Simplificando, es la típica y ancestral lucha entre el bien y el mal.
William Blake es una de las figuras clave del romanticismo inglés. Un visionario tanto en poesía como en artes plásticas, sin duda adelantado a su tiempo en ambas.
En plena ilustración, Mr. Blake reivindica la imaginación y la espiritualidad y tomó como enemigos a sus coetáneos, Newton, Francis Bacon (no el pintor) y John Locke por poner la razón por encima de todo y además ser unos malvados materialistas.
Lo cierto es que Blake estaba un poco chiflado… Visiones desde la infancia, esoterismo, satanismo, drogas y un obsesivo amor por el antiguo testamento, las leyendas y lo oculto que no sería muy bien comprendido por la puritana Inglaterra de la época.
Lo reivindicarían, eso sí, las generaciones posteriores, desde los simbolistas del siglo XIX hasta grupos de rock como The Doors, bautizados así por uno de los poemas de Blake:
Si las puertas de la percepción se purificaran todo se le aparecería al hombre como es: infinito
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1805
Newton
«El arte es el árbol de la vida. La ciencia es el árbol de la muerte»
Newton, por William Blake
William Blake odiaba la Ilustración. Creía que no todo funciona exclusivamente con la razón. Hay cosas irracionales, y una de ellas es el arte, movido en buena parte por emociones y sobre todo la imaginación.
Para él, gente como Isaac Newton era un enemigo (junto a John Locke y Francis Bacon, para él la trinidad infernal) Gente que lo veía todo a través de la física. Científicos. Materialistas. De Newton sobre todo le repugnaba su teoría óptica en la que sólo existía el ojo físico que absorbía partículas de luz, e ignoraba el ojo espiritual, con el que el artista disfrutó de tantas y tantas visiones místicas desde niño.
Por ello decidió retratar a Newton de esta forma: desnudo, sentado en una pose imposible, sobre una superficie rocosa con algas, corales y moluscos que se asemeja mucho al fondo del mar, y absorto en sus propias teorías, sin disfrutar de la belleza que lo rodea.
Con una anatomía tomada directamente de su adorado Miguel Ángel, vemos a un joven Newton culturista, marcando músculo (quizás en exceso). Un físico formado por líneas rectas y ángulos geométricos, un cuerpo tan limitado como su compás, tan cuadriculado como su pensamiento.
Con un poco de recochineo, desde 1957, un busto de Blake realizado por el escultor Sir Jacob Epstein se encuentra en la Abadía de Westminster, a pocos metros de donde descansan los restos de Newton.
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1805
La escalera de Jacob
Un colocón celestial
Desde la Biblia hasta Shakespeare, pasando por el folklore irlandés o la Grecia clásica, Blake absorbía como una esponja toda inspiración para escupirla en forma de obras místicas y surrealistas. En la Escalera de Jacob el artista británico representa el capítulo 28 del Génesis, libro del Antiguo Testamento.
Lo onírico de esta escena no pertenece sólo al estilo etéreo de Blake, sino también al sueño que está viviendo Jacob, tendido en una dulce cabezada en un lugar desconocido después de un largo día de viaje. El muchacho contempla un maravilloso desfile de mujeres angelicales que, con elegante parsimonia, suben y bajan una escalera en espiral ascendiente hasta los cielos. La expresión y la postura de Jacob nos aseguran el deleite del joven con tal panorama de belleza femenina.
En el capítulo bíblico se narra a continuación la aparición de Dios, que le explica a Jacob su legitimidad sobre la tierra en la que está descansando. Cuando Jacob despierta, funda allí la sagrada ciudad de Bethel. Estos hechos no quedan descritos en la obra estática, aunque es evidente que algo glorioso está a punto de suceder en la cúspide de la escalera: allí estalla un sol deslumbrante, a pesar del cielo oscuro y estrellado del inferior de la imagen. La atmósfera divina está reforzada por muchos factores formales que disponen una dinámica de ascensión, como la composición triangular que forma la escalera, enmarcada por la inclinación de los dorados rayos solares.
Al contemplar la obra del artista prerromántico parece que nosotros mismos vamos a ser bendecidos con un viaje divino. La sublimidad de la escena, con su suave transición de colores, provoca una absorción espiritual que nos deja aturdidos. Pocos artistas pueden igualar el trabajo de Blake en su carácter hipnótico, convertiendo un antiguo texto religioso en un colocón celestial para todo aquel que admire la imagen.
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1805
Nabucodonosor
Un monstruo humano

«Yo, Nabucodonosor, vivía tranquilo en mi residencia, rodeado de prosperidad en mi palacio».
Con esta cita se abre el capítulo IV del libro bíblico de David, en el que se nos narran la vida y obra de, entre otros, el rey Nabucodonosor II, que gobernó Babilonia entre los años 604 y 562 a. C.
William Blake, sin embargo, decide no representar al monarca en su momento de mayor esplendor. Tal y como narra la Biblia, Nabucodonosor estaba dominado por una profunda soberbia, que le llevó incluso a menospreciar el papel de Dios en la creación y gloria de su poderosa ciudad:
Esta es la gran Babilonia, construida por mí como residencia real, obra de mi poder y manifestación de mi magnificencia.
Como es habitual en todo el Antiguo Testamento, Dios no se toma demasiado bien esta clase de bravatas, por lo que maldice al rey y lo convierte en un horrible monstruo. Lo despojó de su reino y de sus lujosos ropajes, le cubrió el cuerpo de pelo e hizo que le brotaran colmillos y garras como los de una fiera. Cayó Nabucodonosor al suelo y empezó a reptar como los reptiles, alejándose de Babilonia durante siete años (al cabo de los cuales acabó reconociendo a Dios como su superior, recibiendo así no solo el perdón divino, sino también el trono que había perdido).
El fondo se nos presenta neutro, difuso, pues el autor pretende llamar nuestra atención sobre dos puntos concretos de la figura de Nabucodonosor: su rostro, retorcido en una mueca a medio camino entre la locura y el arrepentimiento, y sus pies, en los que vemos como empiezan a brotar las afiladas garras.
Este grabado hace pareja con el que Blake retratara a Isaac Newton, mostrándose ambos como las dos caras de la conciencia humana: mientras que el intelectual británico está sujeto por la esclavitud a la Razón, el rey bíblico es un esclavo de los sentidos y las pasiones humanas.
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1805
El número de la bestia es 666
Simpatía por el Diablo
Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
Apocalipsis, 13:18
La Bestia está desnuda. Es medio dragón, medio hombre. Tiene una cola que se enrolla en bucles y unas alas extendidas en forma de murciélago con diecisiete estrellas. Y tiene siete cabezas, con una cabeza central que está ardiendo.
En la base de la roca donde reposa esta Bestia hay una oveja con brazos humanos, y a su lado aparece otra bestia híbrida de espaldas. Con una mano apunta la izquierda. La otra mano sostiene un cetro coronado por una flor de lis. Esta figura tiene cinco cabezas.
Abajo, en las esquinas, masas de gente rezan, o suplican en esa noche apocalíptica.
¿Qué nos quiere decir Blake con todo esto…? Es difícil saberlo. Sus obras estas llenas de misterio, como también es misterioso el número 666 que da título a la obra.
El número de la bestia citado en la Biblia es tan ambiguo que cada uno le dio el significado que más le convenía. En la época que Juan escribió el Apocalipsis a finales del siglo I d. C. quizás se refería a la figura de Nerón, conocido por sus persecuciones de cristianos (NRON QSR, que interpretado numéricamente da los números 50 200 6 50 100 60 200, que suman 666). El texto de Juan está lleno de simbología y numerología, quizás para ocultar ciertos nombres y evitar consecuencias.
Evidentemente fueron sospechosos líderes como Napoleón, Hitler, Stalin… Para Martín Lutero la Bestia era, por supuesto, la Iglesia católica, y el Anticristo no era otro que el papa (El actual papa es el número 266, así que tranquilos).
Otros consideraron que la marca de la Bestia es el dinero (con la cara impresa de gobernantes de todo pelaje), el juego (666 es la suma de todos los números de una ruleta) o el mismísimo Walt Disney.
Para William Blake, antiautoritario, idealista y defensor de la igualdad de géneros y razas, quizás el Anticristo era la Revolución Industrial y el colonialismo que trajo consigo, con todas sus consecuencias negativas, en concreto la esclavitud, que tanto horrorizaba al poeta y artista.
(CC) Miguel Calvo Santos, 24-11-2022

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