El procés: psicología de masas en el siglo XXI
Por Joseba Achotegui
Es un clásico en psicología el planteamiento de que los grupos, las masas, tienen un funcionamiento mucho más primitivo e irracional que el que tienen las personas una a una, individualmente, que se considera que tienden a comportarse de modo más lógico y analítico.
Pues bien, esta diferenciación está saltando por los aires en la sociedad actual en la que la distancia entre el individuo y el grupo, es cada vez menor, cada vez hay menos intimidad. A través del whatsapp, de las redes sociales, de la permanente recepción de “información” desde nuestros grupos de referencia, cada vez estamos más inmersos en el grupo. Esto lo hemos vivido en Catalunya de modo intensísimo estas últimas semanas.
Y si al fin tenemos un momento para estar con nosotros mismos y poder pensar por nuestra cuenta y riesgo, la característica de invasividad que tienen las redes sociales nos impide realmente saber qué sentimos o qué pensamos acerca de la realidad, en este caso, el procés . Vivimos en un contexto en el que hay una interrupción sistemática y continua de la cadena del pensamiento, el curso del pensamiento, algo fundamental para realizar mínimamente bien cualquier análisis, cualquier valoración de la realidad, máxime si es una realidad compleja, como en este caso. No es extraño que en este contexto, la venta de libros haya caído un 20%, como nos están señalando las librerías. Todo esto recuerda a los funcionamientos sectarios, estructurados para quebrar toda resistencia a la crítica del individuo, para controlar su mente, lograr que no salga de la burbuja. ¡Y pobre del disidente!
Además, en la sociedad del siglo XXI se nos ha adoctrinado machaconamente en la idea de que la emoción y la intuición son las mejores guías de nuestra conducta y que la razón es una antigualla, algo pasado de moda, que ya hoy no se lleva, y que requiere además esfuerzo. Y en relación al procés no es extraño oír a personas que te dicen que todo este tema les produce una gran emoción, “les pone” y que si así se encuentran muy a gusto no tienen por qué plantearse nada más. Están viviendo a tope esta “experiencia”. Su guía es la emoción, lo demás, es secundario.
No es fácil para nadie pensar en medio de este aluvión de presiones emocionales, en un contexto con frecuencia de informaciones sesgadas, postverdades cuando no directamente mentiras, vídeos trucados, intoxicaciones, e informaciones convertidas en reality shows. Todo ello en el marco de un modelo social narcisista , en el que el lenguaje se basa en hablar de humillaciones, afrentas, ultrajes, orgullo…
De todos modos, como era de esperar, este tsunami de emociones también ha comportado que muchas personas lo estén pasando mal, se encuentren enfadadas y tristes ante tantos conflictos personales y tanta manipulación. Y también ha habido muchas personas que han tenido que pedir ayuda psiquiátrica, incluso conozco algún caso que ha acabado en el mismísimo manicomio.
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El mensaje de Alain Badiou a la juventud
Por Gabriel Moreno González
“Tengo 79 años. ¿Por qué debería preocuparme hablar sobre la juventud? ¿Y por qué debería, además, preocuparme por hablar sobre la juventud a los jóvenes mismos?”. Así empieza The True Life, el interesante mensaje y alegato que el conocido filósofo francés, Alain Badiou, dirige a las nuevas generaciones desde la altura de su consciente ancianidad.
Vivimos un mundo de riesgos, incertidumbre e inestabilidad, un mundo repleto de problemas globales que sólo logran encontrar débiles respuestas locales en medio de sociedades anestesiadas en la monotonía ordinaria. La pasión por lo político, por la defensa del interés general y de la comunidad, parece haberse diluido en un mar de consumismo, nihilismo y, sobre todo, indiferencia.
SI A LA INEXISTENCIA DE RITOS SOCIALES DE INICIACIÓN A LA MADUREZ LE UNIMOS EL CULTO GENERALIZADO A LA FRESCURA DE LA JUVENTUD Y A LO SALUDABLE QUE ACOMPAÑA TODO CONSUMISMO FRENÉTICO, LA DESORIENTACIÓN ESTÁ ASEGURADA
Placer, dinero y poder: la tríada que ha presidido las acciones humanas sigue en su trono milenios después de la muerte de Sócrates. Con el maestro de Platón comienza Badiou, precisamente, su mensaje, pues el de Atenas se suicidó tras la condena por “corromper a la juventud”. Pero no la “corrompió” sobre las pretensiones de sexo, de poder o de riquezas….sino por intentar enseñarles que hay algo mejor más allá de esa tríada, que vale la pena vivir esta vida y disfrutarla.
Badiou aquí, reinterpretando a Sócrates, considera que existen dos caminos antagónicos a la verdadera vida y que nos llevarían, cualquiera que fuera el elegido, a una falsa y condenable por nadar en la vacuidad. Sendos caminos que, además, son los que se presentan a los jóvenes cuando, desde la cortedad aún de sus (nuestras) existencias, intentan proyectar hacia el futuro lo que será de ellas.
El primero de estos senderos o conjuntos de opciones viene constituido por lo que el francés llama el “nihilismo inmediato”, la pasión por quemar la vida en un cúmulo intermitente de “momentos”. Fotos en Instagram, una aventura de una noche, la suave complacencia de miles de likes, la arrogancia del que se cree algo y no es sino trivialidad condensada…El materialismo de la nada.
AUTOR: Gabriel Moreno González. Investigador en Derecho Constitucional. Universitat de València.
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